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Documentos Criticos ARQUITECTURA Y DEPENDENCIA 1 = LA ARQUITECTURA DEPENDIENTE, SUS FORMAS EN LA ARGENTINA: ESTETICISMO Y TECNICISMO, La Arquitectura, técnica do diseio y orga zacién de la produccién material y producto cul- tural simulténeamente recibe de leno el impac- to de la dependencia en los dos niveles men- nades. Tanto el modo de instrumentacién de las tecnologias en fa construccién como tas pos- turas ideolégicas que avalan las distintas tec- nologias y sus correspondientes. manifestaciones formales, son expresin de aquella dependencia que minaba todas las manifestaciones de la s0- ciedad colonizeda. Dos corrientes diferenciales desarrollan en. nuestra realidad, 1a orquitectura oficial. Desde Posturas ideoldgicas aparentemente disimile ambas comparten un elemento comin: su re. Presentacién de intereses antagénicos con los del Pueblo. Esteticista una, tecnicista la otra, cada una a su modo pareciera asumir un aspecto de a problemética nacional: fa creacién de una “cultura nacional” y el “desarrollo técnica’ Pero ambos, al encarar el problema desde la erspectiva del mantenimiento de las relaciones de la dependencia solo logran disfrazar sus po- siciones. Una de ellas se inscribe en un falso “nacio- nalismo” deducido de ta busqueda de una “ar quitectura nacional”: son los representantes de la estética neobrutalista combinada con dosis de folklore, vehiculos ambos de una sensibilidad elitiste y jerérquica. Es esa sensibilidad la que los hace lamentar —en fa revista de la Sociedad Central de Arquitectos— que la vivienda colec- fiva El Hogar Obrero “considera al hombre una particula de la sociedad y lo hace vivir en uni dades de habitacién todas iguales. .., un cubjcu- lo para el cretino y otro para el poeta”. Ar. quitectos-postas no toleran la promiscuidad con el “cretinismo” de la sociedad de masos. Para comprender el agravio que sufriré ol obrero que tuviera que convivir con estos “poetas” s6lo basta hojear las obras analizadas en Nuestra Arquitectura (Srgano oficial de esta corriente) Nos. 404/410, y leer la sintesis de su pensamiento en el NO 411 Tras una critica al tecnicismo, reubica su po- sicién folklorista, Pero, sorprendentemente, el catablanquismo se declara no tradicionalista por carencia de “ser nacional”. Muy dificil cierta- mente le resultaré encontrarlo entre SEP.RA Uaurd, Urgell, Caveri. Su “Folklerismo no tra: dicionalista” tiene més que ver con la vidriera 70 turistica de formas “for export” que con una verdadera arquitectura nacional. A peser de sus protestas contra los que los tachan de reaccionarios, no puede pensarse otra cosa de quienes, como dnica muestra de su a quitectura, ofrecen casas individvales en Mart ‘nez o capilla en San Isidro y terminan recono- ciéndose “en una actitud roméntica que consi- dera la emotividad con cuidadoso esmero”. Este Fomanticismo pone en evidencia su real con- cepto de la “arquitectura nacional’. Su retor- ismo roméntico identifica a la arquitectura ni nal no con un ideal a cumplirse sino como un hecho det pasado: la arquitectura “colonial” Y como colonia y no otra cosa pueden pensar 2 su patria quienes se identifican con la clase que la entrega. Reconstructores del pasado, han Hlegado a le- vantar con sus propias manos una comunidad “primitiva”, donde la vaca colectiva es ordefia- da 2 pulso a dos cuadras escasas del cartén de leche homogeneizada més préximo. Su visi del mundo retrasada 100 afios crea en ellos ex- Pectativas de una vida en el espacio. La imposibili pleno de esas expectal Por otro lado le otra corriente, la desarrollis- ta, se expresa a través de la publicacién més difundida en nuestro medio, la revista “Summa”. ‘Su postura esté claramente definida a través de un reportale eparecido en el semanario Primera Plana; en él se expresa (por boca de Carlos Méndez Mosquera) la imposibilidad de hacer ar- quitectura “porque las condiciones tecnolégicas del pais no lo permiten”. Esta posicién no Plontea la necesidad de la liberacién del pais como via para la concrecién de una arquitec- tura nacional —es decir al servicio del pueblo— sino la mera inferioridad de las condiciones del medio con respecto a sus exigencias como