Muchos propietarios emigrarían a un nuevo proyecto en Hualpén
Vega Monumental: Un duro presente que no invita a soñar
• Con más de 30 años al servicio de la región del Biobío, el provenir de la
Vega se ve cada vez más difuso. El cruento incendio de enero y el posterior terremoto de febrero son sólo detonantes de un potente conflicto interno, que tiene a los locatarios enfrentados y que puede acabar para siempre con el tradicional centro de abastecimiento.
Rodrigo Alejandro Ruiz Garcés
Era verano y muchos tenían los ojos puestos en las tan esperadas vacaciones, o bien, clavados en algún cuerpo escultural que se paseaba por uno de los tantos de los balnearios de la región del Biobío. Corrían recién los primeros días del año del Bicentenario patrio y todo era optimismo, pero una dura noticia estremeció a los penquistas: la popular Vega Monumental fue devorada por un brutal incendio. El esfuerzo de los más de 300 funcionarios de bomberos que faenaron desde las 4 de la mañana, no bastó para contener el fuego indómito, que no tuvo compasión con los años de esfuerzo con que los locatarios erigieron sus negocios, que acabaron transformados en humo y cenizas luego que las llamas y el agua hicieran su sucio trabajo. Desde esa jornada se cumplirán pronto cuatro meses, y ya al segundo día del siniestro en las páginas de los diarios locales se especulaba con las posibles fórmulas para reconstruir la Vega Monumental, y afloraban las promesas, tanto desde el Gobierno central -encabezado en ese entonces por la presidenta Michelle Bachelet-, como así también de Jacqueline van Rysselberghe, que aún ejercía como alcaldesa de Concepción. “Reconstruirán la Vega en el mismo lugar y locatarios tendrán créditos”, titulaba en su portada el Diario de Concepción el 5 de enero. Esos créditos venían desde La Moneda, mientras que el municipio penquista se cuadraría con una carpa, para que los damnificados pudieran instalarse de manera provisoria. Hasta los equipos de fútbol de la zona solidarizaron, por medio de un torneo en ayuda de los locatarios. Pero todo este espíritu positivo se frenó en otra trágica madrugada estival. El dramático terremoto del 27 de febrero, junto con terminar de derrumbar los últimos pilares que zafaron de las llamas, convirtió el renacer del coloso comercial de Lorenzo Arenas en una prioridad de tercer o cuarto plano. Todas las miradas, el interés y los esfuerzos se dirigieron a las víctimas de la catástrofe natural. A pocos les interesó el saqueo posterior al megasismo que afectó a los locatarios que estaban instalados en pequeñas carpas en el frontis del recinto siniestrado, y que fueron presa fácil de las hordas que arrasaron con lo poco que no sucumbió con el remezón. Y así es como se sienten hoy los locatarios de la Vega Monumental: olvidados y relegados. Pero ese está lejos de ser el principal drama de estas personas, que no sólo han sido víctimas del incendio, el terremoto y los saqueos mencionados, sino que también están quemados, “terremoteados” y saqueados en el trato cotidiano que se brindan entre ellos mismos, circunstancia que hace muy difícil que la Vega vuelva a reconstituirse tal y como ha servido a los penquistas por más de 30 años. Los “fieles” y los “rebeldes” Cuando ocurre una tragedia, todos buscan alguna razón lógica ante la desilusión que genera perder el trabajo de toda una vida, como aconteció con el incendio de la Vega. Siempre van a estar los que se resignan, se secan las lágrimas y se arremangan la camisa para levantarse de nuevo. Pero también están los otros, que no se convencen de que las cosas pueden ser accidentales y buscan la intencionalidad impresa en el hecho. Es así como los locatarios de la Vega, que debieran estar más hermanados que nunca para salir a flote, están enfrentados a muerte, en dos trincheras casi irreconciliables. Por una parte, están quienes se van a quedar en el recinto hasta que éste vuelva a funcionar tal como lo hacía antes del trágico suceso de la madrugada del 4 de enero. En la otra vereda, se ubican los locatarios que acusan a la Administración de haberse aliado con algunos dueños, para atentar contra la Vega y cobrar los seguros comprometidos. A los primeros se les puede llamar “fieles”, por la confianza y apoyo que expresan hacia los administradores de uno de los principales centros de abastecimiento de abarrotes y verduras de la zona. Ellos descartan de plano cualquier atisbo de emigrar a otro lugar o desistir en el anhelo de recuperar lo que el fuego les arrebató de cuajo, y se las arreglan como pueden, instalados en pequeños puestos en los estacionamientos del recinto. Los otros son los “rebeldes”, que desde