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oe Oe PENSAMIENTO POLITICO por UMBERTO CERRONI INNA 4 0000 00093225 3 >) siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. ENRO CEL AGUAZ#4, OELEGALION COWOACAN aN NERC CF siglo xxi editores argentina, s.a. Portads Je maria usa martinez pasar ime econ nepal, 1967 simotavaedilon, micramene co se compusta y come, 1987 ‘igosmogenta edicin en espaol, 2008 © Siglo nx edtores, sa dee isbn 86825-14208 derechos reservados conform la ey ‘mpreso y hecho en méxiclprintd and made i mexico INTRODUCCION AL PENSAMIENTO POLITICO 20.04 CHE 2003 1. Seafirma, por lo general, que la ciencia politica es una cieneia moderna. En virtud de una convencién no ayuna de significado, Et principe de Maquiavelo es considerado, de hecho, come la primera obra que tie: ne por objeto la ciencia politica. Esta afirmacion cho- ‘ca de inmediato con una observacién bastante obvia, ‘0 sea, que la historia del pensamiento, aun antes de Maquiavelo, conoce un gran ntimero de obras expre- samente dedicadas a la politica, incluso por el titulo. De La Repuiblica de Plat6n a la Politica de Aristoteles. La Republica de Ciceron © Del gobierno de los princi pes de Tomas de Aquino, tales obras demuestran siem- pre un gran interés por los problemas de la conviven- cia humana. Pero cuando se habla de politica como tiencia, es evidente que se hace referencia no yaa un cierto modo de considerar los problemas (en este caso seria necesario incluir tambien a las nada escasas ma nifestaciones del pensamiento politico oriental, tal » como logramos reconstruirlo al analizar las obras re ligiosas, filosoficas 0 literarias) ni tampoco @ una exposicign puramente sistematica de tales problemas (desde este punto de vista, pocas obras, como por ejemplo la Politica de Aristoteles, tendrian derecho a una calificaciain cientifica) [No es dificil constatar que, sise concibe a la ciencia politica como una disc- plina moderna, ello depende, en sustancia, del hecho de que se le atribuye la calidad de ciencia & un deter ‘minado modo de considerar y de tratar los problemas politicos y precisamente a la consideracion de éstos como objeto autonomoyy al estudio de la politica como diseiplina auténoma}Btmotive por el cual de esta con- cepcién de la politica quedan eliminadas no solo las obras més antiguas (en especial las orientales), sino ademas las que recordamos al principio, es que en clas ni siquiera se da un estudio sistematico, 0 bien, 7 ‘cuando lo encontramos, se trata de un estudio que lle vaa la politica a un sistema més general de problemas Yque subordina, orgénicamente, las soluciones politi cas a las soluciones religiosas, ticas ofllosoficas Desde este punto de vista, no hay duda de que entre Jas obras politicas antiguas y las obras, digamos, pos. maquiavélicas, hay una radical diferencia estructu: ral. Trasilo de ninguna manera fue arbitrario al agre- gar a La Republica de Platén el subtitulo De lo just, eroal comentador que repitiese algo semejante para obras como El principe, El Leviatdn, los Des tratados sobre el gobierno civil, el Contrato social o para cual. quier manual moderno de ciencia politica, apareceria simplemente como un espiritu extravagante. El subtt tulo del Contrato social de Rousseau —Principios de derecho potitico—, ala inversa, resultaria completa. ‘mente incomprensible para un griego.o para un roma. no. Por lo dems, el “escandalo” que provocé por tan. to tiempo EI principe de Maquiavelo, demuestra cuin largo y complicado fue el proceso mental a través del cual los modemos se han liberado de una concepeion | que mezclaba el manejo del Estado con la solucion de | los grandes problemas de la metafisica y de la ética Podriamos apreciar mejor la distancia que existe entre los antiguos y los modernos, por lo que toca ala concepcién general de la vida asociada, bajo cuales. uiera puntos de vista; Hegariamos siempre a la con- clusién de que se trata de una distancia absolutamen. te abismal. Toda una serie de conceptos que predominan en las grandes obras “politicas” de la An. tigedad, son para nosotros culturalmente tan leja. ‘os, que la reconstruccién filolégica de los términos se transforma en un instrumento indispensable a fin de identificar su alcance especifico. ¥ el fildlogo, por su parte, se encuentra ante una empresa extremada. ‘mente dificil. Unestudiosodelafilologiaclasica como oes Bruno Snell, ha ilustrado magistralmente las di. ficultades de semejante empresa y,en relacion con los textos literarios, nos ha indicado, ademas, los resulta ddos francamente conmovedores a que se puede llegar 8 Snell compara el trabajo del fildlogo clasico com el del “restaurador de un cuadro antiguo”, que con instru- ‘mentos precisamente filolégicos debe eliminar la "pi- tina de polvo y barniz que los tiempos han acumulado y, de esta manera, dara los colores aquella luminosi- dad que tenian en el momento de la creacién”.! De otra manera, gran parte del mundo ideal de la Anti- giiedad escaparia a nuestra comprensi6n y se nos re- velaria como una gigantesca coleccién de “errores mentales” En las primeras pagimas de la Politica de Aristéte- les encontramos la célebre justificacion de la esclavi- tud por naturaleza; lo que Aristételes considera nece- sario afirmar por principio es algo que con toda exactitud los primeros grandes teéricos modernos creen necesario negar también por principio, El Pri- ‘mer tratacio de Locke se opone diametralmente a la po- sicién de Aristételes, al iniciar a la letra: “La esclavi- tud es para el hombre una condicién tan misera y despreciable y contraria de modo tan directo a la na- turaleza generosa y valiente de nuestra nacién, que es dificil concebir que un inglés, con mayor razén si se trata de un gentilhombre, la defendiese."? Por el con- trario, Aristoteles conclufa su exposicién sobre la es- clavitud, proclamando que “es manifiesto, por tanto, ue algunos son por naturaleza libres, otros esclavos yque la esclavitud es justa y stil para estos uiltimos" Sin embargo, la distancia que separa a Aristoteles de Locke (para no decir al mundo antiguo del mundo mo- derno) se hace atin mas clara y sorprendente cuando se piensa que poco antes Aristoteles habia escrito: “..sin la virtud el hombre es el ser ms cruel yas sal- vaje, inclinado en el peor de los modos a los placeres ya los manjares. La justicia es elemento y condicion de la sociedad civil, pues el derecho es norma de la ' B, Snell, La cultura greca¢ le origin del pensiero europeo, Turin, 1963, p19, 25 Locke, Dos tratados sobre ef gobierno civil. Trait, Turin 1988, p. 63 Aristétles, Politica, Trad. it, Bari 1925, p. 11 convivencia civilizada y la practica del mismo consis. teen Ia determinacion de lo justo’”* En una palabra, quien teoriza la esclavitudes el mismo Aristoteles que injertael estudio de las cosas politicas enel tratado de la virtud y la justicia y el que —en la Erica nicomaquea— proclama que “el politico, por tanto, debe también especular en torno del alma’. Por lo contrario, Locke, que niega la esclavitud, afirma que “por extrafio que pueda parecer, el legislador no se ‘mete para nada ni con la virtud ni con los vicios mora: les” Los ejemplos podrian multiplicarse: los modelos del moderno politico (si se piensa, por ejemplo, en el Agatocles y en el César Borgia de Maquiavelo) no nen nada que ver con la religién, com la ética, con la: losofta; su mundo esta tan secularizado y pragmatiza- do que mientras que la mas antigua utopia —Ia de Platén— preconizaba el gobierno de los filos6fos, la mas moderna —Ia tecnocracia— preconiza el gobier- no de los técnicos, El mundo de la politica, tal y como fue concebido por los antiguos, forma parte del mun: do de la verdad; el de la politiea maderna preseinde de 41. Cuando Rousseau lamentaba el que “los hombres politicos antiguos hablaban continuamente de las bu: nas costumbres v de la virtud; los nuestros no hablan ms que del comercio y del dinero”, no se limitaba a formular una reprension de caracter moral, sino que llevaba a cabo un pertinente sefialamiento técnico. ¥ cuando Benjamin Constant exaltaba la libertad de los modernos respecto de la libertad de los antiguos, veta una superioridad radical de la primera en el hecho de que los problemas de la verdad y de Ia ética ya se habian “privatizado”, transformadndose en patrimonio exclu: sivo de las conciencias individuales. j2.La rencia radical de la que estamos hablando parece dividir en dos a toda la historia del pensamien- | Sito al ekteens noma moda elas iy litica al entero curso ideal de la Antigiiedad y de la misma Edad Media. Noes casual, porlo menos, el que todocl Medievo haya mostrado l selloindiseutible de la Politica de Aristoteles y que el Estagirita haya sido llamado durante siglos “el filésofo” porantonomasia. Los adversarios de la esclavitud y de la politicidad del hombre, no menos que los adversarios de la vieja logi- «a, de la concepcién rigida, cerrada y mecanicista de la ciencia, en suma, todos los innovadores quea partir del Renacimiento levantan nuevas banderas sobre el edificio de la cultura europea, estan, explicita oimpli- citamente, en polémica con Aristételes y hasta su Ila- ‘mado a Platon tiene mas bien un valor polémico que un yalor, digamos, rigurosamente teérico; es el llama- do a un organo del pensamiento que permite, en la busqueda de los modelos absolutos, abrir un pasaje delimitado rigidamente por la circularidad omnicom- presiva entre fisiea y metafisica que Arist6teles construy6* Este profundo quebrantamiento provoca una canti- dad de problemas estrictamente atinentes al método de la politica como ciencia, De inmediato viene a la ‘mente tin interrogativo desconcertante: :cémo es po- sible que la viston del maximo pensador de la Antigue- dad resulte, a los ojos de Locke, indigna y despreciable para un inglés de su tiempo, maxime si se trata de un “gentilhombre"?; ,a la inversa, ¢cémoes posible que lo que era casi obvio para este mismo inglés resultara inconcebible para Aristoteles? Un interrogativo de este tipo, que en otros campos ‘no pasa de ser un interrogativo estrictamente filolégi co, a pesar de ser tan legitimo como en la politi elcampo de esta disciplina adquiere un aleance infini- tamente preocupante. En esencia, este interrogativo se puede resolver en los siguientes términos: gcémoes posible que la especulacién acerca de la verdad, que la ‘mas grande mente antigua puso como fundamento de 5 Al respecto véanse las agudas consideraciones de A. Bani, ba vite di Galileo Galle, Milan, 1962 u las cosas politicas, conduzca a legitimar la esclavitud por naturaleza, mientras que, por el contratio, preci- samente la separacién de Ia politica respecto de la es- fera de la verdad y de la virtud, permita reinvindicar la libertad y la igualdad por naturaleza de todos los hombres? O, en otros términos pero con una formula- cién anéloga, ¢cémo fue posible que instituciones so- ciales que toda conciencia modesta condena, hoy por hoy, a primera vista se conjugaran en el pensamiento griego con aquella vision complexiva del mundo, que suscité el admirado estupor de la interpretacion “clé- sica” de la antigiiedad de un Goethe, de un Winckel: mann y hasta de un Rousseau?® Problemas de este tipo, naturalmente, no pretenden volver a proponer la querella entre los antiguos y los ‘modernos; no obstante, sirven para precisar, en prin- cipio, el caracter problematico de los instrumentos con los que acostumbramos conformar la historia del Pensamiento politico que ahora nos interesa, Tales instrumentos, por ejemplo, hacen entrar en crisis la nocién de Ia historia del pensamiento politico como una sucesiva progresién de las ideas o de la historia como “historia de la libertad”, conocida formulacién general de Croce. Enel primer capitulo de su Historia de Europa, Croce en realidad elude el problema cuan- do, al examinar el nuevo contenido que adopta la pala- bra “libertad, lo relaciona con “el nuevo concepto de Ia humanidad’ y escribe: “No se habia llegado a este concepto como por ensalmo ni por un salto o por un vuelo al topar con los umbrales de este camino, sino que a él se llegaba en virtud de todas las experiencias y soluciones de la filosofia en su laborio secular, que ‘cada vez mas habian acortado la distancia y compues- toa disension entre cielo y tierra, Dios y mundo, idea- lidad y realidad, y, al reconocer idealidad a lo real y * Interesantes observaciones acerca dea vsloracién moderne dela civiizacion griega en VP. Shestakow, “Antichnost v sovre. ‘mennoy burjuaznoy Hosofi istorii”, en Vestnik drevaey itor 1.2, 1963, 2 realidad a lo ideal, reconocieron y comprendieron al ‘mismo tiempo su inescindible unidad, que es identi- dad.’” La evasiva es tal, que Croce termina su libro on esta singular readopcién de un dualismo tradicio- nal: ‘‘Trabajad de acuerdo con Ia linea que os ha sido trazada, y dejad que la Divina Providencia haga lo demas, pues ella sabe mas que nosotros y trabaja con nosotros, en nosotros y sobre nosotros." Pero enton- ces resulta inditil haber exaltado el final de la disen. sion racionalista del siglo xvii “entre razén ¢ histo- ria”, otorgando el mérito a la dialéctica de Hegel y al historicismo de Vico, pues si se ha de aceptar una vi sion que retorna a postular el providencialismo divi- no, tanto la dialéctica de Hegel como el historicismo de Vico son problemas que deben ser ante todo expli- cados, si se quiere, recurriendo a las causae finales de lahistoria, mas bien que las causae e/ficientes. Con se- ‘mejante criterio, nuestro interes por la teorta poli de Aristoteles o de Platén, de Tomas de Aquino 0 de Egidio Colonna, consistird tan s6lo en buscar su ul cacion en el “diseno providencial”, que lleva la histo- ria de las ideas a las puertas del liberalismo moderno, aaquel “ultimo acto” de la historia, a aquella “edad del Espiritu’, que en el siglo x1 Joaquin da Fiore ha- bia profetizado” y que “ahora se abria ante la humana sociedad que la preparé y que la habia estado esperan- do”? ‘Aun cuando se mueve tras las huellas de una “histo- ria del espiritu’, el fildlogo Bruno Snell, que ya recor damos antes, se plantea dificultades y soluciones de bien diversa naturaleza —por cierto, empujado por los agudos y concretos moscardones de la interpreta- ion filologica que poco se logran aplacar con las reli giones de la libertad—; tan es asi que se detiene ante la empresa de escribir una historia del “descubri 7B Croce, Stora d Europa ne