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PENSAMIENTO POSITIVISTA Oo fe 2 [aa fl z Oo =| i a 32 GABINO BARREDA (México } CARTA A MARIANO RIVA PALACIO SOBRE LA INSTRUCCION PREPARATORIA * México, octubre 10 de 1870. Sr. D. Mariano Riva Palacio —Toluca. Muy estimado amigo: Conforme a los deseos de usted, tengo ya arreglado el viaje de los profe- sores de esta Escuela que deben ir a hacer los exdmenes del Instituto de Toluca, con objeto de establecer, en lo posible, entre aquel establecimiento y la Escuela Preparatoria de esta capital, una perfecta fraternidad y homo- geneidad, no sélo respecto a las materias que en ellos hayan de ensefiarse, sino también de los métodos diddcticos y de los procedimientos de exdme- nes, para que de este modo los alumnos no tengan tropiezo de ninguna clase, cuando deseen pasar de un establecimiento a otro, facilitandose de esta manera la ensefianza en todos los ramos y Ja vulgarizacidn de los co- nocimientos utiles, sélidos y positives que caracterizan lo que en el plan de estudios actual se designa bajo el nombre de estudios preparatorios para las carreras profesionales. Incluyo a usted un ejemplar de la Ley Orgénica de Instruccién Publica vigente en el Distrito, y otro del viltimo Reglamento expedido por el Mi- nisterio de Instruccidn Publica, para facilitar la ejecucidén de dicha ley. En ese Reglamento, ademas de las disposiciones generales propias pata el arreglo de las escuelas y de los cursos, encontrard usted, en la seccién telativa a la Escuela Prepatatoria, el orden que debe seguirse en el es- tudio sucesivo de [as materias que forman los cursos preparatorios. Sobre él me permite Hamar Ja atencién de usted porque ademds de ser un punto a mi entender de la més alta importancia, presenta algo nuevo respecto * La presente_carta, da a conocer los motivos que dieron origen al primer plan de estudios de la Escuela Nacional Preparatoria. q1 de lo que antes se ha acostumbrado hacer, y como tal, ha sido objeto de algunas criticas, que aunque vagas y superficiales, y aunque jamdés hayan sido formuladas con precisién y franqueza para poder ser debidamente contestadas, me petmiten aptovechar la ocasidn que esta carta me presenta, de prevenir a usted contra ellas, conformdndome en esto con los deseos que me tiene usted manifestados, de ponerlo al corriente de todo lo que en mi concepto sea titil para promover en el Estado que tan dignamente gobierna, el mejor arreglo de la Instruccidn Publica. Come usted podré notar a primera vista, los estudios prepatatotios mds importantes se han arreglado de manera que se comience por el de las mateméticas y se concluya por el de la iégica, interponiendo entre ambos el estudio de las ciencias naturales, poniendo en primer lugar la cosmografia y la fisica, luego la geografia y la quimica, y por Ultimo, la historia natural de los seres dotados de vida, es decir, la botdnica y la zoologfa. En los intermedios de estos estudios que, como luego voy a pro- curar sucintamente demostrar, forman una escala rigurosa de conocimien- tos utiles y aun necesarios, que se eslabonan unos a otros como una ca- dena continua, en que los anteriores van siempre sirviendo de base indis- pensable a los que les siguen, y de medio adecuado para facilitar y hacer mds ptovechoso su estudio: en los intermedios, repito, de esta escala cien- tifica, se han intercalado los estudios de los idiomas, en el orden que exigia la necesidad de que de ellos se habia de tener para los estudios antes men- cionados, o los que més tarde debieran seguir. Asf es que se ha comenzado por ensefiar el francés, ya porque en este idioma estdn escritos multitud de Iibros propios pata servir de obras de texto, ya porque de este mado podriamos aprovechar desde luego las nociones més 0 menos avanzadas de este idioma, que casi todos los alumnos traen actualmente de las escuelas primarias: después se ha continuado con el inglés, por razones andlogas a las anteriores; y por ultimo, con el alemén, en los casos que la ley lo exige. Respecto del latin, encontrard usted también una verdadera novedad, la cual consiste en que en vez de ser el estudio por el que deban comenzar los alumnos, éste se hace, por el contrario, en los dos ultimos afios de su carrera preparatoria, Esta trasposicién ha sido, a mi entender, muy justa- mente motivada por el cambio de circunstancias que las ideas del siglo y su necesaria evoluci6n han ido determinando. Antiguamente, todas las obras cientificas, o que por algtin otro motivo se juzgaban dignas de ser universalmenie lefdas, se escribian en latin, y de aqui la justa prescripcién hecha por los que en aquella época dirigian la ensefianza, de comenzar pot el estudio de este idioma que era, por decirlo asi, la puerta por donde for- zosamente tehia que atravesar todo el que quisiere penetrar en el santuario del saber. Hoy las cosas han cambiado totalmente; cada sabio escribe en el idioma que le es propio, y las lenguas vivas, entre ellas muy sefialadamente él francés, Henan las funciones que antes desemperiaba el latin. Era natural, por lo mismo, y aun sin tener en cuenta el motivo de que antes hice a usted mérito, comenzar por el estudio de los idiomas vives, 12 los cnales, ademds, tienen la ventaja de facilitar las relaciones de todo géneto que los ciudadanos de cada pais tienen necesidad continua de man- tener con los demds. Pero hay otro motive todavia, que setia por si solo bastante a justificar el lugar que a este estudio se ha asignado, Estando el latin destinado hoy ptincipalmente a facilitar [os estudios y cultivo de la jurisprudencia y de fa medicina, si aquél se hubiese hecho en los prime- tos afios y después hubiese tenido que abandonarse en los afios subse- cuentes, por la imposibilidad en que hoy estamos de encontrar libros de texto cientificos escritos en ese idioma (imposibilidad que contrasta visi- blemente con Io que pasaba en el siglo anterior), los alumnos olvidarfan con toda seguridad esta diffcil lengua, y cuando legase el caso de hacer uso de Io que de ella habian aprendido se verfan may embarazados. Lo contrario sucede haciendo su estudio en los tltimos afios: ademds, persua- didos los alumnos de la necesidad que del estudio de este idioma tendran para la profesién que han elegido, lo harén con mds dedicacién, y por lo mismo con mejor éxito. Si se considera el idioma latino como un medio de poder dedicarse, los que a ello tengan aficiéa, a estudios trascendentales, las mismas con- sideraciones son aplicables. El estudio de la gramdtica espafiola se ha transferido hasta el tetcer afio, en vez de dejarlo en el primero como parecerfa tal vez natural, por- que si se desea que este estudio tenga una utilidad real, es preciso salir de esas superficialisimas nociones, que antes de hoy habian constituido los cursos de gramdtica casiellana de todos los colegios, y dar a los alum- nos un conocimiento més profundo y razonado de su idioma, presentén- doles a la vez ejemplos dignos de imitar. Para poder