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Secretaria técnica: Margarita 8, Ponti Asesoramiento artistico: Oscar Diaz Diagramacion: Gustavo Valdés, Alberto Oneto, Diego Oviedo Coordination y producci6n: Natalio Lukawecki, Juan Carlos Giraudo ©1982 Centro Editor de América Latina $. .. Junin 981, Buenos Aires. Hecho el depdsita de ey. Impresa en le Argentinw Distibuidores en ta Repdtica Acoentin CComposiciin: Créfiea Integral, Av. Pueyrredén 1538, 4° piso, Suenox Aires, Imoreso en anero be 1982 en Macchi, Pedro Echagde 9074, Cur. nos Aires La foro de apa fur temase por Juan Carlos Yankovic Las feministas en la Argentina y “de mujeres". y del socialismo. En el namero 9 de La vida de nuestro pueblo: Los movimientos de mujeres Antecedentes de los mismos en las tiltimas décadas del XIX. Situacion de la mujer a comienzos del XX. Las organizaciones “feministas”, “femeninas” Los ciclos de fa lucha: hasta la Primera Guerra Mundial, hasta 1930 y hasta 1947, Discusiones dentro del anarqui: Insercién de la mujer en el aparato productivo. La batalla por el derecho al sufragio femenino. Lamedicina popular Guillermo E.Magrassi y Juan Carlos Radovich Endonos en las postrimerias del siglo XX, caracterizado entre otras muchas ‘cosas, por un desme- surado desarrollo tecnolégico, cien- tifico y econémico para ciertos sec: tores de una estrecha franja del hemisferio norte de! planeta, mien: tras el resto seguimos sumidos en si tuaciones de subdesarrollo que pre- sentan distintos tonos de gris, nos encontramos a menudo con otros anacronismos que se reflejan en el comportamiento de las sociedades cuanto entre los individuos que las conforman. Las. variaciones que la cultura adopté y adopta desde los albores de la humanidad es un hecho con sumado, irrevocable y aceptado. Sin embargo, dicha aceptacion es deja- a en el olvido cuando entran en conflicto ciertos valores y prejui ios. Tal es el caso de las practicas médicas, Entre los miltiples desafios que el hombre ha debido enfrentar en pro de su subsistencia, se encuen tran la enfermedad y la posibilidad de la muerte como consecuencia de aquella. En esta relacion o en- frentamiento, ha ido elaborando una muy variada gama de estretegias derivadas de la conjuncién de los valores, creencias y conocimien- tos que su grupo posee a partir de la recreacion de su entorno natural sumadas la innovacién y el présta- ‘mo cultural, Una sola medicina? La medicina hoy es la historia de la medicina, el conocimiento uni versal sobre’ el tema. Pero en mu- chos paises la historia de la medici- na es solamente la de la medicina “occidental”. Es asimismo la dnica que se ense fia al mas alto nivel educativo for- mal y cuya practica se fomenta y se 1 El misionero jesuita Florian Paucke vida de los indios mocobies en Sant la actividad del curandero de la tribu 1o sefalaba el episn Universidad Nacional de Tucumdn, 1943} En nuestro pais, la recurrencia a pricticas no avaladas, generalmente desconocidas, incomprendidas y condenadas por la mayoria de los profesionales de la medicina cientifica-occidental es no sélo habitual sino muy difundida. permite allf donde otras précticas médicas s6fo se toleran o se persi- guen. En nuestro pais, la recurrencia a précticas no avaladas, generalmente desconocidas, incomprendidas y condenades por la mayorie de los profesionales de la medicina cien- tifica-oecidental es no s6lo_habi: tual sino muy difundida; ya que hasta los propios detractores decia- rados recurren en ocasiones a algu- nna de sus expresiones. El primer paso para la compren- sion del tema es el de admitir la existencia de otros modelos y préc- as médicas que englobamos en la comin denominacién de “‘popula- res” 9 “tradicionales”, por otor- garles un nombre y por no decir “no oficiales” o “no occidentales” evitando incurrir en malas interpre: taciones. No olvidemos que “alli donde {a cultura oficial deja un va- fo, el pueblo recurre a la propia. Y la medicina popular no es una ex- cepcion en este sentido”. Configuracion de nuestra medicina popular A grandes rasgos, pueden di guirse los siguientes perfodos y mo- ‘mentos historicos en la configura: cién argentina de la medicina po- pular. Un largo primer periodo abarce- ria la mayor parte de nuestra histo- ria indigena (12.000 afios por lo menos) en el que cada uno de nues- tros pueblos aborigenes tuvo_ su propio modelo de practica médica, sin que se descarte e) intereambio cultural con etnias vecinas. Los res- pectivos shamanes, sus variantes y especialidades, cubrian gran parte de las necesidades de atencién cuya resolucién no se encontraba en manos y conocimiento del comin. Dichos modelos subsistieron mu- cho después del arribo y afinca- miento de los primeros conquista- dores europeos quienes, a su vez, portaban junto a sus enfermedades su propia medicina popular, princi- paimente ibérica. Fueron ‘algun de ellos quienes dejaron constancia escrita de diferencias, similitudes y méritos respectivos. Por entonces, todavia eramos “indios” “‘vivaces, robustos, longevos, llenos de sa- lud” como decian los europeos, consignando que “la enfermedad es més rata” y reconociendo que “la mayoria de las que en Europa lle- nan las casas y las tumbas de cadé- veres, son ignorades.”