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colaboracionesremolinos@gmail.com
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Sr. Paolo Astorga
Av. Malecón Checa 557
San Juan de Lurigancho,
Lima 036, Lima-Perú
Índice
Página
Editorial.................................................
.......5
Poesía....................................................
.......7
Arturo 8
Accio....................................................................... 20
...... 30
Ingrid 38
Chicote.................................................................... 41
..... 46
Marco Antonio Valencia 53
Calle.................................................. 57
Carlos Ramírez 61
Vuelvas........................................................... 65
A. Giovanni Collazos 73
Carrasco................................................. Argenis 96
Díaz......................................................................... 101
... 108
Héctor F. Ranea
Sandoval.......................................................
Luis Calama
Rodriguez............................................................
Juan Carlos Rivera
Quintana...................................................
Francisco Jesús Muñoz
Soler...................................................
Johnny
Barbieri...................................................................
....
Ana Ema Llanos
Bravo.............................................................
Remisson
Aniceto....................................................................
Cromwell Castillo
Cabrejos.....................................................
Narrativa................................................
.....119
Antonio Mora 120
Crítica
Literaria..........................................156
Lydda Franco Farías: Una poesía donde la razón
esclarece la irreverencia, y la transparencia incita
la valentía y la ironía
Por: María Cristina Solaeche 157
Galera.....................................
Nuestra esquiva memoria de Don Luis de Góngora 169
Por: Gustavo Rubén
Giorgi................................................... 173
Juana de Ibarbourou Juana de América
Por: Magda Lago 178
Russo.........................................................
Novela negra, novela rosa y poesía de color
Por: Joaquín Robles
Zabala..................................................
Artículos................................................
.....185
Un señor que miraba raro y bello
Por: Alejandro José López 186
Cáceres.......................................
Valores y contravalores en la literatura 189
Por: Nicolás Hidrogo
Navarro...............................................
Entrevistas.............................................
....200
Entrevista a Miguel Canta 201
Sifuentes.................................... 204
Entrevista a Carlos Rubio
Albet............................................
Reseñas.................................................
.....208
Erocéntrica
de Rocío 209
Santillana..............................................................
. 213
Poemas encontrados
De Roger García 216
Clavo..........................................................
Lo que siempre está allí 219
de Marcelino Menéndez
Gonzáles........................................ 222
Alma: Cuando un corazón emigra
de Roy 226
Dávatoc.................................................................
....
Canciones de cuna para un hombre y una ciudad
de Antonio
Sajid...................................................................
Detritos
de Wilver Moreno
Tineo........................................................
Enviar
Textos..............................................229
Pero tengamos calma. No todos publican sus textos en la web, no todos creen en
este soporte. No todos se aventuran a ser leídos, a ser, en algunos casos, masivamente
El hecho es que no hay formato infalible, los dos son un complemento entre sí,
sino preguntemos a cualquier autor contemporáneo: ¿Tiene Ud. un blog, una cuenta de
Facebook, o una web personal? Obviamente las respuestas en su mayoría serán
afirmativas y en algunos casos hasta apasionadas como “primero un post, luego existo”.
Ojo, debemos separar la paja, la gran paja, del trigo. No todo lo que está
publicado en las revistas literarias digitales es bueno o fiable (!), existe mucha cosa sin
importancia, sin embargo esto último comentado es subjetivo al lector, pues al fin y al
cabo es él (Pequeño dios del anonimato) quien decide qué leer y que no leer. Yo por mi
parte y sin andamiajes o máscaras, debo confesar que una revista vale por lo que es, por
su intensión, su perseverancia, su locura creativa, su buena onda, su desquiciado
compromiso con el trabajo y la difusión al mundo de buena literatura a pesar de los
desmanes.
Paolo Astorga
Editor de la Revista Literaria Remolinos
Blog: http://sinllegaraloinvisible.blogspot.com/
FUGACIDAD
No se la des a nadie,
en medio de la tormenta resguárdala
asegura que continué ardiendo,
aun sea en un trabajo ensordecedor
donde seas visto como una ardilla que corre
moviendo cajas de un lugar a otro
para matar el tiempo y estar ocupado,
cuídala de las miradas de los curiosos
te preguntan por ella pero mantente firme, callado,
incluso si te promete una mujer hermosa el mejor sexo oral,
sin importar sea Jesús lleno de rayos,
rodeado de corderos mansos
con luz en el entorno y te diga que descansaras al dársela,
niégasela,
miéntele,
sabotéale su eternamente inconcluso plan divino,
al estar solo, borracho o drogado puedes sentir
el ardor de esa braza adentro,
aun sea una para ti algo terrible,
un tatuaje en el pecho,
es encantadora;
te aseguro muchacho
que con eso podrás incendiar de nuevo el infierno.
una mosca,
otra mosca,
se pudre el sueño de poder lograrlo
bajo el peso de una bota invisible,
y eso me recuerda
por mi propia salud mental
que no debo ni siquiera pensarlo.
Ω
Arturo Accio (1975. Guadalajara, México) Activista Literario.
Claroscuro y clandestino
Selección
2009 – 2010
XVI
Mi corazón cree
que puede ir como si el solo se mandara
como si poseyera vida propia
y se nutriera por sí mismo de manglares
Heme aquí
ante estas teclas
tratando de saber
si este ron me hará daño mañana
y habré amanecido con la respectiva intoxicación
que se refleja en las coyunturas.
Mientras tanto
me quedo esperando
que un mensaje llegue
como que si de verdad
tu existes
o me quieres
o esta ebriedad se convierte
en cierta condición indispensable
para dormir en esta luna
que se llena de pistolas
No sé ya cual es mi oficio
He dejado el trabajo
- los amigos -
Dejo la noche abierta
como un poema inconcluso
en esta oscuridad en que me encuentro
con las palabras que necesito
en las voces de poetas muertos
Me extiendo en la tarde
como cualquier sabana
para que corran por ella
los caballos
Remitirme a la belleza
de un susurro
o simplemente que ocurra un milagro
de escuchar un te quiero
Se muere de muerte
cuando la mirada se obstruye
por la naturaleza en llamas
y el agua se la bebe el cielo
Despierto
con montones de arena
en mi garganta
Para sentirte
desde lejos
en toda esta maraña de nubes
que se va quedando en las coyunturas
para esperanzarme de ti
Sin ti sin mi
la vida es un duelo
que jamás será el mismo
por la mañana
Me duele la tarea
de barrer las sombras
buscando los cabellos
que no se hayan en ninguna parte
Barro el misterio
de los adioses
el clerical fantasma de las guitarras
y este sueño
que cuando despierto
se convierte en dolor
en las entrañas
Convertida en zahorí
tomo las ramas de almendro
buscando en el desierto
un pozo de agua
No sé si Lir
se convierta en la diosa de la triada
donde amor, ternura y profecía
se embriagan en los bosques
por donde los duendes y las faire
se preparan para los encantamientos
De ser así
pediría a esa madre diosa
ser un roble
para que el cielo y la tierra pasen a través de mí
y pueda dar mejores sombras
a quienes se cobijan debajo de mis ramas
Ω
Ingrid Chicote (Caracas, 1965). Escritora. Docente de Teatro. Estudiante
de Educación en la UNESR. Facilitadora, comunicadora, cultora y
trabajadora comunitaria de diversas instituciones. Ha recibido
reconocimientos a su labor de instituciones internacionales, nacionales,
estadales y locales y su obra poética y ensayística ha sido publicada en
medios impresos nacionales, regionales y en diversas webs.
Conversaciones extrañas
Por estos lados del mundo nos azota una extraña enfermedad. La otra cara de la
melancolía para sorprender a los desconocidos. Una larga nota musical que no nos
ayuda a descubrir la crueldad, a enrollar las angustias. Un puñado de difuntos que nos
tapiza el pánico y nos llena de brisa triste la sonrisa. El idioma del abandono.
Todos andamos con la carne desgarrada, el corazón lapidado y las entrañas sin
misericordia. Con los ojos dorados después de haber visto todos los horrores, los
vértigos y desastres que se viven cuando hay una guerra.
1. EL ESPANTO DE LA AUSENCIA:
Si mueres en la batalla para salvar la patria de los apátridas, me decía el abuelo, una
mujer de vuelo suave te llevará al más allá.
Una hada, una valquiria, un ángel, una hermosa princesa de ojos azules, alzará tu
espíritu y te guiará hasta tu nueva morada donde te prodigará alimentos, besos y
caricias; al borde de un jardín de melodiosas cascadas de agua, que nunca olvidarás. Y
si muero en la batalla, de forma tan perversa y fantasiosa a nombre de la patria, seré el
héroe amado de mi abuelo y de todos mis antepasados. No sabe el abuelo que los
miedos que me habitan no necesito imaginarlos. Que ya sospecho la muerte, que ya he
visto el horror que dejan en el alma los que desaparecen. Que me he desnudado en las
noches para ensayar la experiencia, frente a la cama de mi madre.
Que puede más el espanto de la ausencia de mi vida en la vida de mi madre y de las
mujeres que amo, que los dones y los placeres que me ofrecen las valquirias sobre la
tierra sucia, negra, gusanienta y floreada de los cementerios.
Ignora mi abuelo, que sospecho de la existencia de otras vidas y que no creo que en esta
guerra de hermanos idiotas, existan héroes diferentes a los desplazados.
1. Somos víctimas más allá del rostro, de la noticia, del espejo, de lo que parece.
Víctimas de los espantos sin nombre, de los cantos del demonio, de la curiosidad de los
santos, de la incapacidad de las moscas, del horror de la limosna, de la lluvia de
consideraciones, de los juicios laberínticos.
Somos tragedia, relatos con olor a gladiolo y tierra podrida, nombres indeseados en las
noticias del almuerzo, un escándalo para unos, una suerte de historia con subtítulos para
otros. Somos víctimas más allá de la jungla de mujeres desnudas que nos acosan en
vallas y periódicos, de las estadísticas fantasmales, el maquillaje de las desgracias, la
salud de los unicornios.
Amo largamente el peso de mis piernas/ y el jardín de carne del pubis de mis manos./
Amo rabiosamente estos días cansados, en los que el tiempo se apoltrona,/ un percherón
violento, concentrado./ La furia de su sueño bebe hastío,/ las fuentes de su alba le
escuecen la mirada.// Amo con rabia estas tardes de amigos inconclusos y buenos días y
nada,/ el teléfono a medias y oficina y claustro detrás de las persianas./ Qué intensidad
zozobra en las palabras no dichas,/ los sobres que permanecen sellados en su desgracia
virginal.// Y sin embargo, qué dios furtivo se revela/ si al invocar las cosas las tocan mis
manos./ Qué dios daría de mi parte si al tocarlas sangraran./ Porque amo también la
rubia rabia del sol que abre caminos de cáncer y asesinos,/ lamentos de soledad a las
cinco de la tarde;/ la rubia rabia del sol de mediodía, y el peso de Sísifo y la sangre y la
sed/ y el hambre. Este andar a ciegas cantando para nadie, y la cabeza, el corazón, la
tierra blanca/ de la página en blanco regándose de algún modo,/ fértil, diseminada en los
días que me sobreviven.// Si yo fuera esta invocación posible, una balanza para el
lodazal y el grito,/ la primavera. (Adentro del zarzal/ llevaba la niña el alma y la
tormenta y la quimera.)/ Si yo fuera por siempre la incertidumbre que soy a veces,/
ciegamente, sinceramente,/ daría todo mi largo amor completo, profundo y rabioso,/ que
también poseo en el peso amoroso de carne de mis manos y mis piernas.
Se fornica con red y a plazos fijos./ Se da en la piel gato por liebre./ Se forman largas
filas de dos al excusado./ Se limpia con papel estraza lo que de sudor hay en las ingles,/
lo que del jugo nutricio para bruñir la vida derrama su miel en los placeres.// Pero yo
hablo de lo contrario,/ cuando no existen débiles albas,/ sino turbias tormentas de
mujeres acechando el apostolado de la soledad/ con encajes de carne sonrosada./ Pienso
en lo contrario a los broncíneos soles y los apolos en frío quemando/ esta religión de
sábanas y piernas,/ de alcobas, labios, lenguas y un gemido/ sonoro, prolongado, para
lograr que la inversión suba y luego caiga/ interminablemente/ al precipicio que es uno
mismo,/ repetido,/ cotidiano,/ clandestino.
Luz del ciego que soy en el trance de los días,/ agua en la canícula interna./ Te celebro
con versos anticuados de ardiente y escandalosa y sonora y grave y dulce sangre,/
escrita para el futuro del polvo./ Frente a la voluntad indecisa de mis hermanos/ que
escriben laxitud también con la pereza en lo más gris y sucio del asfalto.// Yo labro mi
palabra como amante, sobre las páginas doradas que me permite el calendario./ Ya
sabes del rigor para atrapar el rayo, con la firmeza del corazón y del cerebro alertas./
Desgajar el manantial de la frente con la piedra de los días,/ y colocar en los poemas el
ciclo tempestuoso de las estaciones/ para morder tu cuerpo./ Abrir la fruta lengua
adentro./ Quemarte luego, completa, para que de ti no sepa nadie/ sino las páginas de
oro donde se escribe el Tiempo.
Ω
Carlos Ramírez Vuelvas (Colima, México, 1981). Autor de los libros Brazo de sol (2000),
Cuadernos de la lengua y el viento (2006), Ruleta rusa (2007) y Calíope baila con el poeta
ebrio (2009). Sus poemas aparecen en las antologías Un orbe más ancho (UNAM, 2007), La
luz que va dando nombre (BUAP, 2007) y El oro más granado (UTEP, 2009). Actualmente
estudia el Doctorado en Literatura hispanoamericana en la Universidad Complutense de
Madrid.
MUSGOS
Sin estridencias,
sin fanfarrias,
vamos a hilvanar sutilmente las palabras
para romper los cristales
de todos los vehículos barrocos
que sólo sirven para detenernos en los balcones
sin mirar por las ventanas a los caballos que se desmontan
de un baquiano desquiciado
perdido en un musgo del cerebro
la contemplación es la ruina
en una ciudad rumiante
que salta en el vértigo
Ω
A. Giovanni Collazos Carrasco, nació en Lima-Perú el 24 de octubre de
1977. Actualmente lleva residiendo en Madrid desde hace más de 10
años. Se inició en los talleres de poesía y creatividad de la asociación
cultural Clave 53 de Madrid. Ha publicado poemas en dos libros de
antologías poéticas en el 2009 en Madrid y ha colaborado con diversas
revistas literarias en ediciones digitales e impresas, también en España.
Es participe en diversos recitales de poesía organizados por grupos
poéticos y asociaciones culturales del País de Cervantes.