hacer todo esto con fru- to, se necesita que los alumnos tuviesen una inteligencia mds cultivada ya, asf como también que con la edad fuesen capaces de penetrarse de la necesi- dad y de la utilidad de este estudio. El carécter abstruso y eminentemente analitico de todo estudio gra- matical, cuando se quiere que no sea sélo una operacién automdtica de la memoria, sino un ttabajo realmente intelectual, exige un desarrollo mayor de Ja facultad de abstraccién e induccién por parte de los alumnos, y esto justifica el retardo de que se trata, supnesto que la abstraccién es la fa- cultad que mds tarde sc desenvuelve en nuestra mente. . . En cuanto a las tafces griegas, su estudio se ha colocado en el afio en que, por haber menos recargo de materias, s¢ creyé mds oportuna. Pasemos ahora a las materias cientificas que forman el conjunto de estudios preparatorios, y al orden en que se ha crefdo conveniente disponer su adquisicion. En cuanto a lo primero, aunque patecetia indtil insistir con una per- sona tan entendida como usted, en la conveniencia y aun necesidad que hay de que todas las personas en general, y muy especialmente las que se consagran a las carreras literarias reciban una educacién homogénea y completa, por lo menos en lo relativo a les estudios fundamenteles, y que 13 deben formar el cimiento de la educacién profesional; como usted me ha encatgado que sobre todos estos puntos consigne yo en esta carta que debe servir a usted como memordndum, todo lo que haya necesidad de tener presente en taz6n de su importancia, aun cuando algunos de estos hechos pudiesen parecer demasiado obvios, voy a decir a usted sobre ello alguna cosa por parecerme wn punto de Ia mds alta importancia. Todo el que ha hecho un estudio medianamente profundo de las leyes @ que estd sujeto el espiritu humano, sabe que ef modo con que nos habi- tuamos desde los primetos afios a pensar, y las asociaciones de ideas que en esa época hacemos, quedan profundamente grabadas en muestra mente, constituyendo un habito al que dificilmente nos sustraemos después, y que ejerce en nuestras posteriores concepciones una influencia casi irresistible, hasta el grado de que, Iegando muchas veces a convencernos de que ha- bfamos establecido una relacién falsa y aun absurda entre dos ideas, no podemos, sin embargo, en la practica separar concepciones que por tanto tiempo han marchado juntas en nuestra imaginacién; por consiguiente, ellas vienen a set un mévil constante aunque absurdo de nuestra conducta, y un venero inagotable de inspiraciones, que no pueden sino extraviarnos, supuesto el cardcter irtacional y falso del fundamento de que parten. Asi, infinidad de personas hay que, bien convencidas de lo absurdo de multitud de preocupaciones que se les inculcaron en su nifiez, son, sin embargo, in- capaces de obrar de una manera consecuente con las nuevas convicciones que con la edad han Ilegado por fin a adquirir. 2Cudntos hay, por ejem- plo, que no son capaces de sobreponerse al terror que inspitan los apare- cidos, y dormir tranquilamente en medio de un panteén, por mds que es- tén convencidos de gue ningtin caddver puede levantarse de su tumba? eCudntos hay que son incapaces, en momentos supremos, de sobreponerse al influjo de ciertas ideas religiosas, de cuya falsedad creen estar conven- cidos, y las que, sin embargo, ejercen en su dnime una influencia mds o menos grande, pero siempre incontestable? Pues si esto se ve sobre pun- tos en que es tan fécil demostrar su completa falsedad, como en materia de los muertos aparecidos, gqué serd cuando se trate de otra clase de ideas que, por set mds susceptibles de discusién, o por tenerse menos motivos de meditar con frecuencia sobre ellas, se arraigan definitivamente en nuestro espiritu, por mds falsas ¢ inadmisibles que sean? En estos ca- sos, los errores que, por falta de un cultivo propio de las materias corres- pondientes, hayan Megado a inculcarse en nuestra alma, formarén la base real, aunque muchas veces ignorada o disimulada, de todos nuestros actos, © por lo menos de un gran numero de ellos. ¢Quién, que haya cultivado un poco de las ciencias naturales, no ha tenido frecuentes ocasiones de sorprenderse de las nociones falsas, y tal vez debiera yo decir, de las papa- rruchas que circulan entre hombres mds ilustrades en otras materias, pero que, en vittud de [a educacién incompleta que recibieron, nada conocen, por ejemplo, de las leyes de Ja organizacién y de la vida? ¢Quién no ha visto admitidas sin dificultad y aun con cictta satisfaccién, las teorfas mds 14 absurdas y contradictorias sobre las funciones vitales de todo género, sobre las combinaciones quimicas, y aun sobre los fenémenos fisicos y astrond- micos un poco superiores? Por este motivo ha podido decirse con sobrada razén, que en ciertas materias, el vulgo no se encuentra sdlo entre los ignorantes. Asi se comprende que personas de igual aptitud intelectual, pero que por falta de educacién, suficientemente homogénea, y ademds, suficiente- mente general, dejan presa en su dnimo a toda esa serie de errores a que tan expuestos nos vemos desde nuestros primeros afios, principalmente en virtud de la descuidada y fatal educacién que hasta aqui se ha dado al sexo femenino, de quien forzosamente recibimes nuestras primeras nociones del mundo y del hombre: asf se comprende, repito, que personas de igual in- teligencia y capaces de racionar con igual precisién ieguen, de la mejor buena fe, a conclusiones diametralmente opuestas sobre puntos que a to- dos parecen igualmente obvios, y observen por lo mismo en la prdctica una conducta mds 0 menos apuesta: asi se comprende la diversidad de creencias religiosas o politicas: ast se explica, en fin, la completa anarquia que teina actualmente en los espiritus y en las ideas, y que se hace sentir ineesantemente en la conducta préctica de todos. No basta para uniformar esta conducta con que el Gobierno expida leyes que lo exijan; no basta tampoco con que se nos quiera atetrorizar con penas mds o menos terribles, o halagar con recompensas infinitas en la vida futura, como lo hace la religién. Para que la conducta practica sea, en cuanto cabe, suficientemente arménica con las necesidades reales de la sociedad, es preciso que haya un fondo comin de verdades de que todos pattamos, mds o menos deliberadamente, pero de una manera constante. Este fondo de verdades que nos han de setvir de punto de partida, debe presentar un cardcter general y enciclopédico, para que ni un solo hecho de importancia se haya inculcado en nuestro espiritu sin haber sido antes so- metido a una discusidn, aunque somera, suficiente para darnos a conocer sus verdaderos fundamentos. Ahora bien; sélo la edad en que se acostumbra hacer los estudias pre- paratorios, es la propia para satisfacer esta necesidad de la sociedad actual, necesidad que todos sienten, pero que pocos explican. Pero para Henarla por el tinico medio capaz de conseguirlo, que es una educacién sisteméti- camente