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La interrogacién retorica Marfa Victoria ESCANDELE VIDAL 0. INTRODUCCION* E] fenémeno conocido habitualmente con el nombre de interrogaci6n retorica ha atraido desde antiguo la atencion no sélo de los gramaticos, sino también, y muy especialmente, de los maestros de Oratoria, de los tratadistas de Retérica, de los fildsofos y de los légicos. Sin embargo, no siempre los estudios y las consideraciones de los especialistas en cada una de estas materias alcanzaban la difusion suficiente entre los de las otras disciplinas. El resultado es, evidentemente, una enorme dispersion de los conocimientos. Por elto, en el momento en que la Lingiiistica se ha visto enriquecida con las aportaciones de Ia nueva légica simbélica, y cuando se hace cada vez mas patente Ia necesidad de completar lus niveles tradicionales de andlisis del lenguaje con el de la Pragmatica, parece que resulta conve- niente revisar esta cuestion, a la luz de las concepciones actuales de los estudios lingiisticos. De este modo, se pretende obtener un conocimiento mis integrado, y avanzar, a la vez, algunas hipotesis explicativas acerca de su funcionamiento. Antes de entrar de Ileno en el tema que nos ocupa, conviene hacer al- gunas precisiones conceptuales. Para evitar posibles errores, parece im- ponerse la necesidad de establecer una distincion clara entre lo que po- driamos llamar «modalidad» de la oraci6n, de naturaleza gramatical y ca- racterizada por rasgos formales, y el uso de los enunciados, sometido a Jos principios pragmticos que regulan la conversacién. Reservaremos * Queremos dar las gracias al Dr. Bosque por sus comentarios a una primera versién de este trabajo. DICENDA-Cuadernos de filologia bispinica, n.9 3. Ed. Univers. Complutense. Madrid, 1984 oe TI 10 Maria Victoria Escandell Vidal convencionalmente el término «interrogacién» para referimnos a la mo- dalidad gramatical, utilizande el de «pregunta» para el acto de peticion de informacion por medio de una oracién interrogativa directa’. Comencemos observando algunos ejemplos: 1.a) ¢Quieres que piensen que somos unos maleducados? b) ¢Qué hombre razonable desearta la guerra? ©) éPuede haber algo mas importante que la libertad? d) ¢Quién sino Juan puede haberlo hecho? ¢) (p. 71). Ouros autores sf reconocen los diferentes usos de esta clase de oraciones, Entre cllos cabe citar a J. ALCINA FRANGH y J. M. BLECUA: Gramdtica espariola (Barcelona: Ariel, 1975) a 8. FER. NANDEZ RaMszez: «Oraciones interrogativas espafolass, en BRAE, 39 (1959), 243-76; a A. BE- LLo: Gramatica de Ja lengua castellana destinada al uso de los americanos [1847-1860], ed. R. ‘Trujillo (Santa Cruz de Tenerife: 1981), § (146; y muy especialmente a A. Diaz TRERA: «La frase interrogativa como modalidads en R.8.E.L. 3,1 (1973), 95-116, quc aunque parte de pre- supuestos muy diferentes a los nuestros (Cf. M.* V. ESCANDELL Vina; Introduceién al estudio i de las esiructuras interrogativas (Memoria de licenciatura inédital (Madrid: Univ. Comptu- tense, 1981) especialmente la primera parte), llega, sin embargo, a unos resultados bien pa- vrecidos en lo que a la consideracion gramatical de la interrogacién se refiere. La interrogacién retérica uw 2.a) No quiero que piensen que somos unos maleducados. b) Ningim hombre razonable desearia la guerra ©) No puede haber nada mas importante que ia libertad. d) Nadie sino Juan puede haberlo hecho, e) Nunca se ha visto una cosa igual. ¢Cual es el mecanismo que permite esta utilizacién de interrogacio- nes como aserciones? ¢Qué principios rigen su uso adecuado? (Qué «fér- mulas» se emplean para su reconocimiento y correcta interpretacién? Es- tas son algunas de las cuestiones sobre las que vamos a tratar de proyec- tar un poco de luz en las paginas que siguen. Para ello, comenzaremas recordando brevemente cual es el papel que - les asigné la Retérica clasica. Luego, esbozaremos un modelo tedrico so- bre el significado de la interrogacién en general, y de la interrogacién re- torica en particular, para pasar a estudiar cudles son las condiciones prag- méaticas de su empleo. Seguidamente, trataremos de las diferentes mar- cas formales que pueden caracterizar estas oraciones. Hablaremos, en fin, de sus puntos de contacto con la verdad y de las consecuencias de su uso en el didlogo. 