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PUBLICACIONES DEL SEMINARIO DE WILHELM REINHART HISTORIA PRIMITIVA DEL HOMBRE mee HISTORIA GENERAL DEL REINO 4 HISPANICO DE LOS SUEVOS JULIO MARTINEZ SANTAOLALLA. noece LUMI MARTINEZ SANTAOLALLA MADRID 952 SUMARIO | PxOvoco: Julio Manrintz Sawra-Ort.a 7 1. Hisronia Db 10s cuanosurvos Sa ees Historia primitiva—B1 primer contacto con Roma. | Elreino de los cuadosuevos.—Las grandes suerras con J Romu.—La expedicién a Hispania, {| H. Histonts roctrick DEL REINO SUEVO.. 21+. 0+ alee [us ocupactén de Gallaesia—Le intervencion de los visi godos.—La salide de los vindslos—La consolidecién el reino.—Derrota y anarquie.—Resurge la monarquia ssueva.—Le laguna en Ja historia del reino.—Los siltimos 4 reyes.—Fin del reino.—La «Sueviay en tiempos posterio- fes.—La eronologia de los reyes suevos. | 2) La vide religions y ta iterators Le herein arriana.— | La herejia de Prisciliano.—Lx Iglesia Catdlica Romana.— | La literatura religioss ¢ histérica—Orosio ¢ Hidacio. 72 3) Los nombres personales de origen suevo-gético.—Forma- cidn y elimologia—Bl origen suevo de la onoméstica— ‘Svevi,~Suavi,~Sehwaben, —Los nombres suevo-g6ticos en tiempos posteriores hesta el presente 5 WV. Los nombres suevo-gélieos en la toponimia.—Los nom bres personales en ésla.—Conjetura sobre la zona habits {a por los suevos Votabulario sueve. Bl arte industrial Epigrafia de la época nueva. Leyendas, folklore, costumbres. El derecho consuetudinario de origen sueve. Investigaciones antropologiens moneda del reino suevo.—Los sueldos.—L.0s tien tes, Posibles monedas suevas del tipo visigodo—l.as onedas ée plata, Las monedas suevas como documen: tos cvlturales: 116 18 ng 136 139 PROLOGO Emprende hioy el Seminario de Historia Primitiva una nueva empresa publicitaria al dar a luz su nuevu serie, la de Mono. Conarias, gic con la revista semestral CuapeRNos De Historia Priwrtiva, la serie irregular de Notas ¥ nuestra ya memorable ‘serie de tesis doctorales acogidas en la coleccién de DiSeRtACto- ves MarerTENsts. aparte de publicaciones especiales, testimonian ina pujonza y actividad de -auestro Seminario, que ciertamen: te creemos poder decir, sin inmodestia, ocupa un ugar scfiala- do en la vida wiiversitaria espanola. En la serie que hoy emprendomos iremos ofreciendo a los investigadores y piiblico culto en general, aquellas monografias ‘que por su interés dentro del vastésimo campo de [a historia primitiva, puedan contribuir de una manera substancial al pro- lareso de las ciencias del hombre y la. difusién de estos estudios, bien necesitados en Espaiia de valedores, vo que por una im~ fermeabilidad secular espofiola, lamentablemente acentuada en los iltimos afios, Ia historia primitiva, que tanta. importancia te- nia y ha ido adquiriendo en los tltimos decenios en el mundo jersitario de todos los continentes (sin hablar de sus opli- 1es précticas de importancia vital en la politica y econowia mundiales del momento), sc encuentra oficialmente en regresion entre nosotros, puesto que la historia primitiva general que era ensefianza, aparte de obligatoria, obligada en ct anterior plan. de estudios de la Facultad de Filasofta y Letras de Madrid, ahora cs simplemente wua cuseflansa monagréfica y voluntoria pore casi todas las secciones de dicha Facultad * El Seminario de Historia Primitive, consciente de fa respon- sabilided que tiene en el muido universitario ante las ciencias del hombre (antropologia cultural, si es més grata la forusla- ién norteamericaua), hace todo cuanto estd a su aleauce por oceuparse de todo aquello de que otros no lo hacen y tomar inicia- tivas que puedan coutribuir a plantcar y desbrocar campos nie vos 0 poco frecuentadas, rasén ésta por Ia que acogenos hoy como primera de muestras monografias la de WaLustas Rets- ant sobre el reino hispdnico de los suevos. Maninpez Pstavo manifestd on su tiempo mias esperausus sobre el porvenir de los estudios germinicos ey Espaka que, desgraciadamente, no se han corfirmado, como lo manifiesta tristemente ta deficiencia en estos aspectos de los trabajos i cluidos en la Historia de Espaita dirigida por cl yeucrable maestro Mewéxoez Pinat, a quien, naturalmente, no hacemos responsable personal de estos trabajos. La esperanca de Me- xéxpez Petavo se justificaba en parte por haber uparecido cu tonces alguuos trabajos sobre tema germénico en Espana y por Ja confiansa que ét podia tener en la copecidad de impravisa- cidn ¢ intuicién, atribuyendo a los demas la suya propia (que fué capas, por ejemplo, de hacerle escribir en cl primer tomo de la segunda edicién de Los Heterodoxos, el mejor ensayo sobre la Espoita Primition de que todavia disponemos, a pesar ‘Todo ety rela me wise 1s Pens ome te credo om coécer vie uri Ua artanca de Hisloria Priniton de América no exsondo Ip de Histor Prinitios Genera, Le que no. rece tn vientomenedesropocinads por eb de las limitaciones de su época y de las deformaciones de du- gulo visual del autor). V si estas esperanzas no se han confir- ‘mado en cuanto al estudio de lo germénico en Espaiia, en ge- eral, donde la sitwacién es més lamentable es precisamente en Jo que so refiere a los swevos. Desde comiezos de siglo se siguen repitiendo una serie de ‘manidos textos, de citas y lugares comunes que ya hasta rehuyen indicar los textos décimonénicas de que fueron ostraidos y que ‘ya eran de endsima mano. Como aportacién rigurosamente nuc- ve al conocimicuto de los germanes espaitoles figura Ta creacién y sistematicacién de la arqueologia hispanogeda, que tras los tanteos caidos en el vacto de N. Aoverc, que hemes ilevado o cabo principalmente sincrénicamente en Alemania Hi. Zeiss (0 cya memoria de mértir muerto por la Europa que on los siglos objeto de su estudio dilecto cuajé, rendimos cl ids hiondo sincero tributo) y yo en Espafic. En esta apor- tacién no ha quededo imesiro Seminario atrés, ya que sus investigacioucs trabajos de campo en distintas provincias som ua contribuci Hienpos. Tinidamente se inicié ta cont gica a estos estudios casi exclusivamente por F. ve AS Ba- ras pe ARAGON y J. ne tA Vita, que ahora va a emprender sistemdticameutc el Seminario de Historia Primitiva con la cooperacién de ls Profesora 1. Scuwrwerzky como becaria de! Gonscientes det gran vacio que hay en el estudio de ta his- toria de los germanos en Espaiia, y de que una gran parte de a culpa ta tiene la falta do estudios de sintesis que sean orien- © gx mmamentecnion ¢ incre ls inetrn om materia atropolgics, yo que x my cariale que “arguesoges espafoes en ous exemacone deprecin Ios re tae amas, ncaa de my vie ade, war veces por la rain de oben fio fi} nr por 1 mals conrsaié, y que ton eral fala de criterion: fen Bye ecto qu, or eempla, ox en cemerderie etigedo (estownionet del Es lady por eieddure) 10 hayon dejo todos Tor ergceot en las sepllrar rvs ol depoje eravelgia!t? tadores de toda wna curiosidad ¢ investigacién inconesa, es por To que nos hemos decidido a, dentro de ta linea de nuestro in terés activo por los germauios en Espafla, acoger esta mono- grafia de W. Rewvwranr, en la esperanca de que la felis sintesis que nos ofrece sea incitacién fructifera a la discusién, a la re~ busca y a que con ello se pueda lograr wn avance y mejor co- nociwiento de la época y la comarca del NW. de Espafia, solar del viejo reino suevo, del que hoy con trabajos de campo se focupan en sus excavaciones del Plan Nacional Comisarios de Excavaciones de Espaiia, y de que yo nuestro Seminario hace varios afias se he acupado al iniciar el estudio del castro de Ca cabelas, que ha dado las primeras cerémicas suevas de Espaiia No es el aspecto menos interesante de la Historia sueva, si carécter de “estratigrafia religiosa”, a través, sobre todo. de Orosio y cuanto con él se relaciona. Podemos encontrar en el rreino swevo creencias y ritos, que pueden Uegar hasta cl bron- ce mediterrineo con su culto de la fertilided; abarca, después, ‘elementos célticos con su arrastre precético, con todo género de combinaciones y sincretismos. Este aspecto animoldgi puede investigarse en la regiin que fué ocupada por los swe ‘vos, porque su corécter geagrafico de Finisterre de Europa se presta particularmente a ello En la Historia General del reino hispénico de los suevos que hoy el Seminario de Historia Primitiva lanza en sus MoxooRs- ins, queremos destacar como rasgo més walioso y caracteris- tico el de lo ntilizaciOn plea de las monedas como testimonio histérico, en forma exhaustiva, que nada tiene que ver con ta Hanada numismética al uso entre nosotros. Ello no es extrait, puesto que el autor ha sabido conquistar justa fama en esta ‘especialidad con toda una serie de trabajos sobre las acufiacio- nes germénicas en Espata, de donde derivé a una utilizacién del documento arqueolégico no monetario y del documento es- crito, todo cllo en funcién de unos principios econdmicos, socia- les, politicos ¥ religiosos, con lo que sc logra wna sintesis his. 10 térica que puede ser, y asi lo deseamos, unto de partida de eves estndios. No se nos oculta el carécter acentuadamente persoual del trabajo, y que cllo le haga parcial en el aspecto bibhogréfico, ‘mas eso es de poca monta, si pensamos que las fundamentales ‘rillados fuentes textuales + bibliogréficas estén en Ia mente ile todos, por lo que salimos al paso de esta fécil critica. El Seminario de Historia Primitioa saca luz si mucva serie de publicaciones en un eurso, ef de 1951-1952, especial- meute jubiloso v prometedor para su existencia, ya. que la ges. 1ién nctamonte usiversitaria, tenaz y generosa del Decano de investra Faculted de Filosofia y Letras, Exemo. ¢ Timo. Sr. Don Francisco Javier Sincnz Cavr6n, nos ha permitide un re- mio x exponsién material, haciendo el milagro de que él Ministro de Educacién Nacional, Exemo. Sr. D. Joxguin Rurz-Ginnez, en presencia del Rector Magnifico, Excmo. Se for D. Pevro Lai ENrra.co, hiayan podido inaugurar con toda solemnidad Ja instalacién provisional det Museo de His: toria Primitiva eu los dias liminares dct Curso. El Seminario de Historia Primitivo, l dar a la tz este v0. Iumen, debe de agradecer sinceramente cl apoyo econbinico que hha encontrado en todos aquellos suscriptores ordinarios a esta publicacibn. ye que ésto, como todas las publicaciones, se rea- lican sin el meuor apoyo econdmico ni presupnestario de ning arganismo, razén por la que hemos de agradecer més aguellas coniribuciones extraordinarias de quienes, movides por x1 gc hneroso emor « Io cultura y al territorio que fué suevo en esta Espafta, no han regateado su ayuda con wna suscripeidn extra- ardinaria y protectora, cual son, entre los solicitados, los dos finicos casos del Exemo, Sr. Gobcriador Civil de Pontevedra, D, Exias Manto PaLau ManriaLay, «ol Excmo, Ayuntomien- to de La Corwia, gracias a su Alcalde, Exemo. Sr. D. Avfonso ‘Mouna Braxnao. Junio Mawrinez Santa-Onatta. LA HISTORIA DE LOS CUADOSUEVOS (1) Hisroria pRiscriva. La historia primitiva de los suevos coincide en general con la del grupo de los herminones, del cual formaba parte y que habi- taban la regién Noroeste de Alemania y del Sur de Escandina- via en la edad del bronce (fig. 1). En la del hierro (se supone, aprox., desde 800 a. d. C) se efectud una lenta expansién hacia el ‘Sur. G. Scrwanres (2) cree que los suevos se habian traslada- do entonces desde las islas Janesas al continente europeo y asentado @ ambos lados del rio Tba. Se supone que esta lenta emigracién habria terminado alrededor del afio 600 a. C. En los siglos posteriores hubo una nueva expansién hacia el Sur, dentro de pais de los celtas, que fueron absorbidos. Las prime. ras fuentes literaris, las de Esteanéw (IV, 3, 4. y VIL, 8, 3) (@)Bibliograia: principal: L. Scunate: Gechiche der deutschen Stimme, Die Weeipermonen, 1, chen, 19 'E Brxcnaea” Die Quode. en la obra de H. Remar: Vorgeshihe der deut- chen Stone, 1, Sa Leni Bern 90. ‘W, Rearaiar: Lar rcces eto de imigrasiin Hispania, Archivo Ese al de Arcee, 146 ©) Die surhiche Loudahwe, Frchangen ond Fortachrite, 208, 46 57 ry y de César (Bell. Gall, 1, 51, sn que los suevos. oct ‘paban entonces los territorios orientales del Rhin medio y Ja cuenca del rio Main, extendiéndose hasta las actuales pro- ‘vincias alemanas de Turingia y Sajonia, fo que también com- prueban los hallazgos arqueolégicos. En aquellos tiempos ya se habian dividido los suevos en va- ios pueblos y, entre ellos como uno de los mas importantes, Jos semmones que, segin TAcrro (Germania, c. 30), eran los Fig. 1—Esterson de os sermanos desde Is lal del brome ‘guardianes del santuario nacional, Otras tribus del grupo sue yo eran los marcomanos, los cuados, los hermunduros, tribo- cos, nemetros y los vangiones (ig: 'El primer contacto de los suevos dujo en el primer siglo a. C. y fué ori igencias entre las tribus célticas, los secuanos y heduos, que hhabitaban el pais galo al lado izquierdo det Rhin. Los primeros pidieron ayuda militar a Ariovisto, principe de los tribocos, 4 Scion de lob puebos eee a] jue no tardé en cruzar el Rhin (61 a. C.) con 15,000 hombres para dirgisse contra los heduos, derrotindolos, Apravechando esta vitariay la conguist territorial traiad® Ariovsto, tanto fu propio pueblo como los nemetros y los vangiones, al otro lado del Rhin. Al ampliar, ain més, sus ocupaciones territoria es encontrose pronto frente a Julio César, cuyas intenci nes sobre las Galias eran idénticas. En la guerra inevitable en tre los dos eaudillos fué derrotado Ariovisto, que hbo de re- tirarse a su pafs de origen. El resultado de esta guerra tivo Jmportantes consecuencias por haber detenido Ia expansion de Jos germanos hacia el Este y facilitado al Imperio romano la incorporacién de Ins Galas hasta el Rhin, En las guerras sh eienes, por la misma eausa, no puieron Tos germanos con ‘Quistar ms que una faja de terreno bastante estrecha al otro vieron guerra con Roma los cuados, que, segiin L. Scuant (3), hhablan conseguido extenderse hasta orillas del Rhin. Tos Gercitos romanos cruzaron el rio y penetraron tanto en el pais Ge os cuados como en el de los marcomanos. En vista de esta continua amenaza y tal vez por la presi6n de otros pueblos ve- cinos tomé el caudillo de los marcomanos, Marbod, 1a decision de abandonar el pais renano y Tlevar a su pueblo @ a. C) Bohemia, cuyos habitantes los boyos, habfan evacuado este pa anteriormente para dirigirse al Norte de Panonia, orillas el Danubio. Los cuados, bajo su principe Tudrus, siguieron f: los marcomanos y se asentaron al Sur de Moravia en la cuen- ca del sfo Marus (March). ‘Et, REINO DE LOS CUADOSUEVOS. ii ior nos mues- ‘Los dos pueblos hermanos, cuya politica posterior nos tra una estrecha unién, se habfan apenas consolidado en sus (@)Wertgermone, ob ct 66 Ys, huevos territorios cuando se vieron amenazados por el Impe- sro en una campafia guerrera de gran envergadura por consi derar Roma a sus nuevos vecinos como amenaza de su fronte- ra septentrional a lo largo del Danubio. El plan de campatia del emperador Augusto contra los paises suevos tenia como objeti- vo bélico su aniquilamiento y era de vastas dimensiones, re- uunigndose 12 