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CONTINUIDAD, RUPTURA Y TRANSFORMACIONES EN EL LIBERALISMO MEXICANO CHARLE:! S A. HALE ENTREVISTA CON RUBEN GALLO hharles A. Hale es profesor de Historia en la Univer- sidad de lowa y un gran estudioso de las ideas pot- teas mexicanas. Ha publicado varios libros y articulos sobre a tradicion liberal, entre ellos El liberalis- ‘mo mexicano en la €poca de Mora (1968) y La transfor- macién del liberalismo en México a fines del sigho XIX (Wuelta, 1991). Su trabajo mas reciente, el ensayo “El libe- ralismo, la Revolucion, y el nacionalismo en México”, es un gudo estudio sobre as semejanzas entre ia insttucionali- zacion de la Revolucion en el siglo XX y el mito liberal que surge después de la derrota de Maximiliano en 1867. Runén Gatto: Su libro La transformacton del lbe- ralismo en México a fines del siglo XIX cuestiona la in- terpretacion oficial especialmente la version de Jess Reyes Heroles— que ve en el porfiriato una | ‘ruptura completa con las tradiciones e instituciones del liberalismo mexicano del siglo XIX. Usted resalta la continuidad entre varias metas liberales y las ambi- clones de ciertos intelectuales durante el gobierno de Porfirio Diaz —tos partidarios de la “politica cientifi- ca” y sus herederos, los Cientificos— que podrfan considerarse como pensadores constitucionalistas en el sentido liberal, aunque la suya haya sido una variante “transformada” del liberalismo. {Como se transformé la tradicién liberal de la Reforma durante el régimen de Diaz? ‘Cuanues A. Hate: Durante el porfiriato, el libera- lismo se convirtié en un mito polttco unificador y dejo de ser una ideologta militante que Iuchaba contra la so- Ciedad y las instituciones heredadas de la época colo- nial: los conflictas ieologicos fueron reemplazados por tun consenso politico cada vez més generalizado. Este cambio comenz6 despues de la Reforma, con la victoria de los iberales en 1867. ‘Con el término “mito unificador” me refiero a que después de 1867 la causa conservadora y el Partido Conservador quedaron completamente desprestigia- dos, ya que se habian asociado con el gobierno de Ma- ximiliano, la intervencién extranjera, la monarquia } por supuesto, con el poder de la Iglesia durante el antiguo regimen. Cualquier persona que tuviera aspira- clones politica después de 1867 y durante todo el por- firiato, tenla que identificarse como “liberal”. Acosto pe 1995 ba ‘Al mismo tiempo hubo una “transformacion del li- beralismo” porque en esos atios surgié una nueva ten- dencia intelecual, influida principalmente por el positivismo, que se alej6 de muchos de los ideales clé- sicos del liberalismo politico (como el énfasis en los de- rechos individuals y en lo que después se denominaria el “dogma de la igualdad” —ta igualdad de todos ante la ley). A partir de 1878, movidos por el positivism, varios de los principales intelectuales del porfiriato, en- cabezados por Justo Sierra, Telésforo Garcia, Francisco Bulnes, Francisco Cosmes y otros, comenzaron a subra- yar la importancia de la sociedad —de un concepto “ongainico” de soctedad— y lamaron al desarrollo de una “politica cientifica”. En este sentido, la “politica clentifica”significaba un mayor énfasis en el orden yen la economia, pero sobre todo un acercamfento més préctico y enaptrico a los problemas politicos. Esta nue- ‘va propuesta se oponia a las abstracciones que Sierra y su grupo asociaban con el liberalismo clisico, y en par- ticular con la Constitucion de 1857. .G.: ,De qué manera podriamos considerar a Jus- to Sietra y a otros pensadores porfirianos como herede- tos de la anterior tradicion liberal del siglo xix? C.A.H.; Justo Sierra y su grupo comenzaron a hablar sobre un “liberalismo conservador’ —el com- plemento de la “politica cientifica’, Se