La equivalencia de los registros, R., S. I., fue rpidamente aceptada por la
comunidad lacaniana. Fue de suyo, si se quiere decirlo as. Casi una bajada de lnea, se inscribi en un horizonte ideolgico: lo imaginario no es el mal, ni lo simblico el Bien. As se estaba ms seguro de no hacer una ideologa lacaniana. Recordemos que las letras y el nudo producen la equivalencia. Las letras son intercambiables como los toros del nudo. No obstante el xito de la consigna y la calidad de los instrumentos, la cosa no es tan clara. En el seminario XXIV, por ejemplo, Lacan vuelve a utilizar los registros, diferencindolos, para situar la verdad, la mentira, la angustia y la geometra y deja implcitos al sntoma y la inhibicin (cf. Ornicar? n 17/18, ed. Lyse, Pars, 1979, pp. 8-10). La pregunta ms obvia queda de lado, la evidencia y la autoridad del Seminario la reprimen: por qu Lacan homogeniza los registros? Porque si mantiene la diferencia provee inicialmente de un sentido a lo real. Ya es mucho deca Lacan que le confiramos el sentido del Uno, pero a algo hay que aferrarse (cf. Ornicar? n 16, ed. Lyse, Pars, 1978, p. 12). Esta poca del Seminario trabaja sin sujeto. Toda suposicin (=sujeto) confiere sentido a lo real (lo real obliga a suponer). Y si lo que est en la mira de la investigacin es solo aprehensible fuera de sentido, se ve que la suposicin y la homogenizacin son cuestiones correlativas, se implican. Situadas as las cosas hay que concluir que la equivalencia de los registros no tiene un alcance general sobre la teora, como tampoco la tiene la idea de excluir al sujeto.