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Florence Thomas Conversaciones con Violeta HISTORIA DE UNA REVOLUCION INACABADA ss | ae 1 \ AGUILAR is 3 e Florence Thomas Naci6 en Rouen, Francia. Es psic6loga y magister en psicologia social de la U versidad de Paris. Desde 1967 se encuentra vinculada a la Universidad Nacional de Colombia como profesora titular y emérita del Departamen- to de Psicologia; y desde 1985 es coordi- nadora del Grupo Mujer y Sociedad del mismo centro docente. Feminista activis- ta, ademés es asesora de organismos oficia- les no gubernamentales en el campo de la problematica femenina y los estudios de género. Ha escrito varios libros, entre los que se destacan El macho y la hembra recons- truidos, Los estragos del amor, Conversa- cion con un hombre ausente, La mujer tiene la palabra (Aguilar, 2001), Género: Femenino (Aguilar, 2003) y Palabras en el tiempo (Aguilar, 2003). Desde 1999 es columnista del diario El po de Bogota. jora en el 2005 del Premio Simon war por la mejor columna de opini6n. ns Conversaciones con Violeta Florence Thomas Conversaciones con Violeta WISTORMA DE UNA REVOLUCION IMacaBADA AGUILAR © 2006, Florence Thomas © De esta ediciés 2006, Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S. A. Calle 80 No. 10-23 Teléfono (571) 6 39 60.00 ‘Telefax (571) 2 36 93 82 Bogotd, Colombia * Aguilar, Altea, ‘Taurus, Alfaguata, 8. A. Av, Leandro N. Alem 720 (C1001 AAP), Buenos Aires, + Santillana Ediciones Generales, S. A. de C. V. Avda. Universidad, 767, Col. del Valle, México, D.F. C. P..03100 *+ Santillana Ediciones Generales, S. L. Torrelaguna, 60.28043, Madrid Disefo de cubierta: Nancy Cruz Tustracién de cubierta: Jeanpaul Zapata ISBN; 958-704-394-4 Printed in Colombia Impreso en Colombia Primera edicién en Colombia, marzo de 2006 Primera reimpresién, mayo de 2006 ‘Todos los derechos reservados, Esta publicacién no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en 0 transmitida por un sistema de recuperacién de informacién, en ninguna forma ni por ningtin medio, sea mecénico, fotoquimico, clectrénico, magnético, electtodptico, por fotocapia, © cualquier otro, sin el premiso previo por escrito de la editorial Contenido |No, Violeta... no hemos llegado! 25 I'l amor o el lugar por excelencia de una fragilidad no resuelta........0..0. eee LG, NI cuerpo femenino colonizado: (uc ha sido objeto de deseo tantas veces, y lan pocas amado y celebrado ............... 115 Mamilia-trabajo: un binomio problematico ................ 004 147 Bl lenguaje usurpado - 187 Conclusion: Si, Violeta, creo en la posibilidad de otro mundo mejor para todos y todas 211 Prefacio | | ace varios meses, me encontraba en la sala de espera de un consultorio odontolégico. Pocas revistas, algunas de- inasiado viejas, otras banales. Habja olvidado traer algo de Jectura y la espera pintaba larga, En la sala solo quedaba- mos dos mujeres. En efecto, a mi derecha, una joven mu- jer de unos veintiocho 0 treinta afios, vestida con blue jeans, camisa de lino y una chaqueta més bien ligera para el frio de la ciudad, esperaba pacientemente su turno para ese otro parto que es la dentisteria. Y sucedié lo que mAs tarde dio origen a este libro. Ella, que hoy llamaré Violeta, probablemente mot- vada por el aburrimiento mutuo de nuestra espera, enta- ld la conversacién. Indagamos entonces las cosas usua- Jes que se preguntan dos mujeres que tratan de romper la monotontfa del momento. Ella dijo que me habia visto una © dos veces en television pero no recordaba el contexto. ‘Lravé entonces de contarle el probable escenario de esas entrevistas. Y para no dejar morir la conversacion, decidi hacerle un par de preguntas mds. Realmente solo queria yeguir conversando. Asi supe que esta mujer habja estu- dliado algunos semestres de administracién de empresas y luego se habia cambiado de carrera. Me conté también CONVERSACIONES CON VIOL EL que vivia sola, aun cuando hacia algun tiempo habia en- sayado la convivencia con un hombre con el cual no fan- cions la cosa. Me hablé de su madre, trabajadora social, hoy separada; me hablo de un padre lejano, ingeniero y de un hermano atin universitario, Entre muchas otras cosas me relaté algunos nudos propios de su generacién: una vida laboral inestable, unos amores dificiles, su incégnita frente a la maternidad y las dificultades de comunicacién con su madre. Fue entonces cuando le pregunté lo que ella pensaba del feminismo y de la defensa de los derechos de las mujeres: —No sé, pero para mi el feminismo es otro de esos «ismos» pasados de moda y que no sirve de gran cosa hoy. La respuesta, en el momento, no me impacté. E's mas, la conversaci6n continué normalmente hasta que el odon- télogo me hizo pasar a su consultorio. Durante cientos de charlas, conferencias y seminarios, he oido esta clase de reflexiones sobre el feminismo, ademas de otras, por cier- to mas duras. No obstante durante la sesién de odontolo- gia me invadié una extrafia rabia. ;Cémo esta mujer que habia tenido casi todo y que podia vivir muchas de las co- 5 que nuestra generacion no, habia podido decir lo que dijo! ‘Triste, regresé a mi casa con una amarga sensacion de que estaba perdiendo el tiempo. Y, sin embargo, sabia que esa joven mujer de la sala de espera de mi odontélo- go era, de alguna manera, la misma 0 igual a las amigas de mis hijos —-que tienen hoy entre 28 y 35 afios—, las pe- tiodistas que conozco, las jévenes ejecutivas que encuen- tro en los aviones, las profesionales que tratan de coneiliar trabajo, maternidad y marido 6 compafiero, o las mujeres afectivos, que de treinta aos, atin sin compromisos PLorence THomas preguntan «¢y dénde estén los hombres?», en fin, la gran mayoria de las hijas de mis amigas... ¢Qué ha pasado con nuestra revolucion silenciosa y fa generaci6n de nuestras hijas? ¢Por qué se hacen todas, 0 casi todas, las que no quie- ren saber cémo vivian sus bisabuelas, cudles fueron las fu- chas, la toma de conciencia y las rupturas que tuvieron que librar sus abuelas y madres para que ellas pudieran reco- ger y vivir hoy los logros conquistados? ¢Cémo es posible que, a pesar de todo, no busquen ex- plicaciones a ese extrafio malestar que viven atin muchas de ellas en lo cotidiano? Por qué es tan dificil para ellas seguir ese camino ini- ciado por sus abuelas y seguido por sus madres, tratando de asegurar que no haya retroceso posible? ¢Por qué aceptan tan facilmente que «los hombres las prefieren brutas» cuando ellas los quieren inteligentes? Dedico este libro a todas ellas y a sus amigos y compa- Heros inteligentes. I Pi 1 abrir mis encuentros con Violeta, escogi epigrafes de autores masculinos para que ella sepa que existio tam- Iien-un feminismo en masculino aun cuando el concepto de feminismo ni siquiera existia. A lo largo de los siglos en- \tramos algunos hombres inteligentes, preocupados por esta tenaz exclusién o discriminaci6n cultural nuestra; hom- Ives asombrados por nuestra inteligencia, hombres que wworaban nuestra compaiifa para debatir conjuntamente sobre los problemas mas serios del mundo, hombres que se senuan huérfanos de compafifa femenina, hombres que {ron en nuestra paulatina visibilizacién. Por supues- ta bien entrado el siglo xx, ellos fueron tildados de , anarquistas 0 locos de remate. Y Violeta tendra «uc saber que nuestro advenimiento en cuanto sujetas de palabras, de derechos y de deseos, lo debemos a las lu- thas de las mismas mujeres. De hecho, ni los Estados, ni los hombres mas inteligentes, ni siquiera nuestros com- pancros de vida y amores, nos regalaron algo. Todo lo que Violeta va a encontrar en las paginas siguientes, la marcha adelante nuestra, fue, y es atin, liderada por mujeres. No hay duda de esto. toy wtopist: Pero aqui van algunas frases bellas de hombres: «Las mujeres tienen razén de rebelarse contra las leyes porque las hicimos sin ellas». MOoNTAIGN «Podemos afirmar, con toda certeza, que el conocimiento que los hombres pueden adquirir de las mujeres, de lo que son, sin hablar de lo que podrian ser, es lamentablemente limitado y superficial y seguir siendo asi mientras las mujeres no puedan decir todo lo que tienen que decir». Jon Stuart Mit «Si prefiero las mujeres a los hombres es porque ellas tienen la ventaja de ser mas desequilibradas, es decir, més complicadas, mas perspicaces y mis cinicas, por no hablar de esta misteriosa superioridad que confiere una esclavitud milenaria». CIORAN posible que el anténimo de “olvidar” no sea “recordar”, sino “justicia”?». YERUSHALMI «Pero un filésofo sofiador, cuando suefia el lenguaje, cuando las palabras para él salen del fondo mismo de los suefios, gcémo puede no ser sensible a la rivalidad entre lo masculino y lo femenino que él descubre en el origen de la palabra? ». GASTON BACHELARD «El cambio mayor es sin duda el hecho de que la dominacién masculina ya no logra imponerse con la evidencia de antes, con la evidencia de lo que ni siquiera tenfa que ser demostrado». PIERRE BOURDIEU ~No he nacido para la inquietud. Mas bien para el dolor, para el infinito dolor de la pérdida». MARGUERITE YOURCE: Introduccion Gieo que desde que tengo la conciencia clara de ser fe- minista, no he hecho otra cosa que preguntarme :como ayudar a construir ese capitulo de la historia que se ha que- dado sin escritura y sin voz? ¢Cémo remediar la pérdida? somo dar existencia al saber de las mujeres, ese saber ig- norado por la historia oficial? ;Cémo ayudar a las muje- res a darse a luz a ellas mismas? ;Qué hacer para que su palabra sea escuchada y reconocida ante la ensordecedora palabra de un Dios masculino, del Padre, del Amo, del Ma- rido y del Hijo? ¢Qué hacer para que esta orfandad de los hombres se acabe? ¢Cémo instaurar una cultura que per- mita pensar en la otra, una cultura del dos, una cultura del estar juntos, capaz de generar una nueva ética de la dife- rencia escribiendo el ultimo capitulo del apartheid sexual que nos ha tocado vivir desde hace ms de veinte siglos? Muchas preguntas que tal vez tienen una sola respues- ta: nous voulons guerir d’étre femme. . Y en- tonces de repente, dudan... empiezan a sentir adentro un bichito al cual no quieren ponerle nombre, y se instala po- SON VIOLETA CONVERSAGIONES co a poco un extrafio malestar... no obstante, pareceria que no quieren saber. Como si tuvieran miedo de perder algo. :Perder qué? Lo tinico que pueden perder es ese es- tado de malestar que, incluso en estos estratos, termina a veces en depresion. Por algo repito a menudo que prefiero mil veces tra- bajar con mujeres populares, Ifderes comunales, madres solteras, mujeres pobres, campesinas, todas estas mujeres que han vivido tantas discriminaciones y tantas inequi- dades grabadas en la piel y en la memoria, que saben que no tienen nada que perder y todo por ganar. Por lo me- nos ellas entienden que les ofrecimos y ofrecemos digni- dad a través de un estatus de ciudadanas que les permi y les permitird seguir adquiriendo derechos; les ofrecemos escucharlas, les damos la palabra, que, en la gran mayoria de los casos, no habian tenido nunca, y asi pueden recu- perar algo de su propia historia, resignificandola desde una trama hecha esta vez de nuevas explicaciones. Les mos- tramos la importancia de tejer redes y fueron ellas las que nos ensefiaron a nunca dar un paso atras, porque cuando arrancan, nunca mds dan reversa. No tienen reversa. Pero la historia que voy a contar en estas paginas no es exactamente la historia de estas mujeres, aun cuando creo que muchas de las reflexiones que siguen pueden adaptarse a su condicién. En general la historia que si- gue es una historia situada en un contexto social distinto; es la historia de Violeta y de sus compafieras de clase, quie- ro decir, mujeres profesionales de clases medias y de con- dicién socioeconémica privilegiada. Pues sf, espero convencer a Violeta y a sus amigas de que tengan mucho cuidado con esos discursos politicamen- FLORENCE THOMAS 'e correctos que las convencen de que el feminismo fue im- portante pero que hoy dia no tiene sentido, pues las mu- eres estan en todas partes, tienen todo o casi todo, han si- lo escuchadas, y hombres y mujeres ya son iguales y punto. Y he ofdo a hombres afiadir, previniéndolas: «Dejen a estas feministas, malamadas, vengativas y amargas, y si- #11 como mujeres inteligentes, seduciéndonos con estos atributos que nos gustan tanto». Si, a través de Violeta, quisiera convencer a mujeres ya hombres inteligentes que nunca, por lo menos en Co- lombia, ha sido tan pertinente el feminismo y que sus de- hates son debates de la modernidad, de la democracia; son debates que anhelan un mundo mejor, y que al contrario del machismo que maltrata, violenta, humilla y mata to- dos los dias, nosotras solo sofiamos y actuamos con esa utopia en el coraz6n, una utopia que nunea ha matado a na- dic y que hace avanzar la democracia en el pai Y no olvi- demos que la misoginia fue la que suscité o que generé el feminismo y no a la inversa. Y bueno, para mi escribir siempre ha tenido el fin de salvar algo. Gracias a Violeta, espero lograrlo. iNo, Violeta... no hemos Ilegado! Un poco de historia a que no sigas repitiendo que no ticne sentido ser minista hoy... ¥ para todos y todas los y las que ereen tes... yaquellos que afaden en general... «qué mas - No, Violeta, el debate sobre el lugar de las A lejos de cerrarse. quierer mujeres y sobre el feminismo e [impezaré con un poco de historia’, de historia reciente porque de hecho la historia de las mujeres es la de su ac- so ala palabra, Antes de esto, las mujeres habjan sido re- in esta breve historia menciono algunos eventos, wante nacionales como inter- ssacinmales, que cambiaron de alguna manera el rambo histGrico de las mujeres co- n muchos mis de los que se resumen aqui y hay ya trabajos ¢ inves- jones que «lan una rnirada mas completa de tos cantextos, legislaciones e s particulares de las mujeres colombianas y-de las emujcres en la historia cn cial de Ia mujer. 5 in juridica y Historie de Colombia, t ita, Bogota, 1989, Los tres tomas de Las anujeres ex le bistariat de Colombia, bajo la direce dala Vel ct. Tore, editada por Norma, Bogari, 1995 ie cox: Lats Pres alas def femrinisnra, realizade par Ch Fauna Wills. rs, 4 CONVERSACIONES GON presentadas y fantaseadas por los hombres, quienes no lo- graban describirlas o hablar de ellas, come si no tas co- no dar la medida de sus er de hue- nocieran 0 no hubieran podido s temores y fantasmas hacia ellas. Antes de ser muj sos y carne, de palabras y deseos, fuimos todas mujeres ima- ginadas, fantaseadas, mujeres de la ilusion, de la ilusion de los hombres, dirfa Ana Maria Fernandez’. Conocer nuestra historia es la inica manera de darle un sentido a nuestra existencia y comprender nuestro em- pefio por seguir rompiendo los moles exigides por una cultura patriareal y una moral judeo-cristiana terriblemen- te duras con nosotras, Conocer nuestra historia es una de las pocas estrategias que nos permite hoy resignificar nues- tra manera de habitar el mundo, interpretarlo y actuar so- pocas estrategias que nos permite to- lo que significa haber nacido mujer bre él. Es una de las mar conciencia sobr en una cultura patriareal. - deeia Jane Austen a propdsito de | :Sabes lo qu historia off jo? Pues escttchalat: fa solemne historia real, no me La histori a usted? 