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(OBRAS DE JEAN LAPLANCHE EN ESTA BIBLIOTECA ida y muerte en psicoandlisis Laangustia Probiematicas T Castracién. Simbolizaciones Problemétioas I La subtimacién Probiemdticas Ii Et inconciente y el ello Problemdticas IV La cubeta. Trascendencia de la transferencia ‘Problematteas V [Nuevos fandamentes para el psieoansiisis ‘La seduceion eriginaria, 1a prioridad del otro en pstcoansisis “La pulsion de muerte en la teoria dela puletén sexals, fen Andeé Gi 1 Tkonen, Jean Laplanche, ero Rechardl, Hanna Segal, Danie! Widlocher y Ciiford Yorke, La pulsién de muerte El extravio biologizante de la sexualidad en Freud Jean Laplanche ~ Amorrortu editores Biblioteca de psicologia y psicoanslisis, Directores: Jorge Colapinto y David Maldavsky Le fourvotement biologisant de ta sexu Freud, Jean Lapianche © Synthélabo (colecei6n «Les empécheurs de pen- ser en rond), 1993, Traduecién, Silvia Bleichmar Unica edicién en castellano autorizada por Synthé- labo, Paris, y debidamente protegida en todos los paises. Queda hecho el depésito que previene la ley n? 11.723. © Todos los derechos de la edicién en castellano reservados por Amorrortu edito- res S. A., Paraguay 1225, 72 piso, Buenos Aires. La reproduccién total o parcial de este libro en forma idéntica o modificada por cualquier me- dio mecanico o clectrénico, incluyendo fotocopia, grabacion o cualquier sistema de almacenamiento ¥ reouperacién de informacién, no autorizada por los editores, viola derechos reservados, Cualquier utilizacién debe ser previamente solicitada. Industria argentina, Made in Argentina ISBN 950-518-076-4 ISBN 2-908602-43-1, Paris, edicién original Indice general 9 Prefacio “11 19 de noviembre de 1991 79 11 de febrero de 1992 Prefacio En 1970, Vida y muerte en psicoandiisis des- plegaba la nocién de un apuntalamiento de la sexualidad sobre las funciones de autoconser- vacion. Ya presente en esa época, la seduccién tomarfa, en el curso de mi pensamlento, una posicién cada vez més central. Después de Nue- vos funcamentos para el psicoandlisis (1987), me faltaba tecorrer nuevamente, con Freud, lo que yo lamo su «extravio biologizante». A partir del abandono por parte de Freud de la teorfa de la seduceién, el retorno a una concepcidn pura- mente endégena de la sexualidad era inelucta- ble: el instinto anclado en la filogénesis, aunque Fevocado inicialmerite, nid GeSard de visitar al pensamiento freudiano. Tres momentos de este extravio se pueden apuntar: 1. La teorfa del apuntalamiento, que propone servacién. Muy poco explicitada por Freud, creemis que esta teorfa no puede ser salvada desde una interpretacién puramente,endégena. Sus contradicciones internas, ampliamente analizadas en este trabajo, se abren sobre que le falta: el clivaie de un plano propiament sexual en lo biolégico infantil, que no puede s concebido salvo a partir de la accién del otro. vo 8 partir de Te ccctn dette. 2. Con dIntroduccién del narcisismo» (1915) se abrié la posibilidad de un retrabajo fecundo gracias a la clara distincion de tres niveles: aut, toconservativo, sexual-erdtico, sexual-narcisista, Laa 1 otro adulto coma punto de partida de la eleccién de objeto sexual fue incluso avi- zorada. 8. Pero muy rapidamente se anuncia Ja wltt- ma teorfa de las pulsiones que colapsa estas distinciones indispensables, Bajo el comando de Eros unificador, finalmente, se propone un re- torno mitico al instinto de modo encublerto. La surge, seguramente, para mantener el conflicto, pero se trata de un con. cepto compositivo en el que Freud y sus suce- Sores se rehtisan a poner al descublerto el re. ‘tomo de Ja sexualidad edemoniacan Une vez comprendida claramente su funcion histériea, Ja de una compensacién en el seno del extravio jnicial, el pensamiento psicoanalitico tiene inte. rés en deshacerse de ella, Denunctér un extravio blologizante de Freud no implica, en modo alguno, desconocer la bio- logia en el ser humano. Se trata, por el contra rio, de resituarla en un lugar positive, y no ya mltologico: de permilir investigaciones precisas