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aQué es jugar? Qué tienen en comtin el juego del bebé arrojando mente un carretel yel echar los dacs, el jedrez y la montana ‘usa, ls carreras de velocidad y el disfraz, el casino y el hacer de..., el “actuar” segin decimos aprovechando las ambigiiedades de nuestra lengua? Es aginar un término mas amplio, y més aun cuando {as lenguas ya no distinguen entre ludus y jocus, entre juego de accién y juego con palabras, y cuando los mundos virtuales efectivamente Practicables por nifis y adolescentes multiplican y confunden aquellas formas clisicas, que nuestros ancestros indoeuropeos diferenciaban nitidamente. Desde aquellos jugueteos de bebe hasta el jugarse la vida por alguna ‘aus, existe una amplia gama de actividades que no parecen muy ovedosas, ni muy utiles, ni del todo placenteras, por exceso 0 por efecto, en las que sin embargo empleamos buena parte de nuestro tiempo, y que acaso invaden nuestras actividades mis serias, mis Profesionales, mas caras, Leyendo el texto de Edmundo Mordoh adverti quea menudo, en el consultorio analitico, me hago algunas preguntas, Mientras escucho a un paciente adulto que camufla sus intenciones, que dice otra cosa, suelo pensar: ;A qué esta jugando2,;qué rol tengo yo en ‘su juego? Intentando escuchar las hazaias de un adolescente dafiino me regunto: ges eso todavia un juego? Y cuando finaliza el juego con un nifio: 2por qué justo ahora lo dio por terminado? Gabriel Lombardi 180 976.950.649.438-4 NN MUNDO MORDOH EL ACTO DEL JUEGO LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA EN LA INFANCIA Indice 15 221 37 53 1. Ee 169) . 81 -89 . 115 123 Preludio El autor de estas paginas investiga la interseccidn de tres 0 cuatro terminos cuya generosa semantica dificulta la aprehensién conceptual juego es uno de ellos, otros no menos escurridizos son la infancia yla responsabilidad subjetiva. éQuées jugar? £Qué tienen en comtin el juego del bebé arrojando repe- tidamente un carretel y el echar los dados, el ajedrez y la montafia rusa, las carreras de velocidad yel disfraz, el casino y el hacer de..., el “actuat segiin decimos aprovechando las ambigiiedades de nuestra lengua? Es dificil imaginar un termino mas amplio, y mas aun cuando las lenguas ya no distinguen entre ludus y jocus, entre juego de accién y juego con palabras, y cuando los mundos virtuales efectivamente practicables por nifios y adolescentes multiplican y confunden aquellas formas clasicas, que nuestros ancestros indoeuropeos diferenciaban nitidamente. Desde aquellos jugueteos de bebe hasta el jugarse la vida por alguna causa, existe una amplia gama de actividades que no parecen muy nove- dosas, ni muy utiles, ni del todo placenteras, por exceso 0 por defecto, en las que sin embargo empleamos buena parte de nuestro tiempo, y que acaso invaden nuestras actividades més serias, mis profesionales, mas caras. Leyendo el texto de Edmundo Mordoh adverti que a menudo, en el consultorio analitico, me hago algunas preguntas. Mientras escucho a un paciente adulto que camufla sus intenciones, que dice otra cosa, suelo pensar: 2A qué est jugando?, ¢qué rol tengo yo en su juego? Inten- tando escuchar las hazafias de un adolescente dafiino me pregunto: des -ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh eso todavia un juego? Y i sas ava uno #2 ¥ ewan fai el juego con un niffo: épor qué campo semdntico del término “infancia” tambiés side Ya Be Hamams infans a quien no habla, por a fete a ee a nae cuya palabra noes todavia un acto, por no haber llegac ; ees ae de advenimiento de la responsabilidad sex: I qoecas meme? corre ace posible. Ninguin manual, ningin garante ere a experi i ; del cuerpo sexuado, que es latica respecto de ee 2 er, con el Otro y con el acto, Hay algo en comin dedusloalaatolanca,Cotdeirlo mien aie eeu mati oe ud en su sorprender Pa igen de un juego, ya que asf lo titulé en francés Fin carpe foe page aie Jeu, juego de mimica en ese caso, tiene tam| ién ae ee fant : n este caso, Esa apuesta se sostiene hasta el ‘pmo pre en que interdenelasexalidad balla forma telncloe a varoncito de una de esas tres las agélmicas, virgenes clausuradas en el et la hora de la siesta juegan a abrirse, no realizado, el del muchacho que ‘Se ve obligado a verlas posar, Eles i - ieee averiguado por Mordoh respecto de la Pregunta por ee fancia y la responsabilidad subjetiva es increiblemente ee Si se atiene con maestria a tres Pufiados de autores aes at 2 antecedentes tomados del filésofo, del historiador, mies ote. Eat auras Mostrar el intimo parentesco entre juego, S22 listia- Entre sus hallazgps,constan agu os siguientes: Que Disc Ia oportniad de a acise hes ose mace a cen eae fuese ésta de conquista, de amor reas deshacer ee mundo es impones oe te Gea ae ‘ ra sei Prologa la revolucién de un mundo, revolucién meramente Sh 7 lerro familiar, pero que a exhibicionistas, a un deseo todavia ue, desde el tren que lo lleva a su casa, anterior, es inherente a toda di desmarcarse de lo predicho-, 10 PRELUDIO Enel terreno especifico del psicoandlisis, Mordoh antepuso otros dos autores Freud en su tevisién del tema. El hipérbaton cronoldgico se justi- fica por haber sido Melanie Klein quien demostré que jugando el nifio asocia, y que por lo tanto se puede mantener con él un vinculo analitico ‘aunque no hable una sola palabra. Lo cual nada tiene que ver con una promocién de lo no verbal, ni en sus medios (la asociacién inherente al interpretacién del analista es verbal o asentada en una l6gica) ni en sus fines: Klein no daba por concluido un psicoanalisis, siel nifio no era capaz de asociar con Elotro autor, Donald Winnicott, advirti6 que el juego es universal, y que el psicoanilisis ¢s una de las formas, altamente refinada por cierto, que el juego ha tomado en el siglo XX. Noté que el elemento sexual, aun si es masturbatorio, termina con el juego del nifio. Y que la angustia, 0 su equivalente el orgasmo, remplaza al juego. El juego del adulto (particu- larmente el sexual) confina en el pasaje al acto. El del nifio no, cambla €l juego, pero sigue siendo juego. Klein y sobre todo Winnicott hacen de bisagra y articulacién entre Jos dos grandes autores del psicoanilists. Permitirin a Lacan mostrar que todo puede ordenarse de otro modo a partir del momento en que el primer psicoanalista de todos los tiempos inventé un juego que tiene una tinica regla fundamental, incumplible: el analizante ha de decir todo lo que se le ocurra. éLo invents, o hizo explicita y predominante tuna regla de juego que se juega desde hace mucho, salvajemente, como lo sugiere la lectura de Platén, de Plauto, de Shakespeare, Moliére, y también de Hulzinga? Freud advirtié que asociando, el adulto juega, y a veces también el nifio, el pequefio Hans por ejemplo; y que ese juet tiene consecuencias que él, Freud, no tuvo tiempo de desarrollar, de que sus seguidores, desde Klein a Mordoh, pueden continuar haciendo el inventario de los hallazgos que permite el campo abierto por el psicoa- nlisis en relacién al juego, la infancia, y la responsabilidad subjetiva. transforma el mundo y la realidad que éste incluye, Indicé también que go ocupa el mismo lugar, de preparacién para el acto. Jugamos en el umbral de la acclén deseada, o en el zagudn, cuando dicha accién exige atravesar dos puertas y sdlo pasamos la primera. Fue Winnicott -ELACTO DEL.JUEGO | Edmundo Mordoh sin embargo quien sugirié a Lacan la idea de que el acto del analista no consiste mas que en autorizar ese juego con las palabras, con el de la infancia que habla en Agamben, y con lo entre las palabras, Exe juego, el del andlisis, que el analista autoriza con Su acto haciendo cumplir a regla fundamental, vale como antecedente como preparacién para el acto del analizante, Cuando el acto de éste Finalmente adviene, ultraja el juego del anilisis, termina con d.camibig {as reglas, remplaza el acto del analista. El juego del andi apuestas demoradas dela vi al por el contenido de los suetios no fue dele. ada por Freud al derecho positivo ljucio del Otro, sino que fue nen, tada en otro contexto ético, el del andlisis, donde el jucio que euenra cs el del propio analizante, y no el del analista, ue para sostener su lewis accion ha de pagar con palabras, con su persona, pero también con sg juicio intimo, Hegel por el contrario escribié, en su Propedéuticafilosifica: “Cuando in hombre pretende que él ha sido levado por las cireunstancias, la incitciones, etcdtera, el cree rechazar, por asidecilo, su propia condann, smo; él se reduce asi al estado de ser no libre, puramente en verdad, es siempre suya, no la de "480, paso a paso, cada Sempo, y mejor aun sintomiticamente a destiempo de las batutas que Fretenden marcar el paso de la historia las botas del poder, los capri- chos de la moda, los ideales de la intel Si bien leemos en nuestros referentes 12 PRELUDIO a preguntarnos {Desde cudndo somos responsables a siempre? ¢Qué lugar damos a la infancia, yen qué contexto transicio al ane de Umponer al no semejanteexgencla ca? Silas coetclones impostbl dades de la estructura tienen un valor ético, es por el margen de lbertad re juego del nudo que hacen posible. Nos interesa mas bien Per la realizacién tiquica acaecida cuando el azar nos Proporcir a exe elemento fuera de cdleulo que viene a coincidircon el deseo en a, escapatoria de la programacién educativa. ae All Mordoh ubica la verdadera responsabilidad, La del seth a gue se afirma en su verdadera respuesta, quella que ensaya jugando, que se demora, en souffrance, en el sinters Es ee pas réculo que al manual, es ms préxima al prese ’ . Juega se otra cosa diferente deo ques, = ue enalgins momento, ja de ser lo que es y pasa a ser otra cosa. Su fu tnitscn, sino lade dar patcipaign o pareipar, que a la pata lacaniana de la separacién, vale decir, del acto por el que el se se inscribe de otro modo en lo social. Gabriel Lombardi, enero de 2013. Introducci6én El juego ha ocupado siempre un lugar de fundamental importancia en las elaboraciones tedrico-clinicas sobre el psicoanilisis con nifios, consti- tuyéndose ademas como una via privilegiada de trabajo con los pacientes. Los abordajes conceptuales al juego han sido muy variados y de distintos grados de profundidad. Se ha pensado al juego como un equi- valente en los nifios de la asociacién libre, como una técnica psicodiag- néstica, como un fenémeno transicional, como ejemplo privilegiado de la compulsion a la repeticién, ete. Eneste libro me propongo estudiar el juego desde una perspectiva muy poco explorada: el de su relacién con la responsabilidad subjetiva. En el universo de la bibliografia psicoanalitica, son muchisimos los trabajos dedicados al tema del juego en la infancia, muchisimos los que intentan conceptualizar la responsabilidad subjetiva para el psicoanilisis, pero realmente muy pocos los que exploran las articulaciones entre juego y responsabilidad. Considero, sin embargo, que se trata de una relacién fundamental, rica en consecuencias tanto teéricas como clinicas. Por un lado, la articulacién que aqui propongo, brinda elementos que pueden ayudar a conceptualizar el candente tema de a responsabilidad subjetiva enla infancia. Por otro lado, intentaré también demostrar cémo el juego se constituye en a via regia que permite el acceso, para el ser hablante, a una posicién responsable ante el deseo. Encontraremos en ese sentido, cn el juego, un fuerte antecedente del acto analitico. 5 i ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mord En una pri itulada " desarvollos ede Pt titulada "El juego yel acto", expondré dstintos primero, ena pons Aue convergen hacia este propésito. Me detendie ca (Hiukeingg een ast Una aproximacicn epistemolégica ¢ histo Para después explorar cémo ha imentales del psicoan: structurales ante los ded ponatse en su camino hacia la constitu. Se a Prone continuacién, explicaré cémo en pecs én puede darse cuent ‘ciones diferentes para el ser hablante, una clecciSn | cee yuna més libre, elecciones clén misma dl juego tte “MOS luego producirse en la opera- En iB segunda parte, titulada iva", plantearé algunas consid ierac responsabilidad subjetiva, para Iueg articulaciones en que se ha abordado ue el ser hablante debe posici «tén de una responsabilda erencia privilegiada para la ©. Por tiltimo, fundamentaré estas un punto de vista clinico, a través SE eljuego 1 en la infancia mediante icién ante lo real; por el otro lado, el ser INTRODUCCIGN Para responder a este interrogante, plantearemos dos cuestiones: del juego. B) El juego es una operacién fundamental en la constitucién de un ser hablante que pueda responsabilizarse por su propia posicién. De este modo, el propésito de este libro puede enunciarse en los siguientes términos progresivos: en primer lugar, estudiar y conceptua- lizar el pasaje de pasividad a actividad implicito en el juego de los nifios en tanto supone para el ser hablante la posibilidad de tomar una po cién propia ante la determinacién de lo real; en segundo lugar, demos- trar que en la nifiez la transferencia va dirigida al juego y cémo esta transferencia debe estar sostenida por el Otro; por tiltimo, conceptua~ lizar cémo la responsabilidad en la infancia queda “enmarcada” por el espacio del juego, y cémo el acto Itidico produce un nifio que serd en el futuro capaz de responsabilizarse de sus propias respuestas. Este libro surge a partir de mi Tesis de Maestria de Psicoanilisis de la Facultad de Psicologia de la Universidad de Buenos Aires, cuya Defensa oral y publica tuvo lugar en Octubre del 2012. Fue un trabajo para mi altamente enriquecedor, marcado por encuentros sorprendentes y por debates apasionantes, 2Puede un nifio responsabilizarse pot su Po: ante el deseo? éCémo puede pensarse el acto en la infancia? Son probable- ‘mente mas las preguntas que se abren que las tespuestas que concluyen. Ese fue el espiritu de la Tesis y que esperamos conservar en este libro. ‘Quisiera agradecer a todos aquellos que de un modo u otro contri- buyeron con este trab: ‘AGabriel Lombardi, mi Director de Tesis, por haberme acompafiado, supervisado y aconsejado en este recorrido. Sus aportes han sido funda- mentales para este trabajo. ‘Alas autoridades de la Secretaria de Ciencia y Técnica de la Univer- sidad de Buenos Aires, por haberse entusiasmado con este proyecto y haberme otorgado una Beca de Investigacién UBAC)T. ELACTO DEL JUEGO | mundo Mordok A Eduardo Gluj por la generosidad de su A Jorge Fukelman, A José y Elsa, por la incondicionalidad, A mis amigos Tomas Leivi, Marcelo Mazzuca, Verénica Messenzani, Georgina Roizen, y Ménica Gurevicz por haberme apoyado y ayudado con este trabajo. A Luciano Lutereau por la sag: edicién y el apéndice, Amis pacientes, por querer jugar, 's comentarios, Y de sus ideas, acidad en lo comentarios, el trabajo de Primera Parte El juego y el acto El juego: referencias histoéricas y filosdficas Caracteristicas generales del juego En su célebre obra Homo ludens, el fildsofo ¢ historiador holandés Johan Huizinga sostiene que quien dirija su mirada a la funcién ejercida por el juego en la cultura, estd autorizado a buscar el concepto de juego alli mismo donde la y la psicologia acaban su tarea.' Para este autor, el juego en la cultura es una magnitud dada de antemano, que existe previamente a la cultura y que la acompafia y penetra desde sus comienzos hasta su extincién. Juego y cultura se hallan implicados ast uno en el otto. El juego es un fundamento y factor de la cultura. Huizinga establece cudles son las caracteristicas principales del juego. En primera instancia afirma que si bien el juego es “actividad espiritual”, noes, por s{ mismo, una funcién moral, ni se daen el “virtud o pecado"? De esta forma, separa al juego de lo que llama la esfera delas grandes anti- tesis categoricas: el juego esta fuera de la disyuncién sensatez y necedad; pero también del contraste verdad y falsedad, bondad y maldad, El juego no es la vida “corriente” o la vida “propiamente dicha”. Consiste, para Huizinga, en “escaparse de ella” a una esfera temporaria de actividad que posee “su tendencia propia”. Nos brinda un pequefio ejemplo: un padre 1. Hulzinga,} (1938) Homo hudens, Madrid, Allanza, 2001, p. 15. 2. Ibid, p. 19. ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mardoh encuentra a su hijo de cuatro afios sentado en la primera silla de una fila de ellas jugando al “tren”. Cuando acaricia al nifio, este le contesta “papa, no debes besar a la locomotora, porque, si lo haces, piensan los coches que no es de verdad Cualquier juego puede absorber, por completo y en cualquier momento, al jugador. La oposicién “en broma” y “en serio” oscila cons- tantemente, El juego se aparta de la vida corriente, ademds, por su lugar y por su duraciGn, Se juega dentro de determinados limites de tiempo y de espacio. Tanto el curso, como el sentido del juego, se agotan dentro del juego mismo. En relaciGn a su temporalidad, Huizinga afirma que una vez que se ha jugado, el juego permanece en el recuerdo como creacién o como tesoro espiritual, es transmitido por tradicién y puede ser repetido en cualquier momento, ya sea inmediatamente después de terminado, o transcurrido: un largo tiempo, y que esta po: una de sus caracteristcas principales. én es més clara todavia para las coordenadas espaciales del solo idealmente, de modo expreso o tacito, est marcado de anternano”.! En ese aspecto formal, Huizinga sostiene, y esto importa especial- mente, que no existe diferencia alguna entre un juego y una accién sagrada, La accién sagrada se desarrolla en las mismas formas que el juego. Tampoco el lugar sagrado se puede diferenciar formalmente del campo de juego: “El estadio, la mesa de juego, el cfrculo magico, el templo, la escena, la pantalla, el estrado judicial, son todos ellos, por la forma y la funcién, ‘campos o lugares de juego; es decir, terreno consagrado, dominio santo, cerrado, separado, en los que tigen determinadas reglas, Son mundos temporarios dentro del mundo habitual, que sirven para la ejecucién de tuna accién que se consuma en s{ misma."* La tensién desempefia un papel especialmente importante en el juego, Para Huizinga, tensién quiere decir incertidumbre y azar. Es un ‘tender EL JUEGO: REFERENCIAS HISTORICAS Y FILOSGFICAS hacia la resolucién’. En este punto, Huizinga introduce un elemento significativo: “Este elemento de ter esta a la actividad hidica, que por si misma esté mas alli del bien y del mal, cierto contenido ético. En esta tensién corporal, su resis- su inventiva, su arrojo, su aguante y también sus fuerzas espi- , porque, en el medio de ardor para ganar el juego, tiene que mantenerse dentro de las reglas, de los limites de lo permitido en él."* Para Huizinga cada juego tiene sus reglas propias. Determinan lo que ha de valer dentro del mundo provisional que ha destacado, Las reglas del juego son obligatorias y no permiten duda alguna, En cuanto se tras- pasan las reglas, "se deshace el mundo del juego”.” pone de manifiesto para Hulzinga en la facilidad con la que se rodea al juego de misterio. Para los nifios el juego tiene mayor encanto si pueden hacer de el un secreto: “Es para nosotros y no para los demés... En la esfera del juego las leyes y los usos de la vida ordinaria no tienen validez alguna. Nosotros ‘somos’ otra cosa y ‘hacemos otras cosas.”* Es interesante advertir que Huizinga afirma que, en sus formas supe- riores, el juego es una lucha por algo o una representacién de algo y que ambas funciones pueden fundirse de suerte que “el juego represente una lucha por algo o sea una pugna a ver quién reproduce mejor algo”.? En estas representaciones, el nifio se pone tan fuera de si que casi cree que es otra cosa de verdad, sin perder, sin embargo, por completo, la conciencia de la realidad normal Huizinga establece un parentesco, una vez mas, entre el juego y las acciones sagradas, al decir que éstas poseen, en todos sus aspectos, los caracteres formalcs del juego. Es interesante que Huizinga entierida que l efecto de estas acciones no cesa con el término del juego, sino que & Ibid, p. 24 peas. 3 m, p26. 9. tbid., p28. ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh proporciona al grupo que ha celebrado la fiesta, seguridad, orden y bien- estar. Por ejemplo, segtin la vieja doctrina china, la danza y la miisica tienen como fin conservar el mundo en marcha y predisponer a la natu- raleza en favor del hombre, La accidn sagrada, sostiene Hulzinga, es un dromenon, ‘algo que se hace’, Lo que se oftece es un drama, es decir, una accién, ya tenga lugar en forma de representacién o de competicién. ¥ aclara lo siguiente: “Representa una suceso cdsmico, pero no sélo como mera representacién, sino como identificacién: repite lo acaccido. El culto produce el efecto que en la accién se representa de modo figurado, Su funcién no ¢s la de Ja simple imitacién, sino la de dar participacion oa de partciar. Es un helping the action out (‘un hacer que se produzca la accio Juego y derecho "na primera vista la esfera de la ley, el derecho, la justicia y ones que en ese marco se toman parecen alejadas de la esfera hidica, Huizinga demuestra la posibilidad de establecer una afinidad entre derecho y juego: “Observamos que el ejercicio efectivo del derecho, en otras palabras, el ico, cualesquiera que sean las bases ideales del derecho, posee en alto grado el caracter de una porfia.’ Para los griegos, por ejemplo, la contienda judicial vale como agén, tuna pugna sometida a reglas fijas y que se celebra con formas sagradas y enla cual las dos partes contendientes apelan a la decisién de un rbitro. Para Huizinga todo el desarrollo dela concepcién del proceso judicial parte de la naturaleza agonal de la contienda juridica. Dice que quien dice “porfia”, dice también juego, y que lo liidico y lo agonal, ambos exaltados a la esfera de lo sagrado que toda comunidad reclama para su administracién de justicia, se trasluce todavia hoy en las diversas formas de la vida jurfdica. 10. fbid, p. 29. 11. Ibid, p_103. EL JUEGO: REFERENCIAS HISTORICAS ¥ FILOSOFICAS La administracién de justicia tiene lugar en una corte, un “circulo sagrado”. Todo lugar en el que se pronuncia justicia es un auténtico temenos ~un lugar sagrado que ha sido recortado y destacado del mundo habitual-. Un tribunal es, para Huizinga, un “auténtico circulo magico" "> tun campo de juego en el que se cancela temporariamente la diferencia de rango habitual entre los hombres. Huizinga nos dice que si apartamos la mirada de la administracién de justicia de culturas muy desarrolladas, y consideramos etapas menos avanzadas, vemos cémo la idea de ganar y perder, oscurece la idea de justicia ¢ injusticia, es decir, el pensar 1ego, y el concepto de la decisién por sentencia de un juez, consti- tuyen un tinico complejo, ya que el “cardcter definitivo de la decisis ~juridica~ descansa exclusivamente en una regla de juego’ “EI padre puso tensos los dos platillos de oro y colocé en ellos las dos suertes, la de la muerte amarga de la de los aqueos de coraza de hierro. troyanos domadores de caballos y Para Huizinga, esta accidn de pesar es el de la voluntad de Dios y de a fatalidad de la suerte se hallan intima- mente relacionadas. la palabra griega para justicia, segiin Huizinga, tiene una escala de significaciones que va de lo puramente abstracto a lo més concreto. Sefiala que existe una relacién entre los trminos que dan cuenta de “adm i que puede derivar etimolégicamente hacia la palabra “arrojo”. De la misma forma parece existir en el hebreo una relacin entre “derecho” y “arojar” donde thora, que es la palabra para y "derecho", guarda una indudable relacin con un tronco verbal que fea “echarasuertes 12. Ibid, p. 104. 13. Ibid, p. 106, 15. bid, . 108. 25 LACTO DEL. JUEGO | Edmundo Mondok En la mitologfa griega la palabra de Dios habla por el resultado de luna prueba de fuerza o de una lucha por las armas, del mismo modo que Por los dados: “Zeus sostiene la balanza de la justicia divina; los titanes juegan a los dados la suerte del mundo”. Practica de decisién agonal, en la que la suerte o la prueba Pronuncian la sentencia definitiva. ad {a lucha a ganar o perder es sagrada. Huizinga sostiene que si ésta se anima con concepts formulados de usticia inustcia, se eleva ala ie ures Por el contrario se eleva ala uz de las representaciones ino, se lleva a la esfera de la cteencia, Pe mari ambos casos es la forma tidica”.”” eee En los usos juridicos de los anti i iguos germanos los limites de una aldea o las lindes de un terreno se determinaban mediante una carrera 0 artojando el hacha. Vemos, de nuevo, cémo estos casos se corresponden al campo de la decisié mediante una prueba de fuerza o un meso ee En jab, la palabra para “prenda” es gara que lleva una lue designa “echar suertes”, 0 ganar por tale que desi ganar por suerte, o “disparar hacia __ De este modo, puede verse cémo Huizinga muestra diversas situa- ciones en las que lo primario, anterior incluso a los conceptos de justicia y verdad, es la decisién agonal como tal, es deci cosas serias en un juego y mediante un juego”."