secoto decimonono, Bat 1942, pl * Db. p. 360, roid p23 miento” del espiritu en la Grecia de Homero, y prefie re, mas bien, con la cautela del cientifico, “la forma del ensayo”, que le permite proceder por breves cor: tes filolégicamente verificados. “El significado del mundo griego —escribe— viene aqui investigado por caminos diferentes de los que siguis el clasicismo: no. sotros no esperamos descubrir una humanidad per- feeta y, por ello mismo, desligada de la historia, sino que descamos encontrar el valor historico de lo que los griegos llevaron a término... Ya veremos eneste es- tudio como ciertos fenémenos espirituales primitivos se presentan a la conciencia bajo cada vez mas nuevas formas y veremos también como palmo a palmo esos fenémenos van sellando de manera diferente el cono- cimiento que el hombre tiene de si mismo. Un estudio de la historia del espiritu, tal y como la entendemos nosotros, seria el encargado de poner en igual eviden- cia tantoel aspecto historico comoel aspecto sistema tico de este proceso, Naturalmente, ello aumenta las dificultades de la representacion, pues no es posible seguir al mismo tiempo dos filones, 0 sea, la linea his- toric yel desarrollo de determinados motivos que en- contraran su conclusion en un sistema. Por tanto, la forma més idonea es la del ensayo, en el que se puede poner de relieve cada una de las dos tendencias.”"" ‘Asi pues, el fildlogo advierte que la identidad entre historia y Filosofia no puede anular su especitica dife- rencia, ya que para él la historia tiene las dimensiones irreductibles y vigorosas de organismos filologicos instrumentalizados como organismos reales, en los que él tiene que experimentar sus hipdtesis concep- tuales, del mismo modo en que lo hace el naturalista; asf sucede, por ejemplo, cuando se persigue la finali- dad de comprobar si las palabras homéricas se rela- cionancon un vocabulario mental especifico, en el que no sélo existen simples anticipaciones del que nos es propio, sino, ademas, lagunas sintomaticas y presen- ss6litas para nosotros: Si en Homero no se en- 8, Sool, op. cit, PE 4 ‘cuentran muchas cosas que, de acuerdo con nuestra ‘concepcién moderna, deberian encontrarse, debemos pensar que éI no las conoce aun, tanto mas cuanto que diversas ‘lagunas’ de esta especie aparecen intima- mente relacionadas entre si, mientras que, al contra- rio, muchas cosas se nos presentan en modo tal que al principio nos resultan desconocidas; sin embargo, si nos servimos de ellas llegaremos a formar un todo sis. tematico.""" Un todo que, aun cuando presente con- vergencias con el nuestro, tendra también diferen: cias, que de acuerdo con el arbitrio de los filoséfos quiz puedan ser dejadas de lado, pero que son esen- ciales para el fildlogo que persiga aferrar no solo aquelloen que la lengua de Homero es idéntica a nues tra lengua de la civilizacion europea, sino y sobre todo aquello ep que noes igual, supongamos, ala lengua de Gocthe. EI filésofo, como figura tradicional opuestaa lade! cientifico, busca puntualmente la progresion de las ideas y la “superacion" de los errores y de los limi tes ideales, y deja al historiador —a la “degradante” filologia—Ia localizacion de los elementos del sistema cultural griego, que enel “avance” del Espiritu vienen “superados”, pero pierde, de ese modo, Ia estructura del mundo cultural griego que, aun cuando indudable- mente se relaciona con la del nuestro, no se identifica con ella y muestra, por el contrario, un “todo sistema- tico”, que es, en su conjunto, un universo ideal dife- rente y original. 3. Advertencias como las anteriores on esen Iahistoria del pensamiento politico, para evitarque el eauiibriodelos variados elementos de un determin do complejo conceptual —porejemplocl dele Poliea de Aristételes— sen alcrado por nuestra indagacton imererada en verfcaraqello en que ese comple conceptual preanuncie el nuestro aguello que dria serconsideradocomomere “dclecto", caducidad o falta respecto de éste, con lo que se nos escaparia el "B. Snell, op. ele, BAS 1s significado auténticamente hist6rico que aquel com- plejo conceptual tiene en un preciso contextode la his toria de la civilizacion, Al anteceder estas cautelas, de inmediato advertimos que la justificacion aristotélica de laesclavitud por naturaleza no puede ser confundi- da con un simple “error” mental, con una limitacion conceptual, ante la que el estudioso moderno, como era el caso de Vitoria, se limite a sustituir quod certe Arisioieles non intelexit. El desdefo trabajosamente disimulado con el que es acogida una seccién tan esen- cial del pensamiento politico aristotélico por el lector “interesado”, deja entonces el lugar a una valoracién que trata no S6lo de conectarla con la estructura real del mundo griego (en el que, como dice Aristételes, no habria necesidad de los esclavos siempre y cuando “los telares trabajaran por si solos”), sino, ademas, de encontrar los limites del mismo caracter “superior” y “sublime” de nuestra concepeion individualista mo- derma: “La eselavitud —ha escrito Pohlenz— pasa por ser irreconciliable con el derecho del hombre a la li bertad personal y, sin embargo, la civilizaci6n moder- nanos ha aportado también los campos de trabajo for: zado para hombres libres.”!? Claro que una obj ‘como ésta provoca el rechazo de quien, al teorizar la superioridad de nuestra concepcién moderna, tiende acolocarla fuera del “todo sistematico” de nuestra ci- vilizacién, de la que desgraciadamente también for- man parte los hornos crematorios nazis. Ahora bien, sial abordar semejante tema podemos turbar la con- ciencia de nuestros contempéraneos, limitémonos a traducirlo en algo diferente, pero que responde con la ‘misma eficacia a nuestros fines, al recordar con Max Weber, que ‘la maxima expansion de 1a explotacion de los esclavos coincidié, en el ambito de la historia griega, con los periodos de florecimiento de la demo- cracia".! Para tal efecto, el problema sigue siendo el 24. Pohlenz, Laliberte grecque, Pars, 1986, p.7. 1M. Weber, Economia y sociedad, Trad, it, Tura, 1961, tte P68. 16 ‘mismo, pues se trata de “‘restaurar” integramente un _. complejo de civilizacién, evitando conformarlo con criterios arbitrarios, tomados inevitablemente del ar- snal mental de nuestra cultura. ‘Sin embargo, no es menos cierto que la cuestién de la “imponderabilidad” propia de las ciencias sociales, ‘que tanto angustié a una mente como la de Max We- ber, no se puede resolver sin la elaboracién de ciertos criterios, es decir, sin la organizacién de una “escala conceptual” 0 de’ determinados “‘tipos ideals”. En, efecto, séloes posible pensar en el mundo griegocomo en un todo cuando se realiza un esfuerzo de abstrac- cién conceptual que logra definir sus pardmetros. Pero aunasi el problema consiste precisamente en lle- vara caboesta operacién tedriea deduciendo aquellos parémetros del material mismo que nos toca organi- zar, de otra manera podriamos adoptar como parame- tros dela civilizacion en cuestién criterios que provie- nen de le nuestra: Es en este momento cuando el problema de la historta del pensamiento politico sur- ze con toda su complejidad, pues nos percatamos de ‘que, para evitar el escollo de una construccién finalis- ta de la misma y para no resolverla de esta manera en Ia filosofia, es preciso evitar a la ver el escollo que re- presenta una mera coleccién empirica de hechos, el escollo de la pura y simple filologia. Es necesario reconocer, por tanto, que si los fildso- fos han visto a muchos de sus bajeles irse a estrellar contra Escila, Caribdis por su parte ha desvencijado del moderno socidlogo de la po- la sociologia de la politica el haberse hundido en el “hiperfactualismo” yy el que haya consumado una indecorosa “fuga de la razén"," conviene entonces reconocer la parte de verdad que encerraba la posicién de Benedetto Croce, que exaltaba la unidad de razon y empiria, Pero la sugestion de Croce debe ser integrada (y, por tanto, 4D, Easton, ILsistema politico, Milan, 1963, pp. 8 ss. 7 subvertida), aceptando la advertencia del filélogo Snell, que ve en los organismos conceptuales por él examinados verdaderos organistnos historicos autér- auicos, dotados de una estructura propia. Asi que, si la historia de las ideas politicas pretende ser una au- téntica historia, que no se diluya en la pura filosofia, debe ser teorizada como una historia de ideas politi. cas que es al mismo tiempo historia de instituciones reales, vale decir, una historia de organismos defini- dos por una especifica estructura ideal y social y, en consecuencia, por una racionalidad netamente hist rica. Hablar de la teoria aristotélica de la esclavitud {asi como de la concepeién griega de la potis 0 de la concepcién tripartita de la ley en Tomés de Aquino) debe poder significar que se habla de una coneepcion que da, es cierto, forma ala sociedad griega, pero que en definitiva es explicada por esta tltima: la esc tud noes solamente un concepto, sino ademas una ins- titucion real, y Aristteles, al teorizarla, no la invent6, por ast decir, sino que le dio una explicacion tedriea que postulaba, ni mas ni menos, la existencia de un tipo social en el que los telares no trabajaban solos y en el que hacerlos tejer mediante tejedores libres no era sélo conceptualmente impensable, sino practica mente irreal. No sdloera desconocida para los griegos la libertad individual de todos como concepeion, sino que ademas la misma sociedad griega no funcionaba como una sociedad sinalagmaética, que presupone no s6lola desaparicion de la justificacion tedricade laes- clavitud, sino y sobre todo la posibilidad de un funcio- rnamiento real de la sociedad completamente diferen- te. La sociedad griega no sélo tenia una base ideal, sino también una base real Es cierto que el pensemiento politico moderno nace polemizando conceptualmentecon la teoriaaristotél- a de la esclavitud; pero la terminacién real de la es- Clr. en particular L. Robin, Storie del pensiero greco, Milén, ‘op. cit; F. Adorno, La flosofa antica, 1, Milan, 7M Efe. W. Cesarini Sforza, vor Diitio” dela Enciclopedia det dinito. 35 cas y a plantearse aquella cuestién crucial con la que principia el didlogo platonico sobre Las Leyes: “Hués- pedes, cfue dios u hombre el autor de vuestras le- yes?" Las Leyes fue una obra postrera de Platon, pero quizés su tono conciliador se apoya en una veta escéptica que no ha sido alimentada s6lo por la vejer. Enella selee que noes facil para el hombre sustraerse ala ubris, que la vida politica es un “ser pablicamente enemigo de todos y, en privado, ser cada uno para si mismo".* Hay una reflexion que incluso hace entrar en crisis la posiblidad de mantener en pie Ia antigua armonia de a polis: "Parece dificil, huésped, que todo lo que constituye la politica, tanto cuando es pensa- miento como cuando esta en el plano de los hechos, lo- gre en algin modo tener una validez universal." En. efecto, esta crisis ideal de la polis era una crisis real. El proceso de relativizacién de los valores y de pro- blematizacién del caracter univoco de la Antigtiedad, sin dude se presenta conexa con una disolucién real de la comunidad de los libres, minada por mutamien- tos estructurales que van acentuandose. Este proceso es puesto en evidencia por la sofistica, encuentra su metodélogo en Sécrates y en Platon aquel que fija los dos polos generales de su desarrollo tedrico; un dua lismo netoentre los modelos y la vida, del que descien- de una perenne tension de adecuacién de las cosas a las ideas, o bien el repliegue de un escepticismo laten: te yen apariencia realista hacia aquel "justo medio” que con gran facilidad degenera en compromiso. Enel, plano dela teoria politica, La Reptiblica y Las Leyes re. alizan con bastante claridad estas dos direcciones, utopica la una y sustancialmente escéptica la otra. La primera vuelve a sugerir la tentativa de suprimir aquella particularidad que constituye la espina dorsal ™ Platin, Las Leyes rad, i, Dialoghi, vs, Bari, 1962, 3 5 idem, . 6 % qoidem,p. 19. "1 Robin, op. cit, en lap. 408 se habla incluso de una “ci dad primera" y'de una “ciudad griega 36 de las cosas mundanas, al llamar a juicio al mito de la edad perfecta que se ha perdido yal transfigurarelco- nocimiento en reminiscencia (la anamnesis platéni- a). La segunda se inclina a catalogar las “degenera clones” humanas de os modelos ideales ya meditar a contrarioen la omnicomprensién de la reduccién dela politics a la sabiduria y a la virtud La gran sintesis de Arist6teles es el tiltimo bastion detrés del cual se refugia cl espiritu de la cultura gr 4, en un esfuerzo extremo por mantener quieta su as- Piracion a la “virtud perfecta” en la comunidad y de alcanzarla desde el interior mismo de las cosas del mundo. Aristételes critica el comunismo platénico, mas aristocratico de cuantono se logre pensar, el ri. ido enjaulamiento dela vida politica en el modelo de tun organismo ideal que debe plasmar los procesos reales, convirtiendose en el primer teérieo de la pro- iedad privada. Concibe la politica, al igual que la n turaleza, como una esfera que lleva en sila potencial dad de ta perfeccién: su finalismo no es menos perfeccionista que el de Platén, pero surge de las ene traits de loreal y exige el reconocimiento de la parti cularidad. La constitucién de la pots sigue siendo la estructura integral dela ciudad, de la que el hombre ciudadano es parte organica que no puede disociarse sin degeneraren su humanidad. Pero la misma consti- tucién es un modelo que no se recava ya de los proyec- tos especulativos, sino de la exploracién historico- social, de la confrontacion, de las constituciones.*! Deesta manera, entra en crisis laarménicainherencia del fogos ala fysis, de la razén a la naturaleza: la natu- taleza de los modelos y la perfeccion formal del orden césmico. El ideal de la justicia, corazén de la cultura politica, griega, experimentaa su vez los eontragolpes de las diferencias reales que van surgiendo, Sies cier- to que la ley es “inteligencia sin pasion’, es verdad también queel mundo esta lleno de pasiones sin inteli- gencia y que autentica justicie no puede consist solo "Che. L Robin, op. eit, pp. 4768. 