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Cosmologia Maya

La cultura, la ciencia, la religión y el arte maya están basados en su


relación con el Sol. Creían que sólo a través del Sol se podían
comunicar con Hunab-Kú, el Dios que esta en todas partes. Para los
mayas, Hunab-Kú es un organismo gigantesco que nos contiene a
todos en su interior. Afirman que su corazón y su mente están en el
centro de nuestra galaxia y que sólo a través del Sol se podían
comunicar y dirigirse espiritualmente a él. Por eso su interés
fundamental en el Sol, en Kinich-Ahau.
Los mayas construyeron sus maravillosas ciudades, sus sitios
ceremoniales y sus pirámides al sur de México, en la Península de
Yucatán, Honduras y Guatemala. Allí dejaron grabados en las piedras
sus mensajes del tiempo, los recorridos del Sol, de la Luna, de Venus
y el camino para que la humanidad se dirija hacia el crecimiento y la
luz.
Maya viene de "Mayab", que significa "sitio del planeta Tierra llamado
Yucatán". Para los hindúes Maya significa ilusión, para ellos todo lo
que cambia es ilusión, lo que permanece, lo eterno, es el espíritu.
Maya también significa mente, magia, madre. Maya, Maia y María son
una misma palabra; curiosamente la madre de Buda se llamaba Maia
y la madre de Jesús, María.
Nuestro mes de Mayo lleva ese nombre en honor a la diosa romana
Maya, la diosa de la primavera, del florecimiento. En filosofía
esotérica, la palabra Maya representa a una mente que se libera del
cuerpo para moverse a grandes distancias con plena consciencia.
¿Tendrá este último significado algo que ver con la desaparición de
casi todo el pueblo maya en el año 830 d. C.? Aunque hay muchas
teorías sobre la desaparición misteriosa de esta gran civilización,
algunos dicen que desaparecieron de manera voluntaria y consciente,
abandonaron sus ciudades y sus casas en el momento de mayor
desarrollo de su civilización.
Aunque los ultimos estudios cientificos descubrieron que el pueblo
maya desaparecio a causa de las pestes y guerras internas, lo que los
llevo a huir dejando sus ciudades y la desaparecion tomo muchisimo
mas tiempo de lo que se cree
Los mayas descubrieron, gracias a sus estudios sobre el Sol, que el
Sistema Solar entero se movía. Llegaron a la conclusión de que el
Universo tiene ciclos, períodos de tiempo repetitivos que comienzan y
terminan como el día y la noche. Se dan cuenta que nuestro Sistema
Solar se desplaza en una elipse que lo aleja y acerca al centro de la
galaxia. Es decir, que el Sol y todos los planetas se mueven en ciclos
en relación con Hunab-Kú, la luz central de la galaxia.
Encontraron que esa elipse, ese giro completo, ese ciclo que realiza el
Sistema Solar, dura 25.625 años. A este ciclo lo podemos llamar DIA
GALACTICO. Cuando el recorrido llega a la mitad, es decir, tras 12.800
años, estamos cerca del centro de la galaxia, de la luz, iluminados en
el día de la galaxia. En la otra mitad del recorrido, los otros 12.800
años, nuestro Sistema Solar esta cada vez más lejos de la luz central,
es decir, en la sombra, en la noche de la galaxia. Hay día y noche en
la galaxia, sucede lo mismo que en nuestro planeta pero en una
escala mucho mayor; cada día y cada noche duran 12.800 años.
Descubrieron que cada gran ciclo contiene, a su vez, ciclos menores
que tienen las mismas características que los ciclos mayores. El DIA
GALACTICO de 25.625 años está dividido en 5 ciclos de 5.125 años
cada uno. El primer ciclo es la MAÑANA GALACTICA, el segundo ciclo
es el MEDIODIA GALACTICO, el tercero es la TARDE, luego viene el
cuarto ciclo la TARDE-NOCHE o ANOCHECER y por fin, la conclusión, el
quinto ciclo, la NOCHE GALACTICA que vuelve a dar paso a un nuevo
amanecer, a otros 5 ciclos y así eternamente.
La primera supuesta profecía nos dice que en 1999 el Sistema Solar
empezó a salir del último de esos ciclos, que nos encontramos en el
fin de la noche, saliendo de la oscuridad y a punto de entrar en el
amanecer de la galaxia. Dice que al final y al comienzo de estos
ciclos, o sea, cada 5.125 años, el Sol central de la galaxia emite un
rayo de luz muy intenso. Mediante este brillo sincroniza a todos los
planetas y soles. Es como el latir lumínico del corazón de la galaxia,
palpita cada 5.125 años.
Ese resplandor inmenso es el período de transición que marca el final
de un ciclo y el comienzo de otro, dura 20 años. Ahora nosotros nos
encontramos en el TIEMPO DEL NO-TIEMPO, es un momento
evolutivo, una etapa corta pero intensa dentro de los grandes ciclos
donde suceden cambios muy rápidos para impulsarnos hacia una
nueva etapa de evolución como individuos o como humanidad.
Los mayas nos hablan de un ritmo, de un orden que existe en el
Universo. El hombre maya es bastante poderoso: domina y posee el
número que le permite hacerse "dueño del tiempo". Su cuenta le
permite saber que todos los planetas tienen ciclos y giros invariables.
Estamos en el período del NO-TIEMPO y como individuos debemos
tomar una decisión que nos afectará a todos. Si continuamos en este
curso negativo de odio de los unos por los otros, de destrucción de la
naturaleza, de miedo y egoísmo, iremos directo a la destrucción, al
caos y desapareceremos como especie pensante del planeta. En
cambio, si tomamos consciencia y nos damos cuenta que todos
formamos parte de un organismo gigantesco, que debemos
respetarnos los unos a los otros, que debemos sanar a la madre tierra
y ocuparnos de su limpieza, iremos directo al crecimiento positivo. La
naturaleza, nuestro Sol, la galaxia, están esperando nuestra
decisión... De nosotros depende el sentido que adoptará el cambio de
los tiempos, si será una etapa de dolor y destrucción o, por el
contrario, nos encontrará unidos en una misma consciencia positiva
dirigidos hacia el siguiente peldaño evolutivo.