calculada pata este fin, se necesita que ésta sea igual para todos, cualquiera que sea la profesién que deban abrazar, pues por mds que estas profesiones patezcan disimbolas, todas deben obrar de consuno, porque todas tienden a un mismo fin, que es el bienestar social, y todas deben partir de principios concordantes. La Compafifa de Jestis, a quien nadie ha negado nunca una profunda y nunca desmentida sagacidad para escogitar los medios més adecuados a los fines que se proponfa, comprendié, desde sus primeros pasos, las inmen- sas vetitajas que una educacién perfectamente homogénea y dirigida por ella en todas las clases influyentes de la sociedad, debia darle para unifor- 15 mar las conductas conforme a sus deseos: y en efecto, su principal empefio fue el de apoderarse de la educacién y ef de hacerla idéntica para todos. Nada, ni gastos ni sactificios de todo género omitié jam4s para lograr este fin, cuya inmensa importancia comprende todavia, y a pesat de su deca- dencia, lucha atin por no desasirse de este inmenso elemento de influen- cia social. 2Cémo es, me preguntaré usted, que a pesat de la posesién en que los jesuitas estuvieron por tantos afios de ese elemento poderoso de domi- naciéa moral, las generaciones presentes han acabado por sustraerse mds o menos completamente a su tutela? La respuesta a esta pregunta se encuen- tra toda en Ia segunda condicién que, conforme a lo arriba dicho, debe tener toda educacién fundamental. El motive por que los jesuitas no lo graron, sino de una manera pasajera, el fin que se proponian, fue que la educacién que bajo sus auspicios se daba nunca fue y nunca pudo ser suficientemente enciclopédica. Esos ditectores de la juventud estudiosa, siempre tuvieron necesidad de dejar fuera de su programa de estudios fun- damentales, multitad de conocimientos de la mds alta importancia préctica. Unos porque ain no se habfan desenvuelto fo bastante para que se hiciese sentir sv importancia en su época, otros, porque se consideraban erténea- mente como propios sélo pata el ejercicio de ciertas profesiones, y casi todes porque Jas verdades que daban a conocer entraban en un conflicto, a veces latente y a veces manifiesto, con las doctrinas y con los dogmas que ellos se proponian conservar. La quimica, la historia natural, la astro- nomia realmente cientifica, y aun una buena parte de la fisica, se encontra- ron por estos motivos excluidas del programa general. Las matemdticas, sdlo en su parte mds elemental lograron siempre formar parte de aquél. Sin embargo, la necesidad de no abandonar un terrenc que tan opimas cosechas prometia, abrié el paso a una gran parte de Ja fisica experimental, y una educacién matemética menos incompleta formé parte de los cursos de filosofia que en fos diltimos afios se redactaban para uso de sus escuelas, asi como algunas nociones algo mds precisas de cosmograffa. Pero por una parte, el remedio Hegaba un poco tarde, y por otra, éste era todavia in- completo y parcial. El Trivio y después el Cuadtivio, como se llamaba en aquella épeca, nunca constituyeton un conjunto de nociones bastante ge- neral pata no dejar fuera de su reciato multitud de hechos que a cada instante se presentaban espontdneamente a la observacién, y sobre los cuales, por lo mismo, cada cual era Arbitro de darse las explicaciones que le pateciese, por més irracionales que pudiesen ser. Ahora bien; esta ancha puerta abierta al error y, sobre todo, esta facilidad que semejante método trae consigo, de dejar correr sin contradiccién y acreditarse como ciertas las mds contradictorias concepciones relativamente a un mismo hecho, su- puesto que éstas habfan de emanar de las inspiraciones populares, o de cualquier otta fuente que no fuera el estudio de los fendmenos mismos que se tratan de comprender y de explicar, debia, por precisién, esterilizar todos los esfuerzos que por otra parte se quisiesen hacer para mantener 16 Ja unidad de doctrina y la homogeneidad de opiniones. Ya lo he dicho, uh solo camino que se deje al error, una sola fuente de neciones reales que se abandone a la arbitrariedad y al capricho individual, es bastante para hacer abortar todo wn plan de educacién, por més bien combinado que parezca en lo restante. El estudio de la naturaleza no es un medio de formarnos un conjunto de opiniones ciertas y positivas, que puedan setvit- nos de base segura en nuestras especulaciones tedéricas 0 en nuestra con- ducta practica, sino a condicién de ser completo, y de no dejar ninguno de los hechos generales y fundamentales que forman conjunto, sin tomat de él nociones bastantes para comprenderlo en lo que tiene de mas esen- cial y en sus relaciones con los demas fenémenos. Dos motives, como usted ve, contribuyeron poderosamente a hacer fracasar el plan de los jesuitas: primero, el mdvil retréprado que lo habia inspirado y que por sf solo hubjera bastado para hacer abortar los mds bien combinados esfuerzos; y segundo, el caractcr incompleto y parcial que por precisidn tuvo que dar a la educacién de la juventud. A pesar de estos dos poderosos motives, el resorte social de que su- pieron apoderarse es de tal temple y trascendencia, que los padres de la Compafila consetvan adn influencia en la sociedad, aunque a la verdad, ensanchanda siempre, a pesar suyo y s6lo arrastrados por el torrente de Ja opinidn publica, el programa de la ensefianza secundaria. Una educacién en que ningtin ramo importante de las ciencias natu- tales quede omitido; en que todas los fendmenos de la naturaleza, desde los mds simples hasta los mds complicados se estudien y se analicen a la vez tedrica y précticamente en lo que tienen de mds fundamental; una educacién en que se cultive asf a la vez el entendimiento y los sentidos, sin el empefio de mantener por fuerza tal o cual opinién, o tal o cual dog- ma politico o religioso, sin el miedo de ver contradicha por los hechos esta © aquella autoridad; una educacién, repito, emprendida sobre tales bases, y con sélo el deseo de hallar la verdad, es decir, de encontrar lo que real- mente hay, y no fo que en nuestro concepto debiera haber en los fenéme- nos naturales, no puede menos de ser, a la vez que un manantial inagota- ble de satisfacciones, cl més seguro preliminar de la paz y del orden so- cial, porque él pondrd a todos los ciudadanos en aptitud de apreciar todos les hechos de una manera semejante, y por lo mismo, unifotmard las opi- niones hasta donde esto es posible. Y Ias opiniones de los hombres son y serdn siempre el mévil de todos sus actos. Este medio es, sin duda, Jento; pete gqué importa si estamos seguros de su eficacia? equé son diez, quin- ce o veinte afios en la vida de una nacién, cuando se trata de cimentar el Gnice medio de conciliar fa libertad con la concordia, el progreso con el orden? El otden intelectual que esta educacién tiende a establecer, es Ja Ilave del orden social y moral que tanto habemos menestez. Estos motivos, que serfan por si solos bastantes para fundat sobrada- mente