y tan atados nuestros corazones, ya concertadas las inclinaciones y confundidas las naturalezas, que nuestros argumentos y razones y nuestras alegras y tristezas estn jugando al ajedrez con piezas iguales en color y proporciones. En el tablero de la vida vemos empeados a dos que conocemos, a pesar de que no diferenciamos, en un juego amoroso que sabemos sin ganador, porque los dos perdemos, sin perdedor, porque los dos ganamos. Francisco Luis Bernrdez.