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aoranzas, aquello que deseamos ser. Pero tambin el mexicano disimula, lo cual
no es representar algo que no se es, sino volver algo parte del paisaje,
desvanecer la singularidad y la presencia de nuestros semejantes.
As pues, por dcadas se simul que en Mxico no existan los problemas, fuimos
el pas del no pasa nada, el delito no suceda, la pobreza no exista, todo
escondido bajo la alfombra de un discurso que cuidaba siempre esa forma
institucional que le encanta tanto al mexicano. Pero cuando ya no fueron
suficientes las palabras para tapar los problemas, estos se aceptaron, se dej en
segundo trmino la simulacin y comenzamos a usar nuestra segunda carta: la
disimulacin.
Disimulamos que estamos bien, que los problemas no nos afectan a nosotros.
Disimulamos al nio en la calle y lo convertimos en un elemento ms del paisaje,
disimulamos la pobreza en las zonas rurales convirtiendo a lo primero en sinnimo
de lo segundo.
Cuando la mscara y la simulacin gubernamental no pudieron tapar los
problemas sociales que se mantienen pendientes, el mexicano recurri a la
disimulacin. Los optimistas se mantienen pensando que aquellos sueos y
aoranzas del constituyente de 1917 se alcanzarn algn da, mientras que el
resto prefiere vivir en su intimidad, en su mundo separado del resto, disimulando a
sus semejantes para volverlos parte de un paisaje donde solo existe l en su
autocreada soledad.
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