l2 conveniencia y la necesidad de uniformar fa cducacidn preparato- tia, y de darle un cardcter mds completo de lo que hasta aqui habia podi- 17 do hacerse, no son, sin embargo, los tinicos que militan en favor de esta importante mejota inttoducida por las leyes vigentes de la Instruccidn Publica. Otros motivos Idgicos y otras considetaciones prdcticas de la mis alta importancia, tanto social como individual, hablan también en su avon. En efecto, si es cierto que el buen método es 1a primera condicién de todo éxito; si, como dice un gran filésofo: “Los hombres, m4s que doc- tinas, necesitan métodos; mds que instruccién, han menester educacién”, todo Jo que conttibuye a inculcar en nuestro dnimo los métodos mds pro- pios, més seguros y més probados de encontrar la verdad, debe introda- cirse con el mayor empefio en Ja educacién de Ja juventud. Bajo este res- pecto, nada es comparable al estudio de las ciencias positivas, para grahar en el dnimo de los educandos, de una manera prdctica y por lo mismo in- deleble, los vetdadetos métodos con la ayuda de tos cuales la inteligencia humana ha logrado elevarse al conacimiento de Ia verdad, Desde los més sencillos raciocinios deductivos hasta las mds complicadas inferencias in- dactivas, todo se pone sucesivamente ante sus ojos, no por simples reglas absttactas, incapaces las mds veces de ser comprendidas y mucho menos de ser puestas en uso, sino haciendo practicamente cada dia o viendo he- chas Ias mejores aplicaciones de dichos métodos. Las matemdticas, que partiendo de un cortfsimo mimero de verdades fondamentales, Ilegan de consecuencia en consecuencia, por medio de la mds irreprochable ilacién, hasta las verdades mds remotas y a veces ines- peradas, pero no por esto menos seguras, serén siempre la mejor escuela en que tedos podrdn aprender las verdaderas reglas practicas de la De duccién y del Silogismo. La simplicidad de las matetias que forman el verdadero dominio de las matematicas, y el riguroso método légico que esa misma simplicidad permite, hacen de esta ciencia el mejor medio de prepararnos a emprender después, con menos peligro de errar, ottas es- peculaciones més complicadas. La utilidad del estudio de las mateméticas, muy grande ya por las verdades que directamente ensefia y que son diaria- mente aplicables en multitud de citcunstancias de [a vida comin o profe- sional de todos les individuos, es todavia infinitivamente mayor bajo el punto de vista del método que emplea, con el que necesariamente nos connaturalizamos, aun sin echatlo de ver, al hacer su estudio, y el que pot lo mismo aplicamos después con facilidad y precisién. Permitame us- ted que copie aqui lo que sobre este punto dice J. Stuart Mill en su “Lé- gica del raciocinio y de la induccién”: “El valor de la instruccién matemd- tica, como preparacién para mds dificiles investigaciones, consiste no tanto en fa aplicabilidad de sus doctrinas, sino en la de su método, Las mate- miaticas serdn siempre el tipo perfecto del método deductive en general, y la aplicacién de las matematicas a la parte deductiva de las ciencias fisicas, constituye la mejor escucla en que los filésofos pueden aprender la parte mds diffcil ¢ importante de su arte, el empleo de las leyes de los fenédmenos mds simples con objeto de explicar y de predecir los més com- 18 plejos. Estos fundamentos son mds que suficientes pata creer que los ta ciocinios matemdéticos son la base indispensable de una verdadera educa- cién cientifica, y para mirar (de conformidad con el dicho que se atribuye a Platén) a todo el que carece de estos conocimientos, como falio de la condicién mds esencial pata el cultivo fructuoso de los mds elevados ra- mos de la filosofia’. (Mill. A System of Logic rationative and inductive). éNo le parece a usted extrafio que después de todos estos motivos tan evidentes y que, no diré ya justifican, sino exigen que el estudio de las matemdticas se ponga como inttoduccidn a los otros y se haga obligatorio igualmente a todos los alumnos, haya todavia, entre petsonas que pasan por ilustradas, quien pregunte c4ndidamente: gpara qué pueden servir las matematicas a los abogados, pot ejemplo? ¢A Ios abogados que son pre- cisamente los que, en el curso de su profesién hacen el mds frecuente y el més dificil uso del raciocinio deductive, es decir, del método que las matematicas estén precisamente destinadas a ineulear y perfeccionar? La interpretacién de Jas leyes, hecha por el juez o por el simple abo- gado, no es, segtin demuestra el autor citada, sino una deduccién silogistica; y la utilidad del silogismo, en Ja época actual, no es otra que la de servir de instrumento de incerpretacién. ¢Cémo, pues, la ciencia que lleva [a idgica del silogismo a su mds alto grado de perfeccionamiento, y de la cual es la mejor escuela, podria reputarse por imitil? El hébito antifiloséfico de no considerar en los estudios preparatorios sino la aplicabilidad directa de las doctrinas, y no el método, ha podido sélo acteditar la opinida de que [os estudios superiotes de la matemdtica trascendente son initiles, y no faltaré quien diga que hasta nocivos para los abogados y los médicos. Pero si se reflexiona que tales estudios, y en general todos los preparato- rios, son una verdadera gimndstica intelectual, destinada a fortalecer y desarrollar nuestras aptitudes o facultades diversas a la wez que a regla- mentarlas, todas las objecciones que pudieran hacerse a estos estudios desaparecen. Nadie objeta a la gimndstica corporal la perfecta inutilidad efectiva de todos y cada uno de los esfuetzos musculares que la constitu- yen, porque ven en ellos un modo de desarrollar los 6rganos, y no un medio de alcanzat resultados directos, utiles por si mismos. ¢Por qué no apreciar en la misma forma la gimnéstica espiritual? Aun suponiendo que lo que es cierto de la gimndstica corporal lo fuese también de la men- tal; aun concediendo que algunos de los ramos que durante esta ultima se cultivan, quedasen sin aplicacién posible ulterior, lo cual es més que du- doso, y que se olvidasen completamente como muchos suponen, exagerando lo que en realidad pasa, el vigor intelectual que dejan tras si, y la logica rigurosa que inculcan, no se pierden jamds y se utilizan en cada acto de la vida, tanto especulativa como practica. La educacién, es preciso repetirlo, la educacién intelectual es el prin- cipal objeto de los estudios preparatorios; la variada y sdlida instruccién que ellos proporcionan es una ventaja inmensa y, sin embargo, secundaria 19 si se compara con fa que resulta de Ia disciplina mental a que nos acos- tumbran. Después del estudio de las matemdticas se ha colocado el de cosmo- gtafia o astronomia elemental, por la razén de que enzre todas las ciencias ésta es, después de Ia mecdnica, Ia que se ocupa del estudio de fos fené- menos mds simples que se presentan realmente en la natutaleza, y porque en ella, asi como en la mecdnica (que se estudia como introduccién a esta ciencia y a la