legiones bajo el mando del principe Tiberio, que se habia distinguido en las campaiias anteriores. Tiberio divi- ié sus fuerzas en dos grupos, avanzando el primero desde el Rhin en direccién Este, mientras el segundo grupo se dirigié desde Carnuntum hacia el Norte con el propésito de unirse las legiones de ambos ejércitos dentro de Bohemia, Ya se encon ‘traban Jas columnas en plena marcha cuando un peligroso le vantamiento de los boyos y otros pueblos en Panonia deshizo toda la campafia. Roma, desde entonces, cambié de tictica para con los dos paises suévicos, utilizando su habil diplomacia para entrome- terse en los asuntos interfores de sus vecinos, creando enemis- tades entre los grupos politicos y familiares. Encontré pronto en Katualda la persona que le sirvié para suscitar un levanta tmiento contra Marbod, al que no quedé otro remedio que aban donar su pais, junto con sus partidarios, y buscar la proteccién de los romanos, asentindose en la provincia de Panonia. No Pasaron muchos afios y Katualda corrié la misma suerte que Marbod, mientras el cabecilla cuado Vannio fué impuesto por Roma como su sucesor. Parece que el rey Vannio extendi6 su reino hacia el Este del rio Marus, donde se hizo fuerte. Con- tinuaba la influencia politica romana sobre los reinos. suévi £05 que pueden considerarse entonces clientes del Imperio, En cambio, Vannio aument6 su poderio sobre sus vecinos germé- nico-septentrionales, de tal manera que varios de ellos tuvieron que pagarle tributo en especie, entre ellos lingotes de hierro, Durante el primer siglo d. C. los dos paises suévicos de- bieron extender sus fronteras hacia el Sur, pues TAcrto (Ger- " ‘mania, c- 42) los menciona entre aquellos que facion frente al Danubio, Por el Este lleg6 el reino cuado hasta el rio Waay, ‘en la actual Eslovaquia. Sobre su organizacién politica sabe- ‘mos poco, pero es de suponer que no habré sido diferente de los demas pueblos germanicos. Vemos que no sdlo Katualda, sino también Vannio habia servido en el ejército imperial y, ‘camo ellos, muchos otros euados cruzarian la frontera pacfica mente y regresarfan a su patria con conocimientos adquiridos de la civilizacién romana. Sin embargo, no debe creerse que el pais celta de los bo- -yos, que ocupaban los marcomanos y cuados y en el que se mez- claron en parte con ellos, era un pais de poca cultura. Los ha- llazgos arqueolgicos de ceramica, artesania, asi como de snumerables monedas de oro y plata de estilo griego procedentes de los dos siglos a. d. C. y el siglo 1d. de C.,, hablan ve una civi- lizacién rdativamente elevada. Las dltimas acufaciones de los boyos, ya en sus nuevas posesiones de Ia cuenca del Danubio, se hicieron de acuerdo con el sistema métrico romano, con nombres de los reyes celtas y con letras romanas (4). Existia, tun comercio Moreciente entre Roma y sus vecinos det Norte, exportando los cuados productos agricolas, mbar y metales, a cambio de mereancia industrial romana. La famosa ruta co- mercial del mbar, producto muy codiciado por los romanos, que iba disde Carnuntum al Baltico, pasaba por ef pais de los cuados, En cuanto @ metales.se han encontrado en Bohemia restos de hornos de hierro, de procedencia marcomana. Tan- to el territorio de este pueblo como el de fos cuados era rico en cereales, Existian, segiin TAcrTo, numerosos oppida que eran también, probablemente, centros comerciales El celeso Vannio trataba de aumentar constantemente su poderfo, acumulando al mismo tiempo riquezas personales que GK, Pansen: Dic Minsprigang der Boer, Bel way, pig. 1m, 91 como cl tabaio resete de Kaan Pn: Einfthrung in aie klische Binsbende, At haesitln Awe, 1960. 8 4 = le hicieron sospechoso a los romanos, que no tardaron en insti- gar su caida, distribuyéndose su pais entre sus hijos. Seguian, sin embargo, las buenas relaciones con el Imperio y TActT0 nos atestigua la fidelidad de los cuados, euyos reyes eran descendien- tes de Tudrus. Con excepcin de algiin acto bélico aistado y sin importancia, puede considerarse el siglo que pas6 desde Vannio hasta las liamadas guerras marcomanas, de tranquilidad y consolida- cin de los dos paises suevos. Su frontera hacia el Este legaba hasta el rfo Gran, que separaba los cuados de los sdrmatas, sus fieles aliados en paz y guerra, Los romanos fortiicaron su fron- tera con una serie de plazas fuertes a lo largo del Danubio, habiendo sido las més importantes de ellas Lauriacum (Lorch), ‘Augustiana (Traismauer), Vindobona (Viena) y Carmuntum (Deutsch-Altenburg). Parece que también en la orilla opuesta hhabian construido los romans unos cuantos castillos. Una ‘moneda imperial (sestercio) acuiiada entre 140 y 143 por Ane tonino Pio muestra a un rey de los cuados, en traje germinico, con la inscripcién Rex Quodisdatus. LAS GRANDES GUERRAS CON Roma. ‘No conocemos los origenes de aquellas encarnizadas guerras que generalmente se llaman de los marcomanos y que los romanos denominaban bellum germanicum y bellum sarma- ticum, No erramos mucho en suponer que fueron querellas fronterizas las que originaron estas guerras, cuya primera fase se desarroll6 en favor de los germanos, Estos se habian aliado con sus vecinos, entre ellos 6.000 langobardos, ¢ irrumpen en ‘el invierno de 166-167 por sorpresa en las provincias romanas Norico y Panonia, atravesando el Danubio por varios sitios. Derrotadas las tropas fronterizas romanas, pasaron sin encon- trar nueva resistencia los puertos de los Alpes, Hegando hasta 8 el Norte de Italia. Sorprendida por esta rdpida invasion, pudo ‘Roma persuadir a los invasores, més bien por medios diplomé- ticos que por su propia fuerza, a volver a sus patrias. Tres afios después fubo una nueva irrupcién, otra derrota de tro- as romanas, la que hizo al emperador Marco Aurelio, en perso- na, dirigir una campafia contra los pueblos suevos, a los cuales se habian reunido no sélo los sirmatas, sino también los roxala- nos, bastarnos y otros pueblos. Llegé el afio 172 hasta que el emperador pudo reunir un nuevo y poderoso ejército para hacer frente a los invasores y emprender tina campafia ofensiva. Cruz6 el Danubio en Carnuntum y marché al pais de los cuados, que derroté. Lue- 0 se dirigio contra los marcomanos, que igualmente fueron castigados en su propio pais. Semejante campafia repitié Marco Aurelio contra los sdrmatas en el aiio 174, hasta que los cita- dos pueblos tuvieron que pedir la paz, que fué bastante dura para ellos. El Imperio exigié 1a devolucién de los prisioneros y la cesién de una faja de terreno a lo largo de Danubio, de 50 kilémetros de profundidad, aproximadamente, en la que tos romanos tenfan derecho a construir una serie de plazas fuer- ‘es con guarniciones propias; medida que, sin duda, origind, entre 177 y 180, nuevas guerras, en las que el emperador pudo finalmente obtener triunfos decisivos que, segin algunos toriadores, le hicieron pensar en la incorporacién de Bohemia y Moravia al Imperio romano, Sin embargo, su muerte en el afio 180 deshizo este plan, y su hijo Comodo, que le sucedi6, de cardeter poco enérgico, se limit6 a concertar una paz con os sevos, bastante favorable para éstos. Los romanos retiraron sus fuerzas del interior del pais enemigo, contentindose desde entonces con mantener fortificaciones a lo largo del Danubio. A estas duras guerras, que seguramente habian debilitado los cuados y sus aliados, siguié una larga era de paz, acom- pafiada de una elevacion del nivel cultural, a juzgar por los restos arqueoldgicos de que més adelante trataremos, El pais de Lia Jos cuados tenia entonces su solar entre los rios March y Eipel de la actual Eslovaquia. Fué gobernado por principes de tribus que en tiempo de guerra elegian un rey como jefe su- premo del ejército, Conrinuaron en vigor las asambleas naciona- Jes que abarcaban todo el pueblo. El acontecimiento mas impor- tante del sigio 1v ha sido la introduccién de la fe cristiana entre los pueblos suevos por misioneros romanos. Lo sabemos por la correspondencia que el obispo Ambrosio de Milén tuvo con la princesa marcomana Fritigila, en la que la ultima pidié acla- aciones dogméticas. La famosa columna erigida en Roma en honor de Marco Aurelio, cubierta con relieves esculturales, representa escenas de las campafias de este emperador y por ellas nos enteramos de los trajes de los suevos, la forma de sus casas y otros de- talles més (lam. 1) En los aos 373 a 378 hubo nuevas guerras entre ellos y el Imperio romano, pero se desarrollaron més bien en la regién oriental del pais cuado y el de los sérmatas, sus aliados. En Jos siglos 1 y 1v pasaron muchos contingentes de germanos, principalmente marcomanos, del Danubio y fueron asentados en. las provincias romanas Nérico y Panonia, empezindose con ellos la germanizacién de Austria, ocupada hasta entonces por celtas ¢ iirios. La irrupcién de los hunos en el afio 375, que puso en mo- vimiento a todos los pueblos de la Europa oriental, afects también a los vecinos de los cuados, sobre todo a los vindalos asdingos, que entonces habitaban la parte oriental de la actual Eslovaquia y Norte de Hungria, obligindoles a emigrar en di- ‘reccidn Oeste, pues en el afio 4or ya se encontraban en la Pa- sonia occidental. Los euados en el Norte del Danubio parecen sno haber sufrido por estos acontecimientos, a juzgar por Ia ‘erénica de Jonpawes (5) y la de Pauto DrAcoxo (6). Fl primero (De crigine acibusque Getaram, 273. 215. (© Hatrts Longoberdorum, Th, 2, ‘menciona a medi jos del siglo v dos de sus reyes, Hunimando yy Alarico, y es interesante que ambos llaman a los cutadosuevos ‘swavi 0 swabi, denominacion que merece crédito, puesto: que tanto Jorpaxzs como Pato DiAcoxo fueron de origen ger- minico y escribieron sus crdnieas bastante cercanos de los sabi, siendo seguro que el primero los conosia personalmente. Volveremos sobre esta cuestiOn en los capitulos dedicados a Ia ‘onoméstica sueva y su influencia sobre la toponimia en el Nor- ceste de la Peninsula. Sobre la suerte final de los euadosuevos o suavos exis- tian conjeturas poco satisfactorias, hasta que se escribieron filimamente dos interesantes tesis, aparentemente bien fun- dadas, H, Mirsciia-MAeuzns (7) demuestra, a base de nuevas Interpretaciones de fuentes literarias contemporineas, que los ceuados se fusionaron con el puchlo “Baianoi” o “Baimoi” ci- tado por Protoweo, que lo sitia al Este de ellos en el segundo siglo d. C. Esta comarca, seyiin dicho autor, fué llamada atin cuatro siglos después, Baviaria, como demuestra una erénica bizantina de Consraxtixo Posrinoaineta. Los dos pueblos, es decir, los cuados y los baivari, dejaron sus sedes y cruzaron el Danubio cuando los ostrogodos evacuaron, alrededor del fio 470, la Panonia central y se asentaron aqui con restos de ‘otros pueblos germénicos y algunos elementos orientales. Po- 0s afios después, en 489, emigraron todos ellos 21 mando de Hunvwulfo, hermano de Odoacro, hacia el Oeste, colonizando Ja parte central de Ia actual Baviera y Ia Austria oriental, Otro autor, H, Léwe, en su trabajo Die Herkunft der Bayuworen (8), Tega a semejante resultado, partiendo igualmente de aquel pue- ‘Ho que denomina Baia, pero para él fueron nicamente los ceuavlosuevos los que emigraron para asentarse en la actual Baviera. Los dos trabajos rehusan la anterior hipétesis de ha- () Dic Herbal der Bairn, Mivanyen der Winer Acthropoegscen Geel (3) En Zante fr bayerite Landenerchishe, 1949 2 jmp aces ber sido los mareomanos los principales antepasados de los bivaros, hipétesis defendida todavia por E. Kerner. en la se- sgunda revista citada, ‘Antes de finalizar el capitulo de los cuadosuevos, creemos -necesario afiadir algunas palabras sobre la arqueologia de los -suevos danubianos, tratados especialmente por Eouarp Br- NINGER, a base de los hallazgos de los primeros siglos d. C. Estos se componian principalmente de cerdmica y de adornos ‘corporales, destacdndose entre los tiltimos las fibulas de bron- ice que vemos desarrollarse desde sus formas primitivas de ‘ballesta hasta sus formas definitivas bajo el influjo godo en dl siglo wv y principio del v (Im. 1), Puede hablarse de un carte especial provincial, al que habian contribuido también los ‘demas pueblos del Este europeo, incluso los vandalos (lim, III), ‘Al invadir los cuadosuevos y vandalos la Peninsula trajeron ‘su arte industrial, que conocemos por algunas hebillas de oro ¥ que serdn tratadas en un capitulo aparte. En cuanto a'ta cerd- ‘mica, observamos, segiin E, Bewivcer, que las formas suevas ‘se conservan casi hasta el fin del reino danubiano, aunque con grandes variaciones en el decorado. Ta convivencia de ger- ‘manos y romanos a orillas del Danubio la compruehan también Jos hallazgos de Carnuntum, entre los cuales se encuentra una parte de origen suevo (9). La exremicidy 4 Hispania (véase mapa, fig. 3). Que fueron euados los que caminaron con los vindalos y alanos hasta Hispania, Jo demuestran las fuentes lterarias, ante todo Sax Jené1wo, Epistola ad Ageruchians, escrita en el afio 409, Este enumera entre los birbaros que invadieron las Galias en aquel tiempo s6lo a fos cuados entre los pueblos sue- ( E Scaarrun: Germoniche Kusulgpentinde ons Carmmiam, Germanen: “Eris to, pe. 1 ‘meme Caring de fos Cundosverae Vendalas 741 Sar camino de los Vondalon 7Alanos. + Ditgp Wn Finnetngesnnin| Fig. 3—La expedicion a Hispania -vos. Tgualmente lo comprucban los acontecimientos en las pro- Vincias romanas Panonia y Nérico durante los primeros afios del sigio v que seguidamente exponemos. ‘Ya habjamos mencionado la emigracion de los vandalos a ‘dingos que vivian en la actual Eslovaquia. Al pasar étes por Panonia se les urieron probablemente los alanos que ali es- taban asentados. Tal ver por comin acuerdo se les habrén sumido ya entonces los vindalos silingos 0 mas bien, gran par- te de ellos (10), cue habitaban la Silesia. La presencia de tan importante nimero de germanos en aquellas provincias roma- rnas no podia tolerarla Ia corte imperial de Ravena, y el pa- tricio Estilicén traté en vano oponerse a su marcha hacia la provincia de la Raetia, entablindose combates indecisos. Estili- ‘con cambi6 pronto su tictiea y se esforz5 por utilizar los van- alos y alanos en sus planes bélicos contra los visigodos de Ala- rieo que a la sazén habian invadido Italia. Esta téctiea, sin em Tpargo, fracas6 ante la decisién de aquéllos de continuar su mar- cha en busca de na nueva patria. ‘Fué probablemente durante la estancia de los vindalos, as- dingos y silingos, en la Panonia occidental, cuando una parte de los cuados tomé la resolucién de unirse a ellos; tal vez par. te del elemento joven con espiritu aventurero 0, como opina L. Scvewipr, fueron la gente dle la comarca cerca del Danubio y ‘el rio March. TEn el aio 406 emprendieron los cuatro pueblos, unidos © por separado, su marcha hacia el Oeste (11), siguiendo pro- Pablemente la calzada romana a lo largo del Danubio, cami- pando luego por Augsburgo, Cannstadt y Heidelberg 2 Ma- grincia. Una parte de los alanos, con su caudillo Goar, se se- (Go) Subee lor rear de ts singos ve quelaron ats yése To Somme: Gekteeiie dor Wendie: Mchen, 108, pe. 