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64 [LA ERA DEL IMPERIO, 1875-1914 trospectiva como la «normalidad» radi ie a Ja que aspiraban retornar. Cor 3. LA ERA DEL IMPERIO Sélo la confusién politica total y el optimismo ingenuo pue- el reconocimiento de que los esfuerzos inev expansién comerei de Ia Tierra y, por ta de su pueblo y, espe- cialmente ef potencial de ganancias de sus trabajadores. ‘Max Wener, 1894! «Cuando estés entre Ios chinos —afirma {el emperador de Ale mania}—, recuerda que eres Ia vanguardia ma—, y atraviesa con tu bayoneta a todo odiado infel al que veas —afirma—, Hazle comprender lo que significa nuestra c casualidad consigues un poco de se8 0 fos rusos te la arrebaten.» Mr. Dooley's Philosophy, 1900? I periodo de Ia nistoria moderna en que mayor néimero de gobernantes que se aul res» 0 que eran considerados por los di cedores de ese titulo, En Europa, se reclamaban de ese titulo los gobernantes de Alemania, Aus- tria, Rusia, Turquia y (en’su calidad de sefiores de la India) el Reino Unido. Dos de ellos (Alemania y el Reino Unido/India) eran innovaciones del decenio 66 LA ERA DEL IMPERIO, 1875-1914 de 1870. Compensaban con creces la desaparicién del «segundo imperio» de len III en Francia. Fuera de Europa, se adjudicaba normalmente ese ti- tulo a los gobernantes de China, Japén, Persia y —tal vez en este caso con un -a internacional— a los de Etiopfa y Ma- 1889 sobrevivi6 en Brasil un emperador ameri- ccano. Podrfan afladirse a esa lista uno 0 dos «emperadores» ain mas oscuros. En 1918 habfan desaparecido cinco de ellos. En la actualidad [1987] el «nico superviviente de ese conjunto de supermonarcas es el de Japén, cuyo perfil po- Iitico es de poca consistencia y cuya influencia politica es Desde una perspectiva menos ‘econémica y rio desde haci cuarto del si rio bajo su control el segundo, Pero la supervivencia de los mas importantes territorios portu- gueses en Africa (Angola y Mozambique), que sobrevivirian a otras colonias imperialistas, fue consecuencia, sobre todo, de la incapacidad de sus rivales ‘modernos para ponerse de acuerdo sobre la manera de repartirselo. No hubo mismo tipo que permitieran salvar los restos del imperio espa- (Cuba, Puerto Rico) y en el Pacifico (Filipinas) de los Esta- dos Unidos en 1898. Nominalmente, la mayor parte de los grandes imperios eron independientes, aunque las potencias oc- los «zonas de influencia» o incluso una admi- (como en el acuerdo anglorruso sobre io el territorio, De hecho, se daba por sentada su independencia fue bien por- (como ocurri6 en Siam —la ica y francesa en el asidtico, o en Afganistén, que separaba al Reino Unido y Rusia), por la conquista colonial for la mas débil de las potenci + El sulin de Marrucos prefiere el iulo de erey». Ningun de los tro mi pervivientes del mundo islrmico podia ser considerado como sey de reyes» kanes s0- LA ERA DEL IMPERIO 67 os grandes zonas del mundo fueron Imente divididas por razones pricticas: Africa y el Pacifico. No qued6 ningi \dependiente en landeses, norteamericanos y —iodavia en una escala mod En 1914, Africa pertenecia en su totalidad a los imperios alemn, belga, porugués y, de forma més marginal, espafol, con ia excep. de Etiopia, de la insignificante republica de Liberia en el Africa occ dental y de una parte de Marruecos, que todavia Como hemos visto, en Asia existfa una zona amplia nominalmente indepen: diente, aunque los imperios europeos mas antiguos ampliaron y redondearon sus extensas posesiones: el Reino Unido, anexionando Birmania a su impe- ii endo o reforzando la zona de influencia en el Tibet, Per- a fs profundamente en el ia. Se crearon dos imperi camente nuevos: el primero, por la conquista francesa de Indochina, en el reinado de Napole6n pensas de China en Corea y , mas tarde, a éxpensas de RU- tuna gran zona del mundo pudo casi por completo a ese proceso de reparto territorial. En 1914, el inente americano se hallaba en la misma situacién que en 1875, 0 que en al decenio de 1820: era un conjunto de reptblicas soberanas, con la excep- cién de Canad, las islas del Caribe y algunas zonas del litoral caribefio. Con excepcién de los Estados Unidos, su estatus politico raramente impresionaba 4 nadie salvo a sus vecinos. Nadie dudaba de que desde el punto de vista econdmico eran dependencias del mundo desarrollado. Pero ni Estados Unidos, que afirmaron cada vez. mas