* Entre otras herencias, parece le- gamnos de nuestros antepasados indigenas el diagnéstico popular del estado de enfermedad por inape- tencia, ya que el mismo europeo constataba con sorpresa que “la mas breve repugnancia de alimento es tenida como signo evidentisimo de enfermedad” y que “cuando el enfermo recibe un poquito de co- mida, aunque de ningin modo esté curado, cantan en triunfo por el peligro superado,”> Podemos consignar a esta etapa, correspondiente al primer momen- to de la conquista y colonizacion, ‘como todavia de intercambio cultu- ral, ya que los europeos no sabfan cémo curar las dolencias locales ni conocian los valores curativos de plantas y animales nativos para tra- tar las propias enfermedades que importaban. De la misma forma que atin los més sabios de nuestros abo- igenes carecian de medios y reme- dias para responder a éstas, debien- do recurrir a las escasas artes de sus propios conquistadores. Estamos seguros del valioso aporte de nues ‘tra medicina indigena al desarrollo ulterior de a medicina occidental en este periodo ya que tan sélo “alguna hierbecilla que la Providen- cia concede a los miseros indios cura més répida y seguramente cual: quier enfermedad que los remedios elaborados por artificio humano, comprados con mucho dinero y que ‘@ menudo son indtiles para la en- fermecad y siempre perjudiciales al bolsillo de fos enfermos,""* como el mismo cronista misionero reco- nogia hacia 1784 en lo que parecen ser herencia colonial y profecia que, sobre el tema, alcanza 2 nuestros dias. Estos 200 afios en que fuimos parte del Virreinato del Peri,, pode- Mos designarlos como de acultura- ci6n, que para el caso de algunos de Nuestros aborigenes fue inicial y para otros, de neta deculturacién o etnocidio. En cuanto a los aspectos de salud, se caracteriza este mo- mento del perfodo colonial por la simbiosis tanto de enfermedades como de précticas médicas, en una primera configuracién de’ nuestra medicina popular. Peninsulares, criollos y mestizos fueron amalga mando junto a negros, mulatos, zambos ¢ indios, diagndsticos y te: rapias propias de les peculiares ver- tientes etnicoculturales que moldea- ron cada region cel pais cultural. Podemos ejemplificar esta etapa ‘con lo ocurrido en las misiones gua- ranitico-jesuitas, en cada uno de cuyos pueblos habia “cuatro o cin co curuzuyés” (portadores de la cruz) que recorrian todas las casas dos veces al dia pare informarse de los enfermos. Estos enfermeros indigenas aleccionados por euro- peos “entendian de medicina y se valfan de las muchas yerbas salu: tiferas que allf se crian”®, bien que todavia “eran pocas las enter- medades que afligian a los guara- nies” hasta 1767." La situacin cambid en el mo- mento siguiente del mismo perio do colonial, coincidente con el tiempo en que fuimos Virreinato del Filo de la Plata y extendiendo hasta bastante después de nuestra primera etapa de independencia, la de Espafia. Se puede denominar este lapso como aculturacion acele rada respecto de nuestras etnias aborigenes dominadas, a la vez que de simbiosis final en cuanto a la configuracién de nuestra cultura mestiza. Comienza entonces el dis tanciamiento criofo entre el campo y las “grandes aldeas” y en estas surgen el Protomedicato, la sanidad militar y los hospitales regidos por una hermandad de sacerdotes cat6- licos menores, los enfermeros betle- mitas que “curan enfermos con bo- tica’””. Nuestra cultura y biotipo gaucho, ‘més indio que mestizo y més mestizo que espafiol”, genera en su émbito campesino, “cima: rrén” 0 de “‘peén-soldado”, un tipo de “‘curandero” que coincide en la persona “sabia”, “entendida” “curiosa’, generalmente anciana y buena consejera, que se proyectara en la etapa siguiente en algo asi como el "viejo Vizcacha’” Podemos ubicer la nueva etapa entre el_ momento en que aparece la ensefianza de la medicina en nuestras universidades {época de Ri- vadavia) y hasta las primeras denun- ccias sobre las consecuencias sanita- 3 rigs y sociales de conventillos e in- quilinatos efectuadas desde fa céte- dra (de Guillermo Rawson, hacia 1873). Junto a las luchas entre con- servadores ¥ liberales se produce el estancamiento de las economias re: gionales y el comienzo de notables diferencias entre el interior del pats y el litoral que se abre a Europa. za a difundirse la medicina occidental en su prestacién privada 2 partir de profesionales extranjeros Y nativos, pero no alcanza al pais real que queda marcado con tenaz persistencia por la respectiva ra(z indigena en sus rasgos peculiares. Pese a la laicizacién creciente, 3¢ mantiene y aumenta en las