1, quent también = Proconio rere eu tn megurcion de lor derechos te Tos emirases sobre bx o- Tedads que balan abun ee ore elt time dscnciia de L. Scwntir: Gethicte der Wandaen ob tpi. ¥ nuestro mans. re 25, ard de los demas para entrar al servicio de Roma. Al lle- \gar a dicha ciudad, encontraron el paso por el Rhin defendido ‘por los francos, entablindose una sangrienta lucha que hubiera sido adversa a los vindalos si no hubieran intervenido los ala~ nos bajo Respendial, que legaron poco después. Cayd muerto el rey vandalo Godegiselo y hubo de levantarse a su hijo sobre el pavés, elegido como nuevo rey. Fn los altimos dias del mes de diciembre 406 pudieron, por fin, cruzar los germanos el Rhin y continuar la marcha. En contra de la tesis de L. Scuntipr, hoy generalmente acep- tada, de una expedicién comin de estos pueblos, opina . Seeck (12) que emprentieron los dos grupos de vandalos la marcha solos y que tanto los cuados como los alanos perte-. necieron a la numerosa hueste del caudillo Radagais que, en 406, habia invadide Italia y fué obligado por Estilicén a aban- dlonarla, penetrando en las Galias, donde aquellos dos pueblos se unieron a los vandalos. Los alanos, segiin SrEcK, se diri gieron a Maguneia y legaron precisamente cuando los vanda- Jos estaban Iuchando con los francos. Seeck cita igualmente a San Jerénimo, quien, como expusimos, menciona los euados ‘en primer lugar entre los peblos invasores de las Gatias, coin- cidiendo en este punto con Scraupr. Sa JERGNINO enumera en- tre dichos pueblos también hérulos, sirmatas (como aliados de los cuados) y gépidos, que tal vez hacian causa comin con Jos vindalos y cuadosuevos. Desde Maguncia caminaron los cuatro pueblos por Tréve- ris, Reims, Tournay, Arras y Amiens y pasaron luego por las provincias romanas Lugdunense, Senonia, Aquitania II y No- vempopulonia hacia la parte meridional gala, ofreciéndoles re- sistencia muy pocas ciudades, entre ellas apenas Toulouse, gue fué defendida por el obispo Exuperio, Las narraciones del (2) Geschichte der Unteganges, der oniten Welt, Leiag, a0, tame 5. pe simas 377 7 $9. a resbitero Saviano (De Gubernatione Dei) nos dan idea del estado politico y moral en que las Galias se encontraban en- tonces y de los sufrimientos de su poblacin La situacién politica, sin embargo, cambié de repente, cuan- do el general romano Constantino (III) fué proclamado empera- dor por sus tropas en la Britani rosos mercenarios germanos, principalmente francos y alama- nes y pudo aduefiarse de la mayor parte del pais. Eligié pronto Arlés como residencia, donde mand6 acufiar monedas de oro on su nombre como emperador. Para obtener el reconocimiento también por parte de la Hispania, envié una legacién ali. His- ania, que en aquel tiempo venia gozando una larga era de az, se encontraba bajo la influencia de una aristocritica fa- milia, emparentada con el gran Teodosio, espafcl, euyo hijo Honorio era a la sazén el tegitimo emperador romano y residia en Révena. Los cuatro hermanos de esta familia, Didi- mo, Veriniano, Teodosio y Lagodio, recibieron los legados del usurpador Constantino, y no sélo rechazaron su proposicién, sino que, sospechando un ataque de éste, reunieron alguna tropa y ocuparon los pasos de los Pirineos. Constantino, ante la negativa de los hispanos a reconocerle como emperador, re- @ su ver un ejército con tropas adictas a él y auxiliares sgermanicos y lo puso a las rdenes de su hijo Constante (que hhasta entonees era monje), nombrandolo al mismo tiempo eé- sar. El nuevo césar con st tropa pudo penetrar en la Peni sula y vencer pronto la resistencia de la débil hueste hispanica Cautivando a los nobles Didimo y Veriniano, los envié a su padre a Arlés, quien, tratindolos como rebeldes, los condend a muerte, Poco después entregé el césar Constante el mando de sus fuerzas en Hispania a su general Geroncio y, tras de reem- Plazar las guarniciones de los pasos pirenaicos por sus pro ios mercenarios, regres6 a Arlés. 'No tenemos noticia de una eventual participacion de los vvandalos, suevos y alanos en las contiendas dentro de las Ga- Tias que, como dice Isimoxo De Sevioza, seguian vagando por aquellas tierras, Carecen de fundamento noticias posteriores de que hacian correrias hasta Lyon. Seguramente no ignora- ban las dificultades internas del Imperio desde Ia muerte de Estilicén y la toma de Roma por Alarico, También estaban en- terados de la pérdida de Hispania para Honorio en Ravena, ndo esto tal vez el motivo principal que dié lugar a la inva- sion de ella, empresa que se efectué a fines de septiembre del ‘fio 409 y, muy probatlemente, por el puerto de Roncesvalles La escasa fuerza de Geroncio, que debia defenderlo, lejos de oponer resistencia, hizo causa comin con los invasores. En Hispania cab pronto la situacién politica, puesto que el general Geroncio, considerindose lo suficiente fuerte, se sublevé contra Constantino I1I, proclamando emperador a ‘Maximo, tal vez su pariente, asegurdndose al mismo tiempo a ayuda de los pueblos invasores. No parece inverosimil que étos tuvieran cierto interés en tal levantamiento y que ya en- tonces (410) se concertase un convenio entre ellos y Maximo que Tes confiaba Ia parte occidental de la Peninsula. E. Sreiw (13) pina que Gunterico, probablemente el caudillo de mayor pres- tigio de los cuatro pueblos invasores, utilizé al usurpador de ‘manera semejante para sus planes politicos a como lo hizo po- ‘cas afios después Ataulfo para con el usurpador Atalo en las Galias. De esta manera obtuvo la cesién de una parte de His- ania por un “emperador romano” cierta legitimidad, pudién- dose aplicar aquella ley romana ad inhabitondum, expre- sion empleada por el cronista Himacio al narrar la ocupacién de dichos pueblos y su asentamiento. (3) Gesehichic des sptriitchen Reichen, Wien 190, pigh 438 Sram ca como foentesHherasas para su invetigacsa lat erénica 9 oBras de Hato, Or. in, Crincs Gol, Soxamenes, Zisina, Olimpiodora, Fricrido (Grgota de Toa Prospero y Ix Fragmenta Histoncoram Grocorum (ed, Mille) En vista de los nuevos acontecimientos en Hispania no va- cilé el césar Constante en cruzar los Pirineos, pero fué de> frotado por Geroncio, quien le persiguié hasta su propio pais, dandole muerte en Vienne. No contento Geroncio con tal eam= pafa victoriosa, que le hizo duefio tanto de Hispania como de las Galias, se dispuso a liquidar también a Constantino en st dltimo nido de resistencia que era la ciudad de Arles En Italia se habia entre tanto mejorado sensiblemente la sitacién por la muerte de Alarico y Ja marcha de st sucesor ‘Ataulfo a la Narbonense. Honorio, por tanto, pido dirigir muevamente su atencién a la reconquista de sus provincias ga fas, donde el estado caético por las Iuchas de sus adversa Gavorecian sus propios planes. Honorio tenia en Constancio jon buen general que, en unién con el wagister milituan Ula, ide origen godo, marché con mumeroso ejército a las Gallas La aparicién de un ejército legitimo romano no tard® en ha- cer alterar la situacién, pues, al acercarse éste al de Geron- cio, desertaron las tropas del iltimo, no quedéndole otro re ceurso que el de la fuga y el suicidio. Al enterarse Maximo de Ja derrota y muerte de su general en las Galias, se colocé bajo la proteccion de los vanclalos. ‘Aun faltaba a los romanos eliminar a Constantino III en ‘Arlés, Constancio y Ulfila pronto tuvieron cercada la ciudad y, en situacién precaria, buscd el usurpador ayuda entre sts amigos, los francos y alamanes, Edobich, que era magister snilituyn en Tréveris, no tardé en reclutar algunas tropas entre dichos pueblos, que por ser insuficientes en nimero fueron pues: tos en fuga a los primeros encuentros. El sitio de Arlés, que ddur6 tres meses, se hizo insostenible para los defensores, por lo ‘que Constantino tavo que entregar la plaza, bajo promes2 so- Temne, jurada por Constancio, de garantizarle la vida. Fué en- viado al emperador Honorio, quien a pesar de ello, le mando cjecutar, no pudiendo perdonarle la muerte de sus inocentes parientes hispinicos Didimo y Veriniano. La feliz campafia 0 ——-— de Constancio permitié a Honorio incluir a las Galias nueva- ‘mente a su Imperio ‘Los vandalos, suevos y alanos seguian entre tanto eligien- do las tierras para sus asentamientos, y los dos afios que pa- saron en esta tarea fueron aquellos que Hipacio (€. 42) nos narra en colores oscuros y Henos de exageraciones retbricas. ‘Nos describe los crimenes de la soldadesca barbara, a madres, hhambrientas que devoraban a sus hijos y a las bestias de las selvas que acometian a la gente, asi como Ia peste que reinaba al mismo tiempo. Entre estos horrores enumera, en fin, las ti- ranias de los agentes del fisco romano, a los que, por lo visto, les fa posible aciuar ain. Este cuadro, realmente aterrador, fué continuamente utilizado por muchos historiadores, que lo generalizaron y hasta exageraron (14). Hoy ya no nos con- ence del todo, desde que sabemos que, al escribir medio siglo despiés su cr6nica, utili frases antiguas y biblicas. “Desde luego”, dice M. Tonnes (15), “creemos que hasta el afio 4zt estos pueblos, en nuestra Peninsula, no tuvieron tranquilidad ni asentamiento fio y ciertamente se hubieron de dar los actos de erueldad que toda expedicién militar leva consigo. Lo que, sin embargo, queremos hacer resaltar aqui es que los germa- nos no pretendian, al correr las provincias hispinicas, acabar con el Iniperio ramano segiin planes previa y conscientemente cstablecidos. Los grupos germénicos no eran ejércitos, sino pueblos en marcha en busca de tierras que habitar. No trataban Jos jefes germanos de convertir en sibditos suyos a los pro- vinciales, ni intentaban fundar estados mediante la. desmem- de spate; Baron, 191 4 seit tonto, “Su pcr er enemies mila robes forma (EE ELE cetera Renae fe gs sore arts can ale Sere A ey ates Gb a Se ae ferto Tola su apn comin car cla af Yomi cn medio birbaras ceremonias”, ete. : a ea) Maer de Eat, Sige or. Mans iow, Ma 9, bracién territorial consciente del Imperio, sino de establecerse ‘en éste, conservando la organizacién nacional propia para den- tro de los limites politicos que el Imperio sefalara”. No nos extrafia la severidad con que Hipacio, obispo de Aquae Flaviae, considerindose representante del mundo r0- ‘mano, expuso los acontecimientos que acompafiaron la inva- sibn, Los euatro pueblos, ademés, no eran todos paganos, parte de ellos eran cristianos del dogma arriano, como Tos vandalos muchos suevos. Oxosio, obispo catdlico, que también vivia fen tiempos de su juventud en Galicia (VII, 4r), juzgé con poca severidad a los germanos, afirmando que en seguida de- jaron la espada y, empufando los arados, trataban a los ro- ‘manos como amigos. SaLY1aNo (ob. cit.) paso muchos afios entre los pueblos invasores y reconoce st sentido de justicia, su alta religiosidad y otras virtudes més, manifestando que muchos ro- ‘manos preferian vivir entre ellos. ‘No debe extrafiarnos la rApida ocupacién de la Peninsula ‘por los pueblos invasores, pues Roma la dejaba en estado ca: indefenso. En cambio, eran los invasores una fuerza de tropas experimentadas, entre ellos los vindalos los més numero- 505. Procorio (Bellum Vandaticum, 1, 5) habla de unas 0.000 almas de vindalos y alanos que en el afio 429 pasaron ‘a Africa, entre ellos unos 15.000 guerreros. Aunque H. Det- saGcx (16) cree exagerada estas cifras, las tomamos como base para suponer que igual nimero entr6 en el afio 4o9 a His- ‘ania, compensindose las pérdidas en las guerras contra los vvisigodos bajo Valia por los nacimientos durante aquellos vein- te afios, ‘Los cuadosueyos, no mencionados en la lucha por el paso del Rhin y por ser sélo una parte de su pueblo, eran probable- ‘mente los menos numerosos, tal vez unos 30.000 a 35.000 al- ‘mas y entre ellos habla unos ocho @ nieve mil guerreros. En ‘caso de haber emigrado del Norte del Danubio principalmente gente joven y aventurera, puede juzgarse mayor nimero de guerreros. Ahora nos interesa comparar estas cifras con la poblacién de la Peninsula, que sin organizacién militar en aquellos tiem- pos formaba mas bien una entidad administrativa del Imperio. Segiin varios calculos, entre ellos los de H. Bevoce (17) y de Wierensmerm (18) tenia la Peninsula a la sazén unos ocho millones de habitantes. El nimero relativamente pequefio de los suevos coincide con el resultado de nuestra investigacién sobre la comarca que hrabitaban en la Peninsula. 3 (2). Hare Brnie mr Brg, Bes (0) Garhi der Vikroonderg, Wart. 185 21. H. HISTORIA POLITICA DEL REINO SUEVO La ocuractén pe Gatacta. Habian pasado dos afos desde la invasién de los vandalos, alanos y suevos (19) cuando por fin se decidieron a asentarse, repartiendo las provincias de la Peninsula a la suerte, segiin dice Hivacto (20). A los suevos y vindalos correspondié la provincia de Galicia, que a la sazén abareaba también Astuc rias y gran parte de Leén, El territorio que ocuparon Jos sue- vvos debié ser probablemente el del extremo occidental, con Braga, que fué elegida capital del nuevo reino, Los alanos ccuparon parte de la Cartaginense, y los silingos, la Bética. (09) Bibligrafia principal: F. Daun: Kinipe der Germauen VI 1. Seam: Die Wesigermanen, Michen, 1998 Mi. Toes Lover: Hite de Erfota, ed R Mintxoer Pou, 1), pig Himase: Cronicin, en a E:pose Sagrad, de P. Fubnts, 1 1V, 1M Micts: Aportacaner a le hides de Gali, Mad, 939 (ste astor slo teadujo sate dl crnicn de Himes). (2) Cap. 49. barber ed pac inanam Domine mistrone conver sori of Sahobitndm 5 procniran Sdont regions “ Sélo la Tarraconense, tal vez por acuerdo con el usurpador ‘Maximo (21), quedé libre de invasores. A varios historiadores ha sorprendido que la division de Ja Peninsula se hiciera a la suerte, y M, Tonnes Lérez opi- na con razén que los términos sortiuutur y sorte, que apa- reeen en los textos de las crénicas contempordneas, pueden referirse mas bien al repar:o de las tierras entre los suevos y Jos romanos. A esta conclusiin se llega cuando vemos que la division de Ia Hispania se hizo de acuerdo con el nimero de individuos de cada pueblo. A los suevos, como pueblo menos smumeroso, correspondié, de modo justo, la parte mas pequefia, Junto con Jos asdingos, que como hemos visto, tampoco eran el pueblo entero, En cambio ocuparon los pueblos mayores te- rritorios mis grandes. Un sorteo hubiese sido improcedente. Todo ello refuerza nuestra creencia sobre un pacto probable de Jos pueblos invasores con e usurpador Méximo y su general Geroncio, Este pacto incluia la aplicacién de la ley romana ad inhabitandum, por la cual recibieron Jos suevos lotes de te- rrenos del Estado 0 de los possessores, que pasaron como propiedad individual a ellos. De los dominios divididos recibie- Ton un tercio, quedando en favor de los romanos los otros dos tercios. Contrasta la aplicacién de esta ley con la que més tarde impusieron los visigodos, y en virtud de la cual habfan de ser para éstos dos tercios de tierras, dejando para los roma- nos solamente un. tercio, L, Scuatipr sostiene la tesis de la existencia de un pacto federal particular entre el rey suevo Hermerico y el