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Naci6 la filosofia para dar raz6n Bien es verdad que en esas aulas acabé encontrando algunos temas que hubieran sido de interés para el Publico si se le hubie- ran explicado con alguna claridad, por ejemplo, el de la funda- mentacion de la moral. éPOR QUE DEBO? Hasta hace algo mas de una década, los éticos invirtieron buena parte de su tiempo en investigar si es posible encontrar un fundamento para lo moral, y creian adecuado formular la preguri- ta de la siguiente forma: «;Por qué debo obedecer normas morales?». En definitiva, la mayor parte de los ciudadanos ignoréabamos esas sutilezas de que la moral habla de unas formas de vida mas humanas que otras, y habiamos sido educados simplemente en la conviccion de que la moral consiste en un conjunto de deberes, y ademas en unos deberes que normalmente van en contra de nuestras apetencias y deseos. No era, pues, raro que la gente. cuando se decia que esos deberes eran sagrados, preguntara épor qué? Ss 23 Mientras la respuesta valida para la sociedad en su conjunto fue religiosa, el problema parecta quedar resuelto con un «por- que eso es lo que Dios quiere» o «porque es lo que ensefia la Iglesia». En realidad, el problema no se resolvia, sino que se tras- jadaba a una reflexién ulterior, que con respuestas como éstas quedaba pendiente (25). Por su parte, los filésofos llevaban siglos intentando funda- mentar la moral y encontrar una respuesta que no valiera sélo pa- ra los creyentes, y asi habfan ido encontrando, entre otras, res- puestas muy relacionadas con las formas de entender lo moral que ya hemos comentado. Si tenemos que cumplir unos deberes o practicar unas virtu- des —decian— es por razones como las siguientes: — Los seres humanos queremos ser felices, es decir, realizar nuestro modo de ser més propio, y para eso cumplir algu- nos deberes resulta ineludible (eudaimonismo). — Los hombres queremos obtener todo el placer posible y a veces es necesaria la obediencia « esos deberes para con- seguirlo (hedonismo). —Los seres racionales tenemos conciencia de que debemos cumplir unos determinados deberes, aunque con ello no obtengamos bienestar, sencillamente porque actuar segun ellos forma parte de nuestro idea: «e humanidad (kantismo). — Captamos intuitivamente unos valores que nos exigen ser realizados (ética de los valores). — Somos seres dotados de competencia comunicativa y al comunicarnos nos atenemos, queramoslo 0 no, a normas morales (€ética del discurso) (26). (25) Cortina, A. Btica civil y religion, pp. 113 y ss (26) He intentado ofrecer una panoramica de las distintas posiciones en torno a la fundamentacion de la moral en: Etica minima, parte Il. Etica sin moral, ca- pitulo 3. La moral del camalesn, Espasa-Calpe. Madrid, 1991, capitulo 13. Euca aplicada y democracia radical, parte | 45 NO HAY PORQUE Obviamente, las disputas entre los defensores de los distin- tos modelos de fundamentacién han sido y son miiltiples y diver- sas, porque todos creen que el suyo es el unico convincente. Con Jo cual los éticos se ven en una comprometida situacién, ya que, por una parte, se empefian en que las fundamentaciones religio- sas no pueden valer para todos, puesto que no todos son creyen- tes; pero, por otra, se encuentran con que tampoco parece posible descubrir una fundamentacién racional que valga universal- mente: existen distintas ofertas de fundamentacién ética que entran entre si en competencia. E] asunto vino a complicarse todavia mds cuando algunos au- tores empezaron a opinar que la moral no puede fundamentar- se de ninguna manera, ya que, a fin de cuentas, cualquier intento de fundamentacion llega —segtin ellos— a un punto en el que quien esta buscando razones inmuniza alguna de ellas frente a cualquier critica racional y pretende haber encontrado el funda- mento. Con lo cual, en realidad, todo el proceso fundamentador viene a descansar en un irracional «porque si». Este seria el caso, en nuestros dias, del racionalismo critico, iniciado por KarL Popper y continuado, entre otros, por HaNs ALBERT. NI HAY PORQUE, NI FALTA QUE HACE Otros autores decian, por su parte, que ni la moral puede fundamentarse ni falta que le hace. Seguin ellos, llevaban razon NIETZSCHE y HEIDEGGER cuando decian que la obsesion por buscar fundamentos es un problema de la Modernidad, pero que hoy en dia, en nuestra época postmoderna, carece de sentido dedicarse a ese menester y andar discutiendo si unos son superiores a otros. E] afan por dar respuestas seguras, por dar razones, por fun- damentar, esta pasado de moda, es un ancestro del pasado. 