Nosotros conocemos acerca de la coherencia e integridad de los antiguos


Mayas mucho antes de comenzar a trabajar en este libro. Nuestros propios
estudios y más de un siglo de investigación da testimonio de la total
homogeneidad del arte Maya, escritura y simbolismo a través del completo
período Clásico. No obstante, nos sorprendió que cada elemento de la
cosmología Maya, no importa donde empezáramos, nos dirigía hacia unos
pocos temas centrales: la creación del cosmos; el ordenamiento del mundo
de la gente y los dioses y antepasados al Otro Mundo; el triunfo de los
humanos ancestrales sobre las fuerzas de la muerte, debilitamiento y
muerte, a través de habilidad y hechicería; el milagro de la real resurrección
a consecuencia del sacrificio; y el origen del maíz como la sustancia del
cuerpo y alma Maya”, escribe David Freidel en el libro Maya Cosmos[1]*, el
cual me propongo utilizar como marco de referencia para este capítulo.
La civilización Olmeca fue antecesora de la Maya y por un
período de varios siglos coexistieron paralelamente. Freidel comenta:
“Nosotros hemos encontrado que en algunas situaciones, la estructura del
credo ha descendido de los Olmecas, con raíces que tienen tres mil años de
antigüedad y quizás mucho más antiguas”[2]
El culto de Kukulkán y de Itzamná indican que los Mayas
tenían el concepto de la existencia de un solo gran dios y de las
tríadas, por lo que no le fue difícil absorber las creencias de los
conquistadores cristianos: un solo Dios Omnipotente y la Trinidad, ya que
correspondían simbólicamente con sus creencias ancestrales. Esto debe
haber tenido mucho sentido para los Mayas, porque ellos entendían y
todavía entienden, la naturaleza cuádruple de la divinidad, lo cual
representan en sus altares y ritos. Cuando el shamán efectúa sus rituales, el
regenera el orden del cosmos y reúne los dos mundos separados, el mundo
humano y el Otro Mundo, al crear un portal .
Dentro de ese espacio sagrado, él atrae y ata juntos los cuatro
lados de el mundo. Del centro, el trae y ata juntos los cuatro dioses: la
lluvia nutritiva, los protectores, y los portadores de la carga en los contornos
del mundo. Del centro él trae la fuente de vida de su gente. A través del
ahora abierto portal al Otro Mundo (¿la luna, última fase de acuerdo a la
creación del universo desde el Absoluto formulada por Gurdjieff?), él envía
maíz y otras dulces y frescas cosas al otro lado, para que ellas puedan nutrir
y honrar a ambos, los dioses menores y el Dios Omnipotente. Este sagrado,
universal espacio que él crea, es el centro del cielo y el centro de la tierra.
El lo llama, “el hoyo sagrado (los antiguos mayas tienen otras palabras para
identificarlo, como el “Transformador Negro”, “Serpiente-Hueso-Blanco”, y
el yo, “el corazón de”).[3]
Seguimos recorriendo la información de Freidel y encontramos
que Itzamná, la antigua forma de Dios Omnipotente, también es encontrado
en el mundo Maya contemporáneo. La itz, la sagrada substancia del cielo, la
cuál fluye a través del portal representado por la plataforma colgante del
cielo en el altar del shamán (literalmente, “su sagrada substancia, el cielo”),
es el itz de itzamná. Itzam (literalmente, “uno que hace itz”), es el término
para denominar el shamán la persona que abre el portal para traer itz al
mundo ¿Pero que es itz?. Para los Mayas son muchas cosas: la leche de un
animal o un humano; la savia de un árbol, especialmente el copal, que la
resina es usada como incienso; es el sudor de un cuerpo humano, lágrimas
de un ojo humano, la derretida cera goteando hacia abajo por el lado de la
vela, el óxido en el metal. Estas substancias son segregadas de varias
clases de objetos. Algunos de ellos, como la leche, la resina del árbol, y la
cera de la vela, son considerados substancias preciosas que sustentan a los
Dioses.” [4] Todo lo anterior parece estar hablando del DNA, la sangre y las
