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Cuando Luca finalmente se va, baja por la escalera y se cruza con varios invitados que ya

llegan. Elena Llobet le agradece que haya venido a trabajar esa noche; lo dice despacio,
como cuando habla en castellano, con una ancha sonrisa. Ha ido a la peluquera y su
cabello luce brumoso, ms oscuro que nunca; lleva una blusa de un material brillante, que quiz
sea seda pero que sin duda no la ha fabricado el gusano en la morera.
Se aleja escaln a escaln Luca, y arriba quedan sonando las risas, las voces, los
saludos. Se aleja y pasa la puerta, hacia la calle. Eleva la mirada y ve el balcn de Elena Llobet,
iluminado, con las siluetas que se acercan a la noche, a la ventana.
Al pasar por el costado de Santa Mara del Mar acaricia las piedras de la pared. Ha habido un
concierto de rgano y las puertas estn abiertas, la baslica tiene todas las luces
encendidas, an sale gente que comenta con entusiasmo la msica escuchada.
Llegan hasta Luca voces, fragmentos de conversacin, suspiros, ruidos humanos que se
entrecruzan, ganan la noche y se desvanecen. Vuelven a sonar y se detienen entre s. Ella
escucha y permite a sus orejas ser el centro de su cuerpo, su corazn, la raz que la ata al
mundo. Orejas de animal de bosque, de mamfero nocturno, de personaje de cuento con
brujas, de extraterrestre solitario varado en el planeta Tierra.
Se encamina hacia la calle Montcada. Mezclada en medio de un grupo de turistas, camina,
despaciosa.
Piensa en Lisa. Piensa en Lisa.
Andrea Blanqu, de Atlntico. Alfaguara, Uruguay, 2006.

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