Sei sulla pagina 1di 17
Maria Dolors Molas Font (ed.) Violencia deliberada Las raices de la violencia patriarcal Pe Pateroy tines ITE ca ‘Y CULTURAS MARIA DOLORS MOLAS FONT (ed.) VIOLENCIA DELIBERADA LAS RAICES DE LA VIOLENCIA PATRIARCAL FINA BIRULES ALESSANDRA BOCCHETTI ROSA MARIA CID LOPEZ MARIA DOLORS GANDARA SANZ INES GONZALEZ LAZARO SONIA GUERRA LOPEZ ELISABETH HUNTINGFORD ANTIGAS MARIA JESUS IZQUIERDO ELENA LAURENZI JOSEFA LOPEZ MUNOZ NICOLA MELLOR MARIA DOLORS MOLAS FONT MARC ORRIOLS I LLONCH MARTA ORTEGA BALANZA PIA RANZATO ROSA RIUS GATELL JOSE DOMINGO RODRIGUEZ MARTIN MARIA DOLORES RU[Z ALONSO M:* ENCARNA SANAHUJA YLL MARGARITA SANCHEZ ROMERO, SOFIA TORALLAS TOVAR JOANA ZARAGOZA GRAS . eAkadnpsra Icaria% MUJERES Y CULTURAS El papel de este libro es 100% reciclado, es decir, procede de la recuperacion y el reciclaje del papel ya utilizado. La fabricacion y utilizacion de papel reciclado supone el ahorro de energia, agua y madera, y una menor emisién de sustancias contaminantes a los rios y la atmésfera. De manera especial, la utilizacién de papel reciclado evita la tala de arboles para producir papel. La Serie Mujeres y Culturas, dirigida por Marta Segarra, incluye ensayos que se sitian en el campo de los estudios culturales sobre mujeres, género y diferencia sexual. Se inici6 en 2000 con los volimenes Feminismo y critica literaria y Nuevas masculinidades, y ha seguido publicando obras teoricas y criticas en dicho campo. Su sede editorial se halla en el Centre Dona i literatura de la Universitat de Barcelona (http:// www-ub.edu/cdona). Disefio de la coleccién: Laia Olivares Tlustracién de 1a cubierta: Ramén Alvarez Arza © Fina Birulés, Alessandra Bocchetti, Rosa Maria Cid Lépez, Maria Dolors Gandara Sanz, Inés Gonzélez Lazaro, Sonia Guerra Lépez, Elisabeth Huntingford Antigas, Maria Jests Izquierdo, Elena Laurenzi, Josefa Lépez Mufioz, Nicola Mellor, Maria Dolors Molas Font, Marc Orriols i Llonch, Marta Ortega Balanza, Pia Ranzato, Rosa Rius Gatell, José Domingo Rodriguez Martin, Maria Dolores Rutz Alonso, M* Encarna Sanahuja YIl, Margarita Sanchez Romero, Sofia Torallas Tovar, Joana Zaragoza Gras © Icaria editorial, s. a. Arc de Sant Cristofol, 11-23, 08003 Barcelona www. icariaeditorial.com icaria@icariaeditorial.com Primera edicién: noviembre de 2007 ISBN: 978-84-7426-948-2 Depésito legal B-49.079-2007 Composicién Grafolet, $. L. Aragon, 127, 4° 12 - 08015 Barcelona Impreso por Romanya/Valls, s. a. Verdaguer, 1 - Capellades (Barcelona) Todos los libros de esta coleccién estén impresos en papel reciclado Printed in Spain. Impreso en Espaia. Probibida la reproduccién total 0 parcial. IV. LATRAICION A LA MAAT, LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES EN EL ANTIGUO EGIPTO Mare Orriols i Llonch Una delas principales concepciones cosmolégicas del antiguo Egipto era la que hacia referencia a la maat. Este término defin{a el equi- librio entre el orden y el caos, a nivel césmico, y entre el bien y el mal, a nivel social. Pero la maat no siempre era venerada. Las clases pudientes sometian a las gentes més humildes y, dentro del mismo grupo social, los hombres abusaban de los nifios y las mujeres. Este articulo pretende indagar en aquellos momentos en que la maat no se acataba, especialmente en los abusos de los hombres contra las mujeres. Como en todas las sociedades patriarcales, también la mujer egipcia estaba supeditada a su congénere masculino y, aunque es cierto que gozaba de muchas prerrogativas frente a sus iguales de otras sociedades mediterrdneas, como la griega y la romana, esto no significa que existiese una situacién de igualdad entre hombre y mujer. Para un hombre era un motivo de orgullo no haber acosado aninguna mujer nia ningun nifie o nifia, y haber ejercido algtin tipo de proteccién sobre ellos, hasta el punto de que podfa hacerlo cons- tar en su epitafio para asegurar su entrada en el Mas Alld.' También los reyes se vanagloriaban de proteger a los «débiles». Un papiro de 1. Véase, por ejemplo: «No hay una sola hija de ciudadano a la que haya avergonzado, ni viuda a la que haya oprimido» (Lichtheim, 1992, p. 139); «Nin- guna de vuestras hijas fue nunca esclavizada» (Lichtheim, 1988, p. 41); «No cogi a la hija de un hombre, ni me quedé con su campo» (Lichtheim, 1975, p. 89). 