emperador Honorio, celebrado en el aiio 411, fundindose precisamente en Ia ya citada ley ad ihabitandum y en una moneda de plata cuyo anverso lleva el nombre de Honorio y el reverso el (20) Misimo cay algena alg despots matoy de los manos y fab Hee do Tats, donde favo que tamar parte como prinere en on aces proce sale para conmemorar el trgtsimo asversaio de inside] trono el enpersdor ‘Honario (2). Despuds ol decpiad, del rey Reciario, dos argumentos que me parecen poco fun- damentados. Primero, no parecen haber existido relaciones en- tre los dos monarcas en el afio 411, cuando apenas habia sido recuperada Hispania para el Imperio y en segundo lugar no se ve ventaja alguna de parte del Imperio en tal mutuo acuer- do, si éste no hubiera incluido ciertas obligaciones militares por parte de los suevos. Esto no lo vemos en ningin momento; -al contrario, observamos en la politica de los reyes suevos una independencia absoluta para con el Imperio. Sobre el otro ar- gumento volveremos en la parte dedicada a la numismatica del reino suevo; sin embargo, podemos adelantar que aquella ‘moneda no contiene ninguna alusién gréfica que pueda relacio- cnarse con un pacto feceral; semejantes monedas fueron acu- fiadas también por otros reinos germénicos de aquella época. Por tltimo, al haber existido un foedus con los suevos, éstos thabrian intervenido en favor de Roma en las guerras que por ‘propia instigacién de ésta se levaron a cabo en los afios 416 -2 418 entre los visigodos y los pueblos invasores, que trataremos ‘mas adelante. ‘La INTERVENCIGN DE LOS VISiGoD0s. El emperador Honorio dificilmente podia considerar Ia se- paracién de tres de sus provincias hispénicas de su Imperio ‘como hecho consumado y definitive y era de suponer que bus- cara una ocasién para recuperarias. Tal ocasién se present ‘cuando los visigodos fueron conducidos por Ataulfo de Italia a las Galias y luego a Catalufia (415). Con el fin de apremiar- Jes, bloqueé la flota romana la costa, impidiendo asi la Hegada de barcos con cerzales para los visigodos, y éstos se vieron en tun gran apuro por falta de subsistencias, Valia, quien suce- ig Ataulfo, continué las negociaciones con Honorio, iniciadas por aquél para obtener territorios donde asentar su pueblo, En. clas interviene ahora el general Constancio, pudiéndose final- mente concertar un convenio o tal vez ya un pacto federal que comprendia la cesiGn por parte del Imperio de 600.000 modios de trigo y otros suministros a los visigodos, asi como la pro- mesa de recibir de éstos los anhelados territorios para asentarse, Este pacto incluia la obligacién de Valia de guerrear y aniqui- lar los pueblos invasores de la Peninsula, El rey visigodo, dejando los no-combatientes de su pueblo en Barcelona y sus alrededores, marcha con sus guerreros, primero contra los silingos, en la Bética, que derrot6 en san- ‘rienta batalla, haciendo prisionero a su rey Fredbal, que fué enviado a Roma. Luego se dirige contra los alanos, que, se- gin Hipacto, dominaban a los vandalos y suevos, los destroza de tal manera, que, muerto su rey Ataces, prefirieron los su- pervivientes no elegir otro rey, sino acogerse al patrocinio del rey de los vindalos, Gunterico, que se habia retirado a la Gax Iaecia. Los reyes vandalos, desde entonces, llevaron el titulo de reyes de los alanos. Después de las victorias de Valia ya no tenia el general Constancio interés en que obtuviera alin mayores triunfos, que tal ver le hubieran hecho duefio de la Peninsula Hispénica, y lo Ilamé a la Galia sin haber atacado a los asdingos y a los sue- vos. Asf, por lo menos, explican los historiadores la prematura retirada de los visigodos. Otro motivo podria haber sido su debilitacién por aquellas luchas, que tal vez habrian disminui- do sus perspectivas de salir victorioso también en una guerra con Gunterico. De todos modos, habia conseguido Roma su pro- pésito de debilitar los pueblos invasores. Valia, habiendo cum- plido 1o pactado, abandoné con sus visigodos la Peninsula y se dirigié al Sur de Galia para tomar posesin de los territorios cedidos por Roma: la Aquitania Segunda y otras comarcas, fneluso Toulouse, que fué elegida como capital del nuevo Feino visigodo. Este no tardé en desarrollarse répidamente, Megando a ser el Estado més poderoso del siglo v en el Occidente europeo. Sus reyes, como pronto lo veremos, su- pieron intervenir eficazmente en los asuntos de la Peninsula, al principio de acuerdo con Roma y, més tarde, con vistas a su propia politica de expansién. No sélo result6 un triunfo diplomitico de Roma I tacién de los pueblos germanicos, sino que supo también sem- brar la discordia entre los suevos y los asdingos, entre los cua- Jes, segiin HupAcio, estallé una guerra, tal vez por la posesién de toda la Gallaecia, pudiendo Gunterico asediar a los suevos ‘en los montes Nervasios, que el P. FiOnrz (22) identifica con Jas montafias de Arvas, entre Leén y Asturias. Los suevos en sta ocasién recilieron la ayuda del comes Hispaniarum Aste- rio, que obligé a los asdingos a abandonar la Gallaecia y unir- 3 con sus hermanos, los silingos, en la Bética. Al pasar los asdingos por Braga, mataron (Hiv. ad a. 419) algunos suevos, ‘Transcurrieroa s6lo dos afios cuando los romanos hicieron otro esfuerzo para aniquilar a los vandalos, reuniendo un ejér- cito poderoso con el fin de darles batalla. A este ejército, ca pitaneado por el general Ca: tes godas que, segiin Hroacio (23), no intervinieron en la lu- cha en el momento decisivo, la que resulté adversa para los Fomanos. Présrmto (24), en cambio, afirma que Castino no uiso utilizar la pericia del conde Bonifacio, su superior, con quien estuvo enemistado (25). El rey Gunterico le derroté de tal suerte que tanto la Bética como parte de la Cartaginense quedé a mereed cel vencedor. (24 Expate Serada V, 6 Otra fate, Proeh () bala de om Rorua Nec Dasorum et el Norte de a Peninsula (29) Chroicon ad ama (20 Chroicon od om 2 (2) Vinge también Savino: op Vt, 45 Ta SALIDA De 10s VANDALOS. EI acontecimiento mds importante de los afios siguientes fué la muerte del rey Gunterico y 1a emigracién de los vinda- Jos junto con los alanos de la Peninsula. A Gunterico sucedi6, su hermano menor Geiserico, quien levé su pueblo a Africa. Esta magna empresa de traasportar por mar unos 80.000 hom bres no pudo haberse efectuado sin la creacién de una flota ar- ‘mada, para la cual era indispensable el elemento hispano, pues- to que los vandalos carecian de aptitudes para ello, Que los reparativos se empezaron ya hacia varios afios lo demuestran las expediciones anteriormente efectuadas por ellos a las Balea- res y a la Mauritania y que seguramente les sirvieron para ob- tener practicas para la citada empresa e informaciones sobre su futura patria. Recordemos que la Mauritania era la pro- ‘vincia romana mas rica en cereales y, por Jo tanto, la prin- ‘cipal abastecedora de Roma y haber sido codiciada ya anterior mente por Alarico y Valia. La posesin de Africa podia det dir la suerte del Imperio. No eabe duda que su riqueza fué el motivo principal de los véndalos para abandonar nuestra Pen- fngula, aunque Castovono y JornaNes anotaron en sus crénicas hhaber sido més bien la enemistad tradicional entre godos y ‘vandalos lo que indujo a Geiserico a alejarse todo lo posible de aquellos. La travesia a Africa se efectud en el mes de mayo del afio 429, pero poco antes emprende el caudillo Hermigario (a quien Dan supone hermano de Hermerico) un ataque a los vandalos, creyendo que, ocupados éstos en sus preparativos de emigracién, 10 se encontrarian en disposicién de luchar. Geiserico, sin em- argo, detiene estos preparativos y se dirige contra los suevos de Hermigario, que derrota cerca de Mérida, muriendo éste ahogado al cruzar en su huida el rio Guadiana, Los suevos que Gayeron prisioneros tavieron que acompasiar a los vencedores como siervos. El camino que, segiin L. Sciripr, emprendieron los vine ales, itt por l estrecho y 10 vemos en el mapa, fg. $B Gare UUEB en su obra Geiseric, en contra de esta tesis generaimente adoptada opina que la travesia se hizo a Orin, evitande ol cx, imino penoso por la Tingitania, fundindose ademés en cl da, ininio por la flota vindala de la parte occidental del Medite. fréneo, L. Script, en ta nueva ed schic Bouton lo nisga y se refiere las investigaciones sebee a teagees Doze (a6) y Garctzescinec (27) que demuestran sor errénea esta opi LA CoNsoLrDact6n Dit. REINO SUEVO. JAauellos sueves que se dedicaban a la agricultura y re- ‘cibieron su parte de terrenos, como arribe expusimos, cfc (B Reheris ow Dive theatre de TEpen, #5 (2) Romevin Girmoice, Gs), na seminaron en la parte occidental de Galicia entre Ios hispano fomanes, El nicleo de su asentamiento n0s lo revelan los nana bres suevos que entraron en la toponimia, como lo demestrane seis capital 3 de le parte IV de esta obra, La otra pare a J Stev0s, con eargos politico-administratives, sobre tod ty obleze, vivia probablemente en las ciudad Braga, que era la capital del nuevo reino, se acuftaron faa nas de or0 ya en tiempos del reinado de Hermerico, pus 2s primeras) monedas llevan como inseripeién el nombre fe émperador Honorio (393-423). Esta acuiacion demuestra cle {2 consolidacién politica y econémics, aunque la. dominacién en especial A1g0 y Astorga, donde ape- Ello no excluye que Ccurrieron algunos sucesos violentos entre suevos y roma ‘os en los afios siguientes, que Hapacto, en su sobria narn mplemente Jas lamen- natural que la ocupacién de Gallaccia trajese consigo una honda discrepancia y continuos reccice sor can eB ie de M. Tones Lave (sa. 27a igs yor ere Irsdou ceadetevot 0 eis reyes pore tact, ms oes Pees a S tal acontecimiento, haciendo ambas partes: prisioneros que se Gevolvieron al concertarse la pas. Como estas querellas se epitieron, resolvieron ios gallegos enviar una embajada al general Accio, de la cual formé parte el obispo y cronista Hr- acto, Accio, que a la sazén se encontraba en las Galias, recibi6 Jos legados de los gallegos, pero se limité a enviarles al godo ‘Vetto, a quien Hipacto acusa de obrar con engafio por no ha- ber podido resolver el pleito satisfactoriamente para los galle- gos. En vista del fracaso de Vetto, envia Aecio, en el alo 432, ‘@ Censorio como embajador a los suevos, al que acompaié Hi. acio, quien iba a regresar a su pais. No fueron mejores los resultados de las nuevas negociaciones, tal vez por negarse Her- ‘merico a permitir una intromisiin de parte de Roma; y efec- tivamente firmé ta paz, cuando Censorio ya habia regresado a Jas Galias. Esta ver se trat6 de un convenio con todas las for- Imalidades, como lo demuestra la entrega de rehenes de parte de Jos gallegos a los suevos. En estos esfuerzos de reconcilia- - vy formalmente el primado de Roma. Se conserva ain la Di sain Parroquial de Teodemiro del reino suevo, que habia dado Grigen ala ereencia errOnea de haberse celebrado un concillo gh Lugo on el afo 369. También el rey Miro era un celoso ca: talico que se mn una carta a Martin de Dumio para que Je faclite saepius literis aliguid aut cunsolationis aut exhor- tations, recibiendo de aquél su libro Formula Vitae Honestoe fon una dedieatoria, Miro convocd el segundo coneilio en Bra: ta en 572 emprendiendo poco después una campalia miltae Sara ayudar a sa correigionario Hermenegildo, para ln cial s© Meoguré la ayuda del rey franco Guntram contra el rey vist ‘odo Leovigildo, sucumbiendo, sin embargo, en la lucha con ate. “La persona eclesiéstica de mis alto relieve era, sin dua, ‘i citado obispo Martin, nacido en Panonia y que lWeg® a tie= fra gallega ceupando 1a silla episcopal de Dumio y luego la (gh) Semin Az: Historia de Portal 1h wig. Leb 104 ‘metropolitana de Braga, mutiendo en 580.Con él y San a Gatley ieee eee Basta alee cree calc orice Giestoaislamiento de esta provincia y por haber sido favore- tido por los Metropolitano: de Braga, pudo mantenerse ese Fito, Segin el cade autor, en el ejercico de cut dorante figs, pesado haber distado su suprsion en algunos conc Tos visigodos. En uno de los itimos, en el XI, durante rei nado de Wamba, se lo admitia formalmente. P. Davin (57) opi- na sin embargo, que Gowzaca pe. Azaveno interpret err60ea- mente el canon 3 de dicho concilio y que el rito romano trodujo en Galicia ya en el sigio v1. ia LA LITERATURA RELIGIOSA E HISTORICA. sien ees Sin wants Die (8), cas et ales se han conservado, Saw Manin: find en el afo 561 Eales tee (horace asa a aa de Brag, donde viva drat gs afs Al continuaron sus liseipulos manteniendo un centro cultural para el estudio. Wears sen diced inca brs dl greg Ea 572 y 574 escribi6 Sax Marri, para el obispo Polemio de As- tricas, su libro: De correctione rusticorum, obra interesant sina enn qu conte ns supeatcnes dels eldeaes de Gat ys aig cstnbrespagaas an ater ene Mis importante como i producto literario es su ya citada rere omen uke an ae fauelsigue Sow Manctn,|como rmoralista‘al estilo‘de|Séneca Tex (52) Ender Hitorigues de Galce ot de Portage, Coimbra, aa (38) Con motivo al XIV. centenario Hanon ence ec go mcngren ergs yor co mov Pe ‘via jm oa Fan ma chs arn 9 caren te ero a poniendo la moral natural segtin las virtudes platénicas, Justi- ia, Pradencia, Magnanimitas y Continencia. En su obra: De Tra imita San Manrix la de Séxeca, del mismo titulo, Péxez Pusot (59) afirma erréneamente haberla dirigido exclusivamen- te contra los suevos y visigodos, por suponer que estos pueblos se encontraban atin én un estado de medio salvajismo y de ca- recer de civilizacién, Caspar (60) ya habia podide compro- bar que el citado libro no tiene nada que ver con los germanos en particular, sino que fué dirigido a todos los hombres en ge- neral. Otras obras de Sax Manrix eran Palabras de los oncianos ¥y unos cuantos opiisculos de cardcter evangélico, parte de ellos perdidos. Onosio Hinacio. Otra gran figura, aunque no perteneciendo a este grupo de literatos eclesidsticos por haber escrito fuera de Espafia y de mérito grande como historiador, es Pauto Onosto, Espafiol de nacimiento, tenia unos treinta afios cuando entraban los suevos yy vandalos en su pais. Los odiaba primero, pero después lleg6 4 halagarles, implorando su proteccién. Cambiaron nuevamente sus relaciones con los nuevos dominadores; éstos le persiguie- rron y Orosio tuvo que huir. “Dentro del mar me persiguieron con dardos y con piedras; llegaron casi a tocarme con las ma- znos, pero una nube repentina me escondié a sus ojos” (61). ‘Liege @ principios del afio 416 a Africa y en el verano del mis- ‘mo afio emprendié su viaje a Tierra Santa, Pocos meses des- pués escribid su Liber apologeticus contra la herejia de Pelagio, {que en aque! tiempo se propagé en el cercano oriente. Después (2) Hide las inctiucioes scaler deta Expaie pads, Valens, 98, (G0) Marin de Bropas Sunil, de crrecne rutcoram, Christan, 18 (6) Hits, bb TY, ap. XX. volvi6 a Africa, junténdose con San Agustin en Hipona, pre- cisamente cuando éste redacté su undécimo libro Ciudad de Dias, al cual hace Onosio frecuentemente referencia en su mis importante obra: Adversus pagauos Historiarwm libri septem, que puede