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6 _ LA NARRATIVA DE LA REVOLUCION AUPEKTO SOLIS, Me preguniara que por qué sigo entonces 8 la revolucion. La tevolucion es el huracan y el hombre {Que se entrega a ella no es ya el hombre, es la miserable hoja seca arebatada por el vendaval MARIANO AZUELA, Las de abajo [Nill eral formidable impulso primitive, capaz de los extre- ‘0s peores, aunque justicero y grande, y s6lo ikuminado Por el tenuie ayo de luz que se lecolaba en el alma a taves de un resquicio moral difemente perceptible, Magri Luis GuzMAn, El agua y la serpiente Se improvis6 el altar frente al atrio del templo. Los baleones, {as azoteas, las ventanas estin coronadas de gente. La plaza y {as calles convergentes se mucven como el flujo y refiujo de luna marea humana, En el resto del pueblo no se encuentra alma viviente. Encienden los ciios, se colacan los santos, la ‘musica y Jos eantores ocupan su lugar. Los cristeros, con Policarpo al frente, rodeado de su estado mayor, estan tend. dos en linea desplegada, frente al altar, los sombreros a los Pies, tercadas las armas. El momento es solemne JOSE GUADALUPE DE AND, Los cristers Envidiaben de todo corazén alos indios, que no eonocen el scribletedo y seacamtonan.en un sitio cualquiera, sentados sobre las piernas, y ven pasar, impavids, el sl dela mano. nna, y venir la tarde y luego la noche, sin dar senas ni de ‘ansanicio ni de desesperacion, ‘MAURICIO MAGDALENO, El resplandor lo decidié el mensaje. En los murales de Orozco o de ‘Ro se atienden las contradicciones internas del movi- volucionario y se unifica la lectura: aqui estan la His- Tecnica, las hazanas que son dolor y redencion (hom- a CARLOS MONstVAIS bbreen llamas o insurreccion de las masas), Por el alcance de las aries plisticas, murales, dleos y grabados se hacen cargo de la dimension a fin de cuentas victoriosa de la Revolucién, le toca 8 la narrativa asumir el pesimismo como otra via de entendi- iento de la lucha armada. Fsto en medio de la escasez de casas editoriales y de ventas muy lentas, y con un gran elemento a su. favor: el publico ansioso de otras versiones en las que emerja el Animo sombrio, el escepticismo y el resentimiento ante las ‘muertes inutiles y el auge de los logreros. ‘Hay aires de semejanza en la narrativa que va de Andrés Pé- rez, maderista (1911) de Mariano Azuela a —para trascender el reclamo de verdad y verosimilitud y trastadarse a la recapitula- ‘cin mitica y critica— Pedro Paramo (1955) de Juan Rullo y La muerte de Artemio Cruz (1962) dle Carlos Fuentes. Al género lo dlistinguen sus temas primordiales: la violencia de las postrime- tas de la dictadura, las acciones en las batallas y en el tiempo uerto que las rodea, la entrada en los pueblos, las huidas, los dialogos del desencanto y el sarcasmo, la desesperanza que acompania la agonia del suento revolucionario, Mas que la muer- te de los caudillos, a existencia azarosa de los seres sin nombre vuelve transparente a un gran movimiento y le da oportunidad a los lectores de vislumbrar la dureza de los combates, la intransi- gencia de los caudillos, algunos aspectos de la cuestién indigena, la querella de las facciones, la guerra cristera y ls vicisitudes de la reforma agraria, El hilo conductor es la obsesién moral que por un lado, se duele del exterminio de los ideales y los idealis- tas, ¥, por otro, se interroga sobre la validez del impulso revolu- Gionario mismo. En un primer nivel, las relaciones entre victimas y-verdugos o entre el sonador y el sacrificio o entre el aribista y 1 éxito, Casi sin excepciones, se pone de relieve la potencia de Joandnimo y la irrupcién de las masas en la historia que, antes, Ii siquiera las habia requerido como escenograliafastidiosa En sus relatos, los escritores describen sus vinculas de amorodio con el pueblo al que admiran y al que le asignan la LACULTURA MEXICANA ENELSIGLORX lad efimera. {Es posible uniformar esta literatura que ‘Por lo menos cuatro décadas? Grosso modo, la nattativa jolucion admite las siguientes caracteristicas comunes: Jo moral: La cr6nica (exasperada) de los combatientes generosos ids, responsabilizan a la condicion humana del de- ‘congénito de las revoluciones y sus lideres. El cinismo de los oportunistas, los “ocasionados” como s# les dice entonces, que justifica de antemano la dis- id ala traicion, Eltestimonio desencantado y la desmitificacion de la épica. sangre vertida, se hace evidente el ctimulo de los actos yeelencumbramiento ce bribones y asesinos. En sintesis, de la guerra sin las recompensas positivas de la paz. El igualamiento inevitable de la crueldad y el sentido de revolucionaria. Ejemplo dptimo: el capitulo “La fiesta balas”, de El dguila y la serpiente, donde Rodolfo Fierro, te de Villa, practica su punteria para asesinar tno a doscientos noventa y nueve prisioneros federales To literario: 'En sus comienzos, el género deshace los antficios prosis- inmovilizaban la novela mexicana. Innovaciones: dii- joy despiadadlo como parte de la accion revolucionaria, de personajes antes inconcebibles, insistencia en des- infrentamientos, persecuciones y fusilamientos como la Htaci6n, uso de técnicas periodisticas (reportaje y cr6= fijan el “cardctet objetivo” del relato. Limitaciones en casos: estructura demasiado lineal, moralismo que elritmo narrativo, imposibilidad de evadir la censu- ‘suprime escenas sexuales y expresiones “profanas”. Se {que la tostadal” para no decir Ah que la chingadal”. tenueva el habla nacional, se legitiman vocablos, se ¥y codifican mods expresivos de todas las regiones del | Se sostiene la creencia —apunta Jean Franco—de que la ira es un agente de integracion y de que, por medio suyo, _ Zonas y pueblos divergentes podran ser atraidos a la corriente de la cultura nacional. _4)'Se vuelven anacronicas las corrientes que de modo si- ‘multéneo denigran y ensalzan los movimientos populares (La "Bola de Emilio Rabasa, La venganza de lagleba de Federico Gam- boa), y se actualiza, con el argumento de lo inutil de entregar la vida a una causa, la tesis favorita de la oligarquia: Mexico no tiene remedio: “Desgraciada raza mexicana, obedecer no quie- res, gobernar no puedes”, En toda esto acta el desprecio de las ‘lites por un pais “voluntariamente” a espaldas del progreso. Ocupacién marginal en una sociedad de perplejidades, la nove- ase vuelve un espacio predilecto de la consolacién en la derto- a, no tanto la autobiografia colectiva, sino la dramatizacion irregular de la idea compulsiva: somos un pueblo de vencidos, ‘oprimido y opresivo. Tanto para nada, tanto para tanto, En lo social: A) Aparece tun mercado de lectores avides de reconocerse en los simbolos, los personajes, las leyendas y las epopeyas. O, en las generaciones siguientes, curiosas por la vida de los ante- pasados en tiempos infaustos. 2] Se uanscribe el panorama del costumbrismo inmiseri- ‘corde, Figura nitida: Pancho Villa; villanos reitetativos: los ofi- ciales del ejercito de Huerta y los revolucionatios sélo atenidos ala violencia, Enlo politico: 1) Se abordan retorica o simbolicamente los problemas -centrales: la tenencia de la tierra/ la distribucion, retencién u encion del poder/ la corrupcién como el método de agilizar administrativos y de darle fluidez a las empresas no/ la traicién como el vinculo entre caudillos y «La politica mexicana solo conoce un verbo: madru- personaje de Guzman en La sombra del Cauallo, LA CULTURA MEXICANA EN EL. SIGUO XX + 21 Se apuntala el nacionalismo y se difunden concepeiones ementales de la nacionalidad. 3] Se ajusta con rapidez la imagen de la Revolucion como edad: lo que pas6 en otvo tiempo y le sucedis a otra gente. El industrializa y perlecciona tal escamoteo de los contenidos ales, al suprimir el pesimismo y subrayar y privilegiar lo ntoresco, Esto no causa mayores problemas porque ya no in- la busqueda de credibilidad que obsesiona a la novela de Revolucion en la que, para dotar a un relato de relaciones amplices o solidarias con el lector, se necesitan una posicion oldgica y una prosa febril o condenatoria, _ 41 Se combinan el intento de patrocinio y de orientacion del taclo con losafanes orientadores de los citicas. En 1924y 1925, Jiménez Rueda reclama la existencia de una “literatura viril” ncisco Monterde le esponde exaltando Los de abajo. De nuevo, Uurgencia de la politica de unidad. Se puede auspiciar lo “duro y "si esto contribuye a forjar la *conciencia nacional’ _ LAVIOLENCIA COMO DEFINICION Y VIDA COTIDIANA Los ecos de la guerra civil levan al gobierno “emanado de la yolucién’” al intento de crear valvulas de escape. Ast, al tomar ion de la Secretaria de Educacién Publica (diciembre de 4), el ministro Puig Cassaurane promete la publicacion y la ida a cualquier obra mexicana en la cual “a la decoracion rrada'de una falsa comprension de la vida la reemplace quier otra, dura y severa y con frecuencia sombria, pero pre verdladera, tomada de la vida misma, una obra literaria, que describa el sufrimiento y se enfrente a la desesperacion’” Puig demanda el distanciamiento de las versiones idilicas y explicaciones que iluminen la trascendencia de lo ocutrilo. El ltado: no se atiende la exhortacion ministerial, yno solicitan ipublicacion ni ayuda los narradores que en lo formal, lo tema 66 caRioswonsivats tivo 0 lo ideologico se alejan de las visiones alborozadas de la Re- Yolucion. ¥es0 lleva a las calficaciones o las descalficaciones pot asuntos de la "pureza docttinaria”, En 1933, un tedrico del realis- ‘mo socialista, Miguel Bustos Cerecedo, alega confladamente {a Revolucion mesicana ba producdo una Iteraturarevoluconaria &s deci, proletaria? La contestacion se impone: so en casos excep Gionales: Nuestra teratur esc undnimemente burguesn, Por so alejmiemto de Mésico 0 por si contemplacion paiva, Nuestra nove, la revlucionatia stam burguesa como la misma predcion vague lista En primer lugar, hay que anotars fala de ideologa su inmen- + desorentacn, Luego ese género liar at hud cobandemen: te dela read actual ve interest alizar, esti si we quiere ‘producir una obra honrada, Ha huido de esta realidad para refugiarse feel ancedtismo de la lucha revolucinaria, (espace de los horas. Los excess naturales de un pueblo que esc yuo de a dctaara Pancho Vila ante el egpeijorevoconario) Todo lo de hnlags el hsterismo de la burguesta nacional y mundi.» Las razones de Bustos Cerecedo son manifiestamenteparcia- les. Sin duda, lo no presente en los autores st actiia sobre los lectores: el vigor del *primitivismo” como fenomeno natural; el encandilamiento ante las escenas de fusilados yahorcados: la dis- tancia historica que favorece el pattocinio del pasado, "Eran act Porque no eran nuestros contemporineos". Debido a muy buena parte a la industria ilmica, se “felcloriza” la Revolucion —-de los Saqueos alas despedidas antes del combate o de pelotsn de fs lamiento— como el método de volverla “rentable. Entre ilumi- naciones comerciales de la vocacion sangrienta dela raza, brota cl escamoteo de la realidad y todo se reduce a demastadas cana nas y a la cumplida indiferencia ante Ja muerte. De nuevo, se Ceuta o desvanece el emperio de reivindicaciones elementales, la primera de ells Ia justicia social. Esto es muy ideologico pero es lalectura dominante en ese tiempo, Leidas como pintoresquistno 1A CULTURA MEXICANA EN S160 XX smpas sustituyen el gran alegato de un cambio de régimien, ‘erueldad de Villa parece ser "el arbal geneal6gico” de la Re= jon. No lo es: la sefal de origen es la crueldad de los gober= sy de los hacendados, las condiciones de semiesclavitud de sectores. Pero geomo se recrea esto literariamente? La narrativa no es ni intenta ser radical, porque no se puede bir algo més radical que una revolucion, y porque se produ- fen un medio muy dividido, ya radicalizado confusa y senti- talmente de un lado y otro, En sus grandes momentos —y a género debe situarsele por sus mejores instancias— estos 10 y novelas si extraen de lo ocurrido una vision penetrante, ‘calidad literara tarda en reconocerse por la importancia des- ida del tema, Grandes relatos, como Los de abajo y Los caci- de Azuela; los libros de Martin Luis Guzman; La tormenta y tre de Vasconcelos; jVéimonos con Pancho Villa! y Se levaron afin para Bachimba de Rafael F Mutioz; Los eristeros y Juan del ride José Guadalupe de Anda, y El resplandor de Mauricio Mag- Jeno, por ejemplo, sorprenden al visibilizar lo “desconociclo” La violencia aclara y le procura nuevos contextos.asituacio- -y personas. En el mismo capitulo, en la misma descripeion, confrontan la realidad historica y las intromisiones moralis- Lo que Jorge Cuesta advierte en la obra de Vasconcelos es icable a casi todos los representantes de esta corriente: “Pero inconsistente, tan pobre y tan confusa como es su doctrina indo