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LA ESTRUCTURA DE LA LENGUA

De manera muy amplia podemos decir que la lengua es un instrumento de


comunicación. Cuando una persona A, tiene alguna idea y desea comunicarla
a una persona B, ejecuta un conjunto de movimientos con sus órganos
articulatorios (labios, lengua, bandas vocales etc.). Estos movimientos
producen ondas sonoras que, viajando a través del aire, llegan hasta B. B oye
los sonidos y, si no hay interferencias recibe el mensaje. Esta caracterización
es parcialmente válida, por cuanto algunas veces, la lengua puede ser usada
sin propósitos de comunicación. Tal es el caso de una exclamación de alegría
o de dolor, en la que la verbalización está desprovista de cualquier deseo de
comunicación.

En otras palabras, podemos decir que una lengua es un mecanismo que


permite establecer una correlación entre sonido y sentido, es decir, que para
cada mensaje existe una correspondiente señal, que permite a los individuos
intercambiar ideas, mediante secuencias observables de sonidos. Sin embargo,
es un principio válido que la relación entre la palabra y su sentido es
arbitraria. Una palabra designa un concepto, pero no existe una relación
inherente entre los dos. No obstante, es preciso admitir que existen
excepciones, v. gr., palabras imitativas de la realidad que describen como el
tic tac del reloj, el tintineo de las campanas, el piar de las aves, etc.

Como hablantes de una lengua, somos capaces de ligar palabras para formar
oraciones nuevas que expresan nuestros pensamientos. Por lo tanto, al
aprender una lengua, lo primero que debemos dominar es un conjunto de
palabras, cada una de las cuales relaciona un sentido y una pronunciación.
Además, es necesario que aprendamos una serie de principios que nos enseñan
cómo combinar palabras para formar oraciones. Por razones de estudio,
debemos aislar tres aspectos fundamentales de la estructura de una lengua: el
sentido de las palabras, las cadenas de sonidos referidos a dicho sonido y la
manera como las palabras se combinan unas con otras para formar oraciones.
Acorde con esto, es posible plantear que una lengua es un sistema que incluye
tres subsistemas: uno semántico, uno fonológico y uno sintáctico.

Al hablar del subsistema semántico de una lengua nos referimos, no solo al


hecho de que las palabras tienen significado, sino a la manera como ellas
categorizan nuestra experiencia conceptual. Así, por ejemplo, en español
empleamos diferentes palabras para expresar diferentes gamas de un color
(verde esmeralda, verde oliva, verde pasto, etc.), mientras que en otras lenguas
una sola palabra basta. Aunque, la escogencia de una secuencia de sonidos,
para designar un concepto dado, es esencialmente arbitraria, la secuencia
escogida debe estar dentro de ciertos límites impuestos por la estructura de la
lengua.
Una lengua se caracteriza por un subsistema fonológico. Cada palabra de esta
lengua, está representada por una cadena de sonidos que atiende a las
restricciones del sistema. Por ejemplo, cuando escuchamos a alguien hablar
español y lo comparamos con otra persona que habla francés, el efecto
acústico es muy diferente, porque las dos lenguas tienen un sistema fonológico
distinto, es decir, un conjunto de principios que regulan la pronunciación de
las palabras. Dentro del subsistema fonológico de una lengua es posible
discernir tres aspectos de su estructura: el inventario de sonidos, la influencia
recíproca entre unos sonidos y otros y las secuencias de sonidos que son
permisibles.

Así, como hay limitaciones en la manera de combinar sonidos para formar


palabras, existen restricciones en la combinación de palabras para formar
oraciones. No es posible decir que cualquier cadena de palabras estructura
una oración del español. Por esta razón, cualquier persona que aprenda una
lengua tiene que adquirir una serie de principios que le permitan ligar palabras
para formar oraciones que resulten comprensibles a los hablantes de esa
lengua. La sintaxis o subsistema sintáctico de cada lengua está formada por
esos principios.

En resumen, un hablante nativo de determinada lengua controla un conjunto


finito de principios que especifican cómo deben combinarse las palabras para
formar oraciones, gracias a los cuales, pueden proyectar un conjunto infinito
de oraciones gramaticales posibles en su lengua, no importa que muchas de
ellas no se hayan presentado antes en su experiencia lingüística. El
conocimiento de la estructura de la lengua permitirá a cualquier individuo
utilizar este medio de comunicación con una mayor eficacia.

LANGAKER, R. W. La estructura del lenguaje. Cáp. II, p.


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