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VALLES, REVISTA L STUDIOS REGIONALES, N°3, 1997, PAGINAS 13-36, MUSEO DE LA LIGUA-CHILE, COEXISTENCIA E INTERACCION DE COMUNIDADES CAZADORES-RECOLECTORES DEL ARCAICO TEMPRANO EN EL SEMIARIDO DE CHILE* RESUMEN § cl Complejo Huentelauquén y la Tradicin San eplantea la coexistencia ¢ interaccién entre dos comunidades de cazadores- recolectores diferenciadas culturalmente: Pedro Viejo de Pichasca. La coexistencia ha sido atestiguada por las evidencias de asen- tamientos que ocuparon siner6nicamente un mismo espacio geogrifico y ambiental, el semi- dirido de Chile, durante el Holoceno Tempra- no. La interaceidn se manifiesta en contextos arqueolégivos que evidencian indicadores cul- lurales de ambas comunidades. Los mecani livos de esta coexistencia ¢ intel mos expli accida se relacionan con respuestas socio culturales gatilladas por cambios de! entorna natural de tales comunidades. El resultado de Esta investigaci6n forma parte del proy Departamento de Antrapotog Donald Jackson 5." esta interaccién, ha sido la generaci6n de una comunidad histéricamente mas viable, en Ia que han ido desapareciendo algunos indicadores culturales propios de su origen, a Ia vez que se han ido fortaleeiendo otros que han dado origen a nuevos rasgos de identidad. INTRODUCCION En la prehistoria no tan sdlo del semidtido de Chile, la evidencia arqueolégica de los cazadares-reeolectores ha permitido identificar, con un énfasis, talvez. excesivamen- te tipologista, unidades distintivas reconocidas como complejos, tradiciones e incluso cultu- ras, cuyo ordenamiento histérico-cultural (Willey y Phillips,1958), se visualizan como ordenadas secuencias, pero de inconexas blo- t@ FONDECYT 1950372, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Casilla 10115, Santiago. COEXISTENCIA E. ques de dessarrollos, como si surgieran por g neracin espontiinea y desaparecieran de similar forma, sin dejar posibilidad aun razonable y cau- sal encadenamiento del desarrollo histérico. Se debe reconacer, no ebstante, la necesaria y diffcil tarea de identificar y de- linir unidades culturalmente distintivas, asi como ordenar secuencialmente las mismas, como una primera etapa en el proceso de in- vestigacién. En este sentido, constituy fuerzo importante los varios ensayos de orde- namiento para el arcaico del norte semiarido (Bahamondes, 1969; Sel y Niemeyer,1986; Weisner,1986), r das a través de “sitios tipos” que la ejempli- ent ppacasse s secuencias han sido cons- fican, En estas se han demarcado esencialmen- te las diferencias tipolégicas y cronolégicas centre cada clapa, en desmedro de similitudes comtextuales y momentos de sineronismo, que no permiten visualizar eventuales relaciones ge- néticamente diacrdnicas. Tampoco ha sido fre- cuente, la discusién de Los contextos “atipicos” que se eseapan de los patrones secuenciales de sitios tipos y que pudieran representar tales lwaciones, Del mismo modo, la construccién de secuencias en dmbitos ecolégicos restringidos, 4 mayor eseala. Las ha imitada comparacions diferens jas de conjuntos artefact tesde dreas ecoldgicas diferentes, han dado fun- n de nuevos complejos, umiendo las diferen- ales proceden- amet oa la inven wadiciones o ind ‘como “culturales" y no como resultado de strias, estrategias tecna-ccondmicas de un mismo gru- poaambientes diferentes, Estoha imposibilita- dol estudio de las conexiones secuenciales en diversos Ambitos ecolégicos Valles 1 Los problemas esbozados han dado origen en consecuencia, a una visiGn seg- mentada © inconexa de la historia cultural de -recolectores del semidride. Los los cazadot complejos 0 tradiciones, a pesar de compartir reas geogréticas comunes en determinados lap- sos, dejan la impresién de surgir y desapar stibitamente, permaneciendo sus relaciones ig- noradas en el mas absoluto ostracismo. Esta vi la informacién etnogréfiea de diversos geupos cazadores-recolectores (Lee y Devore,1982), la que ha permitido elaborar marcos tesricos mas complejos y dindmicos acerca la sociedad de bandas. Factores como la movilidad, poblacién, cc r in cs inconsistente con parentesco, subsistencia y tecnologfaentre otros, desempefian un rol relevante en la interaccién entre sociedades cazadoras-recolectoras. En el marco de esta perspectiva, se discute la posibilidad de coexi aceién cultural entre cazadores-recolectores del norte semidrido de Chile durante el Holoceno ‘Temprano, Se presenta la evidencia arqueoldgi ca de distintas pisos ecoldgicos, laque atestigua un proceso interactive mas dinsimico entre las poblaciones del Complejo Huentelauguén y la ‘Tradicidn San Pedra Viejo de Pichasca cuando las condiciones del holoceno temprano se ha- cen cada vez mas dridas, Este preceso muestra incrOnica entre poblaciones y su co- nexiGn diacrdnica como resultade de la misma, tencia ¢ inter- relaciGn, COMUNIDADES DEL ARCAICO TEMPRANO EN EL SEMIARIDO. Arqueolégicamente se han iden- tificado para el Arcaico Temprano dos conjun- jes: cl Complejo Hucntelauquén y tos cultu la Tradicién San Pedro Viejo de Pichasca. El Complejo Huentelauquén fue serie de sitios con identificado en base a un: cvidencias superticiales, tales como Huente- lauquén (Lribarren 1961: Gajardo 1963), El Te- niente (Weisner 1969), Pichidangui (Baha- mondes 1969), asf como por numerosos hallazgos aislados registrados tanto en la cos- ta como cn cl interior del norte semisrido Gribarren 1969, 1975). No obstante, investi- -gaeiones posteriorcs en la costa de la segunda regidn, dejaron en evidencia un nueve sitio, ‘Quebrada Las C taba una distribucién mas amplia del Comple- jo sino que atestiguaba por primera vex con textos estratigndlices datados en 9.680 + 160 fos A.P. (Llagostera 1977). Una situacién si- onchas, el que no sélo const: milar se detect6 en la costa de la provincia del Choapa, en el sitio de Punta Nagué, en donde tun contexto estratigrafico asociado a una es- tructura de combustion fue datado en 10.120 +- 80 aftos A.P. Jackson 1993). Investigacio- nes posteriores del sitio, han permitido obte- ner una nucva datacién de los niveles superio- res: E] resultado de 9.320 -+- 60 aflos A.P, que se obtuvo atestigua que el Complejo Huente- Tauquén corresponde a las primeras poblacio- nes que aprovecharon los recursos marinos, hacia finales del Pleistoceno y comienzos del Holoceno. Aunque la gran mayoria de los Donald Jackson $. asentamientas se han encontrado a le largo de la costa, existen algunos hallazgos aislados en ambientes de quebradas y valles interiores Cribarren 1969,1975), asi como de un taller litico definide como “Industria Carcamo” (Ampuero 1969). Este dltimo presenta claras, relaciones con los componentes liticos Huente- lauquén. Investigaciones recientes en la pro- vincia del Choapa, han permitido detectar alo menos un sitio Huentelauquén a unos 35 Km, de la costa (Jackson e¢ al.,1997). No menos relevante es la llamada “Industria La Fortuna”, en la vertiente Oriental de Los Andes (Gambier 1974, 1986), situada aproximadamente a lamis- ma latitud que los sitios Huentelauquén ubica- dos en la costa de la provincia de Choapa y que guarda estrechas relaciones con el instru- 0 de estos sitios. Estos hallazgos mental lit muestran movimientos ocasionales hacia tie- Tras interiores motivados