fisica), se hacen las més esponténeas y perfectas aplicaciones de los teoremas matemdticos. Ademés, las sanas nociones que sobre el verdadero mecanismo del sistema césmico se dan en ella, y los numerosos errores que con sdlo esto se disipan desde luego en la mente de los edu- candos, hacen de este estudio, y han hecho desde hace ya algiin tiempo, una base indispensable de toda educacién regular. La fisica lega después, la cual, ocupdndose de propiedades més com- plicadas de los cuerpos, exige ya la aplicacién de nuevos métodos y de nuevos medios de investigacién. En las matemiticas, que sdlo se ocupan de] mimero, de Ia extensién y del movimiento, prescindiendo de las demds propiedades de las cuerpos, el método deductivo habia podido ser suficien- te por si solo; y Ia induccién, reducida a los procedimientos elementales y esponténeos, propios para establecer sus axiomas fundamentales, ha po- dido pasar casi desapercibida. Pero ya en Ja fisica, sus verdades mis ele- mentales tienen un car4cter mds francamente experimental y de la obsetva- cién, mientras que en la astronomia, la pura observacidn es el nico me- dio que tenemes de investigacidn. Asif, primero raciocinio puro, después observacién como base del ra: ciocinio, y luego, observacién y experimentacién reunidas, van formando Ia escala I6gica por la que debe pasar nuestro espititu al caminar desde las matemdticas hasta la fisica, en donde todavia se hace frecuente e impor- tantisimo una de los teoremas y de los métodos matemdticos para las investigaciones que son de su resorte. Viene después la quimica, en donde el método experimental adquiere su més completo desarrollo, y en donde por lo mismo Ia induccién es ef procedimiento Mégico predominante. Aqui las propiedades que se estudian en los cuetpos son mucho mds numerosas y mucho mds complicadas, y asi el espiritu va poco a poco ascendiendo en complicacién de ideas y en complejidad de métodos. Llegan después los cstudios relativas a los fendmenos de los seres vi- vientes (botdnica, zoologia): aqui la observacién, la experimentacién, [a comparacién, son los medios que nos proporcionan los conocimientos que en estas cienclas se adquieten, y Ja escuela por lo mismo en que nuestras facultades mentales deben adiestrarse, no sélo en el uso de los dos primeros medios de investigacién, que ya se habian puesto en practica en el estudio de las ciencias anteriores, sino también en el de la compatacién que, o no se habia empleado para nada, o se habia hecho de él un uso muy elemen- tal. Como en el estudio de los seres vivientes, las propiedades que somete- 20 mos a nuestto andlisis son infinitamente mds complicadas, los medios de observacién de que hacemos uso son también mucho més numerosos. Asi, mientras en la astronomfa sélo hacemos uso del sentido de la vista, en la fisica nos servimos, ademas, del tacto y del ofdo, y en la quimica echamos mano del olfato y del gusto prescindiendo casi enteramente del oido; pero en el estudio de Ja organizacién y de la vida, todes los sentidos son de grande utilidad y todos se ejercitan a la vez. El importante artificio Idgico de la nomenclatura, cuyas ventajas para la claridad y precisidn de los conceptos y de las ideas, asf como para su mas facil combinacién, son tan nototios y tan importantes que Condillac y su esenela han podido sostener, con cietta apariencia de verdad, que una ciencia no es otra cosa sino una lengua bien construida, en ninguna parte puede aprenderse y practicarse mejot que en la quimica, cuya nomenclatura ser4 siempre el tipo que deba uno proponerse en toda construccidn de este género, asi como también Ja terminologia botdnica, con cuya ayuda se pueden consignar como en una fotografia los caracteres mds fugaces y més minaciosos del més insignificante vegetal, sin que esta descripcién tan detallada deje por esto de ser admirablemente Jacdnica. Peto et fo que aventaja a todas las otras ciencias en el estudio de la historia natural, y muy sefialadamente el de la zoologia, es en la practica y cultiyo del mds importante de los artificios Iégicos; quiero hablar del arte de las clasificaciones. En ninguna parte se ha elevado este arte a mds alto grado de perfeccién, porque en ninguna podria encontrar reunidas las condiciones necesayias para su desarrollo y porque en ninguna era tam- poco més indispensable, en vittud de la inmensa variedad de seres que tenfa que estudiar: si se quiere, por lo mismo, comprender y poseer a fondo esta parte del método, que es y serd siempre un preliminar indis- pensable de toda medida practica y de toda especulacién tedrica, es preciso estudiarla en la ciencia que le ha sabido dar las mejotes y més importantes aplicaciones. Todas las reglas tedricas que pudiesan datse pata hacer bien wna clasificacién, serian enteramente perdidas, si no nos hubiéramos adies- trado y ejercitado en clasificar los seres que mds se prestan a ello por su inmensa variedad unida a sus profundas y multiplicadas analogias. Por esta complicacién de métodes y de doctrinas que caracterizan el estudio de los seres vivientes y de fas funciones que les son propias, y por el auxilio que pata el estudio de éstas se saca de los conocimientos acu- mnulados en las otras ciencias, sin los cuales, todos los actos vitales, aun los més elementales serfan enteramente incomprensibles, se han puesto estos estudios después de los de las ciencias fisicas y quimicas, que vienen a continuacién de las mateméticas y de la astronomia, en la cual se ha podido estudiar la aplicacién més racional, mds fecunda en resultados, y al mismo tiempo més sobria y seguta de otro importantisimo artificio légico, las hipétesis, de que esta Ultima ciencia se sirve a cada paso con un éxito completo, y adonde, por lo Ultimo, habrd siempre que it a buscar los me- 2 jores ejemplos y las mds seguras reglas para su uso en otros casos més dificiles, EI estudio de la geografia y la historia se han dejado para el tercero y cuarto afios, porque para poder comprender la primera necesitan los co- nocimientos que da lq cosmografia, sin los cuales todas las nociones de polos y paralelos, de meridianos, de climas, etc., serian enteramente pre- matutas. La historia se ha colocado después de la geogtaffa, o concuttente con ella, porque asi se facilita el estudio de ambas y se hace més ameno. Las consideraciones puramente [dgicas, vienen, pues, como las consi- deraciones sociales de que primero hice mérito, a justificar y sancionar la hecesidad absoluta de que en Ia educacién preparatoria todos los alumnos recortan el ciclo completo de las teorfas cientificas, sin cuya condicién no podrén nunca considerarse suficientemente preparados para desempefiar sus respectivas funciones sociales, con el acierto y el tino que exigen la estabilidad y el progreso. Estas consideraciones me conducen, naturalmente, a hablar a usted antes de apreciar ottos motivos menos generales, aunque siempre muy propies para fundar la tesis que vengo sosteniendo, de otra dislocacién que se ha