su hegemonia politica y én esta amplia zona, intentaron seriamente conguistarla y administra, Sus tnicas anexiones directas fueron Puerto Rico (Cuba consiguié una indepen- dencia nominal) y una estrecha franja que discurrfa a lo largo del canal de Panamé, que formaba parte de otra pequefa repal -pendiente, desgajada a es te una conveniente revol las presiones ‘ertamente, el conti ia que no hubo una seri la Gnica gran regién falidad entre las grandes xin estado europeo poses en la zona del Caribe) ‘Esta docrina, que se expuso por vez primera en 1823 y que posterioemente fue rept 4 y completads por los diferentes gobiernosestadounidenses,expresaba la hostilidad a cual- es pr? [UA ERA DEL IMPERIO, 1875-1914 © se reparto del mundo entre un niimero reducido de estados, que da su titulo al presente volumen, era la expresiGn mas espectacular de la progresi- vva division del globo en fuertes y débiles («avanzados» y «atrasados», ala que ya hemos hecho referencia). Era también un fenémeno totalmente Yo. Entre 1876 y 1915, aproximadamente una cuarta parte de la superficie del ibuida en forma de colonias entre medi Unidos obtuvieron unos 250.000 km* de nuevos ‘mente a costa de Espafa, extensidn similar a la que anexiones a costa de China, Rusia y Corea. Las dde Portugal se ampliaron. en unos 750,000 km’; por sult6 un claro perdedor (ante los Estados Unidos), consigui6, sin embargo. ‘algunos territorios éridos en Marruecos y el Sahara occidental. Més dificil es ibrar las anexiones imperialistas de Rusia, ya que se realizaron a costa Jos pases vecinos y continuando un proceso de varios siglos de expansién territorial del estado zarista; adems, como veremos, Rusia perdié algunas sesiones a expensas de Japén. De los grandes imperios coloniales, s6lo los Paises Bajos no pudieron, 0 n0 qi sal: yo ampliando su control sobre las rmalmente desde hacfa mucho tiempo. En cuant lonia que conservaba, Occidentales, que ve ‘rancia, y Dinamarea actuarfa en la conservando tnicamente Islandia y Groenlandia como dependencias, ‘Lo més espectacular no es necesariamente lo més importante. C\ observadores del panorama mundial a finales del decenio de 1890 cor suna, pareefa ser una nueva fase en el mo: internacional, totalmente distinta de la fase liberal de medi ia, dominada por el librecambio y Ia libre competencia, consideraron que la creacién de imperios coloniales era iplemente uno de sus aspectos. Para los observadores ortodoxos se abr fen términos generales, una nueva era de expansidn nacional en la que (c ‘ya hemos sugerido) era imposible separar con claridad los elementos pol os y econémicos y en la que el estado desempefiaba un papel cada vez. mas ‘activo y fundamental tanto en los asuntos domésticos como en el exterio ‘Los observadores heterodoxos analizaban més espectficamente esa nueva er como una nueva fase del desarrollo capitalista, que surgia de diversas ten dencias que erefan advertir en ese proceso. El més influ lisis del fenémeno que pronto se conocerfa como «imperialismo>, el breve Mis tarde se interpret que esto signifiaba que Tos 0 interveiren ese hemisteri. A media que LA ERA DEL IMPERIO 69 lo 6 de los diez de que constaba,’ 7 aio eas an asp de wn ca én del mundo, desde lego er el appecto de partic i bio mas generalizado en ‘més aparente. Constituyé ‘ia polien cea pair de 1870 ya finales de ese deenio era considerado todas como smo. Fue en la dada de 1890 cuando la tian del termin se ecules comenzaron a escriblibros tno de los pimeros de TTA. Hobson, cen los labios de todo el mun mento ms poderoso dl panorama jel mundo oceidental>* En resumen, era una vor nuca iad par descr un fndmeno nivo, Exe hecho evideme es sufceme par des EMtoizar «una do las muchas eseacles que interior e muy eargado desde el punto de vista ideoigico sobre el imp tseela que firma que no se tataba d Que er una mea supevivencia reap “comida cn una novel ye = debates qe rodean este delcado tema son tan ead fms son tan apasonads,densos .y confusos que la primera tarea del historiador ha de ser la de acl 7d tue Sea postbleanalizar el fenomeno en lo que realmente es mayor parte de os debates se han centado no en lo que sucedienel mundo tne 1875 194 sino eel mara, un ema gue evan fees pai. nes, Gertamen, lands el mperaliso,fuertemente rico, reali por Lenin se convertiria en un clemento cent kcloaie telos movimienos comonistas a paride 1917 y también