por la biisqueda de materias primas liticas y recursos complemen- tarios de dificil obtencién en la costa. No obstante Io anterior, Ia gran mayorta de Tos sitios se ubican a lo largo de la costa, emplazados muy préaimos a la actual linea de la misma, en terrazas marinas supe- riores a los 20 M.S.N.M. sobre las cuales se han depositado extensos campos de paleodunas. Los sitios se han identificado por campamen- tos bases y de tareas, en ambos casos vincula- dos a depésitos de conchales de escaso desa- rrollo estratigréfico, junto a diversos restos marines y artefactos que identifican su filia- cién como pertenecientes al Complejo Huen- telauquén Las evidencias de desperdicios orgéinicos muestran esencialmente el aprove- chamiento de recursos marinos, entre éstos di- Nalles 15 COENISTENCIA E. versas especies de moluscos, algunos erusté- ceos, equinodermos, varias especies de peces y mamiferos marinos. Se registran aves mari- has. varins especies de roedores, cami Oros y ocasionalmente algunos restos de guanaco. Aunque a la fecha no se cuenta con registros directos de recoleccién de vegetales, In pre- sencia de implementos de molienda asf lo su- sicre. El conjunto artefactual caracte- ristigo se encuentra constituide por litos geo- mictrivos, micromorteros y placas grabadas en arenisea, puntas de proyectiles lanceoladas pedunculadas, euchillos bifaciales y laterales, raederas ovoidale: aspadores de dorso alto, cepillos, denticulados, perforadores y micro- perforadores, tajacores, manos de maler y mo- linos planos, entee otros artefaetos. identifiea- dos como fiesimil de puntas de proyectiles, pesas de red y anzuelos sobre arenisea, El Complejo Huentelauquén, se podria caracterizar como una primera adapta- cidn costera de cazadores, reeolectores y pes- cadores marinos, que se extendié a lo largo de la costa desde el norte drido al semidrido desde Fines del Pleistoxeno y comienzos del Holoceno Exte patron de movilidad a lo largo de la costa, se complementé con movimientos ocasionales hacia el interior, motivado principalmente por ha obtencidn de materias primas Iiticas. Elcon- junto arte factual que lo define ms singularmen- te lo constituyen las punias de proyectiles jas peclunculadas lanceo y una serie de arte- Tactos de uso ritual entre los cuales se cncuen= cteristicos litos geométricos, Parale telaugquén, se desurralla sinerénicamente,en el tran los, amenie al Complejo Huen- semiirido, a lo menos en sus momentos ini Valles 16 ciales, la llamada tradicién San Pedro Viejo de Pichasca, definida a partir del sitio ep6nimo. situado en el curso medio del valle del rfo Hurtado (Iribarren 1949, 1969,1970; Ampuero y Rivera 1971). Los niveles més profundos de este alero, fueron datados en 9.920 +- 110 afios A.P, en relativa sincronfa con las ocupaciones Huentelauquén de la costa. Los niveles inter medios presentan dataciones de 7,050 +- 80 aiios A.P. y 4,700 +- 80 afios A.P, aunque per- dura [a secuencia con la Ilegada de grupos al~ fareros vinculados al Complejo El Molle. Los escasos asentamientos estu- diados se emp! teriores, tales camo el sitio epdénimo y otros de jazan en quebradas y valles in derivaciones quizds algo mas tardfas como 1 cueva de quebrada Minillas (Iribarren 1951, 1970), La Fundicién (Iribarren 1959; Castillo y Rodriguez 1978) y otros hallazgos superti ciales (Iribarren 1979), Como lugares de asen- tamiento se han preferido refugios natur como aleros y cuevas con depésitos estratigr’- ficos, que muestran una larga ocupacién como campamientos bases de ocupaciones reiteradas. En Ia vertiente oriental de Los Andes, se ha definido la llamada “Cultura Los Morrillos™ (Gambier 1985), identificada también en un sistema de cuevas y cuyas evidencias cultura les guardan estrecha relaci6n con la Tradicién de San Pedro Viejo de Pichasca. Todos estos sitios muestran la presencia de moluscos ma- rinos procedentes del Pacifico, los que atesti guan algdin tipo de movimiento, probablement estacionales, hacit Los asentamientos contienen fo- gones y freas de actividad asociadas a dese- la costa, chas alimenticies. Incluyen principalmente fauna terrestre: roedores, carnivoros, aves y mamvferas; entre estos Ultimos, alguna espe- cie de cérvido y camétidos. También se han registrado indicios directos de la recaleccién de plantas y de moluscos. evidencias artefactuales que radicién San Pedro Viejo de uyen puntas de proyestiles trian- caracterizan Ta ncl Pichasca ipedunculadas y en Forma de hoja de bases recta, céneavas y convexa’ oidales, perforadores de base raspadores y cuchillos dis es litieas, ancha, piedras horadadas, pendis implementos de molienda, algunos arte! Los de hueso y cone! ‘como restos de cesterfi y corde! Las poblaciones de esta tradi cidn corresponderian a grupos de cazadores y recolectores terrestres con una economia de amplio espectro y quizds posiblemente opor- tunista y un patr6n de asentamiento residen- cial que aprovecha aleros y cuevas como refu- ios naturales, De amplia movilidad estacional, laalta ‘lgtin momento transhumdnt cordillera y valles Lransandinos, asf como ha- ena cia la costa, en busca de recursos estacionales: y complementarias. Los artefactos mds diag- ndsticos son las puntas triangulares apeduneu- ladas, cuchillos y raspadores discoidales, pie- dras horadadas, perforadores enmangables y steria ores cl uso dec Ambas comunidades del Arcai- ¢o Temprano, é] Complejo Huentelauquén en. la costa, y la Tradicién San Pedro Viejo de ichasea en quebradas y valles interiores, ocu- parfan sinerSnicamente el territorio semirido, n pleistoceno-holoceno, du- rante condiciones ambientales mas bien hime- das y favorables en téminos de disponibili- dad y variedad de recursos; una como grupos hacia la transi Donald Jackson S. cazadores, recolectores y pescadores marinos y la otra, como cazadores y recolectores terres- tres, Es posible suponer eventuales contactos circunstanciales en situaciones de movilidad de ambos grupos hacia o desde la costa. No obstante, ambas comunidades manejan émbitos coolégicos distintos y mantienen una autono- mia en su identidad. LAS CONDICIONES PALEO- AMBIENTALES DURANTE EL HOLOCENO Para lacosta del norte semidrido, de fa provincia del Ch columna crono-estratigréfica, Esta ha permiti- do obtener apa, se cucnla con una una secuencia de eventos paleoambientales y culturales (Quebrada de ‘Quereo), que se inicia bajo probables condicio- nes interestadiales, con un clima que fue desde similar hasta més edlido y seco que el actual Durante este perfodo se ha detectado un hipoté- tico evento ocupacional Paleoindio, datado con anterioridad a los 11.600 4- 190afios A.P.. Pos- teriormente, durante el Gi jar Tardfo, las con- diciones climaticas habrfan sido més frfas y Hu- viosas variande luego probablemente a condiciones similares a las actuales, momento en el cual se detecta en la secuencia un nuevo evento ocupacional Paleoindio, con datacién hacia los 11,100 +- 150 aitos &,P, Con posterio- ridad, durante el limite Pleistoceno-Holoceno temprano (postglacial), entre los 11.100 y los 9.370 afios A.P., las condiciones climsticas ha- brian variado nuevamente a mas edilidas y se~ cas, Se ha sugerido que durante el desarrollo del Holoceno Temprano, se produjo un aumen- Walles 17 COEXISTENCIA E... fas y luego un dese- lidas