ciudades el culto sanitario de ciertos santos oficiales importados (San Benito ‘Abad, San Benito de Palermo, San Roque, Sante Lucia, etc.) a los que se agregan algunos _americanos (Santa Rosa de Lima, San Martin de Porres) y en provincias, San Isi- dro Labrador, "San Santiago buen jinete”, “San Juancito buen pas- tor”, se consubstancian o sincre tizan con mitos indigenas al igual que ciertas advocaciones de la Vir- gen Marfa. Se produce la persecusién del gaucho (del Martin Fierro) y segu- Famente también la de su “curan- dero”. Algunos de sus representan- tes _se_refugian en el anonimato “orillero” junto a indios.sobrevi- vientes de los “malones blancos al desiorto’” y negros supérstites de la peste, que se diluyen como margi- nados ante el naciente aluvion inmi- gratorio. Otros “yuyeros”, “arregla- “comadronas” 'y brujas, permanecerén en el campo como depositarios de este saber popular. Caracteriza la etapa siguiente la gran inmigracion de ultramar y se inde desde que ¢| pacto liberal- conservador consagra la nueva Re- publica (en 1880) hasta casi finales de la Segunda Guerra Mundial. Se exprese en el litoral ¥ alguna de les grandes ciudades por la presencia de diversas _medicinas populares europeas y sus practicantes, mez- clados con nuevos brujos, astrolo- gos, tarotistas y nuevos cultos r giosos. En el interior y la campafia se consolidan las medicines popu: lares de mezcla indigena peninsu lar (sobre todo ibérica y en algunas partes itélica). La medicina cient 4 fica de las ciudades, librada a les posibilidades privadas, alcanza nivel similar al europeo por parte de des- tacados profesionales locales. Le presencia masiva de médicos extran- jeros de diversa procedencia debe de haber dado origen en este tiem- po al distanciamiento en la relacién médico-paciente a que nos referi- remos més adelante, ya que, si bien se trataba de médicos de familia y maletin andariego, el hecho de no ser paisanos (del pa‘s), egar évidos de progreso social e imbuidos de facionalismo, acentué las disten- cias socio-culturales. Es el momen fo en que organizan valiosos hospi tales de comunidades extranjeras en la Capital Federal, 2 la vez que femergen los “grandes curanderos” que podriamos denominar todavia campesinos 0 “gauchos” como Pan- cho Sierra, 0 suburbanos como la Madre Marfa. En las desprotegidas provincias por su parte, se gesta el culto masivo de demanda sanitaria a las diversas canonizaciones popu lares (el degoliadito, la finada Ra- monita, el gaucho ‘Lega, San La Muerte, San Son, Almite Sivila, Juana Figueroa, Pedrito Sangieso, Bairoletto, el Linyerite, el Peladito} permsneciendo el “‘curanderismo”” focal : El’ momento siguiente se podria ubicar entre 1943 y 1955 y se iden- tifica por las migraciones internas y de paises limitrofes, Se produce en- tonces un doble camino de inciden- cia de practicas médicas que con- cluirén configurando las caracteris. ticas propias de nuestra medicina popular dentro de un proceso que se podria denominar de recultura ci6n. Por una parte, la expansion de la medicina occidental hacia el inte rior del pais (por efecto de fa poli- tica social y sanitaria oficial) y por otra, la filtracion de las medicinas populares lugarefias en la medicina popular urbana (a partir de la radi- cacién en periurbanas, de campe- sinos, provincianos y ‘mestizos de paises vecinos). Despliegan su accién ciertas Comunidades Tera- péuticas (Escuela Cientifica Basilio y. algunos "panchosierristas”) alcanza gran difusion la creencia en la_ intervencién sanitaria de la Difunta Correa, Ceferino Namun- curd y La Telesita entre otros. La’presente etapa habria comen- zado luego de 1955 y xe va carac terizando por el traspaso de la aten- cidn de salud al campo privado, el auge durante un cierto perfodo de los servicios sociales sindicales, el mantenimiento 0 acentuacion de las diferencias regionales, la escasa de- clinacion de las tasas de los indica- dores de salud, los cada vez més ele vados costos de prestacién médica y productos farmacéuticos, especia- lizacién y tecnificacion acrecenta- da, que han llevado @ una mayor despersonalizacién y distancia social entre profesionales y pacientes y que, sumados a una cierta pauperi- zacién general, han desembocado en un nuevo auge de la medicina popular y la recurrencia al “curan- dero” por parte de todos los sec- tores sociales (a la vez que una mayor demanda sanitaria de vincu- lacion religiosa que, en el caso de los catélicos, se extionde de San Pentaleén a San Cayetano). Cuando no estar es estar mal en Cuando uno no se siente bien re- ccurre a si mismo y a la propia expe- riencia anterior y al projimo y a la suya. Pero de pronto uno se siente mal, ya_no es simplemente que no se siente bien, aunque todavia se rehise a emplear para sf la palabra mal, como si el s6lo hacerlo fuera peor. Y cuando uno se siente mal siempre recurre a otro: un fami- fiar, un amigo, un entendido, un médico (doctor 0 “curandero”). De cualquier manera, las res. puestas vendrén de uno o la mezcla de los modelos de practica médica que trataremos a continuacién. Medicina occidental Cuando 10s europeos "descu- brieron" 0 mejor dicho “"cubrie~ ron” los otros pueblos del mundo, se produjo un intercambio de enfer- medades que lleg6 a causar estra- g0s. Pero también una concentra ci6n paulatina en Europa de nuevos conocimientos ~sabiamente acumu: lados por milenarias culturas de nuestra América y otras regiones— que contribuyeron 2 modelar la medicina occidental. En la actualidad, este modelo concibe a la enfermedad como una El tratamiento de las enfermedades ha sido siempre para las comunidades indigenas una lucha contra los esptritus mégicos que atacan al paciente. El shaman, curador del grupo, exhibe como elemento fundamental para su tarea la sonaja 0 maraca que, gracias a su movimiento y sonido, ja dos males ruptura de mecanismos de regu: lacién biologica, psicologica y social su etiologia, como una relacion ana litica de cause-efecto; su diagnés: tico, como fruto de exémenes, and- lisis 'y pruebas; el tratamiento y la prevencion, como una accion raclo- nal_2 niveles sintomaticos y etio: ldgicos. Los agentes de salud son los médicos, odontélogos y para médicos, bioquimicos y farmacéuti 0s. Los servicios de salud estén diseftados jerarquicamente en hhospi ‘ales, sanatorios, clinicas, consulto rios ¥y puestos sanitarios, de depen- dencia oficial, privada'o mutual: ‘obra social-comunitaria. Los medi- ‘camentos son producidos industrial- quimicamente y controlados por empresas generalmente_monopoli- cas y multinacionales. La formacién del personal esta institucionalizada en establecimientos universitarios y escuelas técnico-profesionales. El ejercicio de la medicina, reglamen- tado, se separa explicitamente de otros aspectos de la cultura: reli gion, costumbres, arte; (aunque Ultimamente se ha’ dado cierta aten- cin a la musicoterapia). Para su propio estudio utiliza el método serialista y analitico que ordena los datos conforme su propia estruc- tura légica: Patologia, Clinica, Te- repéutica. La préctica cientifica es también le que proporciona, muchas veces a su manera e interés, las estadis- ticas que se pueden manejar para su andlisis, estudio 0 posibilidad de evaluacion igualmente cientifica. En la época moderna —y con va- Tiantes segin les sociedades y sus sistemas imperantes— este modelo cientifico-formal-institucionalizado corresponde prioritariamente a los Estados en sul organizacién, coordi. nacién, estructura, funcionamiento y control, En le Repéblica Argenti- , si bien se desconoce la exten: 6n real del modelo, se estima que alcanza al 75% de ia poblacién y especialmente al sector urbano, aunque en forma parcial.* Este sistema alcanz6 durante el siglo que transcurre un acelerado desarrollo, sobre todo especializado y tecnolégico, de enorme potencia- lidad en beneficio de las poblacio- nes. Sin embargo, su creciente “apa: ratologia” y otras caracteristicas trajeron consecuencias no previstas 5 El payé “Hay payés inofensivos, amuletos © talismanes que ayudan a quien los lleva a afirmarse mejor sobre el caballo en la doma, a ‘cerrar’ el cuerpo a las balas ‘al arma blanca (San La Muerte) a tener fuerza. Para esto tiltimo, es muy indicada la pequefia imagen de San Son. © una de San Marcos. . . Pero otros payés otorgan poder sobre Jas personas. Les plumas del ‘caburé (mejor si son las de las alas) hacen de los mozos conquistadores infalibles. Algunas mujeres conocen payés que mantienen a sus maridos pegados a sus faldas pero, ‘en este caso como en otros, esa pasion impuesta se verifica en perjuicio de la salud mental del ‘empayado’. (...) Don Edmundo atendid a una chica venida de Buenos Aires (hasta Corrientes). Estaba como loca, se tiraba al suelo, no hacia caso a nadie. A las nueve de la noche se la llevaron ya las once, segiin él, estaba bien. Le dio un yuyo para hacerla devolver y la mujer vornité un caramelo que habia comido hacia dos dias. Al revisarlo, el curandero descubri que tenia pelos, un pedacito de cinta y pétalos de flor Bstaruilla de San La Muerte a Plumas de eaburé adheridos. Lo hizo enterrar y la joven pisé ei lugar en forma de cruz. Un poco de agua bendita terminé de expulsar al mal y al dia siguiente ta muchacha volvio para agradecerle. (....) En una villa det conurbano portefio, Alcides va al médico y esté muy contento con las facilidades que en este sentido tiene el barrio. ‘Hay enfermedades que aqui no se conocen’ --nos decia~ ‘y que los médicos no saben curar’. ‘Como el payé’, aclaré. . . ‘El payé es como un bicho que se entra por las orejas y le come a la persona, dentro de la cabeza, dejéndola como loca. Cuando esté asi, seguro que es alguien que le puso el payé. ‘A veces esos bichos van al estomago y lo comen. El curandero sabe cémo expulsarlos. Los hace salir. .. Un vecino de ahi empez6 cierta vez