Cariruro IV
LAS ESTRUCTURAS ENDOPSIQUICAS
CONSIDERADAS EN TERMINOS DE RELACIONES
DE OBJETO (1944)
LA PSICOLOGIA DE LAS RELACIONES DE OBJETO COMO PRINCIPIO
EXPLICATIVO DE LA INTERNALIZACION DE LOS OBJETOS
En uw anricuto anterior (1941), intenté formular una nueva versién de
la teoria de la libido y esbozar los rasgos generales que podrian presumir
tuna psicopatologia sistemética basada en tal reformulacién. El concepto
bisico que estableci en esa oportunidad, y al que ain hoy me adhiero, es
cl de que la libido busca primariamente al objeto (en vex del placer, como
Jo pactula Ta teorla clasiea)y y que of vrfgeu de tua las wunlivivuce poi
copatolégicas deben buscarse en las perturbaciones de las relaciones de ob-
jeto del yo en desarrollo, Creo que este concepto no sélo esti mas de
‘acuerdo con los factores psicolégicos y con los datos clinicos que la ori
ginal teoria de la libido de Freud, sino que representa también una con-
secuencia légica del actual pensamiento psicoanslitico y un paso nect
io en el desarrollo de la teoria psicoanalitica. En particular, me parece
que constituye una derivacién inevitable del esclarecedor concepto de los
objetos internalizados, que tan fructuosamente ha desarrollado Melanie
Klein, pero cuyo origen cientifion yacr en la teoria del superyd expuesta
por Freud (estructura endopsiquica que estimé creada por la internali-
zacién de los objetos).
Independientemente de las consideraciones expuestas en mis trabajos
anteriores u otras que se podrian aducir, puede establecerse que la intro-
yeecién psicolégica de objetos y, en particular, Ia perpetuacién de objetos
introyectados en la realidad interior, constituyen procesos que por su
misma naturaleza, implican que la libido busca exencialmente a los obje-
tos, ya que la sola presencia de impulsos orales es insuficiente para ex-
plicar el culto tan intenso por los objetos que involucra este fendmeno.
Una derivacién similar surgiria de Ia sola posibilidad de que una situa.
cidn edipica fuera perpetuada en el inconsciente, ya que Ia devocién in-
cesante a un objeto constituye Ia esencia misma de esta situacién. Sin em-
2 Publicado en The International Journal of Peychoanalysis, vol. XXV, Pts. Ly 2.
a92 W. RONALD D. FAIRBAIRN
bargo, el concepto de objetos internalizados se ha desarrollado sin que
tuviera lugar ninguna modificacién significativa de la teoria de la libido,
hecho harto incompatible
realizar una reformulacién sistemitica de su primiti
ai aun después de haber introducido su teoria del super;
tiempo, encontramos en sus trabajos numerosos pasajes que parecen dar
por sentado que la libido busca especificamente al objeto, Por cierto, es
{geil encontrar fragmentos en los que este punto de vista implicito se toma
explicito, como por ejemplo, cuando dice simplemente (1929) : “El amor
busca a los objetos” , Esta ascveracién se encuentra en un parrafo en el
que, refiriéndose a su original teoria de los instintos sostiene: “Surgié
asi por primera ver el contraste entro los instintos del yo y los instintos
del objeto. Debido a la energia de estos iiltimos y exclusivamente para
ellos, introduje el término libido; se formé entonces una antitesis entre
los instintos del yo y los instintos libidinosos dirigidos hacia los objetos”.
Tal como Freud lo sefialé en esa oportunidad, se abandoné la distincién
entre estos dos grupos de instintos por su “introduccién del concepto del
narcisismo, es decir, la idea de que Ia libido carga al mismo yo”. Pero,
hasado en los pasajes citados, no dejaria de parecer un paso muy revoluc
elonurlo establecer que la Ubido busca primaramente al objeto, y tanto
més, si como lo he sugerido en mi trabajo anterior, consideramos al nar-
cisismo como un estado en el que el yo esta identificado eon los objetos °.