2sa casi nad Asi mismo, ya tenemos un acerve de tesis de maestria de la Eseuela de Estudios de Género de la Universidad Ide Colombia sobre varios dle bes proble- mus abordadas en esta conversacion com Vioketa * Ana Maria Ferndndes es psicdloga, psicoanafista y Ferninista argentina, profe jitulada de La WEA y autora de varios libros sobre la cuestiom femenina, entre los es esta [a atyfer de files: pacts y coutactos entre lnaunbires y anajere Nicole Loran, Les experiences de Tiresins, Le féminin et lboneme grec rl, LORD, Hlorexce Tomas —Adoro la historia —{ Qué envidia me da! He leido algo de historia, por obligacién; pero no veo en ella nada que irrite o no me aburra: disputas entre papas y reye: ucrras 0 pestes en cada pagina, hombres que no va- len gran cosa y casi nada de mujeres, jes un fastidio! Si, la historia contada exelusivamente por los hom- bres ha sido y sigue siendo un fastidio, estoy de acuer ne Austen, do con Ja Y en esta primera conversacion contigo, Violeta, arran- caré con la historia de tu abuela, Una abuela que habria podido nacer en 1911; de he- cho, mi madre, Marie Thérése, nacié en 1911, pero ha- blo de un abuela tuya hiperética, colombiana. Bien, tu abuela no podia merecer ain el ealificativo de ciudadana y a los 20 afios (en 1931), no solo no tenia de- recho a votar, sino que en caso de una herencia paterna, no podia administrarla. Tenia que entregarla a un hermano mayor oa su marido, en caso de estar casad Dicho en otras palabras, tu abuela era interdicta judicial, lo que significa que estaba totalmente pri- vada del ejercicio de ciertos derechos al igual que los dementes, los nifios y las nifias. Estudiar era todavia complicado aun cuando existian ya unos colegios de monjas. Tu abuela, tal vez, habria es- tudiado en el Colegio de La Ensefianza de La Compa- fia de Maria. Alli le habrian ensefiado ante todo a rezar, a coser y a bordar, a hablar un buen castellano y un poco de CONVERSACIONES GON WIGLIE ES. contabilidad, cosa importante para la «economia del ho- gar», y a volverse un ama de casa responsable. Su tnico destino era ser una esposa inmejorable, cuyo significado era la decencia y la represion de todo deseo que no estu- viera vinculado a la maternidad como tinica posibilidad de existir para una mujer de principios del siglo xx. Igunas mujeres de sectores me- de el final del siglo sax, Norma de losa Por cierto, p: dios, existian d Seforitas para formar macstras, ¥ a par jas escuclas de veinte surgi la ensenanza comercial y S Se- artes y.olicios, en las telegralistas, entre otras, En 1928 se cred even el Instituto Pedagégico Femenine. ‘Tu abuela, como ya lo mencioné, no podia represen- tarse a si misma legalmente y estaba lejos de tener igual- dad juridica con los hombres, pues ella, que se cas6 en 193 con un sefior que le Ilevaba 15 afios, estaba, ademas, bajo el yugo de la potestad marital. Salia poco a la calle y cuan- do lo haefa, siempre iha acompaiiada. Su palabra no podfa circular sino en el patio de atrds o en la cocina con sus hermanas, su madre y las comadres para comentar algunos eventos de la vida doméstica mien- tras ayudaban a preparar el ajiaco dominguero o el arroz de leche santaferefio. Muy pocas veces Ilegaban a sus oi- dos acontecimientos de afuera. Y aun cuando la hubieran aleanzado los ecos de la vida politica del momento, nadie le pedia id iera muy dificil darle un sentido a su existe! ndo o historizandola. El orden na- tural era la tinica explicacion que tenia.a mano para sopor- FLORENCE THOMAS lar y sobrevivir a su condicién de mujer. Las cosas eran asi y punto. Era un mandato de la naturaleza. Ademas, las lecturas que le estaban permitidas le reforzaban esta re- presentacion de un femenino fragil, emotivo, dependien- te econémicamente y pasivo sexualmente, es decir, una mu- jer predestinada a la maternidad, al servicio, a un amor abnegado, a la victimizacién y al sacrificio. Una mujer sin existencia en sf, tal cual la Maria de Jorge Isaacs. Era el rei- no absoluto del patriarcado y de la voluntad de una reli- gion que seguia considerando a las mujeres como el mayor peligro, es decir, como seres que hay que reprimir frente alas posibles manifestaciones de la inteligencia y de un de- seo propio, mejor dicho, de la carne, sinénimo de pecado. E] sujeto de deseo que tii eres hoy, Violeta, era una utopia para tu abuela. ¥ no sé si algunas mujeres de su weneracién lograron encontrarle mieles a una existencia alienada, a una palabra sin ecos, a unos cuerpos coloniza- dos y a unos pobres deseos mimetizados en deseos oficia- les, es decir, masculinos. No sé tampoco si tu abuela Io lo- #16; no lo creo, a menos que esa tan larga represién de una existencia propia muy sutilmente naturalizada haya lo- grado convertirse en una especie de sacrificio gozoso que muchas de las mujeres de esta época le ofrecian a Dios. «Suponer que la mujer pueda sentir placer se- xual es una vil calumnia». Acton (médico contempo- rineo de Freud), ‘Tu abuela habré podido, tal vez, leer Ed segundo sexo de Simone de Beauvoir —cuya primera edicién francesa es de 1949— a principios de los afios sesenta cuando ya Canversscioniin GON VIOLEDA tenfa cincuenta afios y cra muy tarde para ella. Resigni- ficar su vida exigirfa mucho valor a esta edad. ié en 1908, su hermana Simone de Beanvoi Héléne, en 1910. Mientras Simone escribia y se volvia un personaje célebre en el mundo entere por su de- a, Héléne fue una pintora, fensa de la causa feme: wucho menos conocida a pesar de tener una obra im- rade varias exposiciones. A Simone escribio: «No es portante y de haber real herm proposito de s' casualidad que dos hermanas de temperamento te diferente compartieran una actitud similar ur has ante la vida: las dos deseamos furiosamente otra exis- tencia que la que conocié nuestra madre, nuestras tias y todas estas mujeres Hlenas de virtudes, resignadas y que no hablaban sino de deheres, Nosotras dos que- dad, | primera ed ida, queriamos crear». riamos la fel in en espaol legé a Colombia, Siglo Veinte, en 1962, en dos tomes. No fue la Espana gracias ala editorial argenti una edicién rts franquista, por supuesto, la que tradujo la obra. En anto al Vaticano, se apresur6, por intermedio del rar EJ seguado sexo en el indice ante Oficio, a regis idos. de libros prohi Yo, tu madre, podré resignificar mi vida. ¥ ed recoge- ras los frutos de haber tenido una madre beauvoiriana... ‘Te cuento todo esto, Violeta, para que no olvides esta historia ruya tan reciente. Es la vida de tu abuela. Que po- dria haber muerto hace poco. No sé si esto te da la medi- 30 FLORENCE THoatas: da de lo que han significado los rompimientos que tuvie- ron que hacer las mujeres de mi generacién Pero, bueno, volvamos a los‘aiios treinta.../ 1930 ymi- remos los timidos cambios legislativos que van a ocurrir a partir de esta década. Gracias a Ja bulla de algunas muje- res de la generacién de tu abuela —un pufiado desmujeres— i , tebeldes, tercas_pero sobre todo. sofiadoras_y ansiosas de felicidad—se logré agrietar.el pesada-yeso.del molde oficial de Ja feminidad y dar los primeros pasos de una revolucién silenciosa que no ibaa dejar de crecer-y madurar sin estallar nunca. A esas mujeres del final de la década de los veinte y de los treinta que mi generacién re- conoce como las verdaderas pioneras del feminismo, aun cuando muchas de ellas no conoctan ni siquiera ese cali- ficativo, no las podemos olvidar’. Ellas se Iamaban, entre muchas otras,|Maria Cano, «La flor del trabajo», una de- fensora de las familias obreras que, entre otras cosas, hablé de los tres ochos para los hombres y-las-mujeres_trabaja- doras y obreras: ocho hor: trabajo, ocho horas de des-. canso y ocho horas de recreacién; Betsabé Espinosa, otra luchadora tan mal conocida, también defensera-detas-tra- bajadoras de esta €poca y especificamente-de las-textiteras~ de Antioquia y, por supuesto, Ofelia Uribe, Esmeralda Arboleda, Georgina Fletcher, Josefina Valencia —herma- na rebelde de Guillermo Leén Valencia—y Aydeé Anzola, entre otras, quienes consiguieron, en medio de inmensas documentacién sobre la vida de estas mujeres, se puede consultar el revista En Otras Palabras: «Mujeres que eseribieron el siglo XX. Enero- julio de 2000. El N° 7 se encuentra en a Fondo de Document: nero de Ia Fac | de Ciencias Humanas de Ja Universidad Nacional de Colom- bia, en la Biblioteca Nacional y también en la Biblioteca Luis Angel Arango. 31 CONVEHSACIONTS CON VIOLIEA resistencias, algunos progresos legislativos y_despuds de mas de 25 afios de lucha, el sufragio para las mujere: lombianas. Pero de pronto tu abuela no hacia parte de ellas. ‘a conocer mejor a Betsabé Espinosa; el 14 de de 1920 tiene lugar en Bello (Antioquia) un acontecimiento insélito, Las obreras de la fibrica de Emilio Restrepo, Compania de Tejidos Medellin, pa- ralivaron sus actividades en exigencia de aumentos sa- es, de la destitucién de los administradores que to de capataces» y del ce- mbién pe- lari pretendian imponer «un tre al del que eran objeto; t ala arbitraria prohibi se del abuso sexu dian que fuera aboli calzado, pues por su causa habian contra enfermedades, ademas pidieron el derecho a un Gem- alimentos. po para consumi | Las obreras encabezadas por Betsabé pe ron 22 dias en su movimiento. De nada valieron las sti- plica roco de Bello, ni la actitud intransigente de Emilio Restrepo, pues las obre apoyo de los pobladeres del municipio, que di¢ron to- do su respaldo a la huelga. ‘as a la mediacion de otros empresarios, de s del pi as contaban con ¢l Graci autoridades y del mi acuerdo en el cual se estipulé que la jornada de traba- a mayor de nueve horas y cincuenta minu- tos; s¢ logré un aumento del 40%, la posibi- lidad de que las obreras fueran oidas en sus cargos a destitucian de fos ca- mo obispo, se logré firmar un jo no ser los administradores y sosadores. (Citado en: revista Ea Otras Pa- contrs pataces 4 labras | enere-junio de 2000.) 32 N° 7. «Mujeres que escribieron el siglo XX», Fok nee Thomas 1932 (Ley 28): derecho de la mujer a administrar sus bie- | nes 1933 (Decreto 1874): derecho para las mujeres de in- gresar al bachillerato | 1933 (Decreto 227): derecho a la educacién superior para las mujeres | 1936 (Ley 45): establece el derecho de la mujer a desem- pefiar cargos publicos pero sin derecho al yoto jQué tal semejante incongruencia! Incongruencia que se traducfa a menudo en problemas muy concretos, tales co- mo el hecho de que estas mujere: nar puesto que no tenian cédula 10 ¢ podian posesio- Algo mas tarde y en el escenario internacional, entre muchos otros eventos, ocurrieron dos hechos trascenden- tales para el futuro de las mujeres. 1945: creacién de la Organizacién de las Naciones Unidas. 1948; Declaracién Universal de los Derechos Huma- nos que proclama, entre otras cosas, que «toda persona sin distincién de sexo es titular de todos los derechos y liber- tades que fija esta declaracion...». i Qué bella esta primera declaracién de principios: Pia- dosa y generosa pero absolutamente ingenua mientras se segufan desconociendo —o, mds grave aun, ocultando— los mecanismos y las multiples estrategias de la produc- ci6n y reproduccién de la desigualdad entre los sexos, [la- mada mas tarde desigualdad de género, y mientras se se- guia creyendo en una naturaleza femenina que ubicaba 33 CONV PRSACIONES CON «naturalmente> a las mujeres en un lugar de subordina- cidn y de inferioridad. Te cuento que durante muchos afios, en la Declara- cién Universal de los Derechos Humanos, no se encon- traba ninguna referencia explicita a las mujeres. Existia una concepcién «unisexo» de los derechos humanos y subyacia el concepto de hombre como sujeto universal que englobaba y representaba a los sujetos particulares. Las mujeres seguian sin existencia propia porque nacer hom- bre o nacer mujer era lo mismo. Esto representa exactamente el pensamiento univer- ta, un pensamiento que permite expresar frases como: "Todos los Hombres son iguales. ¥ me pregunto: gIncluso las mujeres?, porque de cada dos Hombres se debe supo- ner que uno es mujer, 20 no? Y¥ de una vez te digo y lo repetiré hasta el cansanci Una mujer no es un hombre, gde acuerdo?, por consiguien- te no es tampoco un Hombre, :seguimos de acuerdo?, en- tonces, una mujer es una mujer, asi de sencillo, pero, so- bre todo, de légico, zno te parece? De alguna manera se repetia lo que ya habia denuncia- do la gran Olimpia de Gouges en el momento de la De- claracién de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789, declaracién que nunca nombraba a las mujeres a pesar de su importante participacién en la Revolucién Francesa. Si, yo sé que ti ya conoces la historia de esta mujer porque me la has escuchado contar miltiples veces en mis conferencias, pero la vuelve a contar para los y las que no la conocen. Olimpia, ofuscada por esta tan viril De- claracién de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, redacta una Declaracién de la Mujer y de la Ciudadana, 34 FLoke sek THastas: en la cual traspone a las mujeres las ventajas del Estado de Derecho, insistiendo en el cardcter bisexuado de la comu- nidad civil y politica. Ella, quien diria mds tarde, dos afios antes de subir a Ja guillotina, «si la mujer tiene derecho a subir al cadalso, también debe tener el derecho a subir a la tribuna». Fue guillotinada por tanto atrevimiento.,. Y de hecho fueron necesarios muchos afios, inuchas luchas y muchas mujeres ilustradas para lograr superar la trampa del universalismo que nos obligaba a medirnas con pardmetros masculinos como si la historia y las necesida- des de las mujeres fueran las mismas que la historia y las necesidades de los hombres. a pesar de su grito tan idad» nde las mujeres. Las ignord de La Revolucién France: esperanzador de «Li ertad, Igualdad y Frat no mejord la condici manera vergonzante cuando muchas de ellas fueron activas revolucionarias y reclamaban justicia por me- dio de periddicos y clubes de ciudadanas revolucio- narias. Sin embar; ‘0, los hombres, bajo el pretexta de la natomia femenina y de sus «servidumbres fisio- lgicas», s fan rechazando cualquier posibilidad de otorgarles derechos. Aun asi, existieron 2 mocionantes excepciones tales como la del fildsofo et quien, desde antes de 1789, fue el tnico p de la Revolucion que reclamé la igualdad de teéri d de los Derechos del Hombre y del Ciuda ra las muje! chos entre los sexos y que critics la Declaracion ano por no mencid s