ar- quitecto. Esta posicién, simbolo del més descarado payismo intelectual, es sustentada de muy Versas maneras por otros arquitectos del grupo, ‘en forma de investigaciones sobre fa esencia del habitat, sobre los problemas de la personalidad individual, del aislemiento, pero siempre sobre Ja misma base irreal. Nunca, en Summa, se han tocado los problems de fondo de la depen- dencia, causa real de la “imposibilidad de hacer arquitectura’’. Un ejemplo claro del enfoque que Summa da al problema, lo suministra el N@ 10: "La vi da en Ia Repiblica Argentina - 11. ejemplos’ ENVIDO Ne 2 = = ---|-_E_|-_—=—EEEE las obras elegicas, si bien de indudable calidad arquitecténica algunas, no representan la pro- duccién comin y generalizada en nuestro pais, de donde los “ejemplos” solo se ejemplifican @ $i mismos, es decir a sus autores y no a la “vivienda en ta Argentina”. Al considerar la “morfologia de la vivienda” tema de importancie decisiva para toda pro- puesta de vivienda masiva— parece acercarse al probleme, pero yerra. Se queda en el plan teo de peralelismos con las tipologtas de Barlett, Cedric Price y otros autores entre los que se incluye el autor del articulo (Arq. Leonardo Aizemberg). Por tltimo, el autor cae en la trampa dificil mente esquivable por el pensador dependi fa elaboracién de pautas de validez universal. Como si la problemética de la erquitectura pur lera expresarse en términos universales en un universe desgarrado profundamente por una con- No se trata sino de la reedicién de Ia confu- sién tipica de la mentalided imperialista, si bien ésta se halla justificada por las necesidades de ciedad que se ha arrogado el derecho de 50. En sintesis, la encomiable labor de la revis- ta Summa se reduce fundamentalmente a la pu- blicacién acritica del pensamiento de autores como Banham, Friedman, McHale, Filler y otros; tarea que por un lado hizo posible el conoci- miento y critica ulterior de las ideologias ar- quitecténicas vigentes en Europa y los EE. UU., ¥ por el otro la adopcién acritica de esas ideo- logias por parte de masas de estudiantes ¢ telectuales, con lo que se realizaba un verda- dero aporte a la colonizacién cultural. A estos intelectuales, altamente instrumenta. dos en la realidad de las metrépolis, sélo cabe Preguntarles si conocen los proyectos de “erra- dicacién” de villes miserias 0 los de “viviendas de interés social”, donde podrian encontrar una morfologia y un modelo de unidad muy dife- rente 2 los mostrados, y en condiciones de vida infrahumanas. Claro que, para ello, seria nece- serio que descendiera de su tablero al Pueblo y averiguara cuales son sus formas de vida rea- les, sus problemas, sus deformaciones provoca- das por las manifestaciones de la dependencia; en suma, que cambiara su punto de observacién y aterrizara en el campo de ta realidad. Representacién de clase y ubicacién histérica de las dos corrientes Hay un elemento que, paradojalmente, es ma- nejado por igual por ambas tendencias: su ubi- cacién meta-histérica. No es otra cosa el mani- fiesto desprecio por la realidad de nuestro pue- blo que demuestran cada cual a su manera, Nuestra. Arquitectura desde su “cristianismo” ENVIDO Ne 2 de utileria abogando por un retorno a las for- mas de vida primaries, con un desprecio de los adelantos técnicos que posibiliterian —de estar en menos del pueblo— un nivel de vida digno para la mayoria, y Summa con su suefio tecnolégico, despegado de las posibilidades rea les del pais dependiente, pensando y propo- iendo soluciones y modes de vida que nada fienen que ver con las que reclama el Pueblo Y manejando las pautas propias de los pafses que nos mantienen en la dependenc No es casual que ambas posiciones se unan en un punto, En realidad no son divergentes sing lineas de desarrollo peralelas y propias de~ una sociedad culturalmente colonizada. Ambas son representativas de nuestra “clase alta”, en sus dos versiones tradicionales, hoy econémica- mente entrelazadas: Ia oligarquia terrateniente y la burguesia monopolista industriel. Por un lado, el casablanquismo roméntico, expresién de un neo-conservadorismo que —su- Perado el afrancesamiento liberal —retoma el culto al antepasado espafiol. Pero ésto lo hacen recién cuando