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proyectopymests(s] Foren en coe) Brera Luis Martinez Santa-Maria Bec gealled pepsteset a ied Reem Ue ag tacos) Domesten scat ac ST ane ese an ed Francisco Martinez Gonzdlez or seer) DIRECTOR 30st Latnoa Yaeva SSECRETARIO DE REDACCION Jost-FRANCICD Gasca SAEZ Universidad Polcicade Cartagena. CONSEIODEREDACCION aor, Oa, Micuti-AceL BALDALOU SANTOLAR, UoersadPltnica de Madi PROF. JAG BLANCALOHT SAC, Univesidad olga de Caragese aor. Da. MiGuE. CeNrELAs Sout, UnivesidadPolkcica de Cragera Ror. Di Jost LaaoRoA Yneva,Unvesiiad Potérice de Cartage, hor. ParmciREUS Mastin, rive dadPoliéenica de Cartagena, PhoF_ DR. DscO Ros MACDOWNEL, Universidad Policrcade Caragera hor. Dia, Fuse VAERO RaMos,Univenidadde Gras, CCONSEIO EDITORIAL ‘Por. DR. J0aQUiN ARNAU ANO, Univesided Poitcicade Valence. Ror. DR. uan-Cantas ARNG PASTOR, Univesidad de aldol aor, DR ests Araso Gurse00, Universal Polina de Madi, Por, DR, an-Anrowo CaLarrava Fsconat, Universidad Granada, Phot, DR. aviEk CNIcACLAvAMAU.UAN, Universidad deat Vscn, Pace, D& VICTOR Deum, Fated Unive Connecticut aor, Dr. ANTON FERNANDEZ Ala Real Academia de Beis Artes deSan Fema, aor. Ok Mano Doc, Urivest dg Sut Roma la Sapienza PROF. D> Jost-Lus Gala Geno, UivesiadPitéerca de Madi PRoF. 2 MANUEL GALEGO JOFREO, Unevsidaé dea Cota ror Ox Juaw-Micue: Hence LiGs, Lnvesidad Fobéenica de Madi PROF. DR. JAVERRWERA BANCO, Universidad de Alaléde Hears. Por. Oa. MANUEL JORG RODAGUES DACOSiA, Unveridade Tcicae ibs, PROF. D3. JuAd-L¥STRULODE LEYWA, UvesiacdeSevile, REDACCION INTERCAMBIO. Revista Proyecto yCudad ‘rea de Proyecto Arqutectnicos Universidad Poca de Catagena. Paseode Afonso XU, 52 30703 Canagena Span email revto@ proyectoycuded com wo proyecoyiodad.com DISTRIBUCIONY SUSCRIPCION area libos Fue TéricaSupeiorde Arqutecura ‘Avenidade bande Here, ‘28040 Mad Spain ‘wee mar bros car (© hreadeProyecos Arqutetéios, Universidad Poltécrca deCartagena 2011 ‘© Mate titres, 2011 ‘© Delostertossusautoes, 2011, © elsimsgenese sacones susaueres. 159N:2172.9220 Depa Lega MU.997-2010 mprsién: Sindee, SA Maqutai: on tench aria Sher | bagende cbs: ibs Yow, Cages 02 2 P+C famease) y Ciudad EE eas ea frye y Ch ea evita era que pba alos gnats nde aren roast yeesva de ese Prete Ruts elaine Pali ceConages Fresca 9 esa, sls yea sobe tena co radrconle argues ereccedStacona neceCEMB Og ree permis, rtd ren poecy, nsein nae tesa edison conn centea yn ‘erat, to val eo mercado eae 3 Fofesondes de rgnecin,Supeiodatadesana [NORMAS PARALAPRESENTACIGN DEORIGMALES Latengua delarevsaes el spa aurquepuedarambién bla olaberacianes en alan anc, igs, dlanoy oraguls, Los uaboos se enviar ala Redaccién de ‘sa: Faso de Alfonso XII, 52, 30203 Caragena, ea: ‘evista@ royecoyciudd com, Debs se oiginales eine ‘os no ear agrabaces para su publican nota res 1a kd precedes de un oj ena que gue tuo ce rabao, elnombre elautro autores, su dec, telono core eecnco, asi como su stuacin acadinia y & Fomtre de a inst cencaa qu pertenece Tamtién sa har contarlaechs de eno alareista es orga se presenta en sopoe for rico yen papel, pr una sla car a doble espacio. ‘erp de alvaes 12, ere Ties New Roman. Ls ras ys rata én nareads yeas tinas se nsetardn fe cas aparte al nal el eo Los abso, indi ls ots, no supra as 20 piginas iis 15 Iustacones, satan rire alas 15 pings als 1Oiustavones. Las iusraciones se presentarin en sopone ifort con 0 acl6n mista de 300 putas pox pulgaday‘ormato Po lor CUM o blanca y neg, Ere texts, fat Narmada es nots pie de pga senda connimersyeladsy sn Barres. Se afade um bee sure dt cnteida de trabajo, cn una eersion masa de 10 nea, en espaol engi, said de as coresponderespalabes clave en abesiiomas ‘Una ver anaizads po el Consto de Reiac- i, los rgiales se sometri al damon dl Conse dota tras el ua el Consejo de Reda ceo sipo- «cade ono supuicacén, rested ser comarca oles autos ls aticiosaceptadasenarin en aisa de espe ‘para supubicain,segin al orden de legadaale evista yelerteio del Conse0 de Rec, Lasopines asenas pesos en cath atin de ex repel ese azae Era de oye Ares te Unvesad alton de Cerapera rs hace scons tr neginc, dea cdtles8) send de abo Las ‘as odes ela eva Pope Cv pues e esr ensoote ora, on ropes cel Gg ce mesa ‘on ear Erect cars yocerc an Uae ETEK ‘onponis ot ‘The opie an xen expres nach are xy ‘he esrb le ation. The Depo fit De ‘gn ate Pye ner larger ae not eles: {iio cn ofthe ey sd aunty te eT ‘ong oo he Pope Cuda agare pbs o me pet ad in corpwized fora ae pogery of Be Ivesigain Grip. ecsarya cee anypatel arene rrscutencl ee Porn SUMARIO articulo JUAN CALATRAVA ESCOBAR Balzac urbanista: el espacio parsino en Fetragds LUIS MARTINEZ SANTA-MARIA fuera JOSE CALVO LOPEZ Sobre la proporcion del arden en Juan Bautista Villalpando FRANCISCO-JAVIER RODRIGUEZ MENDEZ Proyecto para un Instituto de segunda ensehanza en Cartagena JOSE-ANTONIO FLORES SOTO Pottica de los espacios cotcianos MAURO GIL-FOURNIER ESQUERRA Fenémenos gemelos: hacia una arquitectura del espacio piblico JUAN-PEDRO SANZ ALARCON Contextualizacin del oxigen de la vvienda social moderna espafola JOSE-FRANCISCO GARCIA SANCHEZ El passe dtinead de Dims Fons, el arquitecto silencio FRANCISCO MARTINEZ GONZALEZ Criteros de proyecto y Sistemas de atado on la Edad Moderna GRUPO «EL SOL-2010» El estuciante de Arquitectura pag. a. 42 6! IR a iS y Ciudad revista de temas de arquitectura Balzac urbanista: el espacio parisino en Ferraglis Juan Calatrava Escobar van Calatrava Escobar rae | esr tepid ened S anal fora an uns inesacn mis mpi sobre aones ene Ate cerodelnesgein Chad etre dedeconeroies Seth eaconozormita mica om rest eGo pierce tren ea rcanaceny contin snd smote Iotvogunes wo, cesteningarana planar celaratecsa luna Enconre ten _2xagullaviin del espacio parsinoprehaussmanniae tay como nos viene desaroladaen Fe rags, ua delas novels quecomponenla ComédieHunaine de Honoré de alae Palabras coe: arqitecturayiteratura Par siglo IX, Bala historia uebaa, Hausmann, | ABSTRACT ‘he artes par of wider investigation on te relationship netween Architecture, Cy ad Lite ‘ature, fom the comscion