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Capítulo 6

Ataques y agresiones
contra la vida humana

Cuando se mira hacia atrás, no se puede menos de cons-


tatar que el siglo pasado ha sido una época de ataques
masivos contra la vida, de guerras continuas e intermi-
nables, de hecatombes, de destrucción permanente de
vidas humanas. A pesar de los grandes progresos, la
vida sigue estando amenazada. También sobre ella se
cierne la crisis cultural y moral de nuestra época, oscure-
ciendo o negando, a veces, su valor fundamental.
Siempre ha estado amenazada la vida humana por la
violencia y la muerte causada violentamente. Hoy no sólo
disminuyen estas amenazas, sino que adquieren dimen-
siones alarmantes al ser incluso programadas de mane-
ra científica y sistemática. A veces, la muerte provoca-
da violentamente llega a considerarse como expresión
de progreso y civilización.
Persisten las antiguas amenazas, fruto del odio, la vio-
lencia o intereses contrapuestos (homicidios, guerras,
matanzas), agravadas actualmente por la desidia e in-
solidaridad humana. La violencia ejercida contra millo-
nes de seres humanos que malviven y mueren de ham-
bre, el comercio escandaloso de armas que sigue
vigente a pesar de tantas denuncias, el desajuste de los
desequilibrios ecológicos, la difusión de la droga, los
accidentes de tráfico, los atentados terroristas, causan
verdaderos estragos en la humanidad. Desde su fase ini-
cial hasta los momentos terminales, sufre la vida huma-

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na la incomprensible agresión de los mismos seres hu- el último recurso de matrimonios agobiados, sin medios
manos. Hoy reviste caracteres nuevos el acoso a la vida materiales. Esta perspectiva ha desaparecido. Hoy la
naciente y terminal. En la conciencia colectiva tienden práctica del aborto está estrechamente ligada al actual
a perder el sentido de delito para asumir el de derecho. contexto socio-económico, a la sociedad del bienestar
Por ello, nos detenemos en este capítulo, de manera par- que se orienta por criterios de consumo y de eficacia y
ticular, en ¡a reflexión en torno al aborto y la eutanasia, pierde la sensibilidad por los valores morales. Se ha lle-
dos cuestiones sobre las que actualmente está abierto gado a estimar que actualmente los abortos alcanzan el
un amplio debate social. 30% de los nacidos en los países donde está legaliza-
do, y el 20% donde no lo está. Este alto porcentaje lleva
a calificar a la sociedad actual c o m o una «sociedad
Realidad social del aborto abortista».
Pero al hablar de la sociología del aborto hay que ad-
El aborto ha existido siempre. No es un problema nue- vertir la dificultad de poder dar cifras fiables. Incluso las
vo en el mundo. Sin embargo, a lo largo del siglo XX ad- cifras oficiales, han de tomarse con reserva. Por una par-
quiere una enorme amplitud y actualidad. Quizá la ma- te, los indicadores que facilitan los distintos países son
yor preocupación sea el cambio de mentalidad que se heterogéneos; por otra, en los países en que el aborto
ha verificado en amplios sectores sociales. Las actitudes provocado está legalizado sólo en determinados supues-
y las legislaciones han experimentado un rápido creci- tos, sucede con frecuencia que los abortos realizados
miento en su aceptación. por médicos complacientes no quedan registrados. Ade-
El debate sobre el aborto aparece una y otra vez en la más, hay que añadir la fuerte resistencia de muchas
vida social.Quizá ninguna otra cuestión ha provocado tan- mujeres a comunicarlo.