a tener conduetas raras. Lo llevaron al hospital y luego al manicomio. A pesar del tratamiento médico, el hombre se sentia mal. Ahora se esté tratando con tun yuyero y se siente mucho (Tomado de: Ratier, Hugo: La medi- ina popular, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1972, p. 48, 73, 82 y 83). que han afectado sensiblemente los mecenismos de concepcién de la enfermedad en su triple relacién sefialade, distanciando los aspectos fisico-biologicos de los psicologicos y olvidando comGnmente los socia- Jes. Como consecuencia de todo ello se produce un reconocimiento general y un mayor acercamiento Popular hacia otras précticas mé- ‘cas 0 modelos de respuesta. ‘Medicina popular América es el producto histé- ‘ico de la mezcla de diversas raices aborigenes con variados elementos europeos y africanos. La medicina de sus pueblos, por lo tanto, no es nii_ puede ser una sola. Las vigentes précticas médicas populares encar- nan la confluencia de determinados aspectos, conceptos y acciones de las medicinas aborigenes, las medi- cinas populares europeas, ciertos aspects derivados de las medicinas africanas y algunos elementos de la medicina cientifica occidental que ‘alcanzaron a popularizarse en su universalizacién. Asi ocurre en la medicina popular de la Argentina. Este modelo concibe a la salud y 2 la enfermedad de un modo que dependeré de 10s factores cultu rales de las respectivas configura ciones regionales, adoptando for- mas variadas. Entre los elementos que inciden en la enfermedad, este sistema reco- noce tanto los factores naturales co- mo socioculturales, personales 0 sobrenaturales. Las formas de diag- néstico, igualmente amplias, pue- den incluir no s6lo aspectos eviden- ciales_y empiricos sino también os intuitivos 0 videnciales. En la medicina popular, la terapéutica 0 tratamiento de la enfermedad es empirico (fundado en la experien- cia) e incluye un amplio repertorio de técnicas, adecuadas a los espe- cificos cuadros de diaanéstico. El agente de salud es uno mismo, la familia, 0 el médico populer, “cu- randero’’'o “‘curador’” en alguna de sus muy variadas expresiones. Este actéia en una relacion y contexto interpersonal y es reconocido como iagnosticador. terapeuta y a veces psicoterapeuta eficaz por sus segui- dores. Estos ““médicos populares” ‘suelen ser perseguidos, considerén- doselos incursos en “ejercicio ilegal de la medicina”” que se encuentra oficialmente reglamentada. No obs- tante ello “las ideas, creencias y précticas mantenidas por la tradi cién popular, aparte o en contra de lo aceptado' por la cultura domi ante en el medio en que se presen- ta’? evidencian la perpetuacion de este modelo a través del tiempo; cello y su acrecentada vigencia ac ‘tual hablan a las claras de su efi- cacia, a la vez que de las carencias y falencias de otros aspectos y mo- delos. En nuestro pais se carece de da- tos adecuados y estadisticas al respecto pero “se puede afirmar sin mayor riesgo de error que el 80 % de la poblacién ha concurrido al- guna vez en su vida a hacerse aten- der por algin ‘curandero’. De la misma forma que, un 20 % se atien- de preferentemente a través de este modelo y un 5% solo a través de ate Sin pretensién de cubrir el ampli- simo espectro de afecciones, dolen cias, consecuencias, dificultades 0 desequilibrios de salud que tratan los “‘curadores populares”, se con- signan en la Argentina los si ‘mal de ojo” u “oj “empacho”, “culebrilla”, “susto”, “"dafio", “‘gualicho 0 payé”, "mal aire”, “mal de tierra”, “agarrar la tierra”, la. violacién de prohibicio- nes, la’ “mala fuerza” y el “mal de matriz”, la desubicacién del feto, su “enmantado” (envuelto en mem- branas placentarias), las verrugas, los panadizos, el dolor de muelas, los sabafiones, las hinchazones 0 “corrimiento”, ciertos traumatis- mos 6800s, el’ reuma, la torticolis, el “golpe ‘de aire”, la ciética, tu: mores, alergias, asma, acné, ciertas infecciones | y._ ““agusanamientos”, “mataduras", hematomas, ulcera ciones, quemaduras, el “costado” o neumonia, la falta de ligrimas, cier- tas deficiencias oculeres, fungosis, neurosis, fobias y manias. La recurrencia a la medicina po- pular se halla por demés generali- zada en el seno de la familia y es por ello que distinguimos: Medicina familiar Es la més popular de las medici- nas, ya que es ejercida por Ia totali- Durante sus entrevisias ‘terapéuticas, Pancho Sierra calmaba el dolor de sus acolitos con el agua fresca que extraia del ajibe de su estancia y la sugestin provocada por su vor. Muchas décadas después, sus seguidores ‘atesoran medallas, extampitas y estatuillas que lo representan. Enel siglo XIX comienza a difundirse la medicina occidental en su prestacion privada a partir de profesionales extranjeros y nativos, pero no alcanza al pais real que queda marcado con tenaz persistencia por la respectiva raiz indigena en sus rasgos peculiares, dad de las gentes, sin distincién