en los movinien 1 evoluconais del wterer mundo. Lo que ha dado al debate un tomo es ho equ ed ls parts pogonsas pres ee ns entaja intosec, pues el termino ha sdguiidogradualmene yes de pueda perder una connoacén peyoratva. A diferencia de Wo ring deocrat, ue apelniciso fvorabes, et «inperiaismor es una habitualmente se desaprueba, y que, por tanto, ha side ots eran muchos io pol S imperistas, pero alo largo de paretd ca por complet 0 La ERA DEL IMPERIO, 1875-1914 El punto esencial del andlisis leninista (que se basaba claramente en una era que -es econémicas en una nueva fase espect- fica del capitalismo, que, entre otras cosas, conducia a «la divisién territorial del mundo entre las grandes potencias capitalistas» en una serie de colonias formales e informales y de esferas de influencia, Las rivalidades existentes entre:los capitalstas que fueron causa de esa divisién engendraron también Ja primera guerra murdial, No analizaremos aqu‘ los mecanis tas y de esta forma han afladido confusién al tema. Negaban la conexién specifica entre el imperialismo de finales del siglo xIx y del siglo xx con el capitalismo en general y con Ia fase conereta del capitalismo que, como he- 'm0s visto, parecié surgir a finales del siglo xix. Negaban que el imperialismo tuviera raices econdm cas importantes, que beneficiara econsmicamente a los lo general evitando sma, pues los marxis- jas que habian supuesto lases gobemantes de las met ta que, entre otras cosas, sirvieron para contrarrestar el atractivo que los mo- imientos obreros de masas ejercian sobre las clases trabajadoras. Algunos de esos argumentos han demostrado tener gran fuerza y effcacia, aunque en oca- siones han resultado ser mutuamente incompatibles. De hecho, muchos de los analisis te6ricos del antiimperialismo carecfan de toda solide. Pero e) incon- veniente de los escrites antiant tas es que no expl {de procesos econémicas y politicos, nacionales e internacionales, que tan no- tables les parecieron a los contempordneos en toro a 1900, de forma que in- ntaron encontrar una explicacién global. Esos escrtos no explican por qué los contemporineos consideraron que «imperialismo» era un fenémeno nove- doso y fundamental desde el punto de vista histérico. En definitiva, lo que ha: ‘cen muchos de los autores de esos anilisis es negar hechos que eran obvios en el momento en que se produjeron y que todavia lo son, 1x BRA DEL IMPERIO n ‘argen el ennismo y el aniennismo, io primero que ha de toriador es dejar somado cl hecho evident, que nade habia lcadn de 1890, de qu la division del globo tenis ona dae 10 To explica todo sobre el no es tna especie de vetflacuo ene ae i Enel ibm sentido. tampoco se pas. mire de negocios deci a Su muneco sel resto def hs de cons der conseguir bene mane aos mp tomes ft cla xp puede establecer na conexion econ consis nle cp 2 i peo, mo en motives sin na cnexion ny conga del mundo no osedental. Peo Insel us Pacem eee os elt pense tats an én economic A petrdleo, en el siglo xix es Ia ereacién de una ‘que penctr6 de forma progresiva en los rincones mas remo con unt reg eapecal po a ue Ton estas Europeos huberan demostrado el menor interés, por ejemplo" por la carnca del Congo ose habieran enzazado en disput diplomaens poten saa Pastca Esta loaliacion dea econ no ena, sane se ase erementindose —men i ois erode for 2915. Pero i ota mercante soso jones de tonladas ene 1840") 1870, Iierras qu se dupe en los eurenta aos siguicmer de pur org ey lated mundial de fenocries se amis de poco msde 200.000 kino 1990 un milln de klémetros inmediatamente ames dea primera incrementado de 10 a 16 Esta red de tranportes micho més tupia nas més atrasadas y hasta entonces ‘marginal i mundial fos nicleostatiionles de tn nucwe interés por ess eras EMO jueza y desarrollo experimentaron Lo cierto es que ahora que eran n LA ERA DEL IMPERIO, 1875-1914 accesibles, muchas de esas regiones parecian a primera vista simples exten- siones potenciales del mundo desarrollado, que estaban siendo ya colonizadas ¥ desarrolladas por hombres y mujeres de origen europeo, que expulsaban 0 hacfan retroceder a los habitants nativos, creando ciudades y, sin duda, a su los Estados Unidos al oeste del ssissippi, Canad, Australia, Nueva Zelanda, Surdfrica, Argelia y el cono sur de Suramériea. Como veremos, la prediccién era ertGnea. Sin embargo, esas zonas, aunque muchas veces remotas, eran para las mentes contemporé- tas de aquellas otras regiones donde, por razones climiticas, la blanca no se sentia atrafda, pero donde —por citar las palabras, ‘cado miembro de Ia administraci6n imperial de la época— «el curopeo puede venir en niimeros reducidos, con su capital, su enetgia y su conocimiento para desarrollar un comercio muy lucrativo y obtener produc tos necesarios para el fu wvanzada civilizacién>.