en la metrépolis el desenfrenado turismo pasatista ha otorgado el imprimatur al “atreso” espafiol transforméndolo en simbolo de hidalga pobreza. Su necesidad de liberarse de las obligaciones que [a sociedad industrial les impone, los lleva 2 negar el plano econémico y, pare el erquitec- fo, su profesién se convierte en un problema “éticomoral-estético”, en un asunto. individual, donde el hecho fundamental es la conservacién de las virtudes espirituales y su mayor enemigo, la masificacién del hombre “comin” En el otro extremo, los industriales, de apa: i6n relativamente reciente, con la “cultura del ejecutivo” como sistema de pensar el més ligado de los dos a las rei Précticas de los centros imperialistas y de alli su “importecién" de tecnologias y formas de vida _metropolitanas. Su nivel de necesidades coincide con el de los paises superdesarrallados y se inscribe en una economia de consumo, que lo pone muy lejos de la situacién por la que atraviesa el resto de las clases sociales. De alli que hayan podido ceracterizer a nuestra socie- dad como “de consumo” y que muchos de estos ‘como ocupacién préctica casi exclusiva la publicidad, que los mantiene actua- izados en cuanto a nuevas técnicas se refiere, pero despegados de la realidad presente, siendo su funcién crear una realidad inexistente, ilu- soria, y necesidades felses impuestas por la de- pedencia cultural y los intereses econémicos de las metrépolis. Hoy Buenos Aires, cuenta con tres nuevos ma: llesos ejemplos do ta arquitectura_deper te, on proceso de radiante materializacién; Hotel y el Buenos Aires Sheraton Hotel (de! monopolio ITT) que n para ilustrar aquello del gusto turistico por to espafol, Heva el gracioso spodo de “Hostal San- ta Marla de los Buenos Aires”. Los diseviadores do estas tres obras han sido los tres estudios més grandes del pais: SOLSONA, ALVAREZ, SE- Mt — LA ARQUITECTURA DESARROLLISTA: DOS ORIENTACIONES QUE ESCAMOTEAN EL ORIGEN DE LA DEPENDENCIA. ta “Superacién’” de los planteos tradicionales. La generacién de maestros (Le Corbusier, Gro- ius, Mies) constituye fa dltima expresién de una Spoca iniciada en el Renacimiento, la de los monumentos arquitecténicos, la de la estética romantica con toda su carga de simbolismo, expresin individual, concepcién unitaria y per- sonal de la obra, Nuestra época es colectiva, es la que tiene que enfrentar y solucionar los pro- blemas del gran némero, la que impone un cambio en la ubicacién del observador respecto 2 lo que observa. Ya no bastan las capacidades y habilidades de un creador, hoy se exige mu- chas éptices distintas para’ resolver sintética. mente un solo problema. Asistimos y somos par- te de un cambio fundamental en la historia de Ja arquitectura; la forma aislada de la Unidad de Habitacién de Marsella, ta simbélica de Bra- silia 0 del Banco de Londres son reemplazadas Por una forma colectiva, ya no hay autonomia visual en el edificio. Siguiendo a Roberto Se- gre podriamos hablar de una arquitecture-trama, de la “desaparicién de la forma aislada absor- bida por la forma colectiva, forjada a partir de una cultura polivalente”. Y la concepcién de esa forma colectiva solo es posible a través de una tarea multidisciplinaria, En nuestro las nuevas promociones de arquitectos han incorporado algunos de estos elementos pero de un modo guiendo el esquema de grada” de teorias. El centro importador_més importante es la misma revista Summa, en la que se nutre toda esta nueva generacién que, por haber puesto el acento en el costado racional de la arquitec- tura ha revalorado la instrumentacién tedrica del arquitecto materializando asi une superacién del empirismo tradicional. Deciamos que con la desaparicién del edificio- monumento, concebido aisledamente y su reem- lazo por Ia trama de usos urbana, 1a mater zacién de la obra pasa a ser asunto interdisci- Plinario. De este hecho innegable y necesario, estos arquitectos infirieron que los interdisci arios eran ellos mismos, Siguiendo la tenden- iciada por el Team X y en plena vigencia en ef Architectural Desig, aparecen arquitec- tossocidlogos, arquitectos-flésofos, arquitectos- economistes, etc. No tendria esto demasiada graveded si, acompafiendo esta tendencia, hi biera una