se la mira pensando, es vigorosa, imponente y fascina- jora cuando se la mira viviendo” Durante las primeras décadas del siglo xx, ¢e6mo respetar ‘en la narrativa el principio de autoridad y la moral social domi- antes? Los caciques de Mariano Azvela termina con el incendio de las propiedades del hacendado; en Se Itevaron el canon para Bachimba, cl principio de autoridad se reorganiza a diario. En ‘estos relatos es casi imposible el uso del matiz. Ast, un comu- nista, José Mancisidor, reconoce que todos los novelistas de la Revolucion procecen de Los de abajo, y niega a Azuela’ @ camosmonsivats No, la Revolucién no habia sido solo hurto, rapa y anarquia. Fue a veces est: pero fue asimismo alg mis, Prella mrieon milaes xymllares de hombres que, como yo, abandonanon a temprana edad comodidades, la paz en el hogar, el trabajo cotdiano yl vida seden- tara, pata construir un México mejor tna patria en la cual el dolor Yl legra, la amarguray la f, la pena y a feticdad lucharan en condiciones igual y en la que, quienes salieramos con vida de la prueba de fuego, supieramos que nuestros esfuerzos no habian sido ‘vanos y que, con nuestra sangre y muestto huesos, habiamos cimen. tado su futuro La mentalidad de Ia época es implacable. El comunista Mancisidor parte del econocimiento de lo sagrado de la pro- Piedad privada y del orden politico y legal de la dictadura (fue veces, esto: “hurto, rapa y anarquta’), y culmina complaci- do por un sacrificio maravilloso y fructifero. Pero, aque “como- cides’ qu“pzene hoa abandnan vias y=apatisst De que “vida sedentaria” desertan los peones de las hac los esclavos de Valle Nacional? a Por esa importa separar en la medida de lo ‘ In ible, laideo- lag prolamada ela Teal Ineratia: Elenco dpteno pore ejercer la division es Mariano Azuela ' LOS DE ABAJO Y EL LENGUAJE DE LA REVOLUCION {Dict os belt [Dos fos ayy le lve por uch not. horavan weds: manna coteremorumbien Sous tes, yen de lal, pees por eos condetados del eterno, que nos han declado gem a tues tedas Tos pobre qu os oban estos pues ues alias hasta elmo que enos pra comer que quran nce tas cs lean mess mje rey a, porn, donde an con uo ll acaba coo tr er fe al MAAN AZELA, Los d abo LACULTURA MEXICANA ENELSIGLOXK 69 ‘su narrativa, Mariano Azuela (1873-1956) elige como ras- “peculiares” de la Revolucion la crueldad, el saqueo, la in- sciencia y, tambien, la nobleza, la generosidad, la valentia. Y jemplificar, asi agregue sermones y moralejas, no se queda la tltima palabra: los hechos descritos superan la concien- a alarmada, Priva en Los de abajo la fuerza de lo inevitable, la za como el gran instrumento de un sacudimiento hist6ri- Pero la técnica narrativa, que toma del cine el impulso del taje, al entreverar episoclios bélicos con rasgos de los per- ajes, al darle a la accion la responsabilidad del punto de . trasciende las reflexiones del moralismo historico. "En sus libros perdurables, Azuela, inmerso en dudas que sre resolver por medio de la dramatizacion “objetiva”, es conciencia liberal en trance”, Combina admoniciones y gas con el entusiasmo que, queriéndolo 0 no, le des- stan los alzados (pueblo cruel y despiadado porque se le ha cdo a tales atributos) que, a semejanza de los hacendados, lizan la ferocidad y el asesinato como medios de comunica- in, A sui modo, Azuela lo intuye desde Los fracasados (1908): ‘efecto primero de las condiciones de servidumbre es la pose- deformada de la mentalidad del amo. Conoce lo que Sartre 1r4 en su prélogo a Los condenados de la tierra de Frantz 1on: al perder las mordazas, los explotacos ni emiten alaban- ni observan un "comportamiento responsable” El oportunismo y la matanza, ya espectaculos cotidianos, sven irreales las perspectivas idealistas. También, Azuela com- sre con sus personajes el enfasis machista y la frustracion estre- sa, Al “mensaje” ideologico (la Revolucion ha sido destruida la cobardia, Ja entrega y el destino irredento de wna raza) lo xrdan el juego de los caracteres, el itmo del dislogo, la rapi- de la accion. Al exponer los hechos y las psicologias sin mas su vision adquiere otro relieve ¥ otro contexto (a menu- ‘antagonicos). En ultima instancia, en sus novelas prerrevolu- ras (Los fracasados y Mala yerba de 1909) y en Andrés Perez, 