to enfrentamiento y controversia. La confrontación entre De todos modos, su magnitud es muy grande. Ya hace
quienes se oponen al aborto y quienes lo defienden, lle- algunos años la OMS avanzaba la cifra, difícilmente ve-
ga incluso a la violencia. No siempre es un debate lim- rificable, de hasta cuarenta millones de abortos al año,
pio y sólido; con frecuencia se convierte en polémica ses- realizados en todo el mundo. Sólo en España, la tasa de
gada, con lenguajes ambiguos y manipuladores. No es abortos respecto a los nacidos se sitúa alrededor del
un debate fácil porque se trata de un fenómeno muy 12%. Este número creciente de abortos representa uno
complejo que afecta a valores humanos primordiales y en de los síntomas más claros de la ruptura del mundo ac-
el que entran también en juego muchos factores: cientí- tual con la moralidad anterior. Es el símbolo de la quie-
ficos, sociales, jurídicos, políticos, éticos. bra de unas concepciones morales y religiosas que no
A pesar de los datos científicos que afirman la exis- han sido sustituidas por nada. Resulta significativo que
tencia .de la vida humana desde el momento de la fe- el crecimiento cuantitativo de abortos lleve consigo tam-
cundación, y de las llamadas de atención sobre la pro- bién la formación de una mentalidad abortista. Los es-
tección y respeto que merece desde ese momento, crece tudios recientes sobre la población española arrojan da-
hoy la realidad del aborto y una mentalidad favorable a tos preocupantes. Si en 1981 el clima de opinión en
su práctica. Hubo un tiempo en que el aborto constituía España era mucho menos favorable a la despenalización

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del aborto que en los demás países de la Comunidad legislando según la línea de las indicaciones para lle-
Europea, desde 1990 los datos indican que las posicio- gar después a la de plazos, tendiendo a provocar los
nes de los españoles van convergiendo también en esto abortos en semanas tempranas del embarazo.
con las europeas. Hoy predominan claramente las acti- En España, la conocida vulgarmente como «ley del
tudes abortistas. aborto» fue aprobada por el Senado el 30 de noviembre
de 1983. Dicha ley despenaliza el aborto en tres supues-
tos: si es necesario para evitar un grave peligro para la
Una legislación permisiva vida o salud física o psíquica de la embarazada, si el
embarazo ha sido consecuencia de un hecho constitu-
A lo largo del siglo XX y especialmente en los últimos tivo del delito de violación, si se presume que el feto va
treinta años, el aborto provocado ha sido despenaliza- a nacer con graves taras físicas o psíquicas. Ante el re-
do o legalizado con más o menos condiciones y requisi- curso de inconstitucionalidad, la ley pasa al Tribunal
tos en gran parte del mundo. Hasta el año 1967 era ile- Constitucional que dicta sentencia el 11 de abril de
gal prácticamente en todas partes (a excepción de 1985. Teniendo en cuenta este fallo, la ley vuelve de nue-
Suecia y Dinamarca). Hoy una legislación permisiva se vo al Congreso de Diputados y al Senado, para ser apro-
extiende por casi todos los países, incluso bajo la ban- bada definitivamente y publicada en el BOE el 12 de ju-
dera del progreso, instaurándose una incoherencia pro- lio de 1985.
funda en las mismas Constituciones de los Estados de- • Posteriormente han existido varios intentos de refor-
mocráticos. Proclaman que «todos tienen derecho a la ma de esta ley para ampliar el aborto provocado, bien a
vida» y, al mismo tiempo, restringen y conculcan arbi- través de un nuevo supuesto socioeconómico, bien por
trariamente tal derecho. la adopción del sistema de plazos, pidiendo su implan-
Para instaurar legalmente el aborto se han seguido tación legal dentro de las doce primeras semanas de
dos líneas: la de las «indicaciones» y la del período de embarazo. Estos intentos no han prosperado, rechazan-
gestación. Las legislaciones que siguen la primera, lo do el Parlamento dichos proyectos. Sin embargo, se ha
despenalizan en función de que se den en quienes lo admitido la comercialización de la pildora abortiva RU-
solicitan determinadas indicaciones que, generalmente, 486 (1997) y de la popularmente conocida como «pildo-
se agrupan en cuatro tipos: médica (por motivos de sa- ra del día después» (2000).