hat such reationshps area cher ane mare complet than ratio= rly was beng recognized and constitute anew field of Study of eat mooriance te History of architecture and urbanism. Specialy, we analyze here the vision of spaceas Paris prehorsman iano comes feraqu develapedin one o thenovels that make up the ComedieHurainectHono- recede. Keyword architecture and iterature, XU century Fars, Balzac, urban histo, Haussmann, ‘ara quienes nos dedicamos a la historia de la arquitectura y de la ciudad, e! urbanismo, el estudio de los mados de presencia de lo arquitecténico oo urbano en otros Smbitos de la cultura contem- pordnea (literatura, artes plasticas, filosofia, etc.) comienza a ser ya, por fortuna, algo frecuente. Con ello se reconace por fin la pertinenciay la autonomia de las reflexiones de los escritores, artistas 0 filoséfos para el conocimiento de los hechos edilcios 0 urbanos, Hemos llegado asi a com- prender que tales reflexiones exteriores pueden no s6lo proporcionarnos informaciones concretas de detalle (que, sin embargo, hasta hace bien po- co, eran consideradas como secundarias, poco menos que adornos prescin- dibles, en relacién con el discurso «verdadero» de arquitectos o urbanistas), | PHC | 02 | ato 2011 | 5.22 | ism: 21729220 | ales urbnita spac parino en Feragise | Juen Calatrava Escobar sino también ofreceros un terreno privilegiado para la observacién de las relaciones entre las especificidades disciplinares y el humus cultural mas global en el que se integran y del que no se las puede amputar arbitraria- mente. El estudio interdisciplinar de los contactos, coincidencias, paralelis- mos, encuenttos, intersecciones o cruces entre edifcios, ciudades y obras literarias, entre escritura y construccién, entre arquitectos / urbanistas y es- critores, constituye, sin duda, un laboratorio privilegiado a la hora de com- probar lo intelectualmente fructifera que puede ser la yuxtaposicion de saberes o disciplinas que la estructura académica mantiene tenazmente separadas. En esta linea, disponemos ya de un ntimero creciente de investiga- ciones (de rigor e interés ciertamente desigual) sobre el papel desempefia- do porlos edificos, las arquitecturas, los marcos urbanos, los entornos espa- ciales y las referencias topogréficas en la obra de algunos de los grandes escritores decimonénicos. Existen ya importantes estudios sobre, por ejem- plo, el Londres de Dickens, los escritores de la Viena fin de siglo, la mitifica- cién de Granada en la obra de Ange! Ganivet 0 de Federico Garcia Lorca, el Madrid de Benito Pérez Galdés, la Lisboa de Fernando Pessoa, la Praga de Kafiaa, la literatura generada por Nueva York 0 por Chicago, el Berlin de Theodor Fontane yun argo etcétera Pero en esta historia de la relacién entre ciudades y literatura, atin en gran medida por escribir, el Paris del siglo XIX constituye, sin lugar a du- das, un caso excepcional tanto por la calidad y la cantidad de la literatura que alumbré como por el mito urbano a cuya creacién y consolidaci6n di- cha literatura contribuyé de modo tan decisivo como la propia construcci6n material de la capital francesa. Comenzendo, atin en el Paris de las Luces, con figuras como Louls-Sebastien Mercier 0 Rétifde la Bretonne, para abor- dara continuacién la brillante némina decimonénica en la que se suceden Balzac, Eugene Sue, Vigny, Neral, Victor Hugo, Baudelaire, Flaubert, los hermanos Goncourt, George Sand, Zola, Alphonse Daudet, Huysmans 0 Rimbaud, muchos de los grandes creadores de a literatura del XIX harén de Paris no un simple telén de fondo convencional sino todo un objeto de re- flexion primordial sobre el gran problema del nacimiento de la metropolis, moderna y los nuevos modos de vida y su tensa coexistencia con la ciudad hist6rica. Cuando Walter Benjamin hizo de la literatura parisina una de las principales fuentes de donde sacar los retales que llenan los Konvoluts de su inacabada pero imprescindible Passagenwerk [1], no hacia sino reconocer, ‘con su especial intuicién histérica, la importancia cognoscitiva de todo ese climulo de escritos que, verdaderamente, daban forma a Is ciudad tanto ‘como el macadam oos bulevares de Haussmann. Comentaré a continuacién un episodio, particular pero lleno de significacién, de la complejay prolija reescritura de Paris en la obra de Hono- 16 de Balzac. Pars, «la ciudad de las cien mil novelas» como llegé 2 definirla eel marco esencial de ese gigantesco estado de cuentas dela capital, entre 0 PRIMERA PAGINA DF FERRAGUS EN LA EICON DE UA COMEDIE HUMANE OE 1850. [1 1Delainacatad Passagenner de Water Benjamins ne edin astellan, Ure de los Fsaes, Madi, va, 2007, yseercuentaen curso une neve edcén, cargo de Juan Bayjay an Carve ene marc dela publican de las Obras Completas de Benjamin por Abed Edeores, a did, Dela visi de Papo Beran, wma del qu xt, ov supuesto,aburdantsia bibliog, me he ocupado recetementé en: van Calva, agente Gua Pars caledescepico de Walter Benamin,luminacones. Revita dearguitecuraypensamieno& 2011,pp.11-32 alta biogas Po yllitenu, y nbsp rene ices de apd aseaamente ata Dees ces cea a tr del ead vee myo nters dors rscones en leisy Me toa at Seuigunas chs quer han eshad deepal dad dares taboo yrenso pr dae,» snc Sovrpaonosbabogsie que pnde ence, ae trcasoce aa neta Aree brcere, kor Sororoyafararte aun Vi kor ate ie: Ce TheFersoINoess lon, Capra ada 1919 Nerainerson Ps arson Hose Pats Cot ile S38; Gade au, « Achlogue de Pai, at, SED, 1985; ace Bos Pts de Ba zn pela avon 16 de as One i a, a, Ferg ve 195. Neale Mowe (ile depo Sears ono de Bala a, CDUSEDS, 98 lean ‘un Pars apo de aac et drs la» Conti rine ail ela Soke, Pats, AS Nee 1982 lens Coacoioy Gove goa spit de act ela ange Bs erm, elt, 193; les Dus eruance Pare a taves esses eta nets tf, Abe Mehl, 2000; Mae Gal Fost tengs Ak ln apy ees lags, 207 Rae Ie lncaptle de Sgnes Ps eten dco a lors {Maton des Scere dtr 20 ean ere Berar, es des ase resend fos sa secon nad Xe le Fats, Crap Yao, 2001 Ercan Uveton de as ny 3 at dps es Far, Se, 207; oa Tambor ang neta. Cetus attic ec Mi 205; Dave Haney Fars, apt dea eer, Mas, i, 2008 [2006]. [Blt edicén sada paraesttabaoyala queso referer fas pias de is nas que sigur, es Ba, enrages La File aux yeux 80, edo y extn inroduno de Mice chil, Ft, Fmmarion, 1988, todas las vaducones a ‘sano son mas xt ura econ caselora reciente, Boa Feragus: jefe dels devrates, Brean, Meniscu ‘2002 14 Sobre es aspects mis estitament itera de Fr (gs. Hen Mined, eFmesetfoncins dase Ferogusde lacs en le Roman de Baza: recherches ‘ues, odes, lectures, Mont Dise, Y98D, 5-17, (Gant Massed, « ime de Feamis: du man ‘au eran alse», Ange Balasenve 1987, pp. 5 7; iors, «a Compositonbakacenne dans Feramis eta Flea yeux dor: de la négigence ambivalence», sBauac ubanista el espacio pari en Frage | Juan Calatrava Escobar 1830 y 1850, que fue La Comédie Humaine. Aungue algunas de las histo- rias que componen este titénico ciclo literario (con el que Balzac, recordé- moslo, aspiraba nada menos que a hacerle competencia al registro civil) transcurren en las provincias 0 en el campo, es evidente que es de la gran rmetr6polis parisina de donde se extrae la mayor parte de la savia de ese ar- bol de tantas y tan variadas ramificaciones [2]. Y yadesde una de las prime- ras novelas de la Comédie Humaine queda claro el papel absolutamente relevante, protagonista, que adquiere el tratamiento del espacio urbano parisino: me refiero a Ferragus, chefdes Dévorants. Ferragus [3] es un relato interconectado de manera muy particular con el resto del gran fresco balzaciano, ya que no sélo forma parte, a nivel genérico, de la Comedia Humana, sino que también constituye, dentro de la misma, un grupo de tres novelas especialmente imbricado: la trilogia de la Histoire des Treize, compuesta, ademas de por Ferragus, por La duchesse de Langeaisy La Fille aux yeux dor. Las tres fueron escritas y publicadas en losinicios dela andadura dela Comeaia Humana, entre 1832 y 1835. Los especialistas coinciden en sefialar Ferragus como uno de los pprimeros grandes hitos de la narrativa balzaciana y una de las primeras ‘obras maestras de la Comedia Humana (4]. El relato se suele citar unica- mente como Ferragus, con lo que se alinearia asf con otras piezas de la Co- media balzaciana identificadas unicamente por el nombre del protagonis ‘ta, tales como Eugénie Grandet, César Birotteau, Modeste Mignon... Pero el titulo completo de la obra que nos ocupa es Ferragus, chef des Dévorants, con lo que se incluye en otro grupo de obras en las que el nombre va casi insensiblemente acompanado de un aftadido que lo determina y que, en cierto modo, anticipa el rasgo prototipico del personaje que lo protagoniza: Le pére Goriot, Le cousin Pons, Lillustre Gauaissart, La cousine Bette... Se trata de un titulo en absoluto arbitrario y que merece alguna consideracién. Laalusion a esos misteriosos dévorants es de doble sentido, Produce al prin- cipio un efecto inquietante, porque de manera casi inconsciente lo traduci- mos como edevoradores», aunque aiin no sepamos bien qué devoran. Por més que enseguida nos demos cuenta de que los tales devorants no son ‘otra cosa que obreros miembros de una sociedad a medio camino entre la masoneria (en su sentido hist6rico)y el compagnonnage y de que su apela- tivo deriva del devoir (es decir, la afaena») y no de dévorer, el breve momen. tode ambigedad ha bastado para introducir uno de los grandes temas del tratamiento de lo urbano en Ferragus: la tension entre el Pars cotidiano, la urbe donde cade cual trabaja, se afana, se divierte o deambula, y los pode- res secretos ysiniestros que ocultamente manipulan a su arbitrio esos meca- rnismos urbanos que parecian funcionar de manera ciega y objetiva. Es el Paris oculto, latente, subterréneo, que subyace al Par's aparente y superf- cial, cuya «normalidad» se nos revela fragil y siempre amenazada, compo- niendo una dualidad sin la cual resulta imposible aprehender esa ciudad- ‘monstruo, como seré motejada en diversas ocasiones en la novela. Ferra- [PHC | G2 | ahoz0I0 | 5:22 | sn: 2172-9220 | he flea utara spac parsno en aragise | Juan Calavava Escobar gus, en este sentido, se inserta con personalidad propia en el inicio mismo de ese filén lterario del «Paris misterioso» que contara con hitos que van desde Les mystéres de Paris (1842-43), de Eugene Sue, a Le Fantéme de Opéra, de Gaston Leroux, (1909). Es necesario ahora resumir, aunque sea brevemente, el argumen- to, dado que la intriga no resulta banal para lo que aqui nos interesa en. cuanto que la complicada trama no puede concebirse sin el despliegue de los personajes por un Paris que adquiere un rango de verdadero protagonis- ta ala par que los actores humanos. Auguste de Malincour, oficial de la Guardia Real, hombre de vida disoluta, queda sorprendido al ver por azar a la bella Clemence Desmarets, 2 quien ha conocido en el baile de Mme. Nu- ‘ingen, entrando sola en una casa de una calle de baja condicién por la que, en principio, nunca deberia transitar. Clemence compone con su esposo, Jules Desmarets (en la novela se la menciona a menudo como «Madame Jules»), agente de bolsa que ha conocido un répido y misterioso ascenso social, un matrimonio modélico. Melincour pretende averiguar mas sobre la extrana presencia de Clemence en esa casa y, llegado el caso, chantajear- la, Cuando progresa en su labor de espionaje, comienza a suftir accidentes inexplicables: es la mano oculta de la sociedad secreta de Los Trece. Su cu- riosidad e indiscrecion terminarén, sin embargo, por ocasionar la tragedia, con la muerte de Clémence. Esta ocultaba sus andanzas porque iba a a esa ‘asa encontrarse con su padre, Ferragus, forzado evadido y miembro pro- minente de esos «Trece» que dan nombrealla trilogia, a punto de conseguir una nueva identidad respetable. Ferragus se vengard del espia de una forma bastante insélita: envenenéndolo a través del cabello mediante alguna qui- rica risteriosa que no se nos aclara En esta trama, los personajes de Balzac aparecen fuertemeente ca- racterizados hasta el punto de llegar casia componer tipos. Auguste de Ma- lincour es un ser desclasado, de brillante pasado familiar pero preso entre los recuerdos del imperio