niincluir de 0s para ellas. Deci «Por qué unas personas expucstas a embar zs y a indisposic n ejercer CONVERSACIONES GON VIOLETS derechos que nadie pens rechazar a hombres que tie nen gota o que se resfrian fei Y aprovecho para recordarles a las mujeres, a todas las mujeres del mundo y de paso a Elizabeth Badineer (que tanto quisimos con sus primeras obras —particularmente Fl uno es el otro’ y XY, ke identidad masculina*— y que tanto nos decepeiona hoy con su desacuerde con Ia ley de pa dad francesa), que antes de ser sujeto universal, tenemos que aprender a ser mujeres. Mientras no exista igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en todos los es- pacios de la vida, tenemos que reivindicar nuestra condi- cién de mujer y no olvidar que la inmensa mayoria de ellas vive en situaciones y/o contextos socio-politicos de vul- nerabilidad y tiene una larga historia de discriminacion que hacen necesarias acciones positivas, es dec nisms legislativos, u otros, de reparacion histérica. Por- que si el universalismo consiste en ignorar absolutamente la diferencia sexual, es decir, el hecho de que la especie hu- mana esta hecha de hombres y mujeres que no tienen !a misma historia, entonces s¢ hace imperative realizar una critica filosdfica y politica del universalismo. meca- veth Badinter bY rte es ef 4 El ensayo de Eliz és una invitacion a reflexionar sobre las relacianes tre hombres y mujeres lo large de la historia y lo re— ado en: Bennite Groult, Lar feusinisme aw masculin, Editions Denoel/Gonthier, eth Badintec, Ey sino es ef otro, Planeta, 19% peth Badinter, NY, la Menrided maseuling, Norma, 1993~ 6 Fiore sce Tirosias comiende a todas las personas que quicran saber nis sobre la histe 2 del patriarcado, El texto se divide en tr randes partes cuyos ti tulos son guificatives, La primera parte Ihonada «E11 une * y’ el otre», desarrolla la hipéresis de ana com- plement ad original de los sexos en la época de fos cazadores-recolectores. La segunda, «l] une “sin” cLotres, corresponde ala época de un p alo ab- uto que se perfeccianand con el poder divine y abso- del Dios Padre. La tercera y altima parte titula- Pune “es” clotro», muestra la posibitidad de una autacion vertiginasa con La vde fa androginia ima cntences con la utopia. La dirima frase del eve hombre», to es «EI fin del hombre? No, ann Por el momento, y creo que por mucho tiempo atin, el planeta Tierra esta poblado de hombres y mujeres cu- yas historias, tanto de sus conciencias como de sus cuerpos, han sido demasiado diferentes. Y el famoso universalismo tiene cara de hombre, qué digo, de varén, aun cuando hom- bre se escribe con H mayiscula. Los pardmetros del uni- versalismo nunca son neutros, Violeta, son masculinos por Ja sencilla razén que el mundo fue pensado por hombres y para hombres y que esta famosa neutralidad es légica- mente masculina. Violeta, no olvides esto: Aprende a ser mujer, a cono- cer la historia de tus congéneres, empezando por tus abue- las, tus bisabuelas y todas estas mujeres que vieron an- tes, durante y después de la coloni CONVERSACIONES CON VIOLETS «Una mujer es la historia de sus actos y pensa- mientos, de sus células y neuronas, de sus heridas y entusiasmos, de sus amores y desamores. Una mujer es inevitablemente la historia de su vientre, de las se- millas que en él fecundaron o no lo hicieron © dejaron a de lo peque- a de lo callad a de muchos hom- de hacerlo... Una mujer es la hist no, de lo trivial, lo cotidi: Una mujer es br: raza. Y cs la historia de sus raices y su or no, siempre la histo: s, Una mujer es fa historia de su pueblo y de su gen, de cada mujer que fue alimentada por la anterior para que ella naciera: una mujer ¢s la historia de su sangr Pere luchas interiores. T ambién es la a de una conciencia y de sus nuna mujer es la historia de su utopia». (Mare Serrano, Antigna vida min.) Si, ya sé, ahora me vas a decir que la vida de muchos. hombres no era tampoco deslumbrante en estos tiempos, ni siquiera hoy dia. Me vas a decir que hay muchos hom- bres discriminados por su clase, por su etnia, el color de su piel o por su preferencia sexual, y es cierto, tienes razon, Violeta, hay muchos hombres discriminados. Pero, escti- chame bien, ningtin hombre ha sido discriminado por ser hombre, quiero decir por su sexo, mientras que todas las mujeres lo somos. Mira, un hombre negro sera discrimi- nado por el color de su piel, una mujer negra sera discri- minada por el color de su piel y por ser mujer. Un obrero sera discriminado por su clase, una mujer obrera ser dis- criminada por su clase y por ser mujer. Entonces, ojo con el universalismo y con el hecho de que todos somos her- manos, todos seres humanos, personas etc.... argumentos que he ofdo miles de veces durante mis charlas, conferen- Flomrxer Tomas cias o seminarios. Si, Violeta, todos somos seres humanos pero hay una manera masculina de vivir nuestra humani- dad y una manera femenina de vivirla. ;Ademéas, me rehti- soaser hermano de alguien! No soy hermano de nadie... Bueno, pero con todo ese discurso sabre lo peligroso del universalismo, me anticipé porque solo en la década de los aiios noventa se formularon correctivos a esta vision universalista de los Derechos Humanos. Volvamos entonces a lo nuestro: 1954 (Acto Le al voto a las rislativo N" 3): otorga el derecho jeres. Y como este acto legislative es muy particular, te lo transcribo textualmente: | = s Bail x ACTO LEGISLATIVO NUMERO 3 DE 1954 REFORMATORIO DE LA CONSTITUCION NACIONAL | POR EL CUAL SE OTORGA A LA MUJER EL DERECHO ACTIVO Y PASIVO DEL SUFRAGIO La As; blea Nacional Constituyente DECRE’ Articulo 1. El articulo 14 de la Constitucién Nacional | quedard asi: «Son ciudadanos los colombianos mayores de veintitin afios. La ciudadania se pierde de hecho cuando se ha per- dido la nacionalidad. También se pierde o se suspende en 39 Convrasaciones CoN Viglen virtud de decisién judicial, en los casos que determinen | lasleyes. Los que hayan perdido la ciudadania podran so- licitar rehabilitacién». Articulo 2. El articulo 15 de la Constitucién Nacional quedara asi: «La calidad de ciudadano en ejercicio es condicién pre- via ¢ indispensable para clegir y ser elegido, respecto de cargos de representaci6n politica, y para desempeiiar em- pleos publicos que lleven anexa autoridad o jurisdiecién>. Articulo 3. Queda modificado el articulo 171 de la | nal en cuanto resiringe cls gio a los ciudadanos varones. | Articulo 4. El presente Acto Legislativo rige desde su sancién. Aprobado en segundo debate por la Asamblea Nacional | Constituyente, en sesién del dia 25 de agosto de 1954, | El Presidente, Mariano Ospina Pérez | El Secretario, Rafael Azula Barrera Repiiblica de Colombia. Gobierno Nacional. Bogota, 27 | de agosto de 1954 Publiquese y ejectitese Teniente General Gustavo Rojas Pinilla | El Ministro de Gobierno, Lucio Pabén Niifiez Di Oficial N° 28576. Bogota, septiembre 14 de 1954 Y tu abuela vot6 por primera vez en 1957, cuando te- nia 46 afios. Si, tienes raz6n, Violeta, es probablemente el tnico pais del mundo que otorga el sufragio a las mujeres durante una dictadura. 40 PLORENGE THOMAS Violeta, hace apenas 51 afios que las mujeres colom- bianas son ciudadanas. ‘Te acordards de todas las manifes- taciones, festejos, escritos y reuniones que realizamos en agosto del 2004, con una muy relativa cobertura de los me- dios, como siempre cuando se trata de dejar constancia de la marcha adelante de las mujeres. Un paso en falso de una reina de belleza durante el Reinado de Belleza en Cartage- na es mas noticia que los 50 afios del voto femenino... Y no te cuento toda la sarta de imbecilidades que tuvieron que ofr por parte de los Padres de la Patria 0, peor aun, de sus maridos, hermanos o mejores amigos, estas mujeres lu- chadoras. Ya te veo, quieres ahora saber si Colombia estuvo muy atrasada en relacién con otros pafses en cuanto a la fecha de obtencién del voto femenino, Pues mira: én primer lugar, en la mayorva de los paises del mun- do, los hombres obtuvieron el derecho al voto mucho : tes que las mujeres, con excepcion de Dinamarea que otor- gé el derecho al voto para hombres y para mujeres en la misma fecha: 1915... pero es el tinico pais del mundo. Y lo que es necesario saber, aun cuando no nos extraiia en absoluto, es que la resistencia a la obtencidn del sufragio femenino fue muy grande en practicamente todos los pai- ses del mundo. Pero bueno, ahf va la lista de algunos paises y la fecha en que otorgaron el voto a las mujeres... 1893: Nueva Zelanda: Medalla de oro del mundo... No, falso, el primero del mundo, en 1869, en otorgar el de- recho al voto a las mujeres fue un Estado del Far Hest, Wyoming. jNi siquiera! Violeta, como historiadora ti bien sabes que fue Colombia, llamada atin Nueva Grana- n- 41 CONVERSACIONIS CON VIGLETA da, y mas exactamente la provincia de Vélez (Santander), cuando un grupo de liberales extremos otorg6 el voto a las mujeres en 1853, decreto que, de hecho, no tuvo vigencia. Para la pequeiia historia, es interesante saber que las mu- jeres estuvieron furiosas con este decreto que les perecfa vergonzoso ¢ impropio de su condicién de mujer. Si, Vio- leta, esto nos muestra lo importante del contexto cultural que por supuesto no estaba acorde con ese decreto. 1902: Australia 1906: Finlandia 1913: Noruega 1915; Dinamarca 1917: Rusia 1918: Canada, Polonia 1919: Paises Bajos, Suecia 1920: Estados Unidos 1928; Inglaterra 1929: Ecuador. ;Si, Ecuador tiene la medalla de oro de América Latina... bravo! 1931: Espafia 1932: Brasil, Uruguay 1934: Cuba 1942: Reptiblica Dominicana 1944: Francia 1945: Japén, Italia 1946; Panama 1947: Argentina, Venezuela 1949: Chile, Costa Rica 1950: El Salvador 1952: Bolivia 1953: México ca Florence Tionias 1954: Colombia 1955: Nicaragua 1961: Paraguay 1971: Sui 1975: Portugal 1979: Peri. Otra medalla de oro, pero de la vergiien- Y casi el tiltimo en Ia lista. Como ves, Colombia esta: a a mas bien en la cola, si bien no de los paises del mundo, por lo menos de los pai- ses de América Latina. Bueno, entonces estamos en 1954, Y, a pesar de que las mujeres han obtenido el derecho al sufragio, derecho que ejercen por primera vez en 1957, te cuento que les falta atin mucho trecho para que su voz y, de alguna manera, su autoridad, sean reconocidas; me- jor dicho, si bien tu abuela podia votar, no por esto su vi- da cambiaria mucho, Muchas mujeres, |: hementes, seguian sintiéndose incémodas en un mundo que, politicamente y por apertunisme coyuntural, les ha- bia otorgado una ciudadania mas formal que real. Ellas bian que su ciudadania estarfa en entredicho mientras la cul- tura patriarcal no recibiera una estocada mortal capaz de poner en tela de juicio sus fundamentos mismos de exclu- sidn, de relaciones autoritarias y de concentracién de po- der. Sabian que mientras sus cuerpos siguieran siendo lu- gares por excelencia del ejercicio del poder patriarcal, y sus inteligencias colonizadas exclusivamente por las preo- cupaciones de una domesticidad al servicio de los hombres —sus padres, marides o hijows—no podian ejercer una ciu- dadania plena. Sabian que, mientras no pudieran salir del patio de atrds para irrumpir en el ambito del saber, mien- s mis tercas y ve- 3 CONVIESACIONES CON Vi tras no aprendieran a decir «mi cuerpo es mio», tinica ma- nera de volverse paulatinamente protagonistas de su pro- pia vida, su ciudadania no valdria mucho. Entonces la utopia logré, una vez mas, hacerse rea- lidad, esta vez con la conjuncién de varios factores tanto politicos como sociolégicos y cientificos: la era de la an- ticoncepcién habia llegado y por primera vez en la histo- ria de la humanidad, las mujeres podian separar sexualidad de reproduecién. Al mismo tiempo que, en solo algunas dé- cadas, conquistaron el saber y salieron al mercado laboral, cosas inimaginables para nuestras bisabuelas ¢ incluso pa- ra tu abuela, Violeta. leta, a partir de los afios sesenta, la revalu- cién de las mujeres caml de velocidad al encon- trar de alguna manera su piedra angular: la anticon- cepeién, Para tu generacién, puede que esta palabra no encie- rre tanto significado como para la mia. La anticoncepcidén, mds corrientemente llamada planificacién familiar —jsi, era mds necesario que nunca recordarnos la importancia de la familia con el fin de que no nos volviéramos todas pu- tas!— implica una gran carga subversiva, pues es, en si, in- mensa y los hombres lo sabian. Para los patriarcas, los ma- ridos, los amos de las mujeres, pensar que ellas estuvieran recuperando e! control de su fecundidad, el control de su cuerpo, el posible encuentro de un nuevo deseo por me- dio del nacimiento de mujeres como posibles sujetos de de- seo, cuando habia sido el privilegio de los hombres desde los albores de los tiempos, era inaudito y al mismo tiem- 44 FLORENCE Thtamas po una estocada casi mortal de su poder que se ejercia an- te todo sobre la sexualidad femenina. Violeta, se te ha ocurrido pensar lo que significaba hacer el amor para tu abuela? ; No? Pues piénsalo dos mi- nutos. Para muchas mujeres de la generacién de tu abuela —en los afios treinta—, hacer el amor era todavia con: derado como un deber (déhito conyugal) por excelencia. Era un deber, Violeta. Un deber temeroso, situado en los limites del deseo masculine que las mujeres habjan apren- dido a hacer suyo, exiliando casi totalmente un deseo pro- pio. Y temeroso porque de ahi podia resultar un embara- zo mas, a pesar de que tu abuela ya conocia algo del método del ritmo, ese famoso método Ogino, unico aceptado por el Vaticano y generador de una cantidad desmesurada de hijos ¢ hijas no deseados. Seguramente también habia expe- rimentado el famoso coitus interruptus que, de hecho, era el método mas utilizado en estos tiempos por los hombres temerosos de embarazar a las mujeres, ademds de las du- chas vaginales para ellas, entre otras practicas poco atrac- tivas... Sin embargo, el débito conyugal era dificil de rehu- sar para mujeres de deberes. Sf, dificil imaginar esto para tu generacién, yo sé, pero me parece pertinente recordar estos tempos de una sexualidad femenina a menudo tris- te y desencantada, cuando, para 0, hacer el amor es un go- ce o una busqueda desde el misterio del cuerpo del otro, y cuando tienes la suerte de estar con un hombre sensible y humilde en estos asuntos del amor, podran buscar, los dos, el camino de un posible encuentro, aun cuando, lo sé, sigue siendo un albur y lo seguird siendo por mucho tiem- po atin. Pero, gun deber? Nunca mis. 45. UNTER SACTORES- GR TOURER FRORENCE TILOMAS La anticoncepcion made pequena pildora i m1, pa- P labra tan bella que significa salirse de las manos de al- ves Lt piedra angular ventada por un seior Han de nuestra liberac neus, va a transformar su vida de una manera tan profunda que después de ella nada sera igual». guicn. Por supucsto, la asociacion de padres