de origen, edad o clase social. Variante de la medicina popular, muchas de las terapias que util Zamos en el seno del hogar son imi tacién © popularizacién de algunas de las que emplean los doctores de la medicina occidental. En casa, se- gin la propia tradicion familiar, se ecurre a una 0 ambas de las genera- izaciones de aquellos modelos mé: dicos en forma indistinta, En la medicina familiar existe todo un variado repertorio de do- lencias o malestares que se curan domésticamente, sin recurrir a los médicos (doctores o “curanderos”). Generalmente la mujer de la casa suele ser quien realiza los diagnés- ticos, en especial en lo que respecta a 0s nifios que son quienes més atencién y cuidado reciben en lo que a la salud y su control concier- ne.! Fiebre, tos, decaimiento, dolor y falta de apetito son con frecuencia algunos de los sintomas que nos alertan acerca de la presencia de ciertas enfermedades. Las estrategias terapéuticas que se utilizan en esta medicina domés- a suelen ser producto de la expe- riencia anterior 0 del consejo. Nos hallamos as/ ante el fenémeno de la automedicacién, tanto de los pro- ductos de laboratorio adquiribles en el libre comercio, cuanto de los bre- bajes, ungdentos 0 tratamientos su geridos por las abuelas 0 el circulo familiar. Los profesionales _universitarios de la medicina alertan sobre los pe ligros de la automedicacién. Cierta mente que ellos pueden ser grandes en aquellos casos en que los produc- tos s6lo pueden expenderse bajo especifica receta médica y control de aplicacién, aunque ésto no siem pre se hace. Pero es honesto reco ocer que muchas de las acciones intenciones del alerta 0 la condena son en defensa de la profesionali- dad, de la insercidn laboral y de los intereses econdmicos de sectores, mas que de la poblacién y su salud fen general. Ello es mas agudo en un pais como el nuestro donde existe un médico cada 400 habitantes, tuna de las mayores proporciones en todo el mundo. Su distribucién espacial por jurisdicciones muestra los siguientes desfasajes: 1 médico 8 cada 145 personas en la Capital Federal contra 1 cada 1.600 aproxi- madamente en Santiago del Estero, Chaco, Formosa y Misiones, lo cual es un indicador mas de las perma nentes y crecientes diferencias regionales. Seria adecuado convenir que la automedicacién es un hecho cul- tural a la vez que un fenmeno que se incrementa, y que, bien orienta da, puede resuiter beneficiosa Las terapias a les que recurrimos en el hogar pueden ser asistemé- icas © inconexas, pero pocas veces ineficaces y casi nunca agrevantes (0 dafiosas. Desde quedarnos en la cama hasta colocarnos aceite, man- teca 0 una rodaja de tomate sobre una quemadura de escaso grado, beber algiin ““té de yuyos” como digestivo, colagogo o diurético, o algin emético (vomitivo), lexente, purgante 0 analgésico, integran las variadas técnicas que empleamos sin dudar de sus virtudes. Lavar bien con cepillo y jabén una herida poco profunda 0 verterle luego alechol 0 algiin otro desinfectante, aplicar compresas de agua fria o una bolsa de hielo en caso de fiebre, 0 apé- sitos de algodn y un elemento frio en la nuca en caso de hemorragia, nasal; barro ante una picadura de avispa; controlar el hipo bebiendo sorbos de agua sin respirar, levan- tando los brazos © concentrando la atencién en enrollar y desenrollar la manga de la camisa; hacer buches con una bebida alcohdlica para reducir un fuerte dolor de muelas; colocar hielo en un hematoma o un ‘tr0z0 de carne roja en un “ojo en compota”, son s6lo algunas préc- ticas de medicina familiar cuyo lis- tado total serfa casi imposible de efectuar. Algunos de sus aportes incluso han sido incorporados a ciertos manuales de primeros auxi- lios o similares bibliograffas de uso doméstico. Solo recurrimos a un especia- lista (doctor 0 “curandero”) cuan- do las dolencias 0 sintomatologia que petcibimos nos son descono- cidas e imposibles de contrarres- tar. Son los propios médicos univer- sitarios quienes se acercan a estos tratamientos domésticos cuando re- comiendan elementos frios o calien tes segtin el caso, reposo, aislamien- to, infusiones, etc., 0 incluso adop- tan, por ejemplo, como el més indi- cado tratamiento para la cicatriza- cién de ciertas heridas infectadas, una mezcla de azdear con limén. Ideas y creencias sobre salud y enfermedad Los conceptos salud y enferme- dad suelen ser faciles de precisar si se los define en forma contrapues- ta. Es decir, considerando a la salud ‘como el estado en el que esté ausen- te la enfermedad y 2 esta Ultima como la privacién de la salud. Aho- ra bien, si tratamos de definir con mayor exactitud y profundidad estos términos, comienzan las difi- cultades. Las creencias sobre salud y enfermedad son modeladas por los factores socioculturales, de alli que las ideas y significados que un pueblo dado otorgue 2 las mismas, seguramente serén distintas a las de cualquier otro pueblo. Wellin, enuncia tres regularidades que, en fo que respecta a enferme- dad, se han observado repetidamen- te: 1) La enfermedad, en cierta forma, es un hecho universal dentro de la vida de la humanidad; aparece en todos los tiempos, lugares y so- ciedades conocidos. 