57 Rameses III dice: «Yo hice posible que la mujer de Egipto siguiera su camino, que sus viajes se extendieran hasta donde ella quisiera, sin que ninguna persona la asaltase en ruta» (Papiro Harris 1, 78, 8- 9, Baines y Malek, 1992, p. 204). En este articulo analizaremos los tipos de violencia contra la mujer documentados en ¢l antiguo Egipto a partir de las fuentes textuales y, en especial, de los signos determinativos que acompa- fian las graffas jeroglificas de los lexemas:” violencia verbal, fisica y sexual. La violencia verbal La intimidacién verbal era uno de los tipos de violencia de género més extendido y menos reconocido socialmente. Ya en los primeros textos sapienciales se puede entrever que los maridos abusaban de sus esposas.> Hay que tener presente que la finalidad de estas ins- trucciones era mostrar el modo de vida ideal que todo hombre egipcio de clase social alta debfa seguir para no atentar contra la maat: «Si wh eres excelente, establece tu hogar y ama a tu mujer de acuerdo con su estandar: llena su vientre, viste su espalda; el perfu- me es una prescripcién para sus labios. jHazla feliz mientras vivas! Ella es un campo, bueno para su sefior. No dictamines sobre ella».* 2. Laescritura egipcia, a diferencia de otros sistemas escriturarios, presenta la ventaja de ser pictografica. Los diferentes vocablos estin formados por unos signos con valor fonético y otros con valor semantico, los llamados determinativos. Estos uiltimosamplian conceptual y culturalmente el significado de la palabra, dandonos la posibilidad de ahondar en su sentido y de adentrarnos en la mentalidad de los antiguos egipcios. Sobre la escritura egipcia y los signos determinativos, véase Cervellé (2005, pp. 191-197). 3. Los textos sapienciales o instrucciones son documentos literarios, escritos a partir del Reino Medio, en los que un tutor alecciona a su alumno sobre la dimensién social y ética de la «vida ideal». La relacidn entre ambos puede ser tanto profesional como, paternal y se da siempre solo entre hombres, de ella queda excluida la participacién femenina. Estos documentos pueden encontrarse tanto en el Ambito privado como en el real, en el que un rey alecciona a su hijo, futuro monarca, con la finalidad de aconsejarle para un buen mandato. 4. Ensefanzas de Ptalbhotep, maxima 21. Traduccién en Parkinson (1991, pp. 69-70). Otrasinterpretaciones pueden leerse en Lichtheim (1975, p. 69), Bresciani (1999, p.48), Jacq (1999, pp. 111-113), Vernus (2001, pp. 92-93) y Kurth (2002, pp. 55-56). 58 Igualmente, en una ensefianza del Reino Nuevo volvemos a encontrar las mismas pautas de comportamiento del hombre versus la mujer: «No controles a tu esposa en su casa, cuando sabes que es eficiente; no le digas: “; Donde est esto? Trdelo”, cuando lo tenia en su sitio correcto. Deja que tu ojo observe en silencio. Entonces tti reconocerds su habilidad» (Ensefianzas de Ani, 9,2-9,5, Lichtheim, 1976, p. 143). Como vemos, dentro de las directrices que debfa respetar todo hombre para seguir el camino de la maat estaba la de respetar a su esposa, pero esto no siempre era asi. En la documentacién conser- vada aparecen diferentes vocablos referidos a la violencia verbal ejercida contra las mujeres. Un caso muy claro lo encontramos en un documento del reinado de Rameses III (Dinastfa xx), datado en el afio 23. Se refiere a un juramento que un padre obliga a hacer a su futuro yerno con la finalidad de que no abuse de su hija. Haced que Najte-em-Mut haga un juramento ante el sefior, vida, prosperidad y salud, diciendo, «Yo no injuriaré (nt* ay? a su (lit. mi) hija». Juramento ante el sefior, vida, prosperidad y salud, que él jura: «Como Amén perdura, como el soberano perdura, si yo incumplo mi