Descreo de concilios
mañana será lo mismo
hablaremos otras lenguas
seremos pájaro
ángel
con seis alas de papel
para alzar el vuelo
otra lluvia
bajo el mismo cielo
espejo
Ω
Argenis Díaz (Villa de Cura, Aragua, Venezuela 1954). Escritor,
poeta y ensayista. Miembro activo de Senderos Literarios y miembro
fundador de Villa Literaria. Publicó: De Espaldas al silencio (1992);
Alas de Papel (1997); también en Antología Poesía de Aragua
(1997); Selección poética. Senderos Literarios (2004) y Senderos en
el tiempo (2005). Ha trabajado como redactor en diarios,
suplementos literarios y revistas regionales y en la revista digital
Letralia. Asimismo viene realizando una importante labor formativa a
través de talleres de literatura para niños, jóvenes y adultos en su ciudad natal y otros lugares
de la provincia de Aragua, Venezuela.
ese día
cada vez
siempre
para siempre
Héctor F. Ranea Sandoval. Nacido en Salta (Argentina) en 1950. Es poeta, escritor, físico,
profesor universitario e investigador científico. Tiene un libro de poesía publicado en Último
Reino (Buenos Aires) en 2000 y varios poemas en sitios de Internet dedicados a poesía.
Mantiene un blog de poesía colaborando con el Grupo Heliconia: Poemia. El fuego de
Heliconia. Como narrador mantiene, en la misma condición, otros tres blogs de narrativa. De
Sergio Gaut vel Hartman: Químicamente Impuro Breves no tan breves y Ráfagas y parpadeos.
II
Ω
Luis Calama Rodríguez, soy médico y profesor de la Universidad de
Salamanca, España, en donde resido. Publico habitualmente en revistas y
medios de comunicación de mi ciudad, así como en diversos medios de
publicación electrónicos, a los que se puede acceder mediante mi nombre en
los buscadores.
Ω
Juan Carlos Rivera Quintana (La Habana, 1960): Lic. en Periodismo por la Universidad de La
Habana, tiene una currícula terminada de un Master en Planificación y Gestión de la
Comunicación por la Universidad de La Plata. Periodista, poeta, ensayista y narrador. Reside
definitivamente en Buenos Aires, Argentina, donde trabaja como periodista y profesor de
Redacción Periodística, en el Círculo de la Prensa y en Oficina de Comunicación Social de la
Presidencia de la Nación. Ha publicado libros de crónicas periodísticas, ensayos
historiográficos, cuentos, poemas en España, Argentina y Cuba. Acaba de salir al mercado su
ensayo historiográfico “Breve Historia de Fidel Castro” o Metástasis de una ilusión, con la
Editorial Nowtilus, de España.
A Orlando Ferrand
Ω
Francisco Jesús Muñoz Soler. Nacido en Málaga el 24 de Diciembre de 1.957, ciudad que ha
resguardado sus días. Es miembro de la Red Mundial de Escritores (REMES), del movimiento
Poetas del mundo, también ha publicado en las Revistas de Literatura digitales Artepoética,
Remolinos, Encontrarte, Cinosargo, Letras Nuevas, Palabras de Tramontana, Amigos de la
Urraka, Divague, El Laberinto de Ariadna, Herederos del Caos, Perito, 40cheragh , Urraka
Internacional, Es hora de Embriagarse, Voces de Hoy, Almiar/Mar de Poesías, Letras, Ariadna-
RC Laberinto La Rosa Profunda, Nevando en la Guinea, Espíritu Literario, Laberinto de
Torogaz, Pensamientos Likidos, Dulce Arsénico, Contra la Oscuridad, Buracos Quentes,
Carrollera, Palabras Salvajes, Antaria, Mondo Kronhela, Efory Atocha, Álbum Nocturno,
Imaginante, Poesimistas, Nueva Literatura, Antología Literaria Actual, La Botica, Radio
Sentidos, Radio Web Mundial, Colectivo Clepsidra, Comunidad P. La Revista, Azul@rte, The
Big Thimes, Isla Negra, Árbol invertido, Caminos de poesía, Papirolas, Arte pasión y locura,
Plataforma Placa, Otros rincones, Letras de Chile, Realidad Literal, Literarte, Botella de
Náufrago, Mis Poetas Contemporáneos, La Fábrica de Sombras, Anacleta, Sinalefa, Baquiana,
Cañasanta. Bibliografía: 2009- Restauración. 2009- La isla infinita. 2008- El sabor de las
palabras. 2008- En tiempos de prodigios. 2007- Caminar para sentirme vivido. 2006- Áspero
tránsito. 2000- Intentando conocer el mundo. 1998- Elijo mi libertad. 1998- La mágica unidad de
mi vida. 1998- Veinticuatro poemas de amor. 1996- Frágil grandeza. 1987- El sentido de ser.
1983- Significación. 1980- Juventud primera. Poeta, como necesidad vital y regeneradora de sí
mismo, al menos hasta que la curiosidad siga alimentando sus sueños.
(del poemario MAKA de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 1999)
(del poemario Jugando a ser Dios de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2000)
(del poemario Carne de mi carne de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2002)
(del poemario Carne de mi carne de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2002)
(del poemario Carne de mi carne de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2002)
(del poemario Carne de mi carne de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2002)
(del poemario Carne de mi carne de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2002)
(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)
Virgen de basalto
en este día cargado de muerte
te pido que guíes los pasos de Eleanor
te pido que le bajes los frutos porque ella es pequeña
desquiciada no tiene ojos
está decrépita y se desangra.
(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)
(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)
(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)
(del poemario La virgen negra de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima,
2003)
(del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 2005)
Una suma de recuerdos que fueron quedando regados a lo largo del camino, viajando a
Nairobi en octubre endeudado con un poco de arroz cocido en los bolsillos y algunas
memorias casi inquebrantables.
Me fui a ver los clavos que sujetaban tu alma, la lluvia que mojaba tus cabellos cuando
estabas en medio del jardín taoísta iniciando el Dharma.
Una silla de ruedas esperando por años aquellos pasos que alguna vez te llevaron al
Ganges, los mismos pasos que anduvieron aquellos mismos caminos que desde aquí los
veo, están allí lanzados al azar como unos dados, a metros está tu historia envuelta en
polvo, por allí debo andar,
debo pintar puertas para que salgas a caminar por el mundo,
hay flores amarillas de pétalos ovalados, empezaré a cortarlas y te las pondré a los pies.
Tiraré al abismo el olvido que se ha acumulado por años a tu alrededor,
el mundanal rito del olvido que ahora nos persigue,
es el charco extendido en el campo donde alguna vez sembramos
un puñado de sueños,
el oasis imaginado en el desierto contenido en un reloj de arena
que no avanza nunca para darnos el tiempo,
la lasitud que está parada en la puerta por donde tendremos que salir a buscar un poco
de iluminación,
de números pares para nuestros pasos renqueantes
cuando vamos por el horizonte visualizando imágenes
y tú eres la imagen proyectada, ofrecida a mis sentidos
por siempre.
(del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 2005)
(del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 2005)
(del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 2005)
(del poemario Libro hindú de Johnny Barbieri, Ediciones Noble Katerba, Lima, 2005)
(poema inédito)
unas manos elegidas para la crucifixión un escalpelo para seccionar las manos que aún
poseen los dolores un madero de hule recién tallada a la medida de tu cuerpo bálsamo
para aromar tu cabeza cuando se desprenda de tu tronco mirra para tus pies que han de
andar descalzos sobre la grama incinerada azafrán para tu heredad antes que los
pájaros bajen de los cielos y coman de tus ojos tálamo para tu cuerpo cuando
converjan los ángeles sobre tu corazón y te lleven con ellos hacia la gran luz que
ilumina el mundo.
(poema inédito)
TU MIRADA
Lo lapidario
fue tu mirada,
como diciendo:
“Hey, nena,
te he estado esperando
toda mi vida”, o
“me encantan las mujeres
que usan desodorante-perfume
Bouquet de Magnolias”, o
“sabía que tú también
preferías Roca-Coca”.
Tu mirada
que fue como un rayo
que me partió en dos
(menos mal que no
me pisó un tren);
al mismo tiempo
que tus ojos me bañaban
vi el letrero luminoso
de mi micro
y, to be or not to be,
subí a mi micro;
pero, no importa porque en mi retina,
en mis neuronas
y en mi memoria
quedó
tu mirada.
Para protegerme
me voy al Sur;
para esconderme
me voy al Sur;
me arrincono en Linares,
Cauquenes o Chillán;
me guarezco tras una muralla de adobe,
una higuera, un libro o un naranjo;
tras un piano, un cerro, un bote,
tras un palto;
y allí no me llegan balas, ni ruidos,
ni tanques, ni humos,
ni peligros ni temores.
Mi infancia
quedó sujeta
entre dos esquinas
de una calle
de un pueblo centrino.
De una calle
de adobe,
tierra
y madera.
De una calle
con vista al ferrocarril
y a la cordillera.
Mi infancia
se quedó brincando
en un patio verde, jugando entre los ciruelos
y los olivos
y durmiendo a la sombra
de un melancólico
limonero.
Mi infancia sigue quebrando
las hojas del otoño
y cogiendo los higos
más maduros;
sigue navegando
en el río Maule
y volando sobre un columpio.
Desde lejos
mi infancia me mira,
solitaria,
vestida con un delantal
de cuadrillé
rosado.
A ti
te reconozco un mérito:
con tus buenas y malas artes
te has dedicado a conocerme,
a engatuzarme,
a hurguetear los rincones de
mi alma
y de allí te agarraste
para hacerme bailar
al ritmo de tu canción;
pero cometiste un error,
un solo error
y quedaste al descubierto
(para mi fortuna).
Así es que ahora
ya no me vas a mover
más el piso,
no vas a tenerme al filo
de la navaja,
en el alambre,
jugando con fuego,
porque aún me queda algo
de dignidad;
estoy para siempre
inmune a tus arrumacos
y a tus sonrisitas.
Yo no soy de ésas.
Ω
Ana Ema Llanos Bravo, tengo 51 años, soy Asistente Social y egresada de la carrera de
Derecho. Nací en la ciudad de Linares, Chile y actualmente resido en la ciudad de
Santiago, Chile.
LLUVIA
Ropa, telas,
prendas de vestir,
engaños del cuerpo,
mentiras, disfraces.
Telas y prendas de vestir,
líneas gruesas
o transparentes,
obstrucción de caminos...
Hago poemas
en versos negros
y versos blancos
para que todo poema
sea libre.
Misérrima
vida
de favela
que viví.
Desvalida
vida ávida
desprovista,
vida sin brío,
bajo puentes,
sobre ríos.
La vi vil,
hostil,
dividida.
Quisiera verla
a la luz de velas,
vajillas...
¡Ah! Vida vil,
vil vida.
¿Vio vida más vil?
¿Vio?
Oh Orco!
Al verme
vil gusano,
osaré verla
in extremis
a la luz de velas!
Ω
Remisson Aniceto (Nova Era, Brasil) Narrador y poeta. Ha publicado: Poesia para o mundo
(Bubok, 2009), Todo dia é dia de poesia (iG Editores, Stella Maris/Pão-de-Açúcar – SP, 2002),
Palavras de Poetas (Physis Editora–SP, 1997), Novos talentos da poesia brasileira (Forever
Editora – SP, 1995), Escrevo nos espaços que me restam (Editora Bauhaus–SP, 1982). Textos
suyos aparecen publicados en la Revista Internacional de Poesía de Rosario, Revista Partes,
Revista Bacamarte y en la web Auténtica Poesía y otras. Ha obtenido algunos premios en los
géneros de cuento y poesía.
De AGUA
Esta vez
su disposición adquiere la forma de mi lenguaje,
es decir,
su aspecto se hace universal desde mi boca.
De todas sus posibles determinaciones,
aquí, en lo habitable,
sólo se espera su adaptabilidad;
después de esto,
quizá ella deba ser algo que no comprenda.
Pero lo no comprendido
se explica también a partir de mi desorden:
Silenciosa ventaja suya
la de enturbiar mi contenido.
Todo forma y se deforma
magníficamente
a partir de su espacio,
entonces,
de mi voz a lo insondable,
ella
es un poema
transmutando
sus abismos.
Si estoy aquí
es por el Agua.
¿Cómo no
transfigurarla más
cuando desciende?
Esta vez
discurre desde mí
bajo la forma
de lágrimas.
Aunque su orientación
siga siendo la misma,
se han primitivado mis palabras
buscando apariciones en lo absoluto.
Huyen mortalmente como imágenes
sedientas de esta superficie:
Desde aquí,
desplomarse en círculos
como un poema hondo.
Después de todo este tiempo,
en todo lo que surge de mí,
no han dejado de allanarse
a partir de mi tintura: Agua oculta,
inmanente,
confirmación de todo lo extraviado
en mi desorden.
Pero al ser yo quien las escribe,
yo quien merodea en torno
a esta superficie incalculable,
soy una especie de Agua oscura
que observa otra,
sin sentido aparente
para intentar escapar de las palabras
que también me escriben;
entonces
sucumbe la forma de lo que no se ve
entre lo que está dispuesto a frecuentarme.
Soy yo
la misma búsqueda de siempre.
La misma aparición en lo transcurrido.
Lo mismo.
Sucesión
En mí
hay otros que caminan hasta el final del día,
y toda escena diferente que originan
se parece a mí en lo insondable.
Frágil resonancia.
Después de toda puerta hay una puerta contenida,
y esta sucesión nos atormenta, nos obsesiona, nos hermetiza.
Tenaz lucha que no cabe en un espejo
(todo cabe pero nada se transporta).
Espaciosa orilla donde no me veo, ésta, la desconocida.
Pero todo nos incluye y soy otros igual que yo-mismo.
¿Qué otro en mí se podría mirar tanto como yo no?
Reflejo recurrente,
signo estancado,
imagen sublimada dentro de todas las preguntas,
me hallo, me invento, me ubico.
Entonces
¿Qué soy, o quiénes?
Hábitat
Tu cuerpo
es ese tugurio donde vivo y reconstruyo mi venganza:
Cosa fugitiva,
hueco sin infancia donde entierro mi irreparable afecto,
magia monótona hasta llegar a vestirse, tumba imposible,
corazón sin dónde.
Pese a todo,
también ahí tengo un lecho donde hacer reposar
mis últimas preguntas,
donde puedo desangrar rabiosamente
Nosotros, mujer,
somos su argumento irremediable.
No.
Nunca es suficiente
confiar en que caiga la última bomba una tarde
y abrazar con hielo el calor de las sombras.
ERROR DE APRECIACIÓN*
La nave galáctica se posó suavemente sobre un paraje del gran desierto americano. El
sol se ocultaba, en ese instante, allende los montes Grapevine y un hermoso cielo
anaranjado anunciaba la llegada del frío. En la distancia, dos zorros jugueteaban cerca
de una chumbera florecida y una serpiente reptaba afanosamente en pos de un roedor
solitario.
-¡Hay vida! -exclamó entusiasmado uno de los tripulantes. Su cara triangular huesuda
asomaba por una de las ventanillas de la astronave.