hecho de uno de los ramos més importantes de los estudios pre- paratorios, y que por este motivo ha llamado la atencién de muchas per- sonas y ha sido objeto, segtin he Ilegado a saber, de algunas criticas, aun- que como las otras, siempre vagas y fundadas sdlo en la rutina de lo que acostumbra hacerse. Desde luego comprenderd usted que quiero hablar de Ja légica e ideologia, las cuales, en los planes antiguamente seguidos se ponian siempre como introduccién a los estudios filoséficos y cientfficos; mientras que, en el que actualmente rige, sc han colocado como corona- miento y recapitulacién de todos ellos. Esta importante modificacién revela y resume en sf misma todo el espiritu profundamente filoséfico que ha presidido a la distribucién y al orden con que deben seguirse los cursos que forman los estudios prepa- ratorios. En efecto, ya sea que se considere Ja légica como arte o ya como ciencia, supuesto que ambos caracteres reine en Ja opinién de las personas m4s competentes, su estudio abstracto, tedrica y sistemdtico, tal como puede y debe hacerse en un caso especial, no puede venir sino después de que los diferentes métodos ldgicos y los diversos artificios de que se vale el entendimiento hymano para llegar a [a evidencia se hayan hecho prdc- ticamente familiares a los educandos, a la fuerza de ponerlos y de verlos puestos en uso en los estudios cientificos que sucesiva y gradualmente han ido recorriendo. Ningin arte, en efecto, es susceptible de aprenderse puramente en abstracto, y con entera independencia de las aplicaciones a que esta destinado. Lo inverso es lo que se observa constantemente en el desarrollo de todos ellos, y lo tinico también que es capaz de dar un re. sultado prdctico y positivo. Primero se aprende a ejercitar las operaciones correspondientes, y luego vienen las reglas tedticas, que no pueden ser otra 22 cosa sino la sistematizacién y el perfeccionamiento de aquello mismo que antes se habia ejecutado de una manera puramente espontdnea y empitica. Entonces se perciben con una claridad inesperada, los motivos de ciertos procedimientos de que se habia hecho uso, sin explicarse la verdadera ra- z6n de las ventajas que con su empleo se habjan logrado, y las dificultades de todo género que con ellos se habfan vencido. Entonces se sabe apteciat con suma facilidad la importancia de ciertas reglas abstractas de método que, expuestas desde el principio, hubieran parecido ininteligibles o super- fluas, pero que, formuladas como un verdadero resumen de lo que se ha ejecutado ya con buen éxito en las dificiles investigaciones cientificas, se grabardn profundamente en el dnimo, como medios preciosos de que podemos echar mano para superar las dificultades de método que, en nues- tras ulteriores especulaciones tedricas o investigaciones prdcticas, puedan presentarse, Dos son tnicamente los caminos que el entendimiento humano puede seguir en la investigacién de la verdad: la induccién y la deduccién, La primera, partiendo de lo particular a lo general, o de lo menos a lo més general; lq segunda, procediendo de lo general a Jo particular, o de lo mas a lo menos general, pero siempre procurando pasar en ambos casos de lo conocido a lo desconocido. Y bien, uno y otro de estos dos caminos para Iegar a la evidencia, se han recorrido de una maneta incesante du- rante el estudio que han hecho ya los alumnos, desde las matemdticas hasta la zoologia, segtin he procurado hacer ver en las consideraciones que pre- ceden, comenzando principalmente por la deduccidn que es incuestionable- mente el mds f4cil de entre los mézodos de inferencia, del cual fas mate- maticas ofrecerdn siempre la mds exacta y rigurosa aplicacién, y conclu- yendo con la induccién que es el camino de todos los descubrimientos, el venero unico de donde el espiritu humano puede sacar verdades realmen- te nuevas y desconocidas. Las dificultades de ambos métodos y los medios accesorios, aunque de Ja més alta impertancia, con que estas dificultades se han logrado vencer, tales como la cbservacién, Ja experimentacién, el uso de jas hipdtesis, el artificio de las clasificaciones y de Jas nomencla- turas, etc., todo es ya en esta época conocido de los alumnos, y conocido ptecisamente en sus mds ttiles y brillantes aplicaciones; de suerte que, cuando ven formuladas las dificiles y complicadas reglas de estos procedi- mientos, los ejemplos cientificos propios para ilustrarlas surgen espontd- heamente en su espfritu, y la conveniencia y necesidad de aquéllas se in- culean en él pata siempte. Este curso prdctico de Iégica, que gradual y progresivamente han ido haciendo los alumnos al pasar del estudio de unas a otras ciencias, es Ja mejor preparacién que pudieran tener para hacer con provecho el curso tedrico y abstracto de légica, en el cual podrén ya discernir y apreciar de- bidamente el valor y las dificultades de cada uno de les procedimientos del método y de las cuestiones que a él se refieren, 23 En el antiguo sistema, un curso de Iégica se reducia a un estudio ele- mental del ptocedimienta deductivo, con el cual no se lograba otra cosa que conocer en abstracto las reglas del silogismo y el modo de sacar con- secuencias de un conjunto dado de proposiciones univetsales. Pata lograt en este arte alguna prdctica se emprendian de ordinario Jas mds insulsas y anticientificas disputas, con tal de que ellas pudiesen dar lugar a la formacién de una serie m4s o menos prolongada de silogismos, lo cual no podia menos de pervertir el espiritu y cl cotazén de los jévenes acostum- brdndolos a gaster su tiempo en cuestiones impertinentes, sostenidas con la mas insigne mala fe. Por este motivo, y aun por los ejemplos que or- dinariamente se escogen en los tratados de Idgica para ensefiar lo que es silogismo, y los casos en que cumple con las reglas que la ldgica le marca, este poderoso instrumento de inferencia y de rigurosa interpretacién ha Hegado poco a poco a desacreditarse hasta el grado de que, muchos lo repu- tan como una vana traba, y como un todeo pueril que a nada conduce y que nada ensefia. ¢Qué se puede aprender, en efecto, en silogismos como ef siguiente, que vemos por ahi en los cursos de Idgica: “Todo metal es cuer- po. Todo plomo es metal. Luego ¢todo plomo es cuerpo?” ¢Qué hay de nuevo en esa conclusién, que no fuese ya perfectamente conocida pata el que habia puesto o admitido la proposicién mayor? Por el contrario, ha- ciendo ver a los alumnos que todo el curso de matemdticas que han segui- do, y la geometria muy particularmente, no es otra cosa que una serie de silogismos perfectamente ilados, y en virtud de los cuales se ha llegado a verdades realmente nuevas e inesperadas, desde Inego se persuadirdn de la importancia y de la utilidad de ese poderoso medio de deduccién y de las condiciones a que debe satisfacer. Pero hay otto inconveniente todavia mds grave en la colocacién que antiguamente sc daba al estudio de la légica, y es que éste tenia forzosa- mente que reducirse al