1. La INTERROGACION RETORICA COMO FIGURA DE DISCURSO Volvamos un poco la vista atras y recordemos primero los origenes del término. El adjetivo retérica aplicado a la interrogacién procede de la in- clusion de este empleo, come figura de discurso, en los tratados clasicos de Retorica y Oratoria. Fontanier la describe muy certeramente con estas palabras: ..Consiste en utilizar el giro interrogativo, no para expresar una duda y provocar una respuesta, sino para indicar, por el contrario, la mas gran- de persuasién, y desafiar a aquellos a los que se habla, a poder negar o incluso responder, No hay que confundirla con la interrogacién propia~ mente dicha, con la interrogacién de duda, de ignorancia o de curiosi- dad, por 1a cual se busca instruirse o asegurarse de una cosa’. En cuanto a los efectos que produce, Lausberg sefiala que .-fustiga los afectos por la evidencia de la superfluidad de la formu- laci6n interrogativa. De ah{ que tampoco se espere respuesta a la inte- rrogacién, que es la formulacion, préxima a la exclamatio, de un enuncia- 2 P. FONTANIER: Les figures du discours [1821-1830]. ed. G. Genette (Paris: Flammarion, 1968), p. 368. 3H. LausBEre: Elementos de Retorica literaria [1963], trad. M. Marin Casero (Madrid: Gre- 12 Marta Victoria Escandell Vidal Es importante, como veremos, no confundir este uso con el irénico, que entra dentro de lo que se llama dissimulatio, u ocultacién de la pro- pia opinién, y que consiste en la transformacion de una afirmacién en una pregunta «..que simula la ignorancia falta de convencimiento. Esta es la ironia socrAtica propiamente dicha»*, Finalmente hay que recordar otro uso relacionado con los anteriores, pero de forma y efectos bien diferentes. Se trata de la subjectio, que ‘bordina y somete de alguna manera a una proposiciGn, general- mente interrogativa, otra proposicion, generalmente positiva, que le sir- ve de respuesta, de explicacién o de consecuencia. ¢Temes a la censura? Sé tte propio juez’. 2. UN MODELO SEMANTICO-PRAGMATICO PARA LA INTERROGACION Como se ha dicho mas arriba, la interrogacién retérica puede enten- derse como un uso particular de una oracién interrogativa en una deter- minada situaci6n. Se trata, pues, de descubrir cémo una Unica forma gra- matical puede utilizarse con fines tan diferentes, que van desde la ps cién de informacién hasta la afirmacién enfatica. . Para entender este fenémeno, hay que estudiar dos cuestiones funda- mentales: en primer lugar, cual es la base de significacion abstracta co- dos, 1975), p. 222. El autor considera esta figura incluida en las de iamutatio syntactica, que «...consiste en la modificacién de la naturaleza de la frase» (p. 222). * H Lauspera: Elementos..., p. 215. = La definicion y el ejemplo son de P, FONTANIER: Les figures..., p. 320. Sobre el valor ar- gumentativo de la subjetio H.. LausbERG: Blementas..., pp. 218-9, sefiala que es una «..ficeion de un didlogo del orador con la parte contraria o con el publica, con la que el orador repite una pregunta fingida del enemigo (...), y acto seguido anade una respuesta antitética», Como se ve, también puede incluirse entre las figuras de déssimulatio. Pueden consultarse también Jas opiniones de los autores clasicos, que suclen ir siempre acompanadas de multitud de ejemplos. AwistoreLes dedica una parte 2 los efectos de la in- terrogacién en el discurso argumentativo en The «Arts of Rhetoric, ed. bilingde con trad. in- glesa de J. H, Fresse (Cambridge, Mass.: Harvard University Press/Londres: William Heine- mann, 1975°), libro IIL, #8, 1-6. CicxRON se ocupa fundamentalmente de la subjectio en De partiione oratoria, ed. bilingie y trad. inglesa de H. Rackham (Londres: William Heine- mann/Cambridge, Mass.: Harvard Univ. Press, 19684), XVIL 60-68 (pp. 356 y ss.); en De ora- fore (en e] mismo volumen), senala