palabra e injurio (n° 4) a la hija de Tener-Montu en el futuro, recibiré 100 golpesy seré privado de todas las propiedades que yo adquiera con ella» (Ostracon Bodleian Library 253, 1° 3-4, v° 1-4, Cerny'y Gardiner, 1957, pl. 64-64A n° 2), Este texto recoge una practica, documentada en otros escritos (Ostracon Varille 30 y éstracon Petrie 61), por la que un padre pro- tegfaasu hija de las posibles desventuras que aguardaban a ésta con su futura pareja. Lo que aqui nos interesa, sin embargo, esla palabra nt‘, traducida por «injuriar» (Ostracon Bodleian Library 253, 1° 3-4 y v° 2). Se trata de un hdpax muy discutido por sus posibles significados. Por un lado, McDowell (1999, p. 33),° basandose en 5. Determinativo de un hombre que se lleva la mano a la boca: indica acciones que se hacen con la boca o la cabeza, como hablar 0 pensar. 6. También en McDowell (1990, p. 37 n. 136), Robins (1996, p. 78) y Toivari-Viitala (2001, pp. 86 n. 516, 94 n. 585). 59 Ward (1963, p. 431),7 lo interpreta como «abandonar» o «divor- ciar», fundamentindose en una comparacién lingiifstica con di- ferentes lenguas semiticas, Como ya advirtié Cerny (1937-1938, pp- 47-48), no obstante, para interpretar este vocablo hay que tener presentes sus determinativos. Al hacer un cotejo con los determinativos de otras palabras egipcias documentadas con el sig- nificado «divorciar»,? encontramos que éstas estén semantizadas por el signo A .'° Esto indica que para los egipcios esta palabra no aludfa a una accién hecha con la cabeza, pues le daban més impor- tanciaal hecho fisico de desalojar la casa. Asi pues, nos encontramos ante un texto profildctico, en el que se protege a la mujer de una posible injuria por parte desu marido, y no de un posible divorcio.!! También encontramos violencia verbal contra las mujeres en una misiva, datada en la Dinastfa XIX, en la que una mujer de Deir el-Medina’? explica a su hermana que su marido fa amenaza con echarla de casa si su familia no les abastece con alimentos (Ostracon Praga 1826, Cerny. y Gardiner, 1957 pl. 70-70A n° 2). La mujer, presuntamente atemorizada, explica: «porque yo estoy discutiendo (ttt 3) con Meri-Maat. “\(Me) divorciaré!”, me dice cuando él discute (1/32) conmigo (sobre) mi madre»."4 Para indicar la accién referenciada, se usa el verbo ttt (Ostracon Praga 1826, 4 y 5, Cerny y Gardiner, 1957 pl. 70-70A n° 2), que 7. Véase también Hoch (1994, p. 197). 8. Pestman (1961, p. 55), siguiendoa Cerny, traduce por «tratar injustamen- ter. 9. hs (r bnr) y 3m. Véase Erman y Grapow (1982, vol. III, pp. 227, 3-23 y 228, 1-25 y vol. IV, pp. 462, 7-12; 465, 1-18), 10. Unas piernas que caminan, indicando movimiento. 11. Otros autores que optan por esta interpretacién son Cerny (1937-1938, pp. 47-48), Demarée y Janssen (1982, p. 78), Valbelle (1985, p. 236 n. 5) y Hannig (1997, p. 442). 12. Poblado delos constructores de las tumbas reales del Reino Nuevo, situa- do en la montafia tebana. 13. Traducciones en Allam (1973, p. 249), Wente (1990, pp. 147-148) y McDowell (1999, p. 42, n° 16). 14. Allam y McDowell consideran que, en el ds¢racon Praga 1826,5, el marido discute con la madre. Soy partidario de la traduccién de Wente, que considera que la pareja se pelea a causa de la madre. 60 se puede traducir por «discutir» (Erman y Grapow, 1982, vol. V, p. 413, 6-10; Hanning, 1997, p. 966). No obstante, cabe tener en cuenta, por el contexto de la carta y por las quejas de la mujer, que la discusién ha sido claramente provocada por el hombre. Por este motivo, el verbo debe entenderse como una coaccién y una amena- za.a la mujer por parte desu marido. Unas lineas més adelante, ella hace una afirmacién de la que puede deducirse de nuevo la presién psicoldgica que se ejerce sobre ella. Utilizando esta vez el verbomrh, dice: «El dice injuriandome (nrh 3) diariamente: "Mira, esto es lo que me has hecho desde que vivo aqui" » (Ostracon Praga 1826,7).