* En el mismo sentido, ‘a palabra latina iurgium, iurgo, debe ser comprendida desde el mismo Punto de vista. Nace de la forma fus-igium, de ius y agere. Equivale asi a puede comparar con litigium, que significa “hacer 20 waenfom. surante mucho tlempo, continia Hulzing,estuvo permi- lo, por ejemplo, emplear en los tribunales cualquier medi hacer perder a la parte contrari oe EL JUEGO: REFERENCIAS HISTORICAS ¥ FILOSOFICAS “Uno podia vestirse de duelo, suspirar y lamentarse, apelar a gritos a la salud del Estado, y traer consigo muchos clientes para hacer todavia mayor impresi6n; se hacia, es decir, todo lo que todavia en muchas ocasiones se hace." Clasificacién de los juegos Roger Caillois ~en Los juegos y los hombres afirma que el mérito de Huizinga consiste en haber analizado magistralmente varias de las carac- teristicas fundamentales del juego y en haber demostrado la importancia desu funcién en el desarrollo mismo de la civilizacién. Por otra parte, nos dice, Huizinga intentaba procurar una definicién exacta de la naturaleza esencial del juego.” Para Caillois, Huizinga cumple brillantemente con sa tarea pero, aunque descubre el juego alli donde nadie antes se habia descuida deliberada- juegos, dandolas por todos los juegos respondieran a las mismas necesi- \diferentemente la misma actitud psicol6gica”.** cuatro clases, segtin predomine en ellos la competen lacro 0 el vértigo: Agon son aquellos juegos en que lo preponderante es 1 aspecto competitivo; Alea, los que evidencian el compromiso con el azar; Mimicry, los que acentiian el simulacro; finalmente, Ilinx, aquellos en que predomina el vértigo. En los juegos de competencia, agon, se trata de una lucha dispuesta para que los antagonistas se enfrenten, en condiciones ideales, en igualdad de oportunidades. Siempre se trata de una rivalidad en tornoa una sola cualidad: la rapidez, el vigor, la memoria, el ingenio. Agon pone en juego el trabajo, la paciencia, la calificacién, el entrenamiento. La lucha, el ajedrez, las damas, el futbol, el tenis, son ejemplos de este tipo de juego. Ente los nifios se aprecian con frecuencia extrafios desafios en los qué los adversarios se esfuerzan por demostrar su mayor resistencia: 7 ELACTO DEL JUEGO |Fémundo Mordoh mirar fijamente al sol por mas tiempo que el contrincante, resistir las cosquillas sin refr, dejar de respirar por mis tiempo, no parpadear, ete. Alea son los juegos basados en una decisién que no depende del jugador, Se trata mucho menos de imponerse a un adversario, que de vérselas con las imposiciones del destino, Alea es el nombre que los ‘riegos le dieron al juego de dados. En estos fi juegos el destino es pri camente el nico artifice de la victoria. En los casos en que adems existe un contrincante el vencedor es aquel que ha sido mis favorecido por la fuerte que el vencido. Ejemplos puros de esta categoria son los dados, {a ruleta, el “cara o cruz”. Aqui, nos dice Caillois, no sdlo no se trata de climinar la injusticia del azar, sino que es lo arbitratio mismo de éste la que constituye el resorte mismo del juego. Para Caillois, lea, el juego de azar, es el juego humano por excelencia, Sostiene que los animales conocen los juegos de competencia, de simu, lacto o de vértigo, pero que “no podrian imaginar una fuerza abstracta ¢ insensj a Cuyo veredicto se sometieran de antemano por juego y sin reaccién" Vemos que, tanto en los juegos del tipo agon como en los de tipo alea, Se crean entre los jugadores condiciones artficiales de igualdad que In realidad generalmente niega. Ambos, “hacen otto mundo”, crean una realidad nueva, acorde con los propios deseos, Asimismo, alea supone Por parte del jugador una actitud exactamente opuesta a aquella de que hace gala en el agon. En éste, el jugador sélo cuenta consigo mismo. En alea cuenta con todo salvo consigo mismo: “Cuenta con el mas ligero indicio, con la menor particularidad exterior ue al punto toma por sefial o advertencta, con cada singularidad que capta: con todo, salvo consigo mismo." El agon, indica Caillois, es una reivindicacién de la responsabilidad Personal, cl alea una renuncia de la voluntad, un abandono al destino, Agon y alea manifiestan actitudes opuestas y en cierto mod: Pero ambos obedecen a una misma ley: la creacién arti jugadores de las condiciones de igualdad pura, que la realida: los hombres “pues nada en la vida es claro sino que, imétricas, entre los d niega a precisamente, todo EL JUEGO: REFERENCIAS HISTORICAS ¥ ILOSOFICAS ‘en ella ¢5 confuso en un principio, tanto las oportunidades como los méritos”.* lusién, aunque Caillois destaca que la paibra il Aan iteralmente “entrada en juego” (in-lusio), sino cuando menos de u as cerrado, convencional y, en ciertos aspectos,ficticios. El Fifa juega a creer o a hacerse creer o a hacer creer a los demas que es distin de si mismo, En mimicry el jugador puede escaparse del mundo ie dolo otro, o bien, evadirse de él eatin ae pane sortes complementarios de esta clase de juegos. ee ais se tata de imitar a los adultos. De allel éxito de las colec- ciones y de los juguetes en miniatura que reproducen los utensil a aparatos, las armas y las mAquinas que utilizan los mayores. La rere sentacion teatral y la interpretacién dramética entran con todo derecho en este grupo. El placer consiste en ser otro o en hacerse pasar por otro. interesante notar que, para Cai ren exces eerie engafiar al espectador’. Remi el ejemplo de Huizinga, aprecia que el nifio que juega al tren bien puede negarse al beso de su padre diciéndole que no se besa a las lecomotors pero no trata de hacerle creer que es una verdadera locomotora. En el mmascarado no trata de hacer ereer que es un verdader n verdadero torero, ni tampoco un verdadero “piel roja”: biente, a su “Intenta infundir miedo y sacar provecho de la licencia ambiente, ver resultado del hecho de quela mascara disimulae personaje social y libera la personalidad verdadera””” Para Caillois, sélo el espfa y el fugitivo se disfrazan para engafiar real- mente, pero ellos no juegan. ; Si, como actividad, imaginaci 2, ka mimicry no podria tener relacién alguna con el alea, que impone al jugador la inmovilidad y elestremecimiento de la espera, puede, sin embargo, acomodarse perfec- tamente con el agon. . Porejemplo, en los espectaculos deport actores, sino claramente los asistentes. Cai no son los identifica- los queim is dice que 29 ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh in con el campedn constituye ya una mimicry préxima a la que hace que el lector se reconozca en el héroe de la novela” 3* En esas condiciones se suscita en el piblico una verdadera competencia con mimicry, que duplica el verdadero agon del campo o pista, Vemos nuevamente como ~tal como lo mostraba Huizinga- lucha y representacién van unidas. La mimicry es una invencién incesante: “La regla del juego es tinica. Para el actor consiste en fascinar al espec- tador, evitando que un error conduzca a éste a rechazar la tlusién; para el espectador consiste en prestarse a la ilusion sin recusar desde un principio la escenografia, la mascara, el artificio al que se invita a dar crédito, durante un tiempo determinado, a una realidad mas real que lia realidad.” Hinz, por iltimo, retine a los juegos que se basan en buscar el vértigo ¥ consiste en el intento de destruir por un instante la estabilidad de la percepci6n y de infligir a la conciencia una suerte de panico voluptuoso. Se trata de alcanzar una especie de espamo, trance 0 aturdimiento que aniquile briscamente la realidad. Caillois afirma que todo niffo conoce ¢l modo de llegar a un estado centrifugo de huida, en el que el cuerpo tiene dificultad en recobrar su equilibrio y la percepcion su claridad, Lo vernos en el juego de la perinola en el que gira sobre un talén lo mas rapido que puede, También gritar, precipitarse por una pendiente, resbalar por el tobogan, dar vueltas en el carrusel, siempre que gire lo suficiente- mente rapido, y el sube y baja, provocan sensaciones andlogas. Ilinx es el nombre griego del remolino de agua, de donde se deriva precisamente, en la misma lengua, el nombre del vertigo (ilingos).. Para Caillois, lo esencial en estos juegos reside en la busqueda de ese desconcierto especifico, de ese pinico momenténeo definido por el término del vértigo y de las indudables caracteristicas del juego que van asociadas a tad de aceptar o rechazar la prueba, limites estrictos ¢ invariables, separacién del resto de la realidad”. EL JUEGO: REFERENCIAS HISTORICAS ¥ FILOSOFICAS Conjunciones fundamentales las distintas conjunciones entre los dist is observard “connivencias esenciales” entre los principios juegos, Ci de los juegos. ‘Como lo vimos més arriba, agon y alea ocupan, por ejemplo, el terreno regla. Sin regla no hay competencias o juegos de azar. Una y otra sn una equidad absoluta, una igualdad de oportunidad matemitica que, al menos, se acerque a un posible rigor implacable. Las combina- clones del alea y del agon son un libre juego de la voluntad a partir de la satisfaccién que se siente “al vencer una dificultad concebida de manera arbitraria y aceptada por la propia voluntad”.*" En el otto extremo, la mimicry y el ilinx suponen un mundo desorde- nado en el que el jugador improvisa constantemente, fiandose en una fantasia desbordante 0 en una inspiracién soberana, Caillois sostiene que la mimicry supone, por parte de quien se entrega a ella, la conciencia del fingimiento y el simulacro, mientras que lo propio del vértigo y del éxtasis es abolir toda concienci “En otras palabras, con la simulacién se observa una especie de desdobla- miento de la conciencia del actor entre su propia persona y el papel que representa; en cambio con el vértigo hay desconcierto y pinico, si no es que ¢s eclipse absoluto de la conciencia."? Sin embargo, Caillois reconoce que el simulacro es generador de vértigo yeel desdoblamiento fuente de panico: “fingir que se ¢s otro enajena y transporta; llevar una mascara embriagay libera”.” En este terreno peli- groso donde la percepcién se trastorna, la conjuncién de la mascara y el trance resulta de lo mas temible, Provoca, por ejemplo, tales accesos yalcanza tales paroxismos que el mundo real resulta aniquilado pasaje- tamente en la conciencia alucinada del poseido. De este modo, la alianza del mimicry y del tlinx puede dar lugar a un 31 ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh -mediable “que pertenece naturalmente a la esfera de lo sagrado y mn que lo determina”.* lado, y mimiery e ilinx por el otro, Caillois encuentra sorprendente que uuno de los componentes represente siempre un factor “activo y fecundo”, Elalea en cambio, aparece como tna aceptacién previa e incondicional del destino. El jugador se abandona a una jugada de dados. La primera actitud ordena desarrollar toda superioridad personal; la otra, aguardar inmévil y mudo una consagracién o una condena enteramente externa. En la otra coalicién, en el universo cadtico del simulacro y el vertigo, se puede comprobar una polaridad idéntica. La mimicry consiste en representar deliberadamente un personaje, lo que con fi ‘stuye en una obra de arte, de célculo, de astucia, El actor aestar atento y obligado a una agilidad mental continua, como quien no poder limitar la apuesta, aqui radica en no poder terminar con el desconcierto aceptado. De estos juegos negativos, entonces, “debe surgir, cuando menos, una capacidad creciente de resistir a una fascinacién determinada”.” Vemos entonces que dentro de estas dos grandes coaliciones, sélo una categoria de juegos es verdaderamente creadora: “la mimicry, en la conjura dela mascara y el vértigo; el agon, en aquella de la rivalidad reglamenta~ doray la suerte”.*® Las demas pronto son devastadoras. Manifiestan una 40.16, p. 136, ELJUECO: REFERENCIAS HISTORICAS ¥ FILOSOFICAS solicitud desmesurada, inhumana y sin remedio: “una especie de atrac- cin horrible y funesta, cuya seduccicn se debe neutralizar" Finalmente, Callois afirma que en las sociedades basadas en la combi- mn del mérito y la suerte, existe “un esfuer -esante, desigualmente y rapido, por aumentar la participacién de la justicia en detrimento del azar” 4? A ese esfuerzo lo llama progreso. En las sociedades donde reinan el simulacro y la hipnosis, a veces se encuentra la solucin “en el momento en que el especticulo se impone al trance, es decir, cuando la mascara de hechicero se constituye en mascara de teatro”.** La infancia como lo inefable Giorgio Agamben en su célebre trabajo Infancia e historia formula una pregunta fundamental para localizar coordenadas claves de la estructu- racién subjetiva en el hombre: “existe algo que sea una in-fancia del hombre? éCémo es posible la in-fancia en tanto que hecho humano? ¥ sies posible écul es su lugar?”.* Responde inmediatamente que la infancia no es algo que se pueda buscar, antes ¢ independientemente del lenguaje, “en alguna expresién psfquica cuya constitucién constituiria el lenguaje’ Para Agamben, la idea de la infancia como “sustancia psiquica”, pre- subjetiva, se revela como un mito similar al del sujeto pre-lingaistico: sfancia y lenguale parecerian remitirse mutuamente en Ui la infancia es el origen de! lengua, y: {rculo donde lenguaje, otigen de la infancia."** La infancia no es algo que precede cronolégicamente al lenguaje y que en un momento determinado deja de existir para volcarse al habla, sino que “coexiste originariamente con el lenguaje, ¢ incluso se consti- 41 Bid. 42. bid. 43, bid. 44. Agamben, G. (1978) Infancia e Historia, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2001, p. 64. 45. bid. 46. bid. 33 ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh tuye ella misma mediante su expropiacién efectuada por el lenguaje, al producir cada vez al hombre como sujeto”,” Para Agamben, el origen nunca podria reducirse completamente a “hechos" que se puedan suponer histéricamente acaecidos, sino que es algo “que todavia no ha dejado de acaecer” ** La infancia es, en realidad, Jo “inefable”: “La experiencia es el mysterion que todo hombre instituye por el solo hecho de tener una infancia. Ese misterio no es un juramento de silencio y de inefabilidad mistica, por el contrario, es el voto que compromete al hombre con la palabra y con la verdad,”*” Agamben sostiene que la verdad no es algo que pueda definirse en el Interior del lenguaje -aunque tampoco fuera de él- “como un estado de cosas”, 0 como una adecuacién entre éste y el lenguale. Infancia, verdad y lenguaje se limitan y se constituyen mutuamente en una rela cidn original. ‘Sin embargo, para Agamben la infancia ejerce una influencia todavia ‘ms decisiva sobre el lenguaje. Instaura en él la escisién entre lengua y discurso que caracteriza de manera exclusiva y fundamental al lenguale del hombre. Tomando a Benveniste enfatiza que el hombre, en tanto tiene una infancia, en tanto que no es hablante desde siempre, "e esa lengua una y se sitia como aquél que para hablar debe const como sujeto del lenguaj La historia no es el progreso continuo de la humanidad hablante a lo largo de un tiempo lineal, sino que es, esencialmente, "intervalo, tinuidad, epokhé*. Asi, lo que tiene su “patria orig ; necesita “despo- jarse de la infancia” para constituirse como sujeto en el lenguaje. El hecho de que el hombre tenga una infancia, “rompe el mundo cerrado del signo y transforma la pura lengua en discurso humano, lo semistico en 50, Ibid. p72. 51. Ibid, p.74. EL JUECO: REFERENCIAS HISTORICAS Y FILOSOFICAS semintico”.* Asi, el hombre no puede entrar en la lengua com¢ de signos sin transformarla radicalmente, sin constituirla como discurso. El juego y lo sagrado El juego pareciera ser, en la infancia de la que nos habla Agamben, una operacign fundamental sobre lo sagrado en la constitucién subjetiva: “Al jugar el hombre se desprende del tiempo sagrado y lo lvida en el tiempo humano."*) ‘Agamben destaca que hace tiempo los estudiosos saben que las esferas del juego y de lo sagrado estan estrechamente ligadas y que la mayoria de § juegos que conocemos encuentran su origen en antiguas ceremo- as sagradas, danzas, luchas rituales y practicas adivinatorias. Asi, por ejemplo, en el juego de pelota se advierten las huellas de la representa- cion ritual de un mito en el cual los dioses luchaban por la posesién del sol, oen la ronda vemos un antiguo rito matrimonial. También nos dice ‘que los juegos de azar derivan de practicas oraculares. Sin embargo, sostiene que si bien el juego provienc de la esfera de lo sagrado, “tambien [a modifica radicalmente e incluso la trastomna tal punto ‘que puede ser definido sin forzamientos como lo 'sagrado invertid Para Benveniste, recuerda Agamben, la potencia del acto sagrado reside en la conjuncién del mito que enuncia la historia y del rito que la reproduce. Si comparamos dicho esquema con el juego, aparece la dife- itoy no se conserva mas que la forma del drama doy anuladoel mito, la fabulacién en palabras sugestivas que confiere a los actos su sentido y su eficaci Benveniste brinda entonces una definicién del juego como estructura: “Se origina en lo sagrado, dal cual ofrece una imagen invertida y frag- ‘mentada. Silo sagrado puede definirse mediante la unidad consustancial 52, Ibid, p. 79. 53.Ibid,p. 101, 54. 99. 55. Ibid, p, 100. 35 EL ACTO DEL JUEGO [Edmundo Mordoh del mito y del rto, podriamos decir que hay juego sélo cuando se cumple con una mitad de a operacién sagrada, traduciendo tinicamente el mito ‘en palabras, y el rito en acciones."* Para Agamben, en este sentido, el cardcter esencial del juguete es algo que sélo puede captarse “en la dimensién temporal de ‘una ver’ yde un ‘ya no més’”.*” El juguete es aquello que pertenecié a la esfera de lo sagrado. Lo que el juguete conserva del modelo sagrado no es mas que la “temporalidad humana que estaba contenida en ellos”, su pura esencia histérica. Se trata, entonces, de una “materializacién de la historicidad contenida en los objetos, que aquel logra extraer a través de una parti- cular manipulacién’. 2Es esta “particular manipulacién” del juego, lo que permite que ¢l ser hablante constituya su propia historia, extrayéndose de la esfera de lo sagrado? Para Agamben, con lo que juegan los nifios, entonces, es con la historia, Encuentra, en un fragmento de Herdclito, que el término Aién, ‘que significa el tiempo en su caricter originario, figura como “un nifi que juega a los dados” *” Ain indica la fuerza vital, en tanto que es perci ida como una cosa temporal, como algo que dura, vale decir, como " esencia temporalizante del ser viviente”,* su historicidad. Pareceria, entonces, que encontramos en ¢l juego un vector funda- mental en la constitucién de la historia para el ser hablante. De este modo, la historia -y lo examinaremos detenidamente mas adelante- lejos de ser el factor absolutamente determinante en la constitucién del sujeto, es producto del juego, en tanto operacién fundamental de la infancia. 56. Ibid. 57. Ibid, p. 102, 58. Ibid, p. 103. 59..bld, p. 105. 60. Ibid. 36 El juego para el psicoandlisis Melanie Klein El juego ha sido incluido en la clinica psicoanalitica a partir de los trabajos realizados por Melanie KI: ien lo utiliza como una técnica de trabajo, equivalente a la asociacién libre en los adultos, para acceder a las fantasias inconscientes del nifio: “La técnica del juego nos prove una rica abundancia de material y nos da acceso a los estratos mas profundos dela mente. dicionalmente llegamos al anilisis del complejo de no podemos poner limites al anilisis en ninguna direcci Klein dice que podemos -mediante la técnica del juego- establecer tun contacto mas répido y seguro con el inconsciente de los nifios si, “actuando con la conviccién de que -los nifios- estén mucho més Profundamente dominados que los adultos por el inconsciente y los impulsos instintivos, acortamos la ruta que toma el analisis de adultos por el camino del contacto con el yo y nos conectamos directamente con el inconsciente del nifio".? Asimismo, Klein no deja de reconocer 1, Klein, M, (1927) *Simpostum sobre andlisis infantil” en Obras Completa, T.1, Buenos Aires, Paldés, 1987, p. 159. 2. Tbid, p. 156. a7 EL ACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh en numerosas oportunidades a lo largo de su obra el importante papel que tiene el lenguaje en el juego de un niifo: fempre averiguo de antemano por la madre del nifio que palabras espe- les usa el nifio para los genitales, defecacién, etc., y las adopto en la conversacién con él."” Klein hace también una aclaracién que puede considerarse funda- ‘mental: “Los nifios no pueden asociar, no porque les falte capacidad de poner sus pensamientos en palabras, sino porque la angustia se resiste a las asocia- ciones verbales."* De este mode, la representacis investida de angustia que la confesién por la palabra hablad: esta légica, Klein sostiene que no consideraria terminado de nifios, ni siquiera el de nifios muy pequefios, “a menos de lograr finalmente que se exprese con palabras, hasta el grado de que es capaz el nifio”.s ‘También, en su trabajo “La personificacién del juego en los nic Klein propone que una de las principales funciones del juego infantil es “proporcionat una descarga de las fantasias masturbatorias” ? En relacién con la transferencia en el curso del anilisis de un nifio, sostiene que si la fantasia de un nifio es suficientemente libre, “adjuc roles mas variados y por medio de juguetes “estd menos 3, Klein, M. (1932) “La técnica del andlisis temprano” en Obras Completas,. 1, 0p. cit, p. 36. 4. Bid. 5. Klein, M, (1927) “Simposium sobre ai 157. 6. bid, p. 158. 2, Rll M1929) *Lapenonifcacin dl jug en lon” en Obras Compe, 7. infantil" en Obras Completas, op. cit, p. 4, op. cit, p- 205. . id. p. 213. 38 ELJUEGO PARA EL PSCOANALISIS: hacia las identificaciones mas bencvolas”.’ As{: concluye que “uno de los fines principales del andlisis -la modificacién. gradual de la severidad del supery6- se logra tomando el analista los roles que la situacién anali- tica le asignan”.'° Es interesante ver entonces como Klein piensa la posicién del analista ante el Juego en el andlisis: no exclusivamente como un “interpretador” por fuera de la escena, sino asumiendo transferencialmente los Toles asig- nados por la situacién de juego, operando asi desde “dentro” dela escena. D. W. Winnicott Otro autor fundamental, D. W. Winnicott, conceptualiza el juego como un fenémeno transicional afirmando que el jugar tiene un lugar yun tiempo: “No se encuentra adentro segiin acepcién alguna de esta palabra (y por desgracia es cierto que el vocablo 'adentro’ tiene muchas y muy variadas utillzaciones en el estudio analltico). Tampoco esta afuera, es decir, no forma parte del mundo repudiado, el no-yo, lo que el individuo ha deci dido reconocer (con gran dificultad, y atin con dolor) como verdadera- ‘mente exterior, fuera del alcance del dominio mégico."" Winnicott, lejos de suponer en el juego una posicién pasiva para el ser hablante, destaca que "para dominar lo que est afuera es preciso hhacer cosas, no sélo pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo, Jugar ¢s hacer”. Winnicott precave del error en el que caeriamos al subordinar el juego al psicoanilisis: “Lo universal ¢s ¢l juego y corresponde a la salud: facilita el crecimiento ¥ por lo tanto esta tiltima... Lo natural es el juego y el fenémeno alta- ‘mente refinado del siglo XX es el psicoandlisis.""? 9. bid, p. 214 id, ‘Winnicott, D. W. (1971) "El Juego. Exposicién tedrica” en Realidad y Juego, Barce- tona, Gedisa, 1992, p. 64. Ibid, ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh Respecto della posicién del analista, Winnicott sostiene que “al psicoa- nalista tiene que resultarle valioso que se le recuerde a cada instante no lo lo que se le debe a Freud sino a esa cosa natural y universal que Mamamos juego”."* Es interesante esta inversién que Winnicott realiza al incluir al psicoa- nilisis como una “forma de juego” y ya no mas al juego como una técnica ria en la sesién terapéutica, También afirma que “la psico- ia se da en la superposicidn de dos zonas de juego: la del paciente y la del terapeuta. Esté relacionada con dos personas que juegan juntas", y que el corolario de ello es que “cuando el juego no es posible, la labor del terapeuta se orienta a llevar al paciente, de un estado en que no puede jugar a uno en que le es posible hacer! Para Winnicott, el movimiento interpretativo por parte del analista debe siempre inscribirse en el marco definido por la zona de juego: “La interpretacién por fuera de Ia madurez de! material miento. Un corolario es el de que la resistencia surge dela ofrecida fuera de fa zona de superposicién entre el paciente y el anal juegan juntos. Cuando aquel carece de capacidad para jugar, la interpre- tacién es initil 0 provoca confusién, Cuando hay juego mutuo, la inter- llevar adelante la labor terapéutica. Ese juego tiene que ser espontin: de acatamiento o aquiescencia, si se desea avanzar en la psicoterapi Winnicott sefiala que, cuando un nifio juega, “falta en esencia el elemento masturbatorio, o para decirlo con otras palabras, que: chico juega, el juego se detiene, o por lo menos queda arruinado”.” Los {instintos son el principal peligro tanto para el juego como para cl yo. Si en la seduccién, algtin agente exterior explota los instintos del nifio y ayuda a aniquilar su sentimiento de que existe como unidad auténoma, ELJUEGO PARA EL PSICOANALISIS Sigmund Freud En “El creador literario y el fantaseo" Sigmund Freud se ocupa del juego de los nifios, en tanto supone alli la “primeras huellas” del fanta- sear de los adultos, Afirma que “todo nifio que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio o mejor dicho, inserta las cosas, desu mundo en un nuevo orden que le agrada”.” Sostiene que el nifio diferencia muy bien su “mundo de juego” de la realidad, a pesar de toda su investidura afectiva, y que “tiende a apuntalar” sus objetos y situaciones inados en cosas palpables y visibles del mundo real. Destaca que sélo “ese apuntalamiento es el que diferencia el ‘jugar’ del ‘fantasear"”. Para Freud, aqui, muchas cosas que de ser reales no depararian goce pueden, empero, depararlo en “el juego de la fantasia”, y que “muchas excita ciones que en si mismas son en verdad penosas, pueden conver- tirse en fuentes de placer para el auditorio y los espectadores del poeta’ Finalmente, en este trabajo, afirma que el jugar del nifio esta el juego de un nivio pequefio, el juego del fort-da, como uno de los ejern- plos privilegiados donde observar la compulsién a la repeticién. Dice que se trata del primer juego del nifio y que es “autocreado”. Este juego, nos dice, se entrama con el gran logro cultural del nifio: “su renuncia pulsional (renunciaa la satisfaccién pulsional) de admitir sin protestas la partida de la madre”. Freud se pregunta a partir de este juego: “ePuede ¢! esfuerto (Drang) de procesar ps{quicamente algo impre- sionante, de apoderarse enteramente de eso, exteriorizarse de manera primaria ¢ independiente del principio del placer? Como quiera que sea, 419. Freud, S (1908) “El creadoriteratioy ei fantaseo" en Obras completa, Vol. IX, Buenos ‘Altes, Amorrortu, 1990, p. 127 20. bid, p. 128. au 22, Ibid, p. 129. 