entre las figuras de discurso el responder a las propias preguntas y el afirmar cnféticamente por medio de una interrogacién {libro IIT, 203 y 207); y tambien en el Orator, ed. bilingie y trad. inglesa de H. M. Hubbell (Cambridge, Mass.: Harvard Univ. Press/Londres: William Heinemann, 1971"); [Ciceron]: Ad C. Herenraum, ed- ingie y trad. inglesa H, Caplan (Cambridge, Mass.: Harvard Univ. Press/Loudres: William. Heinemann, 19685} contiene un extenso capitulo sobre la Aypophora o subjectio (IV, 33-34). Finalmente, QuINtILIANo: Institutio oratoria, ed. bilingue y trad. inglesa de H. E. Butler (Lon- dres: William HeinemanwCambridge, Mas: arvard Univ. Press, 1966“) incluye la inte- rrogacién en el libro LX que trata sobre las figuras y enumera un gran nimero de usos di- ferentes, explicados con ejemplos (IX, Il, 6-16; pp. 376 y ss.). La interrogacion retérica 13 main a todas las oraciones interrogativas, y atribuible, por tanto, a su fo ma gramatical; y en segundo lugar, cuales son las condiciones pragmat cas pertinentes que hacen posibles los diferentes empleos, y que propor- cionan los elementos necesarios para su adecuada interpretacién. 21. El significado de las oraciones interrogativas Mucho se ha escrito sobre la posibilidad de hablar del significado ‘de las oraciones independientemente del significado de las palabras que las componen. La nocién tradicional de modus que hemos repasado mas arri- ba (cfr. nota 1), es ya una forma de responder a esta cuestion, indicando que hay diferentes actitudes del hablante ante el contenido proposicional que expresa. Sin embargo, vimos que su caracterizacin no resultaba sa- tisfactoria. Cuando la Logica proposicional de dos valores de verdad empezé a em- plearse en la descripcion semantica de las oraciones, result6 que era im- posible asignar un valor veritativo a las oraciones interrogativas, porque no expresaban proposiciones y, por tanto, no eran ni verdaderas ni falsas, sino adecuadas 0 inadecuadas, procedentes o improcedentes, inteligentes © banales... Y algo parecido ocurrfa también con las oraciones imperati- vas. Desde entonces se vienen sucediendo los intentos por elaborar una 16- gica que permita el andlisis de las oraciones no asertivas. Simplificando bastante, puede decirse que estas tentativas van en dos grandes direccio- nes. Unos consideran que hay en la base de estas oraciones, un predicado realizative® abstracto, con un significado proximo a «Yo te pregunto si p», «No sé si p y quiero que me digas si px: es la llamada sorta del impe- tativo (v del optative) epistémico. Otros, por el contrario, trasladan el pro- blema del valor veritativo a las respuestas con forma de asercién que di- © Sobre la noci6n de realizativo y su inelusion dentro de Ja teoria de los actos de habla puede verse G. N. Lancy: Principles of Pragmatics (Londres: Longman, 1983), que es una sin- tesis muy clara y reciente sobre los problemas, métodos, desarrollo y estado actual de los estudios pragmiticos. También el articulo de M. STEINMANN: «Speech Act Theory and Wri- ting» en M. NYSTRAND (ed.): What Writers Kiow (Nueva York: Academic Press, 1982), pp. 291-323. Para conocer los origenes de estas teorias, dentro de Ia Gilosofia del lenguaje corriente claborada por la escuela de Oxford, deben verse las obras de J, L. Ausrin: How 10 Do Things with Words (1962), trad. G. R. Carrié y E. A. Rabossi: Palabras y acctones (Buenos ‘Aires: Paidds, 1971), especialmente las conferencias VII, IX y X: y del mismo: Ensayos fi- losoficas, wad. A. Garcla Suarez (Madrid: Revista de Ocetdente, 1975). Tambien son de gran interés los desarrollos posteriores, entre los que hay que sefialar los trabajos recogidos en P. Cote y J. L. Moncan (eds.): Syntax and Semantics, 3: Speech-Acts (Nueva York: Academic Press, 1975), y especialmente los de J. R. SEARLE: «Indirect Speech-Acts», pp. 59-82; H. P. GRICE: «Logic and Conversation», pp. 41-58; y 0. Goxnox y G. Laxorr: «Conversational Pos- tulates», pp. 63-84. 