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El arte de preguntar, el arte de escuchar, y el arte de leer en el libro “El sentido de lo humano”

El ser humano es un ser gregario, pues su vida se hace mucho más simple y completa

cuando vive en sociedad. Las relaciones sociales influyen en la formación de su personalidad y

ayudan a organizar su vida, de manera que su comportamiento y sus ideas son complementados

por los demás. Pierre Bourdieu definió “habitus” como ese proceso de educación social que

conforma al ser humano de manera informal. En las interacciones, la dialéctica es parte

fundamental y se da a través de la comunicación, donde alguno escucha mientras otro habla o

pregunta. De la misma manera, existe un diálogo entre la persona y su entorno, en el cual el

individuo es conmovido por la naturaleza a comprender y analizar la misma. Surgen de estas

ideas, la concepción de que el escuchar, el preguntar y el leer son artes que el ser humano cultiva

durante su vida.

El arte de escuchar, según Krishnamurti consiste en abandonar los prejuicios, suspender

por un momento las creencias y poner a un lado nuestro “habitus” para estar al mismo nivel, al

mismo tiempo con la persona que escuchamos. Platón, por su parte, nos muestra el arte de

preguntar como una dialéctica, donde se utiliza la razón a partir de la filosofía de la mayéutica

para “parir ideas” hasta lograr una demostración del conocimiento real. El arte de leer es

explicado por Paulo Freire en su término “palabra-mundo”, que es la fundición de la lectura

inicial del mundo que hace el individuo antes de leer palabras, con la lectura de las palabras

cuando es alfabetizado. A la luz de estas concepciones se evaluarán dos lecturas que explican o

cuestionan la validez de algunas de las diferentes teorías establecidas acerca del origen del

mundo.

Según Carlos Alberro en “La humanidad de los Génesis”, el escrito del libro Génesis en

la Biblia tiene sus bases en libros que habían sido escritos muchos antes que éste. Alberro relata

las similitudes que existen en la concepción de la realidad del origen del mundo en las lecturas

del Génesis, en Enuma Elish y en Gilgamés. Piensa que Abraham le llevó a Canaán y a sus
descendientes la historia del Génesis, que eventualmente se convierte en parte del Antiguo

Testamento de la Biblia. Recalca el hecho de que, según la Biblia, el Universo tiene

aproximadamente 6,000 años de existencia y dice que los relatos de Génesis 1 y 2 son dos

historias diferentes de la creación. Puedo ver cómo sus cuestionamientos recuerdan el arte de

preguntar que había traído Platón pues, a través de lo que establece Alberro de manera crítica,

intenta provocar una inquietud y un cuestionamiento al receptor. El deliberar acerca de cierto

tema nos lleva a cuestionar y esto corresponde a la capacidad que tengamos del razonamiento.

Pienso que quiere hacernos reflexionar acerca de cómo piensan las personas que parten de la

Biblia para explicar el origen del mundo. Las ideas de Alberro están fundamentadas en el

discurso científico y es desde ahí que derrumba las bases de la ideología religiosa sobre la

creación.

Para leer esta lectura tuve que recurrir al arte de escuchar de Krishnamurti, pues mis

creencias y mi religión son cristianas. Me resulta antipático el hecho de que se cuestionen las

verdades de la Biblia en las cuales he puesto mi fe, mas sin embargo me es posible poner a un

lado lo que creo para escuchar las posturas antagónicas de Alberro. No cierro los ojos ante las

diferencias del mundo con respecto a mí y, de hecho, me gusta conocer las razones que le llevan

a desvalidar de tal manera mi libro sagrado. Pienso que muchas de sus declaraciones son falsas,

sin fundamento y debatibles con la misma Biblia: el Génesis 2 en realidad amplía a Génesis 1, en

lugar de ser una segunda historia de la creación; Dios separó las aguas de debajo del firmamento

y las de encima, pues las de encima fueron las que formaron el diluvio en la época de Noé;

Elohim y Yhaveh, junto con otros nombres fueron utilizados para referirse de igual manera a

Dios en los escritos de Moisés y Elohim no es utilizado como plural en Génesis pues los verbos

que le describen están en singular en el original hebreo. De esta forma, mis creencias (mi

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“habitus”) no me permiten validar sus planteamientos, pero el arte de escuchar me permite

escucharle y examinar su contenido desde el punto de vista científico.