ylos de la nobleza dela emigracién, entrela nueva corte de a Restauracién borb6nica y a pujante burguesta. Todos sus actos, a menudo inexplicables y gratuitos (por ejemplo, su frivolo enamoramiento de Clemence Desmarets es superficial y responde s6lo a su obsesi6n por mantener la reputacién donjuanesca de le Guardia Real: una tradici6n ar- caica que desencadena, sin embargo, una tragedia moderna), se originan ‘en estas fuertes contradicciones personales. El matrimonio Desmarets, Jules y Clemence, compone en cambio una especie de feliz utopia doméstica en medio del estrépito parisino, Cier- tamente Jules, en tanto que agente de bolsa (ignorante, por lo demas, de que su espectacular promocién social desde su humilde origen de emplea- do se la debe a la secreta proteccién de Los Trece), participa de uno de los aspectos mas llamativos del nuevo frenesi metropolitano: el del dinero. Pero Jules no ha vendido su alma a ese vampiro monstruoso que, en el célebre grabado de Chargot, sobrevolaba los tejados del nuevo palacio dela Bolsa pg | Ps¢ | 02 | ato 2018 | 5.22 | issn: 21728220 | LEOPOLD MENG, RUEDELA ILE LATIRNE, 1858, 5S MERVON,GALERADENOTRE DANE, 135, '5]p. 91-92. Rouseay, en unas clebres pins de ule oa Nouvelle elie (cara XN dela Segunda Pate) habia ‘uado asi protagonist, Saint Peus, ela prada s+ ac do sets io en medio dela multitude lla me heoupadoen un Calarra eRouseauet aritearele raison de thor sensibly, Anes dela Soc Jan acques Rousseau, 45,2003, p. 81-11, publado también cern ap. 3. an Calva, Estutos sobre istororaa dele quite, Univeséad de Granado Unies Ns oral Autnomade Mexia, 2005 6 aga desarollo sobre el drmitaro de Clemence, en pp. 130-132 ‘Blea ubnista: l espacia parsino on Feragise | Juan Calatrava Escobar de Brongniart. En realidad, Balzaclo describe, con claros ecos rousseaunia- nos, como un personae laborioso, «solitarion 0 «anacareta» en medio de Paris [5]. En cuanto a Clemence, es un ser ingenuo que, desde una infancia aislada y carente de entorno familiar, ha ido a caer sin transicién en el seno dela metrépolis. El nido de amor delos esposos, en un hétel particular de la rue de Menars, es un claro anciaje espacial en medio del movimiento ince- sante dela ciudad. Dentro dela casa, hay un recinto alin mas enclaustrado: el dormitorio de Clemence. Se trata del lugar en el que, nos dice Balzac, el ‘amor se da la mano con el lujo. La minuciosa descripcién de su contenido constituye un verdadero manifiesto antirromantico: nada de miserables mansardas ni de cabafias donde el pan negro les basta a los enamorados, sino un espacio lleno de todos los productos del lujo doméstico (espejos, telidos finos, revestimientos, muebles, lémparas, jarrones...) y creado como, Un verdadero «programa» por la mujer. En este lugar, expresion citima de de la individualidad por mas que la sociedad tienda aparentemente a la igualdad, la mujerse libera despreocupadamente de todos sus revestimien- 40s artificiales (ropas, joyas, maquillajes) y por el suelo quedan los aisjecta _membra de_la falsa mujer: por eso Clemence he prohibido a su marido estar presente en esa transformacién y sale de su interior magicamente vestida ya denoche [6] El hétel, con su segundo recinto interno, intenta desesperadamen- teser un refugio, unaisla de felicidad simple, pero estoes algo que resultaré imposible en un Parisen el que, para un agente de bolsa, no hay més reme- dio que salir dela fortaleza doméstica, frecuentar «el mundo» y exponerse, por tanto, a azares como el que terminard por dar al traste con esta frégil felicidad. Hay también un protagonista colectivo, un tanto desdibujado pero siempre presente como telén de fondo: esa misteriosa sociedad de Los Tre- ce ala que ya hemos aludido. En sus inicios, Ferragus era sélo un episodio més de la historia colectiva de la misma. De ella, como se ha visto, termina- ron surgiendo sélo tres novelas, cuya interconexién, ademés, es mucho més débil de lo proyectado en principio por Balzac. Eso hace que la presencia explicita de sus miembros sea muy escasa (aunque se hard patente de sibi- to al final, como un estallido, en el momento de! entierro de Clemence, cuando trece coches acompafien al féretro al cementerio del Pére- Lachaise), aunque Balzac logra que la sombra desu supuesta omnipotencia planee sobre todos los acontecimientos. Los Trece aparecen descritos como una asociacién de «pares, una especie de nueva aristocracia que nada de- be al nacimiento sino a su esfuerzo personal de conquista de posiciones de poder que no por ccultas y discretas resultan ser menos efectivas. Todo lo que sabemos de sus miembros (que no es mucho) nos habla de formas de desarraigo social que hace de ellos solitarios titanes del egoismo. En algu- nos deellos este desarraigo es familiar, como en los casos del huérfano Mon- triveau o del bastardo De Marsay. | PHC | 02 | aRo2011 | $22 | ism 21729220 | pat faleacurbanistae espci parking en Feragise | Juan Clatava Estobar Pero también puede tratarse de cuentas pendientes con le socie- dad, y tales el caso del propio Ferragus, de verdadero nombre Gratien Bou- rignard, antiguo obrero y empresario de la construccién, elegide por la or- den de los Dévorants como su jefe con el nombre de Ferragus XXlll, conde- nado a trabajos forzados y evadido de la cuerda de presos durante un tras- lado. En el momento en quese sitda la trama, se nos dice que hace ya trece afios que vive refugiado en Paris, esa urbe-cloaca que seo traga todo yen la {que es posible desaparecer en el anonimato viviendo bajo identidades fal- sasy cambiando continuamente de domicilio. Ferragus es caracterizado en diversas ocasiones como un personaje adoble», que puede parecerse walla vez a Voltaire y Don Quijote y reunir la ‘mayor nobleza (sobre todo el gran amor hacia su hija) yla mayor abyeccién’ es un claro precedente de ese villano-genio que, con el personaje de Vau- trin, hard su aparicién inmediatamente en Le pere Goriot (una novela en muchos aspectos mas emparentada con Ferragus, como veremos més aba~ jo, que las otras dos componentes dela «trilogia) y continuara su andadu- ra, tan