*° El texto acaba con una amenaza categérica por parte del marido: «En resumen, como digas algo mds tendrés que volver abajo a la Tierra Negra» (10-11). Una vez més, queda patente la violencia verbal que ¢jerce el hombre contra su mujer, esta vez amenazdndola con expulsarla del poblado y obligarla a volver a la zona del valle. La violencia fisica En la mayoria de los casos, los textos se refieren a los maltratos ffsicos con el verbo gngn (Erman y Grapow, 1982, vol. V, pp. 55- 56; Toivari-Viitala, 2001, p. 216). El andlisis detenido de este verbo permite inferir la contundencia de su significado. Cuando querfan dar un sentido imperfectivo 0 repetitivo a los verbos, los antiguos egipcios duplicaban la rafz de los mismos. Asi pues, gnqn es un término que reitera la accién del verbo qni, que se puede traducir por «vencer o «golpear» (Erman y Grapow, 1982, vol. V, pp. 41- 43). Significa, por tanto, «golpear repetidamente» o «dar una pali- za». También nos podemos percatar de la violencia y contundencia de esta palabra sometiendo a andlisis sus diferentes usos y los con- textos en los que se emplea. As{, aparece reiteradamente en textosen los que los egipcios vencen a un enemigo y en los que indica su total 15. Aqui, Allan, Wente y McDowell interpretan nr/t como «discutir». Opto por la opcidn «injuriar» ateniéndome a su significado en Hannig (1997, p. 418). Véase también Hoch (1994, pp. 186-187). 61 destruccién,'® 0 en pasajes en los que se describe el castigo que reciben los aspirantes a escriba cuando su comportamiento no es el requerido por el maestro (Papiro Lansing 2,8). Asimismo, tiene un uso frecuente en los papiros médicos para hacer referencia a «des- menuzar o «pulverizar» un producto para elaborar una receta.!” En el cuento «Los dos hermanos», encontramos esta palabra en clara referencia a la violencia doméstica. Segtin el relato, una pareja vive en la misma casa con el hermano menor del esposo. La mujer provoca sexualmente a su cufiado, pero éste se niega a ceder a sus avances. Humillada, la mujer decide vengarse del joven y mientea su marido de la siguiente manera: «Ahora bien, la mujer del herma- no mayor tenfa miedo de las palabras que habia dicho. Trajo grasa yseboy seaderezé comosi le hubieran dado una paliza (qnqn\_.),"* fingiendo y con la intencién de decir a su marido: “jEs tu hermano quien me ha dado una paliza (gngn\—»)!”» (Papiro d'Orbiney 4'5- 47). Claramente, la mujer simula haber sido objeto de violencia fisica por parte de su cufiado ¢ idea, incluso, una puesta en escena para hacer més crefble el engafio y convencer a su esposo de la traicién de su hermano. El mismo verbo aparece documentado en textos de cardcter cotidiano. Existe un claro ejemplo en un éstracon de Deir el-Medina datado en el reinado de Siptah (Dinastfa XIX). Se trata de un listado de ausencias laborales en el que, a veces, se da cuenta del motivo'de las mismas. Asi, se nos dice que, en el primer mes de invierno, el dia 21: «Tenermontu ha estado ausente: Se ha peleado (qnqn*})) consu esposa» (Ostracon CGC 25521, r° 12, Cerny, 1927, pp. 184-190). Las traducciones apuntan a que el verbo qnqn debe interpretarse en el sentido de «pelear»,'” pero es Preciso tener en cuenta que, en 16. Véase, por ejemplo, Sethe (1961, p. 2148, 5). En El viaje de Unamén (papiro de Moseté 120, 2,72) Lépez (2005, p. 210 n. 79) propone traducir gngn como un participio pasivo: «(que merecen ser) golpeados»; se tratar‘a del epiteto despective que para los egipcios merecerfan los enemigos. 17. Véase, por ejemplo, papiro Ebers, 363, 502, 503,559, 573,578,678, 724,832. 18. Un brazo con un fuste, indicando acciones hechas con fuerza. 19. A consecuencia de que el verbo va seguido de la preposicién fan°, «con» (Cerny, 1927, p. 191). Toivari-Viirala (1997, p. 166) interpreta el verbo como «pelear», pero considera la accién como violencia doméstica, La misma autora interpreta qrgn en este dstracon como «golpear» (2001, p. 216). 