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EL PROBLEMA SOBRENATURAL
El problema de lo sobrenatural, en uno de sus aspectos más vivos, ha sido tocado con
autoridad por la Humani generis. Los varios comentarios han puesto en claro el nítido esquema
de la encíclica.
El problema teológico de lo sobrenatural la encíclica lo ha tocado en estos términos: “Otros
corrompen la verdadera “gratuidad” del orden sobrenatural al estilo que Dios no puede crear
seres ddotados de entendimientoo sin ordenarlos y llamarlos a la visión beatífica.
Tras la encíclica hay por tanto una controversia teológica sobre la gratuidad de lo sobrenatural o
sobre la posibilidad de la naturaleza pura. La controversia, si ha provocado la intervención del
magisterio debe haber llegado de algun modo a su punto culminante.
Pero no puede haber nacido adulta. Los necesarios límites cronológicos- no inciden
artificialmente en el problema ,porque este medio siglo el problema ha tenido una historia
autónoma como rara vez acaece en la historia de las ideas. Se puede decir que en estos 50
años el problema ha abierto y cerrado un ciclo, de suerte que, en una historia general de lo
sobrenatural, las discusiones de estos 50 años pueden insertarse en verda como un capítulo
perfectamente definido y completo.
Y quizá, sin conceder nada de las exigencias de la sistematización, pero identificando el crecer
efectivo del problema, podríamos pensar así el esquema de este capítulo de historia de la
teología:
1.- La discusión sobre al inmanencia
2.- La discución sobre la naturaleza pura
Amabas discusiones tienen lugar en su sesión cronológica, la preimera a principio del siglo, la
segunada hacia la mitd: pero sobre todo se sitúan en continuidad de problema y de inspiració.
El problema es el de la ntaturaleza del espíritu creado. La inspiración es derivado de un
contacto buscado y tenido con el ambiente filosófico del tiempo.
Al lado y paralela a la discusión sobre la naturaleza pura se desarrolla una tercera discusión. Su
problema es el deseo natural de ver a Dios, expuesto por Sto. Tomás. Es un problema reducible
al de la naturaleza pura, por lo cual hay una comunicación entre los dos problemas y por tanto
una influencia reciproca bastante notable, por cierto. Sin embargo, tenemos por más exacto
distinguir este problema de los otros dos. Nos parece que este fluye por si mismo en el cauce
estrictamente teológico, recusando cualquier clase de contacto de inspiración con el mundo
filosófico del tiempo. Los contactos cuando acaecen, se derivan con rechazo; son contactos
sobre los resultados, no contactos en la inspiración.
La conclusión de Alfaro:
"Los teólogos de la escuela franciscana de los siglos XIV y XV no llegan a la afirmación explícita
o implícita de la posibilidad de la naturaleza pura; y menos la niegan; simplemente, no hablan
de ella, al menos en toda su universalidad.
Quien se acerca más a la afirmación de dicha teoría es el mismo Escoto, al equiparar la
sobrenaturaleza y gratuidad de la gloria con la de la gracia; y al afirmar que la gratuidad de la
gracia implica necesariamente la posibilidad de que Dios crease el hombre sin comunicarle
jamás la gracia santificante".
Según Alfaro, Escoto habría sido "el primer teólogo que aplicó a los niños del limbo el término
"beatitudo naturalis", equiparándoles a los que murieron 'in puris naturalibus', considerando
como posible esta hipótesis".
Teólogos franciscanos no escotistas:
Hay dos teólogos franciscanos contemporáneos a los cuales nos referimos brevemente dada su
importancia histórica, a pesar de no ser escotistas
Respuesta.- No puede llamarse vana una potencia que implica la posibilidad de la intervención
libre de Dios.
Sería defecto de la naturaleza no tener la capacidad activa para actuar su posibilidad pasiva.
Respuesta.- Si la felicidad del hombre fuese, como piensa Aristóteles, la especulación suprema
en el orden natural, sería defecto no poder alcanzarla por nosotros mismos. Pero cuando se
trata de una felicidad superior a nosotros mismos, la falta de esta capacidad no significa
defecto, sino dignidad máxima.
La posibilidad de la no-ordenación al fin sobrenatural está implícita en la absoluta libertad de
Dios en conexión con la sobrenaturaleza de su esencia como objeto de la potencia creada.
(Cf. Licheto, En Jo. Duns Escotum super primer Senten. clarisima commentaria..., Neapoli,
1512).
JUAN DE RADA Y OTROS ESCOTISTAS
Juan de Rada (+1606),
Fiel al pensamiento escotista, no se cierra como sus predecesores en la estrecho marco del
comentario del Maestro. Posee un orden y una claridad nueva.