23. Freud, . (1920) Mas alld del principio del placer en Obras completas, Vl. XVII, Buenos Aires, Amorrortu, 1992, p. 15, -ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mondoh sien el caso examinado ese esfucrzo repitié en el juego una impresién desa- sradable, ello se deblé a que la repeticidn iba conectada a una ganancia de placer de otra indole, pero directa, Es muy importante prestarle especial interés a una aguda y esencial observacién de Freud: la mayor cantidad de veces el nifio repetia “el primer acto” del juego, en el que arrojaba lejos de sf objetos, profiriendo un fuerte o- nde Freud lee claramente el significante “fort” (se fue). Se trataria del “juego completo” cuando el nifio traerfa al objeto de nuevo ante si, profiriendo ahora un “da” (acd esta). Freud afirma que el caricter displacentero de una experiencia no siempre la vuelve imuitil para el juego y asi lo ejemplifica: “Si el doctor examina la garganta del nifio, 0 lo somete a una pequefia ‘operacién, con toda certeza esta vivencia espantable pasard a ser el conte- ido del préximo juego; pero la ganancla de placer que proviene de otra fuente es palmaria aqut. Sostiene, entonces, que cuando el nifio pasa de la pasividad del expe- rimentar a la actividad del jugar, inflige a un compafiero de juegos lo desagradable que 1 mismo padecié y se venga, ast, “en la persona de este sosias” 2 Freud advierte también que el juego artistico y la accién de imitar de Jos adultos “apuntan a la persona del espectador y no le ahorran a este liltimo las impresiones mas dolorosas, por ejemplo en la tragedia, no obstante lo cual puede sentirlas como un elevado goce”.” A partir de esto, #gamos al convencimiento de que también bajo la soberanfa del pri cipio del placer “existen suficientes medios y vias para convertir en objeto de recuerdo y elaboracién animica lo que en si mismo es displacentero” 2* Para Freud, “una estética de orientacién econémica deberia ocuparse de estos casos y situaciones que desembocan en una ganancia final de placer”. Sin embargo, nos dice, estos ejemplos no sirven a nuestros 24. bid, p16, 25. bid, [EL JUEGO PARA EL PSICOANALISIS ‘stencia y el imperio del principio de tendencias situadas més allé de mis originarias que el principio propdsitos ya que “presuponen la del placer y no atestiguan la a este, vale decir, tendencias que s del placer e independientes de él". Jacques Lacan Lacan ubica como secundarta la lectura del juego que hace Freud. Astes ‘que sostiene que cuando Freud capta a repeticién del juego de su nieto, en él fort-da reiterado, “el nifio tapona el efecto de desaparicién de su madre haciéndose su agente, pero el fenémeno es secund: Lacan destaca, cen su lugar, los efectos constitutivos del sujeto implicitos en el juego: i Jo que la ausencia de la “El juego del carrete es la respuesta del sujeto a lo que madre vino a crear en el lindero de su dominio, en el borde de la cuna, 2 saber, un foso, a cuyo alrededor sélo tienen que ponerse a jugar al juego del salto." En primera instancla, Lacan destaca que el Juego es una respuesta del “El carrete no es la madre reducida a una pequefia bola -por algin_ Juego digno de jbaros~ es como un trocito del sujeto que se desprende pero sin dejar de ser bien suyo, pues sigue reteniéndolo. Esto da lugar para decir, a imitacin de Aristételes, que el hombre piensa con su objeto. Con su_ ‘objeto salta el nifio los linderos de su dominio ‘transformado en pozoy empieza su cantinela. significante es en verdad la primera marca del sujeto, como no teconocer en este cas0 ~por el solo hecho de que el juego ‘va acompajiado por una de las primeras oposiciones en ser pronunciadas- ‘que en el objeto al que esta oposicin se aplica en acto, en el carrete, en él hemos de designar al sujeto. A este objeto daremos posteriormente su nombre en el algebra lacaniana: el a mindscula.”® 5, 1990, p. 70. ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh El juego, entonces, da cuenta dela constitucién del sujeto en tanto éste queda designado allf por el objeto a. Si para Lacan el nifio puede “ejer- citarse en el juego, es justamente porque no lo hace en absoluto, ya que ningtin sujeto puede aprender esta articulacién radical” Y contintia: [El nifio} leva a cabo el fuego con la ayuda de un carretel,es decir, con el objeto a. El ejercicio con ese objeto se refiere 2 una alienacién y no a tun presunto dominio, sea cual fuere, que mal podria aumentar una repe- cin indefinida, cuando la repeticién indefinida de que sc trata pone de manifiesto la vacilacién radical del sujeto.”5 Para Lacan, entonces, no se trata en el juego de un sujeto ya consti- tuido que juega para volver activo lo que padecié pasivamente, sino de un Juego constitutive que produce al sujeto del inconsciente. El fort y el fort-da La pregunta que guiaba el desarrollo freudiano sobre el juego en Mas del principio de placer era la siguiente: “{Cémo se concilia con el Principio de placer que ~el nifio- repitiese en calidad de juego una expe- iencia penosa para él? Decfamos que Freud, en la observacién del que la mayor parte de las veces el nifio sélo hacia desaparecer el carretel y tepetia este primer acto, el del “fort”. La segunda parte del juego, parte en la que el objeto aparecia de nuevo y donde el juego aparentemente se “completaria" (parte ademis a la que sin duda le correspondia el mayor placer), no se producia. Al respecto, Silvia Salman sostiene que “lo que se desprende de esta ectura es que cuando aparece el placer el juego se detiene. La primera Cuesti6n para discernir sobre el lugar del juego en la clinica es que juego y placer se excluyen. Y de este modo se le impone a Freud la conclusion de que el juego esta mas alld del principio del placer”.” iego de su nieto, destacaba 34. bid, p. 247. 35.1bid. 36. Freud, S. (1920) Més alld dat principio del placer en Obras compleas, op. ct, p. 15. 37. Salman S., "El uego, aparato de goce” en Psicoandlists con nis, Grama, Buenos Aires, 2008, p. 167, 4a EL JUEGO PARA EL PSICOANALISIS En ef mismo sentido, juan Carlos Cosentino afirma que “si ‘fort’ se repite sin tregua como juego, y el placer -del principio det placer- se cortesponde con la reaparicién del ‘objeto’ saludado con un alborozado ‘da’ (‘aqui esta’), entonces, juego y placer no se conjugan”.** El “primer acto” del juego se ubica entonces mas alla del principio del placer. Freud encuentra que el apremio “repite en el juego una marca desagradable, ello se debe tinicamente a que la repeticién esta fjada a una ganancia de placer de otro tipo, de otra fuente, pero directa’. Sefialbamos que el juego aparece para Freud bajo dos perspectivas, en. apariencia, opuestas: como puro “fort”, dando cuenta dela compulsién a la repeticién, baj i io del placer, y como “fort- da", regulado asi acer. " mn de dos juegos: uno, que es el juego completo del Fort-Da, Ilevado hasta su final placentero, ya que el ‘mayor placer se encuentra en el Da, ¥, el segundo juego, que es del Fort solo, el juego a tirar de si el objeto”. Cosentino establece una diferenciacién equivalent estudio del juego infantil, fluctia entre dos concepciont valente a lo que d sror"# El nfo, en este timo, para de a pesivdad de experimentar a la actividad del jugar: “inflige a su compafiero de juegos lo desagradable que él mismo padecié y se venga, asi, en la persona de este suplente”.*? Pese a que el juego del fort-da pareciera quedar homologado al juego del doctor, una duda que se le presenta a Freud a mitad del recorrido permite ubicar e1 mismo texto de otra forma: Freud, para el fort-da fequi- “¢Puede el esfuerzo (Drang) de procesar psiquicamente algo impre- sionante, de apoderarse enteramente de eso, exteriorizarse de manera primaria e independiente del principio del placer?” 138. Cosentino J.C, “Acerca del capitulo Il de “Mis allé del principlo de placer" en El giro de 1920, Buenos Altes, Imago Mundi, 2004, p. 38. 39, Ibid. 7-38, 42. Rid, | 43. Freud, S. (1920) Mai alld del principio del placer en Obras Completa, op. ct. 16. ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh Se trata, segtin Cosentino, de una repeticién que no se define por el placer del principio del placer. El juego del fort-da y el juego del doctor se diferencian. El juego del fort-da repite en el juego una marca (Eindruck) desagradable pues la repeticién “est ligada a una ganancia de placer de otra indole, pero directa". Cosentino afirma que en el texto se insiniia un cambio de pregunta. Asi, “explorar esa experiencia impresionante promueve una ruptura que franquea el paso a algo que no se reduce al campo en que se produce”. ‘Mas adelante afirma que “el into al nifio que la madre ha dejado ~mas alld de la partida misma~ es el punto en que el borde de la cama produce una ruptura del espacio y lo vuelve heterogéneo. El sujeto se enfrenta con esa abertura impresionante que da lugar a algo que no se circunscribe al espacio en que se produce: un punto fuera del territorio del principio del place El juego como respuesta Deciamos antes que en el seminario 11 Lacan cuestionaba la inter- pretacion freudiana en la que se acentuaba el acto de dominio del nifio sobre la situacién que sufria pasivamente. En esa misma linea se diferencia también de la interpretacién que ‘Melanie Klein hace sobre el pasaje de la pasividad a la actividad que el juego supone: “El nifio transforma las experiencias suftidas pasivamente en activas, y cambia el dolor en placer, dando a estas experiencias primitivamente dolorosas un final Esta versién supondria al juego como una actividad catértica y de dominio yoico. A este respecto, Eduardo Vidal destaca que “el dlgebra del objeto a redimensiona el Fort-Da provocando una rectificacién esencial “4: Cotentina jC. “Acerca del capitulo I de ‘Mis al del principle de placer”, op. ct, 45. bid, p. 41. 46. Klein, M, (1932) "El significado de las situaciones tempranas de ansiedad en el desa- rrollo del yo" en Obras completas,T. I, op. et.,p. 190. EL JUEGO PARA EL PSI COANALISIS ena transmisién del psicoanilisis. El carretel es relevante no como repre- sentacién de la madre, y s{ como objeto que designa el lugar del sujeto representado por el significante de la alienacién, el Fort en la ocasién. la partida de la madre abrié una brecha, cuyo efecto es la spaltung, la division del sujeto. Hay una primera marca significante y algo que se desprende para caer. El sujeto es en la marca que se deter- sin embargo, mutilado de una parte de si”. 0 del fort-da pone en escena el efecto de significancia de una invisible y de la perdida original de goce, que la compul- signa la repeticidn intenta reencontrar. Vidal dice entonces lo siguiente: “Hay algo de lo real que constituye ahi una marca y un lastre, el objeto a ccuya presencia es necesaria para fundar la certeza del sujeto. Este objeto hhace cesar la vacilacién del ser. Es por el objeto a que el sujeto podra su separacién, no solamente de la madre, sino la separacién de su propia alienacién al significante."* Para Vidal el juego del carretel es, entonces, “respuesta del sujeto a lo real del trauma que no esté alli representado pues hay una falta de representacién”.”’ La relacién del sujeto al Otro ~nos dice- se produce por una hiancia. Silvia Salman también afirma que en el fort-da lo que se va a ubicar en primer plano es el juego como respuesta: ““eRespuesta a qué? A lo que la ausencia de la madre desencadena en él. Es importante situar esta diferencia: ¢l juego no es la respuesta a la ausencia’ de la madre, lo cual ~como dice Lacan- se resolveria con un simple grito con el que reclamaria que la madre vuelva. El juego ¢s respuesta a lo que la ausencia de la madre desencadena en €l."*® Lo que desencadena la partida de la madre es la hiancia, el vacio a partir del cual se dibuja el lugar de la produccién del en marcha de la escisién del sujeto en el juego de la alternancia signifi- 47. Vidal, E, "La torsién de 1920” en El girode 1920, op. cit, p. 118. 47 ELACTO DEL|UEGO [Edmundo Mordoh cante. Podemos ubicar asi tanto los aspectos simbélicos como los aspectos reales del juego. Continuando con este recorrido, podemos agregar los aspectos imaginarios del juego, esenciales para que se sostenga la escena a repetir: “Efectivamente es Freud quien introduce la escenificacién. del juego 0, si quieren de la puesta en escena de la repeticién".5! Cabe preguntar, entonces: "or que es fundamental la escena? Porque sin ella no hay el marco, ni Ja estructura de ficcién necesaria para que lo real se ponga en jucgo, ¢s decir para localizar el goce.” En la escena del fort-da, el sujeto se encuentra instaurado en la escena, sustentado por el limite que el borde de la cama erige ante si, Vidal inter- preta esta cuestion del modo siguiente: borde, como el marco de la puerta por donde la madre se fue, desem- pefia la funcion de una ventana con la cual el sujeto queda protegido de precipitarse aspirado por el vértigo del vacio de! Otro. Puede entonces, gracias a esa especie de garantia que el borde constituye, aventurarse en ‘hacer el juego del salto’, esto es, lanzar el carretel que permanece amarrado por la cuerda, estableciendo un puente sobre el vacio en el acto cen que se separa de una parte esencial de s{ mismo." En este mismo sentido, en “Television” Lacan sostiene que “el impasse sexual secreta ficciones que racionalizan lo imposible de lo cual proviene. invitacién de lo real Para Eric Laurent “no se trata en el juego de un despliegue de imaginacién pura y simple, que debe ser rechazado a partir de la teoria del significante, sino de una respuesta de lo real que encuentra su causa en lo imposible de la relacién sexual 51. Ibid, p. 169. 52. Ibid. 53. Vidal, E, “La torsién de 1920" en El giro de 1920, op. ct, p. 119. 54. Lacan, J, (1973) "Televisin” en Psicoandliss, Radiofonia y Teevisién, Barcelona, ‘Anagrama, 1977, 55. Laurent, E, (ct al.) (1984) “El psicoaniliss con los niios" en éCémo se analiza hay?, Buenos Aires, Manantial, 1993, p. 194, EL JUEGOPARA EL PSICOANALISIS| El juego y el saber En el seminario 12, Lacan ubica una suerte de juego entre tres términos, sujeto, sexo y saber, donde cada uno de estos términos se reenvia del al modo del juego de “piedra, papel 0 determina su lugar a partir de la experiencia del cogito, con el descubri- miento del inconsciente, es decir, de la naturaleza sexual de todo deseo €l inconsciente es un saber cuyo sujeto queda indetermi- te del sexo, que radical, se rehiisa al saber. Al ser la verdad del sexo imposible de decir por entero, el sujcto se manifiesta como resto, como residuo de esta falta de saber. La cuestién de la verdad se introduce como una “diferencia dialéc- acién con el saber. La verdad no es un saber por venir ni una revelacién (evocando la nocién heideggeriana de aletheia). Se trata de in fundamental: la que leva al sujeto al encuentro con lo real del sexo."* Para Koren y Markman, si bien la verdad ha de decirse sobre el sexo, esta verdad es imposible de decir y esta imposibilidad retorna como una falla en el saber. Falla que, en Descartes, deviene certeza de saber y signo de esta falta de saber, lo que del sexo se rehiisa al saber.” Es por esto que para Lacan todo saber “se instituye en un horror insuperable ala mirada de ese lugar donde se aloja el secreto del sexo”. Lacan introduce {a articulacién fundamental para nosotros- del anilisis con el juego: 56, Lacan, J (1964-1965) El seminaro 12, Problerascrucilesparael psioandliss. Ina, clase del 19 de mayo. 57, Koren, D y Nariman, N, “Problemas cruciales ddl psicoanditss" en Lacentana (Direcin de Mustapha Sofouan), Buenos Aires, Pidés, 2008, p. 81, 58. Bid 59.tbid, p. 82. 60. Lacan, J. (1964-1965) El seminaro 12, Problenas crcales para el psicoanlisis op. ct. ELACTO DEL]UEGO | Edmundo Mordoh “Desde sus formas mas simples, hasta las mds elaboradas se presenta como la sustitucién dela dialéctica en sus tres términos, de una simp ficacién que, en primer lugar, lo instituye en sistema cerrado propio del juego es siempre -atin cuando esté enmascarada~ una Se trata de una regla que “esté excluida de él como prohibida, en ese punto que es, precisamente, aquel que a nivel del sexo, es d ‘1 punto de acceso imposible, dicho de otro modo, el punto donde lo real se define como imposible” El juego, vernos, se instituye con una regla que excluye al sexo en tanto surge del hecho de que frente al sujeto supuesto saber, el sujeto se insti- tuye como aquel que puede, que va a saber. Lacan recuerda el juego de “par e impar” por el que hizo atravesar a los participantes de su seminario, bastantes afios antes, “para tratar de hacerles pasar ese juego por las venas”. Dice que, en ese juego, aquel que tuviera las canicas, sabfa si su niimero era par o impar, pero que poco importaba que lo supiera o no. De lo que se trata es de que “en su mano hay saber”, Para Lacan, la “pulsién de juego” surge de que, enfrente, “yo ‘me instituyo como sujeto que va a saber, bajo cualquier forma que sea, de una apuesta o de las canicas mismas”. El juego se instituye a partir del hecho de que yo puedo saber algo, en tanto que lo que ha sido excluido del saber como imposible, el sexo, deviene la realidad de lo que est en juego. Para Lacan se trata efectivamente de una apuesta, y que “la apuesta es, de algtin modo, lo que enmascara el riesgo”. A fin de cuentas “nada es. ms contrario al riesgo que el juego”. Hay riesgo, y hay una apuesta: “La verdadera apucsta del asunto es este jugador, sujeto dividido, en tanto que allf interviene él mismo como apuesta, a titulo de ese pequeiio objeto, ese residuo, que conocemos bien, nosotros analistas, bajo la EL JUEGO PARA EL PSICOANALISIS forma de ese objeto al cual he dado el nombre de una pequefia letra: la primera."** Lacan enfatiza que ese algo que soporta toda la actividad del juego se produce en el “reencuentro del fo, en tanto es sujeto, con ese ello por el cual el jugador se sabe él mismo el deyecto de algo que se hha jugado en otra parte, otra parte a todo riesgo, otra parte desde donde {ha caido del deseo de los padres”. Lo que se apuesta, entonces, es el mismo ser del jugador, en tanto objeto a, en tanto resto de algo que “ha sido jugado” en otro lado, caido del deseo de sus padres Si Freud recurre al juego de su pequetio nieto para conceptualizar el fort-da, Lacan utiliza una imagen particularmente sorprendente para él, que demuestra cémo en el juego se trata de la relacin de un sujeto a un saber: “La de una nifita que hacia los tres afios de edad, habia encontrado ese luego, que no era en absoluto por azar, que era el de ira besar a su padre ¥ que consistia en ir al otro extremo de su cuarto y aproximarse a paso lento, A medida que ella se aproximaba, se precipitaba, escondiendo estas palabras: "Eso va a llegar’ Para Lacan se trata del “aislamiento de un sistema en el medio de una regla donde se determina la entrada y la salida del juego, en el inte- ior mismo del juego, del sujeto en lo que tiene de real y de real impo- sible de alcanzat, materializado en la apuesta’."* El juego es “la forma propicia, ejemplar, aislante, aislable, de la posicién del deseo”. El deseo no es otra cosa que la operacién de la apuesta, de ese a, que es el ser del jugador, “en el intervalo de un sujeto dividido entre su falta y el saber”. io del juego es que “Ia relacién de verdad estd alli, en Tazén misma de la supresién de ese polo de realidad como imposible -la ELACTO DEL JUEGO [Edmundo Mordoh relacién de verdad esta suprimida". Es a partir de alli que afirma contun- dentemente que “el juego es un fantasma tornado inofensivo y conser- su estructura”,” a as Lacan destacaenfonces queen luego el jugadors sabe dl mismo el deyecto de algo que se ha jugado en otra parte -otra parte a todo riesgo, otra parte desde donde él ha caido del deseo de los padres-, nos encon- tramos con un punto fundamental que debemos explorar: establecer, con mayor precisién, las coordenadas que permitan, por un lado, ubicar qué es esta “otra parte a todo riesgo” de la que habla Lacan y, por otro lado, conceptualizar las posibles salidas hacia un lugar mas “seguro”, 71. tei. La posicién del nifio El nifio y el fantasma materno En as dos notas que Lacan escribe en 1969 por pedido de Jenny Aubry ~respecto de la conceptualizacién del sintoma en el nifio-, Lacan recurre categéricamente al concepto de “respuesta”, éRespuesta ante qué? En el recorrido de las notas nos dirige directamente hacia la riesgosa posicién del nifio en relacién al fantasma de la madre, Lacan comienza el texto del modo siguiente: “En Ia concepcidn que de ¢ elabora Jacques Lacan, el estd en posicién de responder a lo que hay de sintomatico en la estruc- ‘ura familiar. Elsintoma, y este es el hecho fundamental dela experiencia analitica, se define en este contexto como representante de la verdad, El sintoma puede representar la verdad de la pareja familiar. Este es el cas0 ‘més complejo, pero tambicn el mis ablerto a nuestras intervenciones.”" itoma en el nifio Jacques-Alain Miller afirma que cuando Lacan escribe “responder”, ésta ya es la indicacidn de que el sintoma surge como una respuesta de lo real, y que “si no se concibe que la verdad puede estar en lo real, no s¢ comprende nada de esta articulacién” * 1. Lacan, J. (1969) "Dos notas sobre el nifio" en Intervencianesy textos 2, Buenos Aires, Manantial, 2001, p. 54, 2, Mille, J. A, “El nifio como respuesta de lo real’ en Registros, nifios y psicoandlsis, Buencs Aires, 2002, Afio 7, p. 10. ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordch Asimismo, Alicia Hartmann destaca que Lacan utilice la palabra “posicién”: “Marca de entrada que esta aludiendo a la fijeza del sintoma, ast como, a renglén seguido, reafirma esto con el axioma que escribe sobre un hecho fundamental dela experiencia analitica, que ubica al sintoma en la verdad del goce, que es considerada ya como no toda, como media verdad.’ Por otto lado, Hartmann subraya la condensacién que Lacan hace entre pareja y familia ~que resulta llamativa pero extraordinariamente precisa-. Si Freud habla de la instancia parental, lo que Lacan pone en cuestién aqui es la pregunta por quién ejerce la funcién paterna y matema, ya que no necesariamente estas funciones estén encamadas en los padres. De esta forma, da cuenta del peso de las tres generaciones en sus distintos representantes. Lacan avanza en su nota diciendo que mucho cuando el sintoma qui articulacién se reduce en lega a dominar compete a la subjeti- vidad de la madre. Esta vez, el nifio esta involucrado directamente como cortelativo de un fantasma”.‘ Lacan centra sus consideraciones en la telacién entre el nifio y la madre, y muestra una situacién por demas “Cuando la distancia entre Ia identificacién con el ideal del yo y la parte tomada del deseo dela madre no tiene mediacién (la que asegura normalmente la funcién del padre), ¢] nifio queda expuesto a todas las capturas fantasmiticas. Se convierte en ¢l objeto de la madre y su linica funcién es entonces revelar la verdad de este objeto. E! ni realiza la presencia de eso que Jacques Lacan designa como el obj en el fantasma.”* El nifio puede ~segtin Lacan- realizar el objeto del fantasm: “colmando" el deseo de la madre. El nifio, desde esa posicién, 4 todo acceso posible de la madre a su propia verdad, dandole cuerpo, 3. Hartmann, A., En busca del nifio en la estructura, Buenos Aires, Manantial, 1993, p. 183. 4. Lacan, J. (1969) “Dos notas sobre el nfo" en Intervenciones y textos 2, op. cit, p. 55. 5. Ibid. LAPOSICION DEL NINO. existencia ¢ incluso exigencia de ser protegido”.* En esta misma direc- cign Lacan sittia también el sintoma somatico: intoma somitico le ofrece el maximo de garantias a este desconoc miento; es el recurso inagotable, segiin los casos, para dar fe de la culpa, para servir de fetiche, para encarnar un primordial rechazo.’ Lacan avanza de una manera contundente: “En suma, en su relacién dual con la madre, el nifio le da, como inme- diatamente accesible, aquello que le falta mismo de su existencia, apareciendo en medida misma de lo que presenta de real, estard expuesto 2 un mayor soborno en el fantasma. “La funcién de residuo que sostiene (y a un tiempo mantiene) la fa conyugal en la evolucién de las sociedades, resalta lo irreductible de una mn de las necesidades- que es la de una constitucién subjetiva, gue implica la relacién con un deseo que no sea anénimo.”* Para Hartmann, la transmisién como acto hace corte, sostiene una discontinuidad en la generacién siguiente, en cuanto ésta se apropia de Jas marcas. Se trata asi de una transmisién vehiculizada en el deseo, un deseo que no sea anénimo, que nomine. El nifio y las marcas del lenguaje En la conferencia de Ginebra, Lacan destaca el marco del encuentro del ser humano con el lenguaje, donde puede conceptualizar mejor los 1 P56. ELACTODEL JUEGO [Edmundo Mordoh ‘complejos vinculos entre un nifio y su madre y las operaciones que alli pueden producirse. Sostiene que es curioso que gente que cree que piensa no se de cuenta de que piensa ‘con palabras” y que es “en el encuentro entre esas palabras y su cuerpo donde algo se esboza’." én fundamental: “modelan al sujeto en esa funcién que titulé como simbolismo”."' Esto quiere decir, para Lacan, no que el nifio sea el principio de un simbolo, sino que “la manera en la que le ha sido instalado un modo de hablar, no puede sino llevar la marca del modo bajo el cual lo aceptaron los padres”.!? E] modo en que los padres desean -o no~ a un nifio, deja marcas en él, con las que tendré que lidiar: “He visto muy bien nifios muy pequefios, aunque mis no fuese a los fos. El hecho de que un nifio diga quizds, todavia no, antes de que sea capaz de construir verdaderamente una frase, prueba que hay algo en di, tun criba que se atraviesa, a través de la cual el agua del lenguaje, llega 2 dejar algo tras su paso, algunos detritos con los que jugard, con los que le serd muy necesario arreglarsela Lacan pareciera ubicar al juego como una de las formas que el ser hablante tiene de arreglirselas con esas marcas. {Cémo podemos concep- tualizar estas marcas de las que habla Lacan? En Moisés y la religién monoteista Freud dice que lo que los nifios han vivenciado de muy pequefios “pueden no recordarlo nunca salvo en suefios” y que sélo mediante un tratamiento psicoanalitico “puede, volvérseles consabido”. Sin embargo, para Freud, posteriormente ello “irrumpe en su vida con impulsos obsesivos, dirige acclones, les impone simpatias, y antipatias, y con frecuencia, hasta decide sobre su eleccién amotosa, tan a menudo imposible de fundamentar acorde a la ratio”. Para Freud se trata de marcas impresionantes (Eindniicke) “capaces de influir en forma permanente sobre la vida sexual del nifio, tales como 30. Lacan, J. (1975) “Conferencia en Ginebra sobre el sintoma” en Intervencionesy textos 2,0. it, p. 125. 11. hid, p. 124, 12. Ibid , p. 129, 1932) Moles y la religicn monoteista en Obras completas, Vol. XXII, o. cit, LAPOSICION DEL NINO observaciones entre actos sexuales de adultos, o experiencias sexuales propias con un adulto u otro nifio; ademas la escucha de conversa- ciones que el nivio entendid en el momento o sélo con posterioridad (nachtréiglich) de las que creyé extraer informacién sobre cosas secretas Para Lacan se trata aqui de la coalescencia de “esa realidad sexual y del lenguaje”: “no hay necesidad de saber que se sabe, para gozar de un saber”." Lacan destaca, entonces, el encuentro gozante entre la palabra yel cuerpo, y critica fuertemente el concepto freudiano de autoerotismo, en tanto desconoce la heteridad radical de la marca del lenguaje. Si el nifio descubre la sexualidad, primero, en su propio cuerpo, ese encuentro no tiene nada de autoerético. Haciendo referencia al caso del pequefio Hans, afirma que “sélo hay necesidad de saber que en ciertos seres, asi el encuentro con su propia ereccién no es autoerético en lo imo. Es de lo més hetero que hay”. Se trata para Hans de algo iene que enfrentar y sobre lo cual no entiende nada, sin duda “es a expresign, la significacién de ese rechazo”. mo, afirma que “el goce que resulta de ese wiwimacher le es ajeno hasta el punto de estar en el principio de su fobia”.” Si el sintoma es la ‘expresién y la significacién de un rechazo {De qué rechazo se trata, el de la madre o el del nifio? Jorge Fukelman propone un didlogo imaginario entre un nifio y su madre: “Un nifiole dice a su mami: ‘cuando sea grande me voy a casar con vos", yla madre le contesta ‘de jugando’: 'Bueno...va a ser asi o va a ser asi’, 0 ‘cuando seas grande tal vez tengas ganas de casarte con otra. 15, Freud, S. (1932) “ePueden los legos ejercer el andlisis?” en Obras completas, Vol. XX, 202. fntoma” en Intervenciones y textos 20. Gainza, Pi Lares, M., Conversaciones con Jorge Fukelman, Buenos Aires, Lumen, 2010, plz, 57 ELACTO DEL JUEGO |Edmundo Mordoh Fukelman sostiene que cuando la madre responde de este modo, uno puede suponer que las cosas van a continuar sin mayores inconvenientes. Pero la respuesta también podria ser otra: “Supongamos en cambio, que la madre al escuchar lo que el nifio dice se excita, aprieta un poco las plernas, se angustia, algo la inco- ‘moda, Asimismo, supongamos que la angustia circula con relacién a un fantasma vinculado con lo intrusivo, En ese caso la madre, conteste lo que le conteste, reaccionard respecto de ese fantasma. En consecuencia, aquello que atafie a lo intrusivo, ser un elemento que el chico porta y que tratard de leer con su cuerpo. En ese caso, el nifio “pasa a ser las marcas de donde proviene el fantasma parental’.”* El sintoma en la infancia, asf, atafie al retorno de lo reprimido de los padres. La salida por el juego Para Fukelman, la posibilidad del nifio de ver conmovida esta posi- cin en relacién al fantasma parental, en la que el nifio es las marcas del fantasma, se presenta justamente a través del juego. Mientras no se reconstruya el espacio de juego ~dice Fukelman-, no es posible encon- tar el representante de la representacién que pueda seguir esta suerte de metabolismo lingiistico. El representante de la representacién vehiculiza lo que puede ligarsey metabolizarse, pero, lo que representa alli, “es algo que sa Para lograr entonces que el juego se establezca, algo debe quedar como no siendo juego. Se reconstruye asf una escena liidica y también lo que queda por fuera de la situacién de juego. El juego es conceptualizado por Fukelman como un “metabolismo lingiifstico” que da cuenta de la transformacién de las marcas del fantasma matemo al representante de la representacién. Lo que en un. primer momento le llega al sujeto, en su constitucién, es una lengua 2A. Ibid. 22. Ibid. 23. tbid, p. 26. co LA POSICION DEL NINO que tiene una cadencia y un ritmo particulares, diferente a los de otras Jenguas. En esa lengua, ciertos elementos quedan subrayados “por la importancia que ellos tienen para los padres, ya sea por lo que se haya dicho 0 por lo que se inscribe, de un modo no metabolizado por los padres, en el sujeto en el proceso de constitucié: ‘Nos encontramos con el retorno delo reprimido ubicado en el nifioy “con los distintos modos de lectura” con que el recibido por el Otro. Si no resultara factible que se inscribiera como lectura lo que los nifios hacen, “esto quedaria como algo que sucede en lo real para ese nifio o nifia".’ Octave Mannoni, leyendo a Winnicott, di nifio, pero también el contrajuego materno, la tran: dencia ala independencia para el ser hablante estard en entredicho. Es Iidonde se fabrica el falso selfy también alli donde el nifio “puede pasar por un increible desampar. Para Winnicott, segtin Mannoni, sin el juego el nifio se encontraria expuesto sin mediacién al problema de adaptarse a las exigencias de la madre. Lo harfa en el temor, y, en consecuencia, “en la complacencia y en la seduccién que estan en el origen del falso self".” Si, para Mannoni, lo que se manifiesta en el juego entonces es el deseo, nos podemos encontrar con el obstéculo que la madre podria “ence- rrarse” en la “seria tarea de satisfacer las necesidades reales y, esclava de sus deberes, educar al nifio en la servidumbre”,* para concluir entonces ‘que "del lado de las posiciones de Lacan, el falso self -entonces- en prin- cipio es el de la madre”. Asi, “siella no tiene més que un nifio del deber co del Edipo, tiene que combatir su deseo de muerte inconsciente hacién- dose asi una falsa buena madre” ‘Creemos que las dos operaciones que Lacan teoriza para dar cuenta de la constitucién subjetiva, la alienacién y la separacién, pueden ser de "La parted jusgo (Sobre Winnicott)” en Un comienzo que notermina, 35, 1982, p. 113. 59 [ELACTO DEL JUEGO |Edmode Monioh gran utilidad para lograr conceptualizar con mayor precision cémo.es que el ser hablante puede posicionarse activamente ante las marcas impre- sionantes del fantasma mateo, con el consecuente efecto de indepen- dencia en relacién al Otro. Alienacion y separacién: Las dos elecciones David Kreszes sostiene que “convendria recordar que la estructura del sujeto parlante no se reduce a la identificacin a un rasgo emble- mitico recortado del campo del Otro” 2° El sujeto emerge en un cruce, en la encrucijada de la operacién instituyente: alienacién y separacién, Para Kreszes la definicién de significante enunciada por Lacan anoticia de la imposibilidad de reducir la emergencia subjetiva sélo a la cara alie- natoria: “que un significante represente al sujeto para otro significante implica que el sujeto surge dividido por el intervalo tiendo su aplastamiento en el otro del campo patern: tativo goethiano ~“Lo que has heredado de tus padres, adquiérelo para poseerlo"~ no da por sentada una “pasiva operacién filiatoria del sujeto, sino un movimiento de apropiacién que al mismo tiempo que filia, desa- filia, al mismo tiempo que toma en cuenta el lazo con el Otro, se distancia paradojalmente de él".3 Segtin Gabriel Lombardi, con alienacién y separacién Lacan explicala constitucién del sujeto en dos etapas electivas: la alienacién es una elec- cién forzada, la separacién no. En la alienacién puede verse un forza- miento que esta en el origen de la estructuracién del ser hablante en tanto sujeto. Que el sujeto sea lo que representa a un significante para otro significante, quiere decir que el sujeto no es representado para otro sujeto, nl para Otro divino, ni para la madre o el padre. Para Lombat en la articulacién con ese otro significante, “el sujeto estard sélo repre- sentado, es decir ausente, desaparecido bajo ese significante binario que viene a funcionar como su Vorstellungreprisentantz, su Tepresentante en el campo de la representacién justo alli donde no hay representa- 30, Kreszes,D.,“Filiacién y Jurlcidad de la lengua” en Redes dela eta, No.7, Buenos Aires, Ediciones Legere, 1997, p. 71. 31. hid. 32. tbid. 60 LA POSICION DEL NINO cidn sino mera exigencia pulsionante del lenguaje: dicho de otro modo, demanda”. Para Lombardi, el sujeto, con su fading, protege el organismo del efecto directo del significante, “efecto injuriante, psicosomatico, bien diferente de la histeria". En tanto que el S, opera como exigencia signi- ficante, impacta, en el mejor de los casos, en un cuerpo funcionando como un S,. A diferencia del perro de Pavlov que responde como orga nismo, el ser hablante, en cambio, al dar cuerpo al S,, “tiene la minima opcién de desaparecer”. Pero la constitucién del sujeto no concluye sin la separacién. El sujeto, desaparecido en la alienacién bajo el S,, “ataca la cadena en el punto de intervalo”, en réplica a lo que en ese intervalo centre significantes encuentra como deseo del Otro. La carencia de ser producida por su fading bajo el significante binario, “intersecta ahora con la carencia del Otro que se manifiesta como deseo”. En la separacién, el sujeto “Jjuega su partida”, lo que le permite rarse -como afirma Lacan~ "del efecto afanisiaco del significante binario”, Para Lombardi, la propuesta lacaniana apunta a una transformacién de la telacién del ser hablante con lo pulsion: “Mientras la pulsién incide sélo desde el par significante es mera demanda, sin deseo. Es para protegerse de ella que en la separacién el sujeto ataca la cadena en su punto de intervalo, mostrando la utilidad eliniea y pric- tica que comporta reducir la cadena del significante 2 un par. Permite advertir que lo que verdaderamente interesa en la vida del hablante mora en el Intervalo entre 5, S,, donde el ser encuentra sus objetos intersti- ciales, objetos sefialados por el deseo del Otro, por metonimi ‘mente por fuera o por dentro del significante."* Winnicott: Alienacién y... Jorge Palant dice que Winnicott al describir el espacio del objeto tran- sicional -antecedente del espacio del juego- construye “un vel a partir del 33. Lombardi, G, “Predeterminacién y libertad electiva" en Revista universitaria de pstcoa~ nilisis, No. 8, 2008, p. 119. 61 £ELACTO DELJUEGO | Edmundo Mordoh para su constitucién’ Si el objeto no es ni interno ni externo, y ni real ni ilusorio, Palant destaca que se debe prestar especial atencidn aeste literalmente e] nombre de Winnicott en la teorfa anal Lacan le dedica un parrafo a Winnicott en el seminario sobre "El acto psicoanalitico": “Este destacable autor al que le debemos uno de los mis finos descubri- tientos -y nunca dejaré de volver a mis recuerdos, en homenaje- me recuerda la ayuda que me brinds el objeto transicional, cuando me inte- rrogaba sobre la forma de desmitificar esa funcién del objeto llamado parcial, al que vernos sosteneryy soportarla teorla més abtrusa, mas misti- ficante y menos clinica, sobre las pretendidas relaciones desarrollantes elo pregentital sobre lo genital.” Para Lacan, este objeto es “el puente fundamental gracias al cual ya nada sigue desarrollandose en términos de relaciones duales en la rela- cidn entre el nifio y la madre, que se ve inmediatamente interferida por sa funcién de ese pequefio objeto cuyo estatuto nos vaa articular Wi cot. Qué es ese objeto a? Que no estd ni en el exterior ni en el interior, que no es real ni ilusorio, ni esto ni aquello, y que no entra para nada en toda esa construccién artificiosa alrededor del narcisismo... Entonces a toda esa descripcin tan preciosa como fina del objeto a, sélo le falta una cosa: mostrar que todo lo que se dice no quiere decir nada, que el brote, la punta, el primer retofio, éde qué? De aquello que el objeto a comanda, o sea simplemente el sujeto, el sujeto como tal funciona, al principio, a nivel de este objeto transicional”.*° €A qué se refiere Lacan con que el sujeto funciona como objeto tran- sicional “al pr ? Para Palant, ese es justamente el tiempo de la estructura que Winnicott Ilamé “ni-ni”: “la homofonia remite al tiempo im 437, Palant, J, “El vel de Winnicott” en Conjtural, No. 1986, p. 58. 38. bid, 39, Lacan, J. (1967-1968) El seminario 15: El acto psicoanalitico, Inédito, clase del 6 de diciembre, 40. bid. Buenos Aires Ediciones sitio, 62 LAPOSIGION DEL NINO Jégico en que Lacan articula el vel ni-ni en el tiempo de constitucién del sujeto, alienado entre dos significantes, S, y S, La alienacién se articula necesariamente con la separacién, en tanto tiempo légico posterior, movimiento de torsién y recubrimiento de dos carencias, dando cuenta de la castracién en el Otro. Palant dice que aq sin embargo, “ya estamos lejos de Winnicott”, Un ser capaz de eleccion Hemes visto cémo la alienacién y la separacién dan cuenta -en la ‘constitucién del sujeto- de dos posiciones electivas para el ser hablante, una més forzada, y una més libre, Para Lombardi icoandlisis muestra justamente que en los intersti- cios estructurales de lo que no podemos cambiar, existe otra opcién, que tal vez no ha sido tenido en cuenta, quizé por haber quedado hundida en el inconsciente: “Sostengo entonces que hay dos reales en juego: Lo real irremediable, y lo real del acto de elegir, que se apoya en el primero. Lo cual me parece ‘coherente con la Tesis de Lacan de que el acto psicoanalitico ~instancia ‘eminentemente electiva~ se apoya en la produccién de un incurable. Recorriendo los antecedentes filoséficos de la pregunta por la elec- cin, Lombardi se interesa por la figura de Boecio, especialmente con su cobra Philosophiae consolatio. Alli, Boecio plantea una curiosidad I6gica del ejercicio del libre albedrio. Nos dice que éste es incompatible con la presciencia de Dio: Para Boecio, o bien no hay eleccién libre por parte del ser humano y la responsabilidad del mal es entonces de Dios o bien su eleccién intro- duce un elemento que se presenta como contingente, contrariando la presciencia divina. Asi, Boecio afirma: 41, Palant, ott” en Conjetural, op. ‘42. Lomb 'Predeterminacion y libertad electiva' en Revista universitaria de psicoa- nisi, op. et, p. 119. 43 EL ACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoi “Mle parece que hay absoluta oposicién y repugnancia entre la presencia universal de Dios y la existencia del libre albedrio... O bien el pecado es consecuencia del saber de Dios, o bien el saber de Dios es limitado, tado precisamente por el acto del hombre.""? Lombardi entiende que para Boecio la caida del hombre no es sola- mente su caida, sino la caida del saber divino en su completud. La elec- cidn del hombre, por mas diminuta que ella sea, comporta un punto de absoluto: ataca de un modo irremediable o bien la completud, o bien la consistencia del saber de Dios. En el campo del psicoanilisis, en la misma direccién, Lacan produce su teoria del acto psicoanalitico basada en la experiencia de la caida del sujeto supuesto saber. Ya hemos visto, en el recorrido anterior, como Lacan piensa la estructura del juego como oponiéndose a la completud del sujeto supuesto saber, en tanto da cuenta del elemento que necesa- riamente descompleta el saber: lo imposible del sexo. Boecio muestra que el ejercicio de la libertad por parte del hombre, por més acotados que sean esa libertad y ese ejercicio, puede conmover la estructura del Otro, Lombardi sostiene que esto se aplica a los primeros sintomas de los nifios, si es que, “como interpretamos en psicoanilisis, hay ya en esos primeros sintomas una manifestacién del ser capaz de eleccion bajo la forma de una rebelién, una resis- in por la que el nifio se aparta de la posicion de docilidad, al desobedecer el programa que el Otro parental o escolar El pasaje de la pasividad a la actividad: la angustia y el juego ‘Al analizar Ja temporalidad en juego en el acto, Lombardi dice que para nosotros, en tanto seres capaces de eleccién, lo real del tiempo es, su irreversibilidad. Hay palabras, actos y elecciones que establecen un antes y un después. Para el ser hablante el tiempo tiene una coordenada real, una discon- tinuidad temporal irreversible, y su aproximacién conlleva un presen 43. bid, p. 108. 44.id. 64 LAPOSIGON DEL NINO timiento, “un afecto propio que se llama angusti anuncia y prepara la renovacién de ese momento. En Inhibicicn, stnitoma y angustia, Freud es contundente al reconocer cen {a angustia su cardcter de certeza y de pre-acto: ja angustia “De acuerdo con el desarrollo de la serie angustia-peligro-desvalimiento (trauma), podem os resumir: La situacién de peligro cs la situacién de desvalimiento discernida, recordada, esperada, La angustia es la reaccién originaria frente al desvalimiento del trauma, que mis tarde es repto- ducida como sefial de socorro en la situacién de peligro. El yo, que ha vivenciado pasivamente el trauma, repite (wiederholen) ahora de manera activa una reproduccién (Reproduktion) morigerada de este, com la espe- ranza de poder guiar de manera auténoma su decurso.”** Es en este punto que Freud ubica, en el juego de los nifios, un equi- valente de la angustia: “Sabemos que el nifio adopta igual comportamiento frente a todas la sivencias penosas para el, reproduciéndolas en el juego; con esta moda lidad de transito de la pasividad a la actividad procura dominar psiqui- camente sus impresioncs vitales." © La inteligencia de Freud estd en reconocer, tanto en la angustia como en cl juego, no sélo su cardcter abreactivo, sino su intima relacién con elacto: la ‘abreaceign’ del trauma sc entendiera en este sentido, no habria ms nada que objetar. Empero, lo decisivo es el primer desplazamiento de Ta situacién de angustia desde su origen en la situacicn de desvalimiento hhasta su expectativa, la situacién de peligro. ¥ de ahi se siguen los ultc- riores desplazamientos del peligro a lz condicion de peligro, asi como la pérdida de objeto y sus ya mendonadas modificaciones. 45, Lombardi, G, "Tres formas dela en Gomez, G, (Comp.) Act, pa 46, Freud, $. (1925) Inhibici 6 47. bid. 65 ELACTO DEL JUEGO |dmundo Mordoh Para Lombardi, la angustia es sefial, pero también es apronte, “es la disposicidn a la accién, es casi acto, es pre-acto, esta en el limen de la accién con lo que ella implica de satisfaccién que tiene un costo”. La angustia sefiala la oportunidad de la accién, situando al ser hablante ante la puerta del acto. Segunda Parte El juego y la responsabilidad subjetiva 439. Lombardi, G. "Tres formas de la angustia, Una contribucién a la clinica de la tea” en Gomez, G. (Comp,) Acto, pasaje al acto y acting out, op. ca La responsabilidad subjetiva para el psicoandlisis La responsabilidad por los suefios? En “La responsabilidad moral por el contenido de los suefios", Freud 1cons- ntenido del suefio -rectamente enten- dido~ “no es el envio de un espiritu extrafio, es una parte de mi ser” y que si, de acuerdo con criterios sociales, “quiero clasificar como buenas ‘o malas las aspiraciones que encuentro en mi, debo asumir la responsa- bilidad por ambas clases”.? Afiade ademas que “si para defenderme digo que lo desconocido, inconsciente, reprimido que hay en mi no es mi ‘yo’, no me sitio en terreno del psicoanalisis, no he aceptado sus conclusiones”.* Asi continiia afirmando que “eso desmentido por mi no ocasiones tambien ‘produce efectos’ desde -para Freud - algo mas importante que mi “yo" a nivel “moral”, en lo cual el sujeto esta implicado y de lo que debe responsabilizarse. 1. Trabaié junto Ménica Gurevicz y Gabriel Lombardi el tena de la responsabilidad por los suefios en “La implicacin del sujeto del inconsciente en el sintoma”, Anuatio de Investigaciones de la Facultad de Psicologia, Vol. XV, UBA, 2007. 2. Freud, 8. (1925) "La responsabilidad moral por el contenido de los suefios" en Obras completas, Vol. XIX, op. cit, p. 135. 3. Bid 69 La responsabilidad subjetiva para el psicoanalisis La responsabilidad por los suefios* En “La responsabilidad moral por el contenido de los suefios”, Freud aborda el candente tema del la responsabilidad del sujeto por lo incons- ntenido del suefio -rectamente enten- ‘itu extrafio, es una parte de mi ser” y que si, de acuerdo con criterios sociales, “quiero clasificar como buenas malas las aspiraciones que encuentro en mi, debo asumir la responsa- bilidad por ambas clases”.? ‘Afiade ademas que “si para defenderme digo que lo desconocid inconsciente, reprimido que hay en mf no es mi ‘yo’, no me sitio en , no he aceptado sus conclt afirmando que “eso desmentido por mi no sélo ‘esté’ en mi sino que en ‘produce efectos’ desde is para Freud- algo mas importante que mi “yo" a nivel “moral”, en lo cual el sujeto esta implicado y de lo que debe responsabilizarse, 1. Trabalé junto Ménica Gurevicey Gabriel Lombardi el tema dea responsabilidad por Jos suefos en “La implicacién del sujeto del inconsciente en el stoma”, Anuatio de Investigaciones de fa Facultad de Psicologia, Vol. XV, UBA, 2007 Freud, 5 (1925) “La responsablidad moral por el contenido de los sueios"en Obras ‘completa, Vo. XIX, ot. 135. 3. hid 6 EL ACTO DELJUEGO | Edmundo Mordoh As{afirma que “el nazcisismo ético del ser humano deberfa conten- tarse con saber que en la desfiguracién onirica, en los suefios de angustia y de punicidn, tiene documentos tan claros de su ser moral como los que la terpretacién de los suefios le proporciona acerca de la existencia € itensidad de su ser malo”.* : idad para el sujeto se relaciona con la asuncién de las matcas constitutivas de su ser, ms allé de ilusorias pretensiones yoicas: “Est por verse si legard en la vida a algo mas que a la hipocresfa o a la Iinhibicién quien, no satisfecho con ello pretenda ser ‘mejor’ de lo que haa sido creado, Centrar la responsabilidad del sujeto en el yo daria mas consiste! a esta maniobra "hipécrita” de desmentida, ubicando la implicacién en el lugar equivocado. Freud afirma que “el médico dejara Ja tarea de instituir una responsabilidad artificialmente | metapsicoldgico” Una ética mas alld del superyé que podemos forma, apuntar “al logro de lo que se llama estadio genital la madu- racién de la tendencia y el objeto, que darfa la medida de una relacién justa con lo real, entrafia ciertamente cierta implicacién moral".’ Se pregunta, entonc ‘La perspectiva tedrica y prictica de nuestra accidn debe reducirse al | de una armonizacién Psicolégica? éDebemos nosotros con la espe- ranza de hacer acceder a nuestros pacientes a la posibilidad de una feli- 4, Ibid, p. 136. 5. Ibid, 6. Bid 7. Lacan, J. (1959-1960) El seminario 7: La ética dl psicoanclisis, Buenos. 1990, p. 360. 1A RESPONSABILIDAD SUBJETIVA PARA EL PSICOANALISIS cidad sin sombras, pensar que puede ser total la antinomia que Freud mismo articulé tan poderosamente?"