der testificat y scrvir, ejerciendo una caridad sin equi-
yocos, desinteresada, politicamente neutra, En realidad,
Ja creacién de una escuela, Ja ereccién de un asilo, la
instalacién de un hospital, eran do por s{ actos que ence-
rraban una intencién politica: Estaban destinados a edu-
car, albergar, curar, pero en cl fondo se esperaba del be-
neficiario el reconocimiento hacia Dios como una espe-
cie de obligacién moral. Eran actos, por lo demis, perfec-:
tamente plausibles especialmente cuando nuestros paises
no habfan incorporado atin formas estatales de solidari-
dad social. La caridad cristiana se infiltraba en esa tierra
de nadie en donde s6lo campeaba un destino sin conjura
y mostraba que cra posible enfrentar el fatalismo, en
nombre de Cristo. ti 8 7
Esa zona no ha desaparecido y Ia iglesia puede. siem-
pre seguir sirviendo admirablemente a los hombres en lo
que concierne a su vida privada. Pero si se limitase a eso,
pasarfa de largo de los lugares capitales en donde el hom-
bre latinoamericano juega su destino o en donde se urde
Ja sociedad del majiana. Reconocer, entonces, Ja dimen-,
sién de lo politico es reconocer la trama compleja de las
relaciones de interdependencia en que el hombre vive y
que pueden ampliar o estrechar las posibilidades de su
existencia.
La vida infrahumana del campcesino del nordeste
brasilefio se debe en buena parte al hecho de que el Es-
tado ha preferido una opcién de tipo cuantitativo —tener
mas armas, por ejemplo— y no de tipo cualitativo toman-
do en cuenta a los hombres. La existencia de ese campe-
sino pesa menos fuerte que las consideraciones de ti
estratégico, En otros términos, la opcién politica ha de:
cidido en favor del numero y no de Ja persona, .
Es precisamente en ese dominio de lo politico —no
hablamos de la politica, que es harina de otro costal—
en donde se deciden los marcos y estructuras econémicos
y sociales, en donde la Iglesia debe hacer ofr su voz erf-
tica y profética y en donde los cristianos han de compro-
85.—— wus |
mayor pecado de la Iglesia es su instinto de consery,
cién” cuando Ia fe en Cristo “no consiste en conseryary
sino en darse”. I :
~~ Es evidente hoy la necesidad del cristianismo eva,
gélico de tener una perspectiva propia del mundo latin;
americano; la necesidad de impregnarse de una visig,
secular que sepa “apostar a posibles no revelados”, Po
lo demas, esto no ha de ser labor de_élites sino que h
de surgir de un amplio y madurado consenso. Ideologi
y Fe son dos instancias que se invocan reciprocament;
La Fe cristiana se viste con el ropaje de una concepcié;
secular para poder expresarse histéricamente y alcanza
asi a hombres concretos de carne y hueso que viven w
determinado momento histérico. A su vez, la Fe seial
las limitaciones de todo proyecto histérico y lo ayuda :
mantenerse flexible, abierto, relativo. En este sentido,
didlogo con las ideologfas seculares —en modo especia
el marxismo— puede revelarse de una fecundidad insos
pechada.
Otra de las pistas que se exploran muestran la inade
cuacién del esquema eclesial tradicional para enfrentu
la presente situacién de cambio. La estructura congreg*
cional ha estado demasiado centrada en si misma, cem
da al medio, introvertida. Las tendencias mas acusadas
de hoy enfatizan que el nicleo de Ja comunidad cristis:
na debe hacerse presente, en dispersién, en Jas distintas
reas de trabajo y ocio que tienen verdadera significt
cién. existencial. Alli, en esa nueva diaspora ella ha
86a
fas
jae
tas
ic3”
ae
hacerse solidaria con el hombre
ue la vida sea mds humana. La h
pésito de la nueva didspora.®
Por eso, la cuestién ant i
'aQué es el hombre y en ue poleaca es hoy clave.
¢ ¥ €n qué reside su auténtico mod
de ser? Con Bonhoeffer se dird que el hombre le
que esté enteramente volcado al servicio del otto; la, oor
tencia humana es una copresencia al otro Las cosas, fas
dudablemente, se complican cuando hay que definir Ia
naturaleza de este servicio. El movimiento isalino sub-
raya que el mejor servicio que el hombre puede rendir
a su préjimo es comprometerse en la lucha por la libera-
cién de los oprimidos y explotados, sin negar por ello
que la verdadera dimensién del hombre pueda revelarse
también en pequefios actos que pueden ser promesas de
nuevas relaciones humanas.
La’ tercera pista es la busqueda de un pensamiento
teolégico vernacular, que puede alimentar una verdadera
insercién responsable de la Iglesia en América Latina.
El lenguaje teolégico tradicional aparecia demasiado re-
costado sobre los trasmundos de eternidad. En un len-
uaje que retaceaba o negaba la relacién con el mundo,
la historia, la vida. De alli sus férmulas excéntricas y su
incapacidad para abordar Jos problemas reales de la exis-
tencia. Ignora Ja preocupacién por la tierra, por Ja justi-
cia social, la liberacién del hombre. ,
Esa teologia verndcula que estan haciendo catélicos
y protestantes trata de entroncar las mismas fuentes de
la fe biblica con las categorias sociales y politicas que
juegan en el contexto latinoamericano (constant neon
imperialismo, monopolios, clases sociales, desarro mais
Esa teologia “haciéndose” ve la Iglesia como Ia men
insti i Hi Cristo”, co-
institucionalizada de la peligrosa libertad de 10”,
mo “fenémeno critico de la sociedad”. Ella se alimenta
en su lucha por hacer
humanizacién es el pro-}
“La forma de la Iglesia en Ia nueva dids-
9. Cf, R. Shaull, Ko 6, 1964.
ora”, en Cristianismo y. Sociedad”
87 -de la vision de un ueblo que, como
necesita set liberado: oS el lotinoamerleana,
Sera ésta Ja década de la liberacién de Amé
Latina? Las respuestas no son untvocas, El proceso in
comenzado; sera “largo y dificil”. “gPara qué la Iglesia?”
“Para Ja liberaci6n del hombre latinoamericano, por amo
a Cristo, por amor a todo aquel que sufre”. a "