inclinacién a aplicar les estudios a la realided ni nal, y a buscar soluciones. @ pro- rante de la Argentina. Pero, lo se wuek quen a una prospectiva del afio 2000 (Exp cién en el Instituto Di Tella) 0 en anblisis “cien- tificos” de nuestra actualidad constructive, que al mantenerse en la superestructura omiten la explicacin de los fundamentos de esa realidad; las relaciones econémicas que le dieron origen ¥ sustrato. El fortalecimiento de esta tendencia no es sino el triunfo del “desarrollismo” arquitecténico que sefialébemos entes. HI desarrollismo, su versin on la arquitectura Cust es entonces el modelo arquitect6nico ue presenta el desarrollismo? Primero, siguiendo el modelo econémico, ta planificacién por el Ex. tado de las prioridades. Se estudian previamente posibilidades de financiacién dentro del régimen actual sin prever alteraciones en ef sistema de enencia de la tierra urbana. Se dirige luego la atencién al problema del disefio y a la morfologia de la unidad pero se escamotea siempre el problema constructive, La atencién de los modelos de investigac rige hacia los estudios sobre privacidad y pros. Pectiva, fundamenténdolos en la imposibilided de “concentrarse en soluciones inmediatas, negan- do Ia realidad de cambios radicales producto de los avances tecnolégicos y de las modificaciones culturales que tales avances producen” (Silvio Grichenen) lo que no se expone es de dénde parten esos “avances tecnolégicos”, tarea que se deja para Francisco Sainz Trépaga, ingeniero asesor de Field Argentina S.A. (empresa constructora de cepitales.yanquis): “Ni los equipos se pueden crear por ley, cuando no existen, ni len nore mas por sf solas hacer que se fabrique lo que no se puede fabricar”, Por lo tanto, el encadenamiento a ta inversin yanqui, nica fuente material de los planes di desarrollo latinoamericanos: planteo con el cual se completa el cuadro. Esta corriente ha calado hondo en el pense miento tanto de profesionales como de estu- diantes. Sus cultores principales han sido do- centes de la Universidad de Buenos Aires entre 1958 y 1966. Crecié en la "Us Ciencia”, la “Univers " que per- mitia que en su seno florecieran todas las ten- dencias. La “Universidad abierta al Pueblo” en ‘suma, la Universidad Liberal. En ella se desarro- Maron todas las variantes posibles det cientificis- mo, expresadas por las Agrupaciones Reformis- tas de Profesores, Graduados y Alumnos. Al entrar en la Universidad, la arquitectura ‘desarrollista” se combina con la arquitectura “comprometida” produciéndose asi su variante do izquierda. La posicién liberal de izquierda, por su parte, centre s atencién en dos aspectos: la critica @ los planes de estudio y Ia falta de planifice- n en el pais (vivienda, racionalizacién e indus- trializacién de la construccién), es decir, “com- promiso” y “desarrollo”. Caracterizando @ nves- tro pais como “subdesarrollado”” se emparentan con las fesis desarrollistas que dan la imagen de una nacién que sélo necesita tecnificerse par despeger. Por otra parte, la preocupacién por ta produc- cién de “arquitectos comprometidos” hizo que centrara sus esfuerzos en el logro de una libe- ralizacin progresiva de la Universidad plantes- da como exigencia al régimen a partir de los rmismos principios democréticos con que el mismo régimen ta instituyera. Este planteo es parte de la ilusi6n de auto- nomia que caracteriza al intelectual liberal de izquierde: autonomia de pensemiento, autonomia ‘econémica, autonomia —en fin— de la realidad del Pueblo. La Universidad, centro productor de estos intelectusles, es fingida como Auténo- ma, desligada de los compromisos con el régi- men, ignorando la relacién le entre ambos. La realidad de la Universidad es su fiel cumplimiento del papel asignado por el. ré men: el de reflejar la ideologia colonizada. ¥ fen esto se incluyen ef tecnocratismo, el cienti- ficismo, Ia idealizacién de la realidad, incluso los temas “comprometides” que no tienen sen- tido fuera de un marco que permita su realize cién préctica. La verdadera vida del pais, su estado econé- ico, sus formas culturales tradicionales, fa ima- gen de las clases que lo componen, la contr 5 ia que embebe todos y ceda uno de los aspectos del mundo de los