Cerca de allí, un poco más allá de las primeras dunas, recostado a un saguaro de tres
metros, un viejo indio fumaba y contaba las estrellas que ya empezaban a tachonar el
firmamento. Era la hora del coyote. Entre una y otra fumarada el viejo indio silbaba una
melodía dulce que más parecía un lamento nacido desde bien adentro en el ancestro.
-¿Escuchas ese canto nostálgico? -preguntó el comandante del espacio. Éste encabezaba
el grupo que ascendía lentamente por las dunas hacia el cactus gigante cuya copa
sobresalía por encima de las arenas.
Al rato, ya casi en el límite de la fatiga, los astronautas llegaron al lugar del indio. Lo
encontraron sentado, con un sombrero alerón casi cubriéndole el rostro y una pequeña
rama en la mano que masticaba después de cada fumada.
-¿Hay otros como tú en este planeta? -le interrogó el comandante haciendo uso de su
traductor instantáneo.
El viejo aborigen se quedó mirando fijamente el infinito de las dunas hacia el norte y le
respondió: ¡Están muertos!.
-¡Todos! -respondió el indio-. Todos murieron de soberbia. Quisieron llegar más lejos
de sus límites y lo destruyeron todo y se destruyeron ellos mismos.
-¡Blancos de mierda!
1.981
*Tomado del libro El juicio de los dioses, Ediciones Casa de la Cultura, Montería, 1982.
Publicado en la Primera Antología Colombiana de Ciencia Ficción: Contemporáneos del
porvenir, Espasa, Bogotá, 2000. Y en la antología internacional Joyas de la Ciencia Ficciòn,
Ediciones Gente Nueva, La Habana, 1989. Ganador del concurso de minicuento de la Revista
Ekuóreo de Cali en 1981.
ي
Antonio Mora Vélez, escritor colombiano de ciencia-ficción, considerado uno de los pioneros y
clásicos de este género en su país. Ha publicado tres libros de cuentos, tres poemarios, dos
libros de artículos y ensayos y una novela. Actualmente disfruta su pensión como docente
universitario.
Ataúd es una palabra extraña de por sí, y a lo que parece muy baqueteada. El
idioma castellano la recibió del árabe hablado en la península Ibérica durante la época
larga de la ocupación musulmana. Ha llovido desde entonces; incluso en el desierto de
Atacama, donde nunca llueve. Pero no queda ahí la cosa; se sabe que el árabe la había
tomado prestada del arameo, el arameo del hebreo y éste del egipcio. Todo por no
adquirir responsabilidades en la denominación de arca tan simple. Todo por
superstición, por temor a la muerte, último episodio de la vida, transición, culmen y
deslizadero hacia lo desconocido.
El territorio más árido de La Tierra va, en Chile, desde Antofagasta, hasta
Atacama, y desde los Andes hasta la Costa. Allí no hay tormentas; los vientos alisios se
llevan las nubes. Los anticiclones del Pacífico y las altas presiones permanentes
originan sequías larguísimas. En algunas partes del triángulo formado por Copiapó,
Antofagasta y Calama, generaciones enteras se suceden sir poder presenciar el milagro
de la lluvia. No obstante, si sucede el prodigio, surgen millones de flores alfombrando
el desierto; paciencia incólume de las semillas.
El cerro de Chañarcillo, de más de trescientos metros de altura sobre la base,
desveló su secreto en 1832, resultando estar hecho de pura plata; o casi. Juan Godoi, un
cateador según unos, alguien que busca vetas minerales; cazador al decir de otros,
puede que pastor de rumiantes; halló pedazos de plata en estado nativo asomando de la
tierra. Se hizo Juan con los derechos de explotación, pero, extravagancia de pobre,
precisó dinero inmediato. Así que Miguel Gallo, minero viejo de Copiapó, falto de
suerte hasta entonces, se hizo con la mitad del tesoro por unas pocas monedas de curso
legal. Gastó Godoy lo cobrado en muy pocos meses, fue a por más a la misma fuente, y
Miguel Gallo se convirtió en propietario de la totalidad.
Vivió Juan todavía unos años y lo hizo en la miseria, llamada absoluta, de quien
no tiene donde caer muerto; circunstancia que no impide obrar a la muerte según su
instinto. El viejo Gallo murió rodeado de propiedades, que en ese momento dejaron de
pertenecerle; y es que la muerte, sobre todo, es rasero. Una plaza de Copiapó quiso
acoger la efigie del insensato que carecía de paciencia y desconfiaba del futuro; tiempo,
como se sabe, subordinado a los caprichos de la esquelética dama de la guadaña. El
pueblo minero nacido al pie del Chañarcillo tomó su nombre: Juan Godoi. Broma del
destino, el pobre dejó, al marcharse, más memoria que el rico.
Cuando ocurre la historia referida en el cuento, las minas de plata de
Chañarcillo ya han rendido ingentes beneficios a sus explotadores; habiendo
contribuido en buena medida a la prosperidad de la región. Estamos en la última década
del siglo XIX, y la geografía se corresponde con los alrededores del pueblo de Juan
Godoi, las trochas abiertas hasta Pabellón y un tramo del valle aprovechado por el río
ي
Buscando a mamá; (Crecí con Marco y su mono sufriendo por el mundo en su inútil
búsqueda, como la humanidad en su desenfrenada carrera hacia el holocausto.)
Elías Mandrágora
Poeta
Ju y la pistola, Anita; como dos ángeles vengadores enviados por un satánico dios
para ajustar cuentas entre los miserables.
La verdad es que Ju tuvo una infancia terrible, si hay que buscar algún motivo por el
cual hacer responsable a algo, o alguien; por ejemplo: la circunstancia que lo depositó
en un mundo cruel e insolidario, parece suficiente. ¿Había pedido él vivir en un mundo
así? No, como tampoco lo hemos pedido ninguno de nosotros. Sin embargo, unos, como
es bien sabido, han tenido mejor suerte, también sin haberla solicitado. O quizá la
terrible Fortuna haya barajado las cartas con su malévola e injusta forma de equidad.
El caso es que Ju tuvo, como tantos otros, una desgraciada infancia, una infeliz, si
cabe, adolescencia, y mucho más desdichada la juventud. Nos habíamos conocido en
una pelea. Él lideraba la banda de su barrio, yo la del mío, un coro de niñas bien con las
que jugaba al escondite con la intención de recibir algún restregón durante el patético
juego: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, y diez, el que no se haya
escondido tiempo ha tenido; y sonó; sí, un disparo que nos dejó a las cinco niñas, a mí,
y a mi hermano, tres años más pequeño que yo, sin habla. Teníamos entonces entre once
y doce años. Y allí estaba la panda de Ju, con sus peculiares rostros tersos enseñándonos
una mueca de rivalidad, y prepotencia. Ju empuñaba una pistola de aire comprimido, y
nos apuntaba con ella, pero nosotros no sabíamos si el arma era inofensiva, al menos, no
capaz de producir la muerte en alguno de nosotros; pero la muerte a esa edad es algo tan
lejano como podía ser Australia cuando en la clase de geografía la estudiábamos,
mirando sobre una bola del mundo, un mapamundi, estupefactos el vasto continente,
pero tan lejano que incluso, parecía irreal, un lugar propio de libros, de cuentos o algo
parecido, y ese mismo efecto causaba el pensamiento de la muerte, al menos en mí, a
esa edad. Y recuerdo que una vez el profesor de ciencias nos hizo calcular, que no sé
por qué motivo, la edad que tendríamos al llegar el siglo veintiuno. Cosa, que una vez
calculada me volvió a resultar como Australia, tan lejana.
Bueno allí estaban Ju, su pistola, amenazantes, y sus fieles seguidores, una chusma
de barrio, precisamente del más pobre y peligroso de la ciudad. No sé por qué la
violencia está tan relacionada con la miseria y la pobreza. Al menos me cuesta
entenderlo porque yo he pertenecido a una clase privilegia que no pasaba calamidades,
donde la miseria, y la pobreza de otros barrios se veía como Australia que estudiábamos
en geografía, lejana, al otro lado. Cinco matones de menos de trece años, y el cabecilla,
quizá con catorce, se mostraba como el hombre más temible del planeta, al menos a
nosotros nos lo parecía; el más asesino, el más capaz de realizar la peor de las fechorías.
Y sin embargo, a pesar del miedo que me producía la presencia de aquella banda (y,
ي
Salvador Moreno Valencia. Escribo artículos de opinión, novela, poesía en
verso libre, relato breve y cuentos. Realizo entrevistas a escritores, políticos,
cantantes, y poetas. Una de mis últimas entrevistas ha sido a Miguel Oscar
Menassa, candidato al Premio Nobel de Literatura 2010. Dirijo la revista cultural
Letras (Fuengirola), y soy subdirector del diario Online El Librepensador.
Soy socio de AIPEP (Asociación independiente de periodistas, escritores y
profesionales en nuevas tecnologías de comunicación), con el número 118/08.
Soy miembro de la Biblioteca Digital Siglo XXI, de Poetas del Mundo y de REMES...
EL OLVIDO
Con paso lento, camina por un sendero que atraviesa el bosque de pinos.
Los últimos rayos del sol se filtran entre las ramas y transmiten al paisaje
una luz iridiscente que se pierde en lo verde.
Como contando los pasos, la mujer recorre el lugar aspirando el olor fresco
que se desprende del follaje.
Siente en su cuerpo la presencia de la naturaleza como un traspaso de energía.
Cabellos lacios cuidados enmarcan un rostro firme, con ojos velados por la
tristeza.
Todo en ella es distinción desde el broche que recoge su pelo hasta las uñas
nacaradas.
Sin embargo su cuerpo denota un cansancio antiguo que lo afloja.
Los dos últimos años han sido duros, por eso llega al lugar, a recuperar las
fuerzas perdidas en la lucha diaria que de algún modo mitigó el dolor, por al
alejamiento de un amor que se fue sin explicaciones.
Aún no entiende, como sucedieron los hechos, su mente se cierra a todo
razonamiento, fue tan fuerte el golpe emocional que la descoloca en cuerpo y alma.
No puede entender como aquel hombre pleno de ternura que hacía irrepetible
cada momento de encuentro, se hubiera alejado diluyéndose en el tiempo.
Cierra los ojos, puede sentir aún sus manos abarcando las suyas, repitiendo
su nombre bajito.
Sólo una pregunta como una luz intermitente cruza su mente. ¿Por qué? Que
se une al cuándo, cómo y a la duda que surge implacable dejando un sabor amargo.
Se siente vacía, sin corazón ni alma, sin sentimientos para expresar la partida.
El se llevó la paz, la seguridad y el aplomo. Se desconoce a sí misma, se
transformó en un ser tímido, sin fe, desconfiado y nuevas preguntas se suman a las
anteriores, la angustia la ahoga pensando que ella tuvo algo de culpa.
Las respuestas a sus interrogantes, no las tiene en el momento, necesitó de
días y meses, para elaborar su duelo mas las preguntas siguen allí.
Sus interrogantes, fueron contestadas con monosílabos sólo supo que se
había ido del país.
Se da cuenta que la frase “para siempre”, la tiene que borrar de su lenguaje.
Lo sucedido, ha borrado todo el sentir romántico de su adolescencia y
juventud primera.
A pesar de su plenitud, siente su cuerpo insensible, inerte, con la
partida del hombre, los diques de la pasión y el amor están contenidos, no se permite
una ilusión, un deseo, se auto castiga como si fuera culpable.
Lo único que la mantiene de pie es el trabajo, en el cual vuelca todo su
tiempo, gasta horas y días en viajes, gestiones empresariales, todo lo que demanda el
alto cargo que ocupa en una empresa de cosméticos.
ي
Magda Lago Russo 1934 – Montevideo – Uruguay). Escritora uruguaya, Químico
Farmacéutica. Co – fundadora del Taller de Creatividad Literaria ” La Aventura de
Escribir” de la Asociación Cristiana Femenina “Costa de Oro.” (YWCA COSTA DE ORO) Ex-
colaboradora del Boletín de la Institución. Incursionó en Talleres Literarios y Clubes del Libro.
Cursos: “La palabra y la comunicación”.”Taller de reflexión intergeneracional”
Producción literaria. Narrativa. Novela Grupal: “Las Cuatro Estaciones” Novelas
individuales cortas. “La caja de Nyco” “De Recuerdos y Soledades” “Todo tiene su
Tiempo” “Mundos Diferentes” “Leyendas” Cuentos Breves. Revistas Literarias Recibe dos
Menciones de Honor 1997 y 2006 respectivamente, otorgadas por la revista “Xicóalt”
(Estrella Errante) de la organización Yage (Asociación pro Arte, Ciencia y Cultura
Latinoamericana) en Salzburgo. Por trabajos sobre temas ecológicos.
VIDAS MODIFICADAS
Ahora, un poco más tranquila y con todo el tiempo del mundo puedo escribirlo, contarlo
minuciosamente, entrar en los vericuetos finos de éste tiempo que ha transcurrido.
Fue a fines del 2008 que empezó el drama. Un año que consideraba como el más feliz
de mi vida. Porque uno tiende a rotularlo así cuando siente que el amor se concreta. Por
eso nos casamos y nos fuimos a vivir a la isla.
Terminaba diciembre, con uno de esos días de calor insoportable, sin aire casi, a pesar
de la cercanía del río. Estábamos en la casa de la isla, rodeados de gente amiga pero a
sabiendas de que la mudanza era ya irreversible. No se podía con el aislamiento,
regresábamos a la ciudad.
En eso estábamos, preparando la mudanza, con canastos repletos por todas partes que a
pesar de las etiquetas, se mezclaban de manera increíble. Ya habría tiempo, pensé, de
acomodar todo de nuevo.
Fue en ese momento que Marcelo tuvo el brote. Un brote psicótico. Antes me llama a
los gritos desde el muelle. Yo primero pensé que me quería mostrar algo. No sé, un
nuevo grupo de hongos, un árbol que se había derrumbado luego de la última tormenta.
La última nos había sorprendido juntos en el living, gozando la plenitud de la noche, el
cielo inmenso de estrellas con una luna casi nueva. Hasta que imperceptiblemente todo
fue cambiando. Las nubes comenzaron a cubrir el cielo, la luna que desaparecía, los
primeros estallidos en las alturas y las inmensas luminosidades de los rayos que
preludiaron el diluvio de esa noche. Las tormentas no son así en la isla. Pero ésta
particularmente fue tremenda. Ya ves. Todo puede cambiar tan rápido.
Pero no. No me quería mostrar nada. O sí. Pero ésto era más importante que todo lo
acontecido en los días plácidos del verano en la isla.