lud), eugenésica (por malformaciones en el feto), ética La pildora abortiva RU-486 fue aprobada por unani-
(por casos de violación) y socioeconómica (por distintos midad en noviembre de 1997 por la Comisión de Sani-
motivos sociales y económicos). Es posible siempre un dad del Congreso. En este acuerdo se instaba al Gobier-
amplio margen de variación, según se admitan unas u no a iniciar los trámites para su comercialización. Desde
otras indicaciones. En cambio, las que siguen la segun- febrero del año 2000, el fármaco se distribuye a todos
da pauta, constituyen el ordenamiento jurídico sobre el los hospitales que lo solicitan y está financiado por la
aborto, teniendo en cuenta el tiempo del embarazo. Es Seguridad Social. La pildora es eficaz hasta la séptima
despenalizado o legalizado dependiendo del número de semana de gestación. Es decir, supone una alternativa
las semanas de gestación. En la práctica, se comienza al aborto quirúrgico en embarazos de hasta 49 días. Le-

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galmente, su uso es exclusivamente hospitalario y sólo rídicos de los países democráticos, como hemos visto,
puede administrarse en los tres supuestos contempla- consienten o no castigan la agresión contra la vida hu-
dos en la legislación española (riesgos para la salud, mana ¡nocente. Conviven dos convicciones sociales con-
malformación del feto, violación). tradictorias: por una parte, la adhesión a la Declaración
En cuanto a la pildora del día después, desde el mes Universal de los Derechos Humanos, que proclama el
de febrero del año 2001 se puede adquirir en cualquier derecho de todos a la vida; por otra, la relativización del
farmacia, mediante receta médica. Como ha sucedido valor de la vida de seres humanos concebidos y no na-
en otros países, también en España su comercialización cidos. ¿Por qué se llega legalmente a la permisividad del
ha suscitado cierta polémica. Mientras que para algu- aborto provocado? ¿Cuáles son las causas sociales del
nos se trata de un anticonceptivo más, para otros, en deterioro del valor fundamental de la vida humana del
cambio, representa una nueva forma de aborto; sería, en niño no nacido?
realidad, una pildora abortiva. La cuestión es sumamente compleja. Los factores que
Es cierto que la pildora del día después apenas se intervienen en una mentalidad tan extendida son mu-
diferencia en su composición de la pildora anticoncep- chos. Hoy la sociedad no aprecia tanto la maternidad
tiva que se toma para impedir la gestación. Pero varía como cuando se consideraba que la supervivencia hu-
la dosis; y es esto lo que hace posible que la polémica mana dependía de la fecundidad femenina. Además,
pildora produzca otros efectos. La pildora anticoncepti- para muchas mujeres actuales, tener muchos niños su-
va impide la fecundación del óvulo. La pildora del día pone una desventaja, un problema emocional y econó-
después impide, en cambio, la implantación en el úte- mico, un obstáculo para su realización. Ramón P¡ se re-
ro del óvulo ya fecundado. Impide, pues, el desarrollo f i e r e a t r e s c a u s a s , que me p a r e c e n de e s p e c i a l
del embrión;- provoca su destrucción. Por muy tempra- relevancia: la trivialización de la institución matrimonial,
na que sea, se trata de la destrucción de un embrión la consideración de la calidad de vida como valor prefe-
humano. Por ello, el diagnóstico que cabe hacer tam- rente a la vida misma y la llamada revolución sexual (C.
bién en relación con la pildora del día después, es el Mellizo, 1999).
mismo que en el caso de la RU-486: el valor de la vida
En primer lugar, ciertamente, una percepción degra-
no puede depender del mayor o menor grado de desarro-
dada del matrimonio da origen a la degradación de sus
llo en el que se encuentre.
consecuencias y, entre ellas, la de la familia, a la que
se confía la procreación y la educación de los nuevos
miembros de la sociedad. Es un hecho constatable que
Causas y raíces la trivialización del matrimonio ha precedido a la actual
irrelevancia práctica de las vidas humanas no nacidas.
El cambio social realizado a lo largo de estos treinta úl- Para que pueda ser psicológica y socialmente acepta-
timos años ha sido enorme. El nacimiento de un niño ble la eliminación de los hijos concebidos y aún no na-
era un acontecimiento jubiloso que merecía la protec- cidos es preciso que se haya degradado antes el con-
ción social y legal. Sin embargo se ha llegado a una si- cepto de familia. Desde el deterioro de la familia se llega
tuación diametralmente opuesta. Los ordenamientos ju- a percibir el fenómeno del aborto provocado como eli-

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minación de un problema, en vez de como la elimina- esgrimen comparan las necesidades y derechos de la
ción de un ser humano. Incluso se llega a pensar que mujer con la naturaleza y los derechos del embrión o del
se le hace un favor al hijo que va a ser abortado, tenien- feto. Para quienes consideran el embrión un ser huma-
do en cuenta las precarias condiciones de vida que le no con todos sus derechos, el aborto es un crimen; para
aguardan. los que el embrión no es una persona, los derechos de
Esta constituye ya la segunda causa importante. Se la mujer tienen prioridad. Pero, quizá, para la mayoría
trata de una extraña actitud compasiva que consiste en de las mujeres que se enfrentan con la dura realidad del
considerar que hay vidas que, por su precariedad, no son embarazo indeseado, estos argumentos polémicos resul-
dignas de vivirse. De tal manera se sacraliza la calidad tan demasiado teóricos y abstractos (L Rojas Marcos,
de la vida, que se llega a la convicción de que a ella hay 2001).