de familia casi logra hacerla echar del liceo y su permanencia so- Yo tenia veinte afios cuando la pildora llegé a Paris, y lo se debi6 a sus enormes cualidades académicas fren- yo intuia su enorme significado. .. Tuya conoces esta histo- tea las cuales el Secretario de Educacién no pudo ha- ria... Sin ser feminista atin, yo intuia la carga simbélica, cer nada ademas de la hormonal, contenida en esta pequefia pildo- En el 63, la pildora se socializa en Francia y en ra que habfa que tomar cada noche con mucho juicio, du- el 65 entra de Heno en el mercado. Tengo entonces rante 21 dias del mes, Me tomé todas las pildoras del mun- 22 aos y los Beatles cantan su , 0 no? Ya sé, te parece feo... pero trata de explicarme porque «sujeto» no te parece feo y «sujeta> si... y si me das bue- nos argumentos, entonces te prometo que seguiré ha- blando de sujetos. :No? ;No puedes?... bueno, entonces acostiimbrate a ofr, no siempre, pero de vez en cuando, «sujetas». Te decia, entonces, que gracias a nuestra revo- lucién, las mujeres hoy estan aprendiendo a pensarse, y pensandose aprenden a ser «sujetas de si», después de ha- ber sido durante siglos «sujetas para otros». Emergié ast un nuevo pensamiento, un nuevo deseo, el de la mujer, y prefiero utilizar el plural, el de las mujeres; ese inaugural deseo de mujeres que buscaban una identidad propia, De ahi surgio la posibilidad de repensar el amor; de ahi sur- gid nuestro empefio en buscar un nuevo orden amoroso. Pero no lo logramos del todo, porque una sola generacion no puede acabar con siglos de imaginarios y representa- ciones culturales, que siguen tratando de negar nuestro inaugural deseo de ser, de existir, de desear y de hablar des- de un nuevo lugar, un lugar de sujetas. ads Ese caminar de la periferia al centro nos ha costado mucho y le sigue costando mucho a tu generacién, Las re- sistencias encontradas fueron impresionantes y te cuento que mas de una se quebro en ese camino. Si, el costo fue inmenso porque reaprender —deberfa decir aprender y no reaprender, porque creo que ni siquiera en un pasado lejano tuvimos la oportunidad de ser sujetas de deseo— a amar desde ese nuevo lugar es tenazmente dificil. Y mas si lo tuvimos que hacer solas. Sin acompafamiento de la cultura que sigue empenada en hacer resistencia a nues- tras nuevas maneras de estar en el mundo y mas exacta- mente a nuestro nuevo lugar de sujetas en el deseo y en el amor, Ni siquiera encontramos solidaridad 0 algin grado de comphi dad en los hombres que amamos. No obstante logramos, creo yo, limpiar el camino de tabuies sociales y hoy enloquecemos menos de amor porque he- mos aprendido a tener otros proyectos de vida que el solo proyecto amoroso-familiar. Por otro lado, hemos apren- dido a conocer mejor nuestro cuerpo y, consecuentemen- te, a expresar nuestros deseos, a denunciar los abusos y las manipulaciones tan frecuentes en asuntos de separacio- nes u otros; hemos tenido que aprender a defendernos, a romper silencios, a construir redes, a compartir con otras, a socializar y politizar nuestras existencias; hemos hecho del amor y de la sexualidad temas sobre los cuales hoy re- flexionan la historia, la sociologia, la antropologia, la psi- cologia y la ética. Y la cuarta generacion de los Derechos Humanos que habla de Derechos Sexuales y Reproducti- vos, de la cual ya hablé en el primer capitulo, fue una re- sultante de ese aprendizaje de la autonomia nuestra. Nos permitio también construir complicidad y hoy estamos BS ConviisAcranes CON VIOLETS aprendiendo a pasar de la rivalidad a la solidaridad, una rivalidad tan perversamente cimentada por la cultura pa~ triareal que nos preferia mvales a complices. Probablemen- te, los hombres, ingeniosos cuando se trata de estrategias de poder, intuian que la complicidad entre mujeres podi transformarse en una herramienta poderosa de resisten- cia y de cambio. ’ En ese camino tortuoso del amor hemos carr ado pe- ro no hemos llegado, porque no hemos sido capaces en tan poco tiempo de entregar a tu generacién un camino des- pejado de nuevos conflictos que tal vez no previmos suti- cientemente. Bueno, tratemos entonces, Violeta, de reconacer los ingredientes que, querimoslo o no y a pesar de nuestra revolucion, siguen alimentando al amor, Entender, aun- que sea un poce, como opera el amor en nosotros y Noso- tras, hombres y mujeres, es esencial para saber lo que es en nuestras manos cambiar y lo que tomara generaciones, tal vez siglos, para transformarse. Porque si bien este nuevo devenir fenrenine esta tras- tocando los viejos equilibrios amorosos —digo equilibrios y deberia decir mas bien deseguilibrios, entre un sujeto y su objeto de deseo— volviéndonos a todos y a todas de alguna manera mutantes en el amor, no signi tanto que pretendemos cambiar del todo la estructura del amor, F'ste seguir siendo fundamentalmente y por mu- cho tiempo atin, a partir de elementos inconscientes muy arcaicos, una respuesta tramposa a la falta originaria, un suefio ancestral de fusién y una idealizacion imaginar partir de un otro sofado a la medida de nuestras carenc Fn otras palabras, seguira siendo por mucho tiempo el lu- ‘a por lo aa 84 Se gar de la fragilidad humana, de nuestra inmensa vulnera- bilidad. Si, Violeta, te acuerdas del viejo mito contado por Aris- t6fanes de un ser androgino, mitad hombre, mitad mujer, que Zeus en un acceso de rabia separé en dos mitades, las cuales, desde entonces, se buscan ansiosamente con el fin de volver a ese estado areaico de fusién. De manera incons- ciente buscariamos, entonces, incansablemente, nuestra otra mitad para resolver ese estado de «manque», de ca- rencia, alojado en el coraz6n de lo humano. Es uno de los mitos que nos daria la clave de esta famosa falta origina- ria y del suefio ancestral de fusién tan bien expresado o cantado por miles de poetas, escritores y cantantes de bo- leros, baladas, tangos u otros géneros. Este famoso «sin tino podré vivir jamas» 0 «quiero todo de ti» dicho de mi- les de maneras distintas, expresa esa falta de modo trans- parente. Yo sé que tu generacién trata de defenderse de esto pero de hecho cuando se enamoran, ese viejo mito acttia sobre su manera de vivir el amor 0, mas bien, de vi- vir el enamoramiento. Y esto, Violeta, sera largo y arduo de cambiar, por lo menos desde la cultura occidental nu- trida de mitos y leyendas que siguen teniendo mucho peso sobre las representaciones culturales y vivencias del amor. Fneontramos miles de maner para expre «quiero todo de ti». Desde las mas sofisticadas hasta las mas burdas, Desde capitulos de A la sombra de las muchachas en flor, de Marcel Proust, pasando por la Marta de Jorge Isaacs, hasta los estremecedores gri- del tango o de al- tos de dolor del bolero, de la balada gunas vallenatos; desde la logica misma de los amo- 85 Convnisacionis Con Viel rts res de telenovelas hasta Las miles de quejas amorosas as sentinrentales de todos que Hegan a los consulta los estratos sociales; ese «quiero todo de ti» a ; estos imaginarios del amor, articulados a una eterna falta alojada en el corazén mismo de los hombres, pero sobre todo de las mujeres, siguen demasiado presentes para que pre- tendamos cambiar esto en una generacion. Probable\, mente, seran necesarios siglos... Ademas —y esto ya me lo habias oido repetir a menu- do—, seguimos saldando por medio de nuestras historias de amor viejas cuentas con nuestro pasado, nuestra infan- cia y nuestra adolescencia. Estas historias particulares tie- nen un evidente impacto sobre nuestra identidad de género, identidad que, de hecho, ha necesitado para edificarse una primera historia de amor —esta que el viejo Freud tilda- ria de historia prototipo de todas nuestras futuras histo- rias amorosas—, la cual, desde una cultura patriarcal, ubi- ca de manera bastante distinta a mujeres y hombres frente al deseo. Si, amamos con todo el peso de nuestra histo- ria personal a cuestas y, especificamente, de nuestra di- ficil historia, por lo menos para las mujeres, de construc- cién de identidad de género. Ia manera como nos hemos construido como mujeres en una cultura patriarcal media- da por el escenario familiar, ese teatro de lo inconsciente, como lo Ilama Melanie Klein, tendra repercusiones ine- vitables —mas no catastréficas obligatoriamente— sobre nuestras maneras de amar. Por algo, Violeta, puse como epigrafe de esta charlz contigo la frase de Christiane Oli- vier que ahora puedes entender mas facilmente: 86 Fromence Titestas «Amar es buscar conscientemente lo que nos hizo fal- ta y reencontrar inconscientemente lo que ya conocimos>. Respecto al amor, la cultura patriarcal nos habia ubicado tradicionalmente en el lugar de la exigencia yno de la afi action, Aprendimos que teniamos que © hacer to- amar para existir y entonces era necesa do lo posible para ser «amable». Hoy tenemos que tra- tar de existir cn primer lugar, existir para amar, para amar mejor desde un lugar inaugural para nosotras, un lugar, ya no de la exigencia, sino de la afirmac! Asi deducimos que hombre: amor algo diferente. Y, dime, :c6mo podria ser de otra manera si nuestras historias son incomparables, nuestras memorias tan dis- untas, nuestro lugar en la cultura tan disparejo, nuestra iconografia tan disimil y nuestra construccién de identi- dad, en gran medida resultante de estas brechas histéri- cas, tan diferente atin? Y a pesar de nuestra revolucién inacabada, por lo menos en relacién con el amor, segui- remos buscando, hombres y mujeres, por mucho tiempo aun, algo diferente en el amor. Y creo que es esto lo que hace tan complicada hoy dia la busqueda de nuevos equi- librios amorosos. Falta construir nuevas narrativas y de- construir poco a poco las tradicionales interpretaciones de viejos mitos; falta renovar nuestra memoria y los ima- ginarios que la expresaban, y esto, ya lo sabemos, no de- pende solo de nosotras, las mujeres. Y mientras tanto los hombres seguirin buscando en el amor algo perdido pero que ya conocieron mediante esta fusion libidinalmente mujeres buscan en el CONVERSACTONES GON VIOLET A gratificante con la madre y, deberiamos decir, con la cul- tura también, una cultura que les otorgé el mejor lugar desde que nacieron. Las mujeres seguiran anhelando al- go desconocido, seguiran buscando una imagen narcisista, positiva, capaz de reparar en algo la carencia de ese falo simbélico que, por la nula o eseasa presencia del padre en las practicas de socializaci6n durante nyestros primeros afios, y por nuestro pobre lugar en la cultura, nos hizo tan- ta falta. Es un nifio Dios, varén, que la Virgen Maria lleva orgullosa en los brazos. Es ese nino varén que reencon- tramos en todos los frescos de las iglesias, en toda la ico- nografia religiosa; es ese hijo var6én de un Dios-Padre po- tentisimo que es la esencia de la cultura judeo-cristiana occidental. A nosotras nos regalaron dos imagenes mor- tiferas de identificacion: la imagen de Maria, madre ab- negada, sufrida y silenciosa, o la de una Eva pecadora, irre- verente, rebelde y desobediente a Dios, responsable de todos los males venideros para la humanidad. Pierre Bour- dieu, ese gran socidlogo francés que murio hace unos afios, tenia razén cuando afirmaba en su bello libro La domina- ction masculina'*, que las mujeres nacemos con un coeficien- te simbolico negativo. Dificil decirlo mejor. «La miseria simbolica es la mas terrible de las mi- serias, es la mas radical». Alessandra Bocchetti. Si, Violeta, nacemos con un faltante simbélico tenaz y no me extraiia que amemos con esta avidez casi infinita ' Pierre Bourdieu, La dominacion masculina, Anagrama, 2003, 88 Flokiee THomas, cuando por fin encontramos en la mirada masculina una imagen nuestra gratificante. El amor nos ciega, probable- mente algo menos que anteriormente por el hecho de que hemos aprendido, por cierto con mucho valor, a amar- nos a nosotras mismas, y lo hemos hecho a pesar de todo, a pesar de una cultura terca que se resiste a reconocer es- ta nueva imagen que estamos construyendo desde el ad- venimiento del sujeto mujer. Pero, sabes, cuando escu- cho hablar a las mujeres de sus amores —y no hablo solo de tu generacion, de tus amigas profesionales, sino tam- bién de las mujeres con las cuales trabajo, mujeres popu- lares pero también de clase media—, me doy cuenta de que todas, al fin y al cabo, seguimos muy vulnerables en rela- cién con el amor. Mejor dicho: en el amor, mujeres vul- nerables y hombres tan seguros de ellos mismos que se pueden dar el lujo de ser cobardes... ;Qué panorama! Pe- ro me estoy adelantando. Con esto lo que queria, Violeta, era tratar de mostrar- te que algunos de los ingredientes del amor son atin muy dificiles de cambiar. No sé si lo logré. Ahora tratemos de hablar de lo que se podria cam- biar o de lo que se esta tratando de cambiar, Es decir, y de alguna manera, lo que esta viviendo tu generaci6n. Hoy, como lo dice Julia Kristeva en su libro Histoi- res d'amour", que me lei al derecho y al revés, el mismo Narciso parece querer reinventar el amor. Si, el amor estd por reinventarse y lo que pensamos posible reinventar es el régimen de poder de las relacio- ' Julia Kristeva, Histoires d'amour, Denoel, 1983. ao (CON VERSACTIONES CON Viola nes amorosas, su légica relacional que, en un contexto patriarcal, excluyé la reciprocidad y la posibilidad de tras- cender el dualismo sujeto-objeto o dominante-dominado. Y es exactamente con esto que ustedes se enfrentan, Vio- leta. El amor ya no esta entre un sujeto de deseo, el hom- bre, y su objeto amoroso, la mujer, como cuando el amor y la sexualidad eran los terrenos mas fértiles y mas estra- tégicos en la produccién y la reproduccién de la inferiori- zacién de las mujeres en la historia. Mediado por la sexua- lidad, el cuerpo femenino fue, durante siglos y aun hoy dia en muchos casos, el lugar por excelencia del ejercicio del poder patriarcal. Hoy, y después de la sacudida de estos viejos equilibrios —que no eran, lo repito, sino dramati- cos desequilibrios— en las relaciones hombre-mujer, gra- cias a nuestra revolucién, son dos sujetos frente a frente que buscan en el amor un lugar simétrico, un lugar de su- jetos de deseo. Si anteriormente amar para una mujer era ante todo ser amada para existir, y ser deseable para ser amada, hoy las mujeres quieren ser amadas y amantes. E's decir, quieren amar desde el inaugural advenimiento de ese nuevo lugar en el mundo que mi generacion les rega- 16, ese lugar de sujeto. Controlando su fertilidad, descu- bren ademas los goces de un cuerpo que por fin les perte- nece y les ofrece cada dia mas sorpresas de placer, lo que les permite volverse legitimamente exigentes con sus com- pafieros. Su palabra, ahora menos histérica y mas histéri- ca, después de siglos de silenciamiento, hace eco en el mun- do del amor. ¥ ni qué decir de la autonomia que reclaman, de la exigencia de nuevos derechos en el campo de la sexua- lidad y de la reproduccion. EF] tradicional papel de madre les llama menos la atencion que antes, o por lo menos fren- 0 Frorencr te a la posibilidad de ser madre, lo quieren pensar un po- co, y bueno, saben ahora que uno puede ser madre a los 27, 30.035... y ahisi, qué diferencia, Violeta, con tus com- paiieras populares que siguen con esa concepcién de una maternidad casi obligada, una maternidad que se parece a menudo a una verdadera fatalidad!... Pero ustedes, al contrario, lo piensan dos veces y, :por qué no? ‘Todo esto Jo hemos luchado y, repito, sus reclamos son legitimos aun cuando ese tema de la maternidad, que es para nosotras mucho mas que un tema, sigue siendo muy desgarrador; lo fue para mi generacién y lo sigue siendo para la tuya, Frente a las resistencias de la cultura € incluso de los hombres que aman, conciliar vida familiar y vida laboral se ha vuelto el gran dilema de su vida. Para nosotras lo fue también, pero pensabamos que los hombres iban a reaccio- nar, que el Estado y finalmente la cultura se iban a solida~ rizar con nuestra revolucion y a atreverse a repensar las oportunidades de mujeres y hombres desde la equidad, y aacelerar nuevas legislaciones que responderian a anhelos de justicia. Y bueno, si, fuimos ingenuas. .. Violeta, me parece que hoy, quieren todo, lo viejo y lo nuevo a la vez. ‘Toda relacién amorosa implica la alienacion de un fragmento de si misma, de si mismo, de sus deseos, de su libertad Quieren todo y esto, ti bien lo sabes, es imposible. 