14 Marta Victoria Escandelt Vidal chas oraciones pueden obtener, y se suele conocer con el nombre de teo- ria del conjunto de respuestas posibles’. Contra la primera de estas teorias puede argumentarse que no propor- ciona una descripcién adecuada, ya que no todas las oraciones interroga- tivas sirven para preguntar. Si se intenta dar cabida a todos los usos po- sibles, cambiando el verbo realizativo en cada caso, la descripcién ya no resulta unificada, Ademas, no hace una distincion clara entre significado oracional y valor pragmatico. Contra el segundo modelo, hay que indicar que no resuelve el problema, sino que lo cambio de sitio, Pero, sin duda, el principal punto discutible de estas teorias es precisamente el de parti- da: nada indica que se puedan obtener mejores resultados en el andlisis semantico de las interrogaciones al intentar asignarles un valor veritativo. El segundo sistema de aproximacion a la base significativa comun a todas las oraciones interrogativas consiste en utilizar una logica de cal- culo de predicados, y en considerar que lo importante es la forma légica de la oracion. En principio este término se empleé para referirse a aque- Ilas propiedades de un argumento de las que pueden extraerse inferen- cias validas por un procedimiento automatico, De ahi pasa a aplicarse a Ja oracién. En la forma légica deben estar reflejadas todas las condicio- nes de Ja interpretacién semantica; es decir, se trata de una especifica- cidn de la cual se pueden derivar, por medio de unas reglas generales, to- das las inferencias relevantes de la oracién®. Qué significado tienen en comun las interrogativas generales y par- ciales? Su forma logica nos revela que se trata siempre de funciones pro- posicionales defectivas: en el caso de las generales, lo que se omite es uno de los términos de la polaridad positivo/negativo; en el segundo, lo que fal- ta es la especificacién de, al menos, un argumento”. Simplificando: 7 No podemos entrar aqui en més detalles sobre estos modelos. Un buen resumen de las diferentes posiciones puede encontrarse en J. Lyons: Lenguaje, signifieado..., especialmente cap. 6; o€n L. APOSsTRr: «De l'interrogation en tant qu'action» en Langue Francaise, 52 (1981), 23-43; también en J.J. ACERO: «FI profesor Hintikka y el andlisis semantico de las pregun- tas» en Teorema, VIL2 (1977), 175-85; e igualmente en A. BERRENDONNER: Elements de Prag matique linguistique (Pacis: Ed. de Minuit, 1971), especialmente et cap. IV: «L'illusion inte- Trogative». ® Acerca de estas cuestiones puede verse R. M. KEMPSON: Semantic Theory (Cambridge: C.UP,, 1977), especiamente el cap. 3. Existe trad. espafiola de R. Corda (Barcelona: Teide, 1982); tambien J. Lyons: Semantics, 1 (Londres: CU.P,, 1977), cap. 6. Tambien traducido por R. Cerda (Barcelona: Teide, 1980). * Ya 0. JesrERSEN: La filosofta deta Gramdtica [1924], trad. C. Manzano (Barcelona: Ana- grama, 1975) en cierto modo adelanta nuestra concepcidn cuando afirma: «Podemos encon- trar una terminologia inequivoca si recordamos que en la primera clase, interrogacién ge- neral, cl objeto de Ia cuestiGn es siempre un nexo: el hablante quiere que se elimine su duda sobre si es correcto conectar ese determinado sujeto con determinado predicado. Por tanto, podemos llamar a éstas «preguntas sobre el nexo». En ja otra clase, la interrogacién se re- fiere a una camtidad desconocida en el sentido en que se entiende en las ecuaciones alge- braicas; por tanto, podemos usar el conocido simbolo x para relerimos a lo desconocido, y_, lamar «pregunta sobre x la que tiene por objelo descubrir qué representa x» (p. 366) La interrogacion retorica 15, Baa) p=? (tes) p (interrogacién general) b) Gu (Fo), donde x es la incognita (interrogacion parcial) Lo mas importante es que el énfasis de la oracién se coloca precisamente sobre el componente no especificado: a ello contribuyen los rasgos for- males que caracterizan la estructura de las interrogaciones. Las consecuencias de este andlisis parecen claras. De un lado, en las interrogativas generales hay una focalizacién del «no-compromiso» del hablante con respecto a la verdad de la proposicion que expresa, mien- tras que