En el exilio todos los hombres nos volvemos argentinos.
Eso lo le una vez en
una de esas revistas atrasadas que ponen los dentistas en la sala de espera de su consultorio. No entend entonces de qu se trataba aquello pero me pareci una putada. Debe sentirse de la chingada volverte un cabrn como esos, pens, mientras una seora regordeta que haba pasado cuarenta y cinco minutos limndose las uas, me pidi que pasara con el doctor.