Sahlins, Marshall (2011): La ilusin occidental de la naturaleza humana.
Mxico, Fondo de Cultura Econmica
Edicin de texto Por encantado que pueda seguir siendo nuestro universo, est ordenado todava por la distincin entre cultura y naturaleza, que prcticamente slo nos resulta evidente a nosotros mismos. Con base en un tour du monde etnogrfico, Philippe Descola concluye: La forma en la que el Occidente moderno representa a la naturaleza es la menos comnmente compartida en todo el mundo. En numerosas regiones del planeta no se concibe que los humanos y los no humanos se desarrollan en mundos inconmensurables, segn distintos principios. El entorno no consiste en la objetividad como esfera autnoma; plantas y animales, ros y rocas, meteoros y estaciones, no existen en el mismo nicho ontolgico, definidos por su falta de humanidad. Lo positivo es que las plantas y los animales importantes para la gente, as como los rasgos del paisaje, los cuerpos celestes, los fenmenos meteorolgicos, incluso ciertos artefactos, tambin son seres: personas con los atributos de la humanidad, dotadas a veces de la apariencia de sta, como en los sueos y las visiones. Igual que los seres humanos, estas otras especies de personas tienen almas, o los espritus las han dotado de ellas; de ah que tengan cualidades tales como conciencia, inteligencia, intencionalidad, movilidad y emotividad, as como la capacidad de comunicarse significativamente entre s y con la gente. Este es un cosmos de humanidad inmanente, como seala Viveiros de Castro, en el cual las relaciones entre personas humanas y lo que llamamos naturaleza adquieren el rango de relaciones sociales (102-103).