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I INTRODUCCION A UN DISCURSO DEL ‘TODO ANALITICO ‘Muchas veces hablé de la ética del psicoandlisis y hoy me centraré en otra vertiente de la experiencia la vertiente de la técnica, del qué hacer-. En verdad, hay en ‘nosotros cierta tendencia a hablar de la ética del psico- andlisis respecto al final de andlisis, y de Ta técnica res- pecto al inicio del andlisis. Me parece que, a pesar de existir esas dos vertientes ~la de Iu Glica yla de la téoni Sno hay ningin punto tecnico eh eT andlias que no se “Vincule con la cuestién ética, y es para nuestra comodidad de exposicién que distinguimos entre ética y técnica. Se trata de una manera de exponer. En el andlisis, entonces, Jas cuestiones técnicas son siempre cuestiones éticas, ¥ esto por una Yaron Muy PreCise: porque nos dirigimos al sujeto. La categoria de sujeto no ‘es ana categoria técnica. ‘ba vategoria de sujeto, como tal, no puede ser colocada ‘sino en a dimensién ética. No hay maneras lacanianas de hhacer andlisis que podrian importarse de practieas que tienen como perspectiva al ego. No hay “modo” Jacaniano de haver andlisis. ‘Al mismo tiempo, puedo comenzar diciéndoles que fue ‘una sorpresa encontrar ayer lo que voy a lamar, desde mi punto de vista, “la nueva manera de: trabajar” que se pue- de encontrar aqui. Es muy agradable, desde el punto de vista del que viene de afuera, ver la extrema atenci6n con que las personas, aqui, siguen lo que estamos haciendo en 13 ‘JACQUES-ALAIN MILLER, Paris y que, segtin me parece, pueden contribuir a ese tra- bajo; esa notable atencién que vi en el trabajo presentado tun poco antes por la Biblioteca Freudiana Brasileira. ‘También fue una sorpresa para mi que las puntuaciones hechas en mi Seminario en Parfs, el afio pasado sobre la _testifieacién subjetiva, hayan encontrado en Brasil inte- rés tan grande. Y, mds que interés, un desenvolvimien to propio. Lef, ayer noche; el ntimero 1 del Correo del Simposio del Campo Freudiano de Belo Horizonte, don- de hay trabajos inspirados en esa direccién. También escuché, como ustedes, e] trabajo de “Clinica Freudiana de Bahia” y debo decir que el caso presentado es, como me dijo Antonio Quinet, un caso efectivamente paradig- matico para ejemplificar lo que est en euestién; es un caso que me gustaria publicar en Ornicar? con una in- ‘troduccién general al propio caso, que encaja perfecta- mente en la continuidad transnacional de nuestro trabajo. De esta manera me parece que puedo hablar delante de una audiencia bien formada Y¥ que, efectiva- mente, trabaja. Lo que me preocupa ahora es Jo que hacemos bajo el nombre de “Campo Freudiano”, que tiene un carécter muy visible, y que no puede ocultarse. Porque lo que es manifiesto es gue, efectivamente, no tenemos, en la -orientacién lacaniana, patrones. Practicamos cierta desregularizacion de la practica cuando se compara con lo que se practica principalmente en Estados Unidos y en Inglaterra, en lo que se llama Asociacién Internacio- nal. En comparaci6n con ellos, el rasgo propio de nues-| tra préctica es no tener patroaes. Bntonves, debetios ‘indicar que, si en la prdctica no tenemos patrones, tene- Mos principios. Y es necésario tratar de formalizar 650s Principios. La palabra “principio” es la misma palabra que Lacan utilizé en su articulo, muy estudiado por ustedes, “La di- INTRODUCCION A UN DISCURSO DEL METODO ANALITICO. reecién de la cura yKprincipios de su poder”. Es verdad _gue esos prineipios, principios de la préctica, se transmi- ten sin explicitaci6n a través del propio andlisis. O si no, se transmiten. lela supervisién. Entonces, y esto me preocupa, hay una distancia entre lo que se puede hacer en anélisis, o en la supervisién -en estos encuen- tros singulares, uno 2 uno- y con las multitudes que se retinen bajo la insignia del Campo Freudiano. Es por esa, razén que debemos buscar una manera de transmitir esos principios también a las multitudes, a pesar de no poder transmitirlo todo. ¥ esto nos lleva a hablar, con mucha precisiGn, de los principios de nuestra préctica. Bs impor- tante que el anaiista no se quede s6lo con su