* zaci6n necesitaba ahora el elemento exético. El desarrollo tec- pendia de materias primas que por razon fa se encontraban exclusiva o muy Rusia y, en mucho |, pero los pozos petroliferos del Oriente Medio to y negociacién diplom: eran ya objeto de un ‘eaucho era un produ: fundamentales velocidad. Algunos de esos para las aleaciones de acero que exigia la les se encontraban con algunos otros. Las nuevas industrias del iban imperiosamente uno de los metales més pales reservas y, poster us product an en 10 que @ finales del siglo xx se denomi- cet mundo: Chile, fa una constante y nunca satisfecha demanda de metales preciosos que en este perio- do convirtié a Surdfrica en el mayor productor de oro del mundo, por no mencionar su riqueza de diamantes, Las minas fueron los grandes pioneros mundo al imperialismo, y fueron extraordinariamente eficaces {importantes como para justificar tam- bién Ja construccién de ramales de ferrocarril ‘Completamente. aparte de las demandas de la nueva tecnologfa, el creci- ‘miento del consumo de masas en los pai nos signilicé la répi- dda expansin del mercado de productos alimentarios. Por Jo que respecta al volumen, el mercado estaba dominado por los productos bisicos de la zona LA ERA DEL IMPERIO B templada, cereales y carne que se produc wy bajo coste y en grandes ransporte subtropicales: esos aparicién de las «repiblicas bananeraso. ene decenio de 1860, habian i 22,585 kg en 1890, to cual representaba una importacién media anual de 101.606.400 kg, frente a menos de 44.452.800 kg en el decenie de 1860 y unos 18 Feros en i dead de 140, Mien las pocas tazas de ‘aban café en cantidades cada vez més espectaculares, sobre todo de América Latina. En los primeros afios del decenio de 1900, las familias neo- fan medio kilo de café a la semana. Los productores cud- ‘quetos de bebidas y de chocolate briténicos, felices de vender refrescos no alcohélicos, obtenfan su materia prima del Africa occidental y de Suraméri- ca. Los astutos hombres de negocios de Boston, que fundaron la United Fruit ‘Company en 1885, crearon imperios privados en el Caribe para abastecer a Norteamérica con los hasta entonces ignorados platanos. Los productores de jabon, que explotaron ef mercado que demostré por prim plenitud las posit aceites vegetales en Africa. Las plantacicnes, explotaciones y granjas eran el lar de las economias imperial. Los comercantes y fnancieros nos eran el tercero, metropé Estos acontecimientos no cambiaron la forma y las caracteristicas de los, pafses industrializados 0 en proceso de industrializacién, aunque crearon huevas ramas de grandes negocios cuyos destinos corrian paralelos a los de zonas determinadas del planet la medida en que lo convi complejo de territorios coloniales y semicoloniales que progresivame: convirtieron en productores especializados de uno o dos productos bésicos para exportarlos al mercado mundi pleto, El nombre de Malaya se id 1 de Brasil, con el café; ambign se vieron atrapadas ena trampa de wternacional. Alcanzaron una extraordina- ria prosperidad, iveles europeos, especialmente cuando esta- ban habitadas por emigrantes europeos libres fuerza pol 4 LA BRA DEL MMPERIO, 18751914 estar representada en ellas la poblacién cde emigrar en la época impe- ‘Nueva Zelanda, Argent cen Europa. Pero estos pafses europea (fundamentalmente de la brits —o en todo caso no les convenfa a los in- sufrir un proceso de (0 con buenos ojos ese incién de las colonias y de las tar las eonomias dels me- | proceso. Sea cual fuere dependencias no formales era no Ia de com s. teri end ie no pertenecfan a lo que se ha llamado ron tanto éxito, Su interés eco- ‘combinacidn de recursos con una mano de obra que por | ‘os» tenfa un coste muy bajo y era barata. Sin em- | tes y comerciantes —locales, importados de Europa 0 ambas cosas a un tiempo— y, donde existfan, sus gobiernos, Se beneficiaron del dilatado perfodo de expansién secular de los productos de exportacién de su re