simple estudio del raciocinio deductivo, mientras que la induccién, que es la verdadera fuente de todos nuestros conocimien- tos reales, y de la cual tienen que partir hasta nuestras inferencias deduc- tivas, se omitfa en los cursos de Idgica, o se hablaba de este procedimienta importantisimo coino de une cosa insignificante y muy obvia. De aqui resultaba que cuando Jes educandos llegaban al estudio de las ciencias positivas y de los fenédmenos efectivos de la naturaleza (al de Ia fisica por ejemplo), y veian que ni una sola de las verdades fundamen- tales de esta ciencia se han obtenido a fuerza de silogismos, como ellos debfan naturalmente esperar, en virtud de lo que en légica se les habia hecho creer; cuando reconocian que las mds importantes reglas del sifogis- mo sé violan a cada paso en estas ciencias, y que, sin embargo, se llega en ellas a nuevas y muy importantes verdades, toda la fe que hasta alli po- drfan haber tenido en cuanto se les habia ensefiado, debia desaparecer casi totalmente, reduciéndose de esta suerte la tarea de fa enseflanza a un trabajo estéril y semejante al de Jas Danaides. De dos o weds particulares, se les habia dicho, #usca se puede inferir una proposicién universal; y, 24 sin embargo, no hay una sola proposicién universal en las ciencias que no tenga por fundamento tinico observaciones singulares y, por lo mismo, proposiciones particulares. Si nosotros sabemos que los cuerpos tienden hacia el centro de la tierra; que los metales son buenos conductores de Ja electricidad; que el oxigeno se combina con el hidrégeno para formar agua; que los mamfferos, aun cuando vivan en el agua tienen pulmones; si todas las verdades, en fin, de las ciencias, pueden y deben formularse en proposiciones universales, también es de todo punto cierto que ninguna de elias se ha inferido de otra proposicién mds universal por via de de- duccidn, sino que todas son generalizaciones inductivas, cuya unica base son hechos particulares. A veces, un solo hecho es bastante en las ciencias pata formular una proposicién universal; y la conclusién tiene siempre ma- yor extensién que las premisas. De esta manera los conocimientos que se iban adquiriendo después, se iban poniendo en contradiccién con los que se habian adquitido antes, y el escepticismo y el desaliento se inculcaban en el dnimo de los jdvenes desde sus més tiernos afios. Se les habia ensefiado a sacar consecuencias de las proposiciones uni- versales que se les daban; pero ni una sola palabra se les decfa del modo con que ¢sas mismas proposiciones universales podrian llegar a formular- se ni sobre qué bases debian descansar. Sélo una autoridad divina o hu- mana, pero en todo caso incontrovertible, podfa legitimamente servir de base a Ia légica deductiva, considerada bajo el punto de vista que se le podia dar. Y, en efecto, asi se practicaba siempre; las proposiciones uni- versales no tenfan, no podian tener, mds prueba que una autotidad que no estaba sujeta a discusién. Desde luego comprenderd usted, supuestos estos antecedentes, la es- pecie de antipatia que el espiritu moderne, naturalmente propenso a de- sechar toda autoridad gue no sea la de los hechos, debia sentir por esta Iégica que a su vez rechaza, como una consecuencia natural de sus princi- pios, la autoridad de Ja observancia, y que sdlo puede servir para inter- pretar o conocer el valot de férmulas o proposiciones tenidas ya por in- dudables, pero de ningtin modo para encontrar éstas. Desde luego se dard usted cuenta de esa especie de divorcio que por tanto tiempo ha existido entre los Iégicos y los que cultivan las ciencias naturales, pues mientras los primetos se aferran en no cultivar sino la pura deduccidn los otros fundaban y perfeccionaban con sus investigaciones y sus descubrimientos, Ja induccién; mientras los unos sdlo querian interpretar y, las mds veces, sélo repetir en términos precisos las proposiciones ya conocidas, los otros jiban en busca de proposiciones o verdades realmente nuevas. Los primeros daban por supuesto que nuestros antecesotes lo habian sabido todo por revelacién o intuicién y que, nibil novus sub sole; los segundos, dejando a sus competidores en esa tarea de ardillas de revolver incesantemente textes envejecides, y aun con frecuencia simples méximas o teglas gene- rales de conducta, se ocupahan en observar, en generalizar y en experi- 25 mentar, pata hacer progresar las ciencias y enriquecerlas con hechos o verdades generales en Jas que ni sofiaron los antiguos. Asf se explicard usted el hecho, al parecer extrafio, de que en ciertas materias, los que por mds Idgicos se tienen, llegan con una naturalidad que encanta, de silo- gismo en silogismo, a las consecuencias més extravagantes, consecuencias que ellos se creen sinceramente obligados a admitir, pero que el buen sentido rechaza. Diariamente cncuentra usted en politica y sobre todo en materia de administracién, ejemplos deplorables de estas abertaciones que no dependen de otra cosa sino de que tales personas no conocen més 1é- gica que la del silogismo, y quieren inflegiblemente aplicarla a todo asun- to, aun a aquellos en que menos cabida puede tener. Esta clase de personas, a quienes el buen sentido piiblico estigmatiza con el nombre de fedricas, son el fruto natural de la edycacién incompleta y viciosa que hasta aqui se ha dado, mientras que los hombtes prdcticos no salian de los colegios sino por excepcién. El cultivo oportuno de las ciencias experimentales y de observacién, familiarizindolos con ta légica inductiva, los habria eurado, o més bien, los habria preservado del desarro- flo de esa mania de deducir indefinidamente consecuencias de ciertas méxi- mas que podran ser muy buenas como reglas habituales de conducta, pero que no deben jamds aceptarse con ese cardcter absoluto que el silogismo necesita dar a los axiomas para que puedan servirle de punto de partida. Sélo por medio de ese conjunto de estudios convenientemente eslabonados, podsé hacetse la debida conciliacién entre fa teorfa y la practica, entre la abstracto y lo concreto. El exceso opuesto, caracterizado por una tendencia itteflexiva, pero muy comin, a dar a lo que se cree apoyado en la observacién o la experi. mentacién un valor que no tiene; ese error en que incutren multitud de petsonas que se tienen por practicas y que afectan un desprecio sistem4- tico de lo que ellas Iaman feorias, en virtud del cual estén prontas a ad- mitir los mayores absurdos, con tal que se les presenten apoyados con algunos hechos que parezcan favorables a su modo de ver, sin examinar el valor de esos hechos, y sin reflexionar ni comprender que no son Ios hechos mismos, sino la interpretacién que a ellos se da, Ja que es favorable a su opinidn; esa exageracién del valor real de la experiencia y de la ob- servacién, que es la base de todos los chatlatanismos y la tnica explica- cién del ascendiente que logran sobre no pocas personas ciertos delirios modernos, tales como la homeopatia o el