Lo encontré así, tumbado contra uno de los robles de la inmensa avenida que
comunicaba la casa con el muelle. Lo cargué en el auto y lo llevé al hospital. En la
guardia lo doparon a full. Pasó la noche allí. Y cuando las primeras luces del nuevo año
clareaban el comienzo de la jornada, yo, también media zombi, sentada junto al chofer
de la ambulancia nos dirigíamos a la clínica psiquiatrita donde quedaría internado.
Y allí, en esta nueva clínica el nuevo brote. El segundo en poco más de una semana. Ya
la espiral se estaba armando y mi capacidad de asombro, sin límite.
Porque las circunstancias fueron parecidas, pero también, en cierta forma, distintas. Me
hago amiga de la médica, la Dra Turner. Diana Turner. A la que convenzo de hacer algo
más. Algunos estudios, análisis. Algo más, le pido. Alguna certeza que pudiera abrir un
camino distinto, más cierto, especialmente por la medicación espantosa que le estaban
dando.
Bueno, de mal en peor, no sabía cual era el diagnóstico exacto, y las predicciones eran
de terror, imaginate mi estado de ánimo y el de él.
Porque Marcelo, vos sabés, es un adicto al tenis. Siempre le admiramos esa capacidad
de recuperarse cuando corría de un lado al otro de la cancha en segundos. El famoso
limpiaparabrisas. Pero a una velocidad envidiable. Ahora, ¿dónde estan ahora esas
piernas?, me preguntaba. Ni siquiera podía caminar hasta el baño. Ni hablar de tenerse
en pie solo por un minuto. Recuerdo esos días que recorríamos del brazo los escasos
treinta metros del pasillo contiguo a la habitación sosteniéndolo del brazo. Cada tanto
nos sentábamos, para que no se cansara.
Ni hablar de hablar. Sólo algunos murmullos inconexos, sólo esas ganas de comunicarse
que lo exasperaban hasta que ya no lo intentaba más. Le
habían suministrado dosis bestiales de drogas, por las dudas, hasta que “pegaran” con
alguna y detectaran la enfermedad.
En todo momento me dije que ésto era una lección y teníamos que buscar
cual era esa lección, esa enseñanza que nos dejaba el trauma.
El amor no varió para mí. Aprendí el significado de una palabra muy antigua y poco
usada: abnegación. Aprendí a vivir en función del hombre que amo, de su salud, de su
recuperación, de su bienestar, y por muchos días me olvidé de mí, y no necesité de nada
para vivir que no fuera verlo y cuidarlo. Y descubrí que lo amaba más de lo que lo
imaginaba.
Era un empezar de nuevo. Ser felices con nada de nada. Nos levantábamos
preparábamos café con tostadas. Marcelo recogía el diario. Lo traía a la cama. Hacíamos
lo que podíamos, compartiendo casi todo, para estar juntos y unidos.
Yo ansiosa, tratando de que mejorara en tiempo récord, egoísta yo olvidándome que el
necesitaba reacomodar toda su vida, ahora, en que él no está.
Porque yo dejé terapia. Pero él siguió. Dos veces por semana, o tres. Era lo
recomendable para una recuperación que resultó asombrosa. Llena de futuro y de
buenos presagios.
Hasta que me lo dijo. Me dijo, que no tuviera dudas. Que me amaba. Pero que sentía
“cosas por otra persona”. Me confesó lo de Lidia. Porque así se llama esa otra persona.
Un nombre común para nosotros en éste año. Lidia. Precisamente a la que le habíamos
contado nuestras angustias, nuestras desazones, nuestros proyectos. Ella lo sabía todo.
Yo no. Claro. Ella era nuestra terapeuta. Y se van juntos. A Nueva York, creo.
ي
Raúl Barrozo, nació en Villa Dolores Córdoba, cursó sus estudios en la Universidad Nacional
de Córdoba, provincia de Buenos Aires. Ejerció el periodismo y conducción en programas de
radio y televisión en la provincia de Neuquén. Actualmente reside en Buenos Aires, donde se
desempeña como Cronista Parlamentario, colaborando para diversos medios audiovisuales. Su
primer libro de cuentos: Sopa seca. Colabora en revistas literarias.
DESPUÉS DE MARTILLAR
ي
Yolanda Arroyo Pizarro: Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Ha sido elegida
como una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del
Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por
motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Ha sido merecedora de
varias premiaciones literarias a nivel nacional e internacional; seis en Argentina, una en Chile,
siete en Puerto Rico. Ha escrito para los periódicos El Nuevo Día, El Vocero de Puerto Rico,
Claridad y La Expresión. Algunos de sus cuentos confluyen en las revistas culturales Identidad
de la UPR Aguadilla, Revista Púrpura, Preámbulos y Tonguas de la UPR Río Piedras. Es
autora de los libros de cuentos, ‘Historias para morderte los labios’ (2009), ‘Ojos de Luna’
(Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El
Nuevo Día) y ‘Origami de letras’ (2004), además de la novela ‘Los documentados’ (Finalista
Premio PEN Club 2006).
ي
Elsy Santillán Flor. Quito, Ecuador, 1957. Doctora en
Jurisprudencia y Abogada. Pontificia Universidad Católica del
Ecuador. Obras Publicadas: -“De mariposas, espejos y sueños”
Cuentos. 1987 -“De espantos y minucias”. Cuentos. 1992
-“Furtivas vibraciones olvidadas”. Cuentos. 1993 -“En las
cuevas ajenas de la noche”. Poesía. 1997 -“Gotas de cera en la
ceniza”. Cuentos. 1998 -“Las doce habitaciones de la magia”.
Narrativa infantil. 2000 Libro electrónico. -DESEABULOS 1 y
-DESEABULOS 2. Libros en colectivo de cuento y poesía, 1993
y 2000, publicados en Ibiza, España. -LOS MIEDOS JUNTOS,
Cuentos, 2009 -Las ficciones de la soledad, Cuentos, 2010.
Premios obtenidos: -Premio Nacional “Jorge Luis Borges”.
1995 -Premio Nacional “Pablo Palacio”. 1998. Fue Secretaria de
la Sociedad de Escritores y actualmente es Vocal Principal de la
misma.
NURIA SOSA
Esta gente del Norte manifiesta una notable falta de energía en el debate. Aunque
sostenga sus ideas hasta el final, aunque no carezca de argumentos, no parece segura de
sus puntos de vista y se toma un tiempo extraordinariamente largo para decirlo todo. Es
como si los nórdicos no tuvieran prisa en convencer, como si les sobrara todo el tiempo
del mundo para expresar sus ideas. Y lo mismo sucede cuando van de paseo o cuando se
divierten; no tienen prisa tampoco y no parecen entusiasmados con los placeres más
fuertes que puede sentir el ser humano. Tal vez sea por el clima fresco o frío, según la
época del año, siempre destemplado incluso en la estación más benigna: neblinoso de
forma constante. Los contornos no resaltan con nitidez meridiana en esta parte del
mundo y, en los ratos peores, la angustia también parece como adormecida o muy en el
interior.
Nuria Sosa no era una mujer alta ni rubia. No tenía defectos apreciables a la vista ni
tampoco un atractivo físico fuera de lo común. Andaba despacio y marcando los pasos,
avanzaba como meciéndose al apoyar en el suelo la planta del pie. No llamaba la
atención en su tierra de origen, en la América del Sur, cuando pasaba por la calle, pero
los transeúntes europeos sí la miraban de reojo porque sus rasgos les resultaban
exóticos, típicamente meridionales: Nuria era muy morena y con el pelo lacio cayéndole
sobre la espalda. No recuerdo la fecha exacta en que la conocí, pero sí recuerdo que su
serenidad en el juicio obedecía a unas razones de perogrullo y a una confianza férrea en
su sistema de ideas. Aunque no tuviera razón en algún caso, aunque los argumentos le
fallaran por la base, su serenidad me desorientaba en el debate político que a menudo
sosteníamos y me dejaba sin réplica. Y también recuerdo que yo me oponía a sus
razones por oponerme, por no quedar como un ignorante frente a la autoridad de la
camarada comunista. Lo principal que recuerdo es que Nuria no hablaba de filosofía; de
arte, apenas; de música, muy poco; pero no dejaba perder la ocasión de dar consejos
sobre asuntos prácticos que también tenían que ver con sus ideas políticas. Estaba
segura de muchas cosas y muy segura de algunas que le parecían de suma importancia y
que no dejaba de subrayar cuando venía a cuento. Su obsesión principal era el
entendimiento entre el grupo de los líderes revolucionarios del que ella formaba parte y
la mayoría de los ciudadanos, lo que llamaba el pueblo o su pueblo. No aceptaba que se
−Esta gente del Norte no sabe lo que tiene −afirmaba alguien de nuestro grupo porque
esta era la opinión mayoritaria entre los estudiantes extranjeros−. Yo los mandaría a
pasar un mes, sólo un mes, a uno de nuestros países capitalistas para que se dieran
cuenta de los privilegios que disfrutan. No tienen conciencia de las ventajas que trae
vivir en el socialismo real. Con una temporada corta en la cadena de montaje de una
fábrica mi pueblo, estoy seguro de que dejarían de pensar en Occidente como en un
paraíso.
−Me llama la atención que tengáis una opinión tan severa −saltaba Nuria en defensa de
los trabajadores nórdicos− sobre la gente de por aquí. Me parece que, si la mayoría de la
población fuera así de estúpida, haría ya muchos años que el modelo social comunista
hubiera degenerado hasta desaparecer. Nos fijamos solamente en las deficiencias que
saltan más a la vista, pero no creo que tengamos suficiente base para enjuiciar su
situación con tanta severidad. Con unas semanas de estancia en el socialismo real, no
estamos en condiciones de emitir juicios de valor.
Nuria acababa de llegar a la Europa del Norte para estudiar y, como es lógico suponer,
sus rasgos de india llamaban la atención de los ciudadanos nativos. No recuerdo en qué
fecha exactamente se produjo el aterrizaje, pero tengo la obligación de fijar con
urgencia, para que no se pierdan del todo, las conversaciones entre los compañeros
universitarios que todavía guardo en la memoria. Me acuerdo de Nuria sobre todo y me
apresto también a la tarea de poner por escrito el extraño ambiente social en que nos
desenvolvíamos los estudiantes latinos. Pongo unos papelitos de libreta corriente sobre
mi mesa y los voy rellenando conforme me vienen las anécdotas de entonces, conforme
me azota la añoranza de aquellos meses de universidad y de camaradería. A veces noto
que el pulso se me acelera y que eso sucede, de manera especial, cuando encuentro la
expresión oportuna o cuando recuerdo con precisión un detalle. Me pongo a escribir con
los descansos imprescindibles para comer o para dormir, y, cuando ya creo disponer por
escrito de todo el material, siento que tengo que organizar mejor el conjunto, las
distintas secuencias apuntadas con precipitación y que pertenecen a la misma peripecia
en el Norte. Pienso utilizar un criterio cronológico para organizar el montón de mis
papeles −parece lo más lógico en el caso de reproducir un suceso verídico−, pero me
encuentro con el gran obstáculo de que ya no recuerdo las fechas exactas, los días de la
semana en que paseé con ella, tampoco las semanas en que se produjeron las anécdotas,
y solamente puedo deducir qué momentos pertenecen al principio y que otros se
sucedieron en la última semana del curso por el grado de intimidad que mantengo con la
Nuria Sosa procedía de clase alta, de una familia terrateniente; yo, por el contrario,
tengo una familia humilde que no me ha podido dar una carrera. Ella vino a estudiar
desde un país con una situación política muy difícil; yo, de una sociedad también pobre
aunque mucho menos conflictiva. Fuimos a estudiar a una universidad del Norte que era
también residencia de estudiantes y, claro está que, viviendo bajo el mismo techo
enseguida nos conocimos. Mi interés era subir en el escalafón de mi organización
política de procedencia pues no pasaba por entonces de cuadro político con porvenir;
Nuria, por el contrario, era ya una destacada dirigente. Yo tenía la intención de ampliar
mis conocimientos y obtener estudios oficiales, una carrera homologada; ella, sobre
todo, llegaba para descansar de la lucha en la selva y para recuperarse síquicamente de
la tensión que se acumula en la actividad clandestina. Recuerdo que nuestros camaradas
anfitriones nos acogían con grandes muestras de atención, que vivíamos cómodamente
y fuera de peligro en la universidad, pero también que mi protagonista tenía que volver
pronto para seguir con una lucha armada que en aquellos momentos resultaba muy
desigual. Los hechos objetivos, las fechas exactas, la de la separación, la del desamor
me quedan lejos y se me difuminan, pero tengo fresco el sentimiento de cómo era mi
compañera de clase y el recuerdo de cuando me fijé en ella por primera vez.
Recuerdo, por ejemplo, la primera o la segunda vez que nos vimos, la primera ocasión
en que yo tuve conciencia de su existencia en el edificio universitario. Estábamos
discutiendo varios muchachos en una de las habitaciones destinadas al colectivo de
estudiantes extranjeros, oímos toc, toc, toc en la puerta y era la mujer india la que
llamaba. El encuentro resultaba inevitable y podía haber sucedido en cualquier otro
momento, una horas antes o unas horas después pues llevamos una vida en común
dentro del aula y por los pasillos de nuestra ala del edificio:
Pero la dirigente india no pudo oír la última frase de Pepe porque cerró enseguida la
puerta y se quedó del lado del pasillo. Recuerdo ese instante como si lo estuviera viendo
y, además, me viene ahora a la cabeza que esa no fue la primera vez pues, unas horas
antes, ya la había visto en el bar y sé también que yo le había prestado mi bolígrafo para
que tomara las señas de otro estudiante. Fue una aparición truncada, breve, ambas lo
fueron, y no creo que me deslumbrara en ningún sentido. Sus breves apariciones se
fueron sumando sin que yo advirtiera en ella nada extraordinario. Yo tenía claro
también que nos seguiríamos viendo y hablando durante los próximos días, semanas,
meses, y que la vida en común por el edificio de la universidad hacía obligatorio que
nos encontráramos a la entrada o a la salida de clase, en el autobús que llevaba al centro
o a lo largo y ancho del comedor. No cabía otra alternativa pues nuestro destino común
estaba decidido por otros antes de que nos pusiéramos a hablar.
El ambiente era bueno o muy bueno y estaba plagado de optimismo y buen rollo.
Todos éramos paisanos en cierto modo; todos teníamos una lengua común y nos
reíamos con las mismas ocurrencias. Era un grupo compacto en el que las desavenencias
internas no se habían mostrado todavía o, por lo menos, no se notaban. Hablábamos en
español en nuestras habitaciones con una exaltación del ánimo que nos llevaba a la
precipitación. Nos excitábamos hablando porque todos estabamos convencidos del éxito
de nuestras ideas. Sobre todo, creíamos en el éxito logrado por nuestros camaradas
anfitriones en la construcción de la nueva sociedad.
Crecía la emoción, la tensión todos los días entre clase y clase y entre las clases y las
actividades extraescolares que se realizaban fuera del edificio. La facultad de ciencias
políticas disponía también de un plan de ocio con viajes turísticos en autobús para los
extranjeros. Nos llevaban a ver partidos de baloncesto, de fútbol, al teatro o al cine.