errumpida Ginicamente por algunas crisis efime- ‘como en Argentina en 1890) graves, producidas por una excesiva especulacién, por Ia guerra y pot + De hecho, I democraia blanca 1y6, generalmente, de los beneficios que a consguide tor hombres de raza blanc, © inlaso se negaba a consierarls como seres pleas: ‘mene humans, LA-ERA DEL IMPERIO 15 . como lo hizo J. A. Hobson. Pero no puede negarse slo una muy pequefia parte de ese flujo masivo de capitales acudi 3s coloniales: la mayor parte de las inversiones britdnicas en el ‘en ripida expansidn y por lo general de po- guay, por no mencionar los Estados Unidos. Ademés, una parte importante de esas inversiones (el 76 por 100 en 1913) se realizaba en forma de présta- ‘mos publicos a compaiifas de ferrocarrles y servicios puiblicos que repor- taban rentas mas elevadas que las inversiones en la deuda pablica briténica —un promedio de un 5 por 100 frente nos lucrativas que los beneficios del ca turalmente excepto para los banqueros que organizaban esas inversiones. Se suponia que eran inversiones seguras, aunque no produjeran un elevado ren- dimiento. Eso no significaba que no se adquirieran colonias porque un grupo de inversores no esperaba obtener un gran éxito financiero 0 en defensa de inversiones ya realizadas. Con independencia de la ideologia, la causa de Ia guerra de los béers fue Un argumento general de més peso para la expansin colonial era la biis- ‘queda de mereados, Nada importa que esos proyectos se vieran muchas ve- ces frustrados. La conviccién de que el problema de la «superproducci del periodo de la gran depresién podia solucionarse a través de un gran im- pulso exportador clinados siempre ‘con grandes numeros de las zonas sin explotar: imaginacién de los vendedores —,qué millones de seres que vos?—, mientras que Africa, el de comercio de diferentes caja de cla- Las céma- fon en los. ea del Congo, que se pensaba que ofrecia perspectiva: to mas cuanto que ese territorio estaba siendo explotado com« provechoso por ese hombre de negocios con corona que era el rey 76 LA ERA DEL IMPERIO, 1875-1914 Leopoldo I de Bélgica, Su sistema preferido de explotaci6n utilizando ‘compras per mero de posibles pita, ni siquiera cuando no hacia que disminuyera clientes mediante la tortura y la masacre.) Pero el factor fundamental de la situacién econémica general era el he- cho de que una serie de economfas desarrolladas experimentaban de forma Simulténea la misma necesidad de encontrar nuevos mercados. Cuando eran al era el de «la puerta abierta» en los me jo, pero cuando carectan de la fuerza nece- propiedad situara a las empresas ©, cuando menos, les diera una padas del tercer mundo. cionismo gue fue ganando fuerza a pat apitulo anterior. primer ministro briténico al embajador francés “no nos encontrarian tan deseosos de anexionarnos territorios.»* Desde este prisma, «el imperialismo> era la ‘consecuencia natural de una economia internacional basada en la rivalidad de ‘arias economias industriales competidoras, hecho al que se sumaban las pre Siones econémicas del decenio de 1880. Elio no quiere decir que se esperara {Que una colonia en conereto se convirtiera en El Dorado, aunque esto es lo que ‘ocurrid en Surdfrica, que pas6 a ser el mayor productor de oro del mundo. Las ‘implement ‘adecuadas 0 puntos avanzados ppara la penetracién econémica regional jario del Departamento de Estado de e punt tir territorios coloniales de la accién ica para la as muy ‘acceso a diferentes regiones ‘se consideraban vitales part los intereses comer- ‘ritdnicos en el mundo, 0 que, con el desarrollo del bar- co de vapor, podian convertirse en puertos de aprovisionamiento de carbén, altar y Malta eran ejemplos del primer caso, mientras que las Bermudas y Adén lo son del segundo.) Existfa también el significado simbolico 0 real para los ladrones de conseguir una parte adecuada del dotin. Una vez que las potencias rivales comenzaron a dividirse el mapa de Africa w Oceania, cada tuna de ellas intent6 evitar que una porci6n excesiva (tn fragmento especial mente atractivo) podiera ir a parar a manos de los demds. Asi, una vez que el estatus de gran poten ‘con ¢] hecho de hacer ondear la bandera sobre una playa limit siones de maleza sect LA ERA DEL IMPERIO 1 de estatus, con independencia de su valor real. Hacia 1900 incluso los Esta- dos Unidos, cuya politica imperialista nunca se ha asociado, antes