* Lacan nos recuerda lo que Freud trabaja en el Malestar en la cultura, cuando formula que la forma bajo la cual se inscribe la instancia moral en el hombre, y que, en su decir, es todo menos racional, esa forma que smd el superyd, “es de ua economia tal, que cudntos més sacrificios se le hacen tanto ma: Freud afirma que “lo que nutre las apeten deriva justamente del renunciamiento pulsional que se convierte en una fuente de energia para la conciencia moral, pues cada nuevo renuncia- miento intensifica, a su vez, la severidad y la intolerancia de la conciencia renunciamiento que él mismo impone. Lacan afirma en ese sentido que "Freud aporté a la cuestién de la fuente de la moral esta inapreciable connetacién que él ha llamado malestar en la cultura, dicho de otra forma, una desregul malestar o infelicidad que fue el primer término que acufié Freud para su articulo- por lo cual una cierta funcién psiquica, el superyé, parece encontrar ella misma su propia agravacién, por una suerte de ruptura de los limites que aseguraban su justa incidenci Pablo Mufioz sostiene que reconocemos en el superyé dos caras: “una cara bondadosa, la de las identificaciones paternas, aquella que El ‘yo y el ello define como la heredera del complejo de Edipo; y la otra, 1a ‘cara menos amable y que aparece notablemente acentuada en Lacan, la pulsional, en la medida en que -como afirma Freud- hunde sus raices en el ello pulsional: ya no heredero del complejo de Edipo, sino here- peryé, lo normative y lo pulsional, que se articulan de diversos modos".!? Reconocemos, entonces, los peligros para el psicoanilisis de entender la responsabilidad desde una supuesta via normativa, aquella que empu- jaria al yo del paciente a “hacerse cargo” de sus pensamientos, deseos, 3. Ibid 9. Thid, p. 361. 10, Freud, S. (1930) £1 malestar en la cultura en Obras completas, Vol. XX, op. cit p. 124, Lacan, J. (1959-1960) El seminario 7: La étca del psicoandliss, op. 176. 12, Mufioz, P, Las locuras sein Lacan, Buenos Aires, Letra viva, 2011, p. 64. EL ACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh yoica, en la medida en que empuja al yo a hacerse cargo de la falla del Otzo, vale decir que es un no querer saber nada de las fallas de los otros. que encarnan el lugar de Otro. Marta Gerez Ambertin, intentando diferenciar el campo de la culpa iad, sostiene una hipétesis contundente: “a mayor dad, y, a la inversa, a mayor responsabilidad, menor culpa (muda ¢ imaginatia)”. Destaca, entonces, que es necesario trabajar la culpa desde los tres registros laca- ro de lo real, la culpa muda segiin Freud, sélo procura sujeto no se siente culpable pero si merecedor de un stro de falta en la subjetividad, llevaa ‘que alguien busque el castigo procurando encontrar el rostro de sa falta incontorneable; al no poder hacerlo, el goce y el pedido de castigo se acrecientar b. En el registro imaginario, el sentimiento conciente de cul se vincula con el yo, y por tanto, “juega a espaldas del sujeto sanciona como falta una culpa lateral que oculta la verdadera. El sentimiento de culpa convoca al goce y es tramposo, “culpabiliza pero no responsal Este sentimiento no convoca ninguna interrogacién propia sobre 1a culpa misma y no convoca asi al asentamiento subjetivo ni a la responsabilidad. c. Enel registro siml demanda culposa inconsciente. Desde este registro, de la culpa “puede localizarse un saber no sabido de la falta, pero intertogado desde lo mas intimo de la subjetividad”."* El sujeto, en esa inda- gacién, puede otorgarle significacién a su acto y hacerse respon- Intimidaciény registros de la culpa” en Psiconndlisis ye hospital, LA RESPON SABILIDAD SUBJETIVA PARA EI. PSICOANALISIS sable de él, Al contabilizar su falta desde la palabra y desde ella se hhace cargo del acto en el que est intimamente implicado. Para Gerez Ambertin, la culpa inconsciente es la tinica a la que Freud vincula con la conciencia moral -"medida ética en la subjetividad"- y no con el superyd. esta culpabilizacién, como demanda incons- ciente, “puede conducir hacia el asentamiento subjetivo confrontando al sujeto con la falta, haciendo del sujeto un responsable: “alguien para quien es esperable una respuesta”.”” Es fundamental entonces, para la ra, no confundir el superyé con la conciencia moral, ya que esta ima es apenas una manifestacién articulada ~via las formaciones del inconsciente- de aquél. Eneste contexto, el trabajo analitico debe permitirel pasaje de la culpa muda y la culpa imaginaria al registro simbdlico de la dose asi simulténeamente “el pasaje de la mera culpabil responsabilidad”. Nuestra posicién de sujetos Pierre Legendre en su ya clasico texto “El crimen del cabo Lortie, Tratado sobre el padre” comenta el caso de un joven cabo del ejército canadiense que en 1984 irrumpe en la Asamblea General de Québec, con [a intencién de matar a los miembros del Gobierno. Para su mala muy buena- suerte, la camara no estaba sesionando, con lo que el crimen no puede ser cometido. Lortie se entrega y afirma: “El gobierno de Québec tenia el rostro de mi padre". Para Silvina Gamsie, el texto de Legendre cuestiona el uso abusivo con que se utiliza, en el Ambito judicial, el rétulo de “inimputabilidad”®. Nos dice que es el efecto, en algiin sentido, de una psiquiatria clasificatoria cientificista, sumada a un psicoandlisis banalizado y muy mal asimilado, ‘empleados en las pericias de la mayoria de los casos penales. 49, Legenare,P, El crimen del cabo Lote, Tratado sobre el pare, Siglo XX, México, 1994. 20.Gamsie, 5. *Responsabilidad ¢ imputabllidad en la infancia” en Psloandis'sy el hospital, No. 38, oP cts p. 142, ELACTO DEL JUEGO [Edmundo Mondo Lo sorprendente, 0 no, del caso, es que Lortie, segin su anhelo, insiste ‘en demostrar en el juicio su culpabilidad, alegando por la misma en su declaracién, pidiendo ser reconocido como responsable de su acto. Para Gamsie, por lo que Lortie suplica es por ser reconocido como suleto, enfrentandose a los planteos higienistas del tribunal que, consi- derando que el crimen se cometié en un estado de enajenacién, intenta invocar la formula de insania y declararlo inimputable. El texto de Legendre no versa sobre los mecanismos de apl de Jas penas sino que resalta que lo mas importante de un proceso juridico es lo que éste opera en tanto sancién simbélica que permite ubicar al dy, por ende, “el consecuente reconocimiento psicoanilisis, ajeno a una politica de la absolucién y a una concep- ién absolutamente determinista del sujeto, considera que uno puede siempre responsabilizarse de lo que le sucede, Lacan, en “La ciencia y la verdad” afirma que: "Decir que el sujeto sobre el que operamos en el psicoanalisis no puede yempleza una deshonestidad que en otros sii falta de audacia y falta de haber detectado el objeto que se raja. De nuestra posicidn de sujetos somos siempre responsables."= Daniel Gerber aprecia que el sefialamiento de Lacan es importante: “a ciencia excluye ~forcluye- al sujeto en tanto lo considera un mero objeto de calculo, de este modo lo desresponsabiliza porque hace de él un puro lugar de determinaciones bioldgicas, sociales, psiquicas, que son las ‘causas’ a considera”. Gerber dice que para Lacan esto sdlo pued que denuncia el desorden del mund: en ese desorden, De ahi la necesidad de problematizar el determinismo freudiano y el interés por abordar la cuestién de la libertad. 2A. Mba, p. 143. i 1965) “La clencia yla verdad en Escritas 2, Siglo XXI, Buenos Aires, 1987, . 9. El psicoandlsis en el malestar de la cultura, Buenos Ales, Editorial lazos, 2006, p. 245. 1A RESPONSABILIDAD SUBJETIVA PARA EL PSICOANALISIS Ahora bien, équiénes somos responsables ~segtin la afirmacién de Lacan- de “nuestra posicién de sujetos”? De acuerdo con esta perspectiva, pata Mufioz no se trata de que los sujetos “somos” responsables, sino que " es una posicién de la cual los seres hablantes, “nosotros, pero cada uno, nos haremos respon sables 0 no, singularmente”.* Se trata de la posicién del sujeto en ¢} iad de la persona, direccién que una responsabilidad retroactiva que n sacrificial, Mufioz responde que para el psicoandlisis la responsabilidad ce algo a instalar en un anilisis y que opera retroactivamente, El significante impacta en el ser hablante desde el lugar del Otro, pero ‘no como un destino tragico ¢ inapelable, sino que ante estas determina- ciones puede haber una respuesta y “el sujeto es el efecto que en trans- ferencia le suponemos a ella: esa ¢s su paraddjica responsabilidad’ Se trata, entonces, de la lectura de una marca: “La temporalidad en juego ~que no es otra que la légica temporal freu- diana del trauma escandido en dos tiempos- indica de qué se trata la ‘responsabilidad subjetiva. Esta consiste en una ‘operacién de lectura de la marca, que no se ha constituido ya en un tiempo anterior y que debe ser leida en un segundo tiempo, sino que se constituye por ta misma lectura del sujeto que ta localiza y la produce camo tal.” El ser hablante, al leerse en su respuesta al Otro, puede responsabi- lizatse por esas marcas que inscriben el tiempo de su lectura, como por Jo que hace con elas. La responsabilidad en la infancia En 21 de las Conferencias de introduccién al psicoar Mamada “Desarrollo de la libido y organizaciones sexuales”, Freud afirma lo siguiente en relacion al Edipo de Séfocles: 24, Mufioz, P, Las locuras sein Lacan, op. cit, p.63. ELACTO DELJUEGO | Edmundo Morioh “Lo asombroso es que la tragedia de Séfocles no provoque mas bien en sus espectadores una indignada repulsa. En efecto, es en el fondo una pieza inmoral, elimina la responsabilidad ética del hombre, presenta a los poderes divinos como los que ordenan el crimen, y muestra la impo- tencia de las inspiraciones éticas del hombre que se defiende de come. terlo, De primera intencién se creeria que el tema de la saga qulere ser tuna acusacién a los dioses y al destino, y, en manos de Euripiudes, el artista critico y peleado con los dioses, probablemente se habria conver- tido en una acusaclén asf, Pero, en el plo Séfocles, nt hablar de este sesgo; mediante una piadosa sutileza, barr suprema seria plegarse a la voluntad de los dioses, aunque ella ordene algo criminal.” No puede dejar de asombrarnos el pensamiento de Freud: el Edipo de Séfocles es inmoral, ya que nos muestra a un hombre incapaz de sepa- rarse de la caprichosa voluntad de los dioses, responsabilidad ética. Es decir que Freud no sélo sostiene una concep- cién de responsabilidad que no consistiria en una adecuacién al Otro divino, sino que incluso se opone radicalmente a ella, El hombre no puede dejar de desconocer su propia responsabilidad: “atin cuando el hombre haya reprimido (desalojado) al inconsciente estas moclones malignas, y pueda decirse que no es responsable de ellas, por fuerza sufrird esta responsabilidad como un sentimlento de culpa cuyo fundamento desconoce”.* El sentimiento de culpa aparece aqui cémo una de las expresiones de aquella responsabilidad desconocida, Si la época de la infancia se cortesponde con la operacién | la institucién del superys y de la conciencia moral, podemos formu: Jaros la siguiente pregunta: éSe puede pensar para el nifio una posi cign responsable ante el deseo? ‘Marta Beisim afirma que el deseo que le atribuimos al nifio no esta sostenido en ninguna fantasfa respecto det acto sexual y que, por lo tanto, “habria que decir que los deseos edipicos son retroactivos: han sido 27, Freud, , (1917) "Conferencia 21%: Desarrollo sexual y organizaciones lbidinales" en ‘Obras completas, Vol. XVI, op. ct, p. 301. 28. [id {LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA PARA EL PSICOANALISIS. suptestos una vez que la posicidn fue abandonada”.”” Asi, se pregunta por qué Edipo se arranca los ojos si no tiene la culpa de sus actos, ya que estaban prefigurades por el ordculo divino, si los dioses dispusieron de ‘lcomo si hubiese sido un juguete. Beisim sostiene que es por un hecho estético que Edipo se arranca los ojos. No puede soportar lo que ve: “no es por culpa, es por horror, horror estético. La culpa introduce un elemento psicolégico que esté ausente del universo griego”.” Entendiendo que la posicidn del nifio es equivalente a la del Edipo de Séfocles, afirma que entonces es mejor hablar de culpa edipica que de deseos edipicos, porque la culpa introduce una solucién contra la angustia, ya que “atribuye subjetividad a algo que no la tiene o no la tuvo en algtin momento”. ‘Vemos que sdlo retroactivamente podemos ubicar que hubo un sujeto, la prueba reside en que se siente culpable de lo que hizo -o no- 0 de que deseé en aquel momento. Al no haber un sujeto deseante en la infancia, el nifio “no tiene un lugar diferente a aquel que le da el signifi- cante que lo representa”. No hay asi significante que represente al sujeto deseante que ha atravesado la infancia para convertirse en adulto. El nifio ¢s idéntico a lo que lo representa. Alcanzariamos de alguna forma la idea de destino, ya que el nifio asume como propio algo completamente exte- rlory que le da todo el lugar que tiene. En ese aspecto, que es “el aspecto -0 que se quiera imaginar, el nfto no es responsable”, Esta en la ‘misma situacién que Edipo: “es un juguete de los dioses, de las palabras ‘que toma prestadas del Otro’ En la 34 de las Nuevas conférencias de introduccién all psicoandlisis, al pensar las posibilidades del psicoanilisis en relacidn con los nifios, Freud dice que "psicologicamente el nifio es un objeto diverso del adulto, todavia no posee un superyé, no tolera mucho los métodos de la asociacién yla transferencia desempefia otro papel, puesto que los progenitores real siguen presentes”.%* De esta forma, “las resistencias internas que comba- 29. Beisim, M (2010) “La responsabilidad en los nifios” en Psicoanalsis ye hospital, No. 33. told. 34, Freud, S. (1932) "34* Conferencia: Esdarecimientos, aplicaciones, orlentaciones” en (Obras completa, Vol. XXIi, op. cit, p. 137. EL ACTO DEL.JUEGO | Edmundo Mordok timos en el adulto estan sustituidas en el niffo, las mas de las veces, por dificultades externas, Cuando los padres se erigen en portadores de la resistencia, a menudo peligra la meta del andlisis o este mismo, y por responsabilidad es impensable sino se la inscribe en el ambito parental, en principio, y luego en el mbito social, por ejemplo, en las instancias is en todos sus drdenes”.?* Una cosa es que un nifio “se haga 1ue se haga responsable de fo que hizo o dejé de hacer, y otra muy distinta es que “haga caso”: “Cuando hace caso, consolida su apego al significante, sigue la voz que esta referido al mandato, y sobre todo a la prohibl- , ¥ por qué no, al destino, Cuando ya grande se hace responsable, cuando se hace cargo, no esta sometido o inmerso en una relacién de obediencia. Se trata de algo que vuelve sobre él, pero hasta cierto punto no es exterior, o al menos, su exterioridad ha sido reducida; se trata de algo que lo interroga y de lo cual podria responder desde un lugar constituido.”” El acto Itidico: algunas elaboraciones En el seminario 23 Lacan sostiene que “uno es responsable en Ja medida de su saber hacer”.** Mas adelante agrega que, a pesar de lo que se cree y en el sentido en que responsabilidad quiere decir no-respuesta o respuesta aproximada, “slo hay responsabilidad sexual, cosa quea fin de cuentas todo el mundo percibe”.” im afirma que como “no hay acto infantil en términos de acto y que si slo se es responsable sexualmente con el saber que se dispone de el nifio entonces “no podria situarse responsablemente 35.1614, ‘36, Beisim, M. (2010) "La responsabilidad en los nifios” en Psicoandlisis ye! hospital, No. 38, op. ct, p.32, 37, Bid, p34. 138, Lacan, J (1975) El seminarfo 23: El sinthome, Buenos Altes, Paidés, 1990, p. 59. 39. Ibid, p. 62. {LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA PARA EL PSICOANALISIS con respecto a las consecuencias de sus actos”. Sin embargo, agtega aqui algo fundamental para el desarrollo de este libro: “En el terreno del andlisis de nifios hay que hacer la salvedad de que puede tomarse como acto el Agrega que esto es porque puede hablarse de un “deseo de juguete", de las consecuencias de un acto ten el terreno del juego que realizaria el deseo de los nifios, con esa limi- tacién y dentro de ese marco. Dice que, si se quiere, “se trata de conse- cuencias ‘de jugando’, pero que tendrian un valor similar 2 la verdad cuando aparece en el mundo de los adultos”.* En la misma direccién, Eduardo Gluj afirma que el juego, en de las consecuencias, se presenta como “el reverso del acto": “Bl juego, no trae consecuencias mis alld de aquellas que atafien al juego ‘mismo. El juego en ese sentido, si tuviera consecuencias en lo real, situviera ‘efectos en lo real, dejaria de ser un juego. Si hay algo que compromete al juego, cs que el juego, en ese sentido, se mantiene en un lugar en el que quedan suprimidas de alguna manera las consecuencias porque la presencia de conse ‘cueneias -asi como la presencla dela verdad destituye al juego mismo. Es necesario entender que esto caracteriza al campo mismo de la infancia."* Giuj sostiene que no se trata de “un nifio que juega” sino dela misma luce un sujeto; se trata en la infancia de “un juego es asf “la forma de ubicar un sujeto 8 En el mismo sentido Fukelman destaca: juego que produce un ni por-venir en la infancis “No es que los nifios jueguen o no jueguen. Si son nifios es porque estén en una relacién especial con lo que nosotros denominamos juego. En ese sentido, el juego preexiste a la nlfiez."* Para Silvina Gamsie la respuesta y apuesta del psicoanilisis no puede ser otra que la de “convocar al sujeto y su responsabilidad: parafraseando a Lacan, la de su insondable decisién del ser”. Sin embargo, "de esta elec- 430. Beisim, M. (2010) “La responsabilidad en los nifios”, op. cit. p. 32, 41. Ibid. E. (2009) “El acto analitico y el juego" en Lecturas Clinieas. Disponible en Internet: http /worw.espacioclinicebsas.com ar/Lecturas_Clinicas_t.pdf 43. bid. 44, Fukelman, J, (1993) “Transferencia y juego", Ficha de “Pusantia clinica Hospital de Niios Dr. R. Gutierea”, Cétedra dela Lic. Marta Ainsztein, Facultad de Psicologia, UB.A. EL ACTO DELJUEGO | Edmundo Mordoh infancia, el sujeto en 5 discursivos, se tendra cidn que se jugé en otro tiempo, en tiempo de sus juegos, y luego pospuberalmente en té ‘que hacer responsable”.** Alicia Hartmann se formulalla siguiente pregunta, absolutamente rele- vante para nosotros: “cuando un nifio habla, ése puede hacer responsable de lo efectivamente pronunciado?"* Se responde, en parte, tomando los desarrollos de Agamben: “Basta pensar Ia responsabilidad en lo inefable que tiene la infancia jn a la estructura, Podria decirse en este punto que hay coincidencia, en cierto sentido con Agamben, en relacién a lo inefable que ¢s la estructura de la infancia misma, Ella constituye un misterio que es del orden de una verdad de la experiencia que se jucga en el juego, en la ficci6 Hartmann subraya que Agamben insiste en el valor del silencio en sostiene un misterio. De esa forma, “sdlo el juego pondré en acto algo de este misterio”.** 45. Game, S, "Responsat lidad en la infancia", op. cit, p. 146. 436 Hartmann, A. "Las vasalales de la inflancla™en Ain fornia, Buenos Aires, Leta viva, 2005, p. 26. 47. id. 48. id. 80 El juego y el analisis Las reglas del andlisis En “Sobre la iniciacién al tratamiento”, Freud compara el psicoan- con el juego de ajedrer: "Quien pretenda aprender por los libros el noble juego del ajedrez, pronto advertird que sélo las aperturas y los finales consienten una exposicién slstematica y exhaustiva, en tanto que la rehtisa la infinita variedad de las movidas que siguen a las de apertura. Unicamente el ahincado estudio de ppartidas en que se midieron grandes maestros puede colmar las lagunas de la ensefianza. A parecidas limitaciones estan su} pueda dar para el ejercicio del tratamiento psicoan: Freud dice, a continuacién, que su objetivo es com ta practico", algunas de las reglas sobre lo son, pero que sin embargo se trata de “reglas de juego que cobraran significado desde las trama del plan de juego”.* 1. Freud, S. (1912) "Sobre la inictacién al tratamiento” en Obras completa, Vol. XI, op fit, p, 125. 2 bid, EL ACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordol Para Freud, el juego del anilisis, tiene una regla fundamental: la asociacién libre. Asi, nos dice que “no importa para nada” con qué mate- rial se comience a trabajar en un tratamiento, con tal de que se deje al paciente mismo “hacer su relato y escoger su punto de partida”, Para Freud, el analista deberia decitle a su paciente: “antes de que yo pueda decitle algo es preciso que haya averiguado mucho sobre usted; cuén- teme por favor lo que sepa de usted mismo”.? Esta intervenci6n de Freud se presenta como claramente paradojal: cuando dice “antes de que yo pueda decirle algo”, ya esté diciendo algo. Es él, entonces, quien da el puntapié inicial en este juego. En el parrafo siguiente reconoce su mo miento: “lo tinico que se excepttia es la regla fundamental de la técnica Jcoanalitica, que el paciente tiene que observar y con la que seo farni fariza desde un principio"* Esta regla no puede tener excepciones, sin ¢ le: cl juego se vuelve impo- “Cosa curiosa: toda la tarea se vuelve insoluble si uno ha consentido la reserva aunque sea en un solo lugar, pues piénsese que si existiera entre nosotros, por ejemplo, un derecho a asilo en un iinico sitio de la ciudad, poco tiempo haria falta para que en ¢l, se diera cita toda la canalla de aquella."® ‘También, mds adelante, cuando aborda el candente tema del manejo de la transferencia, vuelve a recurrir a la metafora del juego: “"Ya es tiempo de obtener un panorama sobre el juego de fuerzas que ponemos en marcha mediante el tratamiento, £] motor mas directo de la terapia es el padecer del paclente y el deseo, que ai se engendra, de sanar.”* En “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia” Freud da ciertas coordenadas de la operacién ani de amor: ica frente a la transferencia LIUEGO VEL ANAUSIS “"Uno retiene la transferencia de amor, pero la trata como algo no real, ‘como una situacién por la que se araviesa en la cura, que debe ser reorie tada hacia sus origenes inconscientes y ayudard a llevar la conciencia lo ‘mis escondido de la vida amorosa de la enferma, para as{ gobernaclo."” Recordemos que Freud afirma que la cura tiene que ser realizada bajo el principio de abstinencia: “Hay que dejar subsistiren el enfermo necesidad y afioranza como unas fuerzas pulsionantes del trabajo y Ia alteracién, y guardarse de apact guarlas mediante subrogados.”* Para Freud, uno no podria ofrecer otra cosa que subrogados, “puesto que la enferma, a consecuencia de su estado y mientras no hayan sido levantadas las represiones, sera incapaz de lograr una efectiva satisfaccidn”? Freud nos dice que, ante la transferencia amorosa de la paciente, el analista no debe (no por miramientos morales, sino por la mis estricta légica de la contraccicn de la enfermedad) intentar satisfacer dicha transferencia, asi como tampoco debe rechazarla tajantemente, ya que seria como “hacer subir un espiritu del mundo subterrdneo, para enviarlo de nuevo ahi del analista es di ofrece model vida real no ino retiene la transferencla de amor para “reorientar” dicha transferencia hacia sus origenes inconscientes y “extraer de ahf la condiciones de amor, todas las fantasias de afioranza sexual, todos los caracteres singulares de su condicién enamorada’’." Para Freud, la meta de este trabajo es que trae urdidas’ “descubrir la eleccién infantil de objeto y las fantasias 7. Freud, 5. (1914) “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia” en Obras completas, Vol. Xil, op. cit, p. 169. 8. Tod, p. 168. 9 1B. fbi, p. 171 ELACTO DEL JUEGO [Edmundo tok Por su parte, en el seminario 12, Lacan se pregunta qué es el incons- ciente “antes de que yo lo interprete”. En su respuesta, recurre al juego: “Lo propio del juego, es que antes que se juegue, nadie sabe qué va a salir En este punto es que afirma la relacién del juego al fantasma: “el jtego es un fantasma tornado inofensivo y conservado en su estructura’. Lacan destaca que el anilisis es un juego, en tanto tiene todos sus carac- teres: Bs un juego porque se prosigue en el interior de una regla, en la cual se tratara de saber cémo el analista tiene que conducir ese saber también cudles son las propiedades exigibles de su posicién para que conduzca esta operacién, de un modo correcto.”