que sacrificarlo todo, incluso la vida misma. Este es, sin duda, el problema más arduo. Teórica y
Finalmente, es importante también el conjunto de objetivamente la valoración moral sobre el aborto pue-
creencias sociales que ha impulsado la llamada revolu- de ser muy simple. Se concentra, como dice P Singer,
ción sexual: la emancipación de la mujer en todos los en estos términos: es injusto matar a un ser humano; un
terrenos, desde el doméstico al político y sexual; la exi- feto es un ser humano inocente; por consiguiente es in-
gencia de una igualdad radical entre hombre y mujer, justo matar a un feto humano. La dificultad de la argu-
junto con la reivindicación exclusiva por parte de la mu- mentación está en la segunda premisa, es decir, como
jer de aquellas funciones que le son propias, como el ha señalado Julián Marías, en «la negación del carác-
embarazo y el parto. Esta concepción se manifiesta en ter personal del hombre». Si la ciencia afirma hoy con
eslóganes que pueden parecer zafios pero que calan en claridad que el ser humano comienza a partir del óvulo
la sensibilidad social («Nosotras parimos, nosotras fecundado, la valoración moral del aborto podría concluir
decidimos», por ejemplo). Además es muy notable el enseguida en la afirmación de su prohibición y en la de-
cambio experimentado en la misma concepción de la fensa de la vida humana iniciada. El aborto ha de ser
sexualidad humana. Del énfasis en la dimensión procrea- siempre rechazado por constituir un delito contra el pri-
tiva se ha pasado a subrayar el sentido comunicativo, mer valor y el primer derecho del ser humano: la vida.
amoroso y placentero. Con frecuencia no se percibe su Sin embargo, la afirmación del derecho a la vida de
carácter social, postulando una vivencia sexual muy sub- todo ser humano, no suprime las situaciones-límite ni los
jetiva e intimista, considerándola simplemente como conflictos de derechos. Ningún valor moral es tan abso-
medio de satisfacción individual. luto que no pueda en casos excepcionales entrar en con-
flicto con otro valor. Estos conflictos pueden surgir tan-
to de la complejidad misma de lo real, como de la
El derecho a la vida contradicción vital del mundo que los seres humanos he-
mos construido. Entonces, si planteamos el aborto en
Independientemente de su legalidad o de su mayor o estas situaciones, no se trata ya de un derecho de la
menor aceptación social, el aborto provoca serios inte- mujer, sino de un recurso desesperado y trágico. Esto sig-
rrogantes éticos. En el fondo, los razonamientos que se nifica que, por ejemplo, algunos de los supuestos pre-
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vistos por la ley pueden dar lugar concreta y efectiva- a la vida, la afirmación valiente de su valor y de su dere-
mente a situaciones dramáticas. En tales situaciones cho, la propia actitud y la propia esperanza, fecundan ac-
conflictivas, frente a toda norma o imposición externa, titudes nuevas. La muerte genera muerte. Pero e\ amor
las verdaderas actitudes éticas son la solidaridad, el res- engendra amor y la vida engendra vida.
peto y el acompañamiento. Lo cual no significa abogar En esta tarea, la política familiar encuentra un cam-
por la moralidad general del aborto en tales situaciones, po muy amplio para desarrollar medidas legislativas, eco-
que nunca pueden universalizarse. Significa abogar por nómicas y asistenciales que estimulen la acogida del
el respeto. niño concebido, en vez de suscitar temores ante una
nueva vida. Es posible, por ejemplo, prestar los subsi-
dios necesarios a las familias que llevan el peso de un
Respuesta social hijo minusválido, facilitar la adopción a tantas parejas
como la desean, crear centros de ayuda psicológica y
El debate social sobre el aborto sigue en pie. A las acti- económica para las mujeres en dificultad. Pero, sobre
tudes y a las leyes permisivas se contrapone un firme y todo, es necesario un amplio esfuerzo educativo y, es-
rotundo rechazo no sólo desde posturas religiosas sino pecialmente, una oportuna educación sexual.