considerarse como un apéndice a la Ciudad de Dios, de Sax Acustix, La obra citada de Onosio empieza con la creacion de Adan yy termina con los acontecimientos que han legado a sus ofdos en el afio 416. Para esta obra, de tan amplia materia, aprove- ché toda la literatura clasica, desde la crénica de Eustsi0 has- {a los escritos del-mismo San Austin. Cita con frecuencia a Virgilio, pero Lucano es para él el pocta optimus. A pesar de ciertos defectos inevitables por el volumen de Ja materia y el corto tiempo —afio y medio— en que fué re- dactada, tuvo la obra de Orosto un éxito enorme y fué una fuente primordial para los cronistas medievales; fué copiada continuamente y aun en pleno siglo xv1 tuvo 26 ediciones, sin contar las traducciones al aleman, inglés e italiano. Aun hoy tiene interés especial para la época a partir del afio 378 Se la considera como la primera historia universal que se ha escrito desde el punto de vista cristiano. “Uno de los eapitulos mis hhermosos 5 la apologia entusiasta de la unién de todos los hhombres, creada por Roma y el Evangelio.” “Adondequiera que llego —dice Onasio— nada tengo que temer; soy romano entre los romanos, cristiano entre los cristianos, hombre entre Jos hombres. La jgualdad en las leyes, en las creencias y en el nacimiento me protege y en todas partes encuentro mi pa~ tria” (62). Ama la Romania, cuyo nombre, asi como Gothia, emplea antes que nadie en el estilo literario. Es el primero en observar que la grandeza de Roma implicaba la miseria del res- to del mundo. Otra originatidad de Onosio es su concepto de (63 Owes: Histo ib. V, cap. 24 cio por J. Pn oe Unae. en Ia ice tora de Espoo, edtada gor R. Meniwces Pity Madi, 1910, & 11, ple. 385, al que sig en la Uigeatis de Oroia Ja Historia, La divide, segiin la antigua profecia de Daniel, fen cuatro grandes culturas o imperios, el macedénico al Norte, €l babilénico al Este, al Sur el cartaginés y el romano al Oeste, descubriendo entre ellos secretas correspondencias, que nos re- velan la accién de una providencia ordenadora, Pero el prin- cipal cardcter de estas historias singulares es el aspecto apolo- gético, Los paganos echan la culpa de las invasiones al eris- tianismo, {Si se inmolase a los dioses, como antafio, no tendria- mos que sufrir tantos males, o hubieran pasado yal! ‘Onosto compuso su obra para responder a estas quejas, ha- bbiendo demostrado a sus contempordneos que en tiempos pasa- dos también habia habido grandes calamidades. Por eso no le interesaba la historia civil y politica, acordéndose dnicamente de las guerras, las pestes, los erimenes, las calamidades pibli- ‘eas que han agotado los pueblos. “Nuestra imaginacién —dice— hhace que el mal presente nos parezca el peor.” Onosto quiere hhacernos creer que sus tiempos son mejores que los antiguos; las quejas de sus contempordneos son impaciencias de quienes nacidos en una paz enervadora no estaban acostumbrados al sufrimiento, Después de todo, las invasiones no eran mas que ligeras advertencias de la bondad divina. En consecuencia, su juicio sobre las invasiones es benigno y optimista. Pruvencto habla dicho que entre um birbaro y un romano hay la misma diferencia que entre un bruto y un hom- bre; pero Onosio, que pertenece a una nueva generacion (y co- nocia personalmente a los barbaros), nos los pinta al fin de su obra arrepentidos de sus rudezas, ocupados en asimilarse 1a ci- vilizacién romana, echando en olvido la espada para coger et arado, Convencido de que iba a encontrar a Espafia gozando de un paz envidiable, se dirige hacia su tierra en cuanto ter- ‘mind su libro, A fifies del afio 417 estaba en Mahén, donde se persuadié de que era imposible seguir adelante, viéndose obli- gado a retornar junto a San Aaustix, y no volvemos a saber més de él, i ‘A la generacién de Onosto pertenecen otros escritores, cu- -yos libros, de escaso valor literario en su mayo terés desde el punto de vista religioso. Se esfuerzan en cam- -pafias antiheréticas 0 son de caracter apologético. Citamos sélo 4Jos obispos Olimpio, Epifanio, Pastor y Siagrio; los dos iltimos fueron consagrades el afio 433 en el convento juridico de Lugo. Por iiltimo, nos ocupamos de Hinacio, obispo de Aquae Fla- viae (hoy Chaves, en Portugal), cuyo Cronicén es obra valio- sisima para la historia espafiola del siglo v. Comparado con Onosio es més bien pesimista en su narracién, pues ya en ol _prefacio de su Cronicén nos dice que es ‘conocedor de todas las -calamidades de este miserable tiempo. Pinto la critica situa cién e inminente caida del destrozado Imperio romano, y lo que es mas triste atin, el vergonzoso estado del orden eclesiést co en esta extrema parte del orbe, llamado Gallaecia’” (63). ‘Hupacto nacié en Lémica, pueblo ya desaparecido, cerca de Ginzo, al Sur de Galicia. Nada sabemos de la fecha del na- cimiento de Hidacio, pero no es dificil fijarla con bastante apro- ximacién, teniendo en cuenta que cuando narraba los sucesos de su tiempo hallébase ya en el extremo de su vida, “... ut es tremus plagae, ita extremus et vitae”, Escribia esto HiDACIO so- bre el afio 469, iltimo de los que comprende et Cronicén. Pues bien, suponiendo que por entonces tenia unos ochenta afios de ‘edad, debié haber nacido alrededor del affo 390, Pasé sit infan- cia en Palestina, donde conocié a SaN JeR6xiso, y ya obispo en €lafio 427 intervino en los sucesos politicos y religiosos de su pais. En 431 le comisionaron los gallegos para que en calidad de egado formulase las debidas reclamaciones ante el general ‘Aecio contra los suevos, que habfan quebrantado la paz. Al re- gresar con Censorio, que fué enviado por Aecio para que me- (6p, Sein Manes acts: Aporncones a le Hilrta de Gali, Madrid, tay oh. 8. Mancato Macts 20 slo tradujo a mayor parte de ta erévica de Hie iets sino que se ccoph tamn de su bigrafia Ia que ueamos rare nuttro re Tato de ete obipe diase con los suevos, podia Hrpacto lograr finalmente restable- cer la paz, Seguia Hinacio prestando gran servicio a su patria, tanto fen asuntos politicos como en la lucha contra las doctrinas de Prisciliano, que tan hondas rafces habia logrado echar en la re gidn galaice. El Cronicén nos cuenta algunos sucesos de esta {indole y también la intervencién del Papa Leén sobre los me- jos a emplear para combatir la herejia prisiliana. El 26 de julio de 461 fué preso Hinacto por el rey Frumario en la ighe- sia de Aquae Flaviae y desterrado por tres meses, sin que 5e- pamos la causa. Debia tener entonces bastante edad, putes pocos aiios después (469) falleci. Huelga decir que el cronista Htpacto de Lemica nada tiene que ver con sus homénimos, los dos principales y mas encar- necidos perseguidores de Prisciliano, Ttacio, obispo de Osonoba, ¢ Hydacio, metropolitano de Mérida. Su tinica obra literaria es su Cronicén, del cual dice el P. FL6nez “es fuente original para Jos sucesos de la entrada de los vandalos y suevos en Espafia con todos los pasos de los godos; de modo que ignorartamos Jo mas principal del siglo v si tio fuera por la luz de este do- cumento” (64). Es continuador de la crénica de SaN Jexéwis0, {que termina en el afio 378, pues Hipacio empez6 al afio siguien- te, es decir, el 379, abarcando, por lo tanto, noventa y un afios. Hidacio quiso escribir los acontecimientos de todo el Im- perio, pero las noticias le faltaban, por es0 se ocup6 con mayor detenimiento con las cosas de Hispania y especialmente de Gal- laccia. En ello estriba el valor de su obra. Nos cuenta Jo que ‘supo por experiencia y lo expone répidamente sin comentario. Tampoco nos cuenta los origenes de los sucesos y calamidades politicas: es narrador frio y su falta de objetividad y sus cons- tantes lamentaciones disminuyen a veces el valor de su obra. Le preocupan los fenémenos siderales y portentosos y ve re: 6) Expate Sepreda, 1, apind. 3 ok 290. « Jaciones entre la ap: tiempo. ‘Hasta el afio 1615 sélo se conocian ediciones, fragmentarias del Cronich de Hrpacio hasta que se descubrié en un monaste- io de Metz un cédice mis eompleto y puro y se hicieron de él varias ediciones en Roma, Paris, Frankfort, Leyden, Amster- dam y otros puntos. El P, FLOnez utilizd una de éstas en su Es- paiio Sagrada, edicién esmerada con eruditas notas y correscio. nes cronolbgicas y en la cual los afios y eras de 18 ediciones anteriores agregé, para mayor claridad, los affos de Cristo ‘Ademis de este Cronicén hay otro, llamado Gronicén Peque- fio de Hnacio, por ser en parte un extracto o resumen del pri ‘mero. Comienza veintistis afios mas tarde y que, a pesar de su brevedad, trae algunas noticias que no se hallan en el otro. Ft.6- 1x22 lo publicé en el tomo IV de su Esparia Sagrada con indica- -ciones de las variantes de las tres copias que tenfa a la vista. ‘También corren con el nombre de Hpacio unos Fastos Con: -sulares que comprenden desde el afio 45 a. C. hasta 468 d. C. El P, Fi6aez comprueba que no son obra de Hrnacto, sino de otro espafiol del siglo vi. i6n de las cometas y las desgracias de su 3) Los Nowsnes rensoNaLes nr on1GeN suEvo-cético (65) No hay regién en la Peninsula donde abunden entre la Diaci6n, ain hoy, tanto los nombres germanicos como en G: yen el Norte de Portugal, aunque los que subsisten representan ‘s6lo un penuefio remanente de los centenares de tales nombres que habia en tiempos medievales. Como se encuentran en un te- (Gg) Bingen principal: E, Fonarennne: Aldentches Namenbuch, Bom, 1930 ‘W.Maves-Lomc: Remontiche Vmeniiion: Shrungsberche der likeche Abade- sale der Wissschalen, 1 y TE, Wie 194 9 197 1M, Sentara: Worlerbuch der germanicen Pertonn and V6lkersamen, Hei erg 1 LM, Pie. 0 ftrimoiowsgeds doling portepuess, Cinbra. 12 rritorio que coincide, poco més 0 menos, con el del antiguo rei- ‘no suevo, es l6gico relacionar este fenémeno con la poblacién de dicho reino, Ello supone que los gallegos habian adoptado la ‘onomdstica germénica con el mismo afén como lo hicieron an- teriormente con la romana. No tenemos datos de cuando empe- zaron a llamarse con aquéllos, pero es de suponer que lo fue ya cen el siglo v, siendo probable que tomase algiin incremento cuan- do el reino suevo fué incorporado al de los visigodos. Igualmente ‘tenemos que suponer que sna parte de los visigodos se asentaron alld, a juzgar por unos cuantos topénimos, como gods, val- degoda, godinka, etc, aunque parte de éstos podian proce- der también de nombres personales, entre los cuales, segiin do- ‘cumentos medievales, encontramos Austregoto, Leubegoto, etc., y sus abreviaturas Goto, Guoto, etc. ‘La predileccién por le onoméstica germénica debe haber continuado en los sigios v111 a x, como lo demuestra su gran ni- ‘mero en los documentos, pero aun en los sigios xr a x1tt no, habla disminufdo mucho por las mismas pruebas, y se seguia amando a sus hijos: Adelfonsus, Argilo, Astraulfus, Berto- sendus, Brandericus, Erbegunda, Hildemirus, Manosinda, Rece- drudia, Sigeredus, Sisulfus, Trastemirus, Trudilda, etc., nombres ‘que en cierto grado habian sido romanizados, sobre todo en et sufijo. Formaciox v Erisonoaia, ‘Los nombres suevo-goticos se componen generalmente, af gual que los demas nombres germénicos, de dos elementos, cada uno con determinadas signifcaciones psiquicas, encontrén- dose en elles condensades les 0: padres deseaban ver realizadas en sus hijos recién nacidos. En esta primera onoméstica “se refleja, por lo tanto, la psicologia de un pueblo primitivo en el mejor sentido de la palabra y con innegable vena poética” (Pre). iones y esperanza que los Los elementos con que se compone cada nombre personal significan, por lo tanto, los mejores valores morales, como gloria, autoridad, poder, riqueza, bravura guertera, veracidad, juicio, sabiduria, austeridad, etc, todos ellos de cardcter insélito y des- comunal, con el fin de dar al hombre que lleva esos nombres un sentido favorable. Sin extendernos demasiado en la etimologia cle la onomas- tica suevo-gitica, nos limitamos a dar s6lo algunos ejem- plos (66). Asi significa el nombre Remismundo, Remis, quie- tud, meditacién, y munds, proteceién; el nombre Theudemniro, theuds, pueblo, y mereis, famoso; el nombre Rodrigo, de hroths, eloria, y riks, rico; Leobegodo, de liuba, amable, y gots, bue- no, y finalmente Guntisalvo (Gonzalo) gunth, lucha, y sakwa, firme. La onoméstica germénica muestra también nombres de ani- males valientes y nobles, y conocemos elementos de nombres como ebor, jaball; baira, oso; wnlf, lobo; ar, aguila, y swan, cisne. Con ellos se formaban nombres como Eborico (Eurico). Bermudo, Viliulfo, Aragildo (valido de un dguila). ete. Ciertos elementos encuéntranse preferentemente en primer lugar, como, p. e., arg, fuerte, intenso, en los nombres sud vicos muy usados, como Arga(iz), Argibaldo, Argilego, Argi miro, Argileuba, Argifonso, Argesindo, Argivito y Argimun- do. Otros elementos del primer lugar son Rod (gloria), Hilde, Tide (lucha), Ermen (fuerte), Guil, Wil (voluntad), Astra (es pléndido), etc. En cambio, hay elementos que se usaban mas bien en segun- do lugar, como, p. e., gildo (< gilt), valido, apto; rico, redo (K seth), consejo; (w)ulfo, sendo, sindo (< sinth), campatia, caminata; swinth (< swinth), fuerte, etc. (6) Como arriba ya dximor, conocemon de los documentos slo ls formas ewer, Las ‘ermdaieos tan sido: Rinses, Thevlemesis Herik (ex 3) Roderic) Lisigath'y Gethin, . i | ho i 20 Hasta ahora slo hemos tratado de nombres compuestos, ero habia también unos evantos formados de un solo elemen. to, como Ata (< atha), padre; Brando (< brand), espada; San- de (< santh), verdad; Miro, Fredo (< frithu), paz; Frumario (S frumar), el primogénito; Theudis, etc. Frecuentemente re- cibieron un sulijo hipocoristico, como ila, ilo, resultando nombres como Atila, Brandila, Merila, Sandila y Teudila, En algunos casos se utiliza tembién et diminutivo isa (Witiza) © ica (Bgica), asi como, el latinizado suijo gotico eins en ims. 0 enos (Sandinus). Scudwrsun (ob. cit, pig. xx1v) nos demuestra también al- ‘gunos restos de la declinacién germanica que alin se nota en Jas formas romanizadas, como Atilanis en genitivo y Atilanem en dativo, También los nombres de los suevos y godos han en- frado en Ia onoméstica, pues hay nombres como “suabila” y “gotila", ambos con sufijo diminativo (67). Debido a nuestro conocimiento insuficiente de la lengua goda —la Biblia de Ulfla es casi la tinica fuente— no han podido Ponerse de acuerdo nuestres germanistas sobre la etimologia de algunos elementos, como, p. e, rec. que se encuentra en ‘muchos nombres, como Recimiro, Rechila, Rechiare, Reciberga, Requesendo, Regoaldo, Recesvinto, etc, divergiendo su criterio sobre la significacin desde reiks (rey);. rigis (oscuridad), twrak (vengar), terikan (perseguir) y otros mas (68). Cuando los sevos y gedos estuvieron en pleno poder de su lengua y conocian la etimologia de sus nombres era costum- bbre formar los nombres de los nifios de los de los padres (69). Si éstos, p. e. se llamaron Rodrigo y Ermentrude, entonces se (67) En oe fuente raring det sgl vt a vtt Uonouwes ¥ Patno Disco) se Manatan ov sovos sal © saan y slat mismos ence i rotablemente Seheor emp sama as