Recuerdo que los muchachos sentíamos una mayor atracción por los espectáculos
deportivos; Nuria y Úrsula, las únicas mujeres, se pirraban por las funciones de ballet.
Desde que se acabó el curso, ya no hemos vuelto a vernos; somos ya dos extraños
prácticamente, pero no puedo evitar que, de pronto, me vengan las instantáneas de
aquellos cuatro o cinco meses en el Norte y que me sienta en la obligación de explicar
con pelos y señales las anécdotas más destacadas. Pienso también que debo ordenar
todas estas secuencias que ya tengo por escrito, aunque a veces creo que, si me pusiera a
describir aquella experiencia con más orden, a organizarla con mayor cuidado, no me
saldría mucho mejor. Todo sucedió sin gran lógica y como a salto de mata; así que el
orden de aparición importa menos. Puede que la trama resultase más clara, que fuera
más fácil de entender con una estructura sólida, pero es seguro que el esfuerzo por
alcanzar la coherencia le quitaría la gracia de la espontaneidad.
Recuerdo sobre todo a Nuria, pero también a Pepe, a Toledo, a Julián, a Santiago, al
jefe Robledo: todos los que estábamos dispuestos a liderar, con la mejor de las
intenciones, la decisiva batalla contra el enemigo capitalista. Todos éramos jóvenes y
estábamos entusiasmado con la política; todos éramos un tanto inexpertos y
enamoradizos. Cada uno destacaba a su manera, pero, a posteriori, puedo afirmar sin
ninguna duda que, de aquel grupo insurgente a más no poder, la mujer india era la que
más llamaba la atención y no porque dispusiera de mayores conocimientos teóricos o de
mejor oratoria; sino porque tenía la experiencia en el campo de la acción práctica, en el
campo de batalla; y porque, en ella, la intuición del líder estaba tan marcada sobre la
superficie de su piel como las propias venas. Sobre todo, era la india la que me llamaba
la atención dentro del grupo; la que de una forma todavía difícil de entender para mí, se
me acercó con cariño como si yo fuera un igual, otro líder revolucionario y no un simple
militante de base. La gran dama de la política subversiva me eligió a mí por algún
extraño capricho y se quedó conmigo todo el tiempo que le fue posible.
Desde mi cuarto en el barrio del centro y por la única ventana de que dispongo, no se
puede ver apenas el paisaje característico de esta ciudad del Norte y es por eso que me
veo en la obligación de salir de vez en cuando, de coger el taxi o de alquilar un coche de
caballos si hace buen tiempo para confrontar la memoria con el paisaje urbano que nos
cobijó. Tomo un taxi y doy vueltas sin precisar el destino hasta que me encuentro con
algo que me salta a la vista y que me sobresalta: el escenario de alguna anécdota
protagonizada por Nuria y por nuestro colectivo de estudiantes. Yo no recordaba así esa
secuencia o no la tenía en la mente, pero, al detenerme en el sitio exacto, la instantánea
me viene con todo su desarrollo. Voy paseando paseando y recojo los momentos a
posteriori para mi archivo de instantes excepcionales. Me siento ante la mesa escritorio
a continuación y los fijo en el papel. También voy a ponerlos en orden de tal manera
que el conjunto siga un criterio cronológico. Creo que llegamos a finales de marzo en el
avión y que, ya en el mes de abril, nos conocimos de lleno y todo empezó a
desarrollarse con absoluta anormalidad. Me siento y escribo todo lo insólito tanto sobre
nuestra relación de pareja como sobre el medio ambiente que nos rodeaba; me siento a
recordar y escribo, y, cuando voy por la calle, también repaso lo que todavía no he
puesto sobre el papel. Creo que, si consiguiera contarlo todo y estuviera conforme con
el resultado, me pararía y descansaría. Ya no sentiría el impulso constante que ahora me
excita y me sobreexcita. Me sentiría más conforme y, acto seguido, creo que me vendría
una gran tranquilidad de ánimo. De eso estoy seguro, tengo una confianza ciega en que
terminará siendo así, pero, por el momento, se trata de un proceso de rescate que no se
Resulta paradójico que el análisis nos resultara fácil y fluido mientras caminábamos
por la plaza del centro cogidos de la mano, y que, ahora, sin embargo, o desde el
momento en que dejamos de vernos, me cueste horrores explicarme, analizar el vínculo
y ponerme a describir cómo fue que se marchitó de pronto. Quizás me falte algún dato y
por eso me sumerjo de nuevo en la reproducción de cómo sucedió.
ي
Gaspar Jover Polo. Escritor español (Alicante, 1961). Profesor de lengua y literatura. Cuentos
suyos han aparecido en revistas digitales y en publicaciones impresas de su provincia. Tiene
inéditas, también, varias novelas.
La ruta 16 avanza con discreción por la autopista principal. Los pasajeros se bambolean
al compás del viejo motor. Las luces de los focos entran por las ventanillas y el viento
apenas estremece las hojas del tabloide que un anciano ojea sentado en la parte de atrás.
Una rubia recostada contra la registradora afina una guitarra al tiempo que su
compañera saca de la mochila una roja pañoleta y se la anuda en el cuello. En cuestión
de segundos, la guitarrista suelta un incendiario discurso contra la democracia
capitalista. Ya no hay diferencias abismales entre izquierda y derecha, pienso al
observar una hilera de acacias. Tal vez, hace años, la contradicción consistía
básicamente en el imperio escogido. La izquierda, el soviético. La derecha, el yankee.
Los cofrades del martillo y la hoz hacían largas filas en los consulados para subir a un
avión rumbo al eterno invierno moscovita. Los adeptos al libre mercado exhibían
orgullosos en la mesa de centro la foto de la Casa Blanca recortándose sobre un cielo
marron. Los revolucionarios peregrinaban a la Higuera y encendían veladoras amarillas
en el lavadero del mítico hospital mientras los reaccionarios se disputaban el honor de
bailar el vals con la hija mayor del general. El mundo nunca ha sido sencillo, y estas
denominaciones resultan hoy esquelas nostálgicas de una época marcada por los
continuos anuncios del Apocalipsis nuclear.
Hace unos minutos salí del taller de poesía de Ramírez Hoffman. Desde hace mes y
medio estudiamos la cadencia de la generación del 27, con García Lorca a la cabeza.
ي
Ángel Castaño Guzmán (1988). Editor de la revista cultural La Avenida.
LA MUJER DE ROGELIO
No supe nunca su nombre. La última vez que la vi tendía una ropa lejana en un
patio de tierra color ladrillo. Como ganchos, a su falda se adherían sus hijos, dos
pedacitos de carne con cabellos ásperos.
Llegué a su casa una noche de esas donde los excesos del alcohol imponen el
lugar para seguir la juerga a salvo de las calles en asecho. Recuerdo el pasillo largo, la
casa semi destruida, el arsenal de botellas vacías de anís y el gorgojeo de seres extraños
que llegaban goteando la madrugada y se cobijaban en sus paredes, apartando un pedazo
de piso donde dormir.
La casa de Rogelio era una especie de fortaleza donde podían llegar pintores,
escritores, carteristas, ladronzuelos y borrachos; en fin, un asilo de soledades puestas a
resguardo de las neblinas altas de los callejones de cualquier ciudad.
Bastó esa noche para conocer el porche undergraund que imitaba pobremente a
los suburbios franceses de la bohemia del siglo XIX, la calle dentro de la calle en su
más salvaje representación.
Cuando amaneció, era claro que no pertenecía al lugar. El sol delató una piel sin
curtir que reveló mi impostura, pero Rogelio, caballero al fin, supo disimular mi falta de
lugar ordenando a su mujer traer un tobo de agua para que lavara mi cara de recién
Después de aquel día, nunca volví a esa casa. A Rogelio lo seguí viendo en las
mañanas vendiendo periódicos en una esquina. No sé cuando desapareció porque la vida
siguió su curso y yo me olvidé de coquetear con la noche y sus secretos.
Cuentan los poetas, huérfanos de la casa de Rogelio, que un día llegó a la casa el
hermano de la mujer. Que este hombre tenía debilidad por las cosas limpias, por lo que
dedicó su tiempo a fregar y refregar los pisos. Cuentan que como era el hermano de la
mujer, él sí podía verla, y mandarla, y regañarla y enseñarla a hacerse cargo de sus
hijos.
Cuentan que cuando la casa comenzó a parecerse a una casa, sus huéspedes
nocturnos comenzaron a inquietarse por el olor a cloro, por las miradas que el hombre
clavaba en ellos durante el gargajear que precedía los escupitajos mañaneros.
Cuentan que Rogelio reclamó una noche la llegada de dos sillones de mimbre y
que el hombre lo amenazó frente a sus hijos, que corrieron veloces al lado de su tío.
Quienes allí estuvieron, recuerdan haber oído silbar el cuchillo…un silbido siniestro que
se ahogó con el chasquido de una puerta que cerraba para siempre la entrada a la
indigencia.
La casa de Rogelio tiene ahora en su largo porche una peluquería que regenta el
marido de la mujer, el mismo que antes era su hermano.
ي
Yurimia Boscán (Caracas 1963) Licenciada en Letras UCV. Cursó postgrado en Literatura
Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar (falta tesis), Actualmente realiza postgrado en
tecnología Educativa en la Unefa. Se desempeña como profesora universitaria y correctora de
prueba. Ha incursionado también en la narrativa y el ensayo. Ha publicado dos libros de
poesía, Poemas, (1983) y Neón, (2001), además de cuentos, ensayos y poemas en diversos
medios de comunicación nacionales e internacionales. Fundó, con otros tres compañeros de
vida, el suplemento cultural de circulación regional Sábado y Domingo, donde recogieron parte
del quehacer cultural de la localidad de Los Teques (Miranda).
María Calcaño
Lydda Franco Farías, es una de las más vitales voces de la poesía venezolana de
la beligerante década de los años sesenta; nace el 3 de enero de 1943, en la Sierra de
Coro o Sierra de San Luis, zona pródiga en bellezas generosas, donde se encuentran los
lagos subterráneos más extensos del país, cuevas con grandes salas, simas y galerías, en
el Estado Falcón, Venezuela.
Suele asistir en los años sesenta, a las tertulias del grupo literario maracaibero Cal y
Agua, que surgió en Maracaibo en 1964, en el bar El Milonga.
La poetisa Lydda Franco Farías, guarda en su obra, inflexiones poéticas de las lecturas
de los venezolanos: el mirandino Caupolicán Ovalles, iniciador en el país de la
antipoesía y perteneciente al grupo El Techo de la Ballena; la alquimia de la palabra
poética por su fuerza y honestidad del trujillano Víctor Valera Mora; de Miyó Vestrini,
la única mujer del grupo Apocalipsis, el tránsito del dolor de su cuerpo como creación;
el desenfado en la antipoesía y el uso de modismos de su región del zuliano Blas Perozo
Naveda y, las lecturas de los extranjeros: los barrocos y simbólicos el cubano José
Lezama Lima y el peruano César Vallejo y, el existencialista checo Frank Kafka, para
citar a tres clásicos contemporáneos.
Su trajinar por las letras, nos deja una larga lista de títulos publicados y otros, inéditos o
editados post-mortem.
Con el grupo Cal y Agua, publica como coautora con Ricardo Ruiz Caldera y José Parra
Finol, el tercer poemario Edad de los grandes ataúdes, en 1977, sin embargo, la obra no
circula por contrariedades entre sus autores; luego, sigue en soledad con el ejercicio de
su poesía apocalíptica.
En 1991, aparece el quinto poemario A / Leve, que contiene, una amalgama entre la
perfidia y la futilidad, entre la alevosía y la levedad, términos estos últimos reducidos en
el mismo título y la barra intermedia significando el límite insalvable entre estas dos
formas de conductas. Su epígrafe de Francisco de Quevedo:
Serán cenizas, más tendrán sentido; / polvo serán, más polvo enamorado.
Contiene en sí mismo, la idea de la poetisa de que, el amor corporal y espiritual
deberían persistir más allá de la muerte.
Un texto inédito, su sexto poemario, Estar en el envés, escrito en 1993, en el que Lydda
comienza escribiendo:
Vamos a llamar a esta nueva etapa de transformación poética, una realidad más
abierta, cercana a las formas de conversación, a un cierto tono coloquial, a un cierto
humor, a una cierta parodia del otro realismo tradicional…
Estar en el envés, donde la oralidad se agrupa en la duplicación, en la reduplicación, en
la gestación, sea de la inicial o de la palabra final en muchos modos de enciframiento.
Su octavo poemario Bolero a media luz, escrito también en 1994, es un alud corpóreo
en el forcejeo del acoplamiento musical del cuerpo, la poetisa se distiende en fracturas,
más deja claro, no existe Eros sin Tánatos, la fuerza natural de atracción vital y el reino
de las sombras se entrelazan por siempre.
Esta prolífica poetisa, Lydda Franco Farías, escribe en el mismo feraz año de 1994,
Descalabros en Obertura Mientras Ejercito mi Coartada, su noveno poemario, donde
desde el título ya vislumbramos un anuncio de jitanjáfora, es decir, de enunciados
donde el sentido no es lo pretendido, sino las hermosas eufonías. La nostalgia del
tiempo transcurrido desde la infancia, trasciende y se instala en el espacio de la
realización creativa, contando con el contraste diatópico y la cáustica ironía.
En el décimo poemario, inédito, Estantes, escrito también ese prolífico año de 1994, los
muertos son luminosamente despertados; la metagoge designa atributos humanos a las
A los dos años de su permanencia en Maracaibo, gana el Primer premio del Concurso
Literario del Ateneo de Coro, con su primer poemario Poemas Circunstanciales. 1965
(ENC), suscitando una fuerte polémica a nivel nacional, sobre su muy particular
idiosincrasia estética y su estilo contestatario.
En 1990, es condecorada con la Orden Francisco Rivera Reyes, por la Alcaldía del
Municipio Bolívar del Estado Falcón.