Sobre la forma en que los fantasmas sexuales vienen a habitar, desviar y retomar, «en sous. Ceuvre> [por los cimfentos), un funcionamiento Biologico que la etologia humana comienza a describir mejor. GuxSe pronunciado en cl marco del DEA de Pslcoandlists (nlversidad de Paris Vil, Paris X, Paris XII) ~~19 de noviembre de 1991 ste afio, marcar las coordenadas Jo «Extravios del freudismo», o «Ex- travios del pensamiento freudiano». Entendien- do por ello que cuestiono no séio a los freudia- nos sino a Freud mismo: extravios de Freud y a partir de Freud. De dos lados muy tieterogé- nneos, pero homogéneos para el caso, fu tratado recientemente de revisionista, Este término, que tiene su vieja marca estalinista, me ha hecho sonrefr. No citaré a las personas. No asumo esta estigmatizacién, porque lo que intento hacer no ¢s una revision. Uno revisa su copia, revisa un texto, no se trata de revisar a Freud. Se ha dicho que pongo en peligro el equilibrio del pensamiento freudiano, lo que interroga de inmediato el tipo de equilibrio en cuestiGn; equi- Ubrio de un pensamiento en general, pero espe- clalmente de este. Se tratarfa de un edificio, de ‘a bello edificio, al cual no habria que qutar ningtn ala, ninguna parte? gEs entonces nece- sario aceptario en bloque —sin lo cual uno seria desviacionista— como se ha aceptado durante siglos cl pensamiento aristotélico, y como se si- ue, en clertos circulos, actuando respecto de los textos sagrados? Se trataria de ser talmu- dista? ¢Es el pensamiento freudiano un bello edificio? Hay que aceptarlo en bloque o es ne~ cesario elegir? Desde luego, ni lo uno ni lo otro. ‘Yo diria: hay que conocerio en su conjunto, pero también es necesario ser capaz, justamente co- nociendo este conjunto, de descubrir en él los Jalsos equilibrios, los equilibrios inestables, los desniveles, ¢ intentar hundir cl pico o el cuchi. lo en las fallas. Freud mismo acusé a sus des- viacionistas, Jung o Adler —que son sus dos grandes demonios, poco dignos, a decir verdad, de ese honor o de esa indignidad—, de poner el acento sobre tal o cual aspecto de su pensa- miento, de manera unilateral. Bn suma, es cier- to que elegir un aspecto de Freud en detrimento de otro, sin tener en cuenta lo que cada uno de cllos significa en el conjunto, es absolutamente insuficiente. Qué es, por lo tanto, dnterpretar a Freud con Freud», para retomar el titulo de uno de mis articulos?! No se trata ciertamente de hacer una hermenéutica de Freud, es decir, de trans- Poner a Freud a un sistema que uno considera mejor que el de él: una tentativa como la de Jung y muchos otros; tal vez incluso, en cierto modo, la de Lacan: seria olvidar la desconfianza de Freud ante el sistema, 0 sea, ante todo sis- tema. Tnterpretar a Freud con Freud no es tampoco hacer un psicoandlisis de Freud, en el sentido en el cual algunos se aventuran con mayor o vuée, Paris: Aubier, -38. Hay edicién en cas- tellano: Interpretar (con) Freud, Buenos Aires: Nueva Vi. sién, 1978, 12 menor éxito:? un psicoandlisis de Freud no pa- rece llevar allf donde yo deseo ir. Creo que existe cierto nivel de interpretacién que permite seguir la pista, en Freud, de algo que yo llamo, desde hace mucho tiempo, la exi- gencia. La exigencia es algo que esté dictado \ypor el objeto: ni por el hombre Freud ni tampo- ‘co por la légica, En cierto modo, como ocurre con el método psicoanalitico, es el objeto «n- conscienter el que orienta la evolucién misma del pensamiento. Interpretar a Freud con Freud ‘en el nivel de la exigencia es descomponer, es adaptar mutatis mutandis las regias mismas de Freud de la disolucién, para ver las cosas re- componerse en fin de otro modo bajo nuestros ojos, precisamente a partir de la exigencia del objeto. Es descubrir, como en un psicoandlisis, movimientos subterréneos que comandan las recomposiciones inauguradas: es detectar, en clertos momentos, una suerte de cripto-Freud, recubierto por el Freud oficial. Mencioné mas de uma vez que Freud, escribiendo su propia histo- ia, se las arreglaba para confundir o embellecer sus huellas.