préctica sino también que observe la préctica de sus colegas. Hay cosas que no vemos en Paris porque es nuestra practica en co- min y, de cierta manera, es preciso ir al exterior, a otro pais, donde hay otras costumbres, otras maneras de ha- cer, para que pueda aparecer, para nosotros de Paris, el cardcter raro de lo que hacemos, el cardcter raro de nues- tra prdctica comun y que necesita de un fundamento for- malizado. De esta manera, trataré de hablar de lo que es, desde mi punto de vista, nuestra préctica comin en Paris, justificando lo que hacemos a partir del primer cierta manera, trataré de hacer Is, procarando dejar abiertas las cuestiones. ~~"Vernos a Lacan en “La direccién de Ia cura...” aceptar Ja idea de un tratado del método psicoanalitico, por ejem- lo, que los principios de Ta interpretacién podian ser enu- merados. Evidentemente no lo hace, de manera que cada ‘uno puede intentarlo, ya que se trata de una orientacién muy precisa. 15 SACQUES-ALAIN MILLER BIENVENIDAS ¥ ACTO ANALITICO Intentaré presentar, de la manera més simple, e6mo recibimos a un paciente. Para darle la bienvenida al nue- vo paciente, tanto en Paris como aqui, puedo decirle “(Bienvenido!”, sea por razones de dinero, sea por interés de‘iniciar una nueva investigacién, una nueva cura. Tez nemos gusto por la novedad y, al mismo tiempo, una ten- dencia.al aburrimiento, siendo, a veces, el gusto por la novedad més fuerte que el atiurrimiento. Otras veces hay necesidad de encaminar al paciente hacia un colega que se sentiré. agradecido con nosotros. Vean que.estoy co- menzando, realmente, por el nivel mas descriptivo de las cosas y no a nivel de los matemas, que es mi especialidad. El que viene a vernos como analistas_no es un sujeto: es alguien a quien le gustaria ser un paciente, cosa muy extrafta. Es un hecho que el paciente, én la practica psi quidtrica, puede ser designado por los otros, por la fami- lia, por el médico, por la sociedad, por las instancias sociales que le dicen que ha de tratarse. Como ustedes saben, ése no es el caso en la préctica analitica, con excep- cién de los andlisis de nifios, cuando generalmente el and- isis es una eleccién de los padres 0 de otros, lo que plantea problemas especificos que no trataremos aqui. Hay una diferencia clara entre el paciente psiquitri- co, designado como paciente por los otros, y el paciente del psicoandllisis. No voy a desarrollar este asunto que puede encontrarse en la conferencia que di en Sao Paulo, hace algunos aiios, en el “Hospital del Servidor Puiblico Esta~ dual”, y que se publics en el ntimero 1 de Felo —Revista Brasileira do Campo Freudiano- Qué significa, en psicoandlisis, que el psicoanalista se encuentre delante de alguien al que le gustaria ser un paciente? En realidad, en el anélisis, no hay paciente en rebeldia consigo mismo. Se puede decir que el primer pe- | INTRODUCCION A UN DISCURSO DEL METODO ANALITICO, dido en la experiencia analitica es la demands de ser ad- initido come paciente. Esta demanda tiene una preceden- Gia sobre las demds. Asi, es verdad que en psicoandlisis, como fue visto en el ejemplo de hoy por la mafana, la pri mera avaluacién es hecha por el paciente, es él el que pri- mero avala su sintoma. Bl llega al analista en Ja nosicién de hacer una demanda basada en una e ‘sobre esa auto- avaluacién. Decimos que ekd@odnaliticoya estd presen- te en esa demanda deG@valan\ enc] acto de autorizar la sie alguien que quiere ser un paciente. fin general, es0 no Se tanifiesta de forma clara en la orientacién de la Internacional, a no ser cuando viene al- guien que no quiere ser un paciente sino alguien al que le gustaria ser un analista, o sea, cuando alguien llega y dice “Me gustaria hacer formacién”. Cuando se hace un pedido de formacién analitica, el analista Internacional lo hace entrar en otra dimensién, considerando que no pue- de aceptar inmediatamente esa demanda, en tanto es necesario, primeramente, una autorizacién institucional. Aquel que solicita una formacién analitica es enviado a un colegiado, a un jurado, que lo transforma en un “esn- didato”, candidato a ser analista. De este modo, ellos