Recordarlo, releer cada verso, y sentir como se deslía en nuestro ser la expresión de su
fase selénica, donde la poetisa teje la trama de su intenso yo lírico a través de
vocaciones de mujer y profesiones asfixiantes en el recinto-clausura de la casa: las
pesadumbres de la diaria entrega, “ama de casa”, “oficios del hogar”, la bandera de la
sexualidad en una erotia pacífica y sobreentendida, madre y antimadre, médium,
hechicera, mitificadora, “casi-ciudadana”, civilizada por el varón, el patrón, el marido,
el cónyuge, el concubino, el hermano, el hijo …
Un esfuerzo mayéutico
para no abortar al hombre
un esfuerzo violento, definitivo
para que nazca íntegro.1
En una cultura masculina desde sus cimientos, la poetisa desenfada, con una
conmoción de la conciencia y los sentidos, cantando en cada verso, para poder respirar a
pulmón pleno cada palabra e intentar enmendarlas con su propio ser, crea hendiduras
para quebrantar y escapar de ese enrarecido mundo que la asfixia, y evadirse a través de
las grietas como la hembra que seduce con lo femenino, con sus lecturas, su mirada y
su poesía:
No pudieron
moldearme a su antojo,
ni darle la forma requerida a mis palabras,
ni templar los metales de mi risa con sus martillazos de odio,
ni siquiera lograron meterme de cabeza
en un canon infesto 1
Una poesía definida por diversas líneas de significación, entre las que destacamos dos
en este ensayo: la enunciación de lo femenino y el erotismo femíneo, como elementos
fustigadores de cuestionamientos que atraviesan entre otros y todos, la totalidad de su
obra y es, efecto fundamental para la disposición de una imagen cambiante y compleja
que da cuenta de lo que son las configuraciones actuales de la mujer, entendida como
minoría social-cultural; con un ars poética que hace libre el coloquio consigo misma,
con el lector y con la lectora, por medio de una oralidad discursiva, en textos que a
veces, afloran con el formato de la prosa continua sin el deslinde de los versos, con el
encabalgamiento intrincado de dispersión de la colmada entropía:
nadie verá el estante vacío. el montón de ropa sucia libros viejos y maltratados por mis
notas al margen. por mis subrayados imprevisibles. por mis oh y mis coños
admirativos. soy posesiva, no lo niego. mi única propiedad son libros casi libros.
palabras no correspondidas pero útiles e igualmente equívocas. pero abajo. en el
sótano, eres débil, cabizbaja. se diría que ciega. asustada. no entienden porque has
hecho lo posible por enajenarte en lo cotidiano y ridículo (…)no te entienden porque no
aceptas vivir parcelada (…) tu ternura es clandestina. no colma. tu deseo es quizás lo
único humano capaz de retener una sombra . tu estallido nocturno. 4
el ancestro
se adueña del perfil
de la mujer agobiada
y displicente
que yace en la umbelas
a medio dormir
indócil en el registro11
La poesía de Franco Farías puso de relieve una voz femenina cuyo ejercicio poético, se
caracterizó por la ruptura con ese modelo de poesía intimista, de sensualidad sutil y la
introspección, para destacar la ironía y la oralidad
Ana María Romero
Ella es su poesía, su poesía es ella, briosa, sensible, mordaz y laudante, que se empeña
en perseguir mundos mejores en sus temibles alocuciones poéticas:
Y en el amor, dulce, seductora y erótica, canta desde sus más añejas raíces, trepando por
su tronco, sus hojas, hasta llegar a sus flores en arco iris que regala a la vida, en un
soflama reverberante con sus requiebros, impregnado de simbolismos que expresan las
vivencias amorosas del cuerpo en la relación afectiva entre dos seres humanos, escrito
desde su visión femenina extraordinaria, respirando visceralmente cada grafema, cada
aliento de palabra y con la depuración del verso:
Echar raíces
florecer
sobre tu cuello
enredadera 1
Con miradas envolventes de los vestigios humanos del placer y del amor, la lucidez, el
tiempo y la fusión de géneros:
tu cabeza en mi almohada
el sol para nosotros
deshaces sombras antiguas
vienes de la calle hacia el gesto
buscas / deshaces
reparo en el caracol algo furtivo
tus manos exhibiendo excavaciones
hacen de claustro refugio
ardo junto a ti 2
William Estany, refiere, que hasta el último momento la poetisa Lydda Franco Farías,
estuvo activa:
Invitada especial en la Semana Internacional de la Poesía. A pesar de encontrarse
delicada de salud, siempre siguió escribiendo…
Allí se presenta, a las 7:00 de la noche, el jueves 22 de julio del 2004, al Recital
Internacional de Poesía, en homenaje a Eugenio Montejo, en la que sería su última
lectura en público, ante más de 400 personas, con una hermosa manta guajira de
soberbio colorido, un cabestrillo en un brazo y apoyada en su bastón, participa en el
recital internacional junto a poetas como Luis Muñoz de España; Alessandro Ceni de
Italia, Tone Skrjanec de Eslovenia; Ramón Bolívar de México y Alejandro Chacón de
Venezuela, entre otros tantos poetas que participaron en los recitales programados para
el evento. Dedicó sus poemas a todos, ausentes y presentes y en particular, a su hija
fallecida Mirna.
A los sesenta y un años, la parca que no falta jamás a la cita, nos despoja de esta poetisa
de las letras venezolanas; muere a las 8:00 de la mañana del lunes 2 de agosto de 2004,
en Maracaibo, Estado Zulia. Fue sepultada en el cementerio Jardines del Edén, donde
también se encuentra su hija.
Obra poética:
Э
María Cristina Solaeche Galera. Docente venezolana (Maracaibo, Zulia, 1948). Licenciada
en educación mención Matemática, Magíster en Educación y Magíster en Matemática
Pura, en la Universidad del Zulia (LUZ), donde es profesora titular. Fundadora y miembro
de la Biblioteca “Teresa de la Parra” en la extensión Cabimas de LUZ. Miembro de la
Sociedad Venezolana de Matemáticas, la Asociación de Escritores del Estado Zulia, la
Casa de la Poesía y la Peña Literaria César David Rincón y otras organizaciones. Textos
suyos han aparecido en diversas publicaciones científicas y literarias, además de webs
literarias como Légamos, PoeSite y Texto Sentido. Ha recibido, entre otros
reconocimientos, el premio “Vicente López y Planes” (Buenos Aires, 2004).
Por inadvertencia, por desapego, o por escasa familiaridad con el metro, Góngora
incurre en defectos de versificación que obstan a la lectura fluida de sus sonetos. La
ubicación descuidada de los acentos supernumerarios es una de las falencias que se le
pueden señalar. En los versos de acentuación en la sexta sílaba, los coloca en forma
obstructiva en la quinta, y lo mismo hace cuando las constituyentes son la cuarta y la
octava: menudean las ocupaciones indebidas de las sílabas tercera y séptima. Tampoco
se cuida de acentuar la novena.
Otras veces otorga el rol de preponderancia en la sílaba constituyente a un
monosílabo de escaso vigor, de manera que el lector se pierde y no sabe dónde
enfatizar. Abusa de las licencias poéticas –hiato, diéresis, sinéresis- haciendo de éstas
una regla compositiva y no, como debe ser, una excepción. Por añadidura, se permite
violentos viajes acentuales de vocales dominables que desequilibran la sinalefa,
tornándola caprichosa y dura.
Pero, como la belleza revelada nos deslumbra más que la descubierta por
nuestros propios medios, es imposible soslayar el soneto que le gustaba tanto a Borges,
el mismo que no se privó de analizar críticamente en “El tamaño de mi esperanza”
(1926):
O aquél otro, del que Roberto Alifano me hizo notar tanto su belleza como su
sorprendente actualidad:
Los grandes artistas ven lo que nadie ve, y lo dicen del modo que todos quisieran
oírlo y decir: llana y bellamente. También suelen ser premonitorios y terribles. La
asombrosa literalidad del tercer verso, que remite como un rayo a los sucesos del 11 de
septiembre de 2001, no es nada si se lo compara con el modo en que está dicho. En
efecto, torres se han venido cayendo desde que el mundo es mundo, pero, la expresión:
altas torres besar sus fundamentos nos habla de un modo improbable de concebir en el
siglo XVI, cual es que la cresta de un edificio busque la tierra, no quebrándose en
ángulos cada vez más agudos, sino bruscamente y por implosión, que fue lo que pasó en
Nueva York aquel infausto día.
Las objeciones formales que anteceden, esbozadas para explicar una rareza, no
deben, empero, apartarnos de lo que es esencial en toda relectura. Hay que volver a los
clásicos como Góngora, para gozar del descubrimiento de bellezas nuevas o no
fácilmente asequibles, y también, como en el caso del soneto Nº 46, en procura de las
advertencias que un alma superior es capaz de dirigir desde el pasado a nuestra
insensatez y nuestra incuria.
ڭ
Gustavo Rubén Giorgi. Abogado y escritor argentino (Zárate, Provincia de Buenos Aires,
1955). Trabaja como funcionario público en el cargo de jefe del Registro Civil de Zárate. Ha
publicado Cuentos de la resignación (Editorial Dunken, Buenos Aires, 1997), el libro de relatos
históricos El profeta y el traidor (Ediciones Proa, Buenos Aires, 2000), los poemarios El último
bien (Proa, 2001) y El retorno de Hipsipila (Alloni-Proa, Buenos Aires, 2005), la colección de
ensayos Aunque sean los papeles rotos de las calles (Alloni-Proa, 2005) y un volumen con el
relato “El emisoriario” y el soneto “Elección” (colección “Biblioteca Mínima” del diario Opinión;
Cochabamba, Bolivia, 2007). Además, textos suyos aparecen, traducidos al italiano, en la
Antologia della Poesia Argentina Contemporanea (Edizioni Sentieri Meridiani, traducción de
Emilio Coco; Foggia, Italia, 2007). Ha dado conferencias sobre cine, historia y literatura en
Buenos Aires, y en el interior y exterior de Argentina. Integra el plantel de colaboradores
permanentes de la revista Proa, fundada en 1922 por Jorge Luis Borges y en la que ha
publicado cuentos, poemas y ensayos desde 1998.
Juana de Ibarbourou
( en “Inmensidad”, Perdida, 1950 )
( La espera )
Su segundo poemario ”El cántaro fresco” (1920) junto a “Raíz salvaje” (1922) traen
un aire de renovación, de luz, de sencillez, que permiten una íntima comunión con el
lector.
(Raíz salvaje)
En la trilogía, hay una confidencia, una poetisa que se abre, dichosa o con dolor a un
lector solidario, hacia el cual el poema se extiende como un círculo creciente.
Juana dará la espalda, tras su consagración, a la obra que la condujo a ella, para
entregarse a una nueva corriente que trae el estremecimiento de la post guerra y que
Se me acabó la muerte,
Que cultivé hasta ahora,
La muerte romance o de leyenda,
Tránsito de cinema en alba o sombra,
Deslumbramiento de película,
Curiosidad gustosa,
Esto se puede percibir en “Perdida” (1950) esta opción fue como una voluntad de auto
imprimirse un remate novelesco: los últimos capítulos de la novela de su vida, los que
preparan el desenlace la etapa de su claustro es considerada como el “otoño” de su
vida. De ese encierro expresa:”Porque salgo poco y me ven menos todavía…Eso
favorece mucho, porque da alas a la fantasía. Y en general las gentes son bondadosas.
Las alas las fabrican muy generosamente.”
Pero ni las gentes son bondadosas, ni las alas son la de los ángeles, Juana no pasó
inadvertida para los ávidos de leyendas. Y la leyenda fue.
Nada fue como se contó. O casi nada. Una mujer hermosa y con talento que antes de
cumplir treinta años logró la fama y la gloria.
Bibliografía.
ڭ
Magda Lago Russo 1934 – Montevideo – Uruguay. Escritora uruguaya, Químico
Farmacéutica. Co – fundadora del Taller de Creatividad Literaria “La Aventura de Escribir” de
la Asociación Cristiana Femenina “Costa de Oro.” (YWCA COSTA DE ORO) Ex-colaboradora
del Boletín de la Institución. Incursionó en Talleres Literarios y Clubes del Libro. Cursos: “La
palabra y la comunicación”.”Taller de reflexión intergeneracional” Producción literaria.
Narrativa. Novela Grupal: “Las Cuatro Estaciones.” Novelas individuales cortas: “La caja de
Nyco” - “De Recuerdos y Soledades” - “Todo tiene su Tiempo” - “Mundos Diferentes” -
“Leyendas.” Cuentos Breves. Colabora en la producción de las Revistas Literarias anuales del
Taller de Creatividad “La Aventura de Escribir.” Recibe dos Menciones de Honor 1997 y 2006
respectivamente, otorgadas por la revista “Xicóalt” (Estrella Errante) de la organización Yage
(Asociación pro Arte, Ciencia y Cultura Latinoamericana) en Salzburgo por trabajos sobre
temas ecológicos.
Uno
Dos
Tres
El maestro Fernando Charry Lara decía en alguna oportunidad que lo único que hoy
sigue alimentado el ejercicio poético es el romanticismo. Si se miran estas palabras a
través de las observaciones de Elias, podríamos llegar a la conclusión de que en ella
subyace una verdad irrefutable. Pues para Elias, el “romanticismo” no se inserta en un
periodo específico ni se puede encajonar como escuela, sino como una posición de un
grupo ante mundo, que se puede dar, o haber dado, en cualquier momento de la historia
de la humanidad.
Lo que no hay que dudar es que ciertos productos culturales son necesariamente el
resultado de un momento histórico y de una sociedad específica. Algunos ritmos
musicales y danzas folclóricas como el blues o el mapalé, surgen precisamente de la
añoranza, de la búsqueda interior de un espacio físico perdido, al que resulta imposible
regresar.
En la denominada ‘poesía negra’ del Caribe, lo se alcanza a escuchar son los sonidos
repicantes del tambor. El tambor es en sí mismo un instrumento ancestral de
comunicación espiritual, que hoy, cinco siglos después de que grandes grupos de negros
fuesen sacados de sus tierras y traídos a la fuerza al continente americano, siguen
escuchándose, siguen repicantes, ya no sólo con una implicación cultural, sino también
política. Esas implicaciones, como lo indica la profesora Nicole Roberts de la
Universidad de West Indies, de Trinidad y Tobago, ha sido un intento de resistencia, de
descolonización ante la hegemonía conservadora sobre la cual gira la sociedad.
No obstante de las manifestaciones de la cultura negra, evidentes en la música de
tambor, en la poesía y la danza, el protagonismo del negro en las sociedades
latinoamericana no ha sido tan relevante como si la ha sido la actividad del
afrodescendiente en la vida política de los Estados Unidos. Si es cierto, por ejemplo,
que en la poesía de Artel se alcanzan a observar visos de su posición política, también
es cierto que esta se encuentra más centrada en las experiencias de sus ancestros y en la
necesidad de no dejar morir una voz que reclama su espacio en el concierto de la vida
colombiana actual.
La historia de América Latina ha dedicado solo un pie de página a la rica historia de los
negros de esta parte del continente. Y la literatura escrita por negros sigue siendo
limitada y de poca difusión. De los libros escritos por Artel, sólo encontramos una
compilación de poema editada por una universidad de Antioquia a principios de los
noventa. De Manuel Zapata Olivella no se ha reeditado un libro suyo en una editorial
grande desde hace casi diez años. De Obeso, ni se diga. La gran mayoría de estos textos
2
GIRARD, René (1985). Mentira romántica y verdad novelesca. Barcelona: Anagrama, p. 18.