hechos que nos rodea, no tienen cabida tras los muros uni- versitarios, la Universidad se inventa a si misma fen cada uno de sus miembros. He aqui entonces, el error del intelectual liberal de izquierda; su falta de insercién real su pretendida independencia, su concepcién li- eral de la profesién, lo mantienen en el mar- co de la dependencia cultural, an con su pro- testa contra Ia realidad alienante. En sv préctica profesional se refleja esta con- tradiccidn, esta irrealided de su pensamiento. El ejemplo més claro es el proyecto premiado pera repretentar a la Facultad de Arquitectura de Buenos Aires en el concurso internacional de Escuelas de Arquitectura. Enfrentedo al pro- blema crucial de la Arquitectura, la provisién de viviendas al conjunto de la poblacién, ta res- puesta es teérica, sin ningin elemento que per- mita reconocer la nacionalided del proyecto. Insertos en una realidad social que les resul- ENVIDO Ne 2 ta ajena, los proyectistas optan por proponer tuna “forme de vida". La sociedad pensada pa- ra albergar esta “forma de vida'" es la “sociedad socialista” (en abstracto, pues su existencia con cereta les es desconocids, ya que no pueden formulae una propuesta nacional). Esto no es catual, porque su colonizacién intelectual los leva ‘a tomar como modelos a Le Corbusier ‘agen del arquitecto liberal comprometio) y a El Lissitzky, K. Melnikov y los Vesninex, in- térprefes, en su momento, de una sociedad so- alista conereta, en evolucién, la Rusia de tos afio 20 af 30. Este desvario intelectual, propio del pensa~ miento izquierdiste, conduce al autoconvenci miento de la existencia real de esa sociedad para la que é! trabajaria. Evita asi carearse con ‘el Pueblo real, con sus luchas cotidianas por la recuperacién de un ser nacional hoy suplantado verticalmente por la implantacién de un modo de vida importado y sirviente de les necesidades econémicas de las metrépolis. El acquitecto retoma, con esta postura (en te0- fa revolucionaria, en la préctica contrarrevolu- jonaria por su constante desconexién con los protagonistes reales del cambio), la posicién de los racionalistas del afio 90 que veisn en la arquitectura un factor de cambio. En 1925, é tos pudieron afirmar: “arquitectura_o revolu- cién”, Por medio de aquélla puede evitarse ésta, En el nimero 2 de Obrador —revista desapare- cida en la que se expresaba esta corriente— nuestros “racionalistas” Megan a afirmar: “El hecho concluyente de que Ia arquitectura y la solucién del problema de la vivienda dependen de la solucién de los grandes problemas socia- les no significa que nos crucemos de brazos. El arquitecto es un creador y como tal tiene que actuer, proponer y © En este pirrafo esté contenida la trampa su- fil en que han caido y contindan cayendo pro- mociones enteras de “erquitectos comprometi- dos Si bien Ia primera frase insinGa una selida por fa accién politica, la segunda cierra defi hitivamente: “como tal" el “arquitecto-creador” no iene nada que propone ir, ni puede determinar cémo actuar. Baste como prucbe de festa verdad la mismisima préctica profesional de los redactores de Obrador. Si fueran consecuentes con la primera aseve- racién, la solucién planteada se materializaria ten Ia insercién como intelectuales en la proble- mitica de la sociedad real y en la incorpora- cién activa en el proceso de desarrollo poli- tico de su pueblo. En tanto demoren en hacerlo y_continéen —no obstante— planteando su “arquitectura de cambio”, confinvarén haciendo suya, conciente © inconcientemente, la consigna politica del re- formismo racionaliste: “Arquitectura 0 Revolu- cién”. cc) I~ LA ARQUITECTURA NACIONAL La problemétice y ef enfoque del pueblo Coracterizada toda préctica social por ta con- tradiccién objetiva y fundamental que tiende a resolver, en nuestro pals es claro que ante un déficit de 2.300.000 viviendes la problema tica arquitecténica queda definida por su esfere critica fundamental: el problema de la viviends, 1a problemética arquitecténica no puede ser definida en abstracto, como cuestién exclusive de una técnica absolutamente autonome y ab solutamente idéntica en todos los confines del mundo. De ser asi quedaria reducida une especie de vocabulario sectario de les élites