también desde quienes buscan coherencia y respeto por La madre Teresa de Calcuta dijo en relación al abor-
el valor y el derecho a la vida de todos. Pero, ¿qué se to: «No los maten, dénmelos a mí». Dedicó toda su vida
puede hacer socialmente?, ¿qué respuestas ofrecer ante a recoger los desechos de esta sociedad injusta. Tenía
tan arduo y complejo problema? El rechazo del aborto, derecho a hacer esta petición, que quizá puede pare-
si quiere ser eficaz y no quedarse simplemente en con- cer excesivamente simple e idealista: ¿Qué iba a hacer
dena, precisa arbitrar medidas sociales preventivas que una sola mujer con cincuenta mil abortos diarios? Sin
ayuden a las personas a no tener que llegar a tales de- embargo, como ha comentado González Faus, estas pa-
cisiones. Es esta una tarea que solicita la responsabili- labras valientes y generosas podrían hacer surgir la idea
dad y el esfuerzo de todos. y el compromiso a tantos como se proclaman defenso-
Ante todo, pensando en el verdadero significado del res de la vida y que con tanta fuerza rechazan el abor-
aborto, el esfuerzo ha de tender al aprecio y promoción to, de dedicar parte de las energías, del tiempo y de los
del valor mismo de la vida. La vida es un recursos económicos a la fundación y al servicio de una
El esfuerzo valor fundamental, que, sin embargo, so- organización mundial, cuya finalidad fuera recoger a los
ha de tender cialmente está en baja. No corren buenos más posibles de los excluidos de ese derecho fundamen-
tiempos para su defensa y tutela. Por muy tal, dándoles la posibilidad de una vida digna. Iniciati-
al Precio y triste que sea, la verdad es que en nues- vas de este tipo se convertirían en una auténtica inter-
promoción tra sociedad su caída preocupa menos pelación para nuestra sociedad.
del valor que la caída de la bolsa. Urge, pues, in-
mismo de la vertir en el valor vida humana, de manera
que pueda empezar a subir enteros en la
vida cotización mundial. El sí de toda persona
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Aproximación a la eutanasia rosa y la larga agonía se sustituyen por una muerte pron-
ta, pacífica y sin dolor.
Junto al aborto, la eutanasia constituye una de las agre- Se entiende, pues, por eutanasia, la práctica médica
siones a la vida humana sobre las que se abre actual- que procura la muerte o acelera su proceso, para evitar
mente un debate social más amplio. Este debate ha sal- grandes dolores o molestias al paciente; y esto, a peti-
tado las barreras de la ciencia, la medicina, la ética o el ción del propio paciente, de sus familiares o por inicia-
derecho y ha llegado a la calle. Lo encontramos en la tiva de otros. Se trata, pues, de una acción o una omi-
literatura, el cine, la televisión, la radio, los periódicos. sión que por su naturaleza y en la intención, causa la
Es un tema de interés social. De una manera o de otra, muerte, con el fin de eliminar el dolor. Un aspecto que
los medios de comunicación nos ponen continuamente la distingue del homicidio o del suicidio es la proximi-
ante la eutanasia. Sí hasta hace algunos años era obje- dad a la muerte. Pero los rasgos que mejor la configu-
to de reflexión por parte de grupos minoritarios, hoy, en ran, son la intención y los métodos utilizados. Es distin-
cambio, se ha convertido en un tema sobre el que todo to inyectar una dosis de morfina para provocar la muerte
el mundo opina. La opinión pública se encuentra inte- de un enfermo, que emplearla simplemente como un
resada y sensibilizada ante los problemas que plantea, analgésico para aliviar sus dolores.
aunque abunden las ideas confusas. Además, hay que distinguir entre la eutanasia volun-
Cuando en los medios de comunicación social o en taria y la eutanasia involuntaria o impuesta. En el pri-
la calle oímos hablar de eutanasia, percibimos fácilmen- mer caso, la persona misma requiere y solicita poner fin
te gran confusión y ambigüedad incluso en la misma a su vida; en cambio en la eutanasia involuntaria se pone
utilización de los términos. Se habla de eutanasia para fin a la vida de alguien sin su expreso requerimiento o
designar: la muerte sin dolor, la supresión de la vida de deseo. Hoy se acuña también el término distanasia para
un enfermo incurable, el derecho a la propia muerte, la designar algo contrario a la eutanasia. La distanasia tien-
negativa a recurrir a medios extraordinarios para prolon- de a prolongar exageradamente el proceso de muerte de
gar la existencia en la fase terminal, el tratamiento diri- enfermos desahuciados y moribundos, sin esperanza de
gido a eliminar o aliviar el dolor que puede implicar la recuperación, utilizando para ello medios que se consi-
aceleración de la muerte. Por ello, la primera exigencia deran extraordinarios, costosos, molestos, difíciles y des-
al hablar de la eutanasia es precisar su significado. ¿Qué proporcionados. Sería algo próximo a lo que se denomi-
es y qué no es eutanasia? ¿Qué significa exactamente na «encarnizamiento terapéutico».
estar a favor o en contra de la eutanasia?