* Para Lacan hay en el anilisis, en apariencia, dos jugadores. Pero la rela- cién de estos jugadores es una relacién de malentendido, del lugar que ocupa uno de ellos, el otro es el sujeto, y el sujeto supuesto saber, en tanto que si confian en mi articulacién esquematica, el sujeto, si podemos hablar de ese polo en su constitucién pura, el sujeto no se aisla mas que de retirarse de toda sospecha de sabe! Es este punto fundamental lo que permite “culminar en el anzlisis en otra cosa que en una identificacic indeterminado, en el sujeto supuesto saber, es decir, en el sujeto del engafio, es en la medidaen que... existe un tercei ma la realidad de la diferencia sexual’ Para Lacan se trata de algo que no puede aprehenderse “mas que como caido y decaido de la realidad, de lo cual -el sujeto- no puede, saber nada”; ese algo, es el objeto a, su “suplemento lidico”, ylo cono~ ‘cemos bajo la forma de lo que “se revela en el fantasm: del jugador’, la astucia del analista, es la de “hacer cul desprender de esta defensiva, una forma siempre mas pura’ Lacan sostiene que éste es el deseo del analista en la oper al paciente a su fantasma original, eso noes ensefiarle nada, es aprender 14 Lacan, J. (1964-65) El seminario 12: Problemas eruciales para e) psicoandliis. Inédit, dase 15. hi 19 de mayo. EL JUEGO ¥ EL ANALISIS de él cémo hacerlo”. Lacan se pregunta, finalmente, cual debe ser el deseo del analista para sostenerse en ese punto de “suprema complicidad” abierta a la sorpresa. Dice que se trata de “el opuesto de esta espera que constituye el juego en si" y que el juego como tal es lo inesperado, Lo inesperado “atraviesa el campo de lo esperado alrededor de ese juego de la espera y es haciendo frente a la angustia como Freud mismo, en los textos fundamentales, sobre ese tema, lo ha formulado, alrededor del campo de la espera”, De la misma forma, para Freud, la direccién del resultado que el analista ha introducido en el paciente no puede ser calculada ni antici- pada. Asi, sostiene lo siguiente: “Sin duda, el méiico analista es capax de mucho, pero no puede deter- minar con exactitud lo que ha de conseguir. El introduce un proceso, a saber, la resolucién de las represiones existentes; puede supervisario, promoverlo, quitarle obstaculos del camino, y también por cierto viciarlo en buena medida. Pero, en se proceso, una vez iniciado, sigue su propio camino y no admite que s¢ le prescriban ni su direccién nila secuencia de los puntos que acometerd,”2! La transferencia en Ia infancia Si recordamos que en la 34 Freud decia que en el nifio la transfe- rencia desempefia otro papel puesto que los progenitores reales siguen presentes, /a qué se refiere Freud con “otro papel"? Erik Porge sostiene que los estados neuréticos por los que atraviesan ‘muchos nifios son neurosis de transferencia no sustituidos en neurosis arias, y que la relacion con las afecciones neursticas seria entonces inversa deo que ocurre en el analisis de un adulto: “en ordinaria sustituiria a una neurosis de transferencia” ifio la neurosis 2 21, Freud, S. (1912) "Sobre la iniciacin al tratamiento” en Obras completas, Vo cit, ps 132. E, “De la transferencia é la cantonade" en Litoral, No. 10, Cérdoba, Edelp, 1990, p. 70. op. BL ACTO DEL JUEGO | Edmundo Monto Para Porge un nifio dirige una neurosis de transferencia sobre cual- ‘quier objeto parental cercano. La neurosis de transferencia estalla “frente a quicn no sostiene mas la transferencia del nifio, muy frecuentemente frente a un cambio de lugares en la familia, por nacimiento o muerte”. ‘Asi piensa, por ejemplo, que el pequefio Hans es neurético por “haber perdido las reglas del juego en su transferencia a su madre”.%* Es decir, nos encontramos ahi con un juego que la madre de Hans no puede sostener. Porge afirma, ademas, que en la perturbacién del discurso de los padres cs perceptible que no asumen mas un lugar de sujeto supuesto sabery que, enese limite, “el nitio se transforma en persecutorio para los padres”? La perturbacion en el nifio manifiesta un punto de ruptura respecto alo que de un saber familiar no es mas transmisible al grupo social: “No es més transmisible a la manera de un chiste, es decir de lo que pasa de una relacién dual para producirse en un lugar tercero. En algunos ‘momentos ¢l mensaje de un nifio drigido dicectamente a una persona implica que sea colocado en esc lugar tercero, y constituya una instancia activa con el fin de que el mensaje legue a su destino, porque ¢se es el lugar legftimo del mensaje." Porge sostiene que el analista es llevado a cubrir la misma funcién, a restablecer una transferencia puesta a prueba y que eso “es lo que hace en el mejor de los casos”. Se trata de una “transferencia indirecta que aspiraa sostener la transferencia sobre la persona que de entrada se revel6 inepta para soportarla”. Por eso lama a esta transferencia en la infancia “transferencia d la cantonade”, Cantonade era un término del teatro que designaba, en las obras italianas, un costado del teatro donde una parte de los espectadores estaban sentados en bancas en forma de pequefio anfi- teatro, y que luego designé a los pasillos. Hablar d la cantonade, entonces, es hablar a un personaje que no esta en escena, Cuando Lacan critica fuertemente a Piaget por el concepto de “discurso egocéntrico” en deter- minada fase evolutiva del nifio, sostiene que los nifios “hablan, valga la expresién francesa, a la cantonade, en alta voz pero a nadie en parti- cular, Este discurso egocéntrico es un ia buen entendedor...!". 10 ¥ ELANALISIS Jorge Fukelman afirma que el psicoandlisis atafie @ un sujeto y ala relacién que este tiene con la palabra, y que en el nifio “nos encontramos con un sujeto que esta o debiera estar protegido de cierta relacién con la muerte y con la sexualidad, por el espacio del juego”.” Si la transfe- rencia implica una relacion con el lenguaje, en la niiez esa relacion est mediada por el campo del juego. En ese sentido, “la transferencia, lo que Ja dernanda implica que es la transferencia, va dirigida hacia el juego” 2 Segiin Fukelman los analistas somos consultados “por situaciones que los padres no pueden sostener, situaciones en las que no pueden ratificar este lugar de juego, situaciones que son de verdad; son de verdad porque allilos chicos estan representando algo deese orden sexual y de muert Fukelman ubica entonces la necesidad de que los padres ratifiquen el lugar de juego de sus hijos, dejando el orden de la sexualidad y la muerte por fuera de ese campo. Un analista seria consultado, entonces, en aque- lias situaciones que por ser demasiado “verdaderas” para los padres, impo- sibilitan el ingreso en el campo del juego. El destino de la transferencia en un anilisis de nifios Para Porge nos encontramos en la infancia con un limite estructural, ya que no puede haber anilisis de la transferencia amorosa nifio-analista, El nifio no puede tener acceso al anélisis de la transferencia amorosa con el analista, “porque no tiene acceso a lo que en y por el encuentro sexual lo pone en determinacién de la formula ‘no hay relacién sexual’."® Si para Porge, la transferencia del nifio sdlo puede ser analizada en tanto recoloca al nifio en un cuadro edipico, el trabajo del analista con nifios- es su contribucién social al edipismo, Lo que un nifio demanda es, entonces, que “lo dejen hacer su neurosis”. Porge se formula una pregunta fundamental: 27, Fukelman,. (2001) “Entrevista a Jorge Fukelman” en Fort De. Disponible en Interne: www foreda.comar 28. Ibid. 29-Fueman J. (1990) “Fantasias enue" en XI jonas de Niflosy descents, Buenos Aires, AAPPG, 1990, p. 58, ” iz 30. Pong "Dela transfrencia a cantonade’ en Lito 3. op. clt,p. 77, EL ACTO DEL JUEGO | Edmundo Mondoh “Lo que emerge como neurosis de transferencia, la neurosis del nifio ¢Es susceptible de una evolucién espontinea tl, ue juegue exactamente el mismo papel que un psicoandl La respuesta es que si, siempre y cuando sea encontrado “en un momento 0 en otro, un buen entendedor”. Para Fukelman, de lo que se trata entonces en el anilisis de un nifio, ¢s de “la reconstruccin de un espacio de juego que lo proteja de un encuentro con la sexualidad, con las diferencias sexuales y, para decirlo ‘on las dificultades de la sexualidad que seré con lo que se abocard, se quiere, pospuberalment 32. bid, p. 80. 33. Fukelman,} (1993) “Transferencia y juego" Ficha de “Pasantiaclniea Hospital de Nios Dr. R. Gutiérea”, op. cit, pig. 8. 88 El juego y la responsabilidad subjetiva Introduccién Enel historial del pequefio Hans encontramos un didlogo entre Hans y su padre en el que patecen confrontarse dos formas radicalmente opuestas de pensar el concepto de responsabilidad.’ Hans y su padre, hablan de la pequefia Hanna, hermana menor del nifio: Padre: Si preferirias que no estuviera en el mundo es porque no la quieres. Hans: Hum, hum (asintiendo) Padre: Por eso has pensado cuando mami la baiic manos’, y entonces ella se caeria dentro del agua... Hans (completando): .. se moriria, Padre: ¥ asi te quedarias sdlo con mami, y un muchacho bueno no desea eso. Hans: Pero tiene permitido pensarlo. Padre: Pero eso no esta Hans: Pero si él lo piensa es bueno escribirselo al profesor. lé saque las 1. Freud, §.(1909) Andtisisde hr fia de X, Buenos Aires, Amorrortu, 1992, p. 61, de cinco avis en Obras completes, Vol 89 EL ACTO DEL JUEGO |Edmundo Moriah En este punto, una nota a pie de pagina incluida por el mismo Freud, no deja de asombrarnos: "Bravo pequefio Hans! No desearia para los adultos un entendimiento mejor del psicoanlisis”.* Deciamos que, sin demasiados forzamientos, podemos ver despren- derse de este divertido didlogo entre Hans y su padre, dos concepciones, sobre la responsabilidad radicalmente diferentes: a del padre, que apunta ala responsabilizacién yoica, con una carga claramente moralizante y normativizante (“un muchacho bueno no desea eso” 0 “eso no esta bien"), y la de Hans, que pareciera estar esperando para sus “pensa- mientos" un mejor destino: en este caso, de reclaboracién analitica (“es bueno escribirselo al profesor”). Freud festeja este “entendimiento” del psicoandlisis, “Eso” que Hans piensa, bueno o malo, debe ingresar en el “circulo magico” de la transferencia. mn varias las direcciones que podemos seguir aqui. Por un lado, que ‘eso” que le pasa a Hans, y que al padre tanto horroriza, debe atravesat tun proceso de elaboracién y de consecuente apropiacién por parte del por otro lado, vemos el llamado a un Otro, que pueda soportar aquello que el padre no puede. ¢Qué queremos decir con que “pueda soportarlo" ? Si bien el sentido comin pareciera indicar (engafidndonos, como tantas veces) que el llamado al Otro es en tanto le podemos suponer tn saber, Hans mismo se encarga de demostrarnos que no es ¢sa cara del Otro la que le interesa o la que necesita: luego de que Freud en su primer encuentro le dijese que “hacla mucho tiempo, antes de que él viniese al mundo, yo -Freud~ sabia ya que llegarfa un pequefio Hans, que querria mucho a sti madre, y por eso se veria obligado a tener miedo del padre”, Hans mismo, en el camino de vuelta a su casa, le pregunta a su padre: "2Acaso habla el profesor con el buen Dios, pues puede saberlo todo desde antes?".? Hans no parece demasiado entusiasmado con estas “fanfarronadas en chanza”, tal como Freud las llama. Entonces, éde qué Otro se tata? Afirmamos que se trata de un llamado a un Otro que juegue. Que juegue quiere decir, ademas, que se haga responsable. Etimolégicamente, responsabilidad y responder, comparten la misma raiz, Responsum dice Benveniste en su imprescindible Vocabulario de tituciones indoeuropeas- es el decir de los intérpretes de los dioses, BLJUELU 11a ner Unonanues neepenne particularmente los anspices, que antes del acto arriesgado dan la segu- Fidad en retorno de la ofrenda. Para Lombardi, el oréculo es la verdadera respuesta, porque en ella los signos del azar reemplazan al saber que no hay en el momento de Ia eleccién.* El ordculo no recurre a un saber ya constituido, sino que recurte al azar. Recordemos también cémo Huizinga mostraba que en la mitologia griega la palabra de Dios habla por un juego de azar: “los titanes juegan # los dados la suerte del mundo”. También encontrébamos esta relacién gn el hebreo, sila palabra que se usa para “ley” (divina), thora, se empa~ fenta con un tronco verbal que significa “echar a suertes” o “probar la sentencia del oréculo”. ‘Curioso es entonces este Otro divino que recurre al azat (al Juego de azar, épor qué no?) para dar su palabra, En realidad, es el hombre, el homo ludens, que hace hablar a Dios por medio del juego. Recordemos que para Callois, alea, el juego de azar, es el juego humano por excelencia Si para los antiguos, el resultado del juego de azarera ya, de por, una decision sagrada, podriamos proponer que el juego viene precisamente fg ubicarse en el lugar donde el Otro ya no tiene palabras, el lugar donde @l Otro esté en falta, En ese sentido suscribo la posicién de Agamben, ‘cuando afirma que “al jugar, el hombre se desprende del tiempo sagrado y lo olvida en el tiempo humano’”? Si define al juego como lo “sagrado {nvertido”, en tanto proviene de la esfera de lo sagrado pero para final- ‘mente modificarlo radicalmente e incluso trastomarlo, pensamos que es sobre la superficie del juego que se opera para el ser hablante a transfor- macién desde una posicién por fuera de cualquier posibilidad de respon sabilidad, a una en la que puede responsabilizarse por su posicién. Del fort al fort-da. La representacién. La lucha ‘Acordamos aqui fuertemente con los autores que afirman que ¢s impensable, en tanto operacién simbdlica, una responsabilidad en I infancia si no se la inscribe en el ambito parental y social. Sin embargo, pensamos que el juego es una operacién fundamental en el proceso de T Lombardi, G. (2011) Comunicacién pretiminar al Vit Eneventro de la IF-EPFCL, Dispo~ ible en Internet httpy//wwrw.champlacanien.net/ public/3/evRDV.php?language-3 5. Agamben, G. (1978) Infancia ¢ Historia, op. ct, p. 101. 1 ELACTO DELJUEGO | amido soraon (én, en tanto alli quedan constituidos los elementos que posibilitan dicho proceso. Encontramos fuertes analogias estructurales entre el proceso de responsabilizacién subjetiva y el juego. Desde la perspectiva psicoa- nalitica, la temporalidad en juego para conceptualizar la responsa- ilidad subjetiva es retroactiva, en tanto consiste en la operacién de lectura de una marea, No se trata de una marca ya constituida en un tiempo anterior y que deba ser la marca se constituye por la misma lectura del sujeto que la localiza y la produce como tal Observamos ese movimiento en el juego. Recordemos que encontri- : por in lado, el juego del fort, ejemplo privilegiado dea compulsion a la repeticién, donde lo que se repite es una marca desagradable (Eindruck) y donde la repeticién “esta ligada a una ganancia de placer de otra indo pero directa’. Por otro lado, el juego del fort-da, o el "juego del doctor funcionando claramente bajo égida del principio del placer. ‘Afirmamos que no se trata sélo de dos juegos, sino también del pasaje de un tipo de juego al otro, Este pasaje lo entendemos como un posicio- namiento del sujeto frente a las marcas impresionantes. Sostenemos que este pasaje del més alld del principio del placer al prin- cipio del placer, no es algo que pueda darse de manera automatica, no 1ue vemnos funcionar aqui, sino que supone y precisa tuna posicién eminentemente activa por parte del ser hablante, en tanto se ubica en una discontinuidad estructural. Lo que el juego viene a demostrar es que hay un real més alld del automaton, del retorno, de la insistencia de los signos tal como la rige el principio del placer. Nos encontramos, asi, en cl territorio de la tyche. Lo que encontramos fundamentalmente en Més alld del principio del placer, lo que nos importa en relacién al tema de este libro, no es sola- ‘mente que existan dos principios de funcionamiento psiquico que actéan de forma independiente (como si se tratase de dos caminos que llevasen al mismo destino: uno mas directo, uno mas seguro). De lo que se trata aqui es de que la compulsién a la repeticidn, en tanto da cuenta de la tyche, confronta al ser hablante con lo electivo de la estructura: el punto en el que se ve conminado, de entrada, a tener que responder. Nosotros sostenemos que el juego es una respuesta, pero no una respuesta auto- 92 matica. Supone una toma de posicion. Un pasaie para el nifio dela pasi- vidad a la actividad. Siel juego es constitutive de la subjetividad, lo es en tanto supone una claboracidn, una respuesta, a partir del disruptivo encuentro con Jo real. Cuando Lacan sostiene que el juego del carretel es la respuesta del sujeto ala ausencia de la madre, sitia, en esa ausencia, una “hiancia causal”; es decir que, a nivel de !a causa, no nos encontramos con una deter- minacién justamente con la hiancia, con la ausencia misma del significante. Es alli donde nos vemos conminados a responder. Destacamos, entonces, las fuerzas y tensiones que operan en el inte- rior del juego. Existe no sélo un movimiento, sino también la necesidad de un fuerte posicionamiento que se da en el interior del entendemos que Huizinga afirme que el juego es uni una representacién de algo, y que ambas funciones pueden fundirse, de suerte que “el juego represente una lucha por algo”. La lucha es por Ja representacion y la representacidn no es sino a partir de una lucha. Por supuesto, no debemos caer en una trampa imaginaria al represen- tamos esta “lucha” de la que nos habla Huizinga. Ahi, donde podriamos perdernos en el territorio del agon, en tanto nos encontrariamos con dos fuerzas exactamente iguales, o igualadas, enfrentandose una en contra de de especularidad), Lacan nos recuerda la tercer jugador”, la verda fuera de la escena, a la vez que su exch nuevo de la fyche, con la que verdaderamente jugamos. stra de una manera inmejorable cuando nos dice que lea, el azar, interviene, infaliblemente, incluso en las pruebas organi- zadas para asegurar el triunfo del més merecedor. Encontramos prueba de ello en la vida misma: “No es posible que la suerte no favorezca a un candidato al que toca la cuando compromete ymente sobre el punto jto del desdichado al que se interroga pr que ha descuidado.”* Callois concluye que, “de golpe”, vemos la introduccién de un elemento aleatorio “en el corazén mismo del agon’ 6. Calllols,R. (1967) Los uegos los hombres, op. cit, p. 189. 93 EL ACTO DEL JUEGO [Edmundo Mordoh Vineta clinica N° 1 Ezequiel tiene seis afios. Es hijo tinico. Sus padres deciden consultar porque dicen que lo notan “muy inseguro”, que le cuesta mucho “inte- grarse” con los demas chicos de la escuela , que no se hace amigos. Dicen que entra en la escuela desanimado, “como quien va ala guerra”, Cuentan ademas que Ezequiel, que es “muy flaquito”, se accidenta cons- tantemente: se cae, se golpea, se lastima. Su madre dice que ella no puede evitar angustiarse y enojarse mucho con él “cada vez que lo ve caer”, cada ver que lo ve “fracasar”, Dice que ella “también” es asi, que se siente siempre el “tltimo orején del tarro” y que le cuesta mucho ver en Ezequiel otra cosa que un “espejo” de ella misma, {Queremos recortar cierta secuencia de los juegos de Ezequiel en su tratamiento, que quizds pueda sernos util para conceptualizar cémo en al marco del juego se ponen de relieve las posibilidades electivas de la estructura, Un juego comienza a repetirse desde las primeras sesiones. Ezequiel toma la caja de bloques y le dice al analista: “te voy a mostrar cémo construyo una torre altisima” (su padre es un reconocido arquitecto). El problema es que sus construcciones, torres y casas, una tras otra, se derrumbaban rapida y estrepitosamente. Mas adelante, Ezequiel toma tuna pelota y le dice al analista “te voy a mostrar cémo hago juegulto como Messi". Le pegaba a la pelota una, dos veces, y la perdia..una vez ya perdia. A medida que el juego avanzaba, y las diferencias con Mess! ‘eran cada vez més evidentes, Ezequiel se iba frustrando y angustiando 1 paso agigantado. Las intervenciones del analista, desafortunadas, no ayudaban demasiado: “Lo que pasa ¢s que necesitds entrenar mas” o la particularmente irritante “Hasta Messi para jugar como juega necesita entrenar muchisimo”. Este tipo de intervenciones enfurecian a Ezequiel quien, un poco en broma, un poco en serio, agitaba un pufio cerrado frente a la cara del analista. ‘Hubo una sesidn particularmente interesante, Cuando Ezequiel entra al consultorio y se despide de su madre, ella le dice que cuando la sesin finalice, va a estar, como siempre, afuera esperindolo. Ya con la puerta cerrada, un poco “irrespetuosamente” y con un tono leverente burl61 el analista le pregunta si él no esta un poco cansado de que su madre cuide tanto, como si fuera “un nenito”. Como era de esperar, la i 94 EL JUEGO ¥ LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA in y el consecuente pufio cerrado Hegaron temprano esa sesién. Pero esta vez, por suerte la respuesta del analista fue distinta: “Ah, équerés pelear? Dale, vamos a pelearnos...”, comenzando a arremangarse la camisa, sacarse el reloj, y toda csa suerte de ritual pre-pelea, La respuesta de Ezequiel fue inmediata: “ZEn serio? éSabés pelear?”. El analista le dice que si, que cuando era chico habia practicado artes marciales. La contes- tadén de Ezequiel fue sorprendente: "éMe ensefids?” La sesién transcurris entre tomas y empujones. Ademés, como si eso no fuera suficiente, las mutuas provocaciones verbales no se quedaban terminar la sesién, Ezequiel dice: "Estuvo bueno hoy. Tenemos juego nuevo", Antes de salir del consultorio y de reencontrarse con su madre, dice que quizds, cuando sea més grande, pueda volver a su casa ca nando solo, sin que haga falta que su madre lo pase a buscar, El juego, por fuera del superyé El juego nos brinda valiosos elementos para conceptualizar la respon sabilidad subjetiva para el psicoanilisis. En el caso recién trabajado, ‘velamos cémo todas las intervenciones dirigidas a acomodar el yo a deter- con su objetivo, no hacian mas que frus- trary enfurecer al paciente, Intervenir, en ese caso, diciendo que “habia que entrenar mucho més”, no lograba otra cosa mas que desconocer y cxpulsar fuera de la escena aquellos elementos constitutivos que efecti- vamente tenfan que ser jugados en el andlisis. Encontramos que ese tipo de intervencién basicamente ppor cierto Ideal del yo, revela los crueles componentes superyoicos que se esconden detrés de todo ideal. Desde esa perspectiva, cualquier respuesta del nifio seria no sélo insufi- ciente, sino que ademés, ella no lograria otra cosa mas que redoblar su ivisidn. Es lo que Freud y Lacan nos ensefian sobre la verdadera natu- taleza del superyé: cuanto més intentamos acomodarnos a ¢l, mas cruel se vuelve. Buscar una responsabilidad por el lado del Ideal, no hace mas que ofrecernos a la crueldad superyoica. 95 ELACTO DEL JUEGO [Edmundo Mordoh La dimensién que el juego abre es radical mente opuesta, Deciamos que para Lacan, si el nifio podi “porque no lo hacia en absoluto, ya que ningiin sujeto puede aprender cesta articulaci6n radical’. Esta observacién es absolutamente fructifera si 3s con la responsabilidad s yoico del ser hablante sobre lo real. La responsabilidad “arti- itada al yo", no es la que nos interesa en tanto analistas, No es por esa via que la posicién de un sujeto ante lo real puede quedar vemos a enfatizar su parentesco légico por el espacio del No deja de asombrarnos, por otro lado, como enunciados aparen- temente brutales (“iTe voy a desintegrar flaquito! INo existis!") pero del sujeto ante las marcas impresionantes. Recordemos aqui la diferenciacidn que hacia Marta Gerez Ambertin tomando los tres registros de Lacan, entre la culpa muda, el sentimiento conciente de culpa y la culpa inconsciente. Si en culpa muda, ante la a de registro de la falta en !a subjetividad, el sueto no se siente culpable pero si merecedor de un castigo, y en el sentimiento conciente de culpa, se sanciona como falta una culpa lateral que oculta la verda- dera, es decir que culpabiliza pero no responsabiliza, seré sélo a partit stro simbélico de la culpa, de la culpa inconsciente, que puede ‘localizarse el saber no sabido de la falta”. Es desde aqui desde donde ser hablante puede otorgarle significacién a su acto y hacerse respon- sable de él. ente en este registro donde podemos establecer una fuerte ego. Si desde la conciencia moral el sujeto ogra “contabilizar la falta" mediante elementos simbélicos, y desde alli hhacerse responsable de su acto (es decir, puede ubicar cémo ha respondido ante la falta del Otro), el juego es la respuesta subjetiva por excelencia en. Ja infancia, respuesta que se ubica en Ia falta, a la vez que la ubica Pero no sdlo eso: el juego participa, ademas, de la constitucion de los elementos simbélicos que le permitiran, al futuro sujeto, dar cuenta de su posicidn ante el deseo del Otro. Si deciamos, por ejemplo, que los deseos edipicos sélo pueden ser ubicados retroactivamente ya que no hay un 96 sujeto deseante en la infancia, la operacién del juego contribuir enor- memente a la posibilidad de dicha retroaccién. Si Porge decfa que la transferencia del nifio sélo es analizada en tanto que el trabajo del analista “es su (smo sostenemos del trabajo del contribucién social al ego: €s a partir del puede ser articulado. En ese sentido, el juego funda un origen Recordamos la "inmoralidad” que Freud le supone al Edipo de Séfo- cles, en tanto elimina la responsabilidad ética del hombre, dejandolo a merced del capricho divino. En el mismo movimiento Freud criticaba la cticidad griega, en tanto ésta suponia plegarse ciegamente a la voluntad de los dioses aunque ella ordenase algo criminal. Que el hombre quede a merced de la voluntad ~del deseo del Otro es inmoral, y ademas, no revela la verdad de la estructura, La responsabilidad ética se ubica justa- mente donde el ser hablante puede tomar una posicién més alld de las voluntades del Otro, decfamos que el nifio no tiene un lugar diferente a aquél que le da l significante que lo representa, en tanto “juguete de los dioses”, era imposible ubicar en la infancia una responsabilidad propia y recortada del Otro. Sin embargo, a partir del pasaje por el juego y la articulacion significante que éste propone (de fort a fort-da) es que vemos consti- tuirse el camino hacia la posibilidad un posicionamiento responsable. Es mediante el juego, entonces, donde vemos la génesis de lo que ser, para el ser hablante, la via regia de una apropiacién responsable de sus, actos, laray contundentemente diferenciable de la necesidad de castigo y del sentimiento conciente de culpa. En el juego, asi como parala conciencia moral, no se trata de obturar la falta, o de desconocerla, sino deestablecer las coordenadas subjetivas que permitan tomar y dar cuenta de una post- cién propia y singular a partir de la misma. Podemos sostener, de esa forma, que el juego opera en un sentido contrario al del goce superyoico. Es en la misma perspectiva que interpretamos la critica que Winni- cot realiza a la oposicién entre el juego y “lo serio”. Encontramos una equivalencia entrelo “serio” winnicottiano y la responsabilidad tal como la venimos articulando, Vernos que lo serio nada tiene que ver con lo severo, tan propio del superyé. Es por eso que lo que os nifios hacen de “serio” y de valido, incluso en la escuela, tiene su origen en el juego. 