70 CARLOS MONSIVAIS Imaderista, Los de abajo (1915), Los caciques (1917), Las moscas (1918), Domitilo quiere ser diputado (1918) y Las wribulaciones de tuna familia decente (1918), su relacién de los hechos es tan dra- rmatica y critica como entusiasta y conmovida A Ia desesperanza la limitan el acento de la epopeya y la creencia (por un tiempo inevitable) en la escritura como coau- tora de la realidad, Azuela es el relator de la gesta popular, y en {Los caciques, con precisidn y coraje, detalla el rencor social, las respuestas limite ala explotacion. Los caciques propone la expli- cacién ética y la descripcién literaria del impulso de las masas, y el anadido es la indignacién ante la “gente decente”, con su ramploneria, estulticia, servilismo ante el poderoso y su despo- tismo hacia los inermes. Seguin Azuela, la clase media (“las mos- cas") hace del oportunismo el método de comprension de sus Vidas: o se sobrevive y se asciendle, o se desaparece. Azuela se acerca al conjunto de poses y posiciones de la truhaneria, diga- mosa la perfidia y las traicioncitas del curro Luis Cervantes (en Las de abajo), que profetiza Como decta.. se acaba la revolucion, y se acabo todo. jLastima de tanta vida segada, de tantas viudas y huerfanos, de tanta sangre ver- ‘tidal Todo, gpara que? Para que unos cuantos bribones se enrique ‘ean y todo quede igual o peor... Pero jes ce justcia privar a su mujer ya sus hijos de la fortuna que la Divina Providencia le pone en sus ‘manos? ;Sera justo abandonar a la patria en estos motnentos solem- ‘nes en que va necesttar de toda la abnegacién de sus hijos humildes para que la salven, para que no la dejen caer de nuevo en manos de ss eternos detentadores y verdugos, los caciques?,,. {No hay que colvidarse de lo mas sagrado que existe en el mundo para el hombre: 1a familia y la patria! A esta “demagogia mistica” Azuela le opone la descripcién con frecuencia magnifica de combates y muerte, Y la prédica ssegtin uno de sus innumerables personajes autobiograficos (So- [LACULTURA MEXICANA EN ELSIGUO RX JE de abajo), la raiz ultima del oprobio es la psicologia del vulgo: para la canalla revolucionar equivale a to= truir cuanto se halle al paso. obstante, Solis también exclama: {Qué hermosa es la yn-aun en su misma barbarie!” vyentaja incomparable de Los de abajo: pese a haberse en 1914 ubica, en lo basico, el fendmeno revoluctona- su mayoria, los libros decisivos sobre el tema se dan a ra partir de 1920: de Rafael F Muitoz, El feroz cabecilla 18, ;Vidmonos con Pancho Villa! de 1931, Si me han de ma- jana de 1934 y Se Hlevaron el canon para Backimba de i del general Francisco L. Urquizo, Tropa vieja de 1947 y soldado de levita, de esos de caballeria de 1967; de Martin Guzman, EI dguila y la serpiente de 1928, La sombra del illo de 1929 y Memorias de Pancho Villa de 1938-1940; de EVasconcelos, sus libros autobiograficos Ulises criollo de 3, La tormenta te 1937, El desastre de 1938 y El proconsula- ‘de 1939; de Nellie Campobello, Cartucho de 1931 y Las de mama de 1937. tun modo u otro, los escritores explican y se explican la Re~ jon “porque ast son las cosas", porque la guerra genera su ia logica y porque la Revolucion falla al no redimir (en st tido literal y cristiano) a las masas y al encumbrar una nueva se de inmensa corrupcién, Lo inevitable: el resultado litera- ino depende de los juicios morales sino de la descripeién de \ésferas bélicas y de la creacion de personajes memorables. ‘Martin Luis Guzman (1887-1976), un prosista admirable, produce el mejor libro de cronicas de la lucha armada (ET dgui- lay laserpiente); examina con maestria en La sombra del Caudillo lucha por el poder; proporeiona la vision minuciosa del mito Memorias de Pancho Villa, y er Muertes historicas (1958) te= 72 CARLOS NONSIVAIS construye de modo notable Tos dias finales de Posfiio Diaz y ‘Venustiano Carranza. L agua y la serpient, sucesion de cronicas 0 novelas quin- taesenciadas, contiene episodios magistrates, que no han perdi. do actualidad: el revolucionario puro que va a ser fusilado y 'mantiene sin embargo, sin que se caiga, la ceniza de su cigar, Eufemio Zapata en las escalinatas de Palacio Nacional; las calles sombrias de los pueblos tomados por los ejércitos; Fierro, el lugarteniente