una oracién asertiva si compromete al emisor. Ahora bien, el he- cho de que un tipo de oracién no comprometa a la verdad porque carezca de la especificacién necesaria, no predetermina obligatoriamente el uso que de ella se haga. Simplemente es una formula que ofrece el lenguaje, una especie de instramento que el hablante puede utilizar de acuerdo con sus objetivos. Esto explica, por ejemplo, que efectivamente sea un medio adecuado para expresar algo que se ignora y provocar una respuesta del destinatario; pero también hay que sefalar que la forma interrogativa no necesariamente implica la presencia de un interlocutor, ni presupone, tampoco, gue deba tener una respuesta, Que el oyente, en caso de que lo haya, responda adecuadamente a una pregunta, es muy importante en la relacion interpersonal, pero desde e] punto de vista puramente gramati- cal es, en cierto modo, secundario, y no depende tanto de la forma inte- rrogativa como de fas condiciones pragmaticas que rodean su enuncia- cién'®, En lo que a las interrogativas parciales se refiere, la cuestion es algo diferente. El lazo comtin que une a ambos tipos interrogativos es, recor- demos, el énfasis en la falta de especificacién de un componente. Sin em- bargo, en las parciales hay una presuposicién existencial, es decir, el que habla presupone la existencia de una especificacién para ese argumento, aunque él no la conozca. Esta presuposicién puede expresarse por medio de la oracién asertiva correspondiente con la sustitucion del pronombre interrogativo por el indefinido!!: También la tcoria de L. Tesniere: Eléments de Syntaxe structurate [1959] (Paris: Klinck- sicck, 19667}, es semejante. Si hay un nicleo vacio, la interrogacién se Hama «nuclear»; si todos estan llenos pero se descongce si la unién de nicleos es correcta, recibe ef nombre de ”, Por ello, parece que la negacién no es en modo alguno un tema ajeno al que nos ocupa. Ahora bien, si en la interrogaci6n el hablante no especifica Ja polari- dad positiva o negativa de la proposicién, zqué sentido tiene la aparicién de una negacién en una oracién interrogativa? La respuesta parece ha- Narse, de nuevo, en principios de tipo pragmatico, en especial, en el es- tado cognitive y el grado de certeza que el hablante posea. En efecto, mu- chas veces el emisor no es neutral en cuanto a los dos valores positivofne- gativo de la oracién. Su enunciado, entonces, favorece, en cierto mod uno de los términos de la polaridad y se convierte en una interrogacién orientada”*. Llegados a este lugar, es preciso establecer claramente una distincion de la mayor importancia. La forma superficial de la negacién en las len- guas naturales es, desde el punto de vista logico, ambigua, porque su va- lor no es constante. Lo que ocurre realmente es que bajo esa forma unica se esconden dos tipos diferentes de negacién: una de tipo interno, predi- cativa o proposicional, muy cercana al operador légico; otra de tipo ex- terno, expresiva o pragméatica, que entra en relacion directa con el estado cognitive del hablante”*. Ya lo entendia asi S. Fernandez Ramirez al decir que cla presencia de fa particula negativa introduce en las oraciones un elemento expresivo, basado en un desajuste o una contradiccién mas o menos patente en la situaci6n, al cual hace referencia precisamente el contenido de Ja nega- cién»?5. Sabre la doble funcién de la negacion habla también Diaz Tejera cuando afirma que en Ia interrogacién «...n0 dice que se produzca una ruptura entre sujeto y verbo come en una oracién predicativa normal, sino que niega la voluntad del hablante. No es sorprendente al respecto el que muchas lenguas dispongan de dos negaciones, caso, por ejemplo, 2 A, Bevio: Gramética... (p. 683). Esta afirmacién aparece en la edicion de 1847 y fue omitida en las ediciones posterores. 