lamaron a st rismos “nuevos liberales” para distanciarse de los “vie- Jos liberales” de la época de la Reforma, especialmente de los creadores de la Constitucién de 1857. Esta nueva corriente intelectual, que también fue lamada “politica clentifica” 0 “nuevo liberalismo” —todos estos térmi- ‘nos eran casi sinénimos e intercambiables— se convir- tio en lo que yo he denominado el “iberalismo politico transformado” del porfiriato. Surge un problema con esta hipotesis de la “trans- formacién”: esta nueva idea —que acentuaba el poder del ejecutivo, el orden, los resultados practicos y las metas econdmicas— jsirvié esencialmente para justifi ‘ar al incipiente gobierno de Porfirio Diaz en 1876? Es cierto que los partidarios de la politica clentifica pro- pusieron reformas constitucionales para “fortalecer al gobierno” despues de una larga pugna politica. Pensa- on que Diaz comenzaba con un gobierno débil y por lo tanto apoyaron el fortalecimiento del ejecutivo en 3 CHARLES A, HALE articulos publicados en el periédico La libertad entre 1878 y 1880. Sin embargo, si estudiamos las ideas del grupo en- cabezado por Justo Sierra desde los afios anteriores a 1877 (cuando Diaz lega al poder) y hasta 1893 (cuando surge el término Cientffico), descubrimos una conti- nuidad de ideas a favor de la reforma constitucional como método para fortalecer al gobierno, El “fortaleci- miento” contemplaba tanto al ejecutivo como a las “instituciones”. El proyecto de Sierra y de sus anteceso- res y colegas abarté la reconstruccién del senado (lo- sgrada en 1874), el apoyo con bases legalistas ala dificil campana presidencial de José Marfa Iglesias en 1876 (Geguida de un angustioso cambio a la causa de Diaz en 1877), y varias propuestas de reformas constitucionales entre 1878 y 1880. Hacia 1892, Sierra y su grupo se die- ron cuenta de que la Presidencia habta adquirido de- masiado poder y propusieron una nueva serie de reformas constitucionales —esta vez para imponer i- mites al efecutivo. Este esfuerzo cobré tna gran impor- tancia entre 1892 y 1893 durante la creaci6n de la Union Nacional Liberal y en el gran debate nacional so- bre el nombramiento de los jueces— una polémica constitucional de carteter aparentemente vago: jdebe- | ra continuar la prictica de elegir alos jueces por voto popular (que se prestaba a manipulsciones politicas), © | serfa preferible nombratlos de por vida (y ast conferir- les una mayor independencia del ejecutivo)? Justo Sie- rma y sus colegas Cient{ficos —ast los Hamaba la oposicion porque usaban argumentos cientificos para justificar sus proyectos de reforma— quisteron utilizar esta propuesta como una medida constitucional para imponer limites al poder presidencial. El proyecto fue aprobado en la camara de diputados pero fracasé en el senado —Disz se opuso a él. No encontramos un es- fuerzo similar por parte de los Cienttfices hasta una de- cada ms tarde, cuando Francisco Bulnes, en un discurso famoso de 1903, en vano expres6 la necesidad de establecer “instituciones” (en forma de partidos po- Mticos) que restringleran el poder personal de Diaz. Ast que durante el porfiriato el liberalismo se transformé en un conjunto de ideas politicas que favorecta a un gobierno fuerte, pero que finalmente impuls6 la bus- queda de frenos constitucionales para limitar el poder personal del presidente. Por lo tanto creo que podemos considerar al grupo de cienttficos que emerge en 1893 como un conjunto de constitucionalistas en el sentido liberal. El término “liberal” fue utilizado de manera universal, y los debates politicos del porfirato se die ron dentro de una elite liberal, entre hombres que se consideraban liberales. R.G.: Usied menciona la importancia del término “naturaleza” en la retorica de los Cientificos. Estos in- telectuales fundamentaban su