de Villa, ysu exterminio de federales; las prisio- nes y las huidas de los intelectuales revolucionarios. Es la des- eripeion optima, en lo lterario, lo tematic y lo psicologico de los anos de la incertidumbre en toro al dia siguiente, ;Quiénes mmueren, quienes viven? La sombra del Caudito recrea la conftomtacion sangrienta de facciones y temperamentos y es una suerte de thriller de la Ciudad de Mexico en tiempos de conjuras y exterminio. Para Guzman lahistoria nacional es el hallazgo continuo de lo irremediable. All estan los metodos de obtencisn del poder, a obsequiosidad de los abogadas que son politicos, Ia extincion de generales y solda- ddos de cualquier bando, Agréguese a esto el fulgor de ln ambi. ion. La sombra del Caucdilo se inspira en personajes de la realidad (Obregon, el Caudill; Calles, secretario de Gobierno; Francisco Serrano, ministro de la Defensa: y tival de Calles). Asi, el recorrido: por las disputas criminales es un viaje por las instituciones recien- tes de la politica ‘Cada dos anos, cada tres, cada custro —dice el general Protasio Ley- va, jele de la policia— se impone el sacrificio de descabezar a dos o tues docenas de traidores para que la continuidad revolucionaria no se interrumpa, Este es solo un nivel de La sombra del Caudillo; es tambien una alabanza invertida a la civilizacion, un acereamiento a la red de intrigas y matanzas y un dibujo feroz del rostro de la ciudad LACULTURA MEXICANA ENELSIGLO XX. 73 je Ia acumulacion de burdeles, prostitutas solidarias, ne- Jal amparo de los puestos publicos, conjuras, traiciones, jentos, conceptos de la amistad vigotizados 0 desva- entre brumas aleohsticas, discursos de persuasién radi- ‘en la evocacion del sonido (vos y diccién son ideologia), pa- melancdlicos, comidas y comelitones fraguados como mas, reuniones clandestinas que se afinan en los prosti- , sesiones agitadas en la Camara de Diputados, intentos de os y duelos, graves tensiones entre los altos dirigentes en saciones que sori mensajes cifrados, liquidacién sin mas enemigos. La Ciudad de Mexico, sinonimo de la politica, a los personajes, atmésfera fluida 0 entorpecedota, juego polaridades, junta de sombras o asamblea de victimas. “nego de Memorias de Pancho Villa y de Muertes histortcas, sman publica muy poco. Funda y dirige hasta su muerte la ta Tiempo, desde donde combate la intolerancia religiosa y -opone al integrismo. Edita una coleccién de clasicos del libe- lismo de la Reforma y acepta tareas burocraticas 0 politicas: presidente vitalicio de la Comision Nacional de Libros de Texto ratuitos, embajador de México ante las Naciones Unidas (1953-1958), senador de la Republica (1970-1976), “La versién “romantica” (en el sentido cinematografico) de los ‘temas revolucionarios, la representa un narrador excelente: Ra- fael F. Muitoz (1899-1972), Seguin Murioz, la historia es un la- ‘erinto de anécdotas, porque ast, fragmentada y memoriosa, es Ia época, ¥ Munoz tambien es arquetipico al volver creible la mentalidad campesina en la Revolucién. Més alld del miedo a la muerte, estoicos, divertidos, fraternales, autodestructivos, el ‘grupo de los Leones de San Pablo en jVamonos con Pancho Villa! se dispone a la expiacion de algan secreto y ultimo pecado or ginal. En Se levaron el canon para Backimba la tebelion encabeza- 74 CARLOS MONSIVAIS da por Pascual Orozco se vuelve la sucesion de vidas arrasadas, de didlogos de esperanzas al borde de la agonta, del sinsentido de querer encontrar la significacién de las batallas. Tambien es excelente su erdnica biografica Santa Anna, el dictador resplande- ‘iente (1938), En su libro de cuentos Oro, caballo y hombre (1934) narra el fin del lugarteniente de Villa, Rodolfo Fierro, obsesiona- do por el brillo del dinero. Asi lo describe Munoz: Ala eabeza del grupo iba un hombre alto, con el sombrero texano amiscado en punta sobre la ent, al como lo usan los ferrocattile- 105, “los del rie. Rostro oscuro completamente afeitado, cabellos ue eran casi cerdas, lacs; rigidos, negros: boca de pero de pres, tharos poderosas, torso exguido y pienas de masculos boludos que apretaban los flancos del caballo como si fueran garras de aguila, ‘Aque! hombre se Hamaba Rodolfo Ferny; habia sido ferocamilero y ‘despues fue band, delo