2A. BoRitLo: «La négation ct ‘orientation de ia demande de confirmation» en Langue Francaise, 44 (1979), 27-41, sefiala a este respecto que «...cn ruchos casos la interrogacion no es muestra de una verdadera incertidumbre entre lus dos valores de verdad. El hablante ‘no compara de forma neutra fos das términos de a alternativa. Por el contrario, y fundan- ‘dose en su juicio —que puede ir desde la simple presuncion a la quasi-certeza—, el hablan- te se propone, segun el grado de su conviccion, hacer confirmar o hacer admitir su punto de vista a la persona a la que se dirige, su interlocutor. Su estrategia consiste cn ofientar a ésie a la eleccidn que él cree verdadera» (p. 27). Pucde compararse con los puntos de vista expresados por S. FeRNANDE? RamiRr7: «Oraciones interrogativas..», por J. ALCINA FRANCH y LM. Bircua: Gramdtica,..: 0 por R- GARCIA RIVERON: «Sobre la pregunta negativas en Co- eecion de articulos de Lingitstica (Ciudad de la Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1980), pp. 141-156. 2" Ademas de lus trabajos citados en la nota anterior, sobre este punto en particular pue- de verse D. R. Laon: «A First Look at the Semantics and Pragmatics of Questions» en 17 Regional Meeting of the Chicago Lingteistic Society (1981), pp. 164-171 25'S. FERNANDEZ RamiReZ, art. cit., p. 245. La interrogacién retérica 2B del griego y del latin, y que, en esa situacién, repartan una para negar la modalidad, un, ne, y otra, para negar lo enunciativo, du, non»*®. Diserepamos, sin embargo, de Diaz Tejera con respecto a su afirma- cién de que en las fenguas con una sola negacién, esta oposicion se marca con su presencia o ausencia. Como sefiala Ladd, las oraciones interroga- tivas negativas son ambiguas entre dos sentidos: 1) peticion de confirma- cién de algo que se cree verdadero: el hablante cree que p y la negacion no afecta a la proposicién; 2) confirmacion de una inferencia negativa que el hablante acaba de obtener en el curso de la conversacién y que con- rrasta con su conocimiento anterior: el hablante ha inferido neg.p y la pro- posicién entra dentro del ambito de la negacién. Ademas de esta explicacién de tipo semantico, hay también pruebas gramaticales que confirman este doble comportamiento en una lengua de negacién tnica como el espariol. Obsérvense los siguientes ejemplos: 15.) Por aqui cerca hay una farmacia. 'b} Por aqui cerea no hay ninguna farmacia. La negacién de 15.b) es claramente de tipo proposicional: esta oracion ex- presa lo contrario a 15.a). Sin embargo, cuando se aplica la negacion a una oracién interrogativa, el fenomeno resulta mas complejo. Comparen- se los siguientes ejempl 16a) ¢Hay por aqui una farmacia? b) ¢No hay por aqui una farmacia? ©) éNo hay por aqui ninguna farmacia? d) @No hay por aqui alguna farmacia? No puede decirse, en modo algun, que 16.b) sea la negacién de 16.a), sino que ambas preguntas van orientadas en el mismo sentido, como lo demuestra su conversién en oracién asertiva con «tag»: 17. Por aqui hay una farmacia ¢no? Sin embargo, para convertir 16.c), hace falta mantener Ja negacion en la asertiva. 18.a), y no 18.b), es la que le corresponde: 18.2) Por aqui no hay ninguna farmacia gno? *ningu . b) Por aqui hay (gun farmacia ;no? Y nuevamente 16.d) rechaza la negacion: 26 4. Diaz TeseRA, art. cit., p. 102. 24 + Marta Victoria Fscandell Vidal 19.a) Por aqui hay alguna farmacia ¢no? b) Por aquf no hay alguna farmacia no? ‘Los ejemplos anteriores demuestran la existencia en espafiol de los dos tipos de negacién. Podria realizarse otro tipo de pruebas. Por su interés apuntaremos la de la pronominalizacién de la oracién interrogativa. Su- pongamos que un grupo de personas se dispone a realizar una excursion. Inesperadamente se presenta un amigo al que todos aprecian, y desean que les acompane. Si le invitan diciendo: 20. ¢No quieres venir con nosotros? Eso seria estupendo. ‘parece claro que eso trata de sustituir a la respuesta afirmativa, o mejor, al hecho de venir, y no al de no-venir?”