37 en la facultad de conmutar sino ademas en la facultad de distribuir de acuerdo con méritos efectivos. El ca racter abstracto, frioy homogéneo dell ley debe ajus~ tar cuentas con la heterogeneidad de los hechos y de los méritos y puede resultar igual slo para quien es igual En el pensamiento de Aristételes Ia ciudad-Estado sigue siendo un organismo natural, pero como toda porcién de la naturaleza, también aqui "el fin determi- na la naturaleza de los seres”, y precisamente en la identificacién de este fin natural se desenvuelve una vasta gama de alternativas. La Politica de Aristoteles comienza por sostener que el caracter propio del hom bre respecto de los demas animales estriba tnicamen- te en que "pose la nocién del bien y del mal, de lo jus- to y de lo injusto y de todas las demas antitesis morales”. de modo que no hay politica que no sea al mismo tiempo sabiduria y virtud. Pero la obra termi- na fijando para la educacién de los futuros ciudada- nos “tres principios fundamentales: el miedo entre los extremos, lo posible, lo decente”.* La disociacién in- dividualista todavia no ha desintegrado la comuni- dad, pero ya ha previsto su cardcter problematico. Aristételes intenta contener y resanar la unidad de la vida citadina con un esfuerzo realista que le permitir’ hablar por siglos a las sucesivas formas civiles, hasta cuando queden radicalmente desintegradas por la an- titesis que el mundo griego comenz6 apenas a entre: ver (la antitesis entre vida publica y privada) y que es, una antitesis material y no sélo filosdfica. La zona del pensamiento politico ocupada por los “posaristotélicas"” —escépticos, epictireos, estoi esté dominada por las semillas del individualismo, {que germinarén en Roma despues de la edad heroica dela civitas,al declinar de la repablica. Justamente se hahechonotar“queno hay en todoel pensamiento po- Iitico un cambio tan sorprendente comael que se ope- # aristoteles, Potten, cl, p.5. © Thidem, po 274 38 raentre a doctrina de Aristoteles y la concepeion filo- séfica posterior representada por Ciceron y por Séneca".* Pero esta asercién quiz tenga necesidad de ser complementada en el sentido de que, en reali dad, las nociones que tenemos acerca de la primera fase de Roma y de su originaria civilizacion citadina, permiten seguir la huella de no pocos elementos de concordancia con lacivilizacion de la polis griega. Pre isa agregar, ademas, que entre Aristételes y Ciceron Ja distancia esta cubierta por la mediacion de las es cuclas grieges posaristotélieas que ya recordamos. Sobre la base de estos agregados es posible afirmar ahora que existe una reiteracion de las tendencias politico-sociales e ideales entre las dos grandes sec- clones del mundo antiguo. El organicismo de la polis es todo menos que desconocido en la infancia de la ci- vitas y la “novedad” de Cicerén y de Séneca es todo menos que inédita para la Grecia posaristotélica. El echoes que mientrasel epicentro dela cultura griega cae en la civilizacién comunitariacitadina, el dela cul- tura individualista romana monta entre la republica yel imperio, Por esto Grecia nos habla sobre todo por boca de la Atenas de Pericles y de su vida armoniosa poblada de valores ¢ instituciones orgénicas, mien- tras que Roma nos habla mas bien a traves de su gran florecimiento juridico, La fallida unificacion de Gre- cia impidié que histGricamente la eivilizacion citadi- na griega desembocase en formas que nos parecen ‘mas bien tipicas de Roma, pero al mismo tiempo es in- dudable que las direcciones del desarrollo ideal roma- zo son expuestas por la tardia cultura griega. El nt cleo central deestas tendencias, vivo sobre todo en las escuelas filosoficas griegas que dominaran la madu- rezde Roma, l epicureismo y el estoicismo, esta cons- tituido porel individualismo y por el cosmopolitismo, intimamente relacionados con los procesos de desin: tegracion de la ciudad-Estado, que tienen como tras- “RW. y AJ. Carlyle, Il pensiero politico medioevale, Bari, 1956, 1, P.20, 39 fondo historico material la disolucién progresiva de laeconomia natural, el desarrollo mereantil y la cons- titucién de entidades politicas supracitadinas. lo en este cuadro de conjunto la tesis hegeliana de ‘que “el principio general del mundo romano es la inte rioridad subjetiva”,* sin dejar de ser verdadera, en- ‘cuentra un referente historico que de otro modo se desvaneceria en genéricas “eyes del espiritu’’ Por lo demas, el mismo Hegel hace notar, al estudiar “el oca- so de Grecia” y segtin sus pardmetros idealistas, que para ese entonces “el ligamen esta roto y queda s6lo ladrida singularidad, la particularidad odiosa, que de luna manera obstinada y caprichosa se mantiene en si misma, se encierraerizadamenteen siy entra, sin mas xi més, en una relacién de dependencia y de conflicto respecto de las demas” ** Lo que ha sido llamado a través de tanto tiempo el genio juridico” de los roma- nos, tiene su punto de nacimiento en la expansion de los procesos prictico-materiales que en Grecia ape- nas si se habfan insinuado y cuya consecuencia esen- cial podria expresarse en estos términos hegelianos: “BI retornar en si del espiritu es también la aparicion dela antitesis. De los dos elementos de esta antitesis, el primero es lo universal, en el que el individuo se pierde y, acondicion de su obediencia respecto del Es- tado abstracto, recibe en cambio el permiso de ser duefio de si mismo. A lo universal abstracto se contra pone entonces, como segundo elemento, el rigido suje- to abstracto: en esa contraposicién se encuentra por tanto expresado el riguroso dereche de Ia personali- dad. En Roma encontramos ya esta libre universali- dad, esta libertad abstracta, que, por una parte, plan- tea el Estado abstracto, la politica y la autoridad superior a la individualidad concreta, subordindndo- Iaenmodoabsoluto, y que, porotra parte, crea, frente a esta universalidad, la personalidad —Ia libertad del Yon si—, que debe ser bien diferenciada de la indivi- 8 GW.P. Hegel, op. cit, mp. 191 “ Ihid. p. 185. 40 dualidad. La personalidad constituye, en efecto, la de- terminacién fundamental del derecho, y adviene a la existencia sobre todo con la propiedad.."” Disociacion individualista de la totalidad orgénica dela comunidad y constitueién gradual de la comun dad como mera comunidad abstracta, desenvolvi- miento privado y pablico, interiorizacién de] mundo como ética privada y transformacién eada vez mis abstracta de aquel mundo como esfera politica yjurk dica: son procesos que se desarrollan all mismo tiem. po. Elindividuo se sustrae al grupo recogiéndose en el recinto de la propiedad privada y en laética dela con- ciencia, mientras que la relacién exterior con los demas se objetiviza en una abstraccién que hace pos ble la reconduccién dle las individualidades bajo los ti pos formales y generales de la conducta juridica, Se trata de procesos que en Roma no completan del todo su parabola (falta la total igualacion de todos los indi- Viduos: el fin de la esclavitud, presupuesto necesario de aquella contraposicién integral entre privado y pu- blico que distinguird al mundo moderno), pero que se verifican en medida suficiente como para que Roma ‘manifieste un “tipo ideal de derecho propio de una so- ciedad que produce y vende mercancias yque sefunda en el individualismo de las relaciones de produccion yde dominio” Solari).De ahiel nacimiento de aquella "“Nogica juridica que result6 aplicablea una amplia va riedad de ordenamientos sociales, y mas atin, a todo ‘ordenamiento social que reconoce la propiedad priva. dda y el comercio ‘eapitalista’ (Schumpeter) Es la cca que despues se transformara en "nuestra gramati a juridica, el canon de nuestro pensamiento Juridico” (Ihering). La continuidad ideal de la historia del pensamiento, que innegablemente sigue existien- do,eslacontrapartida de una continuidad material de la historia de la vida 6. Enel pasado se insistié mucho en la ruptura que la © Ibid, p. 162. a Edad Media represents en la historia a causa de la profunda revolucion te6rica que oper® el cristianismo y de la no menos profunda subversion de las relacio: nes sociales. Se ha llegado incluso al grado de presen: tar al Medievo como un paréntesis de la historia, ex- ccepcionalmente plasmado por ideales religiosos que hhacen de! mismo un paraje mistico del desarrollo hu- ‘mano, o también como una época anclada en un retor- xno impresionante de la barbarie. Semejante represen- tacion de la Edad Media en realidad ha sido superada ya por la critica, que dispone ahora de numerosos dar tos, stficientes para identificar los injertos histéricos y te6ricos del Medievo sobre el mundo antiguo, asi come los procesos que en todas los niveles lo relacio- nan con el nacimiento de Ia modernidad. Por lo que respocta a las doctrinas politicas, el principal instru- mento para la reconstruccién de aquellos nexos pate cen ser, por un lado, el ligamen asaz claro que se pue- de localizar entre el pensamiento cristiano primitivo Yy las tiltimas franjas tedricas de la Antigiiedad, espe- cialmente el estoicismo romano y, por otro lado, la gradual emergencia de las nociones teéricas del pueblo y soberania por el camino de la modernidad, ‘Aun cuando estos dos elementos vayan englobados cn tun original contexto espiritual y practico, proporci nan importantes sugestiones para dara la concepeién del Medievo toda su innegable originalidad histérica, sin olvidar los caracteres que dejan al descubierto los procesos de sransicién de las formas sociales y teori cas antiguas a las moderna, Elpensamiento politicocristiano se nos presenta en tres filones esenciales: el original. (paulino- agustiniano), el sistemstico (tomista) y el reformado (calvinista-luterano}, Cada uno de ellos ofrece matices, yarticulaciones mltiples, sin contar con que el teree ro queda fuera de la historia medieval, aun cuando confluyan en él elementos teéricos ya presentes en formas de oposicién protestanteen contra de las pos- turas oficiales de la Iglesia. El problema de interpre- tacién que se impone es ver en qué disposicion se en- 42 cuentran estos filones entre si, para descubrir sus convergencias y diferencias, y en qué relacion estan con la herencia tedrica del pasado y con los desarro- los posteriores del pensamiento politico laico de la €poca moderna, Porloque tocaal problema de precisar el nexo tebri coentrecristianismo y mundoclisico, se han manifes- tado dos tedencias bien claras: una que se inclina a acentuar la cesura y subraya de modo particular el nuevo y especitico valor dela trascendencia monoteis- tacristiana, y la otra que ateniia la distancia respecto de las tltimas manifestaciones del pensamiento pol ‘ico romano (Cicerén, Seneca, Epicteto, Marco Aure- Jio). La primera tendencia naturalmente ha sido acep- tada y promovida por las esferas oficiales catélicas y por los estudiosos iusnaturalistas; la segunda ha sido patrocinada de modo especial por los historiadores latcos, sobre todo los hermanos Carlyle y, mas recien- temente, Sabine Si bien la disputa no sea simple ‘mente filosGficano se puede hacer amenos de tomarla en consideracién. Bastaré hacer notar que parece i udable una continuidad entre la problematica de la igualdad de los hombres tal y como se va manifestan- do en los altimos siglos de Roma y la que elaboré el ctistianismo, En ello el estoicismo desemperi un pa- pel de la mayor importancia, como se ha dejado apun. tado. La individualizacion del hombre por su concien: es laesfera en la que aquella igualdad echa raices Yy sus frutos serdn la construccién de la nocion cosmo- polita del género humano en el plano de una ciudad “pensada', que se va contraponiendo a la ciudad te- renal. Mas en el marco de la concepcin cristiana ell desdoblamiento de los dos campos en que madura la igualacion moderna delos hombres comoeriaturas de ‘un mismo Padre, asume un aleanee mucho més vaste En él radica, efectivamente, el simbolo de la trascen. denciay de la perfeceién divinas, contrapuesta alana. “ Vease un eco de la polemics en Barbero introduccion tf vensiere police cristiano, Tari, 1962 43 turaleza pecaminosa y limitada del mundo terrenal, ¥ en el radica también la exigencia de la mediacién que representa Cristo y de su organismo vicario, la Iglesia, ‘con base en la potencia del amor de Dios personal del monoteismo, Padre dnico del género humano. ‘Nace asi una perspectiva completamente nueva: la de una presencia mundana de la organizacién ecle- siastica, de la comunidad cristiana. En relacién con lla, el pensamiento politico se encuentra ante un grt po de problemas del todo inéditos y que conciernen a Ta especifica naturaleza de la participacion del hom- bre en las dos comunidades de la Iglesia y del Estado ya la relacion entre Iglesia y Estado. Acerca de este Complejo de problemas Troeltsch ha observado que se ‘desarrollan dos fundamentales tipos de doctrinas so- ciales cristianas, segiin que la comprensién en la co- munidad eclesiastica sea “radical” ("idea social no in- tegrada”) o “relativa” (“integrada”).” El primer tipo ‘comporta una determinacién voluntaria aseética que culmina con la vida mondstica y el segundo una deci ‘Sion a favor de la recuperacién de los ordenamientos, mundanos por cuanto son adaptables al magisterio eclesiastico, El Estado, en relacion con las dos posi Ciones, aparece, respectivamente, como el portador del pecado o como un instrumento o brazo secular de Ia redencién, De manera general y esquematica, las doctrinas agustiniana y tomista pueden ser considera das come las dos fuentes tltimas de estos dos tipos de doctrinas sociales. No menos complejos resultan los problemas que el cristianismo suscita en el plano dela teoria de la liber- tad. La autonomia individual recibe, en el marco de la ccreacién divina, un sello del todo nuevo que pasara a formar parte del patrimonio del derecho natural cris: tiano. En esta direccién la igualdad de todos los hom- bres como hijos del Padre es irrevocablemente sancio- 6, Trocltsch, Le dotirine social delle Chiese ¢ det gruppi ceristiani, Firenze, 1960, 1, pp. Us 44 nada, Pero mas dificil resulta concluir de ello que el cristianismo influye en los ordenamientos politicos y juridieos. Precisamente porque aguella igualdad es eminentemente espiritual y porque en el cristianismo radica un elemento de negacién-superacin del mun- do, la equiparacién politico-juridica de los hombres de por si secundaria: "Dejemos por ello gustosos las cosas de la tierra y miremos a las cosas del cielo”, exhorta Tertuliano.en contra de los yentiles que“‘ante- ponen el dinero al alma’; y Pablo de Tarso proclama: “Que cada uno se someta a la autoridad en turno.” Esta estructural inesencialidad de Ia igualdad terre- nal resalta sobre todo en relacién con laesclavitud. Ya los Carlyle han aclarado que los autores cristianos “no estaban preparados para condenar como ilegiti- ‘ma la institucién positiva de la esclavitud més alla de cuanto estuvieran dispuestos a hacerlo los juristas y los fildsofos”,® precisamente porque “las desigual: dades decondicion y de vida conciernen soloal cuerpo {no tienen relacion con el intelecto 0 con el alma” y porque “Ia esclavitud es una consecuencia de la llega dda del pecado a este mundo”. Se comprende por qué Pa- blo afirma: "Esclavos, obedeced en todo a yuestros ‘amos, de acuerdo con la carne”, “Que todos aquellos {que estan bajo el yugo de la eselavitud estimen como dignos de todo respeto a sus duenos, a fin de que el nombre de Dios y su doctrina no sean blasfemados"" La falta de distincion entre el amo y el esclavo, entre ‘el rico y el pobre a los ojos de Dios, tiene al reves una ‘especie de aceptacién contrita de las pecaminosas pla- 88 terrenales. Naturalmente, el razonamiento es diferente cuando se trata de Ia influencia que con el andar del tiempo las ideas cristianas tuvieron también sobre los orde- namientos mundanos. Empero, hay que preguntarse silos procesos de erosion de la esclavitud no estuvie- ron especificamente determinados por los desarrollos RW. y Ad. Carlyle, op. eit, 1p. 137 45 4e los mismos nexos econdmicos.