beraos dey (63) Vase Scuowrm: sb cit. ni. 12. (G)_F Sowsew: Indogermanische Eigemanen le Spiegel der Kellupetchche Heieierg, 1922 Mamaba a los nifios Ermenerico, Trudilda, Rosende, Ermene- gildo, etc. Algunos nombres se quedaban arraigados en las fa- milias durante generaciones. Como cosa extrafia debe anotarse que hay unos euantos nom bres masculinos que terminan con a, como, p. e., Audeca, Fa vila, Rechila, Framta, Maldras, etc., mientras hubo nombres fe- ‘meninos terminados en 0, como Gudito, Sabegotho y Leobegodo. Estos, sin embargo, se ajustaban més adelante a la forma fe- menina latina terminando en a, mientras los primeros seguian con la misma terminacién, En el curso de los siglos se simpli ficaron muches nombres, resultando, p. e,, de Fredenando, Adel- fonso, Rudesindo, Recesvinto, los nombres Fernando, Alfonso, Rosendo, Resindo, ete En los sigios 1x y x empezaron a formarse apellidos, usin dose el genitivo gético is como sufijo, resultando asi los ape- Midos Rodriguez, Fernindez, Alvarez, etc. (en portugués Ro- drigues, Fernandes y Alvares). Sin embargo, no hay unanimi_ dad de criterio sobre este punto (70) por suponerse también influencia vasca, puesto que hubo al mismo tiempo apellidos como Vazquez, Iiigues, ete. (71) Debemos nuestros conocimientos de la onoméstica germ: nica casi exclusivamente a los documentos que poseemos del tiempo de la reconquista, algunos interesantisimos, como aquel festamento del afio 954 escrito en mal latin y hoy conservado en el Archivo General de Galicia en La Corufia. Fué publicado ya en la revista Galicia Histérica, de Santiago, 1901, y lo co. piiamos en Ia nota (72). Contiene 140 nombres, de los cua- (20) R, Meninsez Prom: Orion de! Expoel, Madi, rt (7 Sobre ext: rama se oc argamente W. Maven-Linwe: oh. ct. 11 nigh: 8 § admins amine solace, G2) (Criamon) In Dei Nomoe Cohmliss dscns a facy ot letras Pia ‘eat et Romar etter peas mentes di sls cont uerborun tanen ro tremaria tn porum testionium adluendam ect Beran igar doit So ote, ‘to wert of dena mancpia de parntom norrosm Gurnee Rosle de nop os senators Size et Esmori et de aos jermanos Tso que eet In porioe fe * Jes 105 son germénicas, y esta escrito en un pergamino de 31 X 13 centimetros y tiene algunas manchas y roturas. Por el latin barbaro, Colmellus es masculino, femenino y neutro. La ortografia es defectuosa; la c se ha transformado en g: Bran- derigus, Rodrigus, ete. ‘No existe hasta ahora investigacién, ni siquiera una reco- pilacién sistemética de los centenares de nombres germénicos ‘usados en la Peninsula y dinicamente un estudio de W. MevER- Lax (ob. cit.), que era profesor de la Universidad de Bonn, se ocupd de ellos, pero se limité a los nombres que encon- {ios Ganierods ide Arpnitas Genbus Train Recrui Gaon Tegel ili ios Stand Sosa Ghirendlom Eranili Rudergus Soabrde Seer Are ‘elt Outi Gunteradia Vien et Lenbu Gund Jl Ragerndes Soll cts ts fia Ermepunda Serna Uitenerou Sirus Brandrigue Aseih Bris? Rae semias Goda dns, as Gaudiost Wara et Fleia Trudie Guindierys Fo Fram i Atoraio nalfo Rave Teodenerge Sindileuls Ermetirada fila Snifrede tao. eli ia Soifredo mire Acl/usRecedradia Vanda Tradl Assendus te Guba fi Ostaco Soepat nda dos (ios Teptlon Uineredns fs drglubs - are. de def let yor Gentbo Tell Lends cum dn fils ies Gea Fars elses Sst cm ss ‘uel portion Ze ior Resale ext Elis Spinto Pca Gandini Fre 4 Guninge Met Tia Benasa Aol Eee Sabwredus Dasiseliss Antrogeto Lens ‘eto angie. Trail Gen Sisurina Nuss Daud Spar use ‘10 fio Ronee Tendo Guitende Arlfas Leider. Sabegoto Sttanis Sart fos de Spinto duo Guatewirar Guadeodus Leadefredus Guna fis Soufeode imbore dusendes Cullens Broidi Ebujendia Nannon tls Eldone Soins {iio 1. saguilo Odeorie Leueraduc Siter'us Manosinds Gniiige wants Ely vos fio Tenueon’Stigiela Leouegote.. {Slo def Patina Genet Vi Braronirae. Gnendalfs, ° ss Quod ete Feiler oltinat Tatas clmeles VII teenies Ostaris ta eccexcrr, Si. ai aot dss me facto, Msc an ealmellos dina & me Factor sien ‘Vimar in ae Clmelos sions quo perona de menot gemanns wld ens no sasando died many mes eno Adefousas ane calls vin 8 me fact = Odeorns nae einaion divine me facta = (Gandulfus are calls dvisenis me fac = ‘Mata ae elmelom disnis 5 me fata Garlerode ae colmelan disisonis + me facts = Ermagidu ae colaclun Dios me factor ‘elaios ad persora lemon sepion flor Pett inane coe da 16 en los documentos reproducides en la obra Portugalia. Mow ‘umenta Historica, tomo 1, Lisbos, 1863, Entre tanto descu- brigronse otros documentos més. Es lamentable que no exista, semejante trabajo a base de los mumerosisimos documentos -guardados en los archivos de las catedrales de Santiago, Lugo -¥ Orense y los tumbos de Sobrado y Monforte y otros lugares ‘Ave enriquecerian enormemente 1a onoméstica expafiola del si- lo vin en adelante, EL on1cew sutvico ne La oNowAsrica. ‘Que habian sido los suevos los que originaron la abundan- cia de los nombres germénicos en la antigua Suevia y no los visigodos como hasta ahora se suponia (73) nos lo com- rueban los 3.000 nombres germénicos que entraron en la to- onimia de aquella region y que seran tratados en el préximo capitulo. Se considers esta onoméstica como de origen visigo- do por la concordancia de ésta con la sueva, como lo compro- baremos seguidamente. Conocemos unos cuantos nombres de Jos reyes cuadosuevos de los siglos 1 a 1v que tomamos como base para nuestra investigacién. Aunque las fuentes literarias s6lo nos revelan las formas romanas de sus nombres, nos bas- ‘tan, para nuestra comparacién. En los siglos 1 y 1 eran reyes de los cuados: Tudrus, Vannius y Vangius y en los siglos 111 ¥ IV Ariogaisus, Gaebomarus, Agilimundus, Atharius, Bissula, Viduarius y Vitrodorus. Desde aquellos siglos notamos un cambio en los nombres reales, sea éste por la vecindad de los vindalos asdingos o por Ja influencia directa de los visigodos, de los cuales una parte, (G9) Hay vars saorenslemanes qu 1 eupen en es Sot laos del elements fermirco es a onondsicsy tora, y ely eniman gue etn infoencta fa or ‘nada por los vino emigrads al Norte de Pein después dela rupee Gelbs takes perteneciente al grupo de Atanarico emigr6 hacia el Oeste ante el empuje de Ios hunos. De todas formas, los reyes suevos que conocemos después de su entrada en Hispania llevan nombres géticos: Hermerico (74), Rechila, Rechiar, Remismundo (0 Recimundo), Frumario, Maldras, Framta, ‘Theudemundo, ‘Theudemiro, Miro (y su esposa Sisegunta), Eborico, Audeca y (A)Malarico. Conocemos también los nombres de aquellos re- yyes cuadosuevos que se quedaron al Norte de! Danubio me- dio: Hunimundo, Hunwulfo y Alarico (75). Desde luego fueron los stevos y vandalos los primeros que introdujeron en la Peninsula nombres germénicos de origen ‘suevo-gético y cuando los tltimos se marcharon veinte afios después a Africa se quedaron los suevos como tinico pueblo germénico; fortificaron y ensancharon su nuevo reino y 10 co- onizaron al mismo tiempo con su propia gente. Los suevos, distribuidos entre los romanos, se mezclaban con éstos, que et ezaron a adoptar la onoméstica de la nueva raza dominadora. Por su novedad ofrecia tal vez mayor atraccién que la anterior romana, sobre todo por caer paulatinamente en olviclo la idea del antigo Imperio, Surgi6, sin embargo, mas adelante una nueva onoméstica, la cristiana, que poco a poco va sustittiyendo en gran parte a la germénica Como el reino suevo, fuera de la guerra de 456-457 con los visigodos, no habia sido amenazado seriamente y existian eras de paz como aquella que duré desde 469 hasta los tiempos de Miro (570-583) pudo desarrollarse sin estorbos de fuera la admisin de los nombres suevos de parte de In poblacién pro= (29) En algunos manoeros también Hermeverie, Hobia wn gran my godo Her (G3) _Delot vind conocer deo siglos ya elo may poco embree.Parece see Aptana anesormene la ctomates gots, Los nombres de vr reyes dase flo en adelante eran Visinar, Ginteriea Geen Honeric, Cinema, Tasman a, Hideic y Gallamit. Fraimente mencoramos los nok, veins yea pare dors adores de los godot. Los nombres de as probres ora lgualnnte goisn. Come ‘ésio, Rug, Ted, Laudsricoy Alina vineial gallega, intensifcéndosela ain mas después de la corporacién del reino suevo al visigodo en el afio $85 No disponemos de documentos que puedan comprobarlo de modo general, pero las actas del segundo concilio de Braga, celebrado en 572, nos niestran las firmas de seis obispos con nombres germanicos, es decir: Adorico (Auderico), Avila, Tl- derico, Mailoc, Remisol y Witemiro. Por las razones expuestas, Jos obispos no eran necesariamente de raza germénica. Son de singular interés también las actas de los concilios toledanios del tiempo visigodo, a partir del tercero del afio 589, pues a ellos. acudian naturalmente los obispos del antiguo territorio suevo. Notamos (76) que casi tocos los obispos levaban nombres sue- vorgoticos; en el III: Witegiselo y Rechila (Lugo), Sunnila (Vise), Gardingus (Tuy), Argivita (Porto) y Heldemiro (Orense). Parecida proporcién encontramos entre las firmas de los abispos de los concilios posteriores, En el VIE, al que acu- dieron 30 obispos y 11 viearios, habia 11 firmas de nombres germénicos, 9 de ellas de la regién sueva, es decir: Richimiro (Dumio), Sisisclo (Evora) Egeredo (Salamanca), Gotomaro (ria), Sonna (Britonia), Godesteo (Orense), Witerico (La mego), Ademiro (Tuy) y Teuderedo (Badajoz). No tomaron parte los obispos de Lisboa, Mérida y Oporto, pero por las fir- tas del concilio anterior conocemos sus nombres: Wiarico, Gu tisclo y Ausiulfo, mientras el concilio posterior, el VIET, nos Tevela los nombres de los obispos de Lago y Viseo, Ermenfre- do y Wadila, que tampoco estuvierow presentes en el VIL. En el conciio VIII tomaron parte 17 nobles que, con ex fepcién de uno y del notario, llevaban nombres. germénicos: Odoacro, Ofilo, Adulfo, Babilo, Astoaldo, Ataulfo, Ella, Evan- “io, Buredo, Richira, Afrila, Venedario, Fandila, Cuniefredo, (6) Vins: J. Teynm me Raatso: Coleen de cover de ls llevs de Exp, Tl, Madris. Froila, Richila y el notario Pablo. Sin dude existen errores de Js copistas en los manuscritos de las actas que llegaron a nues. ‘as manos, pudiendo comprobar algunos de ellos, pe, el del ‘blapo de Salamanca, cuyo nombre en el IV concilio de 633 apa- rece escrito Hiccila y en el VI de 638 licila, tratindose indus ‘lablemente de le misma persona. Igual ocurre con los obispos de Oporto, Ariulfo (conclio V) y Ansiulfo (concilio VI), ‘Aun en los times concilios,de gran concurrencia, el XIIL ‘en tiempos del rey Ervigio (74 obispos y vicarios) y el XVI (G4 obispes) nos prueban tas actas que los prelados de la Suevia ‘fan en su gran mayoria de nombres germénicos, mientras los ‘bispos del resto de Espafia llevaban atin muchos nombres ro. ‘manos y griegos, no Habiendo todavia penetrado la costumbre ie adoptar nombres cristianos, Hace excepcién la. regién de ostilla Ja Vieja, que era la comarca que los visigodos eligieron ‘en el siglo vi para su asentamiento, y alld vemos nombres como Gunderico (Sigtienza), Spasando (Compluto), Basualdo (Pa. Jencia) y Sonna (Osma). En nimero mas pequefio encontramos Pombres germinicos en otras sillas episcopales de la Peninsts ja, Ello nos demuestra que la onomistica suevo-gética era side Antensa en las regiones habitadas por nicleos germénicos (sue, os 0 godos) que en otras partes de la Peninsula (77). La deter, scion de estos nicles la llevé a cabo por dos medios: por los nombres suevo-géticos en la toponimia en cuanto a los euevoe ¥ Por Ia. arqueologia en cuanto a los visigodos, ‘SUEVI - svasi ~ Scuyases, Los suevos habian sido Uamados en ta literatura romania desde los tempos de Céssx (Bell. Gall.) con el nombre de suev, GP) W, Renemare: ob et, roa 5. a esta denominacién encontramos en todas las obras clésicas Hasta el siglo v1, como lo demuestra ScuONraLo (78), quien hizo una reopen de todas las denominasones de este puta. Eis sits psteriors, sn enbarge, ntren uso el nonbre eam res des tia denominaslones porque ls emplesn dos autores sangre germina: godo Jorouns (9) ye ongobardo Pal- Xo Discono (80): El primers viva ena provincia de Mesa t- sia egurameniecontaco direst con varios oehas germs cos y pao hablar con ellos en su propio idioma. Sin ds, ba ey erate sore 6 eee dr elas hablado de lo candosucves Nepdnicn,Igvalmente los cuados del siglo v, que no siguieron a sus hermanos a His- Bani /sequsdaron ess ser al Nortel Danublo cata fueron lamados suovi (caps. 273, 274 y 277) y si rey Sub rex suavorum. Pavto Drkcoxo utilize suavi en su Histori Bega serene scents seer rama de los suavi que hoy habita parte del Sur de Alemania Teva el nombre de Schwaben. Tampoco es extrafia a dualidad de denominacién de un pueblo, pues se conocen muchfsimos ca~ arcs terete tees cerarafe fein Gaus ucba el nombre personal Suabila entre la poblacién, has- iainigma de ONCE firmé las actas del TIT 9,1V colo de Toledo Exe nombre pb asia a Ta fone nimia galega, done, sein G. Sacm (vate el pr exp.) he: Bia 8)pushes|eon nombres deivados de ob yee las formas actuales como Sabarigo, Sabariz, Jabariz, ete. Es Ob ce, ri ee De eng setingee Geto, cr 277 OD Hisote Lge, Be interesante en particular que los consonantes con los cuales em- piezan, s y j, se pronuncian en Portugal y en Galicia como el Sch alemén, resultando suabi pronunciado originariamente ‘como Sehwabi en alemén, Por todo fo expuesto no esti de mas pensar, que la denomi- in reino de los Suabos seria la més correcta. Los NOMBRES SUEVO-GOTICOS EN TIEMPOS POSTERIORES, HASTA EL PRESENTE. Cuando los reinos cristianos reconquistaron poco @ poco las regiones del centro y del Sur de Fspafia, donde no habla nie cleos de pueblos germAnicos y muchos de sus habitances moz- Grabes se trasladaron al Norte, llevando sus nombres alld, que fen su mayoria eran cristiano-biblicos, empezS a disminuir la ‘onoméstica germinica y nacié la tendencia a utilizar nombres cristianos, entre Jos cuales s6lo habia unos cuantos de origen suevo-gotico (nombres de santos regionales, obispos y mérti- res). Estos entraron también en los santorales, de donde, se- ‘gin nueva costumbre, se empezd a elegir tos nombres de los recién nacidos. Por la abundancia de nombres cristiano-bibli cos en el santoral caian naturalmente en olvido los nombres, germénicos de tradicién. Existen, sin embargo, santorales re- ionales, como uno de Galicia, que contiene nombres descono: cidos en otros santorales espafioles, como lo siguientes (81): iulfo (28 de mayo), Fajildo (r de julio), Trahamundo (14 de noviembre), Ilduara (21 de diciembre), Adosinde (2x de di- ciembre) y Franquila (30 de diciembre). Segiin hemos podido comprobar, no proceden todos los nom- bres suevo-géticos hoy en uso de santorales, sino que hay unos (x) Aunts ue Anz6a: Sentral Galley, Satine, 104. cuantos que se heredaban de generacién en generacién o fueron sacados de documentos familiares. La gran mayoria hoy en uso Ja encontramios en el Noroeste de la Peninsula, He agui una re- lacién de ellos: sobreviven algunos nombres reales como Alari- €0, Ataulfo, Teodomiro, Teodoredo, Teodorico, Eurico, Atana- gildo, Leovigildo, Hermenegildo y Recaredo, y luego otros co- mo: Adelmo, Armindo, Arlindo, Argimiro, Atilano, Baldomero, Dalmiro, Dosindo, Elvira, Euvaldo, Ermelino, Erundina, Edel- miro, Gumersindo, Gudila, Fredesvinda, Froilin, Hermelinda, dilisa, Tdefonso, Luvaldina, (Er-) Manrique, Oldemiro, Rami +0, Rudesindo (Rosendo), Rulindo, Sinebaldo, Sisnando, Teolin- dla, Ubaldo (-dino), Witesende, ete, sin contar los mas corrien- tes, como Alfonso, Alvaro, Fernando, Gonzalo, Rodrigo, etc Probablemente no fueron todos estos nombres importados por los suevos o godos, sino que muchos fueron formados en Espafia misma, sirviendo para étos los elementos de nombres ya conocidos. Esta prictica se prolongé en tiempos posteriores hhasta que fueron tomados elementos romano-cristianos, resu- tando asi nombres como Benilde, Claudimiro, Casinda, Dorin- da, Creseimiro, Cristihilda, etc. Es interesante notar que los nombres arriba citados, que. proceden todos de la antigua Suevia, no estén mezclados con nombres de otra rama germanica, p. e., de los francos. Estos ‘iltimos los encontramos con més frecuencia en otras partes de Espafia, muchos de ellos de importacién en tiempos medieva- ‘es, hasta moderns, como, pe, Adelardo, Rertoldo, Rernardo, Carloé, Clotilde, Clodoaldo, Cremilda, Dagoberto, Elisardo, Eg- derto, Felizberto, Gualberto, Gertruda, Guillermo, Guillén, Hil- deberto, Leoberto, Odilo, Ricardo, Segismundo, etc., abundan- do especialmente en Cataluiia los nombres francos Raimundo (Ramén) y Wifredo. 