y seeas. Muy posteriormente y luego de algu- has pulsaciones climsiticas, haeia los 2,500 aos, P. las condiciones se hicieron més fréas y Iu- toen la frecuencia de Hu camiento bajo condiciones climaticas viosas hasta similares alas actuales. (Nuifiez et al. 994), Basados en una perspectiva comparativa y global entre los perfiles polni- cos y crono-estratigrdficos de Quereo (31°, 55.8) y Quintero (32°,47’,8), se ha planteado un proceso de aridizacin durante el Holoceno de la costa de Chile Central, aproximadamen- (centre Tos 10,000 y 3.000. afios A.P, (Villagran y Vairela 1990). Esta situacién es consistente, con las evidencias palinoldgicas de la costa de Chile Central (Villagrén 1982; Villa 1995; Vi- ay Villagrén 1997), También coincide con ndicadores evicencias de moluscos terrestres de condiciones mas himedas hacia fines del Holoceno, en el registrade una secuencia ocu- pacional de un sitio arqueolégico situado al- #unos kilémetros al norte de quebrada de Quereo (Jackson et al, 1996). Del mismo modo para el valle central ( fagua), la situa- cidn en parte es similar (Niifez y et al. 1994 1a 7 ab). A partir de Ia evoluci6n del re+ lieve y-de la formacién de suelos para ta alta cordillera de la zona del rio Elqui, se han plan= teado para el tardiglacial-Holoceno condicio- y semidridas (fase V), luego para jo en Ja zona en nes célidas y nes ciilida el Holoceno Temprano da 9.650 +- 100 aftos A.P. condi semi-htimedas, con temperaturas muy altas (+ 3°C), correspondientes al Gptimo climatico postglacial (fase VI) y para el Holoceno Tar- dio condiciones célidas-semiéridas y parcial Valles 18) mente mas hiimedas (fase VII). Entre la fase Vy VIL, es decir entre el holoceno temprano y medio, se deduce una fase adicional even- tualmente muy érida (Veit 1991), La secuencia de evolucién cli- mética para la alta cordillera del rio Elqui es consistente con la informacién de lacosta, sal- Vo por la nusencia en esta ultima, de la fase VI himeda, que se limitarfaa la alta cordillera por sobre Jos 2600 w.s.num. (op. cit). CAMBIOS AMBIENTALES Y CRISIS SOCIOECONOMICA DE LAS COMUNIDADES Hacialos 1.000 anos A.P,,duran- cla transicidn Pleistoceno-Holoceno, las condi- ilidad de recursos siones ambientales y disponil para las comunidades del Arcaico’Temprane, se presentaban en lo general favorables; no obstan- te, con cl inicio del Holocene, datado en quebra- dade Quereo hacia los 9.370 aiios A.P., las con- diciones eliméticas fueron més bien edlidas y secas, perdlurando alo menos hasta los 3.000 afios A.B. y generando un creciente proceso de aridizacién (Villagrin y Varela 1990). En este. sentido, la auseneia de niveles culturales durante este periodo en quebrada de Quereo, es interpre- tado como una respuesta a.un ambiente inestable a una ctisis de recursos (Nilfiez e¢ al,,1994). Efectivamente, la frecuencia de asentamientosen fa costa disminuye. Sin embar- g0 es complejo cvaluar Ia disponibilidad de re- cursos 0 una eventual crisis de los mismos, aun- que es relativamente claro que las condiciones fridas debicron afectar los reeursos vege- tacionales y consecuentemente los faunisticos La ausencia de vegetacién de condiciones hi- medas y de paleosuelos en In costa, corroboran parcialmente que estas condiciones _debieron provocar una eventual crisis de recursos. Si cfectivamente se generé una crisis de recursas 0, a lo menos una disminu- cidn sustancial de los mismos, es una situa: cin que debid desencadenar una presién ener- gética y consecuentemente, una posible competencia territorial. La presién energética, es decir, la = disminucién de alimentos tuo come con cuencia una crisis reproduetiva, de caraeter bio- ica y de indole social. La disminucién de los recursos alimenticios pudo generar un estanca- miento¢ incluso la disminucign del erecimie! to poblacional. A este respecto se ha sefialado una correlaci6n positiva entre precipitaciones: y densidad poblacional enel sentido que, ‘La lluvia determina la vegetacién y, puestoque la vegetaci6n es el primer término de la cadena media wwofica, determina asimismo la abundancia de la vida animal. El hombre, esti en Ia cima de Ia cadena twofica y, al explo- tar todos los recursos vegetales y animales dis- ponibles, depende de sus condiciones ecaldgicas de reproduccisn” (Godelier, 1980), Es probable que al redueitse la cazador y recolector, ingesta alimenticia pudiera aumentar la tasa de mortalidad, También es posible, que al dismi« ursos que se hacfan cada vez mis se generara una mayor movilidad y, nui tos dlispersos, en consecuencia un esparcimiento de Jos naci mientos. Las mujeres embarazadas con hij lactantes, limitarian la capacidad de movilidad y, las posibilidades de obtencién de alimentos del grupo. Esta situaciGn, es particularmente Bonald Jackson S. relevante en las actividades de recoleccién de vegetales, donde, como se sabe etnogréficamen- te, es lu principal actividad de subsistencia, des- empefiada por las mujeres en las sociedades cazadoras-recolectoras (Martin y Yoorhies 1975). No menos relevante es Ia estructura de reproduceién doméstica (Meillassoux 1977), en donde los adultos hist6ricamente producen so bre sus propios requerimientas energéticos para la alimentaci6n de los no productores, nifios y ancianos, Consecuentemente, ante una crisis de recursos, se hacia dificil mantener las condicio- nes de reproduccién bioligica, necesarias para sostener la unidad doméstica que es al mismo tiempo de produccién y consumo. La crisis reproductiva derivada de las variaciones ecalégicas sefialadas se debe haber manifestado en el crecimiento poblacio- nal, generando al mismo tiempo, conflictos que deben haber derivado en los aspectos sociales de la reproduccién y en las estructuras de pa- renteseo. Es previso destacar que las socieda- des de banda son esencialmente exogdmicas y el tamaiia Sptimo corresponds al tamafio mi- nimo en el cual las alianzas de matrimonio pueden ser mantenidas con todas las bandas vecinas indefinidamente (Williams 1974). En consecuencia, una disminucién de la poblacién derivada de las causales ecolégicas, no permi- ‘irfa aleanzar el tamafto Gptimo para cumplir lareglaexogdmica, lo que generarfa una nece- sidad de ampliacién de la red de apareamien- to. Este conflicto sélo podria tener soluciGn en alianzas matrimoniales entre bandas de iden- tidades distintas. Por ota parte, la competencia territorial se encantrarfa generada a su vez. por una mayor movilidad en busca de recursos, ‘Valles 19 COEXISTENCIA E. traspasando los espacios territoriales, cuyo con- {licto nuevamente podria evitarse con alianzas matrimoniales, Anic las nuevas y desfavorables condiciones ambientales, las comunidades del Arcaico Temprano dell semiarido, habrian es- tado sometidas a un conflicto que habria he- cho peligrar su viabilidad, Su respuesta pudo estar en las alianzas matrimoniales que resol- ian por una parte, 1a necesidad de ampliaci6n de la red de apareamiento y por otra, podrfan permitir, a su vez, compartir un territorio con recursos escasos y dispersos. Las alianzas matrimoniales de- bicron significar una coexistencia temporal y espacial de las comunidades y, esencialmente, una interaccién entre las mismas. Esto Heva- ria a la consiruceion de wn nuevo orden socio- econémico y cultural, desintegréndos