menique del jefe de la Division del Norte, asesino brutal implacable, de pistola certera y dedi indice que no se.cans6 nunca de tora e gtillo Nellie Campobello (1909-1986) ofrece con fina destreza na- trativa la vision de una nifia que contempla la Revolucion y que, ante la violencia, exhibe su sensibilidad sin caer en el chantaje sentimental. Ella lo sabe: no han sido las mujeres las inventoras del mito de “la sensibilidad femenina’ toda hecha de fragilidad y proclividades a la cursileria; ha sido la arrogancia Patriarcal la que, al urdirla literatura viril (un invento en el que se confunde la violencia con la esencia del comportamiento), disena por contraste una parodia. En Cartucho (1931), Cam: pobello describe a los villistas en Chihuahua: Dice Severo que aquel hervidero de gente, al oir la voz de su jefe, se Paro como un solo hombre, dejando todo abandonado; sin probat LACULTURA MEXICANA EN EESIGLO XX 95 corrieron derecho a sus caballos, y que en un absiry Cerra fan dejado la polvareda. ya nada mas habian dejado ‘Los vistas eran-un solo hombre, La voz de Villa sabia uni alos Jos: Un solo grito eta bastante para formar su caballeria ast, ‘Severo, retenienda en sus oidos la voz del general Villa. LA NOVELA CRISTERA: SES EL ODIO AL MAL LO QUE TE ANIMA" ccha produce la novela cristera, en la que la moral del y los hacendados y su rencor ante la nueva clase se tras- en sombras leales y fanaticas, os campesinos cristeros, 4osos portadores del martirologio que, sin eee tam provienen de la resistencia al despojo, como explica ae ‘en La Cristiada. Son libros 0 libelos como La Virgen de los . de Fernando Robles, La sed junto al rio, de Antonio i Facius, Héctor de Jorge Gram (David G. Ramirez) (1930). esta titima exhorta un cura: ; bein loan ioc cine linia E a (, hija mia; noes pecado! No es el odio al préjimo esto pecado? =) Jo que te mueve, es el odio al mal Io que te anima, Frente a esta corriente ultrarreaccionaria, surge na novela “amticristera que va de la parodia involuntaria (jAy Jalisco no 7 {es!, 1938, de Aurelio Robles Castillo) al uso melodtamatico de la ‘guerra cristera como escenario: Pensativa (1945, de Jests aaa ttia)y al acierto narrativo: Los evsteros (La guerra ee {os) (1937, de José Guadalupe de Anda), De Anda (1 nat ‘un novelista que es preciso teconsiderar, escribe ome Jas de igual calidad: Los bragados (1942) y Juan det Riel ( “CARLOS MONSIVAIS ‘as reaceiones de furia moralista, la decepcion amte la utopia envilecida se dejan ver desde los ttulos de algunas obras: Aco, ‘odaticio. Memorias de un potico sin conviccones, de 1943, de Gregorio Lopez y Fuentes (1897-1966), 0 Cuando engorda el Quijote, 1937, de Jorge Ferretis (1902-1962). Males de la imita- ion de Azuela: en su ingenuidad, los titulo desorientan por que los autores niegan, en y por principio, la existencia (dentro de la Revolucion) de ‘convencimientos o de metas “idealistas”. St hubo quijotes autenticos, los exterminaron los fusilamientos © las balas perdidas o el mero desencanto, DE LA NOVELA “INDIGENISTA” Frente al indigena (realidad y ‘problema’), ni siquera el esfuer- 20 de antropologos como Miguel Othon de Mendizabal y Nox ‘uel Gamo, el empeno del gobierno de Lazato Cardenas y les generaciones sucesvas de anttopologos, etmologos y etnogea, fos, logran desterrar la red de prejuicios que es la tadicion in, {erpretativa. Un versificador como Carlos Rivas Larrauri codif. ‘ca el habla fracturada del indigena que apenas habla “castilla hhasta desgastarla en lo parddico y asegurar su sitio en el humor Popular: “Mi canton, magrecita del alma’, Alli esté el indio. elemento conspicuo del colonialismo intemo, nunca asimilac, laanimacion masiva de las dudas sobre el progreso nacional, Para ubicarlo, las tcnicas usuales han sido: a) *poetisario® vol, viendolo remoto, ancestral, enigmatico, etemo, con un silencio de siglos atento alos rumors atavicos de su alma,o bl procu, Farle una dimension por as decirlo cotdiana.a base de a racia Ae ss esuerzos fallidos en la bisqueda dey el miedo y la des ‘confianza ante un habla yuna conducta“occidentales" Las des écnieas confluyen en un propésito: hallar un indigena incom. ‘Prensibleo, algo mas rentable, humoristico’ a pesar suyo, que allser-uina abstraccion confirme su