Finalmente, para salir al paso de posibles riesgos o
Etimológicamente el término eutanasia procede del abusos distanásicos se emplea la palabra ortotanasia,
griego (eu-thanatos) y significa buena muerte. Su sig- que quiere significar la muerte en el momento oportu-
nificado.primario no es acelerar la muerte, sino dismi- no y que implica: la muerte digna del hombre y el dere-
nuir y aliviar los dolores; muerte fácil, buena, sin dolor. cho a la propia agonía y a morir humanamente. Con este
Pero la expresión pierde pronto su sentido etimológico neologismo se quieren expresar las siguientes exigen-
y pasa a significar la aceleración de la muerte por un cias: atender al moribundo con todos los medios que la
sentido de humanidad y misericordia. La muerte dolo- ciencia médica posee actualmente, liberar la muerte del
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ocultamiento a que es sometida, asumirla consciente- dad, de la vejez, de la vida y de la muerte (S. Urraca,
mente, proporcionar todos los remedios oportunos para 1996). Por lo qué se refiere a la eutanasia, en el momento
calmar el doldr, aunque suponga abreviar ¡a vida. Signi- actual influyen especialmente tres aspectos: el progre-
fica, pues, la praxis médica que «deja morir en paz» por- so de la medicina, la reivindicación de la autonomía y
que la prolongación de la vida del paciente, abocado ya el horizonte laico.
a la muerte, es irrazonable y desproporcionada. Se dife- Hasta hace relativamente poco tiempo, el paso hacia
rencia de la eutanasia en que no supone poner fin a la la muerte estaba condicionado por el proceso biológi-
vida de un paciente. Aunque el proporcionar determi- co. Cuando el deterioro del ser humano ponía en peli-
nados calmantes puede significar abreviar su existencia, gro la dignidad de la persona, la muerte se encargaba
la intención del médico no es acabar rápidamente con de que este estado no se prolongara mucho. Hoy esto
la vida del enfermo; pretende aliviar los dolores huma- se ha visto frenado por el progreso de la medicina, que
nos, humanizar el proceso de la muerte sin incurrir en logra detenerla al menos temporalmente, pero que ge-
prolongaciones abusivas aplicando medios desproporcio- nera otros muchos problemas humanos, al prolongar
nados. una vida que no posee ya la calidad deseable.
Pero el factor más importante en la reflexión actual
sobre la eutanasia lo constituye la autonomía de los pa-
Marco de referencia en el debate actual cientes. Son muchos los que defienden que la decisión
de morir constituye una de las libertades cívicas bási-
La cultura occidental ha considerado tradicionalmente cas y postulan el derecho a morir dignamente, que in-
que es una obligación moral irrenunciable conservar la cluiría el derecho a pedir o rechazar la eutanasia, como
vida. Tal convicción se asienta tanto en la ley divina un derecho humano fundamental. Si antes el enfermo
como en la ley natural. La vida se considera el primer quedaba en segundo plano y eran otros los que deci-
bien de la persona; es también un bien social y, para los dían (familiares, médicos), hoy el debate se centra en
creyentes, un don recibido de Dios. Poner fin a una vida, los derechos de los enfermos a que no se prolonguen
propia o ajena, es siempre un atentado social; va con- los sufrimientos, no se llegue al deterioro de la dignidad
tra la comunidad. y a que puedan decidir sobre su muerte. Es, pues, la épo-
Desde los comienzos de la modernidad, con la ideo- ca de la «eutanasia autónoma» (J. Gafo, 1990).
logía liberal, este planteamiento ha sufrido un cambio Finalmente, el debate social sobre la eutanasia se ins-
muy brusco, llegando muy pronto a la afirmación de que cribe en un horizonte laico. Si durante mucho tiempo
el hombre no puede disponer de la vida de los demás, ha prevalecido la visión judeocristiana de la vida y de la
muerte, el empeño actual se concentra en interpretarla
pero sí de la suya propia. El actual cambio sociocultu-
desde una perspectiva secular. Ni las creencias positi-
ral, los grandes avances tecnológicos, la reivindicación vas, ni las creencias negativas, ha escrito J. Sádaba, en-
de los derechos individuales, el crecimiento de la espe- tran en juego a la hora de dirimir la moralidad de la eu-
ranza de vida, ia relevancia que adquiere su calidad, la tanasia.