propios de cada comunidad, fortaleciéndose otros y apareciendo nuevos rasgos tc de identidad, proceso que parece cstar ya ma- nifiesto hacia los 7.500 afios A.P. rasgos LAS EVIDENCIAS ARQUEOLOGICAS El proceso planteado en la hips- tesis descrita, parece manifestarse en una se- rie de sitios arqueolégicos del Arcaico Tem- pranoy Mediodel semidrido de Chile, asi como en algunos sitios de la vertiente oriental de Los Andes. En tales asentamientos, indicadores tan- to del Complejo Huentelauquén como de la Tradicidin San Pedro Viejo de Pichasca, se en- cucntran asociados contextualmente, mostran- do la coexistencia temporal en los mismos ¢s- Valles 20 pacios ecol6gicos y sugiriendo algdn tipo de interaceién cultural entre ambas comunidades. Alero de San Pedro Viejo de Pichasca Este sitio se encuentra ubicado enlalocalidad epénima, aproximadamente a 80 km de la costa y emplazado en la ribera norte del rfo Hurtado, aprovechando como espacio de ocupacién la proteccién que daba un extenso aero rocoso, “Amplias excavaciones en el si- tio mostraron una larga sccuencia ocupacional continua, distinguiendo tres niveles, dos de los cuales corresponden a grupos cazadores- recolectores asociados a basurales, fogones y un variado conjunto artefactual. Ambos in- cluyen puntas de proyectiles triangulares apedunculadas de base céncava, recta y con- vexa, otras en forma de hojas también ape- dunculadas con base recta y eéncava, raspa- dores discoidales y de morro, miicleos, preformas, lascas, desechos de talla, pulidores liticos, manos de moler, retocadores de hueso, luibitos de hueso, cuentas de concha, colorante rojo, palitos para encender fuego. improntas de cesterfa, restos de lana y fibras vegetales trenzadas. También incluyen moluscos mari- nos (Choromytilus chorus, Concholepas concholepas y Argopecten purpurata, entre otros). Algunos de ellos trabajados, asf como humerosos restos Gseos entre los que sc han identificado guanacos (Llama sp.), roedores (Crenomys), huemul (Hippocamelus sp.), 20- 110 culpeo (Pseudalopex ?) y algunos restos de aves. (Ampuero y Rivera 1971, Casami- quella 1975). En las excavaciones realizadas previamente en el sitio, se recuperaron eviden- cias similares, aunque se integran al inventa~ rio cultural implementos de molienda, piedras horadadas, algunas puntas lanceoladas pe- dunculadas, cuchillos diseoidales, pendientes liticas, varios punzones y espdtulas de hueso, un trezo de cafia perforada, fragmentos de piel trenzada y un molusco marino del genera urvitella (lribarren 1949, 1970). La discutible presencia de cult genos (Phaseolirs) para los niveles arcaicos, ha quedado definitivamente descartada, con dos dataciones C.14 por. AMS sobre semillas no catbonizadas de Phaseolus vulgaris. Estas dieron un resultado de 1.316%-65 afios A.P. 0 660-780 d.C. y 1.420 + 83 altos A.P. 0 540- 690 d.C, (Rivera 1995). Los niveles corespondientes a estos contextos datan de 9.920 + 110 afios A.P. {nivel ITI) , 7.050+-80 aiios A.P. (Nivel I] in- ferior) y 4.700 4- 80 afios A.P. (nivel TI inter- medio), correspondientes a ocupaciones de ca- zadores-recalectores del Holocene Temprano y Medio (Ampuero y Rivera 1971). El contexto de los niveles arca cos ha sida interpretade como “un complejo de cazadores-recolectores de gran movilidad yextensién”. Este cubria el semisrido de Chi- le, la precordillera Argentina y el noroeste de ese territorio, manteniendo las caracteristicas de sus contextos con ligeras variaciones hasta lallega puero y Rivera 1971). $ que estos grupos practicaron una movilidad ada de grupos agricolas a laregién (Am- has Aalads tambien estacional de tipo transhumdntica (Ampuero ¢ Hidalgo 1975; Nufiez 1983). Aunque en la secuencia plantea- da (Ampuero y Rivera 1971), no se menciona Ja presencia de componentes Huentelauguén, Donald Jackson 5. se supone una mayor antigiiedad para el estra- to II “si tenemos en cuenta cierta movilidad hacia la costa; o bien, contacts con agrupa- ciones humanas costeras, puesto que aparecen, en el contexto, restos de indudable extraccién marina” (op. cit:66). Si bien no queda claro el argumento de una posible mayor antigiedad, se establecen las posibles relacion: es con gru- pos humanos de la costa, que bien sabemos se vinculan con el complejo Huentelauquén, ©01 dataciones similares al nivel IIf de San Pedro Viejo de Pichasca. Corroboran esta situacién las investigaciones previas reali dro Viejo de Pichasea, en donde se sefiala que: “B] material Iitico que aparece en cl importan- tc abrigode San Pedro conforma un estrato de cespesor reducido en el que existe como funda- mento un material de forma primitiva y otros mais evolucionados. Siendo infructuosos Tos ¢: fuerzos encaminados aestablecer una clara se- paracién estratigréfica... los estudios realiza- dos en aitos anteriores y los que resultaren de las observaciones obtenidas en nuestros trab: jos y en los que recientemente realizamos en compaiifa de Julio Montané, no des aron una distineiGn precisa que separe una superposi- cién, de cultura” (Iribarren 1969;159). Es claro que por la deseripeién c ilustraciones del material, se esta refiriendo, por una parte, a la presencia de puntas peduncu- ladas y bifaces (preformas), Las que atribuimos a Huentelauquén y por otra, a las puntas trian- gulares propias de San Pedro Viejo de Pichasei Estas evidencias muestran 1a cocxistencia ambos componentes culturales hacia los ini- cios de Ia ocupacisn del sitio. ‘COEXISTENCIA E., LAMINAL une _~iabive@nbseianv eo eaciaarit Sitios arqueoldgicos del norte semiarido mencionados en el texto: 1. Barrancones; 2. Punta Colorada; 3. La Fundicién; 4, San Pedro de Pichasca; 5. Quebrada de Minillas; 6, Carca- ‘mo; 7. Huentelauquén: &. La Fortuna; 9. Los Morrillos y 10. Chacaycito. T PROVINCIA DE COQUIMBO Valles 22 Al respecto, no menos signi tiva, es la presencia de motuscos no comes! bles, Olivia pernviana y Turritelfa eingulara, que fueron tasladados desde la costa y regi trados en las excavaciones de Iribarren. Naso- tras hemos deteetade con notable frecuencia ambas especies, en el sitio Huentelauquén de ué, en la costa de la comuna de Los Vilos, lo que reafirma la presencia de compo- nentes Huentelauquén en los inicios de la ocu- pacién San Pedro Viejo de Piehasea. La Fundicién Este sitio, inicialmente estudia- do por Iribarren (1959) se encuentra situado fad de Gualcuna (provin- proximo a Ia locali cia de Elqui), en ct tramo superior de ta que+ brada El Durazno que es de curso intermitente y que desemboca en el valle del Elqui. Se em- plaza al borde de quebradas a unos 45 Kms. de lacosta ya una altitud de 1.200 m.s.x.at, Ha sido funcionalmente caracterizade como un campamento-taller vinculado con la Hamada industria Carcamo (Castillo y Rodriguez 1978). La industria Carcamo, ha sido en base a un taller Itico superficial localizade en la quebrada epénima, al interior de la actual provincia de Limarf (Ampuero 1969) y cuya morfologfa de puntas peduncu definida ladas guarda estrecha relacién con aquellas definidas para el Complejo Huentelauquén (lribarren 1961; Gajarde 1963). Las evidencias estratigraficas y artefactuales del sitio La Fundicién, muestran un depdsito maximo de 40 em, sin diferencias estratigrdficas y de cardcter muy homogéneo. En él se registré un fogén y bajo