* En efecto, todo el ‘mundo medieval que pasé bajo el signo del cristianis- mo conocié formas de profunda diseriminacion de los hombres, ordenados en una jerarquia de valores es trechamente vinculados con las funciones materiales porellosefectuadas. ¥ enel sector de las doctrinas po- liticas, donde en forma més directa pesé la tradicion cristiana, por lo que se refiere a la relacion pueblo- monarca, la formacion de una figura del pueblo como titular de potestades y derechos que pueden poner en centredicho a la “ley injusta”y al tirano, se le incluye enel marco més general de una supremacta dela "ley justa’ que se resume en la voluntad divina y de la que pueblo y monarca no son més que posibles y variables portadores terrenales. Es verdad que de esta nueva problemétiea toman fuerza ciertas direceiones de la elaboracién politica: basta considerar, por ejemplo, el concepto pletsrico de contenide de pueblo como "humano legislador” de Marsilio da Padova, o la importancia que objetiva- ‘menteasume en |ahistoria del pensamiento politicola teoria dela posibilidad de juzgar ala ley injusta hasta llegar al tiranicidio, Pero es igualmente cierto que la concepeién que sostiene al pensamiento politico me- dieval queda limitada, al fin yala postre, dentro dela alternativa del cristianismo primitive: o el ascetismo y su desprecio para con las instituciones mundanas 0 tuna intercalacién enteramente plasmada por la ade- cuacion de las institueiones mundanas, tal y como son, a la divinidad representada por la Iglesia. ies pues, sien el mundo clasieo una ciencia auténoma Ta politica (y del derecho) resulté imposible por su in- mediata subordinaciéna la ética y poreel cardcter glo- balmenteéticode la vida de la pos, en la época edie val result6 a su vez imposible debido a sy insereién en tun nexo de subordinacién a la religion) Dado que el sentido del mundo residia en su instrumentalidad res- 3 AlrespectoG, Nocera, Jus naturale nellesperienca giidica romana, Mili, 1962, 46 pecto de la vida celeste y que el origen y viabilidad de la autoridad y de ta soberania estaban depuestas en la voluntad divina, una auténtica relacién politica no po- dia manifestarse, y en todo caso no pasaba de ser una articulacion de la relacién mas general de hombre- Dios. Respecto del mundo antiguo,en el que la orzani- cidad de la vida de los libres se contraponia la no- humanidad de los eselavos, la sociedad feudal representa el ocaso definitive de toda discriminacion humana, gracias a la igualacion espiritual triunfante conel cristianismo. Y, sin embargo, el carécter exclu. sivantente espiritual de tal igualacion y la igualdad Puramente ultramundana de las almas, cuyo tnico simbolo visible es la comunidad della Iglesia, deja que Jos hombres se dispongan en una escala jerdrquica en la que el cardcter instrumental de las actividades so- ciales respecto de la vida eterna las fijay las vuelve ri sidas: el verdadero sentido de la vida terrena no es un sentido que le sea propio, y cualquier actividad social se valoriza s6lo en virtud de una referencia al “servi- cio” que lleva a término para con el Padre comin. El nacimiento ya no diferencia a la humanidad de los hombres, pero sigue siendo fuente de una discrimina- ign entre los tipos de actividad, de modo que la soci. dad se presenta ahora desintegrada en una multitud de circulos cerrados (los "Estados'’o setos ‘cada uno de los cuales sirve de mediador al para los servicios que debe prestar a Dios. Dado que “la sociedad medieval es una sociedad re- ligiosa y no podia concebir el contrato politico sin re- vertirle de wna forma teolégica” (Burdeau), se pre- senta originariamente investida de un destino divino ‘que cada individuo y cada grupo debe actuar y servir n su particular condicién. Asi, por una parte, la tota- lidad del pueblo, al igual que el rey, tiene sélo el dere- cho de cumplir con un deber; por otra parte, “el cuer- po social no se compone de colectividades y no tiene ccabida el individuo aislado en una perfecta indepen: *°6, Burdeau, Traits de science pottigue in, Paris, 1950, p-67. 47 dencia” (Burdeau), si no es en el plano puramente espiritual-religioso. En el nivel politico juridico el in. ividuo sigue siendo el miembro de un grupo particu. lar y participa, en el marco de aquella igualdad total tinicamente ultramundana, de una libertad parcial Lalibertad “se nos aparece fraccionada y casi desper digada en una miriada de libertades particulares, cada una de las cuales esta encerrada en un involucro que la oculta, pero que a la vez la protege: como tal, no- sotros la conocemos bajo el nombre de privilegio” (De Ruggiero). ¥ debido a que la actividad del grupoo scto se distingue por su actividad social, ésta, aparece construida de modo inmediato como una relacion uni versal 0 politica: el sefior feudal es, en su calidad de Propietario, soberano, juer, jefe deejércitos, asi como el siervo, en su calidad de tal, es stibdito universal mente subordinado. No existe un auténtico derecho piblico que fije los derechos iguales para todos y, en realidad, ni siquiera existe un derecho auténticamen: te privado, Es decir, atin no se da la distineién neta en- tre una verdadera vida privada y una verdadera vida piiblica: “La distincién fundamental que ahora hace- mos entre libertad civil y libertad politica, por conse- cuencia, falta en la concepcién medieval” (De Ruggie- ro), Masesta falta ideal es el reversode unaestructura social diferente de la moderna, La.cosmépolis humana que habian concebido los es- toicos por efectos de la movilizacion mercantil, no es ‘mais que una cosmépolis de! més alla. En las relacio- nes reales es posible que se dé slo mediatamente, con la primacia espiritual de la Iglesia sobre el poder tem: poral; posibilidad esta que es minada radicalmente porla presencia simultanea de un dualismo indeclina- ble, de dos principios, “dos luces”. La politica medie- val queda toda comprendida en el marco de la contien: daentre la Iglesia yl Imperio. Solo la desaparicion de esta contienda, la transformacion laica integral del ré gimen politico y el nacimiento del Estado nacional, podran expresar todo el potencial eversivo de nocio- nes tales como derecho de resistiro de mataral tirano, 48 queen el tardio pensamiento medieval de un Coluccio Salutati, fecundado ya por el humanismo, todavia for- man parte de una vision ético-religiosa del problema politico. Empero, es necesario que el dualismo tada- via vigoroso y real del Medievo se vuelva abstracto, de modo tal que se haga posible una igualacién universal de todos los individuos en los ordenamientos politico- juridicos, comprendidos los “mercenarios de las artes mecénicas” y de la “iltima plebe" sobre los que razo- nna Mateo Paimieri. En una palabra, se hace necesario gue nazca una sociedad universalmente mévil, por ‘cuanto es en realidad individualist: la “sociedad bur- guesa", civil por entero, que ya se asoma bajo los vin- culos de la jerarquia ético-politica del feudalismo. 7. Hasta llegar a la edad del Humanismo, todos estos problemas constituyen la materia de la reelaboracién cristiana del aristotelismo, del que Tomas de Aquino es el mas grande filtro te6rico. En él se inspiran tanto los tebricos de la primacia de la Iglesia en la misma es- fera politica como los sostenedores de aquella teoria de las "dos espadas’, detras de la que fermenta el lai- cismo de los imperiales. Al disputarse Ia interpreta: cion politica de Tomas de Aquino, ellos contienden al mismo tiempo en toro de Ia interpretacién politica deTomis de Aquino, cuyas obras en vano fueron pues- tasenel indice por la Universidad de Paris. Aristételes representa una presa prodigiosa; empero, se trata de una presa historica, en el sentido de que su adecua- cién a la problematica del mundo medieval hace pare- Js con la posibilidad de reunir Antigiedad clasica y Edad Media feudal en un tinico y generalisimo contex- toque se contrapone al mundo moderno. No por acaso Ja chispa que hara saltar la autoridad de Aristoteles sera el grandioso renacimiento individualista de cuyo eno nacern la ciencia moderna y Ia moderna socie dad civilf Hasta ahora, la sociedad se nos presenta, en la Antigtiedad yen el Medievo, como una sociedad par: cial, ya sea porque niega las connotacionts humanas ‘una seccién imponente de la humanidad, bien por- 49 ‘que niega la circularidad efectiva de las pequefias so- ciedades incomunicables de los Estados y de las cor- poraciones. La humanidad atin no ha cortado por entero sus cordones umbilicales con la naturaleza y el nacimiento es todavia un elemento esencial para la atribucién de la condicién humano-social. A su vez la naturaleza sigue teniendo una carga finalista prehur ‘mana y constituye un orden fijo, preconstituido res- pecto de la racionalidad laica del hombre que encuen- tra su organo de expresién en la cieneia, el seire per ‘eausas de Bacon. En ello radica el motivo de la resis- tencia tedrica de la concepcion aristételica del dualis- ‘mo materia-forma, acto y potencia. La fisica no ha de- ado de ser un mero parentésis de la metafisica, en la que “a infinita variedad y la aparente accidentalidad de Ia existencia dejan entrever una profunda unidad teleolégica, en cuya virtud cada ser se eleva en el pro- ceso de la vida hacia su propia perfeceién ideal, retor- na y participa de aquella universal armonia que tiene sucentro y su punto final en la coherencia viviente del pensamiento divino’’.*’ Noes de extrafiar por ello, ha hecho notar Banfi, “que tal concepcidn, la expresion més organica y sistematica de la filosofia antigua, pa- sada la crisis medieval de la cultura, haya resurgido para ofrecer a laescolastica, con el acuerdo la conta- minacién entre filosofia y teologia, la certeza de un mundo concluso de verdad y de valores, con la que se disponia a oponer una barrera a las fuerzas libres, aunque todavia desequilibradas y contrastantes de la nueva cultura”. La disension practica entre natura leza y sociedad, la sustancial comprension de ésta en aquélla en las formas de la economia natural domina: da por la agricultura, y en las manifestaciones de una politica que no se ha desvinculado de las marcas natu- rales, constituye el soporte real de Ia disidencia que persistea través de varios siglos entre la razén y laex- Periencia. La racionalidad se proyecta por completo 3. Banfi op. cit, p14 bid. pp. W415. 50 en el orden natural extrahumano en el que Ia cadena de las causas finales prevalece sobre la cadena de las causas eficientes yeuyo conocimiento es més bien teo- logia que ciencia. El orden natural tiene un alma dog- mitica cuya penctracion por parte del hombre toda- via exige la inspiracion demoniaca del filésofo griego © la inspiracion divina del sacerdote cristiano, El in- ‘reso cognoscitivo del hombre en el mundo naturales al fin y al cabo una excursién del hombre fuera del ‘mundo humano. Este esquema armonioso que persiste desde hace si- glosesel esquema mismo de la polities. La disolucin de la comunidad organica ateniense no encuentra ya ningun sustituto terrenal de organicidad y deja lugar a la bisqueda de una organicidad ultramundana ha- cia la que el mundo de ios hombres deberia tender como hacia st verdadero fin natural, Se ahonda asi la duplicidad que la civilizacién clisica entrevi6 entre la ley convencional y la ley natural, entre la ley de los fe- némenos y de los accidentes v la ley de las esencias, 0 mejor atin, de la esencia. La triparticién tomista de la ley es, en realidad, el desarrollo consumado de aquella duplicidad y su aparente armonia esta total- mente sujeta al recaer progresivo dela ley humana en la ley natural y de ésta en la divina, asi como al retro- eso infinito del mundo hacia el ultramundo y de las causae secundae hacia las causae printae y el Primer Principio. Empero, la vitalidad de las causas segundas ydel mundo humano tiene por lo menos dos potentes articulaciones positivas e incontenibles: la capacidad practica de intervenir en la naturaleza al trabajarla y elaborarla y la capacidad teérica de dominarla cono- ciendo sus procesos fisicos. Son, precisamente, los dos brazos de la gran tenaza ren: al viejo fundamento dualista rel desarrollo técnico artesanal, con la consecuencia de tuna progresiva mercantilizacién elas relaciones eco- nomics, yel desarrollo cientifico, Son las dos minas de cuya explosion nace la modernidad, potente surgi- miento de la humanidad activa sobre la pasividad or- 51 denada por la naturaleza. Las primeras hojes de la planta antigua que caen son, y no por acaso, la timida economia de los fildsofos medievales y la guia teol6gi- ca de la ciencia. El desprecio por el trabajo, la voca: cién contemplativa, la desconfianza y Ia condena de Jos préstamos con interés y usurarios se derrumban bajo los golpes de las nuevas relaciones mereantil capitalistas, con el mismo fragor con que se desplo- man las condenas de Galileo. A través de estas dos see- nes se revela en la vieja cultura, antes que en ninguna otra, un asylum ignorantiae. Del mismo modo, en el campo de la politica, el laicis mo mundano