° é : Jas fuentes? Un .Qué quiere decir: retorno a. cripto-Freud no es por clerto un proto-Freud. No se trata, como se buseé a un primer Marx 0 2 Cr, por ejemplo, los destacables trabajos de Anziew. $ Un ejemplo de nuestra manera de proceder hacia un exipto Freud, no un Freud esottico sino el Freud den scorrentesubterrdnea que se tapa sin cesar es el articulo de Jacques André, sLa senualté feminine, retour au sourcess, en Psychanalyse a "Université, 16, 62, 1991, pags. 5-50, 13 aun primer Hegel, de ir a un Freud primero que seria mds verdadero que el segundo. Si bien puede ser verdad que ese primer Freud esta mas cerca, en clertos momentos, de Ja «exi- gencia», gpor qué el segundo no la reencontraria €n otros momentos? Tampoco se trata de 1 re- torno a las fuentes temporales. Hélderlin dice que yendo hacia la desembocadura el aproxima a la fuente; pensamiento dialéctico, marcado totalmente por su familiaridad con He. gel. Y bien, es un poco de esto de lo que se tra- ta; no de exhumar las «fuentes» de un «primero» llusorio, sino de reencontrar lo que constituye a fuente y que se ve sin cesar tapado, tal como ‘se plerde de golpe una fuente en los meandros, © en lo que se llama pérdidas, para resurgit mAs lejos Iuego de.un trayecto subterraneo. De esto se trata: la fuente de ia inspiracién no es otra cosa que el objeto de brisqueda. Introduzco Ja idea de extravio, la cual supone que la investigacion de aquel que se desvia esta guiada por una meta que insiste. Al que quiere alcanzar la cima del Everest y se extravia, y se ve de repente sobre un precipicio, evidente- mente lo gufa el Everest, 1o impulsa la idea que i tiene de 1a cima, Esto supone, entonces, la exigencia de Uegar a algiin lado. Supone, con- cretamente, bifurcaciones, elecciones posibles, con algunos momentos en los cuales se toma un callején sin salida, que ha sido propuesto y escogide. Y por supuesto, no basta con hacer dar al pensamiento pasos atrés, como se vuelve a la encrucijada para tomar la direceién corree- ta, la via regia. Porque cuando se trata de un pensador como Freud, el callején sin salida nunca es un puro callején sin salida, ya que el 14 investigador sigue guiado por su objeto princi- pal: es dectr, para tomar la imagen del alpinista; desde el lugar en el cual se lega a un precipicio infranqueable, encontrar otras vias sin volver necesariamente al punto de bifurcacién, siem- pre imantado por la exigencia de la cima. Por otra parte, no se trata de pretender que no hay nada nuevo en el pensamiento freudia- no. Hay descubrimientos nuevos en la medida del progreso de la experiencia y del método, y ello viene a complicar todo. A partir del momen- to en que un pensamiento, que sigue no obs- tante gulado por la exigencia de su objeto-fuen- te, se interna empero por algo que se asi un extravio serio (tal vez un extravio —aunque yo tenga mis reservas respecto de la idea de algo «iniclal en el tlempo—), se ve o- metido a movimientos de recuperacién destina- dos a integrar hechos nuevos y reencontrar al mismo tiempo la direccién de la cima. Sin em- argo, estos toman a menudo la forma de hips- tesis ad hoc, es decir, inventadas para respon- der a las necesidades de la causa, en un intento de hacer concordar los hechos con una teoria que no siempre se les pliega.* + El término hipétesis auniliar ad hoc ee encuentra en Particular, en este sentido, en Popper. Una teoria contra- dicha por ciertos hechos puede ser complicada sin tér- ‘ino éon nuevas hipétesis en Iugar de ser reemplazada Por una hipétesis mds simple y englobante. Encontramos: las hipétesis ad hoc en cierto’ textos muy enredados de Proud, Puede tal ver la pulsién de muerte ser califieada de hipétesis ad hoe? En el genio de Freud, al lado de la lnventiva y la apertura hacia hechos nuevos, existe tam: bién el rehusamiento de cuestionar wna falea via de base. Demosirar un extravio consiste por supuesto en poner en evidencia el error, la via falsa, pero también en intentar mostrar sus causas. y es all{ donde las cosas se complican: ningtin extra- vio es inocente, ninguno deja de tener una cau