7 EL ACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh Lo serio tiene su origen en el juego, y da cuenta del pasaje, para el indi- viduo, de la dependencia a la verdadera independencia. Al fin y al cabo, esa esa tinica seriedad que importa, Existe ast la posibilidad para Winni- cott de tomar distancia del Otro, de separarse en “buenos términos”. El juego nos lleva a esa zona de la experiencia donde no estamos determi- naados por el Otro, Es por eso que Winnicott sostendré, también, que el juego tiene que ser espontaneo y nunca forzado. EI nifio, en posicién de responder Encontrébamos en las “Dos notas sobre el nifio” que Lacan decfa que el s{ntoma en el nifio esta en posicién de responder a lo sintomé- tico de la estructura familiar, y que en ese contexto el sintoma se define como representante de la verdad. Lo primero que debemos destacar es que Lacan muestra que en la estructura no sélo hay espacio para una respuesta, sino que, ademds, no puede dejarse de responder. ‘Cuando Lacan avanza en sus notas alarma sobre el caso en que el nifio puede quedar capturado por el fantasma materno, y convertirse en. el objeto de la madre, El nifio "realiza”, asi, el objeto a en el fantasma. Lo que nos interesa enormemente aqui, esta vez, no son las conse- ‘cuencias psicopatolégicas que pueda generar en el nifio este posiciona- miento en relacién a la madre, sino demostrar que el juego no es una respuesta automitica en el ser hablante: podria no estar o su funcio- namiento verse altamente obstaculizado. Afirmamos que existe una oposicién radical entre la posicién de un nifio realizando el objeto a del fantasma materno y la posicién de un niffo que juega. Una cosa es realizar el objeto a y otra, fundamentalmente distinta, es dar cuenta de su produccién mediante el juego. De nuevo nos encontramos en el campo de la responsabilidad. No hay sélo una respuesta, Cuando Lacan afirma que, en su relacién con la madre, “el nifio le da, como inmediatamente accesible, aquello que le falta al sujeto masculino: el objeto mismo de su existencia, apareciendo en lo real”, y que Jo que resulta de ello, en la medida misma de lo que presenta de real, “estard expuesto a un mayor soborno en el fantasma" 7. Lacan, J. (1969) *Dos notas sobreel nif", op. cit, p. 56. 98 EL JUEGO Y LA RESHUNSABILIUAL sUBjEHL¥A nos mete, de un solo golpe, en la dimensicn ética y electiva de esta confi- guraci6n vincular. Que alguien este sobornado es distinto a que esté obli- gado, o puramente forzado. Ahora bien, équién soborna a quién? éEs el nifio que soborna a la madre o la madre al nifio? Lo curioso del acto de sobornar es que compromete éticamente tanto a su agente como a su destinatario. Pare- a que encontramos alli un campo de responsabilidad compartida. Sin embargo, Lacan destaca la responsabilidad de la madre en tanto coloca al nifio -de tal forma en relacién a su fantasma- como obtu- rando el acceso a su propia verdad. Es asi que entendemos que, en otro lugar, afirme en relacidn al objeto transicional de Winnicott, que lo importante “no es que el objeto transicional preserve la autonomia d nifio sino que el nifio sirva 0 no de objeto transicional a la madre”.* Si el jugador se sabe el mismo el “deyecto” de algo que ha sido jugado en otra parte, otra parte a todo riego, “caido del deseo de los padres”, es en este m¢ jiento de “ser jugado” a “jugador”, que vemos el del nitio, de realizarl objeto a, a producitlo mediante el juego. le da lugar asi a otra respuesta que no obture la falta en el Otro. El ser hablante, en el juego, no se deja sobornar. Viiieta clinica N° 2 [Nos gustaria comentar una pequefia vifieta clinica del tratamiento de una nifia, no para adentrarnos en la dificil tarea del diagnéstico diferen- cial (particularmente complejo en este caso), sino para estudiar cierta secuencia de juego que, a nuestro entender, favorece un repo: miento subjetivo, en el sentido que antes lo indicbamos, favoreciendo el movimiento desde una configuracién vincular en la que es jugada por el Otro, a una posicién mas a salvo de este goce fantasmiatico. Fernanda tiene 7 afios. Sus padres han atravesado una violenta separa- cién y contintian en un permanente estado de disputa, en el que la nitia ‘queda ubicada como una suerte de botin de guerra. Su madre considera que debe defender a Fernanda de la “impulsividad” y “violencia” de su padre, que por su parte reclama pasar mas dias con la nifia, para resca- ‘Discurso de dlausura delas lomadas sobre psicosis infant” en Perez, ‘A; Dimant, F, (Comp) Psicosis infantil, Buenos Aires, Nueva visién, 1971, p. 159. 99 EL ACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh tarla asi de las “garras” de su madre, que ejerceria segiin él sobre la nifia un constante “maltrato psicol6gico”. ‘Ademas de lo complicado de esta violenta configuracién farniliar, la nitia est altamente sintomatizada, Sufre importantes crisis de ansicdad, ‘cuando una situacién le molesta, 0 cuando algo “le sale mal” y, sobre todo, cuando siente que dice algo que no debia. En esos casos llega a golpearse ella misma, con sus puiios o contra la pared. A veces, también, se rasgufia la cara con las manos. ‘Su sociabilidad no es mucho mejor. Casi no tiene amigas, y la tinica con la que esta, la maltrata de diversos modos; a veces le dice que si Fernanda no le hace la tarea, va a dejar de ser su amiga; otras veces la “obliga” a que le regale sus cosas. Alguna vez lega, por pura diversién, a pincharla con un léptz, cosa que Fernanda sobrelleva, al parecer, de una forma més gozosa que estoica. Todo esto lo soporta sin decir nada. se lo comenta a su madre, quien le dice que ese “es un tema de el que "se haga cargo”, que vaya y se lo cuente a la maestra. ‘Algo muy impresionante en Fernanda, ¢s que su vor es casi maquinal. Habla de lo que le pasa de una forma muy desafectivizada, como una ‘autémata. Pateciera que tepite algo dictado desde otro lugar, Desde las primeras sesiones, Fernanda dice que quiere hablar, y que “ya estd grande para jugar”. Hablar quiere decir, basicamente, hablar ral del padre, todo el tiempo. Todos los términos que utiliza pertenecen aramente al universo de los adultos: “mi papa es un manipulador” 0 “mi papé es un psicépata’, Fernanda, supuestamente, “denuncia”. Los primeros intentos del analista por cuestionar la “conviccién” de la nifia son répidamente descartados por Fernanda: “es asi, como te lo digo”. ‘Tampoco acepta ninguna propuesta de juego. Sélo puede acusar. "A medida que pasaba el tiempo, e! escenario transferencial comen- zada a volverse cada vez més agobiante. En determinado momento, cuando el analista, un poco desesperadamente, le dice a la nifia, que podian hablar de otra cosa que no sea el padte, Fernanda dice que “esta bien”, que “querfa” contar un suefio: “Sofié con un hombre muy malo que hacia suftir a una nena” (I). Luego, esboza una pequefia -y pertur- badora- sonrisa. Fernanda muestra, solapadamente, sus cartas, Las cosas se vuelven ms complicadas. Cuando el analista se pone “Grme” en intentar detener este despliegue de “denuncias”, y le dice a la nifia algo del estilo de "a mi me parece que no sos vos la que piensa y aon ELJUEGO Y LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA 60, sino que repetis lo que dice alguien”, Fernanda empieza a golpearse contra la pared, Esta situacién comienza a repetirse. La respuestas que el analista ensaya frente alos golpes, como detener! ia que se golpee, etc, no parecen tener mayor influencia en su conducta. Muchas de esas, veces, los golpes también son sucedidos por una sontisa ~provocadora- por parte de la nifia. Este casé demostré, que la respuesta privilegiada, aquella que fact- lita una salida hacia una posicién menos gozosa, es el juego. Una de las, tantas veces que la nifia retomaba las acusaciones contra su padre, el analista comienza a jugar al “médium", como ir ausente para que se presentifique a través de algui lespiritu de una sefiora, te pedimos que hables por la boca de esta nifia”. Fernanda no se golpea. Esta vez no sonrie, sino que se rie. Invoca ella ahora distintos personajes para que hablen a través del analista: hombres, animales, mujeres buenas, mujeres malas. Otras veces el juego devendré ¢l juego del “zombie”: cuerpos sin vida deambulando por el consultorio. La tarea ser descubrir emo volveros a la vida. A partir de que estos juegos se instalan en el tratamiento, Fernanda empieza a decir algunas cosas, diferentes: Por ejemplo que el repite algunas cosas que dice su mama, pero que ella muchas veces “piensa diferente”. Después, por suerte, sigue jugando. Pensamos que la nif puede hablar, porque se encuentra amparada en el esp: del juego y del andlisis. Es decir, puede tomar a partir del juego, una po: cidn menos gozosa, que sin duda produce efectos en lo real, aunque la fia no pueda, ni le corresponda, hacerse responsable de dichos efectos. Eso le corresponde al Otro, en este caso, el analista. Podemos pensar, justamente, que lo que el juego verdaderamente “invoca”, no son espi- titus, sino la responsabilidad del Otro, La responsabilidad compartida Sabemos cémo los nifios convocan, a quién ocupe el lugar del Otro, tuna, dos, tres... infinitas veces, a jugar determinado Juego, a que les cuenten determinada historia, o a que participen de determinada repre- sentacién teatral, ya sea como actores o como espectadores. Sostenemos | que lo que convoca un nifio del Otro, ademas de ese juego en particular, ant ELACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh es su presencia misma en tanto jugador. ¥ de nuevo, que el Otro juegue, Guiere decir que el Otro se pueda hacer responsable, Sabemos que seria facil, aparentemente, que un nifio, incluso muy pequefio, “se las arreg solo” para jugar. Podria, por ejemplo, apretar un punto en la pantalla del Ipad de su mama y mirar todas las veces que quiera determinada secuencia del Club de Mickey Mouse. Sabemos también que esa situa- ‘Gién no puede sostenerse por mucho tiempo. El llamado al Otro vuelve. No se trata de inconvenientes técnicos, como que la sefial de Wi-Fi haya quedado interferida y Youtube tarde demasiado tiempo en cargar, sino, nas bien, de inconvenientes éticos. El Otro, en tanto jugador, no debe, por el momento, desentenderse. Recordemos que para Freud aquellas marcas impresionantes que los nifios han vivenciado de muy pequefios, pueden luego no ser recordadas yrunca, “salvo en suefios" y s6lo volverse consabidas mediante un trata~ ‘iento psicoanalitico. Freud nos advertia que, sin embargo, ello “irrumpe posteriormente-en su vida con impulsos obsesivos, drige acciones, les impone simpatias, y antipatias, y con frecuencia, hasta decide sobre su morosa, tan a menudo imposible de fundamentar acorde a stenemos que no Jas marcas impresionantes vivenciadas por el nifio tendrén efectos en la vida adulta del ser hablante, ‘ino también la forma en la que el nifio ha podido -o no- jugar con las, es decir, la forma en la que ha respondido a las mismas, Entonces jas marcas, pero también el juego, influirin en sus sintomas, en sus acciones y en sus clecciones. ‘Deciamos que, para Fukelman, el nifio puede leer esas marcas impre- sionantes, utilizando el imaginario corporal, que a su vez debe ser re bido por el Otro, y que sino se inscribe como lectura aquello que el nifio hhace, esto queda como algo que “sucede en lo real para ese nifio o nifia" "Afirmamos, entonces, que pedemos encontrar en el juego una suerte de responsabilidad “compartida’ entre el nifio y el Otro, aunque por supuesto, no simétrica, El nifio puede responder en su juego, siempre y cuando el Otro sostenga la escena del juego, dejando la verdad de imposible del sexo por fuera. Si el juego produce efectos en lo real, no es el nifio quien puede responsabilizarse de los mismos. Desde la perspectiva de esta responsabilidad del Otro es que podemos entender que Porge afirme que si el sintoma del nifio da cuenta de la ruptura de la transmisi6n det saber, eso prueba que “ese saber no es BL JUEGO VLA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA otro que el saber de una transmisién”. Que el Otro juegue, da cuenta de que ese saber de transmisi resalta, al conceptualizar la funcién de la “familia conyugal’ le de una transmisién que “es la de una constitucién subjetiva, que implica la relacién con un deseo que no sea anénimo”.” ‘Debemos hacer una distincion importante: si bien es el Otro quien sostiene el espacio de juego, no lo determina ni lo sugestiona. No se trata cn el juego de la produccién de emblemas significantes ¢ identificato- rigs tomados del Otro, sino que el juego opera justamente en otra direc- cién: la de constituir para el ser hablante un camino hacia un margen de independencia fen su relacién con el Otro. -ordamos aqui las conjunciones fundamentales de: demareaba Calls, entre ella, la polar Sa aR En mimicry, el actor, al representar deliberadamente un personaje, se vela forzado a estar atento y obligado a una agilidad mental continua, “como en disputa una competencia”. Mimicry funcionaba asi como el polo “activo y fecundo", Por el otro lado, ilinr, el elemento al suponer una renuncia de la voluntad y de la conciencia, ¢jercia “una especie de atraccién horrible y funesta, cuya seduccién se debe neutra- lizar". Vemos nuevamente la debe triunfar por sobre la fascinaci 3 Es asi que Caillois decia que el especticulo debe “imponerse” al trance, y que la mascara de hechicero debe “constituirse en mascara de teatro”, _ No vemos otra cosa aqui que el pasaje de las marcas impresionantes, Eindriicke (la mascara de hechicero) al Reprdsantanz de la Vorstellung la mascara de teatro). Este movimiento constitutivo, que demuestra la separacién en relacién a las determinaciones del Otro (en las que el nifio podria quedar realizando las marcas del fantasma materno), abre la posibilidad para el ser hablante de articular una responsabilidad propia. Recordamos el juego de una pequefia nifia de dos afos y medio, que le pedia a su padre que la persiguiese personificando un edn y que, una vez comenzado el juego, lo detenia abruptamente, para exclamar asus- tada: “Ino es un le6n, no es un ledn, es papal”. La mascara de teatro, y la escena misma, estén todavia en vias de constituirse. El juego debe continuar. 9. Lacan, J. (1969) "Dos notas sobreel nifo" op. cit, p. 56. ELACTO DEL EGO |Esmundo Mode Alienacién y separacion Deciamos que la estructura del sujeto hablante no podia reducirse ala identificacién con un rasgo emblemitico recortado del campo del Otro, y que el sujeto solamente emergia en un cruce de la alienacién y la separacién en tanto operaciones instituyentes. Que pudiéramos dar cuenta del sujeto dividido en el intervalo si ficante, en tanto un sujeto es lo que un significante representa para ‘otro significante, nos anoticiaba de una resistencia estructural al aplas- tamiento del Otro del campo parental. Recordemos que para Kreszes el imperativo goethiano ~"Lo que has heredado de tus padres, adquiérelo para poseerlo”- no daba por sentada una pasiva operacién filiatoria det sujeto, sino “un movimiento de apropiacién que al mismo tiempo que filia, desafilia, al mismo tiempo que toma en cuenta el lazo con el Otro, ” ye como una ope! Pensamos que el juego se inscril placién de las marcas constituyentes por excelencia que, justament, vez que se apropia de ellas, le permite al ser hablante tomar distancia de Jas mismas. Es por eso que vemos en el juego la génesis de una responsa- bilidad subjetiva propia, recortada del Otro: la apropiacién de las marcas constitutivas nunca es pasiva. Si para Lombardi, en la alienacién, el sujeto con su fading, protegia al organismo del efecto directo del significante, “efecto injuriante, psico- somatico”, al darle cuerpo al S,,¢s alli donde nos encontrébamos que el ser hablante conserva, incluso bajo coordenadas de un méximo forza- miento estructural, “la minima opcién de desaparecer”. Es decir que, de nuevo, contamos en la estructura con la posibilidad de responder, ain cuando esta respuesta implique la afanisis del sujeto. Si ante la exigencia pulsionante del lenguaje, el significante binario funciona para el sujeto como su Vorstellungreprdsentantz, nos encon: tramos de nuevo en el campo del juego. El juego, lo dice Lacan con todas las letras, es el Reprisantanz de la Vorstellung. Es en el juego, entonces, donde vemos que el ser hablante hace uso de esta “mfnima opcién de desaparecer”, oponiendo el significante binario S, al S, de la exigencla pulsionante. 70, Keres, D,, “Filacién y juricidad de s lengua”, op. ct, p. 71. GO Y LA RESPONSABILIDAD SUBIETIVA ita exclusivamente al Pero la respuesta que el juego supone no se 6 mn el sujeto “ataca la cadena en campo de la aliena €l punto del interval "a lo que en ese intervalo encuentra del deseo del Otro": Se trata de los objetos intersticiales “sefialados por el deseo del Otro”. Esta separacion se opera en el juego justamente a partir de la cons- titueién del objeto a, Nos encontramos, entonces, con la cara mis real del juego. Es en esta separacién en relacién al Otro, paradéjicamente, que el Otro queda verdaderamente constituido, alli donde antes sélo rnos encontrébamos con matcas significantes, Seria equivocado suponer, ‘cuando vemnos a un nifio jugar, representando, por ejemplo, determi- nada escena, que lo que se repite en ese juego es un Otro ya existente. El juego mismo da cuenta de la constitucién del Otro, a partir de que, ‘en dicho juego, vemos la produccisn del objeto a, E] Otro ¢s verdadera- ‘mente Otro a medida que puedo tomar distancia de él. Y no hay forma de tomar distancia si no es a partir del objeto. Vemos, entonces, esbo- zarse en el juego el germen de otra responsabilidad clectiva, ya no forzada, sino independiente del Otro. Sabemos que no podemos en la infancia suponer tn sujeto que pueda “atacar" la cadena en el punto del intervalo, ya que el ser hablante no cuenta todavia con los elementos estructurales necesarios que le permitan hacerlo, Sostenemos, sin embargo, que en el juego se constituyen algunas de las condiciones de posibilidad de dicho “ataque’. Si el juego, como afirma Lacan, “enmascara el riesgo”, esto no quiere decir que lo suprima. Todo lo contrario: es alli donde el ser hablante se constituye de tal forma que, en un tiempo légico posterior, podré asumir dicho riesgo, pudiendo responsabilizarse a la vez de las consecuencias de su acto en Jo real. Sies quella separacién, entonces, puede operarse a partir de a produc- Gién del objeto a, hay cierto movimiento en la constitucién misma de este objeto que podemos conceptualizar, y que vemos darse sobre la superficie del juego: un pasaje del objeto transicional winnicottiano al objeto del fort-da. Si Lacan, en el seminario que le dedica al acto, afirmaba que “el sujeto como tal funciona, al principio, a nivel de este objeto transicional”, es ‘este “al principio” el que quisiéramos interrogar. éPor qué para Lacan el sujeto sélo al principio funciona asi? Para Mannoni el objeto transicional es un objeto “conservador”: “colma la falta que deja la ausencia”. Es por 105 ELACTO DELJUEGO | Edmundo Mordah 50 que entendemos que Palant ubique al objeto transicional del lado para nada en toda esa construccién artificiosa alrededor del narcisismo”, Seré entonces necesaria una transformacién, como afirma Lacan, del vel de alienacién, a un velle, un querer, una voluntad, donde lo pulsional se satisface en acto articulandose con el deseo que viene del Otro. Vemos entonces, aqui, otra dimensién de! objeto: la del objeto del fort-da que le firma, por eso, que “la repeticién nuevo, se vuelve haci ico que hace de lo nuevo su dimens Encontramos entonces en el julego dos perspectivas del ob} ‘légicamente necesarias, necesario que el sujeto funcione, “al principio’ ya que esto le permite al ser hablante soportar lo insoportable de la falta, para que luego, en un segundo tiempo, y desde el cbjeto del fort-da, pueda preparar su “ataque” al intervalo significante donde se ubica el deseo del ‘Otro, articulando una posicién propia y nueva, contando, ahora si, con los elementos estructurales necesarios que le permitan responsabilizarse de la misma, Si bien sostenemos que es imposible concebir el acto en la infancia, pensamos que el juego es constitutivo, también, en tanto que su horizonte no ¢s otro que el del acto mismo. El juego como pre-acto Deciamos que Lacan produce su teoria del acto psicoanalitico basada en Ia experiencia de la caida del sujeto supuesto saber. Recordemos también aqui cémo para Boccio, el flésofo, o bien no hay eleccién libre por parte del ser humano y la responsabilidad del mal es entonces de Dios, o bien su eleccién introduce un elemento que se presenta como contin- gente, contrariando la presciencia divina. Podemos entonces concep- tualizar una responsabilidad propia y auténoma para el ser hablante, ‘Los cuatro conceptos fundamentals del pscoanaliss, EL JUEGO Y LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA no sélo a pesar de la incompletud del Otro, sino justamente a partir de la misma: “Dios ha muerto, ya nada esta permitido”,/* advierte Lacan contestandole a Ivan Karamazov, el atormentado personaje de Dostoie- vsky, que afirmaba que “si Dios no existe, todo est4 permitido”. Recordemos que si bien, por un lado, el sujeto en el juego “espera su ugar en el saber", y la pasidn del juego surge del hecho de que frente al sujeto supuesto saber, el sujeto se instituye como aquel que puede saber, Lacan demostraba, justamente, que lo que ha sido excluido del saber como imposible, el sexo, deviene la realidad de lo que esté en juego. El juego demuestra entonces la incompletud del sujeto supuesto saber, tercer jugador”, la verdad del sexo, toma su lugar justamente como lo imposible de saber. Vemos entonces establecerse un fuerte paren- tesco entre juego y acto. Recordamos el juego que Lacan relata de una pequefia nifia de tres afios: el de ira un extremo de la habitacién y aproximarse lentamente a ‘su padre pata finalmente precipitarse sobre él y besarlo, pronunciando escondidamente “eso va a llegar”. Por supuesto que, en el tiempo Idgico constitutivo de la infancia, es deseable que “eso”... no Ilegue nunca, sobre todo si tenemos en cuenta que en el idioma frances, el término que se utiliza para “beso”, “baiser”, es el mismo que se utiliza para “coger”. Lacan decia que “uno es responsable en la medida de su saber hacer", y que “no hay responsabilidad més que sexual”; Marta Beisim afirma que ‘imposible conceptualizar una responsabilidad en la infancia desligada {del Otro, en tanto en la infancia no hay acto sexual. Acordamos absolu- tamente con esta afirmacién, aunque consideramos relevante establecer una relacidn estructural entre el acto y el juego, en el punto en queambas se ubican en el espacio de lo electivo en la estructura, En el acto, el ser hablante puede responsabilizarse por su posicién y por los efectos en lo real de dicho acto. Eduardo Glu} lo ejemplifica muy claramente al decir que, especialmente en el terreno de a sexualidad, de! juego entre adultos se puede pasar répidamente al acto. En el juego de {os nifios las cosas son diferentes: por un lado, la responsabilidad recae sobre el Otro; por otro lado, lo que empieza en el juego, debe terminar, para el nifio, necesariamente, en el juego. 12. Lacan, 7970) El Seminario 17: El reverso del pstcoandlists, op. eit, p. 127. 