46 Esta es la posicién del pensamiento postmoderno, en gene- ral, y muy especialmente de autores como GIANNI VATTIMO 0 JEAN- Francois LyoTarp (27). FUNDAMENTOS HABRA, PERO MAS VALE SILENCIARLOS Por ultimo, una potente corriente norteamericana —el libe- ralismo pol{tico—, en la que «militan» autores de la talla de JOHN RawLs, insiste en que, para el filésofo que vive en un pais demo- cratico, lo interesante no es emplear tiempo buscando funda- mentos, sino intentar potenciar la democracia en su sociedad y dejarse de libros de caballerias. ° Con el asunto de los fundamentos —continuan estos autores— no egamos sino a discusiones entre creyentes y no creyentes, hedonistas y kantianos, fundamentalistas y laicistas, cuando lo que necesita una sociedad democratica es que todos sus ciudadanos se esfuercen por consolidar y potenciar los valores democraticos. En potenciar eso que nos une —afirma el liberalismo politi- co—consiste la «tarea social prdctica» del filosofo, no tanto en reivindicar cada uno su idea de fundamento, que puede llevar a discrepancias. Con lo cual el liberalismo politico hace ostentosa- mente gala de ese pragmatismo que es tan consustancial al pueblo norteamericano como el MacDonald's, la Coca-Cola o Walt Disney. Sin embargo, este pragmatismo esconde varias cartas en la manga, porque no dice sin mas que no haya un fundamento para lo moral, sino que puede haber varios en disputa en una misma so- ciedad, y que mas vale abandonar la tarea de dilucidar cual es mas verdadero para emplear todas las energias en potenciar lo que ya nos une. Con lo cual si admite que hay fundamentos y que tienen (27) Varrimo, G. Elfin de la modernidad, Gedisa. Barcelona, 1986; LyoTarb, J.-F. La condicion postmoderna, Tecnos. Madrid, 1984. 47 su buena eficacia en la vida social cuando orientan positivamente la vida de los que los tienen por buenos. Lo que no quieren entrar es en la disputa de si hay uno que sea el verdadero. DE LA DISCORDIA A LA CONCORDIA En los tiltimos tiempos, pues, el problema del fundamento de lo moral ha servido de discordia entre todos estos grupos que lo tienen por imposible o por innecesario, y los que siguen defen- diendo la existencia de un fundamento racional, como es el caso de los utilitaristas, los zubirianos, los kantianos, la ética de los valores, 0 la ética del discurso. Sin embargo, hoy en dia, el calor de las disputas en torno al fundamento ha remitido, en parte por el cansancio de los conten- dientes, ahitos de tanta discusion, en parte porque la vida cotidia- na esta exigiendo insistentemente a la ética que le preste sus servicios en otras dependencias. En efecto, desde hace un par de décadas al menos, en Estados Unidos sobre todo, ha empezado a pasar al primer plano el asunto de la aplicacién a la vida cotidiana de aquellos princi- pios que pueden haberse descubierto a través de la reflexion éti- ca. Y no porque los éticos un buen dia decidieran que merecia la pena dedicarse a ello, sino porque asi lo pedian los distintos ambi- tos sociales, que necesitaban orientaciones para actuar y no podian recabarlas sélo de las religiones en sociedades pluralistas. La ética se vio obligada a lanzarse al ruedo y a ejercer otra de sus tareas tradicionales: la de aplicar a la vida cotidiana los princi- pios ganados en el proceso de fundamentacion. ;Significa esto que ya no importa en absoluto si lo moral puede fundamentarse o no, si tenemos razones para ser morales, porque el pragmatismo de las decisiones concretas nos ha ganado? Ciertamente, asf lo considera, entre otros, el liberalismo po- litico del que hemos hablado. Pero también apuntamos que esta 48 Naturalmente, la desastrosa teoria de la diferencia entre las razas y de la superioridad de unas sobre otras estaba en el tras- fondo de todo aquello, como también la conviccion de que las supuestamente inferiores no es que lo fueran, es que sus miem- bros ya no eran siquiera seres humanos. Pero también, curiosa- mente, andaba en la trastienda de todo aquello la idea de que es lcito experimentar con algunos seres humanos porque de aqui se pueden extraer beneficios para un mayor numero de gentes. Afirmacién que, si cabe, es mds peligrosa que las anteriores, porque parece una justificaci6n humanitaria. Perdida en las nubes del andlisis del lenguaje, de la funda- mentacion y de otros problemas similares, {nq tenfa la ética nada que decir ante todo esto? EL «CASO WATERGATE» Por citar un ejemplo de otro Ambito, escandalos como el del «caso Watergate» en Estados Unidos 0 como el que protagonizé aquella empresa alemana que vendié leche radiactivada en el Tercer Mundo, sin importarle en absoluto el dafio que con esto producia, ocasionaron una commocién entre la opinion publica. Las gentes empezaron a preguntarse si las empresas estan legitimadas para perseguir su beneficio empleando para ello cual- quier medio, o si, por el contrario, existen unos limites, aunque en ocasiones no esté escrito cudles son ni esté especificada una san- cin por traspasarlos. Y de esta pregunta surgia inevitablemente la cuestion: {no tiene la ética nada que decir? UN LARGO ETCETERA Y, por acabar de momento con este rosario de ejemplos, gno tiene nada que decir la ética de la corrupcién politica, de la endo- gamia universitaria, de la destruccidn del medio ambiente, del ne- gocio de la guerra, de los periddicos que hacen suya aquella con- signa: «que nunca la verdad te estropee un buen titular»? 50

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