ambivalente como el propio mapa urbano en el que se despliega, en Splendeurs et miséres des courtisanes. Pero hay, desde luego, ademas de otras numerosas dramatis perso- nae de desigual importancia, otro protagonista principal de Ferragus. Se trata de un personaje no humano al que Balzac, sin embargo, no cesa de humanizar—o de animalizar—en todo el transcurso dela obra: Paris(7]. Es Paris, ciudad-monstruo, ser orgénico que posee su propia anatomia y que ostenta también multitud de puistulas y corrupciones, Paris-desierto en medio de la multitud, Paris-océano embravecido... es Paris, en suma, yno los desdibujados «Trece» quien se alza con el verdadero protagonismo, has- +a el punto de hacer dela historia casiinsensiblemente un Atlas dela ciudad 10 | P+e | 02 | af 2001 | 5.22 | isn:2172-0220, ALPHONSE CHGOT LABOSA 187 [7]. ian Festa McCormick, waite Grey inaacs Feragusy, Laure’, Spring 1980, 0°51 (1) p33 123; Mae Aga il mio Pag nl Fagus Baayen Frarcofoni, 3, oto 1962, pp. 45-61; Hent Mite, sfface and meaning: Parsi space in Fergus by Baza, Sococt, 4/5, 1986-1987, pp. 1334 Nigel E. Smith, ‘he my ofthe yin alae’ Feraguso, Romance Noes, 1993, 34-1, pp. 3945; ric Boras ela Compestion blo iene dans Fagus taille aun yourdor: dela néghgen Ceatambiaterce, ibis Lterarun:lteratal Review of esrary Suns, 1994, 49 (6). 33847, Soren Pod, roramic Reals: An Eay and tlusatve Passage fom Luan Space to Media Space n Honoré de Baas Parison Novel, Feragus and Le Pere Gort, Nneeenth Century French Suis, 2000 Fl 2001 Winter 29 (1-2), 947-63 Jaymes Anne ores Surveleetdédire:laferme dc fie cans Faragss, en L. Frappe Mazur y J-M. Roun (eds), LEotquebalaciene, Pas, SEDES, 2001 87 95; Segléne Le Men, ea irate penoramique’ dans fs ‘gentse de a Come Hur’ Bac et es Fangs frins pareucémesn, Vane baaiene, 2002, pp. 7 100. WowonE DEBAZAG bro més epresetatvo aunque en absluto ric) de a pioeratencn al paisae sonore dela cad histica eld VitorFourne esis deat, Wyesetpiysonomies ‘autres, ar, Fin Didt 1BB7 eed Par, Les tons eats, 2003), 91.78. 0 Pare ito, La pas de Pais dans la lidrature fran ast, deRousseaua Baul Pats, Minut, 196 La Fable ofthe Sees: Pate Ves, Publick Benefits rmarédeNardeile(1714 contri, como esbensab- 1a Teton metfore dela colmena yas abeas en atau soto pata eldebate mademo sobre ls pape espetios privy lo publi (hay edn cesta, La aula sab, México, Fondo de Cultura Econ, 1982), 21,101. alec wrarista el espacio arin en Feragise | Juan Clatave Esabar enla década de 1820, de sus espacios y también desus tipos humanos y del modo en que viven esos espacios. Balzac mismo, en el Prefacio que publicé ena Revue de Paris después dela aparici6n de Ferragus, declaré haber que- Fido «...pintar Paris bajo algunas de sus caras, recorriéndola en altura y en anchura; yendo del faubourg Saint-Germain al Marais; de la calle al toca- dor; del hotel a la mansarda; de la prostituta ala figure de una mujer que habia puesto el amor en el matrimonio; y del movimiento de la vida al repo- so de la muerte»: haciendo en suma, de Ferragus, un cruce de ejas horizon- tales verticales capaces de darnos cuenta dela topografiafisicay moral de laurbe E! Paris de Ferragus, o el Paris de Balzac en general, es, ante todo, tn ser vivo, y un ser que en varias ocasiones es caracterizado como «mons- +ruoso». Un monstruo por entre cuyos miembros pululan (el recuerdo de Rabelais ysu Gargantua esta presente en muchas de las descripciones pari- sinas del XIX) las insignificantes existencias que bullen por entre sus miemn bros. Como todo ser vivo, Paris manifiesta activos signos de vida que lo dife- rencian del mero marco espacial neutro y pasivo al que muchos quertian reducirlo: susarticulaciones crujen, su calle habla o grita (y reaparece ahi en Balzac el tema secular de les crs de Paris [8); es un monstruo que come (cin- cuenta afios después de Balzac, Emile Zola hard de esta funcion digestiva de la gran ciudad el tera de Le ventre de Paris) y que evacua (y veremos la im- portancia del tema de los residuos y las deyecciones dela ciudad), que ruge yeuyas mil patasse agitan sin cesar [9] En Ferragus, Par's es también otras muchas cosas. En sus paginas se desgranan muchas de esasmetéforas posticas cuya lista analizé de mane- ra exhaustiva Pierre Citron en un libro que sigue siendo esencial [10]: es un «evasto compo incesamente arado», un volcén que arroja fuego por su eter- no crater, una colmena (y recordemos ahora a Mandeville y su fabula de las abejas |11]) cuya poblacién «sale de sus alveolos y viene a zumbar en los bulevares», una navelanzadaa plena vela con todos sus pasajeros. Este Paris monstruoso es civilizado sélo en apariencia: su capa de urbanided es tenue y frig y la trama de Ferragus la rompe y devuelve a la urbe su prehistérica condicién selvitica. Porque, en cuanto se desencade- nan los primeros acontecimientos de la narracién, Paris queda convertido de stibito en un territorio de caza, en el que se desarrolla una verdadera suce- sidn de batidas y cacerlas en las que Clemence (pero también otros persona- jes) es perseguida por entrela selva parisina, Balzac explicita la importancia de esta metafora cinegética: «Pero es a caza, la caza en Paris, la caza con todos sus accidentes salvo los perros, el fisily el halalin(12]. Hay que recordar que sélo tres décadas més tarde Charles Baudelaire, que tanto debe a Balzac, extraeré todas las consecuen- cias poéticas de esta especie de cacerias urbanasal compararaloshéroes de las novelas de Fenimore Cooper con el propio fiéneur de Paris, uno de cuyos miltiples atributes es, precisamente, ser un «cazador» de la vida modera | P#C | 02 | atozor1 | 5:22 | issn 2172-9220 | = ‘tale urbanita: espacio parino en Faragis» | Juan Calatrava Escobar «2 Qué son los peligros del bosque yla pradera en comparacién con los cho quesy los conflictos dela civilizacién? Que el hombre atrapea su victima en cl bulevar 0 aviste a su presa en bosques desconocidos, éno es el hombre eterno, es decir elanimal de presa més perfecto?» [13] El cazador por excelencia es, en Ferragus, Auguste de Malincour, quien, aunque nos habia sido presentado como refinado oficial dela Guar- dia Real, enseguida se desprende de su fina capa de civilizacién y se reencar- naenel ancestral cazador emboscado al acecho de su presa [14]. Asi, cuan- do ha decidido que necesita desentranar el misterio que fortuitamente ha surgido ante sus ojos, se prepara para espiar a Clemence Desmaretsy se ve obligado a iniciarse en las artimafias del cazador: establece planes, estudia el terreno, intenta dotarse de un «observatorion en la casa de enfrente: «Asi, habia dedicado sus primeros dias a iniciarse en todos los secretos dele calle. Novicio en este oficio, no osaba interrogar nial portero nial zapatero dela casa a la que venia Madame Jules; pero esperaba poder crearse un observa- torio en la casa de enfrente ...