107 BL ACTO DEL JUEGO | mundo Moreh Juego y angustia Recordemos que Freud sostenia que la angustia, que originariamente ¢s la reaccién frente al desvalimiento del trauma, es mas tarde repro- ducida como sefial de socorro en la situacién de peligro, y que en ella, 1 yo, que ha vivenciado pasivamente el trauma, repite (wiederholen) ahora de manera activa una reproduccién (Reproduktion) morigerada de este, con la esperanza de poder guiar de manera auténoma su decurso”. En ese punto, y con mucha precisién, Freud ubicaba la equivalencia duciéndolas en el juego; con esta modalidad de transito de la p: ala actividad procura dominar psiquicamente sus impresiones vitales”. Esta relacidn que Freud establece entre angustia y juego es altamente fructifera para este desarrollo, en tanto pone al juego en linea con el acto. Freud afirmaba que lo de desplazamiento de fa situacién de desvalimiento en la que la angustia se originaba, hasta su expectativa, la situacién de peligro. Podemos concep- tualizar que se trata dela relacién dela angustia con el acto. En ese sentido, Lombardi afirma que la angustia es sefal, pero también es apronte: “es la disposicién a la accién, es casi acto, ¢s pre-acto, esta en el limen de la accién con lo que ella implica de satisfaccién que tiene un costo”. Sirviéndonos de la equivalencia entre angustia y juego, sostenemos que el juego también puede ser conceptualizado como pre-acto, y como antecedente légico del acto: “Uno se prepara a lo inesperado”, afirma Lacan. Lo inesperado “atraviesa el campo de lo esperado alrededor de ese juego de la espera”, Esto solamente sera “haciendo frente a la angustia’, alrededor de ese campo de la espera. El juego, entonces, no puede solamente ser pensadio como una opera- cién en la que se “tramitan” marcas, de una forma tan acorde al prin- cipio del placer, sino que da cuenta del modo en el que ser hablante se posiciona frente a “lo inesperado”. Si bien afirmamos que en Ja infancia no hay acto, el juego, y es otra interpretacién que podemos hacer del pasaje de la pasividad a la actividad, se pone en la perspectiva futura del acto, constituyéndose como su ante- 13. Lombardi, G., "Tres formas de la angustia, Una conteibuctén ala dinica de la dtl” ‘en Acto, pasoje al acto y acting, op. ct. 408 EL JUEGO YLA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA cedente. Como afirma Lacan: “mientras hablemos de las relaciones de la repeticién con lo real, el acto estard siempre en nuestro horizonte”."* ‘Acto y juego, entonces, dan cuenta de que en la estructura subjetiva, ‘como lo afirma Lombardi, hay dos reales en juego: “Lo real irremediable, y lo real del acto de elegir, que se apoya en el primero”. En la infancia el juego viene a demostrar precisamente que el ser hablante esta confron- tado, de entrada, a una eleccién. Se instituye asi como un antecedente del acto, a la vez que, el acto mismo, no deja de estar en su horizonte El anilisis: la responsabilidad a través del juego Recordemos cémo para Huizinga la tensién desempefiaba un papel importante en el juego. Tensién, queria decir “incertidumbre” y “azar”. Por otro lado, tensién era, también, un “tender hacia la resolucién”, Destacdbamos que era especialmente interesante como este elemento de mn, para Huizinga, prestaba a la actividad liidica, que por su defi- cierto contenido cen tanto que el jugador, en el medio de ardor para ganar el juego, que mantenerse dentro de las reglas, de los limites de lo permitido en €l Répidamente podemos establecer un fuerte lazo con la operacién anal snsado como un juego. Lacan dice de una forma contundente que un anilisis tiene todos los caracteres del juego: "es un juego porque se prosigue en el interior de una regla, en. la cual se tratard de saber cémo el analista tiene que conducir ese juego, para que conduzca esta operacién de un modo correcto”."" La regla fundamental que Freud propone para un tratamiento an: tico, la asociacidn libre, no es otra cosa quela invitacién a entrar al juego del andlisis, Esta regia, como é nos lo aclara, no puede tener excep- clones. Cualquier excepcién, no implicaria otra cosa que darle ventajas, ala resistencia, lo que llevaria en iiltima instancia al detenimiento o a la finalizacién del juego. late del 19 de mayo. EL ACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh El principio de abstinencia es también una de las reglas de juego que rigen un anélisis. Si Freud nos dice que se trata del principio soberano de la cura, nos esta aclarando que sin es esa regla, no hay juego anali- tico posible. Recordemos que para Freud, si se respeta el principio de abstinencia, queda descartado para el analista el intentar corresponder la transfe- encia amorosa, asi como también el rechazarla. El camino del analista “es diverso”, afirma Freud: uno retiene la transferencia de amor para “reorientar” sus origenes inconscientes, y “extraer de ahi la sustancia analitica”. Lo curioso es que Freud desta- caba, dando cuenta de la originalidad de! método que habia inventado, que para esta respuesta analitica, “la vida real no oftece modelos”. Es interesante que Freud nos hable aqui de “vida real”. 2E1 juego entra en lo que podemos definir como “vida real”? Sea como fuere, sostenemos que en el juego si encontramos un ejemplo valido para el tipo de respuesta analitica que Freud est conceptualizando. i Winnicott sostenfa que al psicoanalista “tiene que resultarle v que se le recuerde, a cada instante, no sdlo lo que se le debe a Freud sino esa cosa natural y universal que llamamos juego”, sostenemos que ¢s justamente porque la posicién del analista no puede ser la del sujeto supuesto saber. Sin embargo, sostenemos que la afirmacié tiana es ampliamente discutible, en tanto conceptualiza al juego como “una cosa natural y universal”. Esta afirmacién podria confundirnos instintivo, que nos haria extraviar y olvidar la verda- dera “naturaleza” del juego, en tanto ésta da cuenta de lo electivo de la estructura y de la necesaria respuesta que convoca en el ser hablante. El analista debe recordar efectivamente, ademas de lo que le debe a Freud, lo que le debe al juego (aunque es gracias a Freud que compren- demos mejorlo que el juego es), pero ya no en tanto algo “natural”, sino en tanto en el ubicamos la respuesta de un ser capaz de eleccién ante lo real de la estructura, El juego es entonces, de alguna forma, un antece- dente de un psicoandlisis, en tanto lo que éste tiltimo genera es la posi- iad para el ser hablante de revisar su posicién ante lo electivo. Es asi que entendemos que Fukeiman afirme queen la infancia la transferencia vva dirigida al juego, o que Porge diga que para el nifio lo primero es la 16. Winnicott, D. W. (1971) "El Juego. Exposiciénterica” en Reade y Juego, op it, p65. [EL JUEGO ¥ LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA neurosis de transferencia, aquella que permitira conformar, si las cosas funcionan bien, una neurosis originaria. Que la transferencia sea al juego implica, como lo afirmabamos antes, un Otro jugador, que sostenga ¢l juego permitiéndole al nifio producir sus propias respuestas. La neurosis de transferencia en la infancia también sera a un “buen entendedor” que haga circular el mensaje del nifio a un lugar tercero, Creemos que ¢l movimiento que Fukelman y Porge describen es similar y que podriamos condensar de la siguiente forma: Para que haya neurosis (originaria) debe haber primero transferencia al juego. ‘Vernos entonces consolidarse la relacién entre lo electivo, juego y transferencia. También en de los adultos la transferencia hara Jas veces de "circulo magico”, de zona de juego, donde se generaran las posibilidades que en diltima instancia conducirén al ser hablante a revisar ‘sus elecciones. Por eso Freud nos dice que “la transferencia crea asi un reino intermediatio entre la enfermedad y la vida por el que se efectiia 1 pasaje de la primera a la tiltima”.” Es interesante cémo Freud muestra que este “reino intermedio” es un territorio con cierta independencia y autonomia en relacién al dela neurosis originaria, El la 28* de las Conferencias de introduccién al psicoa- nlisis, brinda este feliz ejemplo: “Suponiendo que logremos finiquitar con felicidad el caso mediante ¢l establecimiento y el desasimiento de una fuerte transferencia paterna sobre el médico, seria erréneo inferir que el enfermo padecié antes a raiz de una ligazén inconsciente de su libido con el padre. La transferencia paterna no es mas que el campo de batalla en el cual nos apoderamos de la libido." Pensamos que este “campo de batalla” no es otra cosa que una zona de juego. Para Freud, este campo de batalla “no ha de coincidir por fuerza con uno de los bastiones importantes del enemigo". La meta tiltima de un analisis no puede ser entonces suponer un encuentro engafioso y aplastante entre sujeto y sujeto supuesto saber. Para Lacan, el andlisis tiene que culminar “en otra cosa que en la iden- 56. 7, Freud, S. (1913) “Recordar, repetir, reelaborar” en Obras completas, op. cit... 1 48. Freud, S. (1920) "28° conferencia, La terapia analitica” en Obras completas, op. it, pats. ELACTO DELJUEGO |Edmundo Mario tificacién de un sujeto indeterminado, en el sujeto supuesto saber, es decir en el sujeto del engafio”. Si supusiéramos que hay un encuentro posible entre sujeto y sujeto supuesto saber, no estariamos entendiendo verdaderamente el juego: hay un “tercer jugador”, la realidad de la dife- tencia sexual, ante la que ser hablante ha tomado po: Es por eso que Lacan se puede referir al idico” del sujeto. Es precisamente ese objeto a Itidico, irreduct cualquier saber, el que hay que poner a jugar en fa transference da cuenta del juego del ser hablante ante lo real, El deseo del analista, como sostiene Lacan, opera en esa direccidn, tan opuesta a la de la consolidacién (engafiosa) del sujeto supuesto saber: "Ileva al paciente a su fantasma original, eso no es ensefiarle nada, es aprender de él como hacerlo". -omo podiamos leer en “El creador literario y el fantaseo”, el juego €s un antecedente del fantasma, sostenemos que la operacién sobre la transferencia, en analisis, tiene que generar un movimiento del fantasma al juego. Hay un real que podemos extraer del fantasma, el a i Melanie Klein afirmaba que hay fantasias inconscientes que subyacen al juego (interpretables ademas a través del juego), nosotros por el contrario, siguiendo a Freud, vemos en el juego un antecedente de la fantasia con la novedad estructural que, como podemos conceptua- lizar ahora, ello conlleva: hay una eleccién del ser hablante, aquella que conceptualizamos en el juego, que antecede la fijeza que el fantasma, en relacién a la satisfaccién, supone. La maniobra del analisis, la “forma correcta de conducir el juego”, serd aquella, precisamente, que le permita al ser hablante reencontrarse, més alld del fantasma, con aquello que la estructura tiene de electivo, Huizinga mostraba, en relacién a las muy serlas decisiones que se podian tomar en el contexto de! ambito juridico, diversas en las que lo primario era, anterior incluso a los conceptos de justicia y verdad, “la decision de cosas serias en un juego y mediante un juego”. El anélisis podria constituirse como un ejemplo perfecto de esto: invitamos al ser hablante, a través de la regla fundamental, a participar de un juego, proponiéndole dejar a un lad responsabilidad. Puede hablai remente”. Lo hacemos, sin embargo, 19. Lacan, J. (1964-65) El seminario 12: Problemas crucioles para el pscoandlis clase del 19 de mayo. Inédito, EL JUEGO Y LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA porque sabemos que este dispositivo no puede conducirlo a otro lugar del acto, es decir ef lugar del pleno reencuentro con su respon- idad, claro que ahora bajo otras coordenadas, menos sacrificiales, menos terribles. En Ja infancia, un anélisis, se detiene antes: debe permitir que un nifio pase del jugar en la transferencia a... jugar. Somos los adultos los que nos debemos hacer cargo del riesgo, permitiendo que el nifio vaya produciendo sus propias respuestas. Si el acto no ¢s solamente cruzar e| Rubicén sino, por ejemplo, hablar, ya que en tanto que hablamos nos deberos hacer responsables de aquello que hemos dicho -es fo que el i fia-, es entendible que un nifio en andlisis no hable a través de la asociacién libre sino que juegue o, quizas, que hable a través de sus juegos. Recordamos sin embargo la muy pertinente apre- ciacién de Melanie Klein cuando sostiene que ella no consideraria te ‘menos de lograr finalmente que ~¢l nifio- se exprese con palabras, hasta el grado de que es capaz”.** Lo que entendemos es que cl horizonte en 20. Klein, M. (1927) *Simposium sobre aniliss infantil” en Obras completa, op. ct P 158, APENDICE Juego y repeticién LUCIANO LUTEREAU' elverdadere se ads radical que co En el juego Ja posicién del sujeto se constituye en el lugar de resto fantasmitico de una operacién de pérdida. He aqui el secreto de la expe- riencia lidica. A través de esta “reduccién" al correlato subjetivo del juego, se precisa el trasfondo originario respecto del cual otras concep- ciones del jugar son derivadas. Este fundamento originario permite esclarecer teorfas del juego que, de otro modo, no podrian justificarse mas que de un modo parcial - en funcién de la descripcién estitica de ciertos juegos especificos-. En resumidas cuentas, esta posicién establece una descripcién estructural dela experiencia de jugar que, a su vez, otorga sentido a diversas teorias empiricas. Asi, por ejemplo, la concepcién del juego como simbolizacién cobraria otro estatuto a la luz del planteo de las nociones de gasto y sacri- 1. Esta exposicién retoma una conversacin en un seminario dietado en el Foro Analt {ico de! Rio dela Plata en agosto/septiembre de 2012, Agradezco a E, Mordoh su inv ro con este apéndice ario, Cf. Luterenu, L. (2012) Los usos del Aires, Letra Viva-Farp. EL ACTO DEL JUEGO | mundo Mordoh ficio (impensables sin la categoria de resto). Lo mismo podria decirse a propésito del juego como representacién y, eventualmente, escet cacién de lo suftido pasivamente, en la medida en que esta version del juego puede ser reconducida a la produccién de pérdida intrinseca al acto de jugar. ‘Asimismo, respecto de la posicién fantasmética del jugante, podria encontrarse en este aspecto el motivo al cual puede ser reconducida la teoria del juego como soporte de fantasias inconscientes, Por esta via, la cuestién del fantaseo obtiene un esclarecimiento ampliado ~su condi- ‘dn de posibilidad- en el marco de una descripcin de la actitud imag nante, Esta particular posicién, por ejemplo, es la que también puede notarse en la presentacién freudiana de la asociacién libre.* Después de todo, el psicoanglisis mismo puede ser entrevisto como una forma de juego. No se trataria, entonces, de que en un psicoanilisis se juegue - para él caso, en la clinica de nifios-, sino de que el juego es el acceso. mismo al psicoanidlisis, Por eso la elucidacién de la posicién del jugante es también, indirectamente, una presentacién de la puesta en forma del discurso analizante; y es por este camino que a nadie puede extrafiar que tun esclarecimiento del juego deba comenzar con una reflexién sobre el tiempo de la repeticién. El resto de la repeticién Latemporalidad del psicoanilisis tiene la estructura de una secuencia de inscripcién -1o que permitié a Freud trazar una analogia con el juego de la “pizarra magica’~? en la que cuenta no tanto la permanencia discreta de los elementos como la transcripcién en que se producen. Para Freud, el porvenir se encuentra asociado a “la tesis de que la memoria [Esta particular suspenstén imaginante es enunciada por Freud en los siguientes términos: "Comencé a poner en prictica el método de la asociacién bre, consis- tente en comprometer al sujeto a prescindir de toda reflexién consciente y abando snarse, en un estado de serena concentracién, al curso de sus ocurrencias espontiineas” Freud, S, (1940) Esquema del psloanalisisen Obras completas, Vol. XXill, Buenos Ares, Amorrortu, 1988, p. 188. 3, Freud, , (1925) "Nota sobre fa uplzarra mi ‘Aires, Amorrortu, 1988. en Obras cempletas, Vol XIX, Buenos JUEGO Y REPENICION no preexiste de manera simple”,* dado que su estr 2 tras de continuasrenanscripciones(Unschri). En ete punt, e una referencia a Derrida lo que promueve la proposicién de un esclare- cimiento de esta estructura temporal. Enel libro La voz y el fenimeno (1967), Derrida expone un argumento que permite formular una estrecha ligadura entre el resto y la repeticién, a penal de una reflexién sobre el estatuto significativo del signo, rela signo es tal ~idéntico a si mismo- sélo porque es repetible; y su repeti- bilidad (soporte de su permanencia en el tiempo) se encuentra ligada a Ja presencia de la ideali ticién atraviesa la identidad que se encontraba en ae ae ana de la repeticin desarma el pensa~ o tradicional (en la flosofia de Occidente) del signo y la tepre- sentacién, condescendiendo al examen del diferenciar que subtiende la pretensién de la mismidad, Asi, el signo se disernina en el despliegue de le cadena significante -que, segiin Lacan, rechaza cualquier identidad, ignificarse a si mismo-, y el sentido declina en el genio. Lo tinico tachadura del origen, la produccién del resto. Un pensamiento del resto es un pensamiento del formaciones (asi como hablamos de “formaciones de! en el retorno de la repeticién; pero, las figuras del resto se caracterizan por un aspecto basal. En todo caso, cabria hablar de una produccién del a ew ton 5. Cf. Derrida, J., La voz y el fendmeno, Introduecicn al ; : problema =o logia de Husserl, Valencia, Pre-textos, 1995, p, 100, Peay (1892-99) *Catta 52" en Correspondencia con Fess en Obras Completa, Vol. EL ACTO DEL JUEGO | Edmundo Mordoh resto en cada una de ellas. ¥ si las figuras del resto comparten con las formaciones del inconsciente su indeterminacién equivoca (evidente en el chiste 0 el lapsus), por lack ‘nan la division subjetiva; en cuanto también son modos de resistencia, las formaciones del resto dan cuenta de una légica bdsica que las formaciones del inconsciente demuestran. Podria decirse que la eficacia analitica sobre estas tiltimas sélo puede: tearse a partir de reconocerlas por el resto que resiste ¢ insiste en Por eso la pregunta acerca de si el juego repite una situacién externa al juego mismo sélo adquiere sentido en la medida en que s¢ la plantea segiin el modo de repeticién intrinseca que el juego actualiza. Para dar cuenta de este aspecto, realicemos una lectura detenida del juego mas famoso de la historia del psicoandl Fort-da En el capitulo 2 de Mds alld del principio del placer (1920), Freud se propone una “estética de insplracién econémica”.* De acuerdo con este propésito es que considera el juego, desde una perspectiva infantil, en funcién de la ganancia de placer. Al igual que Aristdteles en su Poética, Freud destaca que el juego se nutre de una extrafia condicién paradéjica: muchas veces da lugar a lo “desagradable”, con lo cual cabe preguntarse ‘en qué medida podria ser placentero cobljar lo que, en definitiva, no causa placer. En este punto, es importante realizar una aclaracior freudiano no peca de ingenuo al proponer que el displacer seria un predi- cado del objeto que el juego representa ~cuestion que también podria proponerse en términos artisticos: éque satisfaccién podria haber en la contemplacidn de una crucifixién? No obstante, en este caso, el placer ¢s relativo al acto contemplativo antes que al modelo-. La pregunta freu- diana se formularia con otros términos: épor qué el displacer motoriza juego? Para dar cuenta de este aspecto es que se introduce el llamado ‘fort-da’ En primer lugar, cabria advertir cémo Freud ubi estructura, en tanto acceso al juego, no estaria en un ‘| habito -cuya acer de cuenta Freud, 5 (1920) "Mis alli del principlo del placer” en Obras completas, Vol. XVI, op. cit, p. 17. JUEGO ¥ REPETICION que. 10 en el hacer “una y otra vez". ti i '~ en el nticleo mism« ae 0 de acto *.. este buen nifio exh desi fio exhibia el habito, molesto en ocasiones, de arojar lejos inrincdn o debajo de una cama, et., todos los pequefis objetos ue hallaba a su alcance, de modo que no solia ser trea facil juntar sus Juguetes,Y al hacerlo proferia, con expresién de interés y satisfaccién, lun fuerte y prolongado ‘o-o-0-o', que, segin el juicio coincidente de la madre y de este observador, no era una i sani det interjeccidn, sino que significaba En segundo lugar, es notorio que Freud considere mucho mis el “uso de pus juguetes"® antes que la materialidad o su caracter concreto. Lo significativo es que el nifio jugaba a que “se iban”; y lo mismo ocurrié con un carretel enlazado con un piolin, el cual no utilizaba para “jugar al carrito", sino que arrojaba tras la baranda de su cuna, para despeditlo, aunque ~en este caso también saludando su regreso con un “Da” (acd esta). Por esta via, el juego se realizaba con un doble tiempo: desapa- ricién/aparicién. Por tiltimo, a esta variacié fi h icin del juego se afiade tercera experiencia: 7 = “Un dia que la madre habia estado ausente muchas horas, fue saludada a Su regreso con esta comunicacién: 'IBebé 0-0-0-ol’; primero esto result incomprensible, pero pronto se pudo comprobar que durante esa larga soledad el nifio habia encontrado un medio para hacerse desaparecera si cial Dea 6 la imagen en ol espe del vstuaro, que legaba casi acer ey ares tans el cuerpo de manera tal que la imagen En este punto, cabria preguntar: ése trata de un mismo | varlaciones ode tres ego ditintos?Esclareceresta pregunta pois dar elementos para trazar una distincién entre diferentes modalidades de juegos a través de diversos usos pulsionales, ya que no es lo misiné con la expulsién que satisfacerse en el recorte de un espaci be, como tampoco lo es interrogar el deseo del Otro a través de la propia ausencia en un proceso de sustraccién, 7. Mbid, p. 14. 8 Bid, p. 15. 9. Ibid. ELACTO DEL JUEGO [Edmundo Murdot Por otro lado, es preciso reconstruir las interpretaciones que Freud realiza de este juego -en la medida en que también han sido el funda~ ‘mento de ciertas concepciones habituales-, para interrogar su pertinenci Por un Jado, Freud sostiene que este juego permitia “admitir sin protestas la partida de la madre. Se resarcia, digamos, escenificando por si mismo, con los objetos a su alcance, ese desapatecer y regresal Por esta via, Hegamos a la concepcidn del juego como tna escena que simboliza la ausencia de la madre. Esta interpretacion implica un doble supuesto: que cl juego refierea algo ms al de st mismo, y que el objeto representa a un personaje especifico, Sin embargo, asi quedaria cance~ Jada la posibilidad de pensar la automomia del juego (y se hace consistir fen demasia el valor simbdlico del objeto concreto con que se juega). Por otro lado, en una segunda interpretacién freudiana se afirma que “en la vivencia era pasivo, era afectado por ella; ahora se ponfa en tun papel activo repitiéndola como juego”."" En este punto, Freud conje- tura que podria atribuirse esta repeticién a una pulsién de apodera- miento, aunque también refiere que podria pensarse en una suerte de vengansa. Las dos opciones no son excluyentes y son el fundamento de otra concepcién habitual del juego (como “tramitacién”, “claboracién” atc.), aunque comparten un supuesto comin: es preciso una vivencia anterior, “antes” de la repeticién. No obstante, como hemos visto, !a Iégica de la repetici6n que importa para un pensamiento del resto no requiere de la mismidad antes del diferir. De acuerdo con un esclarecimiento de estos supuestos, puede afir- rmarse que estas concepciones del juego se sostienen en una considera- ‘dn insuficiente de la nocién de repeticién. En ambos casos, esta dltima ts entendida como reproduccién (0 reiteracién) -ya sea en funcién de la referencia simbélica a una vivencia anterior; 0 bien como inversién de lo sufrido pasivamente-. Sin embargo, sila pregunta freudiana en este contexto se formula a partir del cardcter compulsivo del juego mismo, fen funcién de aquello que lo sostiene mas alla del principio del placer, es claro que la intuicién de Freud tiene un alcance mayor que su modo de teorizar, Dicho de otro modo, la repeticién del juego no radica en 10. Ibid. Mi lbid, p. 16. JUEGO ¥ REPETIGON Ja referencia a una vivencia penosa que no sea Ja que el jucgo mismo pone en acto. Hay un penar propio del juego, que debe ser entendido en funcién del resto que se pierde en su propio circuito. El efecto directo de este déficit freudiano frente a un pensamiento de la repeticién -que actualice la cifra temporal del juego- se conjura en que entienda el juego ‘como tna suerte de “renuncia a la satisfaccién pulsional” cuando, en todo caso, cabria preguntarse si el juego mismo no es un recorte de una variedad de trayectos pulsionales. Asimismo, al proponer que en el juego se “abreaccionan”® situaciones vividas con intensidad, Freud no hace is que confirmar el caracter emnpirico y derivado de su nocién de repeti- én; incluso cuando pueda tener Ia lucidez de afirmar todo lo contrari “Pero, por otto lado, es bastante claro que todos sus juegos estin presi- didos por el deseo dominante en la etapa en que ellos se encurentran”."* Lamentablemente, para dar cuenta de este tltimo hallazgo, Freud no de! de ofrecer una solucion desfalleciente, al vincular el juego con el deseo de "ser grandes y poder obrar como los mayores”."” Como suele ocurrir ‘a veces con [a lectura de los textos freudianos, la fecundidad del hallazgo perece ante el método de formalizacién. A la nocién freudiana de repeti- ‘ién le faltaria la radicalidad suficiente como para entrever que el juego enlaza con los distintos citcuitos de satisfaccién pulsional, a través de ja delimitacién de la diversidad del resto que se recorta en cada uno de cllos, en funcién de la escansién de un tiempo que no es el de la suce- sién de instantes discontinuos. 12. bid. 13.Ibid, 14. Ibid. 15. bid an Bibliografia im, M. ‘Aires, Ediciones del lols, R, (1967) Los juegos No. 38, Buenos 3, 1994 , México, Fondo de Cultura Econ F, La ley, el sujeto y el goce, Buenos Aires, Nueva visién, 2008 tino, J.C. (2008) El gito de 1920, Buenos Aires, Imago Mundi, 2004 ‘Buenos Aires, Paidés, 2011 Fukelman, J. (1990) “Fantasias en Jue Aites, AAPPG, 1990. versaelones con Jorge idad en a infancia” en 5. "Respor No. 38, Bu Gerber, D., El psican Gerez Ambertin, M. (Comp.) Cu 2004. Gerez Ambertin, M,, “Intimidactén y repstros de No, 38, Buenos Aires, Ediciones del seminario, 2010. mann, A. 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