62 todos los demés textos, esta palabra siempre implica un agente que doblega o bien a un objeto o bien a un sujeto pasivo, mientras en el caso de una pelea la accidn serfa reciproca. Por lo tanto, creo que hay que pensar que el escriba podria haber cometido un error, algo muy comuin en los textos egipcios de cardcter cotidiano, y conside- rar la hipétesis de que el uso de la preposicién fuese superfluo.”° Entonces, el obrero habrfa faltado a su trabajo por maltratar fisica- mente a su cényuge. Estamos lejos de comprender el porqué de esta ausencia, pero, en el caso de que se debiese a un castigo por haber golpeadoasu mujer, queda claro que éste no fue severo, pues vuelve a faltar al trabajo sélo seis dias mds tarde,”! de lo que puede dedu- cirse que sf acudié a su trabajo en los dfas intermedios entre las fechas-sefialadas en el documento. Otro de los textos en los que se documenta violencia fisica contra una mujer es un manuscrito judicial datado en el afio 20 del reinado de Rameses III (Dinastfa Xx).”* En él, un hombre se enfrenta a un tribunal porque, supuestamente, su mujer le ha acusado de maltra- tarla. El deterioro del documento hace dificil su comprensi6n, pero podemos leer la declaracién de ella cuando dice: «En cuanto a mi, mi marido [...] Entonces, él (me) dio una paliza (gngn 1), él (me) dio una paliza (qngn 4 ) [...]» (Ostracon Nash 5, 1° 7, any y Gardiner, 1957, pl. 53-53A n° 2). A través de este escrito, podemos apreciar que la justicia tenia una cierta preocupacién por el maltrato de la mujer, a pesar de que la pena consistiese solo en un juramento con el que el hombre se 20. Sise omite la preposicién, se vuelve al sentido transitivo del verbo. Pode- mos encontrarnos ante un escriba novel, Janssen (1997, p- 154 n, 45) detecta en el mismo documento un error de fechas. 21. Eldfa27 del primer mes de invierno ( Gaaee CGC25521,r° 16-21). En el mismo documento encontramos otra ausencia laboral del mismo personaje el dia 5 del segundo mes de invierno (Ostracon CGC 25521, r° 22-23). 22. El mal estado de conservacién del éstracon hace dudar de su buena com- prensién. McDowell (1999, p. 34, n. 8) apunta la posibilidad de que se trate de violencia de género pero indica que puede no ser asf; otros autores que lo consi- deran violencia de género soni Borghouts (1981, p. 11), McDowell (1990, pp. 56 n. 107, 152, 187, 225), Toivari-Viitala (1997, p. 165) y Toivari-Viitala (2001, pp. 216-217). 63 comprometia ante el tribunal ano volver a repetir el acto (Ostracon Nash 5, 1° 11-12). Finalmente, uno de los casos més flagrantes de violencia fisica se documenta en otro manuscrito judicial, esta vez de Elefantina, datado entre los reinados de Rameses IV y Rameses V (Dinastfa xx).23 En éste, se describen cargos judiciales de diferente indole contra, al menos, tres personajes distintos, aunque el que aquf nos interesa es Penanquet, un siniestro sacerdote-uab del templo de Cnum que atenté constantemente contra la maat, En el texto se le acusa de haber mantenido relaciones sexuales con varias mujeres casadas (Papiro Turin 1887, r° 1,5-1,6). En un fragmento se dice: «Cargo concerniente al hecho de que él hizo abortara la ciudadana Tare pyt> (Papiro Turin 1887, v° 3,1). Estas palabras pueden inducirnos a pensar que en el antiguo Egipto el aborto estaba prohibido y que ésta es la razén de que se acusase al sacerdote de ayudar a Tarepyt a abortar. Sin embargo, esta conclusién es errénea. En los textos médicos, el aborto aparece con relativa frecuencia, lo que nos lleva a suponer que no atentaba contra la maat. Asf pues, si consideramos que el aborto era una «prdctica comtin» y permitida entre los antiguos habitantes de la ribera nildtica, solo nos queda pensar que de lo que se acusaba realmente al sacerdote era de haber obligado a la mujer a abortar contra su voluntad. Ademds, teniendo en cuentael cardcter promis- cuo del personaje, podemos aventurar que habria tenido algtin tipo de relacién sexual ilicita con Tarepyt de la que habrfa resultado el embarazo de ésta. El sacerdote, viéndose atrapado Por esta falta, habria decidido resolver el problema cortandolo de rafz. El mismo texto documenta mas tropelias de Penanquet. De nuevo, atenta fisicamente contra una mujer, tal vez a consecuencia de otro de sus devaneos sexuales. Se nos dice: «Cargo concerniente al hecho de que el hombre prendi¢ fuego ala casa de lasirvienta Mutneferet. [Ella vino] para hablarle. El [la] cegé, y cegé también 23. Papiro Turin 1887, conocido también por Esedndalo de Elefantina o Indictment Papyrus (Gardiner, 1948, pp. 73-82). Traducciones en Peet (1924, pp. 116-127) y Vernus (1993, pp. 123-140). 