|Estudiaba el terreno, queria conciliar la pru- dencia la impaciencia, suamor yelsecreto» [15]. Ello determina de inmediato en él, ademds, una nueva manera de moverse por la ciudad. En realidad, Ferragus es no sélo una novela sobre Paris sino, mas concretamente, una especie de catélogo de los modos de moverse por Paris, delos miiltiples contrastes entre la movilidad tradicional ylos nuevos ritmos de la ciudad moderna: desde los recorridos cotidianos ‘afanosos de sus hormigas obreras los itinerarios de los fiacres de lujo hacia ‘0 desde los bailes, 0, sobre todo, la marcha discontinua y llena de nueva sabiduria del fidneur. Desde el momento en que se convierte en cazador, ‘Auguste deja a un lado los modos civlizados de moverse por la ciudad yla recorre ahora con ritmo desenfrenado: «Corria como un cazador de la rue de Ménarsa la rue Soy, dela rue Soly ala rue de Ménars» [16]. Pero es bien sabido que el oficio de cazador no requiere un movi- miento incesante: precisa, por el contrario, de etapas muy prolongadas de paciente espera, de acecho, de reflexién sobre los habitos de la presa y so: bre el modo de anticiparse a ellos. ¥ es entonces cuando sus rasgos su en trecruzan con los de otro tipo delarga tradicién lteraria pero que sera igual- mente reciclado por la novela decimonénica: el investigador-espia. Malincour resulta ser, en efecto, un desvelador de misterios voca- cional. Todo comienza con algo que no encaja: una mujer joven y bonita entrando en una casa ubicada en una calle larga y oscura, hémeda y rezu- mante[17]. Pero la observacion del hecho y su categorizacion como misterio, ‘como enigma, ante l cual la actitud que procede noes otra que la tentativa de su desvelamiento, no se suceden de manera inmediata. La urgencia de saber qué ocurre en esa casa sélo surgiré algo més tarde, en un espacio mun- dano como es la mansi6n del bardn de Nucingen, el gran financiero que reapareceré en otras novelas posteriores de Balzac. Es en «...un baile de ban- 12 | P#C | 02 | anozort | 522 | issn 21729220 | UE ROVALEENLALLIWA 123 113] Charles Baudelaire, Fuses, XI, en Oeuvres complies, Pars, Rober affon,1980, pg. 397, [14] oma de ave de prsa que cae sobre fn cued ses esarclladoespecaimete por Eile Zo, ene pesonae de ise Sacarden La Cur, 1872. He esuado ese ae an Calaava, os genes dea eps mo lena: Emile Zola yl Pr de Haussmanne, en an Cat vay A, Gonzlz Alanud (ds), La cud: prasoy cor Si, Mad, Abad cites, 2007, p. 729-258. 15}P9. 102, inet Ir71P9 80, OR GERZE, LAMADO CHAE, FEUGRS DE LAS OBR 2 SH 55, 8170.96 90.8 Pere Luby « Baza etl eur Année beac se 2001/7 pp. 141-156, \id tails paginas que ded lneu de aac David Harvey op. pp. 74-7 sactaylaamrionenpg.78 aire. 79. Balzac urbana espacio paso en ferayise | Juan Clareve Escobar quero, una de esas fiestas insolentes» [18] donde Auguste de Malincour rumia todo lo que ha visto y decide otorgarsea si mismo el derecho de acla~ rar el misterio: «Resolvié después dedicarse enteramente, a partir del dia siguiente, a la investigacién de las causas, de los intereses, del nudo que ocultaba este misterion [19]. Eluso de los verbos que describen acciones humanas nunca es ino- centeo neutral en Balzac, yen este caso es bien significative que el término con el describe Malincour sus futuras investigaciones sobre la enigmitica casa sea fouiller, es decir, excavar, el verbo que quedard inmediatamente ligado a la nueva arqueologia y que ahora nos evoca le accién de sacar a la luz algo sepultado bajo capas de sedimentos en ese verdadero palimpsesto ques Paris. En suactitud y en sus acciones Malincour se nos presenta asi como tna primera plasmacién del léneur{20}, el tipo parisino moderno por exce-~ lencia, tal y como quedarla inmortalizado poco tiempo después por Baude- laite. Pertenece, al menos en el dia de su «descubrimiento», a ese género de amantes de Paris que nunca tienen prisa, queno transitan porta ciudad sino que «viajan» y, por tanto, saben hacer en ella esas mismas pausas que un Viajero hace en el paisaje: saben detenerse ante innumerables llamadas de atencién que para otros pasarian desapercibidas, porque la inmensa mayo- ria atin no es consciente de lo que de paisaje tiene la urbe. Son, nos dice Bal- zac, amateurs de Paris que lo «degustan», que conocen su fisonomia hasta el punto de poder detectar de inmediato la aparicion de una excrecencia 0 una verruga (una vez mds, la corporeizacién della ciudad), Cuando contem- plan una casa, sus ojos son capaces de ver tras la fachada y trazar una espe- cie de seccién antropomorfizada de la misma: con «sus graneros [buhardi- llas], especie de cabeza lena de cienciay de genio, sus primeros pisos, esto- magos felices; sus tiendas, verdaderos pies». Se trata, en suma, de«...hom- bres de estudio de pensamiento, de poesia y de placer, que saben recolec- ‘ar, cuando vagan [en fianant| por Paris, la masa de goces que flotan a todas horas entre sus murallaso. Son personas para las cuales «Paris es el més deli- cioso de los monstruos» [21]: «As{son los amantes de Parts: en tal esquina de una calle, levantan la nariz seguros de hallar all un reloj; a un amigo cuya tabaquere esta vacia le dicen: Entre por ese pasaje ya la izquierda hay un es- tanco de tabaco, cerca de un pastelero que tiene una bonita mujer. Viajar por Paris es, para estos poetas, un lujo costoso. £Cémo no ‘gastar algunos minutos ante los dramas, los desasttes, las figuras, los pintorescos accidentes que os asaltan en medio de esta move- diza reina de las ciudades, revestida de carteles, y que, sin embar- go, no tiene un rincén limpio de tan complaciente como es con los vicios de la nacién francesa. 