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Jutio B. J. Mater DERECHO PROCESAL PENAL I. Fundamentos § 3. Vincwlacién con otras ramas juridicas BIBLIOGRAFIA: ApaLos, Raul W., Derecho procesal penal, t. 1, cap. TL Baumann, Jiirgen, Grundbegriffe und Verfahrensprinzipien des Strafprozefirechis, ¥ ed., cap. LI (versién castellana de Conrado A. Finzi, Derecho procesal penal), Breper, Al- berto M., ftreduccién ai Derecho procesal penal, Primera y Segunda partes. CaFPERATA Nores, fosé 1, Relaciones entre Derecho penal y Derecho pracesal penal, CLARIA OLMEDO, Jorge A., Tratado de Derecho procesal penal, t. {, Intre- duccién, n° fy ss., n° 535 y ss.; Derecho procesal, t.1, cap. 1. HENKEL, Heinrich, Strajverfahrensrechr, 8§ | y 2. Maier, Julio B. J., Politica criminal, Derecho pe- naly Derecho procesal penal. MANZINI, Vincenzo, Tratado de Derecho procesal penal, tr. de S. Sentfs Melendo y M. Ayerra Redin, t. 1, § 1, n°Ga lly §2. PETERS, Karl, Strafprozeff, 2° ed., §§ 2 a 10; Die strafrechtsgestaltende Kraft des Strafprozesses. ROXIN, Claus, Strafverfahrensrecht, 23° ed., § 1, D y E, y § 2. Rualanes, Carlos J., Manual de Derecha pracesai penal, 1. 1, cap. E, n° 1 ¥ 55. cap. H, n° 17. Scumipt, Eberhard, Los fundamientos tedricos vy constituciona- les del Derecho pracesal penal, cap. {, B. VAzavEz Rossi, Jorge B., Curso de De- rvecho procesal penal, cap. It, Zipr, Heinz, Kriminalpolittk, §§ 5, 6 y7. A. DERECHO PROCESAL PENAL Y DERECHO PENAL 1, La unidad politico-criminal El Derecho procesal penal es parte del Derecho penal; la afirma- ciédn supone que esa nomenclatura se utiliza en sentido amplio, para designar una unidad politico-juridica con fines comunes!. Desde el punto de vista politico ambos configuran una unidad y, aunque la fun- cién material y formal de cada uno de ellos sea dislinta (§ 1, B, 2,ey § 2, B, 2) —uno fijando deberes de obrar o de abstenerse de obrar y ja sancién para el comportamiento desviado; el otro regulanda los actos que integran el procedimiento apto para verificar la actuacién del De- recho penal y sus consecuencias juridicas—-, son dependientes entre si para la realizacién de la politica criminal del Estado?. Bl fenémeno de la separacién radical entre Derecho penal y Derecho procesal pe- nal es relativamente moderno y arranca en ¢l siglo XLX, con las cedificaciones nacio- nales. Se puede advertir que las principales leyes antiguas, hasta el periady de la In- quisicién, contienen en un solo cuerpo las reglas relutivas al Derecho penal y al Dere- cho procesal penal. Como ejempio se puede citar las célebres Partidas (1265) y¥ la Cons- fludio Crimimalis Carolia (1532). "CE PETERS, Strofproze?, § 2. p. 7. 2 CE Maier, Politica criminal, Derecho penal y Derecho procesal penal, ps. 301 y ss.; BINVER, intreduceidn al Derecho procesal penal, Primera Parte, Lf, ps. 47 y siguientes. 145 aie A. Derecho procesal penal y Derecho penal Nuestra organizacidn federal, que caracteriza al Derecho procesal penal como De- reche local (principia basico de la organizactén judicial y del procedimicnte), segiin opinién dominante, exige una separucién radical entre ambas ramas juvidicas (§ 2, C, 2). Pero, pese a esta separacién dogmatica provenicate de la diferente competencia legislativa del dvgano que sanciona el Cédigo Penal, por una parte, y las leyes proce- sales, por la otra, Ja influencia politica del Derecho penal sobre el Derecho procesal penal y viceversa, como partes coordinadas de un sistema —-al que se agrega también ja ejecucién penal— se maniiene en toda su extension. La separacin nitida originada en ja organizacion federal, entre cornpetencia para la legislacién penal —de fondo— y procesal penal —formnal— ha sido puesta en crisis por nuestros legislacores al regular un conjunto de limites, sobre todo temporales, para el uso de la prisién preventiva, con pretenyion expresa de vigencia en todo el te- rritotie nacional. El argumento para tal decisidn legislativa (ley n° 24,390) reside en el caracter reglamentario de la Convencién americana sobre derechos humanos (Pacto de San José de Costa Rica) de ja ley citada y en la indivisibilidad de la responsabilidad asumida por la Repiblica Argentina en ef tratado internacional citade (CADET, 28, Ly 2), Este argumento sé potencia con lx incorporacian de estas convenciones a la Cons- titucién nacional (CN, 75, inc. 22). Sin embargo, alli reside tambien la advertencia so- bre Ja debilidad del argumento para la opinidn ampliamente mayoritaria, que separa radicaimente la competencia legislativa para sancionar reglas procesales y narmas pe- nales: si el argumento es valido, cl Congreso de Ja Nacién pudo, incluso con anteriori- dad, reglamentac las garantias constitucionales, abra que, llevada a un