a; pero, gcémo orientarse cuando, una vez més. es el objeto lo que constituye la causa mayor del extravio: no sdlo de la exigencia verdadera, ‘sino de las desviaciones y callejones sin salida por la ruta de lo verdadero? Existe un recubrimiento del inconsciente y de la sexualidad en la obra misma de Freud, que se calca sobre los recubrimientos del in. consciente y de la sexualidad en el ser humano mismo. Es algo que intenté expresar por medio de una formula parodiando la ley de Haeckel sla ontogénesis recapituia la fllogénesis, dicien- do que la «eoréticogénesis», es decir, la evolu clon misma de la teorfa y sus avatares, tiende a recapitular la ontogénesis, o sea, el destino de la sexualidad y del inconsciente en el ser humano. A este encaminamiento de la obra freudiana, ¥ para complicar las cosas, me veo forzado a agregar mi propio encaminamiento, que suelo describir como una espiral, con lo que indico que vuelvo sin cesar sobre los mismos puntos, ero segtin una curva que intento hacer progre. ‘sar todo lo posible, o sea, remontando hacia la faente del freudismo, mientras me desprendo de mis formulaciones mas antiguas (pienso. sobre todo, en Vida y muerte en psicoandlisis) 16 un desan freudismo, que se retomé en el articulo «La revo- luclén copernicana inacabada». como cién al volumen que lleva el mismo titulo.) J4de enero de 1992 Lo que he propuesto llamar extravio (de los que existen muchos, mayores o menores, ar- ticulados entre si) surgié del retroceso —cuasi obligatorio, y que no se trata de reprochar a Freud— ante las consecuencias de la prioridad: delotro, en la constitucion. . . gde qué? adel su- Jeto? edel individuo? de la persona? —por qué no, pero cada uno de estos términos esta muy: marcado Mloséficamente; digamos: del ser hu; mano sexual. Cadia tino de los extravios mayores puede ser definido con claridad por lo que se desprende de él, por su descendencia posireudiana: El,primer extravio, que intentaré denominar més precisamente, y que aparece ligado a un biologismo de la sexualidad, encuentra su des- cendencia directa en Melanie Klein y sus discf- los. : mer segundo extravio—del cual hablé parcial- mente en la «evohucién copernicana»— es la re- construccién autocentrista o ipsocentrista del ser humano, que invadié a toda una psicologia que se considera mas 0 menos surgida del coandliss. 5 La révolution copernictenne tnachevée, op. cit, 1982. Baicién en castellano: La prioridad del otro en psicoar sis, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1998. En fin, ¢l tercer extravio consiste en situar lo estructural en el corazén del inconsciente, cuya descendencia se reconocera en el estructuralis- mo de Lacan. Existen otros extravios més 0 menos subor- dinados a los precedentes: la filogénesis, la no- clén de ello primordial, pero toda esta division es bastante artificial, se trata més bien de una manera de exponer las cosas. Mi tema presente es entonces aquel de lo que se puede amar el biologismo de ta pulsion se- aual, un extravio del lado de la biologia. Pero es una formula peligrosa y que debe ser precisada, Porque no se trata de denunciar la biologia en nombre de la psicologia, ni incluso de lo psi- quico. Tendriamos allf una opelén temible: el ma contra el cuerpo 9 la psicologia contra la biologia, lo que en absoluto esta en mi inten- cién. Se tratarfa de una opelén muy riesgosa en un momento en el cual una ofensiva renovada, Provéniente de lo que se llaman las neurocien- clas, o la neurobiologia, toma como uno de sus bidincos principales, todavia y siempre, al psico- andlisis. Conminado sin cesar el psicoandlisis a dar explicaciones ante las neurociencias: yo no puedo entrar en ese debate de mniltiples aspec- tos, he entrado en él en otras ocasiones, y vol- veré atin,® pero no aqui. gPor qué esta explica- cién ante la neurociencia seria obligada en par- ticular para un psicoanalista, y no para el que cultive cualquier otra ciencia del hombre: esté- tica, historia, lgica, politica, ete.? Comoquiera © Cf, 8, Jalirin, , entrevista en Sciences Humaines, 10, octubre de 1981, pags. 32-5. 