2Pero quién puede reprocharles esto? No han abandona- do atin del todo representaciones de la feminidad que per- tenecen al pasado, quiero decir que ese viejo ideal feme- OL CONVERSACIONES GON VIOLETS nino sigue teniendo algun efecto sobre ustedes cuando pensdbamos que ibaa ser facil erradicarlo. No han aban- donado tampoco algunas ideas romanticas de un amor que lo pide todo y al mismo tiempo estan embriagadas con es- te nuevo lugar de sujetos frente al deseo y su circulacion, al cuerpo, a un amor mis libre, a la palabra y a la vida la- boral. Y repito: ;Quién puede reprocharles esto? Yo las entiendo porque también mi generacion conoci6 esta am- bivalencia frente al peso de lo viejo y la embriaguez de lo que nos esperaba a la esquina de nuestra vida. Hace treinta aiios, Me veo releyendo capitulos de El segundo sexo, me veo leyendo el Informe Hite sobre sexualidad femenina, me veo tratando de entender cémo llevar esta nueva vida después de mi separacidn, me veo haciendo el amor con un bellisimo amante en el camino a Eece Homo, cerca de Villa de Leiva, descubriendo las mieles de un amor sin ata- duras, me veo discutiendo con mis amigas, horas y horas, lo que estabamos descubriendo sin entenderlo bien toda- via, en la cocina de mi vieja casa del barrio La Candelaria, y me acuerdo de los primeros escalofrios que producian la autonomia y la libertad. Pero tuve la suerte de procesar to- do esto en el grupo Mujer y Sociedad que fund al princi- pio de la década del ochenta en la Universidad Nacional de Colombia. Y me salvé porque el grupo me permitié tra- bajar, procesar y similar colectivamente esa revolucion que fbamos a propagar poco a poco, primero en nuestra piel, en nuestro coraz6n y en nuestro cerebro, es decir, en el centro de nosotras mismas, para después llevarla y regalarla a las mujeres de las cuatro esquinas del pais. Nosotras también nos embriagamos, de otra manera, pero también nos pas6. 92 Pr ommner 1 Panes Y nosotras también nos estrellamos mas de una vez contra ese mundo patriar | y sus hombres que se resistian a entender el valor de lo que estabamos construyendo. Pe- ro para nuestra generacion, era logico. No podiamos pe- dirles a los hombres cambiar al mismo ritmo que nose Los retes para ellos y para nosotras eran muy distintos. Nosotras no teniamos nada que perde! cho que perder, o por lo menos eso pensaban, y lo que te- nian que perder se llama, muy exactamente, privilegios. Y si bien sentian que estaban perdiendo una batalla, nunca se imaginaron que era una guerra la que estaban perdien- do. Por primera vez. existia una confrontacién de poderes entre hombres y mujeres. Por primera vez, Violeta. Por lo menos, por primera vez desde hacia mas de 5.000 afios. Y esto no lo soportaban nuestros compariero: . Muy po- cos, demasiado pocos aceptaban, incluso, discutir con no- sotras mientras, una y otra vez, trataban de convenc de nuestros errore: no podiamos ha nos Y no nos dejamos. Nosotras, Violeta, concesiones. Un paso atras habria s\ do mortal en ese momento. Y por supuesto que habia co- sas que discutir pero teniamos afin. Y es lo que pagan us- tedes ahor: ento hoy que no nos preparamos lo suficiente pa- ra enfrentar la cultura y sus multiples redes simbélicas que nos oponian una resistencia brutal; tal vez no intuimos que iban a ser de semejantes proporciones, Nos faltaron tambien estrategias para trabajar ir con los hombres. Pero el trabajo con nosotras mismas era ya agotador. Los costos que muchas pagamos fueron tenaces, mas de una vez, dolorasos. F aprendizaje de la autonomia es complejo. Los hijos y las h staban ahi. Y nunca los desatendimos. 93 dita CONVERSACIONES CON VIOLETA Ni un minuto, Por lo menos la mujeres feministas con las cuales trabajé mas de 25 afios fueron todas excelentes madres, por cierto, mas livianas, menos culpables, aun cuando seguiamos estrellandonos con las miradas aténi- tas de aquéllas que preferian seguir mal acompafiadas que solas o de estas otras que habian logrado transformar una vida de dependencia absoluta de la vida familiar en una dul- ce obligacién rehusando hacerse preguntas. Y no sé si tu generacién lograra hacer el duelo de es- te conjunto de representaciones, imagenes, mitos, leyen- das, metdforas que siguen representando ese ideal feme- nino que nosotras agrietamos sin lograr erradicarlo del todo. No sé si tu generacion, después de siglos de interio- rizacion de una cultura patriarcal que expropié a las mu- jeres de si-mismas, satanizando sus cuerpos y su sexuali- dad, histerizando sus existencias e hipotecando sus mentes, sera capaz de construir algun reconocimiento narcisista o imagen gratificante de ese nuevo devenir femenino, Y es exactamente esto lo que es urgente transformar con el fin de que puedan iniciar, tu y tus compaiieras ge- neracionales y sus hijas venideras, un ajuste con nuevas representaciones culturales de la feminidad que tal vez se pueden sintetizar en esta consigna de un movimiento fe- minista francés de j6venes mujeres de barrios, «ni putas, ni sumisas». Porque hoy ustedes no son ni pasivas, ni ab- negadas, ni madres sobreprotectoras, ni castradoras, ni brujas, ni putas, ni angeles sin sexo. Son hijas nuestras que heredaron sin quererlo una revolucién inacabada, es de- cir, una tarea inmensa de ajustes culturales que les permi- tan desatar nudos y seguir avanzando y amando a los hom- bres sin tanto dolor. oF Flowener ‘Treas Y, si, es el conjunto de toda una cultura y sus redes simbolicas que poco a poco acepté poner en tela de juicio sus categorias significantes con el fin de derribar al falo co- mo significante primordial y unico para enfrentarlo simé- tricamente a otro significante capaz.de nombrar lo que se pensaba innombrable: lo femenino. Pensar entonces en una cultura que acepte reconocer la diferencia sexual, que acepte construir nuevos significantes que puedan nom- brar la bisexualidad u otras sexualidades posibles, de otros mundos posibles. Y esto, claro, tomard tiempo, quizas s glos. Hoy dia, hay fildsofos y literatos que dicen en voz alta que el siglo Xx1 sera femenino o no sera... bueno... y como no son solo Jas feministas que lo claman, tal vez exis- ta una pequefia posibilidad de que esto sea escuchado. Y, de verdad, es cuando se aborda el tema del amor y de la sexualidad que se entiende que lo que pusimos a an- dar es una revoluci6n. Cuando hablamos de derribar al fa- lo como significante primordial y unico de la cultura, en- tendemos que lo nuestro toca a los fundamentos mismos de la cultura occidental patriarcal. Mi generacién, Viole- ta, fue la primera desde hace 5.000 aios en atreverse a la irreverencia, en atreverse a reir frente al falo, frente a este triste monumento simbélico, ¢ iniciar asi su paulatino de- rrumbe. Reimos, Violeta, si, reimos con la esperanza de que esta risa fuera contagiosa, y lo fue, tal vez no en las proporciones que anhelabamos, pero lo fue. Y ustedes tie- nen que seguir riéndose porque desafortunadamente siem- pre es posible volver atras. Y ustedes lo saben. Incluso, Vio- leta, algunas de tus compajfieras estan volviendo atras, vi misma me lo contaste. Violeta, las he oido hablar, las he escuchado contar sus extrafezas frente al dolor provocado por la infideli- 95 CONVERS 1S ES CON MINE LS dad cuando ustedes pensaban haber resuelto esto mejor que nosotras; las he oido enfurecerse ante la avin insufi- ciente participacién de sus companeros en lo doméstico; las he visto llorar ante la dificultad de coneiliar vida amo- rosa pasional y exigencia de autonomia de cada cual; las he acompanado a veces con un intento de explicacién a ese nuevo malestar generado por todos los nudos de la vida co- tidiana (profesional, las ganas de promocién, de beeas al exterior, de quién decide para quién, de cual vida profesio- nal es mas importante, la de él o la tuya); las he seguido con una gran tristeza al entender que lo que les entrega- mos les iba a generar tanto dolor, aun cuando es, hoy por hoy, un dolor distinto al nuestro. Quisiera encontrar la palabras para darles animo frente a tales retos, pero sé que ustedes las encontrarin, son ustedes las que terminaran de escribir esta pagina capaz de desbancar detinitivamen- te esta ideologia falica monista para instaurar nuevos cami- nos favorables a una verdadera cultura bisexual, donde ninguno de los dos sea el referente para el otro y donde no definiremos mas al hombre y a la mujer como opuestos sino como diferentes a partir de una concepcidn verdade- ramente dual, o mejor aun, plural de la humanidad. Y esto, Violeta, se hard a partir de un ejercicio vigilante que abra el sentido a los conceptos. La mujer se volver, asi, el otro respecto al hombre y el hombre el otro respecto a la mu- jer y perder su lugar privilegiado en la cultura. Y con es- to estoy nombrando el trabajo paralelo que habra que rea- lizar sobre el concepto de masculinidad, sus metaforas culturales y representaciones narrativas. No nos olvide- mos, Violeta, que esta busqueda de un nuevo ordena- miento amoroso a partir de un nuevo devenir femenino trastoca obligatoriamente los lugares de la masculinidad. 6 Foorencr Posts » de una entrevis- Collin’, EC. —:Cémo pensar hoy la relacion amorosa en- ‘Traduccion libre de un extrac ta hecha a Julia Kristeva por Frang s tan diferentes como la de tre dos estructuras psiqui un hombre y la de una mujer? ce terrible pero es imprescindible si qucremos pensar . —Por medio de un contrato amigable. Pare- nuevamente el amor. Terrible porque supone indivi- duos adultos y suficientemente fuertes para soportar la libertad del otro o de la oF . buscando cada uno por su lado motivos, razones, objetos de gratificacion y de satisfaecion y, al mismo tiempo, siendo capaces de establecer un minimo de consenso y de rela neon un partenaire |compaiiero| constante, in dejar de con- siderar que esto es un minimo y que no podria ser lo absoluto o la totalidad. EC. —:De alguna manera se trataria de una ne- gociacior JK. —Si. El aspecto contractual de la pareja me parece cada vez mas evidente: una dependencia es- cogida que de alguna manera favoreceria parejas pro- visionales. Kafka decia «provi nalmente y para siem- pre». El lo deesa en relacion a escogencias literarias y metafisicas pero creo que el amor nos debe llevar tambi a esto. Lo mas facil es lo «provisionalmen- te». Cuando es para toda Ja vida, se hace necesaria una negociacion para introducir lo provisional, 2 Tomado de: «l'amour et les femmes, Les aabiers die Grif, Editions Complexe, Paris, 1992. CONUS AC TONES CON WGI EA taria recomendarles construir una con cia eritica y vigilante frente a las imagenes de mujer hombres presentadas por medio de las numerosas redes culturales; el papel de la television, de la prensa, de los co- merciales, las letras de canciones, las narrativas cotidianas, los discursos juridicos, médicos, pdliticos, pedagdgicos y otros. Sin esta mirada critica, no lo lograran, Habra tam- bién que seguir poniendo en tela de juicio la interpretacion patriarcal de los mitos y reinterrogarlos desde esta mirada de la sospecha que construimos algunas mujeres de mi ge- neraci6n. Y ti, como historiadora, Violeta, tendras que vol- ver a hacer hablar a las diosas griegas, a Deméter y su hija Perséfona, a las mujeres del Génesis y del Nuevo Testa- mento, a Antigona e Ifigenia; tendris que escuchar nueva- mente a Lisistrata y sus propuestas para acabar las guerras de los hombres; tendras que recomendar a tus estudiantes prestarles atencién a Yocasta, a Electra ya Casandra cuan- do todo el guién fue para Edipo, ‘Tendras que ensefiarles a fisgonear el pasado para descubrira las mujeres y develar sus historias con el fin de seguir escribiendo esta otra his- toria tan real y humana aun cuando no fue nunca la oficial, tal vez justamente porque no fue la historia oficial, ésta escrita por los hombres y que se parece tanto a ellos... ‘Tendras que ensefiarles a develar lo que no ha sido dicho por los hombres, lo que no podia ser dicho por ellos, En otras palabras: tendras que construir con ellos y ellas una mirada de la sospecha. ien- Y con esto no se trata de cambiar los mitos, sino de aprender a cuestionarlos y no temer 1 cinterpre- tarlos desde nucvas miradas. Un ejemplo, Viole 8 OREN oH THeatas que el creador del universo para el mundo judeo-cris- tiane sea un Dios varon acompanado de una Trinidad masculina, deberia interrogarnos, :no cr Ves, Violeta, no se trata de renunciar al amor, sino de gracias a ia su nue- cambiar el régimen de las relaciones amoros un desplazamiento progresivo de las mujeres ha va condicion tanto sociopolitica como subjetiva, despla- zamiento que genere una redistribucién mas equitativa de los viejos campos de poder que envenenaron durante si- glos el amor. Y no veo otro camino, Violeta. Para salir de nuestra edad media, de nuestro colonialismo subjetivo, es impres- cindible morir a nuestra condicién de eterno objeto para el otro, de espejo dorado para el amor a si-mismo mascu- lino y acabar con las estructuras imaginarias del domina- do, del sumiso y nuestros fantasmas de esclavas. Como me has oido decirlo a menudo, nacer a nosotras mismas, espo- si mismas deberian ser por el momento los tinicos nacimientos, las tinicas nupcias que acepten las mujeres. Y a todas las mujeres les sigo diciendo que es imprescin- dible existir de manera gratificante