. De lo dicho hasta ahora se deduce una consecuencia muy significati- va. En la interrogaci6n retorica la negacién tampoco funciona como ope- rador légicu, sino que es un indicador de la «toma de partido» del ha- blante y, por tanto, en nuestro caso, una manifestacion de la insinceridad de su formulacion. Es una marca formal que indica al oyente que debe ponerse en guardia y buscar una interpretacién no literal, porque se ha- Ila ante una interrogativa fuertemente orientada. La presencia de la ne- gacién por s{ sola no determina la retoricidad de la interrogacién, pero sf colabora a marcar el desajuste existente: es siempre la comparacion en- tre el enunciado y las creencias o conecimientos lo que le confiere 0 no dicho caracter retérico. Por otro lado, y en lo que a las interrogativas parciales respecta, la res- puesta negativa a una oracién afirmativa se basa siempre en la negacién de la presuposicion existencial. Asi, 21.) presupone 21.b) y su negacién corresponde a 21.c): 21.a) ¢Quién ha venido? b) (enh | alguien que ha venido. ¢) No hay nadie que haya venido = No ha venido nadie. Este mismo mecanismo se aplica a otras categorias, como las de lugar y tiempo: 22.a) ¢Cudndo me has ayudado? 27 Q, Duckor y J-C. ANSCOMBRE en ¢! articnlo citado aportan otro lipo de pruebas sobre el valor argumentativo positive de las interrogaciones negativas. Se basan fundamental mente en coordinaciones que resuitarian, de otro modo, inexplicables. A su estudio, que es del mayor interés, remitimos al lector. La interrogacion retérica 25 b) No hay ningén momento en que me hayas ayudado = No me has ayudado 23.) ¢Por donde podemos salir de esta situacion? b) No hay ningtin lugar por donde salir de esta situacin = No pode- mos salir de esta situacion. Sin embargo, cuando se trata de la expresién de otras categorias sin- tactico-seménticas como las de causa o finalidad se observa un compor- tamiento aparentemente andmalo: 24.a) ¢Por qué me has ayudado? b) No hay ninguna raz6n para que me hayas ayudado 4 No me has ayudado. 25.2) £Con qué motivo has invertido tanto dinero? b) No hay ningiin motivo para que hayas invertido tanto dinero ¢ No has invertido tanto dinero. La explicacion se encuentra en que estas expresiones «absorben», por asi decirlo, la negacion y por ello no afecta a toda la proposicién’®. Lo que implican 24.a) y 25.a) es: 26.) No hay ninguna razén para que me hayas ayudado (= Me has ayu- dado). b) No hay ningin motivo para haber invertido tanto dinero (= Has invertido mucho dinero). Ahora bien, puesto que no se puede negar lo expresado por el verbo, las interrogaciones con por qué referidas al pasado reciben habitualmen- te una interpretacién de interrogacién-critica (el término es de M. Crisa- ri), por medio de la cual el hablante expresa su desaprobacién con res- pecto a una accién del oyente, para la que no encuentra explicacién o sen- tido”’. Por ello, para lograr una interpretacion mas préxima a la de otras interrogaciones retoricas, en las causales se han de emplear otras cons- trucciones, que veremos més abajo. Por el contrario, cuando la interrogacién parcial tiene forma negati- va, como ya sefialamos al hablar de la forma légica, se opera un cambio en el cuantificador de la presuposicién, que de ser existencial («existe al- 28 A este respecto, véase Ia argumentacién de I. Bosowr: Sabre la negacién (Madrid: Ca- tedra, 1980), pp. 96-97. Lo que él dice es que mientras ¢Cudndo le has regalado nada? impli- ca Nunca le has regalado nada, sin embargo, ¢Por qué le has regalado nada? implica Le has regalado algo y no No le has regalado nada por ninguna razén. 2° Vease el articulo ya citado de M. Crisari. Para otros significados de por qué puede ver- se el interesante articulo de J. MILNER: «Des hypothéses sur l'activité du locuteur. L’ambi- guité et la fonction de certaines questions en pourquoi... ne pas» en Journal de Psychologie, 2 (1977), 227-82. 