tiene sus primeras grandes venganzas frente a los hechos. Casi con naturalidad hace su irrupcién a través de algunas sintomaticas fracturas del viejo orden del mundo, asi por ejemplo, entre la proclamada derivacién divina de la autoridad terre- nal y la proclamada autoridad terrenal de la Iglesia: entre la consiguiente contraposicion del pueblo con el ‘monarca que no siga la “ley cristiana” yla concepcién parcial, limitada, subordinada del pueblo; entre la de- clarada paridad de todas las almas y la perpetua dis- paridad de los cuerpos, y entre la reinvindicacién de ladignidad de todos nel cielo y la persistente indigni- dad terrena de los muchos. Los temas diversos que su- brayan de manera creciente la actividad del hombre en el mundo confluyen en los dos grandes problemas ) del iusnaturatismo: la artificialidad de la sociedad y el cardcter primario del individuo. Incluso estos dos problemas tienen un duplice nexo hist6rico y tedrico ‘con el pasado. En efecto, surgen enel tronco de proce- sos reales de descomposicién de un orden social secu- lar, que liberan a los individuos de los vineulos de de- pendencias naturalistas por nacimiento y que son avalados de modo peculiar por los mismos fermentos del pensamiento cristiano. La fuga del mundo deviene la fuga de wn mundo y la vocacion celeste del cristiano de depurar el mal se torna en misién de cristianiza- ion y transformacién terrenales. No es casual que haya sido el mundo protestante, con su ética infra: 82 ‘mundana, el que primero se conmovis en Holanda, In- glaterra y Norteamérica, y que precisamente del mun- do protestante se levanien algunas de las grandes voces iusnaturalistas 8, Podemos definir al iusnaturalismo como la prehis toria te6rica del liberalismo. Su problemdtica corre entre dos exigencias esenciales y tendencialmente contradictorias. Por una parte, la sociedad no se con- ‘cibe ya como un dato de naturaleza y puede ser por en- tero plasmada por el hombre. Porotra parte, la prima- ‘cia del individuo respecto dela sociedad es también de ‘caracter natural, pero el individuo no puede dejar de vivir en sociedad. La naturalidad de la vocacién social /del hombre, tan evidente en Aristételes, experimenta tun proceso singular, que se contrae, pudiéramos de- cir, dentro de la conciencia del individuo. Este ya no se presenta como unaarticulacién dela sociedad, sino al contrario, es la sociedad la que se presenta como una articulacién de la conciencia individual. Es una subversién radical, que certifica la separacién del in- dividuo de toda agrupacién determinada por el naci- miento. Es éste un pensamiento que no podia germi- nar, ya no digamos en la mente de un esclavo, pero ni ssiquieraen la de un griego libre. Lo que historicamen- ‘te presupone cs que la sociedad humana funciona ya ‘como una sociedad disociada, como una relacién en- tre individuos que personalmente se franquean por medio de la dependencia personal. No obstante, tal so- ciedad es, con toda evidencia, una sociedad en la que una relacién por el estilo puede subsistir sélo en la medida en que el vivir prictico no esté ya encomenda- do a la produccién de los esclavos o de los siervos de Ia gleba y que pueda realizarse como vivir social a tra ves de la independencia personal recfproca y median te la total transformacién de las cosas producidas en cosas intercambiables. En la teorfa politica iusnatu- ralista la contradiccion entre el cardcter artificial 0 hist6rico de la sociedad y el cardcter natural del indi- viduo que no obstante “apetece” la sociedad, es la 33 rilla que denuncia como el viejo dualismo de sociedad y naturaleza opera de nueva cuenta vistiendo el uni forme de la gran revolucién teérica moderna, Natura- Jeza y humanidad, experiencia y razén buscan sin en contrarla aquella conjuncién que la naciente fisica esta descubriendo por su lado. Por una parte, la racio nalidad, que antes comprendiaalanaturalezaatraves de caminos extrahumangs, se subjetiviza en la razon laica, mientras que por otra parte, la estructura natu- ral de la vida social, antes igualmente extrahumana, se entifica en el sistema de un derecho natural del hombre-conciencia. En el centro del pensamiento po- litico no se da ya el estudio de la estructura organica, natural, racional, eterna de la sociedad, sino el que se refiere al hombre que, con sus derechos naturales y con su capacidad de decisién construye y modela a la sociedad. El mundo del individuo es el mundo eterno dela razén y el mundo de la sociedad es el mundo tran- sitorio de la historia. Nacen las dos grandes catego- rias de la nueva filosofia: racionalismo y empirismo He aqui la summa del iusnaturalismo: el hombre nace libre e igual, la sociedad es una creacién suyaque ‘no puede revocar aquelia libertad y aquella iguaidad: la ley y la autoridad deben nacer del consenso; el po- der es responsable; los gobernantes representan al Pueblo. La antigua antitesis griega entre naiuraleza y convencién viene desarrollada por rumbos imprevis- tos; es la misma antitesis que eleva la carga corrosiva de las instituciones constituidas y expande el indivi dualismo, desmontindolo de la étiea y de la poli separa la convivencia politica del reino de la naturale zay laproyecta sobre la historia; desarrolla la idea de Ja cosmépolis y, de idea moral y religiosa que era, la transforma en una idea politica que se coloca en la base del derecho internacional; sustituye en el centro de la vida social el ideal griego de la felicidad comin, dela sabiduria y dela virtud, por el dela felicidad per- sonal y sus garantfas. La busqueda de la felicidad deja de ser empresa de unos pocos y destino ultraterrenal de todos y se transforma en una competencia que vin- 54 ccula las conciencias y los cuerpos y exige tolerancia, libertad de opinién, control eritico, ademas de liber’ tad de actividad economica, propiedad privada, respe- toy garantias reciprocos. Todas las connotaciones de la'"vida perfecta” se contraen: salen de la comunidad y hacen st asiento en la conciencia y en la actividad in- dividuales; de tal contraccién el ordenamiento positi- vo sale sublimado en la abstraccion del garantismo como una esfera puramente externa, Ya Heréclito ha- blaba de las leyes como de los muros de la ciudad, pero él jamais habria identificado esos muros con una simple cinta exterior dentro de lacual fuese posible la disociacién individualista de todo valor. También los nuicvos tedricos hablan de la necesidad de defender y de mantener las leyes, pero ello se debe aque las leyes defienden y mantienen “la vida y la propiedad”, am- bos atributos inseparables de la persona presocial. Losjuristas romanos, por su parte, hablaban de un de- recho natural, pero en el sentido arcaico, de un orden que lanaturaleza ha establecidoentre iodos losanima- les. Los nuevos teéricos, a su vez, yano hablan de un. ordo ordinatus, sino de un ordo ordinas, el orden natu ral constituye una racionalidad que supone una razén ‘yun sujeto humanos, desvinculados del resto del mun- donatural que la ciencia va clasificando; el suyo es un ‘orden natural hwmano. El nuevo pensamiento no vaci- lan unirse con las tradiciones, pero lo hace en modo critico, sacando provecho en todos los modos posibles de la conquista del derecho de critica que le permitié ganar la Reforma protestante y la ciencia natural. Si el siglo xvt fue el siglo de Ia batalla critica, el siglo XVII saca ya las conclusiones précticas de aquella ba- talla y representa elsiglode la difusién y de laestabili- zacién: se inauguracon la hoguera de Giordano Bruno yseconcluye después que Inglaterra decapita por pri- meta vex @ un rey, obtiene el habeas corpus, y mani- fiesta con Locke al te6rico de Ia tolerancia y del poder fundado en el consenso. También en este aspecto la genialidad tedrica de los jusnaturalistas reside en el hecho de haber obtenido 55 conclusiones teéricas tipicas de modos practicos de convivencia que aiin no se habjan desarrollado en stu plenitud.** ¥ de esta genialidad deriva a su vez su li mitacién historica, pues sus anticipaciones tedricas no pueden por mas de encajar de algin modo con las tradiciones sobrevivientes, en la medida en que toda via no constituyen anticipaciones experimentales completas. Hobbes, uno de los maximos te6ricos del pensamiento politico moderno, uno de los primeros gue desconsagra a la tradicion, siente la necesidad de insertar en su obra Del ciudadano un capitulo, el que intitula “Pasajes y ejemplos de la Sagrada Eset tura sobre el derecho publico que confirman cuanto se ha dicho”, asi como de dedicar la tltima seccion a la religion. Inclusive, el iltimo capitulo viene intitula- do “Lo que es necesario para entrar en el reino de los cielos”. ¥ sin embargo, él nos demuestra en la carta dedicatoria “Al Excelentisimo Guillermo, conde de Devonshire, mi honorable sefior”, cudn radical era la critica empirista a que habia sometido la ciencia poli- tica tradicional. Su carta dedicatoria esta fechada el 1° de noviembre de 1646; s6lo doce aiios antes Galileo Galilei se habia arrodillado ante los inquisidores ge- nerales “contra la herética depravacién” y hacia solo cuatro que se habia apagado, ciego, en su gran vision renovada de los cielos. ¥ Hobbes hacia presente a los cientificos sociales el ejemplo de los geémetras y de los fisicos, escribiendo: “Si os filésofos morales hubie ran Ilevado a cabo sus estudios con éxito parecido, no veo como el ingenio humano hubiera podido contri- buir mejor a su propia felicidad en esta vida." Su mérito consiste en haber encontrado “dos postulados segurisimos de la naturaleza humana: tJel desea natu ral, en virtud del cual cada uno requiere para si el uso AI respect véanse los agudos snilisis tertusley de CB Macpherson, The Political Theory of Possessive Individualism, Londres, 1965, ST. Hobbies, De Cive, Trad. tt, Blementiflosofic sul cittad- no, Turin, 1948, p. 53. 56 de cosas que estin en comin, 2] a razén natural por lacual cada uno seesfuerza por evitar una muerte vio- Jenta como el mas grande de los males naturales”.>” ‘Suciencia es una ciencia natural, su método se mode- la sobre el método de los mecénicos renacentistas, y con todo y ello en la carta citada escribe: “Lo que he agregado acerca del reino de Dios, lo he escrito para que no pareciese estar en contradiccion entre lo que Dios nos dice a través de la naturaleza y la ley de Dios que nos trasmiten las Sagradas Escrituras.""* Es la misma preocupacién de Galileo. El primero de los Dos tratados acerca del gobierno civil de Locke (publica. dos anénimos en 1690) esta dedicado par entero a dis putar al Patriarca de Filmer, ultima sancion del poder. divino de los reyes, la interpretacion de la Sagrada Es- ccritura. En el segundo tratado la “apelacién al cielo” es la extrema razén del rebelde. La batalla que habia sido librada siglos antes en tor- node la obra ristotélica, se renueva sobre la interpre- tacién de la Sagrada Escritura: el mundono se desem. baraza fécilmente de su pasado tedrico mientras no se ha transformado en un pasado prdctico. Empero, el supuesto de la divinidad y de la religion comienza en- tonces a ser un mero supuesto y, como lo proclama Grocio, el derecho existiria aun cuando no existiera Dios. Leibniz, que es quiz4 el ultimo gran teérico que trata de lograr la sintesis entre la vieja teologia y la ciencia nueva, escribe una Teodicea y sostiene, en de- finitiva, el principio aristotélico de que la “razon sufi- ciente" del mecanicismo césmico es a pesar de todo un principio teleolégico, pero disputaa Newton el des. cubrimiento del calcula infinitesimal La igualacién de los individuos por nacimiento y su igualacién ante la ley positiva en cuanto ley fundada en el consenso, implica el fin de toda jerarquia racio- nal, laica, determinada por laemulacién terrenal en el libre campo de la competencia econémica. La Razon © phi, 5s, 8 pid. 37 es la nueva divinidad moderna del individuo y la Revolucion francesa levanta los arboles de la libertad y los templos de la nueva diosa, Pero para ser auténti- a divinidad mundana de la nueva cultura laica, la ravon debe salir del mundo simplemente desdoblado de la metafisica tradicional y remontar los nexos por completo mundanos de la experiencia. Por ello, la cri- tica de la cultura teoldgica significa al mismo tiempo la biisqueda de un encuentro entre experiencia y ra 26n; la critica del abstracto racionalismo en el que se habia educado el iusnaturalismo y la superacion del racionalismo dogmatico se trenzan con la superacion de iusnaturalismo. Para poder constituirse en la nueva fe moderna, la, fe en la razén no puede ser, propiamente dicha, una fe, ‘pues necesita deun control interior de la misma razon y de su concordancia con el cardcter inagotable de la experiencia. El proceso, planteado por Hume, se con- cluye con Kant y la coherencia con cl alma interior del racionalismo pone al descubierto la naturaleza irre. petible e inconmensurable de los universos individua- les. La critica de la razén pura descubre la primacia de la razén practica; la proclamacién racional del in- dividuo moderne evoca el triunfo del sujeto préctico. El auténtico centro del individuo es su conciencia, su responsabilidad, su yoluntad moral de proyectar su conducta como condueta universal, de modelar ética- mente al mundo, Entre Hume y Kant ha pasado Rous- seau, que condena la especulacion de los siglos pasa- dos en nombre del corazén simple y del arrojo moral La individualidad, que el tltimo gran sistemtico de la vieja cultura, Leibniz, habia confinado dentro de un complejo de ménadas sin ventanas, en el marco deuna, armonia providencialmente preestablecida, en reali- dad tiene que crear esa armonia del mundo saliéndose del creacionismo. Toda la cultura del siglo xvitt con- verge en esta direceién: el descubrimiento Hevado a cabo por Vico de la nueva ciencia historica, la critica de Hume a la logica y al contractualismo, la explora: cion histérico-social de las instituciones politicas 58 planteada por Montesquieu, el aietomo francés lar fica de la cvliescion de Ronsseau, la nucra clencia teandmica y la moral del sentimiento de Smith nla eoria politica modernala erosion de os vejos mmédulos del pensamiento simpifica las solucones delnuevo pensamient laicoy las hace més refinadas, En sustancia el problema devisive dela politica lore presenta l problema de a democracia, ls elacin en treel poder yel pueblo, entre la ley y los ciudadanos, entre gobernantesy