No obstante, Ia progresiva concentracin de In investigacién psico-
analitica sobre las relaciones de objeto no ha modificado la_primitiva
teoria de que la libido busca primariamente el placer y con ello el con-
‘epto paralelo dé que: “el curso de los procesos mentales es automitica-
mente regulado por «el principio del placers” (Freud, 1920; 4). La per-
sistencia de este punto de vista ha dado origen a varios problemas que,
de otra manera, hubleran sido més féciles de solucionar. Entre éstos.se
Aestaca aquél al que Freud sefialé una solucién en Més allé del principio
del placer (1920), 5 decir, cémo es que los neuréticos se adhieren con
tanta constancia a las experiencias dolorosas. La dificultad de explicar
este fenémeno en términos del principio del placer, fue lo que condujo a
Freud a retornar al concepto de “compulsién a la repeticién”. Empero,
si consideramos que Ja libido busca primariamente al objeto, noes nece-
sario recurrir a este medio. En un articulo reciente (1943) intenté de-
mostrar que la tendencia a adherirse a experiencias dolorosas puede
explicarse en términoe de relacioncs con objetos malos. Intenté demostrar
2 EL malestar en Ja cultura.
8 Independientemente de esta sugestin, no hay incompatibilided entre el punto
de vista de que Ia libido busca primariamente al objeto y el concepto de que Ia
“libido carga al yo, ya que existe Siempre la posibilidad de que una parte de lt er
fructura del yo trate a otro como a un objeto, posibilidad que, en hase 2 lo que
‘expondremes con respecto a la dvociacién del yo, no puede ser ignorada.
Mis alld del principio dal placer.ESTUDIO PSICOANALITICO DE LA PERSONALIDAD 93,
tambié
de Jos “i
podian evitarse las dificultades comprendidas en el concepto
atus de muerte primarios (en contraste con el de los instintos
agresivos primarios), si se toman en cuenta todas las derivaciones de les
relaciones libidinosas con los objetos malos.
LA PSICOLOGIA DEL IMPULSO ¥ SUS LIMITACIONES
En realidad, el concepto de “relaciones de objeto” que he adoptado,
hha tenido su origen en un intento, impuesto por las circunstancias, de
comprender mejor los problemas presentados por los pacientes que exhi
ben ciertas tendencias esquizoides, es decir, una clase de individuos para
quienes las relaciones de objeto presentan una dificultad especial. Apro-
‘echo esta oportunidad para aventurarme a expresar la opinién de que
en sus iltimas épocas, la investigacién psicoanalitica se ha preocupado
‘con exceso por los problemas melancélicos. Sin embargo, antes de llegar
‘este punto de vista, me impresionaban mucho las limitaciones de la “psi-
ceologia del impulso” y era algo escéptico con respecto al valor explicativo
de todas las teorias del instinto en las cusles se considera que éstos existen
per se. Las limitaciones de la psicologia del impulso se hicieron eviden-
tes en un sentido préctico dentro del campo terapéutico. porque si una
cosa es revelarle al enfermo la naturaleza de sus “impuisos” por medio
de un anilisis esmerado, el capacitarlo a saber qué hacer con estos “
pulsos”, es otra. Qué es lo que debe hacer el individuo con sus “‘impul-
50s” constituye nitidamente un problema de las relaciones de objeto. Tam-
én es un problema de su propia personalidad, pero (dejando de lado
los factores constitucionales), los problemas de la personalidad estén li-
{gados a las relaciones de objeto. Estos problemas estin vinculados a las
relaciones del yo con objetos internalizados 0, como preferiria decir por
Fazonee que te comprenderin en bree, 1 las relacones de varias parts
del yo con objetos internalizedos y a las de una con otra, como objetos
En una palabra, los “impulsos” no pueden considerarse separados de las
estructuras endopsiquicas a las que dan energia y-de las relaciones de
jeto que permiten establecer a estas estructuras. Del mismo modo, los
“instintos” no pueden sino ser considerados como formas de energia, las
que constituyen la dinémica de tales estructuras endopsiquicas.
Desde un punto de vista psicoterapéutico practico, el anilisis que
considera a los impulsos separados de las estructuras, constituye un pro-
cedimiento singularmente estéril, sobre todo en los enfermos con tenden-
cias exquizoides bien definidas. Por medio de interpretaciones basadas
més 0 menos en forma exclusiva en término de impulsos, es a veces muy
facil liberar un torrente de asociaciones (por ejemplo, en forma de fan-
tasias sidico-orales) que son singularmente impresionantes como mani-
festaciones del inconsciente, pero que pueden ser indefinidamente mante-
nidas sin una accién real en la direccién de integracién y sin un desarro-
Wo terapéutico significative, La explicacién de este fendmeno pareceria