éste, un en- Donald Jackson 8. tierro secundario, probablemente de un adulto yun nifio. El material cultural esta constitufdo por restos orgénicos que incluyen osamentas, probablemente de cérvidos y/o camélidos, es- casos huesos de aves 0 roedores, asf como al- gunos moluscos de la costa. Entre estos ulti- ¢ distinguen Choras (Charomytilus sp.), ostién (Argopecten sp), lapas (Fissurella sp), Locos (Concholepas concholepas) y seforitas mos (Collisetla sp). El conjunto artefactual asocia- do incluye predominantemente grandes pun- tas pedunculadas, semejantes a las registradas en Céireamo o en Huentelauguén, También existen preformas de tales puntas, puntas trian- gulares de base cncava y recta, nicleos, deri vados de nticleos, cuchillos, perforadores, ras- padores semidiscoidales, litos 0 guijarros alargados con seftales de modificaciones y cuentas de collar tanto de piedra como de hue- so (Castillo y Rodriguez 1978), El conjunto artefactual que in- cluye las caracteristicas puntas pedunculadas, presentes desde el inicio de Ia ocupacién, mues- tra claras relaciones con la industria Cércamo y con las puntas del complejo Huentelauquén, No obstante, la presencia de algunas puntas triangulares registradas en superficie como en el primer nivel de exeavacién mostrarian afinidades con San Pedro Viejo de Pichasca, A este respecto se ha sefialado que “queda desde el principio en evidencia el predominio de un patrdn de grandes puntas pedunculadas... para coexistir més adelante con otras puntas apedunculadas de factura més fina, llegando éstas a alcanzar tamafios bastante pequefios, como es el caso de una micro punta presente Valles 23 COENISTENCIA E, en el primer nivel de excavacién y otros artefactos coma cuchillos, perforadores' y raspadores, Todo esto sefiala una manufaetura, de otro tipo de artefactos a que parte de éstos corresponden a intercambios 0 contactos con otros grupos presentes en estas drea intermedias, eomo parece sefialarlo la presen- cin de puntas de base e6ncava...que mantienen evidentes relaciones con San Pedro Viejo..” (op. cit:133) »- También se ha mencionado que “La movilidad y por ende las posibilidades de contactos quedan de manifiesto al registrar fau- na malacolégica entre los restos de comida” (op. cit.). A esto habria que agregar, la presen- cia de dos laseas de obsidiana, probablemente saviudas a las entierros, las que también sugie- ren movimiento, esta ver hacia la alta cordille ra, posibilitando también eventuales contacts culturales. Estos movimientos, segiin los au- ores, serfan de tipo transhuméntico (op. cit.). ‘Seguin estos autores la evidencia del sitio “pa- recen corresponder a una tradieién de cazado~ res-recolectores que coexisten en el drea cun los cazadores-recolectores detectados en San Pedro Viejo... que en determinados momentos mantendeian relaciones entre sf” (op. cit: 134). Alero Rocoso de Punta Colorada Punta Colorada se encuentra ubicado en el margen norte de la quebrada de Los Choros, (Lat 29° 21°, Long. 71° 03*), a una altitud de 396 M.s..m., en el antiguo De- En realidad se wataria, a juzga dle Hilos de instruments Itigos se han reconocido en {Ver Flenniken y Raymond 1968, Dibble 1995, entre par la Husirasidn de una punta sriangular que por fra io distal, A este respecto eambios morfeldgicos producto del rejavenecimiento y reavivado iversos estudios experimentales y en muestras arqueal6gicas 0s). partamento de La Serena (Ampucro 1969), que se conoce hoy come provincia del Elqui. El sitio corresponde a un alero cuya excavacién permitié distinguir una cestratigrafia con un depésito de 60-cm. de pro- fundidad en donde, a lo menos, se diferenci ron cinco estratos ocupacianales eon eviden- cias culturales. Las evidencias para el més anti- gu0 evento ocupacional (estrato 1) incluyen: una punta de proyectil en forma de “hoja de sauce pedunculada”, un fragmento de forma de “hoja de laurel” de limbo aserrado, otro fragmento distal, un raspador, un guijarro wabajado, tres preformas y un total de 24 lascas y 31 esquirlas. También se han identificado restos de lana, una, de ellas trenzada, un resto de cesto con entrela- zado de fibras, un fragmento de rama trabajado por pulido, un fragmento distal de punzin de hueso y quince evidencias Gseas, entre las que se identifie6 un felino y Chinchilla sp., ademss de dos moluscos (Choromytilus chores y Mulinia sp.).En elestrato (La), se registraron: un guijarro ‘abajado, interpretado como nticlea, una preforma, seis lascas y ance esquirlas. Los restos 6scos incluyen seis evidencias entre las que se identificé Lama sp. En el estrato I b el material litigo incluye un raspador de morro, una preforma, un cuchillo, siete lascas y seis esquirlas. Tam- bign se registrd un fragmento de cesteria, El material éseo incluye cineuenta evidencias entre Jas que se identificd Lama sp. y Chinchilla sp., ademis de un moluseo (Pecten purpuratus). En elestrato IHL, el material Iitico incluye una punta stura de su extremo distal, fud ‘hoja de laurel con base ligeramente eéneava.con alletas de poco desarrollo”, un fragmento basal de punta “hoja de laurel” y otra punta triangular de base cGneava, dos raspadores uno de ellos dos preformas, tres lascas y seis ‘esquitlas. ‘T registraron restos de lana una de ellas trenzada y un trozo de madera traba- jado. Los restos dseos incluyen un total de cua- semicircula rambién si renta elementos entre los que se identifies una especie de Cervidae 0 camelidae. En ef iltimo y mas reciente es- trato (IV), se encontraron: una punta de proycctil pedunculada con sus hombros ligeramente seftalados. dieeioche laseas y cinco esquirlas, fambicn aparecieron restos de lana, varias de ellas trenzadas, Las evidencias dseas, un total y seis restos, permitieron iclentifi de cincuenta car un individuo juvenil de Lama sp. También se identificaron dos moluscos (Choromytilas chorus y Mesodesma donacium). , Ty EV se registraron restos de piel. En varios de los es- tatos se ubicaron cvidencias de vegetales que incliyen algunos restos de madera de copao {Cactea ewlyehnia deida) y algarrobo (Prosopis vhilensis), hoja de un arbusto conocido como huaiil ( Proustie baceharoides), restos de una aminea conocida como chasquilla (Stipa plunvosa), un troz0 de tallo probablemente de Churqui (Oxalis gigantea) y semillas de car bonilla (Corclie decandra), Respectoa las caracterfsticas de este sitio, se ha sealado que “El material ar queolégico no presenta caractertsticas muy diferenciables para cada nivel, por lo cual cree- mos que corresponden a perfodos relativamente cortos de ocupacién. El material caracteriza all ztupo humano con habitos némades, que se ‘Donald Jackson S. trasladaba desde la cordillera en los perfodos de invierno y primavera a los sectores més ba- jos, siguiendo los movimientos de la fauna y climas més benignos”. (Ampuero 1969:34), Laausencia de cerdmica y Ia afi- nidad de las puntas de proyectiles con contex- tos arcaicos del Valle del Encanto, los que a su vez.s¢ relacionan con otros hallazgos en el sec~ tor de Cachiyuyo y El Chafar y con los sitios de San Pedro Viejo de Pichasea y Quebrada de Minillas, permiten sugerir al autor un compo- nente “precerémico” que no debiera ser ante- rior al primer milenio antes de Cristo (op. cit.; 34-35). Los presentes resultados