2) Para enfren- tar 0 reaccionar ante la enfermedad, todos los grupos humanos conoci dos desarrolian métodos y distri- buyen roles que estén de acuerdo con sus recursos y estructuras. 3) Pa- ra definir 0 conocer la enfermedad, todos los grupos humanos conoci- dos desarrolian una serie de creen- cias, experiencias y percepciones que estén de acuerdo con sys mode los culturales.”"? ‘Ademés, estos conceptos de sa lud y enfermedad se ven influidos por las peculiariedades bioldgicas y ambientales: las diferencias de talla entre un pigmeo y un watusi o la forma divergente en que el sistema cardiorespiratorio de un habitante del altiplano andino funciona res: pecto del de un poblador de zonas de llanura, condiciona el conceder la categoria de enfermedad o no a lo que resulte extrafio para el gru- po. De alli que haya estados psico- fisicos_considerados “enfermos” por algunas sociedades y “sanos”” Por otras. Por lo tanto, en la inter- relaci6n psiquesoma-cuitura, las pa tologias adoptan formas de lo mas fectuar augurios mediante el empleo de hojas de coca es comiin entre los curadores del noroeste argentino. Incluso para el hombre de pueblo, el sabor dulce 0 amargo del “aeuyioo” {e indica lo positvo 0 negativo de su situacié. (Foto: Sergio Barbieri variades en su aparente similitud La enfermedad, de cualquier for- ma, afecta al individuo de modo tal que lo obliga a abandonar o modi car las actividades y acciones que le son habituales, debiendo interrum pir o reducir algunas acciones pri- mordieles vinculadas a comer, ves- tirse, dormir, trabajar; etc. El “en- fermo” ocupa en ef seno de cual quier sociedad un status especial, que puede ser tanto privilegiado como rechazado, segin el caso. Mientras dura su enfermedad, su posicién siempre sera diferente de la de los restantes miembros de su grupo. En la mayoria de las culturas 0 civilizaciones, la enfermedad es algo que trasciende lo fisico-bioldgico y por lo tanto su tratamiento debe incluir acciones igualmente trascen dentes. Asi lo era entre los Inka y los Pureg (casta gobernante y pue blo campesino) donde las acciones conjuntas eran indispensables para devolver al estado de salud (Kamas ga 0 Allinkay) a quienes se encon: traban en estado de enfermedad (ofigoy). La salud para los andinos es algo que se obtiene por inter cambio, contraprestacién 0 recipro- cidad que debe realizarse siempre, preventivamente, y no sélo en oca: sién de su pérdida 0 decaimiento. Los pueblos semitas crefan que los enfermos no eran victimas ino- centes de la enfermedad, sino que ésta era enviada por Dios como cas- tigo por algin pecado cometido. En la Grecia cidsica, la salud era considerada como el bien supremo, mientras que la enfermedad era el producto de una corrupcion que desviaba a aquélla y que impedia al hombre su completo desenvol vimiento. Entre muchos otros pueblos, el enfermo, en un sinnimero de oca siones, es considerado victima de la intenci6n 0 accion provocada por otros hombres o “espiritus’” que lo han dafiado. Tal es el caso de la “prujeria” que consiste en dafiar a Un individuo provocdndole una difi cultad, enfermedad o muerte me- diante’ la manipulacién de elemen- tos fisicos 0 recursos psiquicos o sobrenaturales. Dicha manipulacién es generalmente realizada por un especialista (brujo) en la mayoria de los casos. Bajo este sistema, el 9 status de! enfermo se ubica en una situacién mégico-religiosa_ donde deben realizarse precisos y deter- minados rituales y ceremonias pre- establecidas para poder liberar a la victima de! mal al que fue someti do por fuerzes extrafias. En estos rituales, el rol principal correspon- de al “shamén”, hechicero, sacer- dote 0 “médico-brujo”, quien recu- triré a sus conocimientos especiali zados para restablecer la armonia en el doliente. Otros sistemas médicos Cada cultura ha deserratlado un modelo de medicina que posee una indisoluble ligazén con su peculiar vision del mundo. Asi, e! comporta- miento médico de los individuos y ‘de 10s grupos es incomprensible si se 10 aparta de la historia de la cultura de los mismos. En la India hay varios sistemas médicos que poseen una prolon- gada y fecunda tradicién. Entre ellos, la medicina Ayuryeda, basada en textos sénskritos (Sasruta sarn- hité, Cacaka sarnhitd), muchos de cuyos principios y fundamentos se encuentran intimamente vinculados con concepciones filos6fico-reli- giosas. En lo que respecta al origen de les enfermedades mentales, 10s chinos por su parte tienen dos tipos ca, explica la enfermedad como provocada por la desviacion del “recto camino” 0 Tao, lo que pro- duce el desequilibrio entre el ““yin’” y el “yang”. Por lo tanto, para poder