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MATEHUALA
CARRERA:
Ingeniería Industrial 8° Sem.
MATERIA:
Administración Gerencial.
CATEDRATICA:
Lic. Ma. Guadalupe Navarro Torres.
Actividad 2
ALUMNAS:
García Arredondo Citlalitl.
Lara Ramírez Laura.
Martínez de León Ana.
Pedraza Pérez Melva.
Tello García Judith.
Trejo Martínez Sahira.
Después de un juicio de casi 10 meses, una resolución del Segundo Tribunal Colegiado
en Materia de Trabajo en el DF del 11 de febrero ha terminado por negar al sindicato el
amparo que buscaba para echar atrás una decisión de La Junta Federal de Conciliación y
Arbitraje que, al dar por canceladas las relaciones legales de trabajo, obliga a los casi
mil 100 trabajadores de Minera de Canana —de Grupo México— a levantar la huelga,
entregar las instalaciones y a aceptar tres meses de salario más 12 días por cada año
trabajado. Ésa sería la liquidación final de sus relaciones con la empresa. Con esta
decisión, afirma la Secretaría del Trabajo, pierde su base la huelga estallada desde julio
de 2007 por la sección 65 del Sindicato Minero y “la empresa podrá contratar nuevos
trabajadores o recontratar a ex trabajadores para realizar las obras necesarias para
adecuar nuevamente la mina, pero con otro contrato colectivo de trabajo y con otro
sindicato”.
Pero más allá de las opiniones que merezca la estrategia sindical, está el hecho de que,
de nueva cuenta desde la más alta autoridad laboral, se están diseñando soluciones a la
medida de la voluntad empresarial que pasan por alto —casi podemos decir que trituran
— derechos que los trabajadores solían dar por descontados y sobre los cuales han
basado las acciones en defensa de sus intereses.
La prolongada huelga de los mineros de Cananea era legal. Todos los intentos
empresariales y de La Junta Federal de Conciliación y Arbitraje por declararla
inexistente fracasaron, precisamente en los tribunales. Por esa razón la inventiva de los
abogados patronales recurrió al artificio jurídico de solicitar la cancelación del contrato
colectivo invocando la causal de “fuerza mayor”. Ésta consistió en afirmar que por la
huelga y por los actos de los trabajadores “conforme a La Ley minera y su reglamento”
hay razones no imputables a la empresa para cerrar la mina. La Junta de Conciliación y
Arbitraje dio por buenos esos argumentos empresariales basada en un dictamen de
funcionarios de la Secretaría de Economía que visitaron la mina en marzo del año
pasado acompañados de representantes de la empresa.
A partir de ese dictamen en abril de 2009 La Junta ordenó la liquidación de los
huelguistas. El Tribunal Colegiado, 10 meses más tarde, halla infundada la queja del
sindicato y le reconoce a La Junta de Conciliación y Arbitraje todas las facultades para
decidir el valor probatorio del informe de La Dirección General de Minas de la
Secretaría de Economía.
La legalidad del laudo que confirmó el Tribunal será objeto de debate. Entre otras
razones porque lo que nunca había sucedido en el largo, tortuoso y sucio litigio del
Grupo México y el gobierno federal con el sindicato se presentó ya: la invocación de las
reglas de la concesión minera que goza la empresa. Pero se presenta en un sentido
inesperado, para violentar el derecho de huelga y liquidar un contrato colectivo que los
trabajadores sentían a salvo.
En estos tiempos, la causal de fuerza mayor, pensada en el artículo 434 de la Ley del
Trabajo precisamente para contingencias inesperadas y excepcionales, parece empezar a
convertirse en el remedio que las autoridades laborales necesitaban para disminuir las
defensas de los pocos sindicatos que ejercen sus derechos y quién sabe si también en la
salida falsa para reducir el lastre que a decir del secretario Lozano representa la Ley
Federal del Trabajo. (El Sol de México, 18 de febrero).
No puede perderse de vista que pocos meses después de la rebuscada iniciativa de los
abogados del Grupo México para Cananea que ahora triunfa en tribunales, la liquidación
del contrato colectivo del SME con Luz y Fuerza fue autorizada en la Junta Federal de
Conciliación y Arbitraje también bajo la misma causal. Ahí, de nueva cuenta, bastó la
invocación de la voluntad patronal —en este caso el gobierno federal que decidió
unilateralmente la inviabilidad de la empresa— para que La Junta concediera sin chistar
la procedencia de la “fuerza mayor”.
Con semejantes artificios legales será siempre difícil convencer a los trabajadores
exasperados de que, para defenderse, la ley es preferible a la fuerza. No en balde el
Grupo México ha vuelto a convocar al gobierno a que proporcione la otra fuerza, la
pública, a la hora aplicar el laudo. Para mal de todos.
El universal
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