o después seyera aunque sus color tégico mucho menor auin. It ia insistid en ocupar extensiones muy poco jontafias africanas para reforzar su posicion su fracaso en la conquista de Etiopia en 1896 det pequefios pafses, por asf decirlo, «no ter Ja mayor parte de lo que quedaba de su diversos planes para repart tre las nuevas potencias coloniales. Sélo los holandeses conservaron disere- tamente sus ricas y antiguas colonias (situadas principalmente en el sureste dlijimos, al monarca belga se le permitic hacerse con su dominio privado en Africa a condicidn de que permitiera que fuera accesible 2 todos Ios dems paises, porque ninguna gran potencia estaba dispuesta a ‘otras una parte importante de la gran cuenca del ri mente, habria que afadir que hubo grandes zonas de A: americano donde por razones politicas era peas pudieran repartirse zonas extensas de tertitori Norte como del Sur, las colonias europeas super Ia lucha se eenteé en con. 6 nominalmente indepen- en, sobre od en China, Psi y el imperoctomavo, Excepcones 3s norma fueron Rusia y Japén. La primera consiguié ampliar sus posesiones en CT Ania cen, pero fraasé en su inento de atenionrse divesosertorog en el norte de China. El segundo consigai6 Corea y Fon curso de tna guerra con China en 1894-1895, Ast pacs, em la pi cay Oceania fueron las principales zonas donde se eens la competencia por conseguir nuevos tertorios. En definitive, algunos historiadores han intentado explicr el imperialism teniendo en cuenta factores fundamentalmente estratézicos. Han pretendido explcar ls expansion britanica en Atrica como consecuencia de la necesidad de defender de posibles amenazas las rutas hacia la India y sus glacis mari rests. Fs importante recordar que, desde un punto de vista global, ‘golfo Pérsico y el sur de Ara fl cabo de Buena Esperanza y Singapur), B [LA ERA DEL IMPERIO. 1875-1914 sino también sobre africana y su traspai tes de ello. También es cierto q zonas esenciales para conse; impulsaron a los irecta mucho may‘ iénicos a protagonizar una hhabfan pensado en un por el Africa occidental y el Congo tuvieron causas fun- wente econ6micas. En segundo lugar, ignoran el hecho de que la India era la «joya mas radiante de la corona imperial» y Ia pieza esencial de la estrategia briténica global, precisamente por su gran importancia para la economia briténica, Esa importancia nunca fue mayor que en este period, ‘algodén iban a yy cuando la balanza de pagos del ide los pagos de Ia India. En terc digenas locales, que en ocasioi jormente no se habfan ocupado de admi sturas locales se habi senio de 1880 que explique Ia ial era muy diferente en ese periodo del del decenio | ido ahora por una pluralidad de . 6 a las elites potenciales del mundo ‘Gandhi aprendié su técnica ca jea de movilizacién de las masas nte la «occidentalizacién». Por supuesto, ya radicionales para conseguir objetivos no tradicionales por medio de la resis- mucho antes. Todos los gobiernos y elites de ios | ‘en tn medio creado por el «nuevo imperialismo». Como no po- el problema de la dependencia 0 la conguista | les y occident € sino querfan quedarse pues Gandhi no oc ). Ademds, las ideologtas (Antes del decenio de 1880 habria si ‘enfan sentido para ellos en el contexto de su propio sistema de creencias e iciones o exigencias. Al igual que ocurrié con los deportes qh impensable la fertl -gado desde Rusia, pero ese fendme- no era ya corriente en la India en la primera década del nuevo siglo, como To seria luego entre los radicales chinos y japoneses.) En Suréfrica, pais don- Francia ante la imposbilidad de romper los vinculos econ- etrpolis, se veiaobligada 4c ronseguie ‘—eaucho,plctesy cero, madera tO. + qiAh—se afirma que'exclams una de esas patrocinadoras—. si Bapuft supiera To que cesta manteneles en Ta pobreza!» iguascolonas slemanas. 