18 que sea, mi propésito actual no se inscribe sino muy indirectamente en ese debate con las neu- rociencias, aun si este invita a la prudencia en cuanto a los términos a emplear, (hombre + hom- bre o mujer + mujer para el amor homosexual; hombre + mujer para la heterosexualidad), Pero este mito aparece en la obra de Freud en dos ocasiones, afectadas ambas de dos apreciacio- nes diametralmente opuestas, He aqui en primer lugar el comienzo de Tres ensayos de teoria sexual (1905):16 es un articulo escrito en 19715? en el que yo intenté mostrar, a propésito de muchos de Jos conceptos psicoanaliticos, que su definicion, su génesis, trae consigo su existencia. Para volver a cosas mucho mas simples, toda derivacién sigue las vias reconocidas universalmente y desde siempre, clasificadas desde el siglo XVII, las vias de la asociacién de ideas y, agregaria, 90 En Hommage & Jean Hyppolite, Paris: PUP, 1971 pags. 195-215, y en La révolution copernictenne inachevée, op. et. 47 del encadenamiento de las cosas o entidades. Estas leyes munca serén més que tres: semejan. za, contigiidad y oposicién. ‘Tanto en Tres ensayos de teorta sexual como en el capitulo XX de las Conferencias de intro. duecién al pstcoandlisis vemos funcionar estas tres modalidades de prueba y al mismo tiempo de derivacion de la sexualidad., La semejanza, Freud la hace funcionar en el nivel del orgasmo: existen fenémenos de un ni- Vel distinto que el genital, en los cuales reconoz- Co algo que se asemeja al despliegue orgasmico Gel adulto. Otra semejanza —més probatoria a mis ojos— es la que se establece entre numero- sas actividades infantiles generadoras de placer ¥ actividades de los perversos que todo el mun- do coincide en lamar sexuales, La contigitidad o la continuidad. Se recurre a este argumento sobre todo a propésito de los Placeres preliminares, que acompafian 0 prece- den al acto genital propiamente dicho en el adulto, y que interesan a zonas y a procesos muy diversos de los genitales. Los placeres lla mados preliminares (Vorlust) estén a la vez en contigiiidad con el acto genital que preparan, y en semejanza con la sexualidad infantil. A partir de este juego combinado de seme- Janza y de contigiidad —Io que yo llamo meta. bolismo o simbolizacién— se produce una deri. vacion (una deriva - Lacan) tanto en el nivel de la existencia como de la comprobacién. Muy osado seré quien diga si se trata de una prueba extrinseca o si esta prueba crea la cosa misma. Por altimo, existe el abordaje por oposictén, que no es en absoluto la prueba por Io contra, Ho, sino una prueba importantisima y espectii- 48 1a prueba aparece enzo del capitulo Il de Tres ensa- oa paiees que se intitula «#1 descuido Ye lo infantil Es la prueba que consiste en el hecho de que los «conocedores+ descuidan siste- méticamente hablar de la sexualidad infant Se trata de una prueba por la represién. De cho, los conocedores son aqui los representan- han reprimido tes de los adultos en general, que su propia sexualidad infantil y que la condenan cuando la perciben en el exterior. Estos fend- menos no serfan reprobados con el mismo furor que condena la perversion sexual adulta si no fueran objeto de una condena interna anterior a Ja condena externa. Ven ustedes que estas pruebas implican una nueva definicién, que ella misma —agrego esto personalmente— trae aparejada la necesidad de un nueva funcamento. Esta definicién por parte de Freud de la se- xualidad infantil merece ser reproducida por entero, en una traduccion exacta, “Bn primer lugar, ella aparece en apuntala- imiento sobre una de las flineiones corporales importantes parala vider: en segundo lugar, «ella no conoce atin objeto sexual, es autoeré- [tiea»; en tercer lugar, «su meta sexual est balo [el dominio de una zona exfigena>S! : ee meta, objeto y fuente (la zona erdgena). Pero destaquemos la posiclin predominante dada { este no es introducl- aqui al apuntalamienio: res-coUp) ‘pero se lo pone a la cabeza de la det 31 Bn Gesammelte Werke, vol. V, pag. 83, En Gi 49

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