antes de amar y no ser das para sentir por fin que existen Ahora, Violeta, no podemos olvidar, ni tu generacion ni la mia, que el amor sera siempre una prueba y el lugar por excelencia de nuestra fragilidad y vulnerabilidad tan- to para hombres como para mujeres. Durante mucho tiem- po alin, seguiremos prematuros en el amor porque segui- remos esperando del otro amado o de la otra amada que nos resuelva nuestras carencias como la madre de nues- tros primeros meses y afios, Haber aprendido de amores sarse 99 CONVERSATION ES CON VIOLET’ en amores, los mios como los tuyos, y por medio de mu- cho dolor, que finalmente no podemos contar sino con no- sotros Mismos © con nosotras mismas, parece todavia no cambiar nada. Lo sabemos y no lo ereemos. La humani- dad adulta no ha nacido. Pero puede, con ustedes, estar gestandose. Es, por lo menos, lo que quiero creer. Y, en conclusion, propongo, mediante seis columnas mias del diario E/ Tiempo (aiios 2004 y 2005), un pequeiio manual para hombres y mujeres angustiados ante el amor como Violeta, mi hija hipotética, y que siguen buscando como lo hicieron Simone de Beauvoir y su dificil amante, por no decir imposible amante, Jean Paul Sartre, el mila- gro de reconciliar la imperiosa necesidad del amor con la implacable presencia de la soledad. Hay amores... A-veces uno se olvida de que el amor feliz no tiene his- toria 0 mas exactamente «no hace» historia. Por el contra- rio, el discurso amoroso refleja, casi siempre, una relaci6n ycan- ciones nos dan un impresionante panorama de los estra- gos del amor. Abandonos, traiciones, celos, infidelidades y abusos de poder son el pan cotidiano de los discursos amorosos. Pero hay amores —bastante excepcionales, por cierto— que no hacen historia, que maduran en silencio, que acogen los conflictos con generosidad y se permiten reformulaciones del vinculo; amores que duran porque sa- ben madurar en la aceptacién de la incompletud y de la di- ferencia; cada miembro de la pareja acepto ser un otro pri- vilegiado, mas no un otro tinico y exclusive. Ya sabemos en crisis. Télenovelas, articulos de revistas femenin 100 que en cuestién de amores, la exclusividad es la muerte. Ya sabemos que cuando uno quiere todo del otro, esté ma- tando el amor y hemos aprendido de la literatura que la légica de la pasion es la muerte. Pero hay amores que construyen lugares para el otro, para la otra, donde existen espacios para respirar fuera de la relacién, que permiten enriquecerla y alimentarla del exterior. Si, hay amores de dimension humana, amores que, en lugar de la fusién asfixiante y absolutizante, ins- tauran la preferencia, permiten la distancia, los otros, el mundo, Amores cuya sexualidad cuya cotidiancidad acepta y enfrenta la dificultad y la cri- sis, que prefieren los intentos de reformulaciones creati- vas a la huida, a la ruptura oa las agresiones a la primera dificultad o desilusién. Amores mas fraternales que pa- sionales, en los cuales la complejidad, la ternura, la com- plicidad y el discurso sustituyen la ceguera pasional y en donde el juego infinito de los mutuos fantasmas reempla- za el amor-sufrimiento. No son amores con menos do- lor ni menos dificultades, sino con otro dolor; no un dolor de frustracién, muerte y negacién, sino de aceptacidn de la soledad en cuanto meollo de nuestra condicion huma- na. Un dolor civilizador y no aniquilador. Estos amores que no hacen ruido también existen. Y hoy, tal vez asqueada por los amores enfermizos de tele- novelas, de farandulas y jer set, tal vez asqueada por la ma- nera como la palabra amor se comercializa, se vende, se prostituye y significa hoy todo y nada, quise rendir un homenaje a los amores discretos, silenciosos y exigentes que se viven como un imposible asumido; estos amores que construyen, desde una ética del respeto al otro oa la otra, civilizacién, humanidad y cultura. Conozco algunos de es- se asume en la carencia, 101 CONVERSACIONES CON Viel bia tos amores. Quiero decir algunas parejas que viven el amor asi. Que saben que el otre no se puede consumir ni poseer, que saben que la serenidad en el amor descansa sobre el respeto de dos polos opuestos: por una parte el deseo de unién y por otra parte el deseo de separacién, de autono- mia. Que saben que la esencia del amor es libertad abso- luta. Es un aprendizaje que a veces toma teda la vida pero que vale la pena. Es cierto que el avance de las mujeres y la desestabilizacién del patriarcado han desordenado los viejos equilibrios amorosos, pero’es cierto también que estos viejos equilibrios no nos habian hecho muy felices. Entonces dejemos de pensar que todo era mejor antes. Co- mo mujer no lo pienso, no le puedo pensar. Para mi, la in- umidad entre hombres y mujeres se esta construyendo des- de estas nuevas mujeres de hoy, auténomas y protagonistas de su vida y nuevos hombres, que por fin estan cuestionan- do una masculinidad trasnoch: El analfabetismo del amor Por qué el cuerpo de las mujeres tuvo que construirse a lo largo de los siglos como un territorio de guerra para los hombres cuando deberia ser el primer territorio de paz? éPor qué a veces circula tan violentamente el deseo? :Por qué no hemos aprendido a amar? :Y por qué el amor es tan escaso y el deseo tan violento? :Qué les habra hecho la vida a estos hombres para buscar una compensacién en un acto que casi siempre mata, sin que lo sepan, lo que mas aman? Hoy no tengo respuestas y frente a este malestar solo pude volver a las canciones de amor. Pero no las que ha- 102 Frome r Pricatas blan de venganzas, de posesion, de chantajes, de traiciones. No. Prefiero las que nos siguen cantando lo dificil de amar, lo dificil de aceptar el misterio del otro, de la otra, lo com- plejo de aceptar nuestra fragilidad frente a la imposibili- dad de la posesidn en el amor. Prefiero volver a escuchar la cancion desesperada de Jacques Brel titulada «Ne me quitte pas», que canta también Miguel Bosé, 0 la de Geor- .ges Moustaki «Esta noche, mi amor, ya no te amo», o al- gunas tan bell: que gritan el desespero pero a la vez la resignacién frente auna posible separacion, a un duelo de amor. «Te amé tan- to que hasta tu ausencia es dulce y sé contigo que he vi- vido para conocer el amor», ;Qué hacer para ensefiar a amar sin amargura, s sin odios ocultos en un lejano pasado? -Qué hacer para que entendamos que el cuerpo y la piel se dejan explorar pero que la historia y memoria de cada cual son impenetrable: Si fuera la Ministra de Edueacién pondria el amor co- s de Joan Manuel Serrat, canciones todas nrevanc mo materia obligatoria en los once cursos de los colegios. Once cursos sobre el amor. Empezaria por el enamora- miento, que es, como dice Francesco Alberroni, la apari cién de lo extraordinario, Seguiria con el amor que se instala en la duracién: una prueba de fuego; en otro curso hablaria de la logiea de la pasion, ese céncer del amor y seguiria con los multiples estragos del amor: la rutina, los celos y el poder que nos enferia; finalmente en undécimo, terminaria con una pedagogia del duelo. Desde que inventamos esta extraiia manera de cons- truirnos y de generar memoria, el amor esta siempre ahi para reeordarnos nuestra fragilidad, nuestra humanidad. ‘s la funcién del amor. ‘Todos los grandes poetas, hombres Las COUNTERS CHUN CON Vinten o mujeres, lo han expresado de mil marte los tangos lo vuelven a decir sin cansancio; las mas gran- des historias de amor siempre han sido las que tienen una muerte anunciada. F] amor, éste que se revela como un cataclismo subito, como una revolucién, como una ruptu- racon todo lo conocido, siempre esta ahi para que poda- mos decir un dia: «Esta noche, amor mio, ya no te amo». Por eso. siempre hay que decir: «Esta noche, amor mio, lo tinico que puedo decirte es gracias por este encuentro que me dio la posibilidad de crecer, de madurar, que me hizo mas humana. Pero se acabé». Si, el amor es una fuer- za tan extraordinaria que me debe permitir decir un dia, is»; sin reclamos, sin saldar cuentas con el otro, con la otra, cuentas que solo nos comprometen con nuestra historia y nuestros fantasmas. Frente al analfabetismo de las gramaticas del amor y del deseo, los umbrales entre vio- lencia y un erotismo humanizado son fragiles. Sdlo nue- vas éticas del amor capaces de romper la doble moral im- perante en los afectos podran construir otras maneras de encontrarnos en medio del deseo sin tanta violencia. Por- que en el fondo y como nos lo recuerda Georges Mous- taki con su desesperado canto: «Quién de entre nosotros nunca ha violado a alguien, por no hablar de estas peque- fias violaciones mezquinas que hacen parte de nuestra vi- da cotidiana (...) y si tenemos que sefialar a un culpable, todos seremos condenados». ; las boleros y «nor Los nudos del amor Hablaré nuevamente del amor. ‘Tengo la mala costumbre de volver regularmente a él. Porque, si bien es cierto que 104 Fromese & Pinestas hemos cambiado aprendiendo a subvertir las vi foras que nos significaban, el amor sigue siendo para la gran mayoria de nosotras un asunto de primera importan- cia aun cuando ya no es el unico centro de gravedad de ra vida como hace un siglo. Lo dificil ahora es com- jas meta- poner, es equilibrar nuevas formas de ser en el mundo, a veces contradictorias pero que definen hoy a las mujeres modernas y urbanas. Y después de dos o tres décadas del aprendizaje de nuevas practicas de si, el amor sigue ahi. Un amor que debe confrontarse ahora con nuevas y mil- tiples aspiraciones duramente ganadas y frente a las cua- les no hay retrocesos posibles. Entonces esta el amor pero est el otro amado que obliga a componer con la diferen- cia; esta el amor pero estd la necesidad de realizacion per- sonal; esta el amor pero esté la vida cotidiana que devora el amor; est el amor pero esta el deseo de autonomia, a menudo mortal para la vida de pareja; esta el amor pero esta el deseo de hijos que se interpondran en el dtio amo- roso; est el amor pero estd el ejercicio de la ciudadanfa; esti el amor pero esta la vida laboral o profesional; esta el amor pero esta el inaugural deseo femenino de soledad; estd el amor heterosexual, pero surgen otras opciones a la esquina del deseo; esta el amor pero estan los inco entes y las historias de cada cual; esta el amor pero estan los otros amores del pasado; esta el amor pero esta la fra- gilidad de lo humano; esta el amor pero estan sus viejos imaginarios que siguen actuando, esta el amor pero esta el odio, tan cerca... Definitivamente, el advenimiento de una mujer su- jeto social, de una mujer sujeto de derechos y de deseo, generadora de palabra, de cultura, de mundos, nos coloca 105 CONE RACIONES CON ViOnE Ey en el centro de dificiles encrucijadas que a menudo tene- mos que resolver solas. Ya no podemos sacrificar todo en nombre del amor, ya no queremos seguir con esta cultura del amor que nos definia hace un siglo; una cultura que era portadora de algunas felicidades y de muchas desgra- cias cuando las mujeres necesitabamos entonces ser ama- das para existir. Ya no, pero equilibrar nuevos deseos, nue- vas posibilidades con antiguas nostalgias, hacer el duelo de viejos imaginarios y concepciones romanticas del amor para dar entrada a estas inaugurales maneras de signifi- car nuestra existencia, no es facil ni puede hacerse en una o dos generaciones mas, aun cuando sentimos que los hombres que mds amamos no han logrado solidarizarse del todo con nosotras. Y esta solidaridad solo podra ge- nerarse cuando ellos asuman que ese nuevo cam prendido por las mujeres para redefinirse ellas en el amor representa una oportunidad para plantearse una nueva pregunta relativa a su masculinidad, ya no desde una con- ciencia de la pérdida de este lugar privilegiado en la ecua- cién del amor, sino desde la profunda conviccién de parti- cipar en la construccién de un nuevo pacto amoroso, mas fértil, desde la equidad y por esto mas humano. Si, pero mientras logramos convencerlos, tenemos que ser acrébatas y lanzarnos al vacio, sin red, Nos toco aprender a volar. Y bien, después de todo, no lo hacemos tan mal y, por lo menos, volamas. Swingers Cristina lleva diez afios acostandose con el mismo hom- bre. Sabe exactamente a qué huelen las esquinas de su piel. 106 SS Se Conoce sus gestos en el antes y sus silencios en el después. ‘A veces calcula con una prediccién casi automitica la du- racién del acto. Y diez afios de matrimonio le han dado un conocimiento maestro en los limites de su compafiero, Es- teban, Las sorpresas se volvieron rutinas, eso si, dibujadas desde miltiples expresiones de ternura y respeto, ;Infiel? Nunea. O casi nunca. Aquel episodio banal con un amigo en ese paseo al que Esteban no pudo ir. Esteban lleva diez afios acostandose con la misma mu- jer. La conace bien y, sin embargo, atin se sorprende con ella. Normal, la sexualidad femenina sigue siendo miste- jo siempre fiel, pero sus rios y atajos por recorrer, No ha historias extra conyugales han sido més bien triviales. Un Congreso de Ingenieros y la insistencia de una amiga. Nunca nada trascendental. Disfruta del sexo con Cristina pero el tiempo lo ha vuelto un poco plano y predecible. ¥ es cuando Cristina y Esteban, una noche, se deci- den a cruzar el rio. Los dos presienten una marea alta. Des- pués del trabajo se citan en un club privado. Con pleno consentimiento, dejaran sus habitos de una sexualidad cul- turalmente disciplinada y cederan a aquella imposterga- ble tentacidn de perderse en un otro o en una otra sin coac- cidn, sin obligaciones ficticias. Se dejarin Tevar por el deseo que no encontré otros atajos para mantenerse vi- vo. No le hacen dafio a nadie, 0 tal vez solo a ellos mismos, pero esto ya no nos incumbe. A cada cual sus fantasmas, sus pequefios demonios oa veces su falta de imaginacion erética. A cada cual su mundo sexual que Foucault devel tan dificilmente domesticable. De esa noche, Esteban y Cristina podrin hacer los ba- lances que quieran. Tal vez se contaran sus sensaciones en 107 CONVERSACIONES CON VHMOTA esta extrana experiencia de infidelidad vigilada. O tal vez no. El caso es que nadie se habra muerto y nadie habra si- do maltratado. Y es entonces cuando ellos se reiran del es- cindalo producido por los bares swingers. Y hablaran de los amigos y amigas que condenan estos sitios pero prefieren la clandestinidad del encuentro infiel Ileno de mentiras y silencios perversos. Con los swingers, Esteban y Cristina exorcizaron por esta vez las pequefias (in)seguridades y el sexo predecible. Fn su caso, esa noche alimenté la palabra, los juegos ludicos, la ternura, las largas caricias, la imagi- nacién, la risa, el misterio. Pero ellos saben que no es para todos ni para todas; la historia de la sexualidad esta Hena de albergues para la circulacién del deseo y no tados tie- nen por qué resigniticar su sexualidad de esta manera. Por- que los swingers son un riesgo