dis- tinguen entre un andlisis terapéutico y un andlisis didactico. Entre nosotros no hay distincién entre la demanda te- rapéutica y la didéctica. Para nosotros es natural, sin embargo es una novedad. Cuando alguien llega y dice que le gustaria ser un analista, la respuesta es: jpues bien! anotamos este deseo, pero este deseo, esta demanda, pue- de contener un deseo escondido que tomaré parte en el propio proceso analitico. No vamos a autorizar, en el co- mienzo, esta demanda de formarse como analista. Hay en esa demanda, un Wunsch, un voto, y no hay garantias de cémo se transformaré eso durante el andlisis. De esta Cee JACQUES-ALAIN MILLER manera, el hecho basico es que todo paciente tiene el de- S00 de ser nuestro paciente, siendo, en cierto modo, un (gandidato”. Consideramos que aquel que pide un aval sis puede ser autorizado por el analista a entrar en la ex. Periencia. Esta cuestién aparece en el inicio de cada Epetiencia analitica, a partir del primer minuto, a pars tir del primer encuentro, hasta de la primera lamade sc, lefénica. La cuestiOn es si se va a autorizar el proceso analitico, que a partir de ahf se desenvuelve, con aquel que quiere ser su paciente. EB No Podemos simplemente cerrar los ojos. Aceptarlo 0 fochazarlo ya es un acto analitico. En la préctica dé lo Internacional solamente os un acto cuando se trata de ua Gindidato a analista. De esta forma se da un proceso jun dicial cuando alguien consulta a los diferentes didactas Para saber si puede iniciar un andlisis didéctico. En la préctica lacaniana, todo paciente, todo aquel que quiere Ser a Patiente, es considerado como un candidato, y el AMalista tiene que responder con un espitita de respynca, bilidad muy profundo, y es por eso que, a partir de la bien- venida, entra en juego el acto analitico, Es Por esa razén que las entrevistas preliminares no son solamente wn ar- did, un truco, una manera de hacer de Lacan. Hay porce, Pas en Paris, en los Estados Unidos, que preguntan ¢; también nosotros practicamos las entrevistas preliming nuestra, y también de una ética, La practica de las entre- Vistas preliminares no tienen sentido alguno fuera de ento contexto, esto es, sin decir que ya se considera en juego el acto analitico y 1a ética del psicoandlisis en el inicio mic. ‘mo de la experiencia analitica. putealidad, iqué significan les entrevistas prelimina- tes? En la practica lacaniana —esto es un Principio, casi jay battéa lacaniano, un rasgo diferencial—la préctica de las entrevistas preliminares es una consecuencia directa 18 que deben ser precisas. Cuando estas ragoeen no estén | claras, no se debe avalar tal demanda Ne es a través de omg sentaciOn del paciente a otros colegas, tomados arranges ne $6 debe otorgar esa autorizaién, oan feevag de aszeformulaciones de la demanda del paca, Segindidato para diferentes analistes, Tal selon cign, con todo, debe tener lugar en el recomnde acy propio andlisis. ¥ esto se puede prolongar ‘Por mucho tiempo. No wActica standard. Las entrevistas preliminares pue- in ditrar un mes, a tina por semana, en Wtal essere trevistas. Pero también Pueden durar un aio ¥, & veces, el analista se queda con e] paciente durante Varios afios en una situaci6n preliminar, de tal forma que tendriamos abi un “preliminar Permanente”, Es una prdctica de per- neni alte pes gues ee le pa { verémos, no puede permit destvamene oe en.su rigor.” Con esto trataré de distinguir las finalidades, los nive- Jes de esta practica. Hice la distincién x tres niveles, cada nivel entra en el siguiente, sin haber ung separacién » Se trata de una tentativa de las tltimae tees semanas del curso, 0 sea, intentar precisar los rincipios, récticos que son, al mismo tiempo. los printing pubervisi6n. Cuando un analista traela ouestion as e6mo, hacer con un pacienté, stem, re volvemos al inicio para sa- Der Conio Fie hech; ttrada. En mi esfuerzo, se trata de los principios metédicos del andlisis, 19 JACQUBS-ALAIN MILLER Los tres niveles que voy a describir, a desarrollar aho- ra para continuar el seminario, son: pen ~TAvaluacién dliniea> Subjetivacién

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