2A quién no le ha pasado salir por la ‘mafiana de su casa para iral otro extremo de Paris, sin haber podi do abandonar el centro ala hora de cenar?» [22] | PHC | 02 | ano2011 | 522 | ism21729220 | 13 alec urarisa: espacio pars en Feragise | Juan Calatava Escobar En el inicio de Ferragus, justamente célebre, Balzac parece recurrir a la tradici6n descriptiva del tableau de Paris, pero, como hace a menudo con otros discursos previos que asume y al mismo tiempo transforma para hacerlos evolucionar, introduce una importante aportacién: la descripcién inicial no es ya sélo una pintura de Paris, de sus distintas areas, de su paisaje geogréfico y humano, sino queesta especie de geogratia dinamica atribuye inmediatamente a las distintas partes de ese organismo urbano determina dos caracteres morales que contribuyen a esa personificacién que hace de Paris un protagonista y no un simple marco [23]. El paisaje urbano de Paris es también un paisaje moral, yen su cuerpo cabe distinguir, como en la fi- siologa humana tradicional, los 6rganos nobles ylos 6rganos mas bajos. La consecuencia més importante de este nuevo modo balzaciano de entender el tableau de Paris es la atribucién de cualidades humanas a las distintas alles della urbe, un aspecto que es clave para entender el arranque dea intriga Seguin Balzac, «...hay en Pari ciertas calles deshonradas tanto como puede serlo un hombre culpable de infamia; existen también calles nobles, calles simplemente honestas, calles j6venes sobre cuya moralidad el ppublico atin no se ha formado opinién; calles asesinas, calles mas viejas de lo que puedan serlo las mas viejas ancianas, calles estimables, calles siempre limpias, calles siempre sucias, calles obreras, trabajadoras, mercantiles. En fin, las calles de Paris tienen cualidades humanasy nos imprimen con su fiso- nomia ciertasideas conta las que carecernos de defensa» [24] El tableau, sin embargo, atin en su combinacién de doble retrato paisajistico y moral, tampoco puede dar completa cuenta de una ciudad que escapa a su fijacién en una pintura. El Paris de Balzac es, en efecto, una metrépolis inestable, en perpetuo estado de movimiento y de cambio. Es una ciudad donde las personas son, ante todo, peatones y cuyas calles es- ‘tn siempre llenas de caches. Todo el mundo esta siempre en movimiento (incluso en los interiores). Las calles rehuyen la estabilidad, parecen pensa- das s6lo para albergar fiujos tan incesantes como irregulares, y s6lo admi- ten la excepcién de las aleatorias paradas del fléneur atraido por algin ha: llazgo imprevisto. Los momentos de inmovilidad son muy raros y estan siem- pre asociados a momentos limite de la trama. El cambio permanente tiene como consecuencia una cierta desrealizacién, haciendo dela ciudad el espa- cio por excelencia dela fantasmagoria, sobre todo cuando llega el momen- to de los poderes de la noche, ese tiempo de la transfiguracién de lo real [25] La Bolsa, el lugar donde el dinero se mueve en lugar de atesorarse, es el simbolo espacial de esta continua movilidad, Aunque los mecanismos financieros apenas desempefien un papel en la historia y no alcancen, por supuesto, el protagonismo que tendrén en otras obras de Balzac (como, por ejemplo, La Maison Nucingen), no es casual que Jules Desmarets sea agente de cambio precisamente del propio barén de Nucingen: una profe- sidn que le arrastra inevitablemente al terreno de ese Pars frenético tan con- 14 | P+c | a2 | ato2011 | 522 | ssn 2172-9220 | HooRE DAUMIER AGUACERO, 18, (23). capulo "Tableau de Parse are delavile 2a ,en atin Sete, op. pp 191-282 realre. 77, [25] Sobre la noche pasa, vid. el impoante vabso Simone Dele, Les doze heures noes. La nuit Fas 2 XNesiéce, Pax, AlinMichel 200, ncAURCHINTHE MORING.1952 alec barista espacio parsino en erage | Juan Calatava Escobar trario a sus aspiraciones de felicidad doméstica. Es también ala puerta dela Bolsa, Unico edifcio puiblico mencionado en la obra (aunque se trata toda- Via dea «Bolsa provisionals, ya queel palais Brongniart no seria inaugurado hasta 1826 y las operaciones de Bolsa se realizaban en un antiguo convento en la rue Feydeau) adonde Auguste de Malincour decide ir a encontrar a Jules y desencadenar ya asi, de manera irreversible, las consecuencias tragi- cas de suindiscreci6n, Del mismo modo, la propia solidez fisica de Par's parece diluirse ante la omipresencia del agua, que, sobre todo en forma de lluvia, consti- tuye un elemento de inestabilidad, de movimiento, de fluidez, que contra- dice la materialidad dura y estable dela piedra de los edifcios. Es justamen- teelagua, como vamos a ver, la causa de otro de los encuentros determina- dos porel azar que jalonan la trama, Yes queel Paris de Ferragus es el teritorio en el que reina el azar. El papel de lo casual, del encuentro fortuito, es clave en el desarrollo dela in- triga, en la que ningtin destino fatal predestinaba las acciones o los aconte- cimientos. Sobre el tablero de le ciudad caben, sin embargo, combinacio- nes infinitas de esas piezas intercambiables que son sus habitantes y sus acciones, entre las cuales se producen en ocasiones cortocircuitos que po- rnen en accién mecanismos ya irreversibles. En el Balzac de 1833 esté ya ese coup de Dés que casi setenta afios més tarde Mallarmé convertira en mate- ria poética, El primer golpe del azar estaba claro: nada hubiera ocurrido si Ma- lincour, predispuesto a captar las sefiales de lo anémalo, no hubiera visto @ Una mujer que anda furtivamente y cuyo aire le resulta familiar. Pero el azar del encuentro no basta: debe ser seguido por otro rasgo caracteristico de los nuevos modos de relacionarse con la ciudad, la curiosidad. Ser8 esta curiosided, no trascendental sino ociosa y despreocupada pero que ense- quida se vuelve pasional y dominada por los peores instintos del