doctrina politica en la | evolucion “natural” de las instituciones gubernamen- | 2 Yuata 225 tales y rechazaban las teortas basadas en “abstraccio- nes”. Pero la “naturaleza” era un concepto que ya ha- biamos encontrado en el siglo XVIN, con Rousseau y los pensadores de la Ilustracton, aunque tal vez con un sentido diferente. {De qué manera evoluciona el significado de la “naturaleza” durante la transforma- cign del liberalismo? C.A.H.: El término “naturaleza” puede resultar | ambiguo: por una parte, el liberalismo clasico se inspi- 6 en la nocién de derechos “naturales” —la idea de ‘que ciertos derechos, especialmente los del individuo, pertenecen “naturalmente” al hombre. Por otra parte, las teorfas que mas tarde se convirtieron en la filosofia del positivismo también se valieron de la palabra “natu- raleza” para defini ala sociedad como un conjunto or- génico y no como un grupo de individuos aislados luchando por sus derechos personales. La idea de la so- ciedad como organismo —que ademis esté relacionada con la analogta biolégica— adquirié una gran impor- tancia en el positivismo y su influencia tambien se sin- ti en las ideas politicas. En el mismo sentido, la “politica cientifia” remite a la naturaleza; esta doctrina asegura que la politica se puede comprender a través de la experiencia, que es posible derivar conclusiones ‘emptricas y actuar de manera practica de acuerdo con la ley natural de la evoluci6n. El problema principal con la palabra “naturaleza” es que sirve de apoyo tanto a los principios del liberalis- mo clisico como a la variedad de teortas que surgen de su transformacion. Los liberales clasicos utilizan el término en el sentido que le dio el siglo XVIN para refe- rirse a una serie de leyes “naturales” —na nocién bas- tante estatica si la comparamos con la versién de los “nuevos liberales”, que vieron en la naturaleza un orga- nismo en desarrollo constante, R.G.: Entonces la idea de la “naturaleza”, al igual que el concepto de “liberalismo”, experiments cierta “transformaci6n” durante el porfriato. Pero regresando ala polémica sobre la discontinuidad, ;qué sucede con las instituciones y tradiciones liberales durante la Revo- lucién Mexicana y en los aftos posteriores? Durante este periodo, encontramos rupturas, continuidad, 0 transformaciones en el liberalismo? C.A.H.: Esta es una pregunta complicada, que he comenzado a estudiar y ala que pienso dedicar el resto de mi vida academica, Podermos partir de la premisa de que el liberalismo mexicano exhibe una marcada conti- ntuidad entre los siglos XIX y XX. Me refiero a una con- tinuidad que se manifiesta principalmente a nivel retérico: muchos de los revolucionarios, sin importar a que grupo pertenecieran, se refirieron a los precedentes liberales del siglo XIX. En el Plan de Ayala, Zapata cité las leyes de la desamortizacién de los bienes del cleo. Madero evidentemente baso su propuesta de “sufragio efectivo, no reeleccién® en la Constitucién de 1857, un documento liberal clésico. Quizé Carranza se haya aproximado més a los principios del liberalismo trans- formado, ya que proponia un poder ejectutivo mucho mis fuerte que el delineado por la Constitucién de 1857. Carranza llamé a su campafia “constitucionalista” —un concepto que surge de la tradicion liberal. Por tiltimo, en 1917 Obregon funds el Partido Liberal Constitucional —que se oponta a Carranza y a los ca- rrancistas— y en 1920 quiso establecer el “Gran Partido Liberal”. Este proyecto servirla para unificar a las diver- sas facciones revolucionarias y puede considerarse como antecedente del Partido Revolucionario Institu- clonal —creado en 1929 con la misma funcién de con- solidar a los diversos grupos revolucionarios. En su libro Hacta el nuevo estado (FCE, 1994), Luis Medina Pena observa que la creacién