88 LA ERA DeL IMPERIO. de se produjo un extraordinario desarrolio como consecuencia de los dia. Imantes y el oro, se formé una importante comunidad de modestos i -rantes indios, y la diseriminacién racial en este nuevo escenario dio pie a ic las pocas situaciones en que grupos de indios que no pertenecian a te se mostraron dispuestos « la movilizacién politica modema. Gandhi a y destacé como defensor de los derechos de los indios en Surdfrica. Dificilmente podria haber hecho entonces eso mis- la India, adonde finalmente iegresé —aunque slo después de que a la guerra de 1914— para convertirse en la figura clave del movi. imperio creé una serie de condiciones que deter- lo 12), comenzaron in ervor afirmar que la caracterfstica fundamental xy tegiones sometidos a la dominacién y a la in- fluencia de las metrépolis occidentales es la resistencia a Occidente. Es un igunas excepciones que sefialaremos més adelan- ‘comenzaron en la mayor y 1a Revolucién rusa, y se infra, capitulo 6)— en un registro historico que no podia De hecho, fueron las elites occidentalizadas las primeras en cto con esas ideas durante sus visitas a Occidente y a través jones educativas formadas por Occidente, pues de alli era de n. Los jévenes estudiantes indios que regresaban del Reino el legadi ‘occidental para una educacién de intas: para los pocos afor- tunados que legaror 0, descubrieron, con 0 sin ayuda de la conversin al $0 camino que conducia hasta cl sacerdote, el profesor, el burdcrata o el empleado. En algunas zonas se in- clufan tambié casi todos los lugares de Africa la experiencia ‘cupacién original hasta la formacién de camente el discurrir de una vida human: Churchill ccolonialismo, desde la tados independientes, dcupe tn por ejemplo, la de sir Winston antiimperalistas y, asimismo, las condiciones. | far resonancia a sus voces. del nacionalismo moderne —Ia indepen- | inacidn de los pueblos, la formacién de estados terri- | LA ERA DEL IMPERIO 89 de la época de la extrafios situados més al bios no europes asus soceddes como inferior, desea Atsados, ino Tnfantles, Eran pueblos adecuadoe ving valores de a dica eee reeniaban los comercantes, fs mistonerosy los efits de hombres timados, que se preenabancargados de arnas de fuego 9 de bebidas seo holes, En cet sed, fs valores de ks sociedad traiconales no cet dents fueron perlendsimportanca para su supervivenc io nico importante ean la fuera desdén. Los Gnicos no europeos que les interesaban los que podian ser reclutados en sus proy Toniales (sijs, gurkas, beréberes de las mon sno alcan26 un temible prest osefa una infanterfa que po ‘ser tratado en pie de igu cen las guerras. 2 Sin embargo, la densidad de la red de comunicaciones globales, la acce- s, ya fuera directa o indirecamente, inte ia de Tos mundos occiden jos ejércitos europeos. Japsn lad cuando empez6 a salir victorioso los escritores que te decidieron convertirse en intermediatios entre ambos mun- escritores 0 intelectuales que eran, por vocacién y por profesi ‘nos (como Pierre Loti y, el més célebre de todos, Joseph Conrs y administradares (coma rales (como Rudyard Ki ing). Pero lo exdtico se integré cada vez mas en la educacién cotidiana. Eso ocurrid, por ejemplo, en las celebérrimas nove- las juveniles de Karl May (184: ccuyo héroe imaginario aleman reco- tris el salvaje Oeste y el Oriente islimico, co ina; en las novelas de mi , que inclufan entre los villa LA ERA DEL IMPERIO. 1875-1914 nos a orientales poderosos ¢ inescrutables como el doctor Fu Mancht, de Sax Rohmer; en las historias de las revistas escolares para los nitios briténicos, inclu ba el barroco inglés babu segiin ca esperada de la experiencia cotidiana, como I sobre el salvaje Oeste, con sus exdticos co 887, 0 en las cada vez mas el 1s de las grandes exposiciones T de cardcter document: superioridad de 10 «ci s6lo porque, como muestran las nove centre los mundos de lo exético y de informal del tercer mundo por parte poraba, fundamentalmet 9. el de los ejércitos colo 6stas reflejaban mu trabajadores italianos votantes del sur, conducidos a las elecciones por los jefes locales, | {ropas coloniales nativas). Los eacigues, jefes indios del imperio es- pafiol en América, habjan pasado a ser sindnimos de jefe politico; los caids (jefes indigenas norteafricanos) proveyeron el término utilizado para designar 41los jes de las bandas de criminales en Franci 10 de ese exotismo, Administradores y los hombres de negocios se interesa- ban menos por esas cuestiones— meditaban profundamente sobre las di e gobemnaban. Realizaron y reflexiones te6ricas que transformaron las ciencias medida, del gobierno color ‘en algunos casos se de todas las erfticas que se han vertido sobs no se puede rechazar ese conjunto de estudios oecident desdén arrogante de las culturas no europeas. Cuando me- | nos, los mejores de esos estudios analizaban con seriedad esas culturas, com igo que debia ser respetado y que podfa aportar ensefanzas. En