condicion “invisible. LACULTURA MEXICANA EN ELSIGLOXX 77 ‘Aun las novelas mejor intencionadas de la €poca radical, El io (1935) y Tierra (1932) de Gregorio Lopez y Fuentes }894-1966) o la excelente El resplandor (1937) de Mauricio no (1906-1988), no evitan “la actitud de supetioridad” ‘usa el estilo repetitive (prodigo en la adjetivacion inmoyilis- del indio, siempre ‘indescifrable”, “inmutable”, “sumiso"), y ide, en el caso de Lopez y Fuentes, a una “observacién antro- Logica’: el indo, objeto ce estudio para situar al hombre pri- tmitivo. Magdaleno es mucho mas complejo, quiere consignar Jos procedimientos de explotacion y aplastamiento que explican la impotencia de las comunidades indigenas. No hay salidas: el nino indio, Saturnino Herrera, El Coyotio, abandon la inhuma- nna, infernal vida de su etnia, va a educarse a la ciudad y regresa ‘como gobernador del estado a oprimir, promover y ditigir el ‘engafo, la deshumanizacion y el asesinato de los de su raza. “Magdaleno escribe tambien Las palabras perdidas (1959), el ‘mejor libro sobre la campana presidencial de José Vasconcelos en 1929. Francisco Rojas Gonzalez (1904-1951) inicia otra vertiente: la pretension de exactitud que destruye su novela, Lola Casano- va (1947), y le da una vida irregular a sus cuentos (EI diosero, 1952). Lo mejor de Rojas Gonzalez es su novela La Negra An- ‘gustias (1944), sobre una mujer llevada por el machismo a la lucha armada donde alcanza el grado de coronela, sélo para terminar Ilevandole comida a su hombre que es albanil. Pero el final humillante no le quita meritos al resto del relat. Una obra maestra de la literatura antropologica: Juan Perez [Jolote (1948) de Ricardo Pozas (1919-1990), el gran relato de la vida indigena en Chiapas, un tema ya planteado en la fiecion por B. Traven (1882-1969) en su novela La rebelion de ls colga dos (1936). Pozas deja hablar al indigena sin patrocinarlo en lo minimo: {LACULTURA MEXICANA ENELSIGLOXX 79 EARLOS MONS reconozca— de escritores norteamericanos como Dreiser y Upton Sinclair. Sin tradicion critica, esta lial recurre al expediente a mano: el sentimentalis- iehoburgués", todavia atenido al esquema cristiano del ‘que engencira la redencion. En La ciudad roja (1932), ‘Mancisidor, 0 en Chimeneas (1937), de Gustavo Ortiz 0 en Mezclilla (1933), de Francisco Sarquis, impera : sin sangre de los martires no habra revolucion socia~ aque el precio de la conciencia es el mayor dolor (el de los dirigentes es perecer en el primero o en el tiltimo ). 1 Noséen que ano nact. Mis padres no la sabfan, nunca me lo dijeron, Soy indio chamula, conoct el Sol alla en el lugar de mis antepasados que esta cerca del Gran Pueblo, en el paraje de Cuchulumtic. Me llamo Juan Perez Jolote. Lo de Juan, porque mi madre me prio el dia de la fiesta de San Juan, patron del pueblo. Soy Peres Jolote, porque ast se nombraba a mi padre, Yo no sé como hicieron los antiguos, nuestros “tas”, para ponerle a la gente nombres de animales. A mi me 1ocd el del guajolote. Alllado de El resplandor, las novelas y cuentos de Rosario Cas- tellanos (Balin Candn, 1957, Ciudad Real, 1960, Oficio de tinie- las, 1962) son los intentos mejores y mas significativos por captar la dimension tragica del “problema indigena’. En Caste- lanos existe conciencia de los peligros de la narrativa indigenis- fa: ‘Uno de sus defectos principales [de la corriente indigenistal —dice— reside en considerar el mundo indigena como un ‘mundo exético en el que los personajes, por ser las victimas, son poéticos y buenos. Esta simplicidad me causa risa, Los in- dios son seres humanos absolutamente iguales a los blancos, solo que colocados en una citcunstancia especial y desfavora- ble... Los indios no me parecen misteriosos ni poéticos. Lo que ‘ocurre es que viven en una miseria atroz”. Un narrador interesante: Ramon Rubin (1912-2000), que se-acerca a la vida de campesinos, pescadores, indigenas: El allado dolor de tos tzovziles y La bruma lo vuelve azul, ab LATOMA DEL PODER POR LA PROSA. ani En 1930, el petisdico E Nacional organiza un concurso de no- elas tevolucionarias. Surge una corriente que se autocalifica de ‘proletaria®, entusiasta de los primeros novelistas soviéticos y

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