familia nuclear, están suponiendo una alteración muy
grande en la concepción e interpretación de la enferme-
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Legalización de la eutanasia trás no está sólo la cuestión moral, ya en sí misma intrin-


cada, sino también los muchos problemas sociales ane-
El recuerdo de la época hitleriana ha pesado mucho tiem- jos. De hecho, hay muchos que consideran moral la eu-
po en la conciencia social. Parecía imposible de olvidar tanasia voluntaria, pero no se encuentran, sin embargo,
cómo sus leyes a favor de la eutanasia pretendieron en- dispuestos a su legalización; como también hay quienes,
cubrir el genocidio eugenésico. Pero los intentos por des- por el contrario, considerándola inmoral, tolerarían su le-
pena/izar o legalizar la eutanasia se han sucedido en la galización en una sociedad plural y democrática.
segunda mitad del siglo XX en distintos países del mun- Quienes se oponen a la legalización subrayan que la
do, aunque, a excepción de Holanda, en ningún país se vida humana es un bien social y, por consiguiente, na-
ha llegado a conseguirlo. Por ello, la aprobación por par- die tiene derecho a eliminar la propia vida. Pero este ar-
te del Parlamento holandés en noviembre del año 2000 gumento hoy a muchos no les parece convincente y no
de la ley «Control de la eutanasia asistida y asistencia a aceptan que el ser humano no pueda disponer de su
la muerte voluntaria», resulta un acontecimiento históri- vida cuando, de manera lúcida, llega a la conclusión de
co. Ya desde hace algunos años existía en Holanda una que no vale la pena seguir viviendo. Insistir en esos mo-
práctica médica que, amparada por la ley, permitía el sui- mentos en la obligación de conservarla porque es un
cidio asistido en casos de enfermos terminales. Las con- bien social, parece absurdo. Insisten también en que su
diciones eran que el sufrimiento (físico o moral) resulta- legalización abre un precedente de resultados imprede-
ra insoportable al paciente y que expresara el deseo firme cibles; significaría el primer paso conducente a un de-
de morir, conociendo sus dolencias y las posibilidades terioro progresivo del respeto por la vida humana. Si se
existentes. La nueva ley ratifica esta práctica. establece, por ejemplo, el principio de poder pedir y con-
Es posible que muy pronto otros países sigan la este- ceder la muerte, alegando sufrimientos insoportables
la del Parlamento holandés. En Bélgica, por ejemplo, la pero sin necesidad de pruebas objetivas, ¿cómo negar
legalización de la eutanasia figura ya en el orden del día esta misma solución a otras personas que aleguen su-
político. Algunas experiencias legales han tenido tam- frimientos similares, aunque no sean de tipo médico?
bién lugar en estos años en Australia y en algunos es- Una vez que se apruebe que matar es un medio válido
tados de los EE.UU. En España, el actual Código Penal de tratar este problema social, es seguro que las peti-
equipara todavía la eutanasia y el suicidio asistido al ciones se van a extender enseguida más allá de los en-
homicidio. La decisión holandesa ha sacudido a la cia- fermos terminales. Y ¿cómo detener este proceso? Ade-
se política y, mientras algunos hablan de abrir un am- más, hay que reflexionar sobre las ambigüedades que
plio debate social sobre el tema, otros grupos piensan encierra la misma petición de la eutanasia, así como el
ya en presentar algunas propuestas para que la eutana- peligro de que algo que se quiere presentar como un
sia activa y voluntaria sea una realidad en nuestro país. derecho de la libertad, se convierta en realidad en un
¿Qué pensar de la legalización de la eutanasia? ¿Pue- deber impuesto. Es decir, la legalización de la eutana-
de una ley permitir la eutanasia voluntaria pedida por el sia situaría a muchos enfermos bajo una presión que los
propio enfermo? Hay que decir enseguida que la cues- impulsaría a pedir el «servicio» de la eutanasia. Supon-
tión de la legalización de la eutanasia es muy ardua. De- dría una invitación al suicidio.