extreme, redu- cirfa considerablemente la caracterizacién de] Derecho procesal penal como Derecho local; siempre se interpreté al art. 28, CN (“leyes que reglamenten su ejercicie"), en el sentido de remitir al organismo legislative competente segun la propia Constitucién, paca la opinién dominante, las legislaturas locales (CN, 75, inc. 12). Para una opinién come la nuestra, que pone en crisis la idea de que el Derecho procesal penal debe ser, integramente, Derecha local, fundada en la misma regla constitucional (CN, 74, inc. 12) que utiliza la opinién deminante para decir lo contrario, la reglamentacién nacio- nal de las garantias judiciales, en materia penal, ne constituye un problema (ver § 2, 2 y§7.c, Ivy. El Dereche procesal penal no puede ser pensado con independen- cia del Derecho penal. Ambos, mas la ejecucién penal, son partes in- tegrantes de un sistema, como instrumento de control social. Para que el sistema funcione bien se torna necesaria Ja coordinacién de fi- nes ¢ ingtituciones entre une y otro, pues el Derecho procesal penal es cl instrumento que la ley otorga al Derecho penal para su realizacién practica} y, a la vez, los mandatos y prohibiciones penales carecerian de valor practico, supuesto e] menopolio punitive del Estado, sin el Derecho procesal penal, convirtiéndose en poco menas que letra 2 CE CaFFERATA NoRES, felaviones entre Derecho penal y Dereclio procesal penai, ps. 209 y¥ siguientes. x 146 $3. Vinculacién con otras ramas juridicas muerta*. lis por ello que el Derecho penal material y el Derecho pro- cesal penal deben ligarse estrechamente en la teoria y en la practica, aspecto que, lamentablemente, ha sido descuidado en nuestro ambito juridice. Siguiendo la tradicion de tos paises de habla hispana, nuestra organizacion acadé- mica y cientifica, si de ella se puede hablar hoy en dia, ha dejado cl Derecho procesal penal en mangos de juristas casi stempre ligados al Derecho procesal civil. De alli el au- ge de la teoria untforne del Derecho procesal en nuestro medio (8 1. A), que procura una explicaciGn unica de los fendinenos principales de todos los derechos procesailcs (teorfa general (inica del proceso), al precio de Ja decoloracién politica de amtbas dis- ciplinas y de la escasa claridad de las soluciones propuestas3, En busca de una sintesis, arquitecténicamente bella, pero indtil Por inexistencia de similitudes politicas entre una y otra rama del Derecho precesal, se reduce ja posibil- idad de alcanzar soluciones sencillas ¥ practicas. 4 ci Being, Derecio procesal penal, tr. de Goldschmidt-Nufiez, § 1, p. L; PETERS, Strefpro- cet 82, p. 7) RENKEL, Strafverfahrensrecht, § 1, p. 15; ROXIN, Strafverfahrensrecht, § 1, DB, TL, B. 4 3 Lin ejemplo de ello es la pretension de trasiadar le teoria de la accién del Derecho pro- cesal civil al Derecho procesal penal, sin advertir que ella sdlo tiene razén de ser dentro det reine de la autonomia de la voluntad y de los derechos subjetives y no cuando se trata de an mero proceder de los érganos del Estado (persecucion penal de oficio) Sujeto a reglas de- lermunadas {cf, Kersen, Reine Rechtstehre, 2° ed, n" 29, d, ps. 139 y ss.); yéase ejemplifica- ctu este propdsito en Pstacio, La accicn y da pretensidn en el proceso penal, ps. 535 yss.,en especial, p. 544. se habla alli de “la unidad esencial que vincula ada accion penal con la ac- cién civil” y, can remision a Victor Fame GUILLEN, se explica que la denuncia, ante una au- ton idad jurisdiccional, significa ejercicio de Ja accion penal (no asi la que ocurre arte [a po- licra o el ministerio publico), que la iniciacién de oficio del surmaria por el propiy juez tam. hién significa que ef propio jizz ejerce una aceidn penal ante sirmismo. La tensidn ala que el autor ha conducide al concepte, para adaptar su conocida teoria de la accion y¥ la preren- sién en el Derecho procesal civil, al Derecho Procesal penal, termina por no explicar nada 0, mejor dicho, por explicar cualquier cosa. Lu cierto es que ia teoria de Is accidn nada explica en la persecucién penal: con ella no se aclara por qué los jueces controlan Ja falta de persecucion del ministerio publico (pedide de sobreseimiento) y hasta lo pueden obligar a acusar (CPP Nacién, 348}: tampoce se explica Por qué los jueces pueden condenar aun cuando el acusadeor cencluya en absolucién des- pucs del debate. por qué los jueces pueden imponer una pena mas grave que Ja requerida etc.; un fendmeno tan sencillo come la netitia enminis para la persecucién penal, a partir de la cual nacen deberes para ciertos Srganos eslatales én los delitos de accién publica ¥ de- be comenzar la persecuciéa penal, queda sin una explicacién racional. Recientemente hubo un intento unificadar por parte de CLakiA OLMEDO, Derecