Sei sulla pagina 1di 41
EY DE (REON Olga Harmony LA L REPARTO: (por orden de aparicion) CRISTINA Patricia Reyes Spindola ISABEL Zarde Silvia Gutiérrez NANA = Aurora Molina DON MARCOS _ Salvador Sanchez JACINTO Marcos Garcia IGNACIO — Gerardo Vicil SACERDOTE £ugenio Cobo FRANCISCO AM{guel Rodarte COROS (por orden alfabético): Patricia Arredondo, Cristina Camino, Amparo Cejudo, Carlos Chavez, Roberto Columba, Sergio Contreras, Noel Daza, Maria del Carmen Farias, Edith Kleiman, Sergio Lasso, Octavio Rivera, Antonieta Tet, Leticia Valenzuela. ESCENOGRAFIA, ILUMINACION Y VESTUARIO. Guillermo Barclay MUSICA INCIDENTAL Manuel de Elias pirecciON Manuel Montoro Estreno 30 de marzo de 1984. Teatro Milan. Produccién Universidad Veracruzana. 1984, Premio “Juan Ruiz de Alarcon” de la Asociacién Mexicana de Criticos de Teatro como la mejor obra de autor nacional. La accién: México en los albores de la Revolucion. México, primavera de 1910. Escenario: dividido en cuatro éreas que no deben estar muy delimitadas. Sino cons- tituir en su conjunto un mismo espacio escénico. Dos éreas bien definidas como la habitacion de Cristina y una sala en la Hacienda de Don Marcos. Las otras dos aposentardn a los coros segtin el criterio del director. PRIMER ACTO r LA MUERTE. Metralla. Disparos. Gritos aislados. Cadéver de Lorenzo. Entra Cristina. Parece enferma. CRISTINA: (Por que?, ipor que?, ;por qué? Pausa. CRISTINA: {Por qué esto. Dios Santo? {Por qué? Entran Isabely la Nana. CRISTINA: (Por qué dispararon, Nana? NANA: Note mezcles, Cristina. CRISTINA: (A Jsabel,) Tenemos que hablar con tio Marcos. No podemos dejar sin sepultura a Lorenzo. (Mur- mullos.) ISABEL: El tio Marcos no nos escu- charia. CRISTINA: Pero Francisco y Lorenzo eran como nuestros hermanos. Isa- bel. Acuérdate de cuando jugabamos juntos y cuando Francisco nos ense- fiaba a montar. Las tardes se nos iban hablando... NANA: De eso hace mucho tiempo. CRISTINA: Pero nosotras lo recorda- mos muy bien. Nana, no podemos haber cambiado tanto todos. NANA: Nada ha cambiado tanto, Cris- tina, solo que ustedes crecieron. CRISTINA: Crecer no es esto. No es disparar contra la gente, ni llamar a los soldados, ni odiarnos cuando an- tes nos amabamos. ISABEL: Calmate, no podemos hacer nada. CRISTINA: Crecer es esto, entonces. Es darte cuenta de lo que antes ig- norabas, de que la gente que ves to- dos los dias y a la que ayudas no es tu amiga. Y de que tu... nosotros... la gente como nosotros puede dis- pararles. Podemos llamar a la tro- pa y hacer que los maten, aunque de pequefios fuéramos hermanos. Podemos matarlos, Nana, {y ellos? ISABEL: Ellos pueden no querernos, Cristina. Ya lo supimos el jueves. CRISTINA: {Quién es culpable enton- ces y de qué? ¢Quién disparé contra esa gente? Y Lucenzo, qué pasd con Lorenzo? ISABEL: (Znsegura.)La tropa fue la que dispard. NANA: Déjalo, Cristina, ya no pregun- tes. CRISTINA: Quiero saber qué hacian alli, en el terreno de mi tio y porqué esta pasando todo esto. Solo saber, Nana, en eso no hay nada de malo. ISABEL: Mitio nos prohibid que salié- ramos de casa hoy. No queria que supiéramos nada. CRISTINA: Yo me asomé. Lo vi todo, pero no comprendo nada. NANA: Es mejor asi. CRISTINA: A fuerza de verte en la casa desde siempre, te siento como una parte de ella. Pero hoy, perdoname Nana, hoy te acabo de ver como otra cosa, como un ser distinto. Tu eres de alla, ;verdad? Perteneces a ellos. Nosotros lo olvidamos pero es cier- to: eres una de las mujeres del pueblo. NANA: Fui, alguna vez, una nifia del pueblo, Ahora apenas sé quién ni de donde soy. ISABEL: Mihermana tiene razon. Sien- to una parte de ti que no es nuestra, que te liga a esas casas de donde fui- mos rechazadas. CRISTINA: ¥ a esos hombres y muje- res que resultan ser nuestros enemigos. NANA: jEnemigos! No de ustedes, en todo caso. Pero es cierto, hay una parte de mi que no les pertenece, a pesar de que son ustedes casi cuanto amo, Una parte que no pudo ser extirpada de mi, ni cuando me trajeron siendo nifia, ni ya mayor, cuando me las con- fiaron a ustedes, huérfanas, para que yo las cuidara. Esa parte pequeniita es ya la unica que conservo de los mios; por eso, por favor, dejen que me calle. CRISTINA: Lo sabremos de todas ma- neras, pero preferimos oirlo de ti. NANA: Pues... sucede que mis gentes tuvieron tiempo atrés unas tierras y que esas tierras se perdieron ISABEL: (Se perdieron?

Potrebbero piacerti anche