como siempre lo ser el otro amado, El amor del mediodia Buscando textos literarios que alimenten una charla so- bre la vejez, volvi a estas diez tltimas paginas de E/ antor en los tiempos del célera, de Gabriel Garcia Marquez. Las re- lei con el deleite que produce el reencuentro con esos li- bras que nunca nos dejaran indiferentes, pues sus palabras escritas parecen adaptarse a los vaivenes de nuestros re- corridos vitales. Y ahi estaban este par de viejos que, des- pués de 53 afios, siete meses y once dias con sus noches, hacen por fin el amor, descubriendo los dos que este en- cuentro es mucho mas que un acto biolégico de penetra- cién. Juntos, lo intuyeron cuando ante la placidez dor- LOB Framer Tiras, mida ¢ inerme del bajo vientre de Florentine, tuvieron que inventar nuevos rituales de amor ayudados por la embria- guez del anis y una inspiracién que finalmente lleg6 sin que la buscaran. Florentino Ariza y Fermina Daza nos dan una lecci6n de humanismo, una prueba de nuestra humanizacion, una prueba irrefutable de que nos hemos alejado definitiva- mente del macho y de la hembra que solo pueden obede- cer a determinismos bioldgicos en el Gnico contexto de la reproduceién. Amar y desear a los 50, 60, 70 y 80 aijos es la victoria de lo simbdlico, de lo imaginario y del erotis- mo sobre la triste cépula de los animales y de algunos otros patéticos animales de la especie humana. ire] amor después de los Por supuesto sé que para 60 es necesario decir adiés a los estereotipos culturales que sataduras. Para no- a menudo constituyen nuestras proj sotras probablemente ¢s necesario haber recibido los be- neficios de lo que fue la revolucién pacifica de las mujeres que lograron resignificar nuestra existencia bajo nuevos para 60 y 70 anos son miltiples, variadas y a menudo sorpren- dentes. Se estan forjando nuevos imaginarios a partir de la multiplicidad de identidades femeninas. A veces n mos y no lo creemos. ¥ los que no lo netros, Hoy, las imagenes de muchas mujeres de 50, tras mismas nos mi creen son ante todo los hombres, nuestros compaiieros ge- neracionales quienes, a veces, torpemente, Ilegan a imagi nar que las mujeres envejecemos solas, mientras ellos se conservan eternamente jévenes. Si supieran come, ante nuestras miradas tiernas y compasivas, adivinamos la in- mensa fragilidad de esa altivez erguida exhibida como un trofeo de guerra para un combate vano y siempre s 109 CONVIERSACIONES CON VIOETA De verdad creo que, hoy por hoy, es mas dificil para ellos acomodarse a la andropausia que para nosotras a la menopausia, pues la cultura también es exigente con los hombres que entran en esta etapa de la vejez. Al mismo Florentino le tocé pelear contra aquella imagen cultural que impone a los hombres el poder sexual como garante de la seduccién, Al principio, avergonzado y furioso con- sigo mismo, quiso buscar un motivo para culparla a ella de su fracaso. Sin embargo, mas tarde y con la complici- dad de un encuentro que sabian més alld de los limites im- puestos por la triste gramatica del amor, inventaron una semantica vieja de cinco décadas de un deseo contenido. Y sia mi me pusieran a escoger, preferiria mil veces ba- jar el rio Magdalena en un buque en cuarentena con Flo- rentino Ariza, a pesar de su dificultosa ereccién de mediodi: que estar en una playa de las Bahamas con Julio Iglesia: Por cierto, esta reflexion no concierne a tu gene- pleta, jatin no! Sin embargo, me parece im- portante que se rompa esa alianza mortal, inducida en gran parte por los medios, del amor con la juven- tud y la belleza y, peor aun, con éxito y riqueza,.. N po- cas paginas literarias sobre el amor y el erotismo en a mujeres de mi edad. Y particularmente para mujeres, porque cul- el amor no tiene edad, no obstante existen m edades avanzadas, quiero decir, p: turalmente es bien visto que un hombre de 60 0 70 afios se enamore de una mujer de 20 0 30 anos me- nos que él. Terreno casi completamente vetado para una mujer de 50, 60 6 70 afios. Por eso me parecen tan bellas estas 40 ultimas paginas de E! amor en los tiempos del céilera. 110 NEE Lhrostas Y para terminar, una columna, mas vieja, que tal vez aleanzaste a leer en La mujer tiene la palabra, pero que re- produzeo aqui porque sé que las separaciones y los duelos de amor siguen siendo muy dolorosos para tu generacién. En ese triste capitulo de la separacion, no hemos progre- sado mucho. Pareceria que nuestra cultura no ha pensado en ritos de separacién que nos permitan vivir mejor el due- Jo del fin de un amor. Existen ritos de enamoramiento, ri- tos que permiten instalar el amor en la duracién, mas nin- gun rito de separacién. :Por qué? Fs como si no hubiéramos aceptado nunca que el amor no es eterno, que el amor se termina, que el amor muere. Y, como lo dice Franco La Ce- cla, un antropologo italiano que trabajé bastante ese tema en un bello libro?! que creo que no se ha traducido al es- pafiol: «Si queremos dejar de ser primitivos, nuestra épo- ca y nuestra sociedad deben inventar un nuevo arte de los epilogos, un nuevo saber-vivir para decir adiés. Debemos encontrar maneras de separarnos y de romper que ayuden a desligar la dramatizacién exagerada de nuestras histo- rias de amor». Saber decir adidés Separarse en el momento oportuno es ser adulta. Decir adiés a un amor que ya no merece esta denominacién es aceptar la pérdida de las ilusiones; es entender que el mi- to del amor para siempre y del «siempre ti y nadie mas que ‘| Franeo La Cec: tion Calmann-Levy Je te quitte, mai non plus, ot Part de ba rupture ammowrense, Edi 2002 an CONWRRSACIONES CON VIOLETA ta» es solo un mito, un imaginario lejane que produce estragos incalculables. Saber terminar es aceptar que el amor es némada, aventurero, y que solo excepcionalmen- te dura para siempre. Saber terminar es también saber decir adids sin odio. Es aprender a recordar sin rabia y con nostalgia, porque la historia que esta Ilegando a su fin estaré alli para siem- pre y usted deberd aprender a vivir con ella, a pesar de ella, c incluso gracias a ella. Fs saber que esta arruga que ha en- contrado hace poco en la esquina de su mirada nacié para recordar que cada historia de amor se inscribe en la me- moria pero también en el cuerpo, y que no sera posible ol- vidarla nunca. Saber vivir después del adiés es entender que ese amor se inscribié en su historia y la cambié para siempre; es nun- ca olvidar que un dia, no hace tanto, usted estuvo enamo- rada de ese hombre, sofiando con él, construyendo con él, proyectando con él, y que existieron mananas felices, dias sin nubes, noches blancas, lluvias fecundas y tempestades dulces. Es recordar que si usted se enamoré de ese hom- bre fue por algo, porque algo de él le gusté, la enamor6; habria dado todo por él... acuérdese. Ese hombre que us- ted tanto am6, que tanto ama todavia, se fue con otra... Si, claro, nada del otro mundo; el amor es asi, ya lo dije: némada, aventurero, imprevisible y fiel a si mismo. Ence- rrarlo, enjaularlo, sirve para una sola cosa: para matarlo. E] amor, como algunos animales, no se deja domesticar. Usted lo sabia, y el dia que tom6 el enorme riesgo de amar debié saber, o por lo menos intuir —aun cuando en el pre- ciso momento del enamoramiento es inaceptable ¢ in- concebible—, que el amor existe por su mismo caracter 12 Frokewer THontas inconforme, insaciable y movil. Asi es, y eso es lo que nos embriaga cuando caemos bajo su implacable poder. Por supuesto, saber terminar para una mujer es una prueba desmesurada. Sin embargo, se sabe que, en la ma- yoria de los casos de separacion, son las mujeres quienes toman la decision de terminar, tal vez por su incapacidad de vivir en un desierto afectivo; es una prueba fuera de lo comiin para una mujer, por su misma historia de construc- n de identidad, por su apremiante necesidad de saber- se deseada y amada por un hombre. Y también por una cul- tura que no le otorgé el mejor lugar y a menudo le negé la mirada amorosa de un padre presente, no tanto fisica co- mo simbélicamente. Un padre presente en las caricias, en los gestos, en la vida cotidiana, en la palabra. Amar, para una mujer, es, entonces, colmar y calmar todas estas ca- s, cobrar a la vida lo que ésta no pudo darle a tiempo; , mas que amar, las mujeres, pal existir, quieren ser amadas y deseadas. Y con esto no estoy enunciando leyes inamovibles de la naturaleza, sino leyes de la cultura y de la historia individual de cada cual, todas susceptibles de cambiar. Mientras mas existan por si mismas, las mujeres podran separarse con menos dolor, con menos traumas. Entenderdn poco a poco que ese hombre que ya no las ama no es maldite ni desalmado, No es sino un hombre vivo, un hombre cobarde, tal vez, pero vivo; y ese hombre sera siempre el padre de sus hijos, de sus hijas, aun enamorado de otra, aun viviendo con otra. Es ese padre magico para ellos y ellas, ese padre a quien usted no tiene derecho de maltratar frente a quienes no tienen nada que ver con los problemas existenciales de la pare Separarse es también hacer posible que sus hijos, sus s, vean a su papa ya la «novia de su papa» con la cer- e hi 3 Caney meg at NES COON VION teza de que estos enanos de la vida siempre sabran reco- nocer a su mama, mas aun si ella esta convencida de que Si Su «ex» est enamorado, es que esti vivo y feliz, y que en- tonces sera mejor padre que nunea. Saber terminar es haber entendido que amar es un ries- go, el riesgo vital por excelencia, y es saber que este riesgo volver a presentarse en cualquier esquina de su vida mas pronto de lo que usted creia. Violeta, dejo ahi... espero haber podido proporcionar- te alguna claves que te ayuden a volver a amar, sin deses- peracion, sin angustia, sin afan, con la nica certeza de que no hay «un otro» para ti y que ¢s justamente esto lo que le otorga su inmenso precio al amor. 114 El cuerpo femenino colonizado: que ha sido objeto de abuso tantas veces, y tan pocas amado y celebrado «Fl cuerpo de las mujeres no existe, no es sino una prayeccién del deseo del hombre». FRANCOISE COLLIN" A modo de introducci6n Violeta, cada dia en el mundo se humilla, se oprime, se calla, se excluye, se abusa de, se viola y se golpea a las muy es, a menudo hasta la muerte, dizque por amor. Nunea te olvides de esta, Violeta, como no sé si seré capaz de encontrar las pala- bras para este capitulo —la historia del cuerpo femenino nos atraviesa tanto la vida y la conciencia, se nos adhiere tanto a la piel y ha cimentado de tal manera nuestra do- lorosa memoria—, que decidi iniciar con trascripciones rangoise Collin: fildsofa francesa, autora de iiltiples ensayos y articules, fun dadora y directora de Les usbiers du Grif, una coleecién que pretende ser un espa- cin de encuentrosy debates relativos a la cuesti6n femenina y las rela los géneros CONVERSAGIONES CON Violins de historias contadas en forma de poemas o de relatos de vida, que pueden darte la dimensi6n de lo que habita la me- moria colectiva de las mujeres. Y escogi hacer esto porque desafortunadamente mucha gente, hombres y mujeres, no conocen o no quieren conocer la historia de siglos de maltratos, abusos y violaciones de los cuerpos de las muje- res en todas los continentes, ricos o pobres, de este plane- ta Tierra. Para empezar, un poema de una médica y poeta de Bangladesh, ‘Ialisma Nasrin, quien a raiz de las denun- cias que hace en relacién con las violaciones s de los derechos de las mujeres y por las criticas al Coran, ha sido condenada por los integristas de su pais y ha reci- bido varias amenazas de muerte. Hoy dia vive exilada en la India y en Europa. E] poema que transcribo aqui se llama «Matrimonio feliz» ematicas Mi vida, Como un islote de arena, ha sido tomada por un hom- bre, por un monstruo. Elha querido mi cuerpo bajo su control. De modo que si lo desea, puede hurtar mis vestidos Y tomar la belleza desnuda en su pufio. De modo que si lo desea puede arrancar mis ojos De modo que si lo desea puede arrancar mis pies Si lo desea puede sin ningun remordimiento usar en mi su latigo. sitado en Ei Viejo Tops, N° 77, «Los equivoces del amor y del sexo, 116 RENCE THOMAS Si lo desea puede arrancar mis manos y mis dedos. Si lo desea puede rociar con sal la herida abierta, Puede echar pimienta negra en mis ojos. De modo que si lo desea, puede abrirme ¢l muslo con su daga, De modo que si lo desea, puede atarme y ahorcarme. El ha querido mi cora Para que yo le amase: De noche en la casa solitaria, Insomne, Ilena de ansiedad, aby ventana Lo esperase sollozando. Para que bafiada en lagrimas, hornease pan casero, Para que bebiera, como si fuesen ambrosia, los sucios liquidos de su cuerpo poligamico. Para que amandolo, me derritiese como cera, sin po- ner mis ojos en ningun otro hombre Diera prueba de castidad toda mi vida. Para que amandolo Alguna noche de luna, en un paroxismo de éxtasis Me suicidase. zon bajo su control azando la reja de la Seguiré con la espeluznante historia de Sohane (Pa- ris, 2002): E] 4 de octubre del 2002, Sohane Benziane, una jo- ven de 17 afios quien vivia en Vitry-sur-Seine (en las afue- ras de Paris, uno de estos barrios Ilamados «calientes»), fue quemada viva por un joven, en un sétano de un edi- ficio. Sohane iba a cumplir 18 afios y pagé con su vida el hecho de rehusar la dominacién masculina, la ley del mas CONTERFACIONES con VIGUETS fuerte. después de visitar a algunas amigas. Eran las seis y media de la tarde cuando Jamal Derrar, un conocido de ella, ba 'n esa tarde del 4 de octubre regresaba a su casa ve. Los dos jvenes va habian tenido diferencias, cosas co- y corricntes a esta edad y en estos barrios dificiles. Jamal a Ileva entonces a la fuerza al sotano del edificia, mas exactamente al local de las canecas de basura, mien- mune: tras otro joven, Tony Roeea, mantienc la puerta cerrada a conocido de la policia por actos de pequefa de- lincuencia, Jamal le rocia gasolina amenazandola con un ‘la inmolacion de So- hane. Aun cuando sus atroces gritos alertan a dos de sus amigas, es demasiado t. viente, logra salir del local y echa peranza de apagar las Hamas. Algunos vecinos aterrori- zados tr encendedor que tinalmente prove de. Transtormada en antorcha vi- rse en el pasto con la es- tan de apag: el fuego con cartones y repapero no lo logran. Sohane muere frente a unos cuarenta veci- nos y vecinas del barrio. Su verdugo, en detencién provi- sional, y otros cuatro jévenes complices del asesinato de Sohane, no han sido juzgados aun. Si escogi esta historia, entre muchas otras, es porque dio origen al movimiento franeés Ni putes ni sourises (Ni putas ni sumi res francesas —muchas de el un movimiento de javenes muje- hijas o nietas de inmigran- nente de barrios calientes de las grandes presidenta es Fadela Amara, hi- ja de inmigrantes argelinos, y cuyo objetive principal es romper cl silencio y denunciar los multiples abusos y dis- eriminar tes, Mayoritariz ciudades francesas—, cu nes en contra de ones por parte de hombres jove las nifas vy jévenes mujeres de sus barrios, 11s MeENCE TitOatas Ante la amarga constatacion de la descomposi- eion y degradacion de las relaciones entre hombres y mujeres, Fadela Amara ofrece mediante su movi- miento un mensaje de célera, de lucha y de esperan- za. Esperanza de ver a las mujeres de los barrios, y particularmente de los barrios de inmigrantes, luchar por su libertad y reivindicar sus derechos desde una relacién pacifica con los hombres. Ahora te daré una estadistica norteamericana y otra francesa, entre muchas otras, para mostrarte que las vio- lencias ejercidas en contra de las mujeres no se pueden ex- plicar solo por la pobreza; estas violencias estan, por lo general, profundamente arraigadas en las relaciones de po- der entre hombres y mujeres y en tradiciones culturales que valoran menos a las mujeres que a los hombres. lado del poder, su distribucién y su circulacién, que siempre hay que buscar explicaciones a todas las violencias las violencias sexuales en ‘s del si de género y particularmente 4 contra de las mujeres. Se estima que hay 1.000 mujeres vie te en Estados Unidos. Un promedio de 400 mujeres mueren cada ao en Francia por golpes recibidos de sus compafieros. Son dos paises ricos, Y ahora las cifras de Colombia. Ya anteriormente te habia dado algunas estadisticas n Colombia. Entonces, y pa- das diariamen- relativas a estas violencias rano repetirme, solo enfatizaré el recrudecimiento de vio- lencias ejercidas sobre el cuerpo de las mujeres colombia- nas en raz6n del conflicto armado y de sus estragos. 