26 Marfa Victoria Escandell Vidat gain x tal que no p») se convierte en universal («nto existe ningdn x tal que no pe, luego «todo x, p»). Asi 27.a) presupone 27.b), pero retoricamente significa 27.c), que equivale a 27.4): 27.a) *®. Los 39 La definicién es de 1, Bosove, en el libro citado, p. 20. Entre estos 1érminos pueden sefalarse nada, nadie, ninguno, nunca, siempre que se hallen en posicién posverbal; tam- bién ni, sino, mas que, i siguiera, y otras muchas construcciones y modismos: *(No) ha venido nadie. La imerrogacion retérica 27 siguientes ejemplos de Bosque resulian perfectamente gramaticales y, sin embargo, no hay ninguna negacién delante que pudiera explicar la apa- ricion de los términos de polaridad negativa: 32.a) ¢Ha telefoneado siquiera? b) ¢Quién sino Roberto puede ser el culpable? ¢) ¢Cudndo te ha regalado nada? d) (Cuando ha mavido un dedo por ti? La explicacién se encuentra en el hecho de que no sélo la negacién es un activador, sino que la interrogacion también lo es, como sefiala Bos- que. Ademas, es normal que las interrogativas de valor negativo leven Jos mismos términos de polaridad que su asercién correspondiente, como ya decia Bello: «Antes se ha visto que a las palabras y frases negativas se coutrapone elegantemente el que de proposicién subordinada, que rige en- tonces subjuntivo: «Nadie fue a verle, que no le encontrase ocupado>. Si hacemos, pues, implicita ta negacién par medio del giro interrogativo di- remos: «:Quién fue a verle, que...», etc?!. La presencia del término de polaridad negativa vuelve a indicar que no nos hallamos ante una interrogacién neutral, sino fuertemente orien- tada. Es, pues, otra marca que indica al oyente que hay un desajuste, y que se halla ante una formulacién transparentemente insincera. Ahora bien, hay una diferencia esencial entre la presencia de la pseu- do-negacién y la de jos términos de polaridad negativa en las interroga- tivas retoricas. Mientras que aquella por sf sola no bastaba para conferir el caracter retérico, éstos, sin embargo, si nos indican inequivocamente que estamos ante una formulacién retérica. La causa parece hallarse pre- cisamente en Ja necesidad de la negacién que tienen los términos de po- laridad negativa: puesto que la interrogacién es insincera y hay que bus- carle una interpretacién no literal, la mas proxima, sin duda, es la que restituye la negacién, como en los ejemplos 33.a-d) que corresponden a 32.a-d): *(No) vendra el junes sito el martes. *(No) vale gran cosa. *(No) ha movido un dedo por él, Para que resulten gramaticales necesitan la presencia de la negacién, que funciona como activador negative. Véase también el apartado referente a la interrogacion retorica, pp. 95 yes. * A. BELLO: Gramatica..., § 1147. En la edicién de t847 tambien decia: «Verificase en ella la contraposicién del que adverbial a los adverbios y complementos descubiertamente inegativos; scgiin notamos en el cap. XXXIV, n. 12: ¢Cudndo fuiste a verle, gue no lo encon- trases ocupado?, ¢A qué parte se volvian los ojos, que no se presentasen objetos de horror?>, Aparece recogide este fragmento en la p. 683. 28 Maria Victoria Escandell Vidal 33.a) Ni siquiera ha telefoneado. b) Nadie sino Roberto puede ser el culpable. c) Nunca te ha regalado nada. d) Nunca ha movido un dedo por ti. Hay uno de estos términos de polaridad negativa que tiene un espe- cial interés dentro de la interrogacién retérica. Se trata de la forma sino, que es un indicador de exclusién absoluta. 33.b) equivale a: 34. Solo Roberto puede ser el culpable. Como sino funcionan también mds que y otro cuando van precedidas por una negaci6n (cfr: Nadie mds que Juan...; Ningin otro...). Obsérvense los siguientes ejemplos: 35.a) ¢Donde puede estar mas que en Lisboa? ’b) ¢Cuando han podido robarlo sina esta noche? c) ¢Cémo ha podido escaparse sino saltando el muro? 4) GA qué fro miembro podemos clegir? En todos ellos, el indicador de exclusion afecta a un constituyente de la misma clase que la palabra interrogativa que encabeza la oracién. Esto explica que sean légicamente agramaticales secuencias como: 36.a) *¢Quién puede hacerio sino el martes? b) “zCusndo puede hacerse sino Juan? La aparicién del sintagma con sino elimina explicitamente la posibilidad de una serie abierta, que es lo que corresponde a la pregunta informati- va. La interpretacién ya no puede consistir en Henar esa incégnita x, por- que tal vacio no existe: 37a) ¢Donde puede estar mds que en Lisboa? 'b) ¢Cudndo han podido robarlo sino esta noche? c)

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