desarrollar una vida normal se debe seguir una guia moral. La transgresion de esta guia o camino conduce a la enfermedad y el me dio paca recobrar la salud es retor- nando al Tao. La segunda explica- cién es la que se basa en las creen- cias populares y busca en las causes, sobrenaturales vinculadas a la bru- jeria la explicacion de este tipo de enfermedades. El shamanismo es una estrategia eultural aun extendida entre mu- chos pueblos del orbe. Se trata de tuna creencia magico-religiosa base: da en el poder que un especialista de la sociedad (shamdn) posee para 10 comunicarse con el “més alld” y de ese modo actuar como inter- mediario entre “los dioses"” y su pueblo. Dichos poderes le otorgan también ciertas habilidades y cono- cimientos para diagnosticar y curar enfermedades por medio de las més variadas técnicas. El uso de alucind- genos, la danza y el ritmo para lo- grar el trance, son elementos que general mente colaboran en el je” que el shamén realiza al émbito de los “seres supremos”. Por medio de esas técnicas “‘penetra” en el cuerpo del enfermo para extraer la nfermedad” tras luchar contra la misma en caso de tratarse de un espiritu dafiino. Otras veces utiliza a succién, la denza, el canto o la palabra para extraer los elementos que en forma intrusiva se instala- ron en el organismo de las victimas. El "payé” de los Guarant utili- zaba durante sus ceremonias curati- vas una diadema y un manto de plumas de garza que posefan pode- res especiales, al igual que los can tos terapéuticos que entonaba mientras danzaba en busca del trance, para poder localizar_asi el “mal” que aquejaba a su pacien te y succionérselo después. Tanto las acciones destinadas a provocar como a contrarrestar el “dafio"” salfan ser actos de 10 que se deno- ‘mina magia simpatica, donde se em- pleaba cualquier elemento para realizar con él lo que se queria pro- dueir en otra persona no obstante la distanci Los ‘machi’ entre los Mapuche reunian condiciones de médicos, herbolarios y sacerdotes, como la mayoria de los shamanes. Ademnés de las tareas terapéuticas, su mayor participacién ceremonial se produ- cfa durante el “’kamarijun” 0 roga- tive general, fiesta religiosa que sigue atin vigente en ciertas regiones de Chile y Argentina, vinculada en la actualidada ritos agrarios, habien- do tal vez tenido en el pasado una estrecha relaci6n con diversos mitos que en el caso argentino a veces mezclan elementos tehuelches con mapuches. Ya hemos mencionado que en ciertos pueblos, lo desafortunado, accidental 0 enfermante es un re: sultado © consecuencia de algo o alguien que quiere que ocurra. Entre nuestros pueblos indigenas andinos. el enojo de los dioses y duefios de los elementos naturales por faltas, ofensas 0 negligencias, ‘9 el contacto accidental con seres 0 elementos dafiinos (muchas veces iertos vientos, cerros 0 corrientes de agua) podian producir efectos tales como la caida, desprendi- miento 0 pérdida de’ uno de los ‘componentes animicos de la perso- nna, De la misma forma, un cataclis- mo 0 calamidad pablica que afecta- ba a buena parte de ta comunidad era considerada algo asi como una pena 0 castigo por alguna culpa co- lectiva. Ademés, ciertas personas Podian propiciar dafios en otras, Siendo las causas sobrenaturales, sus consecuencias debfan ser tam- bién establecidas en su origen y tra tadas para restablecer el orden y equilibrio violado, por medios igual- ‘mente sobrenaturales 0 propiciato- rigs de lo sobrenatural. Esto no im- pedfa que para las mismas afeccio- nes netamente naturales se aplica ran tratamientos derivados sobre todo de su vasto conocimiento her: tbotario (précticamente a todo vege tal se le atribuia alguna virtud cura tiva) y de los efectos en lo humano de ciertos elementos de origen ani- mal 0 mineral; a la vez que, en unos y otras casos, de acciones especia- les de un tipo que podriamos deno- minar ritual, preparatorio, propicia- toria, coadyuvante 0 decisive del resultado buscado. Mucho de todo esto sigue vigente en el Noroeste argentino. lés que conocidas, al menos en su alto desarrollo comparado, son algunas de las préctica médicas de nuestros aborigenes andinos, desde Paracas _(aproximadamente ‘en el 600 a.C. en adelante) en la costa sur peruana, hasta el Imperio Inka del Tawantisuyo (1430-1532). "Se gin la mitologfa inca fue Imai Mana Viracochan quien inicié a los hom: bres en el conocimiento de la medi cina. Les ensefié las plantas que cu ran y las plantas que matan y puso nombres a todos los rboles, a les flores y las frutas, como a las bes- tias, sabandijes y ‘demés animales. El hecho que en el antiguo Peri la medicina procediera de una inter- vencion divine condicioné su carde- ter e hizo que se desenvolviera den: tro de dos opciones: magico-religio- sa y empitico-racional. La primera tuvo sus representantes en los he- chiceros y brujos,:la sequnda en los

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