ڭ
Joaquín Robles Zabala es profesor de comunicación y literatura de la Universidad
Tecnológica de Bolívar. Reside en Cartagena de Indias, Colombia. Ha obtenido varios premios
nacionales en cuento y ensayo.
Sí, leer por encargo suele fatigar; por eso, quienes vivimos de hacerlo no tenemos
por costumbre echarnos una, sino muchas canas al aire. Eso fue lo que me ocurrió con
este libro. Andaba entre los anaqueles de una biblioteca pública buscando un mamotreto
que debía reseñar y, justo cuando lo hallé, se me ocurrió mirar hacia el lado. Ahí estaba
la pequeña golosina: “La casa inundada y otros cuentos”, de Felisberto Hernández -una
selección de siete relatos propuesta por Cristina Peri Rossi, con dibujos de Glauco
ڭ
Alejandro José López Cáceres. Escritor y realizador audiovisual
colombiano, nacido en Tuluá, en 1969. Ha publicado un libro de crónicas:
Tierra posible (1999), otro de ensayos: Entre la pluma y la pantalla:
reflexiones sobre literatura, cine y periodismo (2003), otro de cuentos: Dalí
violeta (2005), y uno más de entrevistas y crónicas: Al pie de la letra (2007).
Ha sido finalista en diversos certámenes literarios a nivel nacional e
internacional. Entre los años 2004 y 2008 dirigió, en la ciudad de Cali, la
Escuela de Estudios Literarios perteneciente a la Universidad del Valle.
Actualmente reside en Madrid. Página WEB: www.alejandrojoselopez.com
La relación entre literatura y educación, profesor y escritor, texto literario y valores, con
los autores que no se encuentran beneficiados en la selección oficial de autores leídos en
la programación oficial, siempre ha sido tiranuela y contraproducente. Una manera de
tirar el tablero del inconformismo y de la repulsa a la exclusión, es ser cada vez “más
maldito” y generar una corriente de antivalores, disoluta o contracultural (llevar una
vida perdularia de excesos, exhibicionismo alcohólico, vicios y escándalos callejeros,
macular la imagen cuando más maldita mejor, remar contra la corriente, “hacer lo que
se venga en gana”, prostituir los antivalores, apologetizar todo lo obsceno, chabano,
procaz, lúbrico e ignominiar el espíritu y la naturaleza del escritor como sinónimo de
rebeldía autodestructora, perdición y ahorcamiento mental y espiritual.
Pedagógicamente, todos los que hemos tenido la oportunidad de pasar las cuatro etapas
de la formación educativa, desde escuela hasta el postgrado, al leer y conceptuar la
actividad lectora nos hemos formado con la idea que la literatura sirve para edificar el
espíritu humano a través de los paradigmas axiológicos, ensanchar el universo verbal a
través del torrente lingüístico y sintáctico de los escritores y regocijarnos con la estética
de la palabra bellamente trabajada, para diferenciarla del lenguaje subestándar o
coloquial que utilizamos diariamente.
Esto tiene su correlato mismo en la selección apropiada de los autores oficializados que
se incorporan como lecturas ad doc porque cumplen ciertos requisitos:
a) Autores cuyo discurso literario lleve mensajes relevantes y edificantes para el niño,
el joven o adulto y que construyan en su mente e imaginario inconsciente personal y
colectivo, a través de la estética, una cosmovisión optimista del mundo a pesar de sus
adversidades.
Tengo la profunda sospecha que en el Perú hay más libros que lectores. Que de haber
una moratoria de diez años de no edición de más textos, estos todavía no se terminarían
de leerse aún si se empieza a hacerlo desde esta noche y cada cinco horas de lectura
promedio.
Se estila el cliché que la obra es el reflejo del autor y el autor es reflejo de su época. En
parte es mitad verdad y mitad construcción ideal sobre el autor que lleva una vida de
ficción en su voz poética y otra en su yo mundano. Esta incorrespondencia ha devenido
en varios cuestionamientos de la vida misma nada ejemplar de los autores que se
condicen y contraponen a su texto poético. En educación esto sí importa, porque a
través de la literatura no sólo se debe aprender a leer y a escribir, valorar y juzgar una
obra, sino fundamentalmente educar el espíritu y humanizar al hombre. Porque en
educación hay una premisa fundamental: se educa con el ejemplo.
ڭ
Nicolás Hidrogo Navarro. Escritor. Docente. Promotor Cultural.
“Los anillos de una serpiente son aún más complicados que los agujeros de una
topera”.
Gilles Deleuze
La obra llegó a mis manos en Serena en agosto del año pasado gracias a uno de los
antologados. El poeta y gestor cultural Arturo Volantines me obsequió el texto durante
la ceremonia de premiación del concurso de poesía y ensayo “Lagar” del cual fui jurado
Desde entonces he querido escribir algo sobre esta antología. Algo más que una simple
reseña y enumeración de los autores que participan de ella. No me parece justo sólo loar
el criterio de Fabián Muñoz y la poesía de los congregados. Ello me parece poca cosa
ante un trabajo valiente y de calidad pues como dice Llanos en el prólogo: “el antólogo
bien pudo ahorrarse este trabajo, por el cual Chile no ofrece más pago que las
enemistades y el resentimiento, pero asumió el desafío, y eso merece nuestra gratitud”
Esta apreciación se suma a lo que Eduardo Llanos dice en el prólogo luego de hacer una
lista cronológica y geográfica de los autores de su generación: “Tanta convergencia
cronológica contrasta con la divergencia de los estilos y los temas, pero marca un
contexto histórico común. Debimos asistir a grandes cambios, a veces como
espectadores impotentes y otras veces como participantes críticos y activos. Durante
los años de terror dictatorial por ejemplo, resultaba notorio que entre nosotros
predominaban las posiciones de izquierda, y hasta quienes estaban lejos de la
izquierda mostraban también rebeldía anárquica o al menos independencia con
respecto de los poderes fácticos –o más bien putrefácticos- que controlaban tras
bambalinas la escena nacional”.
Esta visión de Llanos nos habla de los autores de la selección como hijos de su época,
inmersos en un estado de terror ideado y puesto en práctica a la manera de los sistemas
disciplinarios que Foucault detalla a lo largo de su obra y que Deleuze explica del
siguiente modo: “Foucault situó las sociedades disciplinarias en los siglos XVIII y XIX;
En tal medida, desde diversos ángulos y con variados estilos los autores presentes en
“El árbol de los libres” se preocuparon y más bien podríamos decir se arriesgaron a
combatir el silencio haciendo una radiografía de Chile y su devenir sin concesiones y
derroches gratuitos de heroísmo. Llanos al respecto agrega: “No pretendíamos ser <<la
voz de los sin voz>> (…) “Sentíamos con dolor y también dolores propios”
Esto va en concordancia con lo que Foucault demuestra al abordar las herramientas que
el sistema disciplinario tiene a la hora de Vigilar y Castigar. La disciplina de ese
entonces en Chile impactó a muchos, Llanos agrega: “varios sufrieron la prisión
política (Zurita, Bolaño, Riedemann, Redolés, Montealegre, España). Además, el exilio,
la dispersión geográfica y la atmósfera de terror impidieron que nuestra hornada
cultivara los vínculos y esas amistades tan naturales en otras generaciones”
Afirmaciones como esta junto a otras citas tomadas del prólogo de Eduardo Llanos,
conforman la materia que sin duda me motivó a escribir sobre “El árbol de los libres” y
continuar la redacción del artículo entroncando la catástrofe que enfrenta el país y cómo
esta se puede entender desde una lógica diversa a la que tuvo el Chile previo al llamado
retorno a la democracia.
Desde luego que este estado de catástrofe nace bajo causas diversas a las de ese Chile
que le tocó vivir a los autores del árbol de los libres pues hoy enfrentamos un desastre
natural aunque paradójicamente y quizá por una broma macabra del destino, ocurre
semanas previas a que un nuevo gobierno de derecha asuma el poder en Chile.
El panorama de Chile nunca pudo estar más claro, reforma penal, carcelaria, educativa,
de transporte y salud y a la par podemos ver los resultados funestos en todos esos
ámbitos; niños que se intercambian por error en los hospitales, mujeres dando a luz en
baños, cárceles hacinadas y colegios sin mobiliario o contaminados con plomo como
ocurre en Arica. Sociológica y tecnológica-mente no estamos preparados. Nos decimos
de primer mundo, antes éramos los jaguares ahora estamos en listas rimbombantes
empero ¿Cómo respondemos ante una crisis interna? Eso dice mucho más que una cifra
o top ten. ¿Cómo enfrentamos un terremoto?, no sólo de la magnitud abismal del que
tenemos encima, sino ¿Cómo enfrentamos el que ocurrió no hace tanto en el norte y qué
aprendimos de él?… No mucho al parecer…
Bueno esta crisis da como resultado a una nueva generación o un nuevo tipo de Chileno
por decirlo de alguna manera. Vástagos de las sociedades que Deleuze llamó de control.
“Esto se ve bien en la cuestión de los salarios: la fábrica era un cuerpo que llevaba a
sus fuerzas interiores a un punto de equilibrio: lo más alto posible para la producción,
lo más bajo posible para los salarios; pero, en una sociedad de control, la empresa ha
reemplazado a la fábrica, y la empresa es un alma, un gas. Sin duda la fábrica ya
conocía el sistema de primas, pero la empresa se esfuerza más profundamente por
imponer una modulación de cada salario, en estados de perpetua metastabilidad que
pasan por desafíos, concursos y coloquios extremadamente cómicos. Si los juegos
televisados más idiotas tienen tanto éxito es porque expresan adecuadamente la
situación de empresa. La fábrica constituía a los individuos en cuerpos, por la doble
ventaja del patrón que vigilaba a cada elemento en la masa, y de los sindicatos que
movilizaban una masa de resistencia; pero la empresa no cesa de introducir una
rivalidad inexplicable como sana emulación, excelente motivación que opone a los
individuos entre ellos y atraviesa a cada uno, dividiéndolo en sí mismo”.
Por años los medios con su morbo usual han insistido en mostrar a los bolivianos como
un pueblo que a regañadientes espera ver al país por los suelos para lanzar la estocada
de gracia. Hacer leña del árbol caído, dirán algunos. Pero la realidad ha contradicho
al mito pues ante la falta de agua potable en las zonas afectadas, los bolivianos donaron
toneladas del preciado líquido que siempre ha sido el tema de escisión entre los dos
países. Una especie de metáfora iluminadora al igual que el gesto del presidente y
gabinete de ese país al donar parte sustancial de sus sueldos para los damnificados.
Algunos dirán que es una especie de manipulación sentimental otros que es la
frugalidad más sincera y humana la que motiva estos actos, cada cual puede tener su
punto de vista y argumentar libremente. Nosotros en cambio viviendo en este norte que
crece junto a Perú y Bolivia, creo y quizá es sólo mi parecer, no podemos cuestionar el
proceder de Bolivia sin hacer un alto y pensar en los repetidos festivales y carnavales
con la fuerza del sol (incluido Américo) que muestran la interculturalidad bullente.
Bueno para no irme por las ramas del árbol quiero recalcar y sintetizar este inestable
equilibrio o contradictorio estado que siempre se ha vivido en Chile, usando a días del
desastre en el país, otras palabras expuestas por Llanos en su prólogo: “<<Loca
geografía>>: país largo, angosto y montañoso como ninguno, con enorme diversidad
de paisajes y de climas (desde el desierto más seco del mundo hasta los hielos
“eternos” de la antártica), con gran frecuencia e intensidad de sismos y un número de
volcanes que ningún otro país supera (aquí se encuentra 15 por ciento de los volcanes
del planeta) (…) Durante tres años concitamos la atención internacional por el triunfo
electoral de Salvador Allende, primer socialista en el mundo elegido democráticamente
para el cargo de presidente de un país; sin embargo, a partir del derrocamiento de
En el texto citado Llanos casi profético más bien lúcido expone toda una serie de
imágenes que pintan por entero el cuerpo de una Chilenidad que se debate entre el
morbo sensacionalista y la solidaridad, el oportunismo y la fraternidad desinteresada.
Entonces insisto, qué harán los escritores, pensadores y los artistas de una nueva
hornada en Chile, pues los que están presentes en la antología “El árbol de los libres”,
combatieron, cantaron, relataron, testimoniaron y también cuando fue necesario se
evadieron para volver a arremeter contra una realidad adversa y disciplinaria, pero hoy
nos toca otro mundo, otra situación y en este momento, otro Chile que en esencia no
dista del anterior, no en la superficie quizá, pero si en los mecanismos que nos coartan
al tiempo que nos dan alas…
Los medios de masa nos bombardean pero también podemos usarlos para responder y
hermanar. Facebook y Twitter fueron de mayor utilidad que el roñoso fax de la Onemi.
Creo que la respuesta esta en otro texto de Eduardo Llanos. Me refiero al escrito
titulado “Aclaración preliminar” también presente en “El árbol de los libres”. Este texto
en su visceralidad y capacidad de crítica siempre me ha parecido de gran vuelo.
Dice así: (…) Pero si ser poeta significa sudar y defecar como todos los mortales,
contradecirse y remorderse, debatirse entre el cielo y la tierra,
escuchar no tanto a los demás poetas como a los transeúntes anónimos,
no tanto a los lingüistas cuanto a los analfabetos de precioso corazón;
si ser poeta significa enterarse de que un Juan violó a su madre y a su propio hijo
y que luego lloró terriblemente sobre el Evangelio de San Juan, su remoto tocayo,
entonces, bueno, podría ser poeta y agregar algún suspiro a esta neblina.
ڭ
Daniel Rojas Pachas, (Lima-1983) escritor y Profesor de Literatura
egresado de la Universidad de Tarapacá, reside en Arica-Chile donde
ejerce la docencia universitaria y cursa el magíster en Ciencias de la
comunicación en su casa de estudios. Dirige el Colectivo y taller Literario
Clepsidra, es Miembro fundador del Grupo literario MAL y actualmente
edita la Revista Literaria virtual y editora Cinosargo. www.cinosargo.cl.kz
Ha publicado los poemarios Música Histórica y Delusión en el 2006 y
2007 (autoedición) y Gramma en el 2009 con Editorial Cinosargo, en
investigación ha publicado Realidades Dialogantes, un análisis
pragmático de cinco novelas Latinoamericanas Generacionales, por el
cual fue beneficiado el 2008, con el fondo nacional de fomento del libro
que otorga el consejo nacional de la Cultura y las Artes de Chile.
Actualmente su publicaciones aparecen periódicamente en revistas literarias nacionales e
internacionales, en la Linterna de Papel del Mercurio de Antofagasta y ha sido seleccionado
para formar parte de la Antología de poesía 2009 para autores peruanos, ediciones Jaguar de
México. Más información en su weblog Personal: http://www.danielrojaspachas.blogspot.com
ﭾ
-¿Cómo ve usted hoy por hoy la industria editorial? ¿Como autor qué soluciones le
daría a este problema?