gebernados,eatre el Estado re presentativo la sociedad de los privados. Pasa aun Segundo plaso no slo el dvalismo cristiano de la terra el cielo, sine ademés el dualimo racionaista de estado de naturalers'y estado de cilizacion, en una palabra, la herencin dela secular eocisionenive naturaleaay sociedad como secciones preordenadas respecto del mundo histrico del hombre. El verdade- ro, auténtico dualsmo moderno ese] que se da entre iaberani paar y a eobeana el vide Las lemds restos dualistas slo podrin volver a surgieso bre las huellas de éste. 7 a Delalcance eemplaren qu este panorama del pen- samiento politico moderna asumen Rousseau y Kant Seba hablado ya con larguera® Baste solo recordar gue Roussos descubre en esencla dos problemas] Contrast irredictible entre cl Estado representativo Y ls soberanis populaty el igualmenteinreductible Gontrasteenireigualdad natural de los hombres y la desigualdad social de los mismos, Las soluciones da, das los dos problemar estén rigurosamente inter condicionadaso se reclabora cl universo de los hom bres através dena igualdad politica integral yen coe caso se subordina el gobierno la ley al pueblo unt cado ©, en nombre de la vida privada, se restablece la soberanadlonsoernanen ya, utoconta bata Contrael despotism des goblernos, se habrd perd- do tambien ix batalla por a Igurldad: Aunque son ® Vease, enel origen dela discusidn, G.Della Volpe, Rousseau fe Marx, Roma, 1964, cuarta ed 59 ciertas contradicciones, ésa es la esencia del pensa- miento de Rousseau 0, por lo menos, la agitacion tcorica que siembra, Se podré poner el acento en las incoherencias del Rousseau que sigue siendo iusnatu- ralista y, por ende, se le podran acusar de promotor del utopismo moralista en politica; se le podrn recla- mar también sus vacilaciones que corren entre inci piente critica de la propiedad privada y el presupues to persistente del individuo como ente no social. Mas el Rousseau ineoherente y vacilante nos dice muy poco de la coherencia de la solucion liberal de Kant, Humboldt, Constant, mientras que el Rousseau que efectivamente sobrevive por su originalidad y su adherencia critica la problemiatica de nuestra época cs el mismo que presume las soluciones radicales de la democracia politica. Algo anslogo cabe decir de Kant, naturalmente en sentido opuesto. La crisis es- tructural en que desemboca su Estado de derecho no puede ser velada por su reivindicacién esencial e irre nunciable de la legalidad juridica, mientrasexista una ley. Aquella crisises inevitable en Ia exaltacién prima- ria del individuo propietario yen la necesaria vincula- cién del Estado representativo con la decadencia te6- rica de la soberania popular y el estatismo autoritario. Con Rousseau vuelve a surgir, en una representa: eign moderna, el antiguo ideal de la comunidad orgé- nica, Mientras que con Kant se perfila una nueva ver- sién de la entera tradicién de Ja escisién. Sobre la linea de Rousseau, con desarrollos originales, se pro- yeeta la nueva temética comunitaria del socialismo. Sobre la linea de Kant, sin desarrollos sustancialmen teoriginales, se evanta elconstitucionalismo juridico ‘con sus contradicciones autoritarias, sancionando la laceracién que resulta de la divisién entre vida publi cay vida privada y consagrando la sociedad de ls pri vados que se integra en una comunidad exclusivamen- te abstracta No obstante las infinitas reservas criticas que de- ben sefialarsea la reduccién de Marx un epigono de 60. Hegel, es cierta la afirmacién de que Hegel es una pre- misa dea critica de Marx. En efecto, Heyes la men te que advierte la exigencia de la unificacién. Suyo es el tema de la composicion de los dualismos. Pero dado quel suyoes un tema ideal, la solucién que del mismo Tesulta no es una solucién real. La integracion del mundo en la historia unitaria de la idea tiene su talon de Aquiles en la suposicion de la historia como mera- mente ideal y en la pretensién de que las raices del mundo sean susceptibles de comprender mas bien que de transformarse. Siel viejo racionalismo dogma tico se nos presenta como un desdoblamiento del mundo, el racionalismo historicista de Hegel nos con- Figura el mundo como un desdoblamiento del espiritu: pero en esencia este mundo no tiene una razon de ser propia y por ello su racionalizacién es una empresa que se desarrolla en su ausencia, en la medida en que se supera y se dialectiza en las espirales ascendentes del espiritu. No por acaso la originalidad de Hegel, lo que de él esta vivo, queda fuera de la politica. En este aspecto Hegel es de veras un “perro muerto’que se Pudri¢ con el Estado prusiano. No fue mas alla del se- ‘alamiento, importante, es verdad, de que la dindmica de la vida practica moderna esta contenida en el dua- lismo de sociedad civil y Estado y que éstaes la lacera- cién mundana en la que precisa intervenir, Pero Hegel intervienea su modo, al excluiral Estado dela munda- nidad y al darle como lugar de origen y como destino lacsfera celeste del espiritu, en la que todo se integra ysse supera dejando las cosas mundanas tal y como es- tan, Puede decirse que la leccién mas importante que Hegel deja eh la politica es, a contraria, la necesidad de una erttica historica del Estado, Y precisamente en este punto comienza Marx.® 9. Quizd el significado mas seguro de los limites hist rricos que presenta la doctrina politica lo proporcione * consltse Critica de te ilosofia hegellana det derecho pi blico, en K, Marx, Opere filosofiche giovanili, Rama, 1963. e 61 la mezquina actuacion que ésta lleva a efecto cuando se la compara con los fendmenos practicos que le han ‘seguido. Ya se ha dicho cémo la teoria esclavista de Aristoteles se da de bofetadas con el siemple buen sen- tido del inglés comiin del siglo xvn. Un papel que no resulta mejor de cuanto lo sea la doctrina de la armo- nia social, regida por la “mano invisible" de Adam ‘Smith en relacion con el sentido comin det huelguista de nuestros tiempos, o bien la teoria kantiana de la di- vision de los ciudladanos en activos y pasivos ante el sentido comiin del elector que ha logrado el sufragio universal; 0 también la idea de Humboldt acerea del Estado abstencionista frente a las expectativas de se- guridad del empleado que esperaen su casa al médico de la mutualidad de Estadoo del pensionado que rec be cada mes la pension; o,en fin, la teoria hegeliana de a mision universal de la policia ante el recuerdo que cada uno conserva de la Gestapo. Empero, la mas des coneertante incapacidad que las grandes doctrinas politicas modernas muestran es, en conjunto, la deno entrever la inminente irrupeion de las masas popula res en la vida publica y la animacion revolucionaria del cuarto estado. Y mas atin, si se excepttiael ala “he- rética” del pensamiento premarxista (un cierto Rous- seat y los grandes socialistas utopicos), sorprende no solo ia falta de prevision de los fenomenos de este ge: nero (un tedrico puede ser grande cuando ve, aunque no prevea), sino también el auténtico desprecio teéri- coy moral hacia los “trabajadores dependientes”, que transpira toda gran obra politica. Se haria necesario que alguien reuniera orgénicamente esta seccion dela historia del pensamiento politico moderno, por lo ge- neral yaarchivada, para someter al fuego de la critica la concordancia del fondo que se manifiesta en ella con la tradicién de cada epoca. Se trata de una tradi- ion que, es licito afirmarlo, desciende de una arma- 26n teorica comin, caracterizada por la exposicion dualista de trabajo y pensamiento, praxis material y praxis tedrica, que constituye ademas la trama pro- funda de la “antitesis de la naturaleza y la historia”, 2 para decirlo con Bruno Bauer, y del nulo reeonoct Imientomentl de aquellaunidadentrehombrey natu falera ae or el Conttari,comentab are siempre exiatdo en la industria que en ena haexistdo de manera diferente. descuerde corel ma yor o menor desarrollo de esta dtima"* En seme: jame conjunto conceptual, sigue notando Mare "la Produccign real de la vida aparece como slgo prchis: Toric, mientras que lo que es bistorieo, envendile como algo que ests separado de la vida comun'y co lent, parece coer obama. a excllda de la historia y con ello se ree el antagoni mo entre natutalezae historia” El gran méritotedrco de Marx enol eampo del pen- sanienio social, parce ser el de haber reconide ‘mentalmente quella snidad dispersada por efectode Inalvision del trabajo, que''se transforma cn division real desde clmomentoen que se opera una division em tre el trabajo manual y el trabajo mental"? En ade- lante “Ia conciencia puede realmente figurarse que consttuye algo diferente de a concienela dela vada précticaexstente y,conecbir realmente algo sin con Cebir nada reals partir de este moment, ts concen Siaestaen grado de emanciparse del mundo y de ded arse a elaborar Ja teorla ‘pur, la teolopin pura’ la Filosofia ‘pura’ la moral ‘pura et." Reconstr launidad denaturalezae historia significa para Mart legar a coneebir la hstricidad de a naturaleza la naturalidad de a historia, ganar tebricamente los Fit mos préeticos de los tipos historieos naturales de la convivencia humans, pensar en los ponsermientos mis moscomo pensamientos hisfoncosquese rliren at os sociales materiales, correativamente, aprox 81K. Mari, Engels, La eologta alemana, Tr coma, igh Mane. Bog na olemena, Trad. Ul, Roma, * iid, p35. 8 poi. p28, rb. 63 mar los tipos sociales como organismos humanos naturales que se completan con las estructuras idea- les que ellos mismos manifiestan. De este modo, como se ha visto ya en el caso de la teoria del valor de Aristo teles, Marx logra poner en evidencia los limites histo ricos de las doctrinas sociales, como explicaciones ted- rricas de tipos determinados de sociedad que son y en los que se plantean tinicamente los problemas que ellos mismos comportan, y descubre las auténticas anticipaciones del genio tebrico que rompe, en cierta ‘medida, el sistema de su tiempo. Esta explicacién causal de la historia del pensa- miento politico legitima, para Marx, en el campo de las ciencias sociales, el empleo del metodo cientifico, propiamente dicho, ya que configura la historia de las ideas como una previsidn tedrica calibrada y confor: mada por el decurso histérico real. Ahora bien, no se trata aqui, naturalmente, del experimento de labora: torio cuya falta fue siempre el pretexto para diferen- ciar laciencia del hombre de la ciencia de la naturale- 2a, sino de aquel tipico experimento humano que es el experimento historico, vale decir, del sucederse real de tipos sociales que se transforman el uno en el otro y que realizan las generaciones humanas y sus crea- ‘ciones ideales. Desde este punto de vista, la revolucién tedrica de Mars tiene el alcance de aquella revolucién cientifica operada por Darwin, a la que viene a com: pletar: mientras que Darwin fue el primero en descu- rir la estructura historica de la vida natural, Marx fue el primeroen descubrir la estructuranatural dela vida historica® Y de esta complementariedad uni- (Loh senalado también un clentifico: KA. Timiryazey, "s- en Fzbrannye sochineniya, Moscu, ‘on Vieo la misma, Instoria, su ver, trata de convertise en una historia natural ero su total liberaciin del artifice y creadorteologico (Agustin, ossuet) ode la idea metafisica (ez), ce, se completa ol0.en Tr segunda mitad del siglo xix con Buckle y Marx. El puente en tte biologia y sociologia en la forma de aplicar el méwodo historic, xe construye al mismo tiempo entre dos cabezas, Dar- win y Mare” 64 versal de historia ynaturaleza brota la posibilided de teorizar una ciencia del mundo y hasta una metodolo gia cientifica Pero tal complementariedad de historia y naturale: za enel pensamiento de Marx conservaria una gran la guna sien el plano de la teoria politico-social Marx no estuviera consciente del cardcter histérico de su mis ‘mo pensamiento materialista, Dehecho, Marx aleanza este grado de conciencia cuando se da cuenta de que ahora logra very entender lo queen la sociedad grieza Jaltaba: una estructura natural integramente tratada por el hombre, de tal manera que pudiera expresar, conel predominio de Ia industria sobre la agricultura, relaciones enteramemte sociales, desvinculadas en modo definitivo de los lazos naturales. Marx reco- noce el mérito de Hegel por haber visto la separacién entre Estado y sociedad civil en el mundo moderno, pero lo hace responsable de ne haber visto los funda mentoshistoricos moderaos de tal separacién y de ha berla supuesto como una etapa del itinerario seguido por el espiritu a través de su historia temporal hacia el éxtasis del espiritu absoluto. El puede coneluir as, por una parte, que el dualismo de Estado y sociedad civil es un producto histérico, una articulacién efecti- sxhace noarlrespeto que en a modems “sociedad de lalibreconcurrenia el ndid aparecelibrede igamenes ha {rales ete, lo queen Ins épocas precedentes lo vuelve na par tc occeoria de un conglomeraso humano, deerminado ) i ‘unscrit A los ojos de los profetas del siglo xu, sobre coyas ‘xpaldasseapoyan odaviaor entero Smithy Ricardo ete adh vido dl sgio xv, quees producto, por un lado. deta dsl ion de las formas soctales leudales y pore! oir, dels nuevas fuereas productivas que se desarrllan partir el siglo Xe, aparece coma un ideal cuya exitencia pertencce al pasado. NO come resullado historic, sino como puto de partida delahist. Tia. Gomo individuoconforme sa naturaleza de seaeedo con a cepelon de a naturalera humana de aueliosprofetas del si- to roe add oriindohstorcanent, sia rea Porlanaluraesa misme, Era iusidn ha sido hasta ahora propia ‘lecadanueva epoca. Mientras mas ns remontamoten a his. "a. tanto mised individ —inluidoe individuo gue produce — Seinos presenta no autonomo, sino como parte de un odo: muy 68 —————— va de un tipo de relaciones sociales materiales y, por otra parte, que su verdadera unificacién no puede ser ideal y que le es necesario, in primis, no una "supera- ign’ en la esfera dela espiritualidad, sino una trans- formacién tal que, al devolver a la sociedad civil el ‘exo comunitario que la division del trabajo y la diso- ciacién privada han hecho emigrar hacia el mundo abstracio del Estado politico, anule a la una como so- sdad puramente civil 0 sociedad de los privados) y ala otra como sociedad puramente politica (o comuni dad s6lo ilusoria por cuanto se abstrae de las relacio- nes sociales reales); se trata de una transformacion