internacionales consagradas al culto secreto de fos espacios y las formas; hecho, ademés reco nocible en la actividad de gran parte de. los arquitectos contemporéneos, En este sentido se orienta gran parte de la ensefianza arquitecténica en el mundo, prody. ciendo una suerte de profesional “Internacio. nal”, propio de las necesidades de Ia econo. ‘mia mundial dirigida por el imperialismo. Al definir_una problemética ““especifica” de la arquitectura, inherente a si misma como dis. ciplina (cientifica 9 artistica segén las orients. siones) se evita enfrentarla —y por lo tanto en frentar a los profesionales y estudianter— con '2 realidad que provee los datos necesarios ra dotar a toda ciencia o técnica de une pro. blemética real En nuestro pais, existen dos probleméticas con- cretes, por la misma razén que existen dos po- {os de una contradiccién. Una es la del régi. men vigente —el de las oligarquies aliades al imperialismo— 1a otra, la del Pueblo, Le problemética del régimen es: arquitectura comercial, como un aspecto més de la economi de mercado, productora de ganancies y- mult. Plicadora de las provenientes de la propieded de Ia tierra, arquitectura que colabora en el mantenimiento de un sistema de explotacién. La problemética del pueblo es: arquitecture ue responda en forma y objetivos materiales y culturales » su realidad histérice, que es sin, tesis de la trayectoria comin, colectiva de to. dos sus integrantes. Es decir, una arquitectura que participe de la transformacién revolucions. ria de la base estructural de la sociedad, dendo acimiento en ese proceso a una nueva mate. Fializacién simbélica. No significa esto que la arquitectura “pro Ponga” de por si “nuevas maneras de vivir" sino que utilice en sus realizaciones une gra- mética que exprese las modificaciones concre. tas que los logros politicos de esa sociedad tl Pueblo— vaya introduciendo en su realy efectivo mode de vid La vigorizacién @ nivel mundial de este pro- bblematica popular, su pasaje al primer plono en los requerimientos de la sociedad, es otra expresién del desplazamiento del centro ding. 4 mico de la humanidad de las metrépolis. @ los Peises dependientes en lucha por su liberacién nacional definitive, La produccién de ideas, de necesidades, de acontecimientos, no pasa por los paises centre, les ‘sino por todo ese mundo explotade que Guiere tomar en sus manos su propio destine ¥ seguir el camino que marcan los intereses ne. Cionales de sus pueblos. EI desafio planteado por el Pueblo a sus técni- £08 es de una fantasia mucho mayor que les imaginerias de las prospectivas teéricas de los grupos vanguardistes metropolitenos. Alojar a 200,000.00 de Latinoamericanos, una fantasia insuperable, es el mayor desafio a la imaging, cién que enfrentan los arquitectos de nucaho mundo. Aquél proceso mundial de Iiberaciom, 2 nivel de la técnica y la culture, impone en, fonces la necesaria inversién total del modo de instromentacién del enorme capital técnico-col, tural producide per ta humanidad y scumuledo fn las arcas monopolistas de! imperialismo. La liberacién nacional implica 1a nacionaliza- eign en todos tos campos (politico, econémico, téenico, cultural). Pero esta nacionalizacién no coincide en ab- soluto con el chauvinismo retrégrado de las cle. ses dominantes tradicionales, que rechaze come sienos los productos técnicos de las metrépolis Precisamente por reconocer la propiedad metro. Politena sobre los frutos de la explotacién. Esta nacionalizecién, por el contrario, cvestio- la propiedad imperi invierte el ya des- gripto fenémeno de “penetracién” por el de “apropiacién”, Los pueblos de los paises depen. dientes a través de su proceso de liberacién Fompen las arcas monopolistes y recuperan, “re. Patrian” aquéllo que solo fue posible construir sobre Ia base de su propio esfuerzo. A nivel internacional, los paises “expropiadores son ex corporacién de elemen- fos tecnicos y culturales ya no implicaré nin. guna distorsién de su infraestructura produc. fiva ni su superestructura cultural, en tanto quien controle su instrumentacién sea el pueblo y por fo tanto los someta a sus leyes histéricat.pro- pias: las de su realidad material y espiritual, las eyes de una economia y une