-La industria editorial hoy por hoy me tiene sin cuidado.
-¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria por Internet como revistas
literarias, blogs, páginas sobre literatura?
-Bueno los medios están y todo indica que son de fácil acceso basta con crearse una
cuenta. Y como tal hay de todo para todos los gustos y necesidades lo cual puede
resultar una ventaja para el consumidor que al fin y al cabo es el que elige.
ڞ
Miguel Canta Sifuentes. Un día se reunieron ciertas palabras para hablar entorno a Miguel
Canta y lo encontraron triste y asustado por que no tenía la respuesta.
Contacto: mgabi7@ciudad.com.ar
Mi obra literaria tiene dos vertientes, una en español y la otra en inglés, ya que he
cursado mis estudios en los Estados Unidos. En realidad mis libros reflejan esa
dualidad, esa dicotomía innegable que a veces me sorprende a mí mismo. Los libros que
escribo en español tienen que ver con el mundo y personajes casi siempre
latinoamericanos. Los que escribo en inglés no tienen puntos de contacto con ese
mundo, sino con la vida en los Estados Unidos. Aunque parezca paradójico, ambas
vertientes me reflejan de una manera fidedigna. Actualmente trabajo en una nueva
novela titulada Forgotten Objects (Objetos olvidados), la cual me ocupa desde el año
2006. Espero poder terminarla este año.
En español tendría que mencionar a Alejo Carpentier y a José Lezama Lima. Y, por
supuesto, a Borges, pues él ha influenciado a todo el mundo, de una forma o de otra. Yo
tuve la gran fortuna y privilegio de conocerlo en persona, y lo que más me impresionó
de él fue su humildad y accesibilidad.
-Dentro de su producción literaria, ¿Qué obra elegiría usted por optar en una en
especial?
-En español me gusta muchísimo la novela Orisha, que traza la vida de un sacerdote de
santería en Cuba. Es mi obra más cubana, y me dio la oportunidad de explorar el
aspecto africano, que es parte íntegra de la nuestra cultura.
En inglés tendría que decir Orpheus´ Blues (El blues de Orfeo), pues logré decir muchas
cosas sobre el jazz, un tipo de música que me apasiona. El protagonista de la novela es
saxofonista y vive en Nueva York. Es una novela completamente norteamericana que
no tiene puntos de contacto con mis raíces hispanoamericanas.
-¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria por Internet como revistas
literarias, blogs, páginas sobre literatura?
-Creo que es algo fabulos, pues les da salida a talentos que de otra forma jamás se
conocerían. Al mismo tiempo, hace la tarea más difícil para los lectores, pues la
cantidad de material es verdaderamente abrumadora.. Recordemos también que aunque
un cuento, una novela, un blog, etc., esté accesible no quiere decir necesariamente
merezca ser leído. Es imposible leerlo todo, así que tenemos que ser selectivos.
También les extiendo una invitación a todos lo lectores a que visiten mi sitio de internet
y que me manden sus comentarios. La dirección es www.carlosrubioalbet.com
ڞ
Carlos Rubio Albet nació en la ciudad de Pinar del Río, Cuba. Adolescente aún abandonó su
país y se trasladó a los Estados Unidos, donde terminó sus estudios de bachillerato en la
ciudad de Wilmington, Delaware. Ha obtenido grados universitarios de Concord College y de
West Virginia University. Escritor bilingüe, en inglés es autor de Secret Memories, Orpheus´s
Blues, y de la trilogía de novelas satíricas American Triptych. En español es autor de Saga,
Orisha y Hubris. En 1989 su novela Quadrivium obtuvo el Premio Internacional de Novela
Nuevo León. Más recientemente, en el año 2004 su novela Dead Time recibíó el prestigioso
Book of the Year Award, patrocionado por las revista norteamericana ForeWord. Actualmente
trabaja en una nueva novela titulada Forgotten Objects.
Contacto: dbtcarlos@yahoo.com
ﻫ
Erocéntrica
Rocío Santillana
Ediciones – México 2009
7.
Vampiros acróbatas
colgados
del cielo húmedo
de nuestra cueva.
tu cuerpo forma un arco en mi columna
se baña en tu boca una estalagmita
y gotea una estalactita mi otra boca.
aturdida, apenas oigo el eco de nuestro aleteo.
16.
trae condones
lávate las manos.
tira tu llavero de playboy.
te quiero vulnerable
como mi palabra entre tus dientes
porque no existimos
más allá de mis sabanas.
haré a los 41
seguiré a los 42
lo que empecé a los 40
hasta llegar a los 80.
si llego.
si no me he pasado ya.
La mujer alter ego en este libro se presupone un ser dual. Por una parte es la de
la identidad sensual, liberal, desenfrenada o “erocéntrica” y por otro lado está la que ve
en ese otro que le produce placer, un ser al cual odiar por no sufrir la “naturaleza” de ser
mujer o en todo caso ser esa inconsecuencia que inunda toda su poesía a cada paso con
más intensidad como desando el impacto, no solo audiovisual, sino también reflexivo-
excitativo-sensorial girando dinámicamente entre ese dolor-placer-placer-dolor.
18.
19.
yo no escribo
derrocho inconsecuencias
como la isla que me salva
de poner los pies en el suelo.
La voz poética es incorregible, rebelde, libre, mil veces libre. Su voz de género,
su imagen certera de un futuro lleno de sordidez, hacen que el deseo por quedarse en el
momento de placer se haga cada vez más angustiante, pero sin dejar su cuota de interna
soledad, de putridez, de asco que no se va de la piel, que es identidad, que es uno
mismo, en la oquedad de algo que nos sangra, que nos hace polvo, mugre, miasma en el
clímax del todo-nada.
P.A.
Sobre la autora:
Poemas encontrados
Roger García Clavo
Editorial Arteidea, 2009
Mar,
aunque estés lejana
con este rocío de contratiempos,
el pajarillo proseguirá a compartir su nido.
Déjanos orillarnos en tu voz
para bromear con tu canto.
Extiende tus orillas Mar,
hasta nuestros sustantivos para no llorar.
Tu canto
Tu corazón,
nace como un motín de voces
hasta brisar nuestros labios Mar.
El poeta vive la existencia de ese Mar como patente testigo de la más intensa
ternura, pero también de la más descarnada violencia, la incomunicación, la injusticia, la
inmensa exclusión, hacen que el poeta acreciente su canto y haga más suya la vitalidad
que entrega esperanza a un pueblo dañado por la desidia y la traición:
Mar,
esta vez con todo dicho
y ajustando más miseria,
sueños, abrazos,
tristezas, esperanzas
Por último estos Poemas encontrados, nos alienta a esa insurgencia que solo la
palabra poética puede conferir. El amor a la libertad ante la tiranía aquí es ese signo
totalizador. El poeta ha fusionado por fin su alma, su espíritu y su accionar apuntando
hacia el horizonte del cambio. La vida por fin del hombre es aquella que no deja que su
denuncia solo sea un rumor en el aire colmado de esperanza, pues hay más que palabras
y cantos en esta poesía que quema en su sosiego, en su imperante esperanza de vernos
verdaderamente (como diría Vallejo) desayunados todos.
P.A.
Sobre el autor:
Lo que siempre está allí (Editorial Azarbe, 2009) del poeta español Marcelino
Menéndez Gonzáles (Asturias, 1933) es un canto etéreo que se sumerge en el enigma
de lo ignoto. El poeta nos dice desde sus primeros versos que somos de alguna manera
pasajeros del destino, de lo innombrable, del tiempo y su devenir. Y es que la sencillez
de los primeros versos, muestran de manera certera y consecuente el tema capital con el
que se irá hilvanando este poemario: El deseo por conocer y explicar aquello que parece
incognoscible o inexplicable.
Y ya el poeta en su último cantar, nos vuelve a dar esa esperanza del vivir. Su
canto es ahora el aforismo de la vida a pesar de lo adverso, a pesar de los desmanes. Los
últimos poemas de este libro son un honesto discurso hacia la vida y la experiencia de la
misma. El poeta quiere que vivamos, que sintamos, que nos dolamos, que soñemos y a
Poesía de la sencillez, de la experiencia vital que cobra forma con cada verso,
con cada testimonio que nos confiere la palabra en este libro. Marcelino ha logrado
pausadamente, pero con gran acierto e intensidad, un lenguaje para todos, un Norte
personal al cual orientarse en esos momentos de incertidumbre. He aquí el poeta que ha
vivido mil mundos y mil sensaciones, y acaso, aún espera mucho de la vida.
P.A.
Sobre el autor:
“Existes / y al final nada es oscuridad / solo una luz redonda / que cae
interminablemente / y a sucesiones tormentosas”. Con estos primeros versos el poeta
peruano Roy Dávatoc (1981) con su libro Alma: Cuando un corazón emigra (Toro de
trapo editores, 2010) es el canto intenso al amor que está desde la lejanía del recuerdo,
en esa nostalgia que nos permite el contemplar, el reinventar el cuerpo amado y así
poder lograr esa comunión sensual y trascendente en un mundo real, pero marcado por
la intensidad de las imágenes que se van a ir hilvanando de manera acertada en este
breve poemario.
Y es que esa voz lírica, ese yo de todos, sabe muy bien dónde pertenece. Su loa
es ese incesante deseo por ser solo si esa otra amada lo reconoce como tal. El poeta es
“afortunadamente” esclavo de lo amado, esa mujer que se reinventa para desnudar su
humanidad, su perfume a cielo, su inconmensurable belleza que a través del alma, se
intenta alcanzar como caricia entre las tinieblas:
-afortunadamente-
a tu eternidad
de ave nocturna.
Por otro lado el poeta busca vencer el olvido y el tiempo. La forma más sencilla
de lograrlo es el escape, el desenfado, la furia del espíritu en libertad, el abandono de la
piel por la piel, la trascendencia de ese cuerpo que ahora es reminiscencia:
Amor
la tarde es troquelada
magníficamente
para perdernos
lo suficiente
en el abandono
de todas las experiencias.
Por último este poemario nos termina con una cuota de esperanza, un aliento de
vida para resurgir de esa ceniza que nos crea inanición. El poeta termina su marcha, su
evocación, su acto amoroso, alentándonos a la valentía de amar en tiempos del cólera
(como diría García Márquez). He aquí el verso sudoroso, la pasión desmesurada, la
soledad hecha carne que ha trascendido la carne, he aquí esa sensualidad que rechaza al
tiempo y a la derrota, pues solo basta amar para crear el cielo o destruirlo:
P.A.
Sobre el autor:
Canciones de cuna para un hombre y una ciudad (Proyectos Biik, 2009) del
poeta puertorriqueño Antonio Sajid (Ponce, 1980) es la búsqueda poética de una
trascendencia dentro de la iniquidad e incoherencia de la ciudad que en su furia desnuda
su tragedia, su belleza interior, su dolor y su ausencia de manera tal que los sujetos que
la habitan son de alguna manera testimonio de su hedor, de su magnetismo infernal, de
su bullicio a flor de piel, de su vana consagración, su hedonismo, su propia ansiedad por
(...)
Sajid, no solo describe esa ciudad-tormento que nos existe, sino también
denuncia la incoherencia de ser seres “programados”, autómatas en la rutina de pasos
que se gastan hasta el infinito. El poeta vislumbra esa característica de la ciudad que
nunca duerme, que nos brota del pensamiento lleno de megabites, lleno de virtualidad,
el fingir sobre un mundo de incomunicación existencial, belleza desechable, donde
creemos que la felicidad es para siempre, mas es solo un espejismo, una máscara en
plena putrefacción:
Pobres diablos
los que se abren en rosas de mayo
bajo los faroles de un infierno también FINGIDO
para recrear el Danubio azul sobre sus propios espíritus
abandonados por la indiferencia de un mundo
fría-mente tecnológico.
Caricia
Te fuiste.
Y aquí estoy, espero. Yo aquí eterno.
Te dejaré partir.
Sin ataques.
Sin gemidos.
Sin nada.
P.A.
Sobre el autor:
Detritos
Wilver Moreno Tineo
Paracaídas editores, 2009
Detritos (Paracaídas editores, 2009) del poeta peruano Wilver Moreno Tineo
(Ayacucho, 1982), es la reconstrucción del universo poético a través de un lenguaje
fragmentario. El poeta intenta en este breve poemario la confección de un cuerpo plural.
Su voz se combina con los objetos a poetizar y a la vez se crea en el discurso una
dialéctica entre las partes cual rompecabezas de imágenes, cual collage de cielo, la
poesía de Wilver es transparente y a la vez ignota; siempre en una búsqueda hacia lo
infinito, la incalculable riqueza del verbo en su devenir en carne:
Ante mi piel
Cubierta de oscuridad
El poeta trata de construir una identidad con palabras. Su poesía se sujeta con nudos
expresivos, con destellos líricos, que eslabonan un cuerpo que muy bien puede ser
muchos. El poeta desea ser expresión del mundo que lo rodea, intento universal por
querer comunicar su existencia a ese otro, signo que le permite el ser:
Es así como el poeta nos enfrenta a su destino: La creación. Él expresa esa característica
del arte en su infinito movimiento; esa búsqueda del producto de la perfección: “Este
Dios es otro / Siempre en búsqueda de su creación”.
Y es que aquí hay una serie de cuerpos, cuerpos que son un todo. (Véase Eielson),
cuerpos en asenso, cuerpos que se mutilan para lograr intensidad, cuerpos que se
enturbian, que se reinventan, que desaparecen:
El cuerpo se eriza
Las líneas se aprietan Blancas murallas
conducen los dedos a las rugosidades del devenir
Sentirse bajo la garúa de la calle
La humedad El tiempo indeterminado / gris como las
manos que conducen el frío
a la aridez de las líneas
(...)
Casi amanece
el silencio en las bragas del amanecer
La anunciación de la muerte
Y el cuerpo sobre la acera
Descenso
Abres tu boca y entra mi dedo inmensa tu boca se abre y yo entro completo primero mi
dedo luego mi mano mis dos manos mis cabellos mis hombros mi cuerpo entero tu boca
inmensa me contiene tu noche negra y clara pura y pura sobre todo tu boca inmensa que
se ocupa conmigo tu lengua moviéndose juega con mi cuerpo cada vez más ínfimo más
residual tu cielo se eleva tu conducto se abre mis ojos se ciegan siento atravesar tu
cavidad interna siento ser destilado a mi estado real tu cuerpo inmenso lento y hermoso
llenándome de jugos celestiales me consume y me excreta y yo caído y glorioso me
P.A.
Sobre el autor:
• Esta Revista no esta obligada a publicar toda colaboración que nos envíen.
Pero se tratará en lo posible de atender la mayoría de los trabajos, teniendo en
cuenta, ciertos criterios de calidad y originalidad para satisfacer el interés de
nuestros lectores.
Paolo Astorga
Director de la Revista Literaria Remolinos