Puedo integrar los escritos de la creación como origen verdadero del mundo a mi

“habitus”, porque lo que me han enseñado y lo que he leído en la Biblia se combina con el

conocimiento del mundo que tenía antes de aprender a leer. Como Freire, desde pequeña aprendí

a valorar la naturaleza, su belleza y su esencial función para mi bienestar. Lo aprendido en la

Biblia, desde mi perspectiva, únicamente ha esclarecido mi tendencia de amar la naturaleza y

me ha ayudado a comprender el por qué y el cómo de esa maquinaria perfecta que componen sus

diferentes especies. El término “palabra-mundo” se crea en mi desarrollo a partir del momento

en que se une lo que aprendí acerca de la maravilla que es mi entorno, con lo que explica los

fenómenos invisibles del mundo, que es la Biblia y sus doctrinas.

La lectura de Wilmer Arroyo “Teorías del Universo” comienza narrándonos la trayectoria

histórica que forma las bases del conocimiento que se enseña hoy sobre el origen del mundo,

desde el punto de vista científico. Desde las culturas primigenias comienzan las ideas y teorías

acerca de la rotación de la tierra, la importancia del sol, la distancia de la luna y las estrellas y su

aportación al conocimiento de las estaciones del año.

Los adelantos tecnológicos avanzaban rápidamente en siglos pasados, mientras que la

resistencia de la iglesia atrasaba los nuevos descubrimientos. Creo que esto es un buen ejemplo

para incorporar el arte de escuchar. Es notable que la atención que prestó la iglesia a los

científicos era mínima, tomaba en consideración únicamente lo establecido ya como verdad, sin

permitir al pueblo conocimiento más allá de lo conocido. Su propósito era probablemente

mantener a la clase social creyente sumisos por su fe, sin acceso al conocimiento de algo variante

a lo que creían. Según lo que establece Krishnamurti, no poder abrirse a nuevos conocimientos

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y opiniones es una falsa manera de escuchar, es una mentira. No es mentira precisamente porque

no sea verdad, sino porque nos impide escuchar, acceder a la nueva información que nos libra de

la confusión. La iglesia cayó entonces en la repetición, que según Krishnamurti es mentira,

porque es pura propaganda.

Los distintos modelos teóricos en esta lectura de Arroyo validan y rechazan posturas,

meditando en el estado del universo: ¿Evoluciona o no? ¿Se mueve? ¿Se expande

constantemente? ¿Es homogéneo? Platón diría quizás que todas las posturas son válidas, siempre

y cuando tengan su base racional; que probablemente los modelos se parecen y esto es positivo,

pues significa que alguna idea común se ha ido evolucionando a través del tiempo hasta

convertirse en ideas distintas, todas con buenos pilares de lógica y razón. Pienso que el hecho de

que las teorías relacionadas al “Big Bang” tengan similitudes tanto como diferencias entre sí y

con respecto a las de base religiosa en la lectura anterior, es simplemente una prueba que

evidencia la necesidad de la dialéctica para cultivar la razón.

A la luz de Platón diríamos que el cuestionamiento en estos modelos teóricos es necesario

para fomentar el intelectualismo y el racionalismo con respecto al origen del mundo. Es, de

hecho, ésta la manera en que han evolucionado las teorías vigentes religiosas y científicas, pues

el escepticismo de los científicos y los teólogos los lleva a cuestionar más profundamente los

estudios y simposios recientes, para establecer ideas más actualizadas y precisas sobre el origen

de la Tierra, del humano y de las demás especies.

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