119 ern eS GON VET 4 Las guerras afectan a los dos sexos de manera cruel, sin embargo, las mujeres son objeto de violencias espect- ficas que no afectan a los hombres. No podemos olvidar que el cuerpo de las mujeres ha sido siempre, y es atin, con- siderade como botin de guerra. Desde el rapto de las He- lenas hasta los campos de concentracion durante la gue- rra de la ex Yugoslavia, pasando por la violacion de miles de mujeres tutsis durante el tiltimo genocidio de Ruand La apropiacion del cuerpo de las mujeres es utilizada co- mo estrategia de guerra. Te podria dar centenares de ejem- plos de esta triste practica que ha caracterizado casi todas las guerras del mundo. Cuando los guerreres violan que: «por medio de ella, violan a la madr na, a la esposa oa la hija del enemigo, para destruir! nor de un hombre, de un asi de ella, el poder y el he pueblo? Pero te aseguro, Violeta, que este capitulo no figura en ningtin libro de historia y, por lo menos en Colombia, sigue siendo un capitulo mudo en las clases de esta mate- ria, De esta no se habla y pareceria que no se quiere saber. Y te cuento, también, que solo en la medida en que estos hechos atroces ocurran de manera masiva, los medios de comunicacién hablarin de ellos. F caso de las violaciones sistematicas de mujeres durante la guerra de la ex Yugo lavia (miles de mujeres encerradas en campos fueron sis- * Anwoinette Fouque, ify « deux sexes, Gallimard, 1995 120 Floeence Tiostas tematicamente torturadas, violadas y deliberadamente err barazadas) fue muy significativo en este sentido. La resis- tencia de los medios que ya sabian de estos hechos —ocu- rrian solo a 1.500 kilémetros de Paris— fue impresionante. Y cuando se decidieron a hablar, insistian sobre el carac- ter racista de estos crimenes mas no sobre su caracter se- xista. Dificilmente los crimenes miséginos san recono- cides como hechos politicos a pesar de ser considerados actualmente como «crimenes contra la humanidad» por la Organizacién de las Naciones Unidas. Y bien, son hombres quienes han escrito la mayoria de los capitulos de la historia oficial. Son hombres la ma- yoria de los editorialistas de la gran prensa mundial. Si, yo sé, Violeta, parece tonto decir esto, pero es asi y hay que decirlo. Quisiera tanto que tu generacién se voly algo mis critica en relacién con estos 5 toria. Y, ves, son justamente sil que ver con la historia de nuestro cuerpo. Una historia de apropiacién. No podemos olvi las guerras son decididas por hombres, las guerras legi- tman el ejercicio del poder por la fuerza y el autoritaris- mo; entonces los estragos de las guerras —retomando el hecho de que el cuerpo femenino ha sido tradicionalmen- te el lugar por excelencia del ejercicio del poder patriar- cal— se ejercen lgicamente también sobre los cuerpos de las mujeres. Solo muy recientemente se estan deve- lando estos hechos atroces. Solo desde que las mujeres, algunas mujeres, se han atrevido a hablar. Como Jo enun- ciaba la trabajadora social colombiana Juanita Barreto en un articulo muy bello sobre el tema: «(,..) ésta es una ta- ra ilencios de la his- Nncios que tienen mucho lar que las guerras son patriarcales, 121 rea que apenas empieza y para la cual siguen siendo atin muy fuertes las resistencias a dar erédito y conferir valor al saber que se expresa con palabras de mujeres; los dis- cursos oficiales no registran estas voces. Tampoco regis- tran la persistencia de la apropiacién de los cuerpos de las mujeres en esas guerras. Apropiacion que toma la forma de secuestros 0 retenciones, los nuevos nombres de los rap- tos y los intercambios de otras guerras; apropiacién que toma la forma de confiscacién de los titeros, de prefieces obligadas, de violaciones, de acosos sexuales y de torturas que comprometen el cuerpo, la psique, los afectos y las re- laciones conyugales, fraternas, filiales o de amistad»**, Solo a titulo de ilustracién, transcribo un relato, uno solo, de los centenares que tristemente ya se conocen en Colombia gracias a Amnistia Internacional, La Defenso- ria del Pueblo y algunas valientes organizaciones de mu- jeres que se esfuerzan por recoger relatos de mujeres que han vivido esta tragedia. «(...) Cuando iba en la mitad del camino salieron cuatro muchachos. Tenian la cara cubier- ta y Me preguntaron si queria ir a bailar. Me dio miedo. Dije que no. Entonces me preguntaron si en mi casa aten- diamos al ejército que acampaba al lado y si les dabamos agua. Yo respondi que no podiamos negarle el agua a nadie y que si ellos nos pedian también les dabamos. Pregunta- ron si tenia novio en el ejército. Les dije que no. De ellos, el que mas hablaba me arrastré hasta una casa abando- nada que quedaba mas abajo y cuando me quise resistir * Juanita Barreto Gama, «1_a apropiacién de los cuerpos de las mujeres, una estra tegia de guerra~. F'n; revista Bn Onvas Palabras... N°9. «Mujeres, cuerpos y pict cas de sim, Agosto-dicis ODL pp. BG 100. 122 PLomeNG THM AS i gritaba si yo abria la bo- ose llevaban a mis her- me tapo la boea, Me dijo que s desquitaban con mi fam: tos. Ellos dicen que les falta gente. Cuando llegamos esa, me dijo que me iba a dejar un recuerdito... Yo llevaba un vestidito y él me bajé la cremallera y co- menz6 a manosearme. Yo estaba muy asustada y no sabia qué hacer. Si hubiera sido uno... pero eran cuatro y yo no me podia defender, Me quedé quieta, no hice fuerza por defenderme, ni les dije nada, ni grité nada porque tenia miedo. Lo tinico en que pensaba era que no le hicieran na- daa mi mama y nose llevaran a mis hermanitos. ‘Tres vi- gilaban, dos un poco arribita de la casa, uno mas abajo. EI otro entré conmigo en la casa. El me violé y me dijo que eso era el recuerdito para que no olvidara que ellos no hablan en vano, que ellos cumplen su palabra. Que se habjan cansado de que las muchachas del pueblo no hi- cieran caso de no meterse con los soldados. Dijo que les tocaba actuar para que escucharan. También me dijo que tenia que salir del pueblo por el bien de mi familia. Ellos dijeron que eran de las FARC: Violeta, hay que leer el ultimo informe especial de Amnistia Internacional sobre el tema de las violenci xuales contra las mujeres en el marco del conflicto arma- do colombiano para darse cuenta de la gravedad del tema. Algunos relatos son dificiles de leer sin estremecerse. Y no hemos dicho todavia nada de la famosa trata de mujeres que es, hoy por hoy, uno de los negocios mas ju- doer Colombia, ewerpos marcados, erimenes silenciadas. Vialencia sexual contra las uujeres en el marco del conflicto armada, Amnistia Internacional, octubre, 2044. a es gosos del mundo. Incluso existe un concepto que refleja muy bien lo dramatico de este hecho. Refiriéndose a la trata de millones de mujeres, nifias y nifos en el mundo, algunos socidlogos y socidlogas la califican como verda- dera esclavitud de los tiempos modernos. «En todas las culturas, en todos los tiempos, se encuentran practieas que buscan marcar fisicamente alas mujeres y violentar su cuerpo de manera puntual o durable con el fin de que no olviden su suje on: pies fajados de las mujeres chinas, labios o cucllos es- tirados de las africanas, cintura apretada cop ¢l corsé de nuestras bisabuelas, earas ocultas en velos de las turcas y de las arabes, clitoris es ado para impedir el goce, (...) Los ejemplos significativos son multi- ples. (...) En todas partes se trata de que las mujeres no se alviden de que su cuerpo pertenece a otro y que debe conformarse a su deseo. Sujctadas en su c: me, las mujeres no pueden gozar ni caminar hacia el mun- do de mane autonoma» Frangoise Collin?é, éSera posible encontrar una explicacién? La historia del cuerpo de las mujeres es la historia de su desgracia, de sus mas profundas heridas, humillaciones € ignominias. Pocas veces de sus goces, Historia callada durante siglos como ya lo mencioné. Historia que, por cierto, no habla bien de la humani ad, la cual tuve que es- *4 Frangoise Ci plexe, Paris, 1992 in, «Le corps des femmes», Les cabiers du Grif, Editions Com- 124 FroweNce Tomas conder estos capitulos que se referian a la utilizacion ver- gonzosa de la mitad de la poblacion humana. Mujeres, ni- fias, adolescentes y ancianas de la historia, todas tienen algo para contar, algo para callar, algo para Ilorar y en ge- neral ese algo se refiere a un episodio relativo a su cuerpo. Es solo recientemente que, gracias al valor de algu- nas mujeres, a la conciencia critica de otras, ala determi- nacién de oponer un NO MAS sonoro a estos episodios por parte de historiadores ¢ historiadoras, de fildsofos y filo- sofas y, sobre todo, de feministas, se estan develando, se estiin contando y se estan recuperando poco a poco estos capitulos de la historia de los cuerpos de las mujeres. Ya existen ensayos, cuentos, historias de vida e historias of ciales que abordan desde metodologias diversas la triste historia del cuerpo femenino. Si, Violeta, no sé, pero a mi me parece dificil imagi- nar que haya sido necesario esperar hasta el siglo XX para empezar a denunciar este tipo de abusos. Por lo menos ten- go el orgullo de pertenecer a la generacin que participo en el develamiento paulatino de estos hechos atroces, Oja- ld tu generacién no retroceda. Sin embargo, si bien ya sabemos un poco mas, todo no esta dicho atin y se necesitaran muchas paginas mas pa- ra que se devele la verdad, se haga justicia. Con tal de que los encuentros erético-sexuales entre hombres y mujeres as una fiesta, sean para la generacién de tus hijas y tus nie! una celebracidn, un goce compartido, ya sera, tal vez, su- ficiente reparacion. Las mujeres no somos ni vengativas ni rencorosas. Solo queremos hoy que la memoria de estas atrocida- des no se nuble, no se borre. a 125 ite a ae Se ‘Todavia no entendemos del todo esta furia de los hom- bres, este delirio de los hombres, esta venganza de los hombres —zde qué? me pregunto yo, :de qué se quieren vengar?—, estos temores de los hombres, esta envidia de los hombres cuando se enfrentaban al cuerpo femenino. Deberia decir «cuando se enfrentan» en presente, porque esa locura viril no ha desaparecido, Violeta, si si gues cre- yendo que exagero, te podria volver a dar datos, estadis- ticas de abusos sexuales, de violaciones, de trata de mujeres y ninas, de mutilaciones sexuales que siguen siendo pan de cada dia, qué digo, de cada minuto si no es de cada segundo en el mundo entero. Mientras escribo estas lineas, nos tas mujeres son violadas en Colombia y cudn- tas ninas son infibuladas en otra parte del mundo. Y lo di- goy lo repito, porque resulta que muy a menudo c abordo estos temas en mis conferencias las mujeres se re- belan y protestan argumentando que a ¢llas nunca les pas6, que exagero, que ya no, que son cuentos de feministas. Es extraiio pero no quieren saber, no quieren saber lo que le pasa a su vecina, no quieren conocer las cifras de su pro- pio pais como si quisieran borrar de una vez por todas es- tos hechos y no reconocer que podria pasarles volviendo a su casa, solas y de noche. ‘Todas las mujeres del mundo, y tu también, Violeta, han conocido un dia cualquiera, y mas probablemente una noche cualquiera, ese temor de ser seguida en la calle por un hombre extraiio, de entrar en un ascensor de noche con un desconocido, de volver a ca- sa despues de una fiesta con un amigo borracho. Tu mis- ma me contaste algunas historias de éstas... entonces, :por qué negar esta historia como si quisieran excusar alos hom- bres de semejantes abusos? ndo 126 Fromesce Tienes Aveces, Violeta, callar es un delito y hablar es un de- ber, una obliga Otra vez, una historia de poder. Acabo de utilizar el concepto de envidi lo que explicaria mejor esa locura colectiva de los hom- bres. Envidia frente a ese cuerpo nuestro tan potente tan impresionantemente potente: Tanto sexual como sim- bolicamente. Un cuerpo que es capaz de albergar a otro u otra durante nueve meses sin ningun tipo de discrimi- nacion ni recriminaci6n; un cuerpo-albergue, un cuerpo- claustro, un cuerpo-refugio, un cuerpo que proporciona calor, alimento y vida a otra vida misma, a una vida que se volvera humana en la medida que sea deseada, y desde ya, amada y fantaseada con locura por la duefia de ese cuer- po. Sabes una cosa, Violeta, Luce Irigaray, un referente durante muchos afos en el Grupo Mujer y Sociedad por ser una de las mas grandes teéricas del fe- minismo de la diferencia, tiene unos pensamientos muy bellos sobre esta particular relaci6n madre-embrién o madre-feto. Se encuentran en su libro Ya, tri, nosotras, en el cual llega a hablar del «caracter casi ético de la relacién fetal». Y si, creo que tiene razon. Ahi, en ese titero ma- terno pasa algo tan fuerte, tan particular, tan aventurero, tan humano en el sentido pleno de la palabra, que los hom- bres han tenido que sentirlo como una especie de «man- que», es decir de falta, de carencia. Debe, de ser parte de la explicacién, mas no de la ex- jon, , tal vez es quien ha sido Probablemente los hombres fueron, y lo son atin, con- frontados por la esterilidad de su vientre cuando entendie- ton que nunca podrian conocer esta aventura fantastica de dar la vida, Su participacién en la generacién de la vida

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