24. Véase, por ejemplo, el papiro Ebers 94, 11-13, Para la traduccién, Guiter (2001, p. 223). 64 a Baksechit, su hija. Ellas atin estan ciegas hoy en dia» (Papiro Turin 1887, r° 2,10-11). E incluso, en el mismo texto: «Cargo concer- niente al hecho que este sacerdote-uab corté la oreja de Sejatuem- nefer, hijo de Baksechit, sin que el faraén, vida, salud y fuerza, lo permitiera» (Papiro Turin 1887, r° 2,3). La secuencia de los hechos podrfa haber sido la siguiente: el sacerdote, resentido contra Mutneferet, quema su casa y la ciega a ella y a su hija. Pero esto no le parece suficiente y le corta la oreja a Sejatumnefer, hijo de Baksechit y por tanto nieto de Mutneferet. Esta claro que, por un motivo desconocido para nosotros, el sacer- dote emprendié una accién despiadada contra Mutneferet. Por un lado, atenté fisicamente contra ella, y, por otro, la agredié psicolé- gicamente, mutilando también a miembros directos de su familia y destruyendo sus bienes. La violencia sexual Es muy diffcil documentar en los textos cotidianos la violencia sexual contra las mujeres pues su contenido, tal como veremos, es muy discutible. El documento més controvertido sobre una viola- cién lo encontramos en el papiro Salt 124.» En éste se narran las fechorfas del infame Paneb, un personaje que vivid a caballo de las dinastias XIx y Xx en el poblado de Deir el-Medina. La acusacién dice: Paneb copulé (2k =s) con la ciudadana Tuy, cuando ella era la esposa del trabajador Qenna. El copulé (2k =a) con Huner, cuando estaba con Pendua. El copulé (7k =») con laciudadana Huner, cuando ella estaba con Hesysunebef, asi dijo su hijo. Y cuando él habfa copulado (7&—s) con Huner, copulé (nk —a) con Ubjet, su hija (de Huner). Y Aapehety, su hijo (de Paneb), también copulé (nk =) con Ubjet (Papiro Sait 124, r° 2, 2-4). Por la gran cantidad de delitos que este individuo cometié, ciertos autores han querido ver en este pasaje actos de violacién a 25. También llamado papiro BM 10055 (Cerny, 1929, pp. 243-258; Vernus, 1993, pp. 101-121; McDowell, 1999, p. 47 n° 21). 65 diferentes mujeres (Valbelle, 1985, p. 183; Toivari-Viitala, 2001, p. 72; Meskell, 2005, pp. 103-104). Sin embargo, es muy probable que se haya juzgado a priorial protagonista de los sucesos. El verbo en discusién es nk, que es el término mas comin para referirse a la cépula entre humanos ya desde el Reino Antiguo (Ermany Grapow, 1982. vol. II, p. 345, 3-10).”° Seguramente, el planteamiento hecho por estos estudiosos es que, ya que estamos ante un documento cuya finalidad es acusar a Paneb de sus malos actos, solo puede tratarse de abusos sexuales. Pero no es asf: en este proceso no se acusa a Paneb de violacién, sino de haber cometido adulterio con mujeres casadas. Por este motivo, el texto nombra al esposo de cada mujer. Sin embargo, en el mismo documento encontramos un pasaje que parece indicar que Paneb violé realmente a una mujer. El texto dice: «{Cargo] relativo al hecho de que despojé a Iyem de sus ves- tidos, la tumbé sobre el remate de un muro y la violé (d3i)» (Papiro Salt 124, r° 1, 19). e El problema de este fragmento es el mal estado de conservacién del papiro, en especial la parte que mds nos interesa: el determinativo del verbo aqui traducido como «violam y restituido por Cerny (1927, p. 245) como d A y g d3i.”’ Por el contexto que describe, parece que la violacién es la solucién més plausible. El problema es que el término es un hépaxy que la restitucién de Cerny es dudosa, ya que, seguramente, un egipcio habrfa concebido esta palabra con el determinativo del falo, haciendo referencia a la connotacién sexual de la misma. No sabemos muy bien cud] fue el final de Paneb, pero’estd claro que no debié de ser muy trégico y que probablemente logré zafarse de todas las acusaciones. Por un lado, esta documentado que acabé siendo el jefe de los obreros de uno de los lados del poblado; por otro, y esto es quizd lo mds importante, construyé su tumba en el 26. Cabe destacar que la cotidianidad de este verbo para referirse a la pene- tracién vaginal hizo que pasase a la lengua copta, bajo su forma NaemK, para después pasar al drabe actual el) (nak). Sobre su documentacién en el Reino Antiguo, véase OrrIOLs 1 LLONcH (2007, pp. 1.421-1.427). 27. El tiltimo signo representa una pustula y sirve como determinativo de cherida», «enfermedad», «sufrimiento». 66 mismo poblado.”* Si hubiese sufrido una condena fuerte, probable- mente no habrfa tenido esa posibilidad. Para terminar, analizaremos otra violacién, esta vez a un hom- bre. De nuevo hemos de volver al papiro de Turin 1887, en el que leemos: «Cargo concerniente a la violacién (4° 2) por este mari- nero Pangjta [...], un campesino del templo de Cnum, Sefior de Elefantina, quien esta en la ciudad de Pa [...]» (Papiro Turin 1887, v? 3,4-5). En este caso, no podemos entender el acto que se ejerce contra el campesino como una busqueda de placer sexual, sino como una humillacién, pues en el antiguo Egipto, la penetracién anal homo- sexual se vefa como un acto de triunfo del sujeto activo sobre el pasivo (Parkinson, 1995, pp. 65-66). Conclusién El andlisis de los determinativos de los textos estudiados nos con- duce a interpretar que los antiguos egipcios tenian una concepcién clara, consciente 0 inconscientemente, de los diferentes abusos que se podian ejercer contra una mujer: — actos de violencia verbal, determinada con a, esto es, acciones desarrolladas con la cabeza; — actos de violencia fisica, determinada con 4 04, esto es, accio- nes ejercidas con los brazos, y — actos de violencia sexual, determinada con =, 0 — , esto es, acciones practicadas con el falo. En cuanto a la justicia, no tenemos suficiente informacién para saber cémo actuaba en estos casos. Lo que si queda claro es que los abusos podfan ser denunciados y que la ley intervenia en algunas ocasiones, aunque al parecer lo hacia de manera superficial. 28. Tumba tebana 211. 67 Referencias bibliograficas ALLAM, Schafik (1973), Hieratische Ostraka und Papyri aus der Ramessidenzeit, Selbstverlag des Herausgebers, Ttibingen. BAINES, John y Jaromfr MALEK (1992), Egipto. Dioses, templos, y faraones, Folio, Madrid. BORGHOUTS, Joris F. (1981), «Monthu and Matrimonial Squabbles», Revue d'Egyptologie, 33, pp. 11-22. BRESCIANI, Edda (1999), Letteratura e poesia dell 'antico Egitto. Cul- tura e societa attraverso i testi, Einaudi, Turin. CERVELLO, Josep (2005), «Los orfgenes de la escritura en Egipto: entre el registro arqueoldgico y los planteamientos historio- grdficos», Escrituras y lenguas del Mediterrdneo en la Antigiiedad, Gregorio Carrasco y Juan Carlos Oliva (eds.), Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, pp. 191-239. CERNY, Jaroslay (1927), «Quelques ostraca hiératiques inédits de Thebes au Musée du Caire», Annales du Service des Antiquités de l'Egypte, 27, pp. 183-210. — (1929), «Papyrus Salt 124 (Brit. Mus. 10055)», Journal of Egyptian Archaeology, 15, pp. 243-258. — (1937-1938), «La constitution d'un avoir conjugal en Egypte», Bulletin del Institut Frangaisd‘Archéologie Orientale, 37, pp. 41-48. Cerny, Jaroslav y Alan H. GARDINER (1957), Hieratic Ostraca, Griffith Institute at the University Press, Oxford. DEMAREE, Robert]. y Jac]. JANSSEN (eds.) (1982), Gleanings from Deir el-Medina (Egyptologische Uitgaven 1), Nederlands Instituut | ] | ’ j : q 3 ; i voor het Nabije Oosten, Leiden. ERMAN, Adolf y Hermann GRAPOW (1982), Woérterbuch der Agyptischen Sprache, Akademie-Verlag, Leipzig-Berlin, vol. III, vol. IV. y vol. V. GARDINER, Alan Henderson (1948), Ramesside Administrative Documents, Oxford University Press, Londres. GUITER, Jacques (2001), «Contraception en Egypte ancienne», Bulletin de l'Institut Francais d'Archéologie Ortentale, 101, pp. 221-236. HANNIG, Rainer (1997), Die Sprache der Pharaonen. Grofves Handwiorterbuch Agyptisch-Deutsch (2800-950 v. Chr.), Verlag Philipp von Zabern, Mainz. 