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Nir Collazo
Haba una vez un nio que tena una guitarra de madera marrn,
lustrosa, de buenas formas pero que no tena cuerdas.
Era una guitarra muda, de su boca redonda y oscura no sala
nada, ni una nota y menos chacareras, milongas, gatos, ni zambas
salan.
El nio la cuidaba y esperaba pacientemente el tiempo de ir a la
ciudad y comprar cuerdas.
Los amigos se rean de la guitarra silenciosa y aburrida.
-Para qu te sirve? Mejor usla de lea- le decan.
Todos los das cuando iba a la escuela, la dejaba en su catre, tapadita para que no sintiera fro. El fro en el campo es mas fro
porque tiene tiempo para meterse por cuanto agujero hay en las
casas y sacarlo cuesta mucho trabajo, ni siquiera el brasero prendido mucho rato lo convence de entibiarse.
La madre rezongaba por esa mana de Facundo, cada vez que
llegaba se asustaba porque pareca que haba alguien esperando,
metido debajo de las cobijas.
Facundo esperaba que todos se durmieran y aprovechaba para
tomarla entre sus brazos. Sus dedos dibujaban canciones que l
despacito repeta.
A los pocos minutos los dedos de Facundo iban y venan como hacindole cosquillas en la panza de la guitarra.
Su madre protestaba por el barullo.
Al otro da fue a la escuela sacando pecho, -que le vinieran a decir
algo, noms!- que los que se iban a quedar mudos de la sorpresa eran
sus amigos.
Despus del recreo tenan canto con la seorita Mangacha, que desafinaba bastante y ella deca que era porque en la escuela no haba
un instrumento como la gente que le diera un Do como Dios manda.