4) Los Nomanis survo-céricos EN La Torowira (82) (figu- ra 5). Hasta ahora sélo fué G. Sacus quien estudié los nombres germénicos en la topcnimia de la Peninsula. Sus resultados comprucban que de las 2.400 palabras encontradas por él, tnada menos que 2.100, 0 sea 90,5 por 100, corresponden. al antiguo territorio del reino suevo, Los restantes se distribayen por toda la Peninsula, en Catalufia. Sacis confiesa no haber tenido todo el material a su disposici6n para tal estudio y hubiera incluido también tos nombres de los riachuelos, los cerros, pastos y caserios, etc, con todo Jo cual su resultado hubiese podido ser algo mejor. No obstante, nos ofrece su trabajo una base adecuada para lio, el de la densidad regional de aquellos nombres, no computado por Sacus y que seré tratado més adelante. Ropricvzs Lara, en una recensidn de la obra de Sacts (83), se ha referido a un estudio semejante del P. Sarmiento, titula. do Onoméstica Etimoldgica de la lengua gallega, reimpreso en tun periédico de Tuy en el afio 1923. Lara pudo aumentar el nnimero de topénimos de Sacks en unos cuantos més. J. M. Pret, por fin, hizo un estudio de los nombres germa- nicos en la toponimia de Portugal y pudo aumentar considera- blemente el resultado de Sacks en cuanto al Norte de dicho pais. Ahora conocemos ya unos 3,000 de tales nombres para lterritorio del antiguo reino suevo. Sobre la frocedencis de estos nombres afirman los autores alemanes, tal ver a base de un criterio de E. Ganaucscrec (84), (G2) Biliografiaprinzal:C, Stems: Die germoizchen Orton in Spanien nd Portage Lesa ess, 1932 J.M. Pum: Or nomes germinico na tponimis porkguera, Bolt de Foes, ‘Lbon 1936 A. Casta: Eitan su letra, Bacnon Aves, 198 (G3) Bolen de Foi, Lita, 1935 (80 E Gumsscass: Romana Gemenin, Bet 300 Fig. Los nombres serait em toponimia { \ | tratarse de poblaciones visigodas, fundadas por éstos desde el afio 711 en adelante, es decir, cuando se refugiaron ante el em- Puje de los érabes, en el Norte y en especial en Galicia y Astu- rias, Sin embargo, no existen datos histéricos que confirmen tal hipétesis y es posible que se haya pensado en tina sobrevalora- cin del episodio de la lucha de Don Pelayo y sus huestes en las ‘montafias asturianas. Ya mencioné en el capitulo anterior que no Jnubo tal emigraciin y que se quedé el {nico nicleo godo estable- cido en Castilla la Vieja en su siti, a pesar de la dominacién rabe. Tenemos, ademas, pruebas para ello (85). E, Ganttuis- ‘core (ob. cit, IU, 32) fundamenté su tesis (86) en la existencia dle unos 80 nombres toponimicos, derivados, segiin dl, del nombre godo, pero J. M. Pret, en su citada obra (pags. 141-146), ha reducido el nimero de poblaciones supuestas por Gauriscitec 2 sblo unas pocas, demostrando que la gran mayoria no fueron de origen godo, sino derivaciones de nombres personales ger- Imanicos. Ademas hay nombres toponimicas, como god, vol- degeda, ete., en otras partes de la Peninsula; en Aragén, Catalufia, Valencia y en el Sur de Portugal y procederdn pro. bablemente de fundaciones aisladas de algunos godos. Lo que més desaprucba la teoria de la hufda de los godos Galicia después del desastre de 711 es que el nicleo mas denso de nombres toponimicos germanicos se encuentra al Sur del rio Mifio, territorio que quedé en manos de los arabes hasta fines del siglo 1x. Por todo lo expuesto, y por corresponder la mayor densidad de estos nombres toponimicos a una densidad semejante de ono- mastiea germinica en el Noroeste de Portugal, podemos con- (83) _Siendo fas mis mportanes in sperviveca del derecho contuetiinari odo 4 4 poesia fice, mac segin R. Mevinse: Phat dicamente enters cartelass 4eoraen gic, Vénealemis: W. Resmiiat: La tadin sitipeda en el necinits e-Certla,en el Homencje a R. MendadesPidal Madi, tos (@5) Deseret tmblén en: Histor ington de lor ei loos Espals, XIX (mp) pas 127-15 r Revista de Fi don zs et; TRA siderar esta regién como ia del asentamiento de los suevos, que alli se establecieron ya desde Ia primera mitad del siglo y. De esta época procederin también los nombres toponimicos no- personales, destacéndose entre ellos los apelativos burgo, burguets, burgeiro, baurgs, bouro, ete, de cuya etimologia ya se ocuparon G. Sacks (ob. cit, pig. 7) y E. Ga scuxc (ob. cit, pigs. 38 y 385). El primero expresa la dificul- tad en decidir si representan fundaciones de los godos o deri ‘vaciones del bajo latin burgus, apelativo que se conocia en- tre Ia poblacién de las riberas del Rhin desde el siglo 11 d. C. (del germinico burg) para designar torres de fortiicacion 6 plazas fuertes, ete. Gauruiscites niega por motivos fonéticos una derivacién del gotico baurgs (villa) y J. M. Prev (obra citada, pag. 56) se une, ante aquellas negativas, al criterio de Varenv0, Elucitario 275, que piensa (sin dar pruebas) en un préstamo francés medieval. Los tres autores opinaron en la ereencia que los topénimos germénicos en el Noroeste de la Peninsula procedian de los godos antes 0 después del afio 711, ¥ como tal emigracién no habia ocurrido, debe buscarse el ori- gen de estas denominaciones en los Suevos. En el mapa publicado por J. M. Pret (pag. 54), que repro- ducimos en la figura 6, nos sorprende que casi todos aquellos toponimos no-personales se encuentran en la zona de mayor den- sidad de nombres germénicos que, como luego veremos, pode- mos considerar como la del asentamiento de los suevos. No te- nemos razén en negar que “burg” habra entraclo en el voca~ Dulario de este pueblo al igual a las demés tribus germinicas del centro europeo. TAcrr0 (Ani, I, 60) habla de un Teuto- Durgiensis, y Protomeo (2, 11) del Asciburgium. La vor ‘burgus era corriente también en el bajo latin del centro eu- peo, y los romanos, al establecer fortiicaciones a lo largo del Danubio en territorio de los cuadosuevos, los lamaron, sin duda, asi, Por no encontrarse aquellos topénimos en ninguna otra parte de la Penfnsula fuera de Castilla (87), lo fueron, sin dai, los suevos los que los levaron al Noroeste de Portu, gal (88). ‘Semejante problema nos ofrecen las Poblaciones que contie- ‘nen el elemento sal (casa, caserio) y que se hallan en los nom- bres Sala, Salamir, Salamonde, etc, o en forma abreviada, como Sa 0 Sad en los topénimos Sami! (< Salamiri), Samonde (5 Satarmunde) 0 Saavedra (< Sale Vetera). J. M. Piel dibuja, dichos nombres en un mapa, encontrandose también éstos en la zona de mayor densidad de nombres germinicos (fig. 6). En el Noroeste de la Peninsula hallamos ‘igualmente casi todos los nombres toponimicos relacionados con suavi o svabt, aque ya conocemos del capitulo anterior. Los NoMBRES PERSONALES EN LA TOPONTIUIA, Ta gran mayoria de los nombres toponimicos germénicos ‘deben su denominacién a los iundadores de sus poblaciones y e: dle suponer que fueron originados por los suevos poco despuiée de su entrada en Ia Peninsula. Mas adelante, cuando la ono. méstica sueva ya fué adoptada por fos gallegos, seguian ellos, especialmente en tiempos de haber abandonado ta poblacisn los castros y haberse asentado en los valles, Mas adelante se Produjeron muchas fundaciones de tales pueblos al repoblarse Jas regiones devastadas por las guerras de la reconquista. Comparado con los nombres de poblaciones de Francia y LG”) Baegoey Borgo de Onna se enuenirapreamene taste del sy gig ds low swotes eve cots, poo miso reso, con Cale Vile (Won, My Rewer: La iin vids o vanes de cata, Homenaje s ake ladex Pils 1, Madi 30) (i, Corlderando de impartial rocedncia de txos sombre me dl a Pogo: slant sets lindo wo opin (Gommasent, Kaseaeres, Bratz y Seuwina); result ab ods ve weron xm rei de aoa aptete de ‘SHe7s 0, por To menos, meando le proedena races, 30 | | 4 Jos de los paises germinicos, notamos Ia falta de los sulijos -ing y villa o temejantes apelativos y ello lo explica por un Jado el pequefio nimero de los cuevos (tal vez unos 30 2 3§ mi almas) y por otro el haberse ya perdido Ia lengua suévica et tiempo de la fundacién de la gran mayoria de las poblaciones, Por ello, al afiadir un apelativo como casa, villa 0 valle al nombre del fundador, se procedia segiin Ja sintaxis romana, poniéndolo en primer lugar (p. e, Villaramiro) y no como sit ‘jo, seg la simaxis germanica (89). No fueron siempre los nombre, de los fundadores los que ‘8 nos presentan en las denominaciones de los pueblos, pues existia también en aquel tiempo Ia costumbre de cambiarlos en ocasiones de venta, de donaciones 0 herencias, segiin no, indica Atserro Sanraxo (90), quien cita un documento de Odoario, obispo de Lugo, del afio 747, que meneiona la eesién dle una villa eayo nonbre anterior no conocemnos y que recibié la de- ominacién nueva Villamarci, de acuerdo con el nombre Marco, sa sobrino (... man villan prenominatam Fillanarci, quain inse prendedirat et dederat Marco, sobrino suo, @ quo nonicn accepit Villamarcs (91). Este caso no es tinico, pues en otto documento (G2), conocido como testamento det timo obispo, concedié éste a seis personas, cuyos nombres eran Azevano, Gun tine, Desterigo, Provocendo, Sendo y Macedonio, seis poblacio. ‘eS que por este motivo fueron denominadas Azevani, Guntini, Desterit, Provocendi, Sendoni y Macedoni; siendo muy significa. tive lo que dice el documento sobre el primero: ... musinns ad eam nomen Acevani de nostra praesura, que nos explica la im- (G9) _Gususetans 0, ci, gue se capa de os nome tpiog geminata! Sor de Francis Gta muchos samples cos sata i todor de prcedsnca cigods a ule cutndo lene ain esaba en pleno Wao. Eat tipo de nombre wo ene t szaba por terse tunitriado muchos vigada® co elas tn Wenge da te nigractn ex Eat (G9 de war do Nore de Portage, sa. 57. ) Estat soorads, XL, pag. a (G2) Ravagn sopred, XI. pig, osicién del nuevo nombre personal por la presura como una ficcién juridica, juzgindose Ia nueva denominacién como una aueva fundacién, Sacus (ob. cit, pag. 23) se ocupa detenidamente de la for- snacion de Jos nombres personales, sus alteraciones y las de sus ‘yocales y consonantes que sufrieron en el curso de los sigios, azunto que no puede ocuparnos en este lugar. CONJETURA SOBRE LA ZONA HABITADA POR tos sUEVOS (véase fig. 6). ‘Ya hemos mencionado antes ser los distritos de Braga y Porto los que presentan mayor densidad de nombres germini- cos en la toponimia y nos falta comprobarlo. Sabemos que Sachs encontrd unos 2.100 de ellos sélo para la Suevia; pero en vez de indicar el niimero por cada provincia o distrito de Ja Peninsula, menciona anicamente su porcentaje. Sachs mismo Feconoce que tal indieacién so ofrece una idea clara sobre ta densidad de aquellos nombres, puesto que existe gran varie- dad de las superficies de los distritos y provincias; por ello, procedi a calcular primero el mimero de poblaciones en cada una, afiadiendo Iuego los resultados del P. Sarwtexto y de J. M. Pant, Después caleslé el niimero de poblaciones por cada kilé- ‘metro cuadrado y e: resultado me mostré la densidad para cada provincia o distrita, En el euadro siguiente, la primera columna indica el née mero de pablaciones de nombres germénicos por provincia o Aistrito; la segunds, su superficie en kil6metros cuadrados, y Ja iltima la densidad: Porto $QNT agra tot 0195. NT por tt by = 270 — 08s Vira doC fy — Se OHS ‘Aveiro Wy 295 — oo : Pontevedra 208 439 = 006 — wor 048 NT por km? Lage coy Vis Rea ony Orcas sas! Contre ey Saget So aes one oes Te Sa aaa Eyes Vemos, tanto en el cuadro como en el mapa gritico (Fi ‘que los distritos de Braga y Porto presentan la mayor densidad de topénimos germénicos y este territorio incluye la capital y Ja plaza mas fuerte del reino suevo. Como es légico, correspon dia a la mayor densidad regional mayor onoméstica germanica, aproximadamente proporcional, y ésta silo podia proceder de tuna poblacién germénica que vivia en esas regiones, Si nos reguntamos qué puebio era, o contesta el mapa. Comprenclemos seguidamente que no podian haber sido los visigodos, que des- pués del desastre del afio 711 huion al Noroeste de la Pent sla por estar situado el niieleo mis compacto de topénimos al Sur del rio Mifo, territorio que quedé en manos de los ara- bes y que después de una conquista pasajera de Alionso III fu liberado definitivamente por Fernando I a mediados del siglo x1. EL mapa, ademds, demuestra que este miicleo se prolonga, aunque con menor densidad, hacia el Sur, ineluyendo el dis. trito de Aveiro y mas atin por el Norte por el distrito de Via- tna do Castelo y las provincias de Pontevedra, La Coruita y Lugo (93). Esta zona ¢5, precisamente, la de la procedenci de Jos documentos en que abundan en mayor nimero los. nom- bres suevo-giticos, a) Desde ero os damor cuenta que gran parte de los nombres tics de ete es himas prvicias procedenprobablemeste del Uepo de ta recnalta.pn os ‘wats arta menconaon 108 La prueba que habian sido los suevos y sus descendientes Jos que originaron aquella onomédstica y luego st influencia en Ja toponimia la tenemos en hechos historicos, pues Htpacto nos dice en su Cronicén (cap. 42) que éstos se asentaron en la zona occidental de la provincia Gallaecia: ... Gallaeciam Vandali accupant et Suevi, sita in extremitate oceani maris occidua. Aprendemos por este pérrafo que también Hrpacto emplea Ja denominaciém suevi, cosa que no puede extraiiarnos toda ‘ver que se hallaba en el latin clasico y en las obras que Himacio. consultaba para su Historia, la cual no sélo abarca el reino suevo. Seguramente eran voces del latin vulgar suavi y suabi, empleadas por los provinciales gallegos. Por Gltimo damos a conocer a nuestros lectores algunas pruebas de los nombres de lugar que acabamos de tratar: Distrito de Braga: Fagilde, Gilmonde, Gondar, Guimaraes, Sernande, Valdosende. Distrito de Porto: Agilde, Balde, Brandariz, Guilhamil, Requi do, Rosamonde, Prov. de La Corufa: Abegondo, Bragunde, Estramil, Guisan- de, Rande, Recesinde. ‘Prov. de Lugo: Albardo, Ardulfo, Bertosende, Freijulfe, Reci mundo, Sandolfe, Villagondrid. Prov. de Pontevedra: Amanda, Brandomil, Contomir, Gondo- mar, Lebosende, Trasende, etc. ‘Muchos de estos nombres sufrieron alteraciones o més bien contracciones, asi, p. e., Ariz (Pontevedra), de Alariz; Agilde (Oporto), de Atanagilde; Frian (Pontevedra), de Fredenandi, seteétera, 5) Et vocanutanio svévico (94). 