(Su obra se llama: Contraversiarum theológicarum inter S. Thomam et Escotum super IV libros
Sententiarum, 4. vol., Venezia 1917).
Naturaleza receptiva frente a la perfección
He aquí la cuestión:
¿La capacidad de la creatura para recibir la perfección sobrenatural puede llamarse inclinación
natural a la misma perfección?
Rada distingue bien entre potencia natural "subjective" (en cuanto que siempre estará radicada
en una naturaleza) y natural "formaliter" (naturalmente propensa). Y se explica: La potencia
receptiva de los actos sobrenaturales es natural en relación con los mismos, y no solamente
"subjective", pero también "formaliter, es decir con inclinación hacia los mismos. Así S. Tomás y
Escoto.
El primer argumento en favor de esta naturaleza "formaliter" se funda en la tendencia natural de
la potencia cognoscitiva a su objeto primario y adecuado, que para el intelecto humano es el ser
(donde se incluye también el orden sobrenatural).
Supuesta la división de la potencia en natural, violenta y neutra, sería absurdo decir que la
felicidad absoluta es algo violento o indiferente.
Fundamento de la reflexión:
Es necesaria una proporción o conformidad entre la inclinación de un ser a la perfección y la
forma perfectiva que recibe, porqué esta resulte en verdad su perfección.
Rada analiza y rechaza las dificultades de Cayetano, que por la desproporción natural activa en
relación al efecto sobrenatural "quoad modum" concluye "a fortiori" en la desproporción natural
en relación a la perfección sobrenatural "secundum esentiam". Extraño, dice Rada, que
Cayetano no se cuenta de su pasaje injustificado de la potencia activa a la pasiva.
Lo sobrenatural, fin natural del hombre
Si bien alcanzar la visión y amor de Dios inmediatamente en sí mismo sea necesariamente
sobrenatural, como su cima perfectiva no puede ser sino un fin natural del hombre.
Se puede demostrar con la razón a esta afirmación ?
Rada responde que el término "fin" puede ser concebido en dos sentidos: como causa final (y
es evidente que Dios es la causa final del hombre) y como terminación de la actuación de la
potencia.
También en este último sentido Rada responde afirmativamente.
Veamos su discurso:
Es imposible que una potencia repose al exterior de aquél que es la razón perfectísima y
suprema del su objeto; por lo tanto, si el intelecto es capaz de intuición en relación a algunos
objetos, no hay motivo para negarles la posibilidad de conocer a Dios intuitivamente. Y no es
necesario conocer a Dios bajo la razón propia y quidditativa para poder deducir que nuestra
naturaleza es capaz de la visión de Dios.
Este razonamiento en el Libro IV debe ponerse en confrontación con otra afirmación en otro
libro :
"También si se conociese perfectamente la naturaleza intelectual, no sería posible una
conclusión cierta acerca de su fin último (sobrenatural). Siempre faltaría la razón última de su
inclinación a la visión beatifica.
El aporte de Rada al tema de lo sobrenatural es más claro que la doctrina tradicional escotista.
Y encuentra un argumento especialmente perspicaz extraído de los principios tomistas: La
voluntad creada a cual Dios se manifiesta claramente, tenderá necesariamente hacia él. Esta
necesidad no puede venir del exterior (sería violencia). Provendrá evidentemente del interior. Y
esto debe tener un fundamento, es decir, la propensión innata hacia la perfección suprema.
La doctrina de Rada a fin del s. XVI tuvo la importancia de que las dificultades acerca del deseo
natural, desarrolladas por los teólogos de este tiempo, miran a otros teólogos no tan abiertos
como él al pensamiento escotista.
Fue profesor a la universidad de Padua. Se dice de el que "ha hecho claras y fáciles las
sutilezas de Escoto".
Es notable su defensa de la unidad en el fin último del hombre. Los adversarios - es lógico -
conceden que debe darse una profunda conveniencia de la felicidad sobrenatural en relación a
la creatura intelectual; pero que esta conveniencia (o afinidad) proviene del hecho que el fin
sobrenatural incluye en modo eminente la perfección del fin natural (felicidad naturalmente
alcanzable), respecto del cual existe en el hombre auténtica inclinación natural.
La sutileza del argumento es solamente aparente. Fabri hace ver como sea una argucia inútil :
porqué la supuesta felicidad natural no podría ser razón de conveniencia si no en la proporción
en la cual esa es contenida en la perfección superior. Y esta proporción no sobrepasa los
límites de la misma naturaleza.
BIBLIOGRAFIA GENERAL
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BILBIOGRAFIA FRANCISCANO-ESCOTISTA
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