el terreno 0, en especial las artes visuales, las vanguardias occidentales trataban de igual a igual a las culturas no occidentales. De hecho, en muchas ocasio- LA ERA DEL IMPERIOL 1 las durante este perfodo. Esto es cierto no sélo de aque- reaciones artisticas que se pensaba que representaban a civilizaciones -adas, aunque fueran exéticas (como el arte japonés, cuya influencia en Jos pintores franceses era notable), sino de las consideradas como «pri ys muy en especial, las de Afric i, pero no puede negarse que las generaciones vanguar- iglo Xx ensefiaron a los europeos a ver esas obras distas de (mo arte —con frecuencia como un arte de gran altura— por derecho pro- pio, con independencia de sus orfgenes. Hay que mencionar brevemente un aspecto final del imperi pacto sobre las clases dirigentes y medias de los paises m« cierto sentido, el im triunfo de esa tadores de aquellos con independencia de su entre si, conviccién que se refleja todavia en el respeto que Hitler mostraba Reino Unido. Un pufiado de hombres de las clases media y alta de —funcionarios, administradores, hombres de negocios, inge la mayor pat igenas, mucho més numerosas, 10 procedian de la los irlandeses. Este es un ir una prueba més de los cuales eran, al igual que jetcenarios que en un niimero desprop% idicional reserva de soldados nativos caso extremo, pero de ninguna forma atipico. ;P contundente de superioridad? ‘Asf pues, el nimero de personas implicadas directamente en las activida- des imperialists era relativamente reducido, pero st importancia simbéi era exttaordinaria. Cuando en 1899 circulé la noticia de que el escritor Rud- yard Kipling, bardo del imperi Saran sus condolencias los briténicos y los norteamericanos —} baba de dedicar un poema a los Estados Unidos sobre «la carga del hombre blanco», respecto a sus responsabilidades en inas—, sino que incluso cl emperador de Alemania envié un telegrama.” Pero el triunfo imperial plante6 problemas e incertdumbes. Plante6 pro- blemas porque se hizo cada vez més insoluble la contradiccién entre la for- rma en que las clases dirigentes de la metr6poli gobernaban sus imperios manera en que lo hacian con sus pueblos, Como vt en las metropolis se impuso, 0 estaba destinada a imponerse, 1a pol mocritico, como pare autocracia, basada en la-combinacién de ta coaccién siva a una superioridad tan grande que pareefa impo: de desafiar ¥, por 2 (A ERA DEL IMPERI, 1875 La a eL mAPERIO % tanto, legitima. Soldados y «procénsules» aistodisciplinados, hombres aslados | en tamatio y gloria a todos los imperios del pasado, pero que en otros aspee- «con poderes absolutos sobre territorios extensos como reinos, gobernaban con- | 10s se hallaba al borde de la decadeneia. Pero incluso los tenaces y enérgicos tinentes, mientras que en ls metrépoli campaban a sus anchas las masas igno- _alemanes consideraban que el imperialismo iba de la mano de ese «estado ia, Dejemos que J. A. Hob- feriores. ,No habia acaso una lecciOn que aprender ahi, una lecciGn | rentista» que no podia sino conducir a la decade son exprese esos fernores en palabras: mayor parte de ud, como adlver- capitulo 10)— mo IL a uaién tan fécilmente ‘arian desaparecio, y los product ‘como un tibuto de Africa y de vez el tinico— poeta mento del orgullo demagégico imperi reina Victoria en 1897, con un recuerdo protic iimperios: ray la minerfa, luego el trabajo més arduo de la indust papel de rentista y de smancipacién econémiea y, post Juez de las Naciones, perdénanos con todo, Para que no olvidemos, para que no elvideme las que perturbaban el suefio de la be Pomp planed la construccién de una nueva e ingente ca ‘> menciehan coh ton Ja India en Nueva Delhi. ,Fue Clemenceau el unico observador escéptico que | racia. Podia predecir que sera la ltima de una larga serie de capitales imperiales? global mucho mayor que la vulnerabi ta por la supervivencia de los més apios? {No ocurriria que {que el poder y las empresas imperialistas habfan product do debilitaran las fibras de esos misculos cuyos constantes esfuerzos eran necesarios para mantenerlo? {No conduciria el imperialismo al parasitismo enel y al triunfo eventual de los barbaros” ina parte suscitaban esos interrogantes un eco tan ligubre como, rande y mas vulnerable de todos los imperios, aquel que superaba melt sway; On de ad held sis

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