1Los suevos, al asentarse en Galicia y tomar la diteccién po- litica de su nuevo reino, dejaron continuar tanto la administra cién civil practicada por funcionarios romanos, como las de. ‘nds instituciones estatales, incluso el Derecho. En todos ellos estuvo muy arraigada la lengua latina, que ademas era la de Jos eruditos y de la Iglesia. No es extraiio que la lengua sueva, hhablada por una pequefisima minoria no haya podido ejer. cer influencia alguna sobre el latin clisico. Por este motive apenas hay algunas voces en el latin vulgar, hablado por la gran masa de los provinciales Al estudiar E. Gawiziscuisc el elemento germénico en el espaiil, hizo resaltar la difcultad de separar palabras tal vez suevas de las godas, por su idéntica forma radical, Sin em. bargo, le fué posible separa algunas de ellas como de proce: dencia sueva. Son las siguintes: britar (romper) < brisn lobio emparrada) < laubio laverea (golondra) lawerk our, bourie (astro) ura V. Gaxcia ve Disco (95) enumera unas 160 palabras de ori- gen germénico, aunque sin entrar en pormenores sobre ellas, ‘Una comparacién de estas palabras con las que entraron en las demés lenguas ibéricas nos demuestra que existen algunas que io del antiguo reino suevo, como roa (pan de mae) broad Ea) Si 38 (afanare < fea (relorada, ait) EE pnts (pata) S pana nce (Geer) < Frinkan (00 Lierature pra: E. Gauaiscmns: Romonie,Germanie, 1, Bet, r93 G3) Elemento de gromitca hstrca gleg, Bargon oo, 10 Lanna tt ot ug i mM) bn lao ie in fe A ran dan em Nana Gv chants eattn ay ee eben pteon hee on utc > Sonwa Estas voces, como me ha podide confirmar D. Jesis Carro, esti hoy en pleno uso. J. M. Prez (96), quien amplio los scHRG en cuanto a las palabras ger ‘gues, encontré algunas que sélo han penetrado en este idioma ¥y que considera como de origen visigodo. Son las siguientes = ona (etella fugaz) < funina (Ge eonoce también en Galicia) ingeeme (terrible) < ingrimis cnguicar (conjurer el mal de ojo) < inwelthan “La posibilidad de un origen suévico por los motivos arriba expuestos es admisible, No habiendo sido estudiado con toda sit amplitud este problema, no nos parece inverosinl el poder escubrir algunas voces més, sobre todo en regiones algo apar- tadas. 6) Ex arte inpusrmiat svevo (97). Entre los estudios arqueolégicos en general existia durante mucho tiempo gran oscuridad en cuanto a la época de las in- ‘vasiones, y fué s6lo en los altimos lustros cuando crecié el in- terés por ella. El alza de cultura material que hubo entre los germanos en los siglos ur y 1¥, como habiamos anotado ya, nacié, sobre todo, entre el pueblo godo, cuando éste vivia en sus sedes del Sur de Rusia y orillas del bajo Danubio, Los ha~ Iazgos arqueolégicos de aquella region demuestran un arte industrial nuevo y de buen gusto, pero de notable influjo de ta cultura greco-sarmética que alli dominaba. Conocemos la nueva (G8) 0 patronimis visigedo do lingua portapuer, Colne, wee. (Gp) Biblingeati pina: J, Marrnae Swe Ouaua: Noloe pare un ens intmalialin dele orguaoplsvisigedo, Archivo de Aste y Arqveshai, Ms a3 TT, Zan: Die Grobfnde us der speiechen Westgotenrih, Belin. Lepnig, 193 a a, Pr artesania gética por los objetos excavades en las necrépolis, rocedentes de aquellos sigios, de Gorodok, Nikolajewska, Cer- niajoff, Romanski y otras més, situadas en Ucrania, de Yall y Kertsch en la peninsula de Crimea, asi como en Maros Szen- tana y Petrossa, en Rumania. La diltima contenia el famos0 tesoro que se cree pertenccia al rey visigodo Atanarico. En- ire los muchos objetos excavados nos interesan principalmente Jas hebillas de oro com placa reducida, cuadrada, ovalada o tri gular con incrustacién de almandines en su superficie. Apar- te de ellas se encontraron fibulas de puente, a veces lisas y ‘otras veces con incrustecién de piedras semipreciosas, asi como ‘otros objetos del mismo arte. Este se propago pronto por via comercial a los demas pueblos germénicos situados hacia el ‘cecidente, como lo demuestran los hallazgos en vatios sitios e Europa central. Podemos suponer que tales hebillas de oro fueron adq das también por los cuadosuevos y vindalos que al emprender su emigracién a principios del siglo v Jas llevaron consigo has- ‘ta muestra Peninsula, como lo prueban los hallazgos de tres de cllas (lém, ID), dos de las cuales proceden de Beja (Portugal) y la tercera de Galicia, encontrandose las tres hoy en el Museo Etmolégico de Belén (Lisboa). Otra hebilla del mismo grupo (nim. 4) se halla en el Instituto de Valencia de Don Juan, de ‘Madrid, y fué adquirida por un tratante en Consuegra (provin- cia de Toledo), ignorindose el sitio del hallazgo. Zztss (ob. cit, 1am, VIL, nis. 2 y 3) cita ademds tina hebilla de oro de proce- tay gts PP. Nim 23, en 1 ENP. 1 Lava 1V ‘sistema métrico actual, 4,546 gramos. Como fracciones del suel- ‘do se acufiaron generalmente los trientes, cuyo peso era la ter- cera parte, 0 sea 1,52 gramos. No tenia el reino suevo neces dad de imitar monedas de cobre, dada la enorme cantidad de clas del tipo romano y aun prerromano en circulacién, Tam- bign habia abundante cantidad de monedas de plata, por lo que Inubo sélo una pequefia emisién de silicuas. Las monedas suevas ya fueron objeto de algunos estudios, ‘enummerados en mi trabajo anterior (109), de las piumas de los rmumismaticos E. A. ALLEN y Nuwes Terxerna A. Heiss, Leire pe Vasconce.os y de A. Cawpaner ¥ Furnres. Desde entonces se aument5 considerablemente el nimero de monedas suevas, antes ignoradas o despreciadas. Hoy conocemos ya unas 130 piezas, en su gran mayoria de trientes de oro. No tenemos da- tos positivos de sus emisiones por la falta absoluta de fuentes titerarias, por lo cual es necesario sacar lo dtl de ellas en con- jeturas convincentes para la historia cultural del reino suevo, Las primeras monedas fueron acufiadas ya en tiempo del rey Hermerico (409-441), a juzgar por el nombre del emperador Honorio (393-423), que aparece en los primeros sueldos y trientes de oro. De plata conocemos Gnicamente tres silicuas a nombre de Hororio y del rey Reciario ‘Los suipos. Parece que no hubo necesidad de una emisin de sueldos en ‘gran escala, pues al principio abundaban los sueldos romanos, ‘en primer lugar los del emperador Honorio. Probablemente lle- ‘garon grandes cantidades a Hispania con los pueblos invaso- res, pues era el tiempo de Ia mayor exportacién de oro de Roma. (009) W, Renmnnt: El rine hspnico de or sures y ous neat, Archivo Ese aol de Arculoet, 102, Los relativamente escasos sueldos llevan el nombre de este em= perador. Fueron acufiados ain después de la muerte de Hono: Fie, como lo prueban algunos sueldos (nim. 5), cuyo tipo coin- cide con el de varios trientes a nombre de su sucesor Valen- tiniano III (ndms. 19-21), ‘Al principio se traté, naturalmente, de imitar los sueldos Fomanos de la mejor manera posible; tal vez salieron del ta- er monetario suevo piezas bastante perfectas que dificilmente se distinguen de las romanas (110), pues se copiaban también los signos de cecas (generalmente M y D, Mediolanum). Suel- dos que empezaron a distinguirse de los imperiales los. vetnos en los grabados nimeros 1 a 7. El nimero 7 ya no leva los signos del taller monetario y notamos el abandono del estilo romano. Los steldos de los nimeros 4 y 5 llevan en el reverso una H y un monograma compuesto de N y R, que probable- mente representa también el nombre de Honorio. EI peso de los sueldos oscila al principio alrededor de 4,25 (Gio) En caso de dedas puede butcare Is distin en lo sigue: Bi anveco y reverse ls suds sueves etn, eqn ai suervacin acute cline sae {ides f Pats los soeldorrmaror Je Hanoco se apa lostoneles de scan ‘sents contaros 1 MONEDAS DE LA LAMINA V Nim. 35, Tris con lrenda LATINA TVDE MVNITA, 14 ar, VDJ. Nim. a6 em id ia, LATINA TIMER? MONIT, ags ar. BNE. Wat 2p Leon i a LATINA EMERL MVNITA, sae ge. ENE” Nila. 36, dem Gd LATION, EMERI MUNITA, 121 ge MAB, Nim, 27 Idem id PATINA IVEY ANS NITA ‘116 ge, Clits Nl af Idem ad” LATINA WEE AVI VDI. Wim 5 Idem id EATINA MVNITA GATIT Yop ore VDI Hem id ti, TaTiNA MVNITA BENE. 139 ar, CMI. Monty) Len 1 TLATING MVNITA Th, MAM Nim 92 Lean la TATINA VWANUTA TARY, “958 gr, ENP. Nim. yy Idem id tds MVNITA GALLICA PAR. was gr, PP. ‘Non, Uden id Wd, PATINA, ATEL MONITO, 139 go MC Nise $0" tae hid, OMVRELENSE MVNITA. 125 gr, WR Nam. 3, Iden id, SENG PRIA’ TALASSIAAIV. iat wr- VDJ. Nom. 9, Idem id: Ae LEONES MONEYS, SEARA, 420 gr. ENP. Nim 98 Iden td dy OBERISIDENSE VNITA, O34 gr SMG_Nie Idem i. idy TMENIVSVSEID, TIL, MEL: Nim ay Hen 1 1 ACVEVINOEIIITAEIA, ago gr. MEL. Nami Hen” tl. SITING CPS GANT MUNTT, ofp er. ENE Nm. 42 fem "a. lds OCODIACCA REIGES ‘ONAL 120 ar: MAM. Wir. Seas Je pata: DS HONORIVS PE AVE, rev: IVSS'RICHIART REGES."afo gr, BNP. Nim a4 losm #2 fracciome rocele de Linas, Porta 390 ec ry Tho @ 68 © Lame Vv @2@ O6 A, © e cs hd ‘gramos, probablemente en cierta acordancia con la metrologia romana, Pronto se abandoné por completo y el peso ostila entre 43,60 y 3,70 gramos. Este filtimo peso corresponde al de los trien- tes de la misma época, que era de unos 1,10 a 1,25 gramos. Ello ‘nos indica la introduecién de un nuevo tipo metrolégico que duré hhasta el fin del reino suevo y que probablemente afecté al de los visigodos, como lo veremos mis adelante. Los TaIENTES, Fué ia acufacién de sueldos sélo pasajera, la de los trientes perduré todo el tiempo, aunque no se emitia grandes cantidades dada la rareza de estas monedas, llegadas a nuestros tiempos. Al principio conservan tanto el anverso como el reverso el tipo coetdneo romano (nim. 8). Pronto se ered un tipo nacional para cl reverso y, al desaparecer el nombre imperial, también en el anverso. El busto imperial del anverso se copiaba al principio bastante bien y el nombre de Honorio, Bien pronto fué susti tuida la leyenda por el nombre del emperador Valentiniano TIL (423-455), que raras veces se presenta bien legible. Poco a poco se empeoraba el arte monetario y la leyenda, hasta que Gta quedé del todo indescifrable (nim. 22). La corona del reverso se transforma ya casi desde el principio a la forma lem- nigeata (tipo nacional). El exergo del reverso contiene, casi siempre mutilado: CONOB (CONstantinopoli OBrycium). De los trientes del tipo nacional pueden distinguirse tres tipos: 1) Acufiaciones con el nombre del emperador Valentiniano bien legible y luego con letras confusas (niims. 11 a 22) 2) Las lamadas de tipo Lotina Munito, generalmente con el nombre de ceca entre ambas palabras (nims. 23 a 34). 3) Las del tipo parecido, pero con el nombre de ceca en primer lugar (niims, 35 @ 41). Las piezas del primer grupo no necesitan ser descritas por- que se ve claramente sus inscripciones y la degeneracién de su leyenda. Interesante 3 el adorno de! lirio en el reverso de al- gunas monedas (mimero 15). Las piezas de ejecucién tosca roceden probablemente de fines del sigio v, a juzgar por las Tetras sueltas que notamos en el reverso, costuribre que surge cn las monedas del Oceidente por aquel tiempo. Llevan el nom- bre de Velentiniano mas o menos completo, que figura aun después de la muerte del emperador. Como ya no hubo lazo po: litico con el imperio no se euidé de usar los nombres de sus sobe- anos y bastaba ya uno conocido o que le pareciese. La significacién de las letras sueltas en las monedas del Oc- cidente (franeas, burgundas, ostrogodas, etc.) fué muy diseu- tido por los numismaticos franceses del siglo pasado y cuando A. Heiss escribié su Essai sur le monneyage des Sueves (111) las juzgé de acuerdo con el criterio de aquéllos en cuanto a las, monedas suevas. Creyé que deben signifiar: S = Santerem; L = Lamecum (Lamega); R = Rusticiana (hoy un despobla- = Eminio (Coimbra); N — Norba (Caceres) ; P= Por- tucale (Oporto), ete. Sabemos, sin embargo, por nuevos hallaz- 05 que estas letras no coinciden siempre con las cecas, pues se encuentran monedas con leyenda del taller y diferente letra en €l reverso. Me inclino a pensar que dichas letras son mas bien indicaciones de talleres y en parte pertenecen a acufiaciones de Braga, pues no conocemos trientes con el nombre de esta ciudad. El segundo grupo es el de la leyenda con las palabras La- tina y Munita, entre las cuales se puso preferenemente el nom- bre abreviado del taller monetario. En la pieza mimero 23 se lee Ia palabra TUDE, que se refiere al Tuy actual, primera moneda que se acufié en esta ciudad. Las piezas nimeros 24 4 26 con la indicacién EMERI entre aquellas palabras se atri- buye generalmente a Emerita. Las piezas nimeros 27 y 28 Hle- (410) Rewwe Numismaiqu, Pat spn, nh. 6 Ampliciones Laoag VI Na van en su centro IVLI, que quiz pude indicar PAX IVLIA en 1 Sur de Portugal, ia actual Beja, Esta ciudad estuvo sélo pa sajeramente en poder de los suevos, y Mérida sélo desde 438 hhasta 456, pero no es imposible que algunos municipios acufa- Fan monedas del tipo suevo por la preponderancia de éstas en aquella regién. Heiss (ob. cit.) publicé un triente de este tipo con Ia leyenda LATINA MVNITA GOTI y lo atribuye a una ‘acufiacién en tiempo de la ocupacién de los godos. Otra muy arecida moneda con la palabra GATTI la vemos en el niime- 70 29. La siguiente del nimero 30 lleva como leyenda LATINA MVNITA BENE. Las monedas del grupo 2 fueron acufiadas tal vez hasta el final del reino suevo, pues una de ellas, la del nimero 31, con leyenda ILATINA MVNITA II, fué hallada por Juan Capné Junto con 89 trientes primitives visigodos en el subsuelo de tina basilica visigoda en Recépolis, siendo la fecha d su enterra- miento entre los afios 580 y 585, Otras monedas, la del mime- 0 34, lleva entre las palabras MVNITA y LATINA las letras ATEI, sin ser posible su desciframiento. Tipolégicamente pertenece a este grupo la quiz’ més feresante moneda, mimero 33, con inscripcién de MVNITA GALLICA PAX, que se refere al Regnum Galliciense, expre- siém usada por Greconio vz Tours para el reino suevo. En el catdlogo de la colecci6n de Luiz Ferreira Carmo se menciona una moneda con la leyenda MANITA LAVR INTI- NA, y en easo de no ser la ultima palabra un mutilado LATINA (cosa bien probable) se refiere a un pueblo, Laroco, de la pro- vincia de Orense, 0 de otro, Labra, cerca de Oporto, que, segiin Pavia Leat (112), se llamé antes Laura 0 Lavora y tenia en tiempos de los suevos un convento. A este lugar recuerda la moneda nimero 32, que lleva afiadida a LATINA MVNITA las letras IARV 0 LARY. (119) Portal Anton ¢ Moder, Lishes, 1698 33,

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