espiritismo; esa tendencia pseudo practica, en virtud de Ia cual ciertas personas creen haber satisfecho cum- plidamente a las mds fundadas objeciones contra una explicacién inadmi- sible, cuando pueden decir: es an hecho, yo lo be visto, y contra los becbos no bay argumento; esa especie de enfermedad mental cuyo sintoma predo- minante es un injustificable orgullo que nos conduce a erigirnos en jue- ces Unicos de las cuestiones cientificas que menos comprendemos; esa propensida a querer decidir con una simple vista de ojos las més arduas di- ficultades de la ciencia; esa peligrosa ceguedad que nos inclina a acordar 26 una ilimitada confianza a hechos mal observados y mucho mas mal inter- pretados, cuyo menor inconveniente es el de dejar, como dice Diderot, nuestra je y nuestras creencias a merced del primer saltimbangui, s6lo pue- de hallar un eficaz remedio en un conocimiento suficiente, a la vez prdctico y tedrico, de !a legitima induccién y de las condiciones indispensables de una buena experimentacién, El estudio de las ciencias que han sabido hacet el mejor y mds fecundo uso de la experimentacién, tales como la fisica, la quimica, la biologia, etc., es el mejor, o mds bien el unico correc- tivo capaz de ir poco a poco extinguiendo el abuso de la generalizacién jaductiva, al mismo tiempo que, como acaba de decir a usted, se opondra eficazmente al exagerado racionalismo deductivo. La combinacién de estos dos importantes métodos, o mejor, de estos dos procedimientos de! método, ayudando con todos Ios artificios de que el entendimiento humano puede echar mano para Megat al descubrimiento de la verdad y pata formular [as concepeiones que nuesttas necesidades reales, tanto especulativas como practicas exigen, es lo que debe constituit hoy tn curso de Iégica. Pero cuanto Ievo expuesto hasta aquf, no puede dejar duda de que semejante curso sélo puede emprenderse con esperanza de éxito cuando fa inteligencia esté bien desenvuelta y cuando se conozca ya prdcticamente el uso de todos ellos; es decir, al fin de los estudics preparatorios. E] argumento sofistico y superficial que alguna vez se ha querido hacer valer contra esa mejota, y que se funda en que, dejar Ja légica para lo ul- timo equivale a decir que ella no es necesatia para las investigaciones que se han debido hacer con anterioridad, no puede ya subsistir un momento después de las explicaciones que he procurado dar a usted, de las cuales se desprende claramente que, lo tinico que se deja para lo iliimo es la légica abstracta considerada como arte y come ciencia especulativa, pero no fa légica préctica y concteta, de Ja cual toda Ia serie sucesiva de conocimien- tos que se han ido inculcando constituye un curso prdctico y completo. La ideologia y Ia psicologia, no pudiendo ni debiendo ser otra cosa que el estudio de Jas leyes a que estén sujetas las mas nobles y elevadas facultades del hombre y también, por lo mismo, las mds complicadas, no podian venir sino después de los demds estudios, la mayor parte de los cuales (como las leyes de la vida orginiea, por ejemplo) fe sirven de base indispensable, o concurrentemente con 1a légica, que no es en el fondo otra cosa, considerada como ciencia, sino el estudio de las leyes a que estd sujeto el espfrite humano en una de sus més importantes fun- ciones. Veamos ahora si las consideraciones puramente practicas, y si el interés individual de los alumnos se opone a estas exigencias sociales y de método, o si pot el contratio, el interés individual se pone de acuerdo con las nece- sidades generales, viniendo asi a demostrar la perfecta armonfa que por fuetza debe existir entre todas las verdaderas necesidades. a7 El ptimer deseo que naturalmente debe tener todo el que trata de elegit una carrera, ya sea para sf, ya para las personas que de él dependan, serd el de hacer la eleccién en conformidad con las inclinaciones y con la capacidad de los interesados; pues de esa suerte el éxito se asegura de antemano y todas las dificultades se allanan por si solas. Para lograr este fin, que estd enteramente de acuerdo con los verdaderos intereses de la sociedad, a la cual perjudican tanto esas profesiones adoptadas y ejercidas sin gusto y sin aptitud, nada puede ser mds eficaz ni més seguro que demorat Ja eleccién definitiva de profesién, hasta el tiempo en que, en virtad de una edad mds avanzada y del conocimiento que se ha tomado durante los estudios preparatorios de todos los métodos y de todas las doctrinas que constitayen el vasto campo de la ciencia, el alumno puede ya con perfecto conocimiento de causa y con maduro juicio, seguir el consejo de Horacio, de calcular con precisién lo que puedan y lo que rebusen aguantar los hombros. La conducta que hasta aqui se habia seguido de hacer una eleccién tan dificil y trascendental, desde fos primeros pasos que se daban en la carrera de los estudios, no podfa menos que exponer a frecuentisimos ettores y a decepciones Jastimosas, obligando muchas veces a los alumnos a perder un tiempo precioso, y a retrogradar algunos afios pata tomar el hilo de los estudios pteparatorios necesarios a otra carrera. Note usted qué inconsecuencia tan palmaria: la doctrina de la predestina- cién divina ha sido abandonada hace tiempo en teoria, por la inmensa mayorfa de los tedlogos, y en Ja prdctica, por la Iglesia entera. Esa eleccién previa de fos hombres para tal o cual destino ha parecido, ademés de contradictoria a la justicia y a la equidad divina, muy poco propia para garantizar el buen desempefic de un cargo; asi es que la Iglesia Catélica, a pesar de sostener como un dogma Ja infalibilidad de su jefe, y que goza constantemente de Ja proteccién directa de la divina inteligencia, ha esta- blecido como regla general e invariable de todas sus provisiones y nombra- mientos, que éstos hayan de hacetse siempre 2 posteriori, es decir, después que los candidatos han manifestado tener las dotes indispensables para ello. Desde ei Papa hasta el tiltimo tonsurado, estén sometidos a esa garantia de acierto; solamente los padres de familia y los defensores de estudios especiales y diferentes desde que comienzan, ereen podet, y aun debiéramos decir, creen deber eximirse de esa precaucidn. Fiados en un Espfrita Santo particular, del que la Iglesia no hace mencién, predestinan a sus hijos, y en general a Jos alumnos, a una carrera particular sin apelacién, y también sin conciencia, pot no consultar sus aptitudes ni su voluntad muchas veces. Todos esos inconvenientes quedan obviados con hacer los estudios unifor- mes y completos para todos. Las razones que suelen alegarse para que los estudios preparatorios sean diversos para cada cattera, y limitados sélo a lo estrictamente indis- pensable para el ejercicio de cada profesién, no merecerian después de lo que ya he dicho a usted contestacién alguna, si no fuera porque, a fuerza de repetirlos muchas personas que no han tenido tal vez ocasién de meditar 28

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