del Gran Partido Liberal de Obregon en 1920 fusioné los términos “Revolucion” y “Liberal”. Hasta cierto punto esta amal- gama ret6rica marca el comienzo de la nocién de con- tinuidad en el liberalismo —una idea que mds tarde se {integrard a la doctrina oficial del PRI, especialmente du- rante los ttimos aftos de la década de los euarenta. El argumento oficial sobre la continuidad del liberalismmo encontr6 su expresion clisica en El liberalismo mexicano —1a obra en varios voldmenes que Jestis Reyes Heroles terminé de publicar a principios de los aos sesenta. Podemos, entonces, hablar de.cierta continuidad ret6- rica del liberalismo ya que los revolucionaros se vefan como herederos del proyecto liberal. Claro que todos ellos rechazaron lo que yo he llamado el “liberalismo transformado” de fines del siglo XIX. Un aspecto nota- ble en la obra de Reyes Heroles es su completa omision. del porfirito como parte de la historia del liberalismo. Para Reyes Heroles, el porfiriato represent6 esencial- ‘mente una discontinuidad, una ruptura con la tradi- cion liberal. Esta es una interpretacion con Ia que tengo serias diferencias. ‘Si queremos encontrar antecedentes de los progra- ‘mas revolucionarios en las épocas de la Reforma y la pre-Reforma, si queremos comprender la vigencia del liberalismo durante y después de la Revolucién, enton- ces debemos extender la teoria de la continuidad hasta Ja deécada de los aftos veinte para incluir al “liberalismo ttansformado” y las ideas de los Cientficos. Esta conti- ruidad se manifesta en las trayectorias de varios inte- lectuales de la época revolucionaria, incluso en quienes fueron considerados contrarrevolucionarios, como Emilio Rabasa. Rabasa fue un importante furista antes de la Revolucién; en 1912 fund6 la Escuela Libre de Derecho, una institucion que se oponta a las ideas ma- deristas,y fue contrincante de Madero en el Congreso de 1912-1913, Rabasa fue conducido al exilio y slo vvolvi6 a México en 1920. Sin embargo, el jurista siem- pre se consideré a s{ mismo como un “liberal” y publi €6, ademds de sus tratados juridicos, dos estudios ‘CONTINUIDAD, RUPTURA ¥ TRANSFORMACIONES EN EL LIBERALISMO MEXICANO generales —La constitucién y la dictadura (1912) y La evolucion politica de México (1920)— que critican, como yyalo habfan hecho los partidatios de la politica eientt- fica, los principios abstractos de la Constitucion de 1857. A partir de su regreso en 1920, Rabasa fue reco- nocido como uno de los grandes expertos en derecho constitucional mexicano y formé a toda una genera- cién de importantes abogados y juristas hombres «que més tarde se integrartan a la élite revolucionaria y que tambien se consideraban parte de la tradicion libe- ral, Rabasa representa tan sélo un ejemplo de la conti- nuidad liberal Me parece que si queremos rastrear la continuidad del liberalismo —un tema que tradicionalmente ha sido estudiado por los simpatizantes de la doctrina oficial y también por historiadores de otras tendencias— no po- demos limitamos a contemplarciertos periodos aistados el siglo XIX que parecen adecuarse a la ideologia ofical propuesta por el Partido Revolucionario. Un andlisis cui- dadoso de las diversas capas de Ia historia politica mexi- cana nos revela que el liberalismo manifiesta una marcada continuidad. ¥ es en vista de esta continuidad historica que debemos considerar las semejanzas entre el gran mito unificador de finales del siglo XIX, el libera- lismo, y su equivalente en este siglo: la Revolucion Me- xicana, Ambos mites —liberalismo y Revolucion— se fusionan como pane de esta continuidad. R.G.