el 4 de febrero -cuando notaron que las soluciones no aparecían- optaron por instalarse de manera ilegal con rudimentarios stands en las afueras del edificio calcinado. Estas personas no creen que la Vega se levantará y piensan en buscar un nuevo espacio físico donde ofrecer sus productos. Matices de una ruptura La presunta intencionalidad en el incendio -que jamás pudo comprobarse en la investigación-, fue el hecho que generó el quiebre en la siempre unida y solidaria familia de trabajadores de la Vega Monumental. “Ellos están equivocados, acusan a los administradores de haber provocado un incendio intencional para cobrar el seguro, plata que ni siquiera se compara con las pérdidas que se generaron”, acusa Silvia Orrego, propietaria del puesto El costurero. Pero el conflicto tiene directrices aún más difusas, ya que hay un personaje que ha sido sindicado como uno de los responsables de esta ruptura entre los propietarios, y es el alcalde de Hualpén, Marcelo Rivera. “La gente que está afuera quiere que le den todo gratis. Juran que el alcalde Marcelo Rivera los va a venir a buscar y les va a entregar un lugar para poder trabajar, pero las cosas no son así”, afirma Juan Gutiérrez, esposo de Silvia. “El alcalde Rivera vino a “ayudar” a los pocos días del incendio, pero al final sólo dejó la escoba, ya que tiró más leña al fuego”, recuerda Gutiérrez sobre la propuesta que llevó el edil a los locatarios, de ofrecerles un espacio para volver a operar en su comuna. Silvia cree que “desde ese momento que muchas personas, molestas con el administrador y además muy pillas, porque quieren irse sin cancelar sus deudas, han tomado posturas más radicales, como instalarse en la calle, cosa totalmente ilegal”, narra la microempresaria, que sigue cancelando el arriendo de su stand, aunque se apura en aclarar que “por lo menos nos dieron dos meses de plazo, para recuperarnos un poquito”. El “Señor Molina” Otro de los puntos de conflicto entre “fieles” y “rebeldes”, ha sido justamente el del pago de los arriendos, ya que los reacios aseguran que quienes continúan cancelando sus mensualidades “están siendo estafados, porque la Administración les miente. Sus contratos vencen el 2011, fecha en que recién la Vega podría reabrirse”, desliza Carlos Roa, director de la Asociación Gremial de la Vega Monumental. ¿Y cuál es el problema con que los contratos finalicen el 2011? Roa -en su punto de vista- lo tiene claro: “Desde esa fecha en adelante, la Vega va a dejar de ser lo que todos conocemos, ¡se va a transformar en un mall! Acá van a llegar las boutiques, los Mc Donald’s… toda esta gente va a salir cascando y la plata que están pagando sólo va a servir para que los ladrones de la Administración armen su negocio y después los desechen. Ya estamos hartos de los abusos del señor (Sergio) Molina”, pone la voz de alerta el dirigente. El famoso señor Molina no es otro que Sergio Molina, Gerente general de la Vega Monumental, otro de los personajes más cuestionados en esta disputa. Mientras los “fieles” creen ciegamente en que él es el hombre que los va a sacar adelante nuevamente, los “rebeldes” lo culpan de “haber provocado el incendio de enero, además él es el que quiere matar la Vega y hacer un mall”, asevera Roa. Sin embargo, Molina refuta cualquier tipo de acusación: “Son calumnias, yo estoy limpio y la investigación lo demostró, esto fue accidental. ¿El tema del mall?, son mentiras, eso lo dicen para arrancar de aquí y no pagar las deudas que tienen con nosotros”, indica. La “réplica Rivera” Los quiebres internos entre locatarios sólo ayudan a acrecentar la crisis que se avizora en el provenir del tradicional centro de abastecimientos de Concepción. Son más de 400 los microempresarios que quedaron a la deriva tras el incendio de principio de año, y las soluciones propuestas no hacen más que ahondar las diferencias entre unos y otros. La oferta del alcalde de Hualpén -que pretende llevarse la Vega a su comuna, con el apoyo de la constructora Valmar- fue vista con buenos ojos sólo por los “rebeldes”. Sin embargo, el terremoto remeció los sueños de los locatarios, puesto que Valmar es la empresa encargada del casino Marina del Sol, que quedó dañado producto del megasismo del 27 de febrero, y su reparación ha sido la principal prioridad de la firma. “La idea es hacer una gran feria y un patio de camiones en Hualpén, un lugar amable, acogedor, pero Valmar por ahora está abocada al tema del casino, después nos concentraremos en este proyecto, pero no lo hemos descartado ni mucho menos”, asegura Marcelo Rivera, y así lo reafirma también uno de los altos ejecutivos de la empresa, Juan Ignacio Ugarte: “Hemos hablado con el alcalde y el interés en el proyecto de la Vega existe, pero sólo nos sentaremos a evaluar ese tema después de las reparaciones al casino”. Según Carlos Roa, “injustamente se nos acusa de que nos estamos yendo gratis con el alcalde, y no es así, pues nosotros aportaremos con nuestro capital y seremos socios del proyecto, nadie nos está regalando nada”, explica, pese a que desde la otra trinchera crean que “Marcelo Rivera le está metiendo el dedo en la boca a esa pobre gente, ese famoso proyecto no tiene para cuándo”, afirma el locataria de Paquetería Hess, Ana Gloria Muñoz. ¿Y en qué quedamos? Es evidente que las soluciones definitivas que están sobre la mesa son a largo plazo, pero ¿qué se vislumbra en el futuro más próximo? Apenas se extinguían los últimos focos del incendio, la alcaldesa van Rysselberghe llegó hasta la Vega Monumental y se comprometió con la instalación de una carpa gigante para los damnificados. De eso ya han transcurrido casi cuatro meses y de la carpa, nada. Lo más irrisorio es que en el Concejo Municipal de Concepción afirman desconocer absolutamente el asunto, al menos así lo manifiesta el concejal Álvaro Ortiz: “No tenía idea, me toma por sorpresa el tema, le pregunté al alcalde Kuhn y él tampoco está al tanto de alguna carpa para la gente de la Vega”, fue la increíble respuesta de la autoridad local. Si algo queda claro es que el fuego de la madrugada del 4 de enero y el terremoto de la noche del 27 de febrero truncaron para siempre el futuro de la Vega Monumental que, pase lo que pase, nunca más será la misma. Las divisiones entre locatarios y las discrepancias entre un grupo de estos y la Administración parecen conflictos insalvables, sobre todo cuando una solución que pudo haber acercado a las partes, como la instalación de la carpa, por ahora al menos no va más. Probablemente la Vega Monumental de Concepción, esa que se hizo conocida como un coloso de la economía popular, como lo demuestra en su logotipo -que es un elefante-, termine con el corazón dividido, pero al menos su gente sabrá cómo salir adelante: “Somos personas de esfuerzo, tenemos nuestras manos y con ellas nos levantaremos ahora y cuantas veces más haga falta”, es la esperanzadora mirada de Ana Gloria Muñoz, que representa fielmente el espíritu de lucha y superación de los trabajadores de la Vega.
Inicio del recuadro
Don César sale adelante con humor “Yo no estoy ni ahí con esta lesera de los conflictos, sólo me interesa que al trabajador de la Vega se le respete, y por eso me autoproclamo el defensor de los derechos de mis compañeros”, suelta de una, apenas le consultan sobre la ruptura entre los locatarios de la Vega Monumental. Es que César Fernández se toma la vida de una manera muy distinta y, aunque le pone empeño, no ha podido contagiar con ese optimismo a sus colegas enfrentados. Formas para inculcar ánimo y ganas de salir adelante le sobran, tanto así que decidió rebautizar su stand con el nombre de almacén El incendio con terremoto y tsunami. “Hay que tomarse las cosas con andina, a todos no a tocado durazno. Ojala pase algo lindo y la Vega vuelva a ser lo que siempre ha sido, es feo que estemos todos peleados”, clama César, que no claudicará en su lucha por devolverle la magia a la Vega Monumental de Lorenzo Arenas. Fin del recuadro Fuentes personales • Marcelo Rivera, alcalde de Hualpén (9-8226204) • Juan Ignacio Ugarte, empresa constructura Valmar (041-2129019) • Sergio Molina, Gerente general de la Vega Monumental (9-8959263 / 041-2793103) • Silvia Orrego y Juan Gutiérrez, locatarios de “El Costurero” (9-2878898) • Ana Gloria Muñoz, locataria “Paquetería Hess” (8-2073644) • César Fernández, locatario “El Incendio con Terremoto y Tsunami” (8-55997132) • Carlos Roa, Director Asociación Gremial de la Vega Monumental (8-4642054) • Álvaro Ortiz, concejal de Concepción (9-6095203)
Fuente documental • Diario de Concepción, edición del 5 de enero de 2010. Fotografías
LUCHADOR. Juan Gutiérrez es uno de los propietarios que no se
moverá de la Vega hasta no verla reactivada, cueste lo que cueste.
FUERZA DE MUJER. Con gran fortaleza, Silvia Orrego instaló
su tienda de hilos y costuras, a la espera de la reapertura de la Vega. ESPERANZA. Ana María Godoy no se rinde ante la adversidad: “Nos levantaremos ahora y cuantas veces haga falta”, es su consigna.
AL MAL TIEMPO, DOS CARAS… César Fernández (derecha) se toma
la vida con humor, Carlos Roa, en tanto, es el líder de los “rebeldes”. DEVASTADOR. Gigantescas fueron las llamas que arrasaron con la Vega el 4 de enero. Diario de Concepción ya hablaba de las posibles soluciones, que hasta hoy no han llegado