que de esa manera reconstituiria a la sociedad como una sociedad homogenea. E] paso de Marx hacia el co- munismoes el resultado practico de su revolucion teo- rica, ysedebe precisamente ala vision delanecesidad histérica de una socializacién de la relaciones moder: nas, el que Marx logra no solo ver sino ademas prever Ja ierupeion popular en la vida moderna Como es sabido, numerosas y asaz distantes son las estimaciones que se dan del pensamiento de Marx. Peroapesar deelloel dato constante que motiva su ac- tualidad historica y su eficiencia teorica es su capaci ii sh dil cphiien ancadal fay de fala earner irs uno formar Sh paris coundacn ous reas oan aly ono our dl eovtascy do lamercolans delet Selo enel ee Stason la ‘ociad barguvea’ freer fore dest ‘stata Speenananadocone un arinsramen oe feet les re a ccna rer Pes {pecs que guste plas davntel punto clini Eocnyee pediment era iasyseloeanoeats (pares dottcrs pss ceviatd qunkuraaharnsshan dear felled, Etre, soto was Tera ts goon Pon a pitas ea a oa Tilom miiedad irnsioene” A prince imoduecln Pree of i rons pollen en Marc Engl, Ope seas pp 71372 lhettane 17, Contino na Gunde der Ps der patch Ostons smBely, 183 Te tmegrela con nconaersioes hn Fi ceeiacen erecta aginst ie us forman pare amber deen Grendrase TD 66 dad de entender el destino del siglo, y no en el plano de ias proclamas politicas, sino en el del anglisis cien- tifico. Con Marx se reconoce la estructura natural hu- mana del mundo y la conexa estructura humano-natu: ral del pensamiento: el sujeto practico, en el nivel cexplicativo, calaen loconcreto natural del sujeto pro- ductor, del trabajador, exactamente mientras la rela- ccidn natural de los hombres sale de la eternidad y se injerta en la composicin historica y humano-social de todas las esieras de la vida, Por esto, explicar el mundo para él no basta. Marx no sustituye la transfor- macion del mundo por el conocimiento del mismo, sino la concepeién tradicional del mundo como mera realidad del pensamiento, por lanueva concepeién del pensamiento como realidad totalmente mundana y ritmada por médulos ideales que reproducen de una determinada manera los médulos reales de las formas histéricas de convivencia social, Si antes cambiar el pensamiento significaba el modo de cambiar al mun: do, ahora cambiar al mundo implica un modo de cam- biar al pensamiento. Pero si antes aquella pretendida plasmabilidad ideal del mundo era s6lo un neto idea- lismo destinado a meditar acerca del infinito caracter indomable de la realidad, ahora esta plasmabilidad mundana del pensamiento lo hace capaz de mutar cfectivamente la realidad mundana, La filosofia poli- tica y social que hasta ahora habia siempre oscilado entre sus variados disfraces metafisicos, entre la uto- pia historica y el compromiso préctico, encuentra asi un sucesor de harto diversa capacidad incisiva: la cciencia de la economia politica como ciencia de las re- laciones sociales reales, de las que el pensamiento no es mas que pensamiento. La critica de la razén se transforma asi en la erftica de la misma préctica hut mana. La revolucién de las ideas era el diltimo limite de la “creatividad del espiritu’ la revolucién de las cosas deviene con Marx la nueva frontera. 10. Desde cuando Marx mont6 proceso al capital, la his toria de! pensamiento politico social ha fhida rigurosamente a rehacer, de decenio en decenio, el proceso a Marx. En este fenémeno, que dura ya un siglo, hay quied un signo andlogoaaquel que distingue ala obra de Arist6teles y, en menor medida, a la de Tomés de Aquino. De hecho, las “superaciones’ de Marx, que van de Bernstein a Croce, Weber, De Man, Pareto, nocuentan ya. Empero, precisa reconocer que cesta importancia central que la critica a Marx tiene en el siglo presente, en realidad es el reflejo de la impor- tancia central de los mismos problemas que él ha pues: to en la plaqueta de los microseopios sociales, prin cipalmente el que se refiere a la socialidad de los pro: blemas politicos modernos. En el plano de los movi- mientos politicos la cosa aparece particularmente evidente: no hay partido politico que no se haya dado ‘un “programa social. La incidencia de los fenomenos ‘que Marx ha puesto de relieve se vislumbra sobre todo ‘en los hibridos que han nacido de la fenomenologia po- Iitica; liberalismo social, capitalismo popular, nacio- nalsocialismo, partido popular, socialismo eristiano, Jos mas significativos de este nuevo muestrario pol co, Desde este punto de vista, podria decirse que la nuestra es la época de las contaminaciones. El termi no"democracia” paracitarun ejemplo, y queal finalt- zar el siglo XIX mostraba todavia las senales de las ex: ‘comuniones religiosas y laicas, ha experimentado un proceso de difusion y universalizacion que quiza sea sélo equiparable al nimero infinito de acepciones que Jas seetas confirieron a la nocién del cristianismo. Correlativamente, los modelos clasicos, sobre todo Jos de Kant y de Hegel, han sido sometidos a un estli- cidio de revisiones y de puestas al dia que, a pesar de ue no salgan del ambito originario, han tratado de adecuarlos a datos y problemas que la filosofia cls ‘caalemana’ no puede ya contener. Inclusoen esto hay ‘un indicio del caracter de transicién del nuevo siglo, {que se configura como una zona histérica caracteriza- da por descompensaciones y desequilibrios “impre- vistos". Un testimonio bastante atendible parece es tar constituido por los puntos que ha perdido la 68 clésica presencia de la razon: la que era “erftica de la raz6n", poco a poco se ha ido traduciendo en una “cri- sis de la raz6n', que se ha ahondado en la medida en que la razén se ha venido contraponiendo a la tipica estructura intelectiva dela ciencia, No solo la religion yel deliberado irracionalismo, sino también la ““razén didlectica” y la “comprensién”, han desmallado pro- gresivamente aquel tejido unitario de ciencia y cultu- ra que parecia haber sido imtegrado por las operacio- nes teoricas de los grandes investigadores del siglo pasado y por los economistas clasicos de Ricardo a Mars. El historicismo de Dilthey, el psicologismo de ‘Wundr, el neokantismo de Windelband y Rickert, el empiriocriticismo, el existencialismo, la fenomenolo- gia y hasta la sociologia del conocimiento se agrupan en el campo de esta progresiva “destruccion de la ra zon", en la busqueda vana de un Ersatz filesdfico que sustituya la onganica carencia de una posibilidad de hacer ciencia sobre las cosas humanas, Ahora bien, este ofuscamiento de los horizontes ra- cionales, ges en verdad un mero producto de la histo- ria de las ideas? Una mirada a los fenémenos reales del mundo contemporéneo basta para convencernos de que son demasiado numerosas las inversiones do- ‘cumentadas por la historia de las cosas respecto de los modelos plasmados por nuestra cultura. Ya se ha he- cho mencion del derrumbamiento que han sufrido frente a los hechos toda una serie de postulados teori- cos, de laarmonta del proceso econémico aladecidida evolucién del Estado juridico, y que se han visto radi- calmente subvertidos por las tendencias del nuevo si- slo. La igualdad juridica se daba cuenta de que era la formamas pura de la desigualdad, tal ycomoAristote- les y Marx lo habian visto, en el momento mismo en que alcanzaba su plenitud. La burocracia, este modelo hegeliano y weberiano de “racionalizacién” de la cosa liblica, ha puesto de manifiesto una monstruosa irra- cionalidad y una incapacidad estructural de previ- si6n. La libertad individual antepuesta a la igualdad social para salvaguardar el finalismo de la persona 69 ha caido en la mas increible coleccion de comporta- mientos estereotipados. La sociedad de los privados, que debia asegurar el desenvolvimiento de cada indi- viduo, ha manifestado gigantescas formaciones mo- nopolistas capaces incluso de modelar los consumos individuales. El principio de nacionalidad ha desem- bocado en las doctrinas del “primado" nacional, pri- mero, del racismo, después. La division de los pode- res, la Rule of Law, el control jurisdiccional de los ‘organos del Estado y todo el arsenal del moderno de- echo constitucional, se han revelado demasiado fre- cuentemente impotentes para contener la transfor ‘macién autoritaria del Estado, yno s6lo eso, sino que incluso la han promovido. ¢Qué es lo que queda de la civilizacién liberal individualista, que no haya sido ya utilizado para explicar estos fendmenos? Incluso las Declaraciones de los derechos adquieren un sabor ob- jetivamente equivaco frente a la historia contempora nea; por lo demas, no es verdad que tales Declaracio- nes fueron denegadas por la Francia jacobina a sus colonias, en las que, evidentemente, no tenfa ninguna validez el trinomio Liberté-Bgalité-Fraternité? Para nuestros fines, lo fundamental noes realizar el censo de las ruinas de tantos principios “eternos”. Mas bien pretendemos recalcar que el mundo ha to- mado caminos del todo imprevistos por los teéricos de la civilizacién liberal: asociacionismo, conflictos de trabajo, sindicalism mitad del mundo, emaneipacién colonial, surgimien- to universal del pueblo, o sea, de los hombres no ya como individuos separados, sino como miembros s0- ciales, son todos sintomas de una total distrofia del te- jido historico social tal y como habia sido analizado ‘conanterioridad. Sobre todo, se desploma la hipotesis central de la vieja cultura, en el sentido de que la inde pendencia del individuo respecto de la sociedad es el- foco de la libertad moderna. Muy al contrario, esta independencia-separacion se ha revelado como el au- téntico manantial de la libertad moderna, pues solo en el reciproco aislamiento de todos puede crecer el des- 70 Potismo de unos cuantos la Independencia de cada luno es solamente el reverso de una dependencia uni- versal de todos. Elindividualismo sea sum i reve lacién de una especifica e histérica forma social, de modo que es inexacto decir que el despotismo haya sido abatido cuando se venfan abajo las monarquias absolutas, pues éste no termina sino hasta cuando la sociedad se reconoce como tal en si misma y el indivi duo se siente como una ramificacién histérica de ella yreivindica para si una partieipacién consciente, ani- Sane piberkar ts inconsciente y gélida domina- cion de las cosas sobre los hombres y el privilegio algunos sobre los demas.” ‘eat ee Sin embargo, una doble barrera tedrica se contra: pone a la realizacién de una total socializacion politi ca y econdmica: en el nivel politico opone resistencia laidea de que la democracia representativa es el modo exclusivo para gobernar a la sociedad moderna; en el plano economico, se contrapone la idea de que la eco- nomia de mercado es la sola eficiente para ordenar las relaciones de produccion. Se ha aceptado, es cierto, el principio del sufragio universal (abandonando en las Buhari de a Mstora los raconamientos de Kant ¥ de Constant acerca de la "incapacidad” politica de las clases trabajadoras y de las mujeres), pero se sigue pensando que, enel fondo, Rousseau fue padre de una tirania de nuevo corte con su doctrina sobre el caréc- ter indclegable de la soberania popular. Es verdad que, despues de las duras experiencias de la gran cri- sis de 1929 y de la segunda guerra mundial, se esta aceptando la idea de una “programacién" de la econo- mia, pero se sigue pensando que, en esencia, la “libre empresa" es cl fundamento irrenunciable de la socie- dad moderna. :Es posible que no exista, mas de cuan- tose cree, una conexién historica organica entre estos * Véanse las sgudas constderaciones formulsdas por C6, Macpherson, “Post Liberal Democracy” en New Left Review. 33,1965, acerca de las ori Mera democrsticae a dos puntos extremos del pensamiento politico-social thoderno? En realidad, lo argumentos aducidos para sostener el caracter “utépico” de una democracia di: recta en el mundo moderno, se fundan no tantoen las dimensiones del Estado nacional (mucho mas amplio que la ciudad-Estado ateniense), como en Ja difusién enorme de la divisién del trabajo que, al transformar radicalmentelas relaciones entre los hombres en rela- ciones privadas, ha puesto de manifiesto la esfera po- litica como una esfera separada de la esfera de las ac tividades sociales. Desde este punto de vista, aparece bastante clara la referencia historica del caracter re- presentativo del Estado a la estructura privada de la ‘economia moderna. Por lo demés, no es casual que to- das las Declaraciones de los derechos y las Cartas constitucionales de los Estados representativos ten- gan como fundamentos indeclinables no sélo el siste- ma del habeas corpus sino también el sistema de la propiedad privada. Como ya en Locke, la tutela de la ‘vida’ y de sus articulaciones ético-politicas se hace acompafar cumplidamente de la tutela de la “propie- dad”, ‘Sin embargo, en los dos planes, el politico y el eco: némico, se han ido madurando contradicciones que siembran el desconcierto acerca de la necesidad ide rogable de que las “garantias” del individuo se con- fieben certo ala gesionrepreaentantva de Estodo yal sistema dela “libre empresa”. Los desarrollos his- ‘toricos han hecho lu sah aes it ions tado representative, prensado por las objetivas nece. Sidades de Tas relciones sociales modernas, ba ampliado enormemente las dimensiones de su activi dad yha tratado de colmar el surcodivisorio entre po- litica y sociedad con una progresiva expansién de la ‘economia piiblica y de la intervencion social en todos los campos (de 1a educacién a la asistencia, de las obras piiblicas a a previsién social, del comercio exte- rior alos organismos descentralizados), De esta mane- rase ha confirmado la unidad sustancial entre Estado y sociedad, su necesaria unificacién en nuestra época; 2 pero tal confirmacién se ha dado a través de una su- bordinacion de las actividades sociales a la gestion politico-burocratica que, por una parte, ha minado la originaria estructura del Estado representativo, ¥ que, por otra parte, ha sobrepuesto el formalismo bu rocritico a las competencias sociales. La perspectiva dela “burocratizacién universal”, dela que Weber vio los méritos tebricos més bien que los defectos histori 05, senos aparece como una perspectiva con posibil Gades para devorar la residual “libertad” det indivi. duo “independiente”, mientras se hace cada vez mas claro que una auténtica reconquista de la unidad so- cial es posible sélo si la estatalizacién 0 nacionaliza- cidn se convierte répidamente en socializacion, confi. Fiendo a los gestores sociales unidos aquellas tareas que la burocracia deberia realizar desde fuera y sin competencia, Enel plano econémico, empero, la adhe- sion a la programacién econémica se encuentra ante tuna disyuntiva no menos preocupante: o bien la pro- {gramaci6n influye sobre las estructuras de los institu tos econémicos y se introduce en un proceso de socia. lizacion de los medios se produccion e intercambio, 0 bien, en el desenvolvimiento de sus proyectos de monizacién”, chocar4 fatalmente contra lasimponen- tes reservas privadas de las grandes formaciones mo- nopolistas.