+ Daniel Cosfo Villegas, otro gran estudioso del liberalismo mexicano, tambien ha postulado la idea de cierta continuidad en la historia politica del siglo XX, aunque él enfatiza las semejanzas entre el porfiria- toy el sistema que emerge en la década de los anos ccuarenta —un gobierno al que describe como un “neo- porfiriato”. Para Cosfo Villegas esta continuidad repre- senta la persistencia en la politica postrevolucionaria —especialmente después de 1940— de ciertas practi- as € instituciones, como la de un poder ejecutivo casi ilimitado, que surgieron durante el porfriato en contra de los principios del liberalismo clasic. C.A.H.: Estoy muy de acuerdo con la nocién que Costo Villegas propone sobre el “neoporfiriato”: la idea de que en la década de los cuarenta resurgieron mu- cchas de la practicas, politicas, y prioridades del régi- ‘men de Diaz —especialmente el énfasis en el desarrollo, ‘econémico y en la industrializacién. Costo Villegas des- taca la creacién de un ejecutivo muy fuerte y hace hin- capié en la tendencia que ambos periods manifestaron hhacia el autoritarismo— aunque nunca llega a caracte- rizar el sistema politico postrevolucionario como tna “dictadura’. Coincido con Costo Villegas en estos pun- tos pero no comparto su interpretacién de la “continui- dad” del liberalismo —aunque nunca utiliz6 este término y abord6 el tema desde una perspectiva bas- tante diferente de la de Reyes Hereles, Seguin Costo Villegas, México tuvo una fuerte tradi- Acosto pe 1995 3 CHARLES A. HALE cign liberal que alcanz6 su méxima expresién durante la Reforma. Ademas, considero el periodo de la repd- blica restaurada (1867-1876) como una época en que las instituciones liberales —las cortes, el parlamento, la prensa— llegaron a su apogeo. Impulsado por un enfoque fuertemente constitucional, el historiador sos- tuvo que durante este periodo se impusieron limites efectivos a los excesos del poder ejecutivo y que la tra- dicion de instituciones libres y restricciones constitu- cionales se perdié durante el régimen de Diaz. Si bien Costo Villegas estudio el porfiriato con gran detalle, para él los verdaderos liberales fueron los politicos de la epublica restaurada y los critices del, de Diaz, mientras que los partidarios de la politica cienti- fica —Sierra y su grupo— actuaron como “oficialistas”. ‘Segin esta interpretacién, el auténtico liberalismo ree- merge con Francisco I. Madero. Refiriendose a la doc- trina liberal y revolucionaria de Madero, el historiador critica las practicas del neoporfiristo y reconoce la ne- cesidad de recobrar el sufragio efectivo, de crear par- tidos democraticos, una prensa libre y efectiva,¢ insti- tuciones patlamentarias y judiciales efectivas. En los setentas, durante los primeros afios del sexenio de Echeverria, Cosfo Villegas lleg6 a publicar articulos en Excelsior que expresaban la urgencia de convocar una nueva asamblea constituyente para restablecer los principios maderistas. R.G.: Es sugestivo que Cosfo Villegas no haya utili- zado el término “dictadura” para referirse al poder ad- quirido por el ejecutivo mexicano a partir de 1940. Desde hace algunos atos, la oposicién ha hablado del “autoritarismo” del gobierno mexicano y del PRI como ‘un “partido de estado”. Octavio Paz rechaza esta nocién de México como un Estado autoritario y settala las dife- rencias que existen entre las naciones totalitarias y nues- tro pats, en donde se han mantenido, con algunas excepciones, las garantias y el respeto hacia los derechos individuales. En su opinién, qué distingue al sistema politico mexicano de otros paises latinoamericanos co- mo Chile o Argentina, en donde el poder gubernamen- tal stha legado a degenerar en el autoritarismo? C.A.HL.: Yo sf usaria la palabra “autoritario” para ‘caracterizar al sistema politico que se desarroll6 en Mé- xxico, aunque con un sentido modificado del “autorita- rismo": como dijo usted, es indudable que en México se preservaron muchas de las libertades que fueron re- primidas en los