permi- ten discrepar de esta interpretacién. Si bien el registro arquealégico es eseaso, existen algu- nas evidencias que permiten sospechar un com- ponente Huentelauquén ademas de las eviden- cias relacionables con San Pedro Viejo de Pichasca, Efectivamente, para el estrato I se presenta una clara punta lanceolada peduncu- lada de tipo Huentelauquén y un guijarro tra- bajado que interpretamos como una preforma de lito geométrico, Para el estrato Ta, también se describe un guijarro trabajado interpretado como nicleo, aunque se indica que es igual al del estrato anterior, presentando forma ligera- mente elipsoidal con ambas caras paralelas y de menor tamano, lo que sugiere también una preforma de lito geomdtrico de tipo Huente- Jauquén, Finalmente, para el estrato IV se des- cribe un ejemplar fracturado y en proceso de elaboracidn de una punta pedunculada con sus hombros ligeramente sefialados y pedinculo de bordes convergentes casi triangular, descrip- cidn que coincide con puntas tipo Huentetau- quén, El hallazgo de algunas especies de mo- Valles 25 ‘COEXISTENCIA E. LAMINA II Evidencias artefactuales de algunos sitios mencionados en el texto: A. San Pedro Viejo de Pichasca (tomado de Ampuero G. y M, Rivera, 1971); B. San Pedro Viejo de Pichasca (tomado de Iribarren J., 1969) y C. La Fundicién ¢tomado de Iribarren J., 1959) Valles 26 luscos marinos indican algiin tipo de relaci6n con la costa, que padria ser explicado por la presencia de los componentes Huentelauquén, Las evidencias Huentelauquén de los estratos I, Ia y IV asociadas a eviden- cias del tipo con San Pedro Viejo de Pichasca ‘como son las puntas triangulares y_ Ios restos de cesteria, permiten suponen, a lo menos para tales, estratos, la coexistencia de componen- tes Huentelauquén y San Pedro Viejo de Pichasca. La ausencia de evidencias Huente- Tauquén en los estratos imtermedios (Lb y HII) podria deberse al tama eavacién, o bien en que no quedaron restos diagnésticos; sin embargo, debe considerarse iio de la muestra de ex- que en ambos estratos se evidenciaron pre- formas que también fueron registradas en los, estratos I y Ia, Si efectivamente, corresponden a periodos relativamente cortos de ocupacién. El material caracteriza al grupo humane con habitos némades, que se trasladaba desde la cordillera en los perfodos de invierno y prima- vera a los sectores més bajos, siguiende los movimientos de la fauna y climas mas benig- nos”, (Ampuero 1969: 34). Si efectivamente, nuestra interpretacién es correcta, este sitio no s6lo contendrfa componentes Huentelau- quén y San Pedro Viejo de Pichasca coexisten- tes, sino que también tales estratos ocupacio- nales corresponderfan a fines del Arcaico Temprano y no al primer milenio a.C. como s¢ha seiialado. Tales ocupaciones, correspon- den en todo caso a eventos de acupacién cor- tos por grupos cazadores-recolectores que tu vieron movimientos hacia 1a costa y la Donald Jackson S. cordillera. Cueva Quebrada Minillas Esta cueva se encuentra locali zada al borde de la quebrada del mismo nom- bre que desemboca en el rio Hurtado, a 50 km. de la ciudad de Ovalle, provincia de Limari, a unos 17 km, del sitio de San Pedro Viejo de Pichasea. Se trata de un refugio natural con un rea cubierta de 60-m aproximadamente. En una primera inspeccién se registraran eviden- cias de un entierro humano, instrumental litico constituido por nticleas, Iéminas, desechos de talla, cuchillos, raspadores, puntas de proyec- tiles triangulares y algunos moluscos marinos del géneto Choromytilus y Olivia peruviana (Iribarren 1951). En una segunda oportunidad (1968) se realizaron excavaciones de varias cuadriculas. Se detects una estratigraffa que “penetra oblicuamente a diversos niveles, con- figurando cambios en la profundidad de los sedimentos ocupacionales. Trayendo por con- secuencia la condieiGn que los niveles aparez- can en parte irregulares y distorsionados”, Cribarren 1970;209). Las evidencias culturales inclu- yen basicamente instrumental Iitico?. Este esta constitufdo por numerosas puntas de proyecti- les triangulares apedunculadas, de bases recta, céncava y convexa; puntas triangulares y sub- triangulares espesas y pedunculadas, preformas bifaciales, raederas unifaciales, cuchillos bifaciales, raspadores discoidales, wozos de cuarzo retocados, preforma de piedra horadada Fin los niveles superficiales se registraron fragmentes de alfareria Molle de los tipos Negro Pulido, Negro Corviente y Rojo Pulido Grabado. COEXISTENCIA E. y un fragmento de un pequefio recipiente en grano-diorita. Estos artefactos se han encontra- sy de camélidos, y aceniza y carbones, Se sabe de la presencia de piedras horadadas y manos de moler de procedencia desconocida. (ap. cit). Las asociaciones estratigraficas para las distintas evideneias culturales no son do asociados a restos de osamentas human: claras, pues existen sectores removidos y la excavacidn se Hevé a cabo por niveles arti ciales. No obstante, queda clara la presencia de un componente arcaico para los niveles feriores y un componente Alfarera Temprano E| Molle para los niveles supe- riores. También es clara Ia asociacién de pun- del Comph tas triangulares apedunculadas junto con las de tipo pedunculadas para los niveles inferiores de algunas cuadriculas. Las puntas triangulares, los ras- padores discoidales y tas piedras horadadas gwarcan relacién con la tradicién San Pedro Viejo de Pichasea y las puntas pedunculadas y preformas de las mismas, como bien Io sefiala Iribarren (1970) guardan relacién con las en= contradas en yacimientos Huentelauquén y en la quebrada de Carcamo. Barrancones. EI sitio se ubica a 20 km. al su- reste del pueblo de Domeyko (28° 50‘de latitud sury 70° $0‘de longitud oeste), en la provincia de Vallenar, Regién de Copiapo, aproximada- mente a unos 80 km. de la costa. El emplazamiento corresponde * La informacisn publicad para este a.untlano al borde-de una quebrada, con abun- dante material litico en superficie, aun cuando nueve cuadriculas (2x1 m) de excavacién mos- traron un depésito de 30 cm de profundidad, Las evidencias artefaetuales recuperadas, ta to en superficie como en estratigraffa, permi= tieron detectar un conjunto de artefactos constituidas por nicleos, lascas, desechos, preformas, hojas bifaciales, y puntas de pro- yectiles pedunculadas que han sido relaciona- das, presuntivamente, con aquellas del Com- plejo Huentelauquén (Iribarren 1976). Junto con las evidencias anterio- res, se menciona Ia presencia de “implementos de posible origen intrusivo”. Entre estos se des- tacan raspadores circulares y carenados, junto con puntas apedunculadas de bordes paralelos y convexos y base recta (triangulares), las que sospechamos, podrfan corresponder al tipo San. Pedro Viejo de Pichasea, lo que evidencia, nue- vamente, la eventual coexistencia de ambos. componentes culturales en un mismo sitio, esta vez con caracteristicas de taller litico?. Los Morrillos Los Morrillos es un sitio de la vertiente oriental de Los Andes, Argentina, pro- vineia de San Juan, Corresponde a dos eleva- ciones que se localizan en el sector oriental so- bre la ladera este de la Cordillerade Ansilta, a 3.000 M.8.N.M. (31° 43°lat. sur y 69°42 ‘de long. geste), Aqui se localizan tres grutas con ocu- paciones humanas. La gruta | tiene un drea de ocu- oes escasa y no permite definir con claridad las caractertisticas de su cantexta, no obstante es clara Ia descripcién de las puntas pedunculadas (y preformas), y puntas triangulares, las que hemos teibuido los complejos seflalados, Por otra parte. wn sit al nor-oeste de fa loealidad de Gualeuna, en la Prov’ superficial de caracteristicas similares es EI Chafag, situado wea de Elqui (Ieibareen 1959). Donald Jackson 8. pacin maxima de 18,0 x 10,50 m y 2.70m de altura, Amplias exeavaciones Ievadas a cabo en ella, han permitido distinguir tres capas, dos de las cuales (I y II) presentan evidencias de ocupaciones arcaicas con depésitos entre los 50 y 70 cm asociados a evidencias culturales de la Hamada “Cultura Los’ Morrillos". Esta inclufa un numeroso conjunto artefactual; en la litica, puntas de proyectiles apedunculadas \ceoladas pequefias, prefor= triangulares y mas, micro raspadores y raederas, cuchillos, cepillos, choppers, desbastadores, nticleos, lascas, kiminas, desechos de talla, placas de piedra, manos de moler, piedras horadadas y bloques con tacitas, retocadores. Se agregan punzones y espstulas de hueso, algunos arte- factos de madera (fragmento de estélica, asti- les, palitos para encender fuego y otros), evi- dencias de pigmento, restos de carbonilla, cdiscaras de huevo de Rhea americana, osamen- tas de Llama sp. y evidencias de varios entie~ ros. Asociada a este conjunto y en los niveles més profundos (80-100 cm) se registré una punta pedunculada tipo Fortuna y un pedtin- culo, La cronologia para este contexto se en- marca, de acuerdo a dataciones radiocarbénicas entre los 5.460+- 140 afios A.P. y los 4.070 + 105 altos A.P, (Gambier 1985). La gruta 2 presenta 10,80 m de profundidad y 9,60 m de ancho. Los depésitos estratigréficos mucstran también una capa co- rrespondiente a la “Cultura Los Marrillos”, con un espesor maximo de 120m y se distingue en algunos sectores microestratigrafia. Las eviden- cias culturales incluyen puntas apedunculadas triangulares, preformas, microrraspadores, raederas, cuchillos, cepillos, desbastadores, las- cas, |iminas, yunques, rodados eon huellas de uso, molinos, restos de pigmento y trozos de mica, Se agregan un collar de huesos de ave y ‘guanaco, cuentas de valvas de moluscos mari= nos, retocadores, punzones, agujas y tubos de hueso, restos de cesteria (Coiled), hilos de lana, vegetal y nervios, fragmentos de cuero curtido, fragmentos de dardos, palitos para encender fuego, fragmentos de cafia osamentas de ave, roedores, zorro y Lama sp., edscaras de huevo y plumas de Rhea americana, earbonilla, ser llas de algarrobo, Maihuentopsis y cuescos de albaricoquillo, haz. de juneos, coprolitos y pe- los humanos, junto a varios bloques con nume= rosas piedras tdcitas, Asociados a este contex- to, se registraron artefactos de 1a industria Fortuna tales como puntas peduneuladas, preformas de hojas, raspadores y raedera-ras- padores. Las evidencias de este contexto han sido datadas por radiocarbono entre 7.920 + 120aiios A.P.y 6.480+- 130 afios A.P. (Gambier 1985). La gruta 3, tiene una profundi- dad de 9 m por un ancho de 5,5 men Ia entra- day su excavacién presenté también tres ca- pas, de las cuales slo dos presentaban escasos restos culturales atribuibles a la “Cultura Los Morrillos”. No obstante, en una cuadricula del talud “y a partir de los 60 em de profundidad, se localizé un gran fogén muy espeso-eon gran cantidad de restos de la cultura Mortillos en su interior” (gp. cit., 31). Estos dltimos esta- ban constitufdes por puntas apedunculadas triangulares, puntas lanceoladas pequefias, preformas, microrraspadores, cuchillos, rae- deras, cepillos, desbastadores, percutores ,ro- dados con sefias de fricei6n, manos de moler, piedras tacitas, lascas, algunas de elas retoca- das, trozos de malaquita, retocadores y punzo- alles 29 COEXISTENCIA E. nes de hueso, cuentas de valyas marinas y de piedra, pendientes liticas, palitos eilindricos, restas de pigmentos, fragmentos de mica, carbonilla, osamentas de zorro y de Lama sp., cdscaras de huevo de Rhea americana, carbo- nilla, vainas de algarrobo y envolturas del tu- béreulo Maifuentopsis sp. Todos estos elemen- tos se encontraban asociados a algunas piezas de la industria La Fortuna, tales como puntas pedunculadas y hojas tipo Fortuna. Para esta ruta no se cuenta con dataciones radiocarbé- nicas (Gambier 1985). En sus niveles mds profundos, las evideneias de las tres grutas, muestran ar- tefactos indicadores de la cocxistencia, tanto de los componentes pedunculados de la Indus- La Fortuna, come de los componentes ape- dunculados triangulares de In Cultura Los wi Morrillos, asociados a un variado conjunto artefactual, En estos tltimos predominan los componentes Morrillos. Sélo en la gruta 2 los vomponentes Fortuna son mais niimeros eoin- cidiendo con una mayor antigiedad de la acu- pacién y evidenciando que, paulatinamente, estos Componentes van perdiendo fuerza ha- cia los momentos mis tardios. La Colorada de La Fortuna Este sitio pertencee a la verti tc oriental de los Andes, Argentina, provincia de San Juan, se ubiea al oecidente de Ia cordi- Hera de Ansilta, a una altitud de 3.200 w.s..M. Se emplaza al borde de un arroyo denominado de la Colorada, en un rea de abrigos rocosos. Las evidencias artefactuales en a este sitio incluyen numerosas puntas triangu- nceolada chica, varias pun- ro-racder lares, una pur tas pedunculadas tipo Fortuna, mi piedras horadadas y restos de carbén. El con- texto ha sido definide como perteneciente a la Hamada “cultura Los Morrillos”, no obstante que la presencia de puntas pedunculadas tipo Fortuna sefialan una coexistencia entre estos grupos, A este respecto “En las excava ciones sistemnéticas que se realizaron en los ni- yeles 10y 20 primeros centimetros de sedimen- tos, luego de retirar una eapa superficial estéril de unos 12. cm de espesor de la cuadriculaC, se colecté una importante cantidad de puntas trian gulares y microinstrumentos Iiticos, Las puntas triangulares, principalmente en la capa superfi- cial situada entre los 10 y 20 cm, estaban mez cladas con algunas puntas pedunculadas Fortu- na, cuyo horizonte principal estaba situado, inmediatamente por abajo de un lente carbonoso muy compactada y homogénea de hasta 40 cm de espesor en sus puntos maximos.,. La mezcla de restos de ambas culturas no pareciera haber- se debido a algtin proceso mecénico posterior que hubiera alterado los sedimentos, porque una capa estéril y dura sellaba la capa que contenia Ios restos mas superficiales. La mezelade pun- tas Fortuna con triangulares parecen correspon deraun estadio de coexistencia o posible unifi- cacién de ambas culturas correspondiendo aun momento final de las puntas Fortuna”. (Gambier 1985:36).. La falta de dataciones radiocar- bénicas para este sitio no nos permite situar el momento de contacto entre los componentes, triangulares y pedunculados tipo Fortuna, pero como bien sefiala Gambier (op. cit.), podria co- responder a un momento final de la industria La Fortuna, La Gruta de El Chacaycito Este sitio se ubica también en la vertiente andina oriental, en la provincia Ar- gentina de San Juan, Se sittia en un ambiente cordillerano sobre el margen izquierdo del rio Colorado a una altitud de 2.550 