Ah tienes a tu madre, son las palabras de Jess en la cruz. Las pronuncia
en el momento de la agona, en el sufrimiento extremo, en la soledad absoluta. Son palabras pronunciadas desde la sabidura, que da la entrega y el amor hasta la muerte. Jess saba de nuestros futuros sufrimientos. Conoca la debilidad de la condicin humana, capaz de derrumbarse ante el dolor. Desde la cruz comprende que necesitamos la maternidad. La presencia de la madre transforma el sufrimiento que nos oprime ante la adversidad. Esta es la fuerza sublime del amor maternal. Dicho poder no se manifiesta con grandilocuentes palabras o con hechos magnficos. En la sola presencia reside todo su potencial. Ah tienes a tu madre. S que ella est ah, a mi lado. Mara est presente en el sufrimiento de Jess, en nuestro sufrimiento. Ella no slo est conmigo sino en mi sufrimiento. Este en expresa cercana total e inmersin en la profundidad del momento que vivo. La maternidad incide en el tiempo y en el espacio. Redimensiona el instante presente. Mi madre est conmigo en este momento, mi mam, a qu tengo que temer?. No estoy aqu yo, que soy tu madre?, le dijo la Virgen a Juan Diego en Mxico. No ests en mis brazos querido hijo?, nos dice a cada uno de nosotros, desde esa imagen preciosa del lienzo que encontr Jaime Trigueros. Ah tienes a tu madre. Queridos hermanos, no tengamos miedo a la adversidad. Ella, Mara, est con nosotros, en cada circunstancia, en cada segundo de nuestra vidaahora est contigo.