# El pensamiento politico-social contemporéneo desde hace varios decenios se esta probando a través de estos problemas, provocados, a propésito, por el andlisis critico de Marx, que planted dos terminos re- solutivos e intercondicionados: la “decadencia del Es- tado''y Ia “socializacién de los medios de produccion y de intercambio”. En qué medida las modificaciones ‘del Estado representative moderno sean incisivas, pa- rece demostrarlo la trigica torsion que ha experimen. tado con los autoritarismos fascista y nazi y, en gene- ral, con la progresiva expansién del poder ejecutivoen Afirmaciones andlogas en G, Myrdal, J paesi del benesseree a ler, Mig, 1982. B perjuicio del poder legislativo y el enjaulamiento del ¢jercicio popular de la soberania, Frente a tales modi- ficaciones la misma eficiencia de la democracia, limi- tada ala democracia constitucional, palidece y secon: figura exclusivamente como mera técnica de seleccién y designacion de los gobernantes.” De ahi ladifusion de las indagaciones acerca de las élites del poder y los "condicionamientos sociales” del poder politico, mientras que la “utopia” de la democracia como régimen popular se sustituye de modo radical por el compromiso.”® Correlativamente, la programa- ccidn de la economia tiende a resolverse en una coordi- nacién marginal de esferas privadas fundamental- mente irreductibles, una vez que ha decaido casi por todos lados el mito corporativista Pero hay més atin, Esta restriceién de la pro- blemitica democratica dentro de los limites de las ‘€cnicas constitucionales y su intima conexion con la libertad de empresa ha generado dos grandes nudos tebricos que siguen siendo intrincados: la sustitucién de la originaria y limpida distincion entre liberalismo y democracia por Is distincién entre democracia (libe- Tal constitucional) y “totalitarismo”, que se ha im- puesto casi universalmente en la cultura occidental, ofuscando y empobreciendo los términos reales delos problemas politicos.” En el campo del socialismo, ‘aguella distincién se ha reflejado en una no menos grave alteracién te6rica, que consiste en la contrapo- sicién frontal del socialismo a la democracia y de la © sta reduccién en Ia democracia al constitucionalismo es cevidente, por ejemplo, en los estudiosos de lengua ingles ete ‘enespecial, CJ. Friederich, Governo constituzionale« democra la, Vicenza, 1963, y SM. Lipset, L'uomo e la politica, Milan, 1963, Por lo que toca al procedimientotcorieo de esta reduccion se puede ver, ademas de los clisicos de! liberalism, H. Kelsen, J fondamenti delta democrazia, Bolonia, 1986. **Consiliese H. Kelsen, Teoria general del derecho y del Estado, Trad, ita, Milin, 1989, p.293:",.esen virtud de esta ten deneia'al compromiso que la democraciaes una aproximacion al Ideal dela autodeterminacién total chr. R Aton, Democratic et totalitariome, Pati, 1965 " democracia social a la democracia politica. Se podria decir que en un campo la teoria politica liberal ha ab- sorbido algunas tesis de la democracia (sobre todo la, que se refiere al sufragio universal) y ha expulsado del territorio de la problematica social las implicaciones igualitarias, economicas y sociales que tenia original: ‘mente; mientras que en el otro campo la critica econdmico-social de las relaciones entre capital y tra. bajo ha desvanecido la importancia de las mediaci nes politicas, al aceptar como buena, en el fondo, la operacién tedrica del liberalismo. En este marco es posible apreciar otro aspecto més, nada secundari de los hibridos politicos que recordamos con antel clon: nacidos bajo la presién de la critica socialista, han tratado de resolver la contaminacién en una au- téntica hegemonia tedrica y politica, yello no sin dejar de tener cierto éxito. El indicio que ofrece la prueba de lo dicho quiza se pueda encontrar en la escision que se ha operado en el socialismo, cuya ala socialdemo- critica se ha configurado como una forma politica liberal del movimiento obrero, mientras que el ala marxista no ha logrado convertirse en la heredera tebrica consciente de la expansion social de la de- 11, Los afios que el mundo esté viviendo parecen estar rctamente dominados por estos problemas tebricos. Es muy cierto que éstos parecen pasar a segundo tér- mino en la zona del llamado "ercer mundo” en el que Ja urgencia de la emancipacién nacional y de la construccién econémica sobrepasa a cualquier otro problema. Empero, entre mis maduran las nuevas for- ‘maciones nacionales, tanto mis estos problemas lo- gran imponerse en eilas. La edad contemporanea est efectuando una revo- lucién que no encuentra parangén en el momento en que nos hace asistir a una primera igualacién univer- sal de todas las naciones en la independencia. ¥ ya que este primer nivel de parificacion universal esté st guiendo un proceso de desarrollo econémico de las 1s “maciones atrasadas”, es licito presumir que un se- ‘gundo nivel de igualdad seré muy pronto aleanzado. Sobre esa base, ya hoy podemos constatar que los mis ‘mos problemas tedrieos y sociales asumen una circu- Taridad mundial que jamas han tenido. Estamos ante tun auténtica proceso de universalizacién de la histo- ria del genero humano, en el que cada ver mas nets mente estin resaltando los caracteres de reiteracién, regularidad y uniformidad que adoptan ios tipos de ‘ajustes politico-sociales y los problemas filoséficos y Culturales. En pocas palabras, nuestra época es Ia contienda viviente por la “primacta'" de esta o aquella pacién, de esta o de aquella raza. Yes, al mismo tiem- po, la contienda de todas las razones filosoficas que hhan surgido de las “primacias” de todo tipo. La queen el pasado pudo ser una sucesin de civilizaciones ra tiales onacionales se nos presenta hoy comouna suce- Sién de tipos estructurales de sociedad y de cultura, sustancialmente indiferentes de las variantes “loca- Jes". Entenddmonos: no se trata de que las diferencias, nacionales no cuenten, mas éstas no son las diferen- tas cruciales y quedan incluidas mas bien en una ti pologia historica general, pues la nacién misma nace en el marco de un proceso historico que disgrega y Sustituye las formas de vida premodernas, feudales 0 tribales. Séloel desarrollo parcial y no homogéneo de lacivilizacién nacional burguesa en el mundo moder- noha podido respaldar por largo tiempola idea de que Ta historia es Ia sucesién de los “espiritus de los pueblos”, Una idea como ésta, que Hegel de modo tan ‘magistral represent c ilustr6, comportaba necesari- ‘mente la tesis de que “los espiritus de los pueblos se distinguen... de acuerdo con la idea que de si mismos dan, de acuerdo con la superficialidad o la profundi ‘dad con que han comprendido lo que es el espiritu”,”” 72 GWAR. Hegel, op. ct, 1, p43. La posicion de Marx es dife rente: "Exactamentealcontrario de la que sucede en a filosotia “lemana, que desciende del cielo la tierra, aquisevadela tierra Alelelo.Osea.quemno se parte delo que los hombres dicen, seme 16 ycomportaba ademés esta otra segun la cual “el espi- ritude un puebloes un individuo natural; como tal flo- rece, se vuelve vigoroso, decrece y muere”.” En este plano, Hegel bien podia afirmar que ‘el alma de toda comprensién y de toda concepcién filosotica de la his toria, lo que en ella mas importa y destaca, es la pose- jn [de la] nocion del cambio", en cuya virtud el es- piritu se remonta de una finitud a otra, de un pueblo ‘otro, reconociéndose y perfeccionandose. En una pa labra, Hegel podfa concluir que "Ia historia universal cs la representacién del proceso divino y absoluto del, espiritu en sus mas altas formas, de este curso gra dual enel que él consigue su verdad, la autoconciencia de si”,’* precisa mente porque partia de la considera cién de la “individualidad’” (irrepetibilidad) de cada specifica cultura y de cada pueblo; por ello mismo te- nia que postular “pueblos histérico-universales” 0 “individuos césmico-histéricos”: pueblos héroes y hombres héroes. La historia universal brotaba del re: conocimiento individual del espiritu, era la copia de tun arquetipo omnipresente. ‘La edad que vivimos pone en tela de juicio, con la evidencia de las cosas, estas premisas del historicis- mo idealista y pone de manifiesto la fundamental equivalencia de los pueblos en contextos histérico- sociales andlogos y la sustancial funcionalidad uni- versal de las soluciones politicas ¢ ideales. Nos parece que esta época comprueba este gran pensamiento de Marx: que el constituirse de una historia universal es también un proceso histérico condicionado por el de- sarrollode determinadas formas de convivencia préc- sinan ose representan, ni delo que se dice, se piensa, eimagina Ose representa de ellos, para llegar de aqui alos hombres vivos; ‘ino que se parte de los hombres que actan realmente y sobre Ia base del proceso real de su vida se explica también el desarro- Ilo de los reflejosy dolor ecos ideoldgicos de este proceso de vi da" (K: Mars-F. Engels, La ideologiaalemana, ci. p. 23) 8 G.W.F. Hegel, op. cit, p53 7 Ibid, p58 78 Thi,» 8. ” —— —=— \”“" cali tica. Hace mas de un siglo Marx escribia que “a me- dida que el mado de produccién desarrollado, las relaciones y laconsiguiente division natural del traba- jo entre las diferentes naciones van anulando el origi- nario aislamiento de las diversas nacionalidades, la historia se transforma cada vez mas en historia uni versal”? Y continuaba: “Esta transformacién de la historia en historia universal no es un mero hecho abstracto de la ‘autoconciencia’, del espiritu del mun do 0 de cualquier otro fantasma metalisico, sino un hecho absolutamente material, demostrable empi camente...’”” Hoy estamos verificando, empiricamen- te, que esta verdad es un hecho. ‘Mientras que Hegel, al seguir las huellas del espiri tua través de la historia, se limitaba a seleccionar los, pueblos de acuerdo con criterios concernientes a su inmediata determinacion y, al elaborar la historia del pensamiento como simple historia de la afiliacién de Is ideas se limitabaa recabar de groseros datos natu- rales el sentido que presentaban, con la intencidn de Hogar al ‘fin dltimo", més bien que a las causas ade ‘cuadas del proceso, Marx, por su parte, arrancaba de la reconstrucci6n historiconatural del proceso hist6- rico, eliminando asi la tltima corteza teolégica de la ciencia historica, y previendo un desenvolvimiento ractico universal de las relaciones modernas, sin ne- cesidad de “hacer de la historia sucesiva el objeto de Ia historia precedente”, y sin que la civilizacion mo- derna se redujese a la solucién problematica, ‘Sobre la base de esta confrontacién, el desarrollo 7K. Mara. Engels, op. ei, p. 42. 7 hid, pp. 42-43. 78 Marx. Engels, op. cit, p- 42. Bn uns concepcién como éta, Ia historia se reduce a "una serie de ‘pensamientos' de los tuales uno devora al oiro,yal final desaparece en a ‘autoconcien- ‘ia’ Se trata, agrega Marx, deuna “concepeidn.. realmente re- ligiosa" idem, para ln que “la época posterior es a ‘verdad’ de laepoca anterior”, de modo que "la epoca del perfecto dominio del espiritu esa verdad de laépoca en la que el espiritu domino ba todavia de moda imperfecto” (p. 168). Tal hstoriogratia, por 8 contemporaneo se nos ofrece verdaderamente revela dor. Nos prueba, en el escenario mismo de la historia, que la superacién social del mundo tiene un funda- mento prictico y que s6lo una pertinente explicacion causal de la universalidad actual de los procesos histéricos nos permite entender el caracter especifico de las épocas en las que el desarrollo social era un de- sarrollo unilateral y parcial. Si bien es cierto, en la perspectiva del historicismo hegeliano ¢ idealista en ‘general la clave de la interpretacion historica venia a ser la reconstruecién filosofica del paso de un princi- pio ideal a otro y de un pueblo a otro, como de sus “fi nitos! portadores, también es verdad que en la pers» pectiva de un historicismo materialista la clave la constituye el estudio de las formas de transicién deun_ tipo social a otro y al analisis de la sucesion de tales formas dentro de cada formacién, de cada pueblo. En. la primera perspectiva, las ideas modernas se presen- tan como el sello conclusive de la historia de Europa, “el fin de Ia historia del mundo, del mismo modo en que Asia constituye el principio”. En la segunda pers- pectiva, nuestra civilizacién moderna se transforma ‘en un problema hist6rico y el mundo, al contrario de loque pensaba Hegel, se torna una unidad que se debe construir uniformandolo como una “‘esfera”.” tanto, procede “desarrollande las conexiones y combinando épo- cas diversas, de modo tal, que cada estado histrico es redueido ‘una sola palabra yen fin de cuentas, se obtieneel resultado de Gue el timo miembra dela sucesiom histériea no ha avanzado niun pelo respecto del primero y todas las épocas dela sueesion ‘Yap resumidas en una sola categoria abstracta, como el idealis- ‘mo, la dependencia respecto de ideas te. Y si se hace necesario dara la serie histérica de las oposiciones una apariencia de pro- {gros ello oeure interpretando la frase final como perfecciona- miento de la primera época de a sete, y los miembros interme- ‘dios como grados de desarrollo on orden ascendente hacia la Frage altima y prfecta” (266) La historia del mundo va de Oriente @ Occidente: Europa’ co ssa poet smc cli de unr cat ped ‘mismo modo en que Asia constituye el principio..sibienla tierra ‘ene forma de esfera,empero Ia historia no leva cabo un giro fen torno de ella.” (G.W.F. Hegel, op. tt, 3, p-273) 2» BIBLIOGRAFIA DE OBRAS EN ESPANOL Adorno, T. W., La sociedad: lecciones de soctologta, Buenos ‘Aires, Protea. Agustin, La ciudad de Dios, tr. Lorenzo Riber, Barcelona, Alma Mater. Althusser, Louis, Le revolucion redrica de Marx, 11. 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