cultura ne: cionales. En ol campo de la erquitectura cabo reconocer que la i en los paises centrales es de inmenso valor pare toda la humanidad. Pero es necesario diferery iar ese bagaje tecnolégico y las teorias cient ficas que lo posibilitan, de tas ideologias ar. Suitecténicas dominentes en les metrépalis. que —aparentemente inofensives— transferidas * « ‘nuestro campo sélo sirven para distraer y su. mir ‘en el desconsueto a nuestros arquitecto infundiendo en ellos los complejos do" inferios ridad que lo transforman en un intelectual aver, gonzado de su pet La produccién teérica europea, no nos sive ENVIDO Ne 2 er en la medida que esté referida a una rea lidad fundamentalmente diferente, a una rea lidad que tienen sus bases de sustento en nuestra explotacién. Los elementos tedricos que aporta, desde el punto de vista técnico, deben ser ab- sorbidos y reubicados en contexto, dirigidos ha- cia_le resolucin de una problemstica distinta, Es alli, en la problemética, donde ponemos ¢l acento, precisamente porque es ella la que puede organizer la tarea de investigacién im- poniéndole prioridedes, trazéndole un itineraria, El programa de trabajos proviene directamente de esa problemitica, y si ésta os la del pue- blo, el arquitecto se libra definitivamente de la divagaci6n, el esfuerzo inétil, el tanteo a cie- 928. El pueblo impondré en cada momento cual @s la tarea inmediata a resolver por sus ar- quitectos. Hoy el sparato productivo esté copado por el ‘enemigo, el arquitecto del Pueblo no tiene acceto 2 los instrumentos de la produecién ar- quitecténica material. Sin desmedro del apro- vechamiento de toda posibilidad de instrumen- tacién préctice, hey su tarea es fundamental mente teérica: la definicién precisa de la pro- bblemética que se pretende resolver, la investi- gacién y acopio del material teérico —de cual- ‘quier origen— pero en funcién exclusiva de icha problemética, concentrada en ella y sin distracciones demorantes; el anélisis de la rea- lidad presente de la arquitectura, nacional, sus deformaciones, posibilidades y limitaciones, en | perspective de ir trazando un plan de bajo que ponga en evidencia los nudos criti cos sobre los que debers girar la préctica ar- quitecténica que se moterializeré una vez dadas les condiciones cbjetivas. Y las condiciones objetives para le concrecin de una arquitec- ture del pueblo, son las que se crean con la Uiberacién nacional: la ruptura de las atadures econémicos y culturales impuestas por las metrépolis imperialistas. Por lo tanto, la problemética del Pueblo, expresada en. su_necesidad acuciante de viends y planeamiento eficaz de los recursos econémicos que permitan fijar el orden de prioridades de los recursos arquitect6nicos, sélo Puede ser asumide por el profesional en tér- inos politicos. Esto signi litica personal en el Toda otra alternative —acedémica 0 profe- sionalista— no prueba sino el desconocimien- to 0 rechazo de la existencia de un campo donde si cobra sentido el compromise: el ‘campo de la lucha diaria en las filas del pue- blo, codo a codo con 41. La verdadera reali- zacién del intelectual esté en su descubrimien: to de la existencia real del Pueblo, de sus necesidades, de su realidad, de su problemética, iento que no puede limitarse al mero iento “por compromiso”, de tanto en tanto, de la existencia de las villas miseria Ese descubrimiento implica el reconocimiento de su verdadera politica y la incorporacién en ella. La lucha por la liberacién, en todos los cam- pos, es la Gnica y verdadera problemitica en que se insertan todes les demés; incluso la arquitecténica: La incorporacién al frente del Pueblo es la Gnica via que puede suplantar la irreal autonomia del intelectual y el profe- sional por la verdadera autonomia, la autono- mia de su patria, su liberacién de las metré- polis dominantes. Este trabajo fue preparade por la Tendencie Universitaria Popular de Arquitectura y Urba- nismo (T.u.P.2.u.), miembro de la Corriente Es: tudiantil Nacionalista Popular (C.e.Na. P.). Libreria: NUEVA VISION ESPECIALIZADA EN CIENCIAS SOCIALES NOVEDADES DE TODO EL MUNDO Cuentas corrientes VIAMONTE 500 - CAP. FED. T. E. 32-6434 ENVIDO NP 2 75

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