ms.n.m. La estratigrafia de este asenta- micnto, muestra una primera ocupacién de grupos agropecuarios, hasta una profundidad de 1.2 m, luego de lo cual se presenta un com- Ponente arcaico asignable a 1a cultura Los Mortillos, Entre 1,5 a 1.9 m de profundidad, se registraron un fogén y el enterramiento de un parvulo, Junto a éstos habia concentracio- nes de carbonilla y ceniza asociadas a eseasas evidencias artefactuales, Estas ultimas estaban constituidas por puntas de proyectiles triangu- lares, preformas, microrraspadores y racderas, desbastadores, piedras, cuchillos, lascas, de- sechos de lalla, rodados fracturados, piedra ho- radada, un gancho de piedra pulida, un trozo de ocre y escasos fragmentos de huesos lar- gos de guanaco y céscaras de huevo de Rhea americana, La ocupacién mas antigua de este ‘contexto fue datada por C.14 en 5.060 afos AP.03.110ahos a.C. (Gambier 1985:34-35), Lapresenciade un fragmentode pediinculo de punta Fortuna hacia los niveles res, sin aparentes evidencias de remo- a las puntas triangulares tipo Jos, sugiere por una parte una co- existencia cultural, al igual que aquella obser- vada en cl sitio anterior y por otra indican con- tactos con Ia costa avalados por la presencia de un molusco marino. inte Donald Jackson S. DISCUSION Y CONCLUSIONES En las evidencias de los asemta- mientos deseritos se aprecia la cocxistencia imteraceién cultural que existié entre comuni- dades del Complejo Huentelauguén y San Pe- ro Viejo de Pichasca. Tales evidencias estan constitufdas principalmente por instrumentos. liticos propios de ambas comunidades: puntas de proyectiles lanceoladas pedunculadas y trian- gulares apedunculadas, cuchillos bifaciales y discoidales, raspadores de dorso alto y dis- coidales y lapresencia de preformas de litos geo- métricos junto a indicadores caracteristicos de latradicién San Pedro Viejode Pichasca, 0 bien, Ja presencia de perforadores de base ancha y Piedras horadadas, junto a indicadores propios del Complejo Huemelauguén. No menos significativa, es la presencia de obsidiana en sitios de la costa como de quebradas y valles intermedios, los que debieran provenir de fuentes cordilleranas, A la inversa, Ia presencia de moluscos en si- tios de la vertiente oriental de Los Andes,como también en las quebradas y valles occidenta- les, reflejan algiin tipo de movimiento y con- tacto con grupos de la costa. Estas asociaciones artefactuales de comunidades distintas, tienden a presentar- se en contextos cuyas dataciones indican eda- des posteriores a los 9,370 aiios A.P. de anti- giiedad coincidente con los cambios climéticos que dan origen a un creciente proceso de aridizacién y eventual crisis de recursos. No obstante, en los niveles ms antiguos del Ale- ro de San Pedro Vicjo de Pichasca, la presen- cia de algunos indicadores del Complejo Valles 31 (COEXISTENCIA E. LAMINA II 2 $ Evidencias artefactuales de algunos sitios mencionados en el texto: D. Punta Co- lorada (tomado de Ampuero G., 1969); E. Huentelauquén (tomado de Iribarren J., 1969 y F. La Fortuna (tomado de Gambier M., 1993), Valles 32 Huentelaugt y esporsiclicas en tiempos m: situacién seria esperable si se tomaen consi- deracién los movimientos de ambas comuni- dades, ya sea hacia la costa o al interior. Los indicadores propios del Complejo Huentelauquén tienden a desapare- 8.000-7,500 anos A.P., lo que su acién como identidad. En este , sugieren contactos eventuales tempranos, Esta cer hacia | giere su desint sentido es significativa la ausencia de litos geométricos, micro-morteros y otros artefac- tos en arenisca de cardcter “ritual” y. por lo lores mas significalivos de su mismo, indi identidad, aunque en algunos sitios persisten 's puntas lanceoladas pedunculadas, pero aso- ciadas a conjuntos atribuidos a la tradicién San Pedro Viejo de Pichas Tales evidencias constituyen cle- mentos que permiten interpretar que la interac hegemoni- cién cultural fue de alguna forma yada” por la comunidad San Pedro Viejo de Pichasca. La comunidad del Complejo Huente- lauquén fue, progresivamente, subsumida por esta comunidad, A este respecto, si la interac- ciGn cultural se da por alianzas matrimonia- les, ¢s probable que las reglas de parenlesco, en términos de residencia marital virilocal y patrilocalidad, se ejercieran en relacién a la comunidad de San Pedro Viejo de Pichasca o bien, que se generara una suerte de banda com- puesta en relacién a las reglas de parentesco* {Porque la comunidad San Pe= dro Viejo de Pichasca logré establecer una he- Donald Jackson S. gemonfa subsumiendo los rasgos del Comple- jo Hucntclauquén y el proceso no ocurrié ala inversa? Todo parece indicar que la comuni- dad de cazadores y recolectores terrestres te- nfa una econom{a menos “especializada” y, por Jo tanto, més flexible para manejar situacio- nes de conflicto econémico, que las del Com- plejo Huentelauquén, orientada esencialmen- tea los recursos marinos. ‘Las comunidades San Pedro Vie- jjode Pichas un sentido amplio, manejaban una estrategia de economia oportunista y/o de amplio espectro (Cohen 1984), la que pudo ampliarse aun més miento tecnolégico de la explota- cién de los recursos marinos, aportado por las comunidades del Complejo Huentelauquén, El acereamiento a la costa fue 1, tuvieron més opciones, pues, en con el econo. esencial, pues representaba una fuente de re- cursos marinos, de alta predictibilidad, abun- dante, diversa y, aparentemente menos afect da por los cambios climticos. No obstante, las condiciones célidas y semihimedas* de la alta cordillera representaban, en la misma época, un ambiente més favorable para el sustento. En este sentido las comunidades San Pedro Viejo de Pichasca tenfan mas posibilidades de adaptacién, Movimientos ocasionales hacia la costa permitfan la obtencién de recursos mari- nos complementarios. La situacién ante: 1 explica por una parte la desaparicién en la costa de los com- ponentes Huentelauquén y, por otra su presencia Evidenten tesco. No obstan ‘cultural via alianzas matrimoniales. Fase VI del Holoceno Temp ente, no estamos en condiciones de poder determinar pos la informacién etnogefien muestra que las saciedades de bandas tienden a ser exogamicas de ital visilocal y patrilocalidad y tales reglas serian consistentes can laipotesis planteada de la interaccién indicadlores arqueolGgicos las reglas de paren no de Ia Alta Cordillera de Elqui (Veit 1991 y 1993) ‘Valles 33, junto con componentes San Pedro Viejo de Pichasca en el interior, como también la presen- cia de eampamentos base, notoriamente estables, en la vertiente oriental de Los Andes Las evidene posterioridad a Jos 7.500 afios A.P,, tos proce- sos de ajuste ante los cambios climéticos se sugieren que con consolidaron segtin una estrategia cconémic de amplio espeetro, con adaptaciones mutti- ecoldgicas de cardcter complementario, Estas adaptaciones oseilaron en tornoa un patrén de movilidad estacional de tipo transhuméntico, jue articuld asentamientos cordilleranos de la. vertiente oriental y asentamientos de quebra- das y-vall on grupos de la costa, en la vertiente occidental interiore: AGRADECIMIENTOS A Victoria Castro y Pedro Baez por sus comentarios y sugerencias que ayuda ron a mejorar el manuscrito. 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