secreciones de las glándulas del cuerpo humano, producidas por la itz, la
sagrada sustancia del cielo (¿alguna relación con la contraparte de “U”
(uracilo) en la cadena molecular del DNA? ).
Quiero llamar la atención de la importancia que los mayas le dan
a los espejos. Veamos que dice Freidel al respecto, cuando habla de las
cruces. “ ‘Esas cruces Mayas’ tienen la misma básica forma o figura y fueron
tan elaboradamente decoradas, como las que adornan los altares de las
grandes iglesias Europeas. La talladura de esos antiguos árboles (de la
creación) están delimitados con espejos reflectores (énfasis agregado por
mí) y usan collares de jade y taparrabo como si fueran seres humanos.”[5]
Aquí cabe recordar lo que dice Gurdjieff en la descripción de la teoría de la
creación del universo, que las vibraciones que dimanan del Absoluto, no
todas llegan a la tierra directamente y algunas son recibidas, precisamente
las que originan vida, por reflejo de los otros planetas de nuestra galaxia.
¿Casualidad o causalidad?.
Cosmovisión
Las cosmovisiones son el conjunto de opiniones y creencias que conforman la imagen o
concepto general del mundo que tiene una persona, época o cultura, a partir del cual
interpreta su propia naturaleza y la de todo lo existente. Una cosmovisión define
nociones comunes que se aplican a todos los campos de la vida, desde la política, la
economía o la ciencia hasta la religión, la moral o la filosofía.
El término "cosmovisión" es una adaptación del alemán Weltanschauung (Welt,
"mundo", y anschauen, "observar"), una expresión introducida por el filósofo Wilhelm
Dilthey en su obra Einleitung in die Geisteswissenschaften ("Introducción a las Ciencias
Humanas (véase Humanidades)", 1914). Dilthey, un miembro de la escuela
hermenéutica, sostenía que la experiencia vital estaba fundada —no sólo intelectual,
sino también emocional y moralmente— en el conjunto de principios de la sociedad y
de la cultura en la que se había formado. Las relaciones, sensaciones y emociones
producidas por la experiencia peculiar del mundo en el seno de un ambiente
determinado contribuirían a conformar una cosmovisión individual. Todos los
productos culturales o artísticos serían a su vez expresiones de la cosmovisión que los
crease; la tarea hermenéutica consistiría en recrear el mundo del autor en la mente del
lector. El término fue rápidamente adoptado en las ciencias sociales y en la filosofía,
donde se emplea tanto traducido como en la forma alemana original.
Una cosmovisión no sería una teoría particular acerca del funcionamiento de alguna
entidad particular, sino una serie de principios comunes que inspirarían teorías o
modelos en todos los niveles: una idea de la estructura del mundo, que crea el marco o
paradigma para las restantes ideas. De este modo, pertenece al ámbito de la filosofía
tradicionalmente llamado metafísica (aunque doctrinas tradicionalmente antimetafísicas,
como el positivismo o el marxismo puedan constituir una cosmovisión para sus
adherentes). Sin embargo, una cosmovisión no es una elaboración filosófica explícita ni
depende de una; puede ser más o menos rigurosa, acabada e intelectualmente coherente.
Los sistemas filosóficos, religiones o sistemas políticos pueden constituir
cosmovisiones, puesto que proveen un marco interpretativo a partir del cual sus
adherentes y seguidores elaboran doctrinas intelectuales y éticas. Ejemplos son el
judaísmo, el cristianismo, el islam, el socialismo, el marxismo, el cientificismo, el
humanismo, el nacionalsocialismo, el nacionalismo o el capitalismo. Las cosmovisiones
son complejas y resistentes al cambio; pueden, por lo tanto, integrar elementos
divergentes y aún contradictorios. La afirmación intransigente y autoritaria de la propia
cosmovisión es el fundamentalismo.

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