espla y el cazador, la quetermine por desencadenarla tragedia, El segundo azar deriva ya directamente de ese agua que diluye lo sblido transformando a Paris en un espacio liquido que desdibuja la real: dad y los limites de las cosas y las personas, Bajo la Ihuvia se encuentran en, Paris todas las clases de peatones, Balzac incluye en este punto una verda- dera clasificacién delos modos posibles de circular porla ciudad en un agua- cero [26]. ¥ precisamente el azar se materializa ahora bajo la forma de uno de e505 cbellos aguaceros» que obligan a la gente a meterse en un café, si pueden pagar, o en un portal, y sobre los que Balzac se pregunta como a ningiin pintor se le ha ocurrido todavia representar la fisonomia de un gru- po de parisinos amontonados en un portal himedo [27]. Elportal, espacio intermedio y de paso entrela calle y la viviends, es locontrarioala vocacién de permanencia de ésta dltima. En medio del agua- cero, constituye el refugio ocasional en el que una serie de desconocidos se ven obligados a una breve y apretada convivencia, Ese portal es un islote | P+C | 02 | ato2011 | 5:22 | ism 21729220 | pte sBoleacurbanisa: espacio patna en Feragisn | Juan Clatava Escobar entre la calle yel patio de la casa: espacio dominado por el tinte verdoso de la corrupcién, lleno de salitre, babel de conducciones de todo tipo, con el agua fluyendo por todas partes y arrastrando hacia a calle montones de despojos que padrian considerarse otros tantos inventarios de la vida de cada uno desus miserables habitantes. Yes que el Paris de Ferragus es, ademés, sucio. Las imagenes de la degradacién, la corrupci6n, la putrefaccién, los desechos, las basuras, las evacuaciones... son omnipresentes, yel momentaneo lavado de la lluvia no hace sino destacarlas con mas nitidez. Los muros, revestidos de carteles, son, ademés, portadores de otro tipo de suciedad, como le ocurre a la rue Pagevin, «..queno tenia un muro que no repitiera una palabra infames. Es en este azaroso refugio que ofrece ol portal donde se registra la primera aparicién de Ferragus, con una engafiosa apariencia de mendigo pero con rasgos que, para un buen observador, le diferencian del tipo habi- ‘tual del mendigo parisino [28] Es en el desorden de esa casval reunién de viandantes donde ocu- rreun segundo azar: a Ferragusse le caela carta de Ida, a hijade Mme. Gru- get, quees inmediatamente recogida y quardada por Auguste como medio para entrar en la casa misteriosa, de la que hablaremos enseguida con mas detalle Uno de los aspectos de mayor interés de Ferragus desde el punto de vista urbanistico es la sensacién que transmite de un Paris que es presa de una verdadera «fiebre de la construccién», de una «mania» edificatoria que Balzac trata como un rasgo patolégico de ese ser vivo monstruoso que es Paris: «En ese tiempo, Paris tenia la fiebre de las construcciones. SiParis es un monstruo, es seguramente el mas maniaco de todos los monstruos [..] En ese momento todo el mundo construia o demolia algo, no se sabe qué» [29]. El desarrollo de Paris es comparado por Balzaca una verruga, céncer 0 ‘tumor, signosy excrecencias que expresan ya, mejor que cualquier palacio o iglesia, quiénes on ahora los nuevos duefios de Paris. Balzac plantea en estas pocas paginas de Ferragus una cuestién que s6io recientemente ha sido retomada por la moderna historiografia urbana de Pars: la envergadura e importancia de las transformaciones em- prendidas en las décadas inmediatamente anteriores a los miticos grands travaux de Haussmann. La rue Pagevin y la rue Soly son, tal y como nos las retrata Balzac, calles ciertamente prehaussmannianas, en las que pervive esa insalubridad fisica y moral que esgrimira el Baron Haussmann como tno de sus argumentos esenciales. Pero no son ya el ieux Paris, sino lugares que, en el momento en que transcurrela accién, en la década de 1820, han sido sensiblemente transformados por la accién especulativa, Si David Har- vvey insistia en lo engafioso de! mito prometeico que de si mismo forj6.el pro- pio Haussmann [30], siBernard afirma tajantemente que ..a haussmanni- zaci6n y todo lo que la rodea es también un choque de mitos» [31], sihace algunos afos un coloquio internacional establecié la trascendencia de todo 16 | PHC | 02 | ato zo1n | 5:22 | isn:21729220 | FRRGAGUSESCENA DEL ENVENENAQENO DE MAUNCOUR 1s TRACIONDE A DIOONDS A COMEDIE HINGED E50, [aa}ep 108-108, boojeo.112 [30] David Harvey Pas, capital dela Moderited, op. cit, pp.t418 [Bilan ie A. Brad op. 09.18 “Bah Raen Bowie (ed), La modemité avant Haussmann Fo snes de espace bln 3 Pari, 1801-1853, fas, Eons Recherches, 2001. Gary 114 BA) Baac se extend sabe alinetoe de eso legates ‘apse, con sus faoles que dunia ato lace como ‘ache, que then des als ens horas de masugeda, 1 4s que vecomo epacs especaimene adecvads pare ‘geen olostengar gar escenasbaanes (og 127) Bsir9 126. TH 135, Vi, ames Mia, aby in acs ,Nrteeth Century Fench Sues, 1995, 0 23 356.64, yChistimeFonteeau, Labyehes edt meancen, Forages: yn térébeuse aface, en Mane Grate Rousseau (ed). Mysties, engnes'et sec’, ‘aps Lesions eC, 205, p. 27-42. alnac anita el exp paso en Feragin | Juan CalavavaEsabar ese Paris pre-Haussmann [32], lo cierto es que bastaba con leer a Balzac pa ra poder intuir todaslaslimitaciones de ese mito. Esta fiebre constructiva no resulta indiferente para el desarrollo de lo trama, Las calles de Paris, en efecto, aparecen llenas de andamios, de esa arquitectura fragil que, para Balzac, tiene algo de marino con sus mastilesy cordajes. Es de uno de esos andamios de donde cae el bloque de piedra que ‘std a punto de matar a Malincour y que constituye el primero de una serie deaccidentes o hechos inexplicables que ponen en peligrosu vida. Vendrén luego la rotura sospechosa del eje de su cabriolet cuando se dirige al Bois de Boulogne y el duelo al que es retado, sin razones solidas, por el marqués de Ronquerolles. Estos atentados, que alternan el riesgo tradicional el duelo)y elaccidente modemo (el andamio, el coche), levardn a Malincour a la con-

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