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No son argumentos banales, ni abstractos; son, real- Tanto la prolongación indebida de la agonía por me-
mente, razones sólidas que apuntan a la vida misma en dios desproporcionados como la anticipación y acelera-
toda su complejidad. Pero los partidarios de la legaliza- ción de la muerte implican que, en el fondo, existe mie-
ción contemplan la eutanasia como una opción moral. do a la confrontación con la muerte. Y esta realidad, en
Insisten en que ni juega con la vida, ni roba la muerte, el fondo un grave problema cultural, es lo que suscita
sino que surge de la convicción del principio fundamen- la cuestión urgente del acompañamiento humano en el
tal de que hay que evitar hacer sufrir a los individuos proceso del morir (J. Masiá, 1998).
(J. Sádaba, 1991). Por ello, un Estado laico y pluralista ¿Qué se puede hacer para ayudar al moribundo? Se
ha de respetar la libre voluntad de cada ciudadano y es- trata, realmente, de ayudar a vivir antes de y hasta su
pecialmente su derecho a morir dignamente. muerte, e incluso de ayudarle a vivir su muerte. Quizá
el primer paso se encuentra en ese saber estar sufrien-
do junto a la cabecera de quien va a morir, en sufrir por
Acompañamiento humano no poder acompañarle muriendo su muerte. Acompaña,
ante todo, quien es capaz de sentir y decir «se me mue-
Son diversas las actitudes y posturas personales que se re» y no simplemente «esta persona va a morir». Acom-
adoptan ante los enfermos terminales; van desde el lla- pañar a morir significa saber estar junto al enfermo, apre-
mado encarnizamiento terapéutico hasta la eutanasia. tar su mano, sentir su corazón, leer en su mirada,
En realidad, como advierte J. Masiá, las posturas en tor- acompañarle en su sufrimiento.
no al fin de la vida humana son estas tres: recurso a los La ayuda mejor al enfermo no consiste simplemente
medios exagerados y desproporcionados (distanasia, en darle la medicina, la comida o ponerle la botella de
encarnizamiento terapéutico), la eutanasia en sentido oxígeno. Es posible que junto al lecho del enfermo en un
estricto y el fomento de los cuidados paliativos, como hospital pasen diariamente veinte personas distintas (mé-
término medio entre la distanasia y la eutanasia; es de- dicos, enfermeros, etc.) para tomar la temperatura o la ten-
cir, el recurso a la ortotanasia, entendida tal como la he- sión, cambiarle las sábanas, inyectarle, etc. y, sin embar-
mos descrito. go, es también posible que ninguno de ellos llegue a
Algunos señalan otras posturas posibles, que sitúan entablar una relación personal con él. Sólo pasan física-
entre la distanasia y la eutanasia. Básicamente se podrían mente; afectivamente están muy lejos. Y, en cambio, la
agrupar también en estos tres tipos: las que tienden a re- ayuda que él precisa implica también darle tiempo,
trasar la muerte, las que buscan, en cambio, acelerarla, disponibilidad y afecto. A los dolores físicos se les aplica
y aquellas que se orientan a un acompañamiento más un buen analgésico y es posible calmarlos. Pero es difí-
humano. Esta última la entendemos en el sentido del re- cil encontrar un fármaco para disminuir la soledad y el
curso a los cuidados paliativos; las otras dos pueden su- miedo o para despertar la esperanza. Para llenar el tran-
poner algunos nuevos matices en relación a la distinción ce de la muerte de humanidad, la clave está en el acom-
que hemos establecido. Muchas veces, la preocupación pañamiento y cercanía, también de una cercanía religio-
se concentra, efectivamente, en prolongar la vida inclu- sa, que lleva a compartir la fe y la esperanza.
so contra toda lógica y contra toda esperanza. En este sentido, están adquiriendo hoy gran impor-

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Eugenio ALBURQUEQUE

tancia las Unidades de Cuidados Paliativos. Represen-


tan un servicio médico cualificado para atender a en-
fermos terminales en unidades especiales o incluso en
su propia Casa. Atienden a pacientes que no tienen ya
opciones curativas. Su objetivo es proporcionarles la
mejor calidad de vida posible mientras vivan. La preocu-
pación no está en que vivan más, sino en que vivan me-
jor. Y en esta calidad cuenta mucho la atención y dedi-
cación personalizada, la comunicación con el enfermo
y con la familia, el apoyo psicológico preciso. Es decir,
no se trata simplemente de los medios técnicos sino de
manifestar el rostro humano de la medicina que busca
llegar a asumir y vivir del mejor modo posible todo el do-
loroso proceso de la muerte.

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