68 HOCH, James, E. (1994), Semitic Words in Egyptian Texts of the New Kingdom and Third Intermediate Period, Princeton University Press, Princeton. JACQ, Christian (1999), Las mdximas de Ptabhotep, Edaf, Madrid. JANSSEN, Jac J. (1997), Village Varia. Ten Studies on the History and Administration of Deir el-Medina (Egyptologische Uitgaven 1X), Nederlands Instituut voor het Nabije Oosten, Leiden. KuRTH, Dieter (2002), Las enseftanzas de Ptahhotep, Alderaban, Madrid. LICHTHEIM, Miriam (1975), Ancient Egyptian Literature. A Book of Readings. Volume I: The Old and Middle Kingdoms, University of California Press, Berkeley-Los Angeles-Londres. — (1976), Ancient Egyptian Literature. A Book of Readings. Volu- me II: The New Kingdom, University of California Press, Berkeley- Los Angeles-Londres. — (1988), Ancient Egyptian Autobiographies Chiefly of the Middle Kingdom. A Study and an Anthology (Orbis Biblicus et Orientalis 84), Vandenhoeck & Ruprecht, Friburgo. — (1992), Maat in Egyptian Autobiographies and Related Studies (Orbis Biblicus et Orientalis 120), Vandenhoeck & Ruprecht, Friburgo. LOPEZ, Jestis (2005), Cuentos y fabulas del antiguo Egipto, Trotta, Madrid. MCDOWELL, Andrea G. (1990), Jurisdiction in the Workmen's Community of Deir el-Medina (Egyptologische Uitgaven V), Nederlands Instituut voor het Nabije Oosten, Leiden. — (1999), Village Life in Anctent Egypt. Laundry Lists and Love Songs, Oxford University Press, Oxford. MESKELL, Lynn (2005), Private Life in New Kingdom Egypt, Princeton University Press, Princeton-Oxford. ORRIOLS i LLONCH, Mare (2007), «Divine Copulation in the Pyramid Texts. ALexical and Cultural Approach», Proceedings of the Ninth International Congress of Egyptologist. Grenoble 6-12 september 2004, Jean-Claude Goyon y Christine Cardin (eds.), (Orientalia lovamensia analecta 150), Levven-Par{s, Dudley, pp. 1.421-1.427. PARKINSON, Richard B. (1991), Voices from Ancient Egypt. An Anthology of Middle Kingdom Writings, British Museum Press, Londres. 69 — (1995), «"Homosexual" Desire and Middle Kingdom Litera- ture», Journal of Egyptian Archaeology, 81, pp. 57-76. PEET, Thomas Eric (1924), «A Historical Document of Ramesside Age», Journal of Egyptian Archaeology, 10, pp. 116-127. PESTMAN, Pieter Willem (1961), Marriage and Matrimonial Property in Ancient Egypt. A Contribution to Establishing the Legal Position of the Woman (Papyrologica Lugduno-Batava IX), Brill, Leiden. ROBINS, Gay (1996), La mujer en el antiguo Egipto, Akal, Madrid. SETHE, Kurt (1961), Urkunden der 18. Dynastie, vol. 1V, Akademie- Verlag, Berlin. TOIVARI-VIITALA, Jaana (1997), «Man versus Woman. Interper- sonal Disputes in the Workmen's Community of Deir el- Medina», Journal of the Economic and Social History of the Orient, 15, pp. 153-173. — (2001), Women at Deir el-Medina. A Study of the Status and Roles of the Female Inhabitants in the Workmen's Community during the Ramesside Period (Egyptologische Uitgaven XV), Nederlands Instituut voor het Nabije Oosten, Leiden. VALBELLE, Dominique (1985), Les ouvriers de la tombe: Deir el- Médineh a lépoque ramasside, Institut Frangais d'Archéologie Orientale, El Cairo. VERNUS, Pascal (1993), Affaires et scandales sous les Ramses. La Crise des valeurs dans | ‘Egypte du Nouvel Empire, Pygmalion, Paris. — (2001), Sagesses de 1 ‘Egypte pharaonique, Imprimerie Nationale, Paris. WARD, William A. (1963), «Notes on Some Semitic Loan-Words and Personal Names in Late Egyptian», Orientalia, 32, pp. 413- 436. WENTE, Edward (1990), Letters from Ancient Egypt (Society of Biblical Literature Writings from the Ancient Egypt World Series 1), Scholar Press, Atlanta. 70

Potrebbero piacerti anche