regimenes militares de América del Sur ¥en los gobiernos totalitarios de los patses comunistas. Estoy de acuerdo con Octavio Paz en este punto. En lo que concierne a la nocién de “partido de Estado” 0 “partido de gobierno”, lo que me interesa como histo riador es que este término aparece por primera vez en el siglo XIX. En 1878, los partidarios de la politica cientifica sostentan que el Partido Liberal deberta transformarse ” Wun 225 de un “partido de revolucién" (como lo habia sido durante la Reforma) en un “partido de gobierno” —un cambio que dieron por concluido en 1893. En este afio, los Cientificos enfrentaron otro problema: una vez que el “partido de gobierno” habia sido estableci- do, debian buscar maneras de restringir las tendencias monoliticas del nuevo sistema. ,Acaso no es éste el problema de hoy? R.G.: En un discurso pronunciado en 1992, el ‘excpresidente Carlos Salinas de Gortari anuncié que su gobierno favorecia una politica de “liberalismo social” —un equilibrio entre crecimiento economico y justicia social. Segan Salinas, la doctrina del “liberalismo so- cial” rechaza cualquiera de dos peligrosos extremos: por una parte, evita la cafda en un neoliberalismno voraz dominado por intereses individuales (y por lo tanto in- compatible con la igualdad social); por otra parte, esta doctrina se aleja del estatismo monolitico que podria aplastar las garantias individuales. Adin sin entrar en el debate sobre los tropiezos y logros del salinismo, me parece que la basqueda del “liberalismo social” sigue siendo un anhelo valido. Desde el primero de enero de 1994, México ha lo- grado mantener un equilibrio incierto entre estos dos ‘extremos. Se temfa que el gobierno respondiera al le- vvantanaiento en Chiapas con una ola de represion vio- lenta equiparable a la de 1968 —una sospecha atizada en los primeros dias de febrero de 1995 con el anuncio del presidente Zedillo sobre las ordenes de aprension en contra de los lideres zapatistas. Por otra parte, la cri- sis financiera que surgio en diciembre de 1994 y las ga- rantfas econdmicas negociadas en Washington han despertado temores ante la pérdida de soberanta nacio- nal, la hipoteca de los intereses nacionales y la depen- dencia del capital extranjero. Entre estos dos riesgos —nn Estado con putto de hierro o el capricho de las fuerzas del mercado— parece que la paz y la esta dad solo podrin restablecerse a través de una politica que logre integrar el desarrollo econémico con solucio- nes efectivas a los problemas sociales mAs urgentes. sExisten antecedentes del “liberalismo social” en la po- Iitica del siglo XIX? Por qué ha resultado tan dificil pa- a México encontrar una politica econdmica que apoye la justicia social? C.A.H.+ El liberalismo social, el equilbiio del que usted habla entre crecimlento econdmico y justicia so- cial, es una meta admirable para México y para cual- ‘quier otro pais. Resulta facil encontrar antecedentes de esta politica en el sigo XIX; Jes Reyes Heroles los iden- tificé y subrayé en su obra —especialmente en el altimo capitulo de El liberalismo mexicano que trata espectfica- mente sobre el liberalismo social. Es sugestivo que el discurso del Presidente Salinas que usted mencioné —pronunciado el 4 de marzo de 1992—se refirid expli- citamente ala obra de Reyes Heroes. Ademds, el ibera- CCONTINUIDAD, RUPTURA ¥ TRANSFORMACIONES EN EL LIBERALISMO MEXICANO lismo social fue e tema central del “Seminario Libertad y Justicia Soctal en las Sociedades Modernas", organizado ppor la Secretaria de Desarrollo Social en junio de 1993 bajo la direccion de Luis Donaldo Colosio. Durante el transcurso de las conferencias, los participantes recibie- ron dos volimenes titulados Liberalismo social: las ralces historicas, que el Instituto Nacional de Solidaridad (SE- ESOL) acababa de publicar El primer tomo recoge do- cumentos del siglo XIX (hasta 1867 solamente) que presentan ideas sociales progresistas —muchas de las cuales ya habtan sido seftaladas por Reyes Heroles. Else- ‘gundo volumen contiene una seleccién de escritos de la “Revolucion”, incluyendo textos de Flores Magon, Zapa- 1a, Madero, Carranza, as{ como varios discursos pronun- ciados en el Congreso Constituyente de 1916-1917. En cuanto al aspecto econémico, podemos identifi- ccar muchos antecedentes de los programas neoliberales en las ideas y practicas de la doctrina del laissez faire que surgen periodicamente durante el siglo pasado, aunque desde 1910 éstas se asocian con la dependencia del capital extranjero y con la desigualdad en la distr- ‘bucion de la riqueza —problemas a los que se enfrento el cardcter social y nacionalista de la Revolucién. Por cierto, Reyes Heroles resulta poco otil si queremas en- contrar antecedentes de Ia doctrina neoliberal, ya que insistfa en que la verdadera herencia econémica liberal del México contemporineo consistia en una “heterodo- xa econdmica” —el repudio de las pricticas ortodoxas basadas en el principio econémico de laissez faire para favorecer una fuerte presencia del Estado en la econo- ria. Fl concepto de “heterodoxia econémica” armoniz6 con las politicas de industrializacion y sustitucion de importaciones entre 1940 y 1970, pero obviamente se ha vuelto menos atractivo hoy. Vemos entonces que el rastreo de antecedentes histbricos resulta problemtico: es natural buscar precedentes y continuidades, pero tambien es comtin que la bitsqueda sea manipulada pa- 1 justificar politicas actuales. R.G.: En estos dias de incertidumbre politica y econdmica, los intelectuales difieren en su evaluacion, de la politica seguida por el gobierno mexicano en los. ‘kimos afos y también en su visién del futuro de Mé- xico. A pesar de la variedad de opiniones, existe un. consenso casi generalizado sobre un punto: México es- {é experimentando profundos cambios en su estructu- ra politica —se habla del “fin del PRI", y en Hacia el nuevo estado, Luis Medina Petia postula la transicién inminente hacia “el tercer Estado mexicano”, Octavio Paz, comentando las elecciones de 1994, escribe: “Otro México comlenza. Estamos ante un fendmeno que re- vela una mutacién en la conciencia nacional y que, probablemente, setala el principio de un cambio de rambo de la nacién [...] emerge un México desconocl- do: un México de ciudadanos". Idealmente, el “nuevo México” participarta de los {deales del liberalismo clasico del sigo XIX —serta “un Mexico de ciudadanos’, una democracia real en donde el individuo tendria un papel efectivo en la vida poltt- ca, un México cuyo gobierno se apartarfa del autorita- rismo institucionalizado, Como ve usted al nuevo Mexico? 1Se formard con base en las instiruciones de la tradicion liberal? Y la transicién hacia ese “nuevo esta- do”, ;sera una de continuidad —y transformacion gra- dual—, o de ruptura? C.A.HL: Los historiadores tienden a ser malos pro- fetas y estoy seguro de que yo no soy la excepcion. Me gustaria compartir el optimismo de Octavio Paz, y qui- 74 esta actitud este mas justificada ahora que en agosto de 1994. Pero la transicion que ve Paz hacia el nuevo Méaxico democritico probablemente dependerd de dos factores relacionados entre st. El primero consiste en la disolucion del “partido de Estado” y el segundo implica Ja remuncia al mito revolucionario. La pregunta sobre si Ja transicion serd pactfica queda abierta, Por dltimo: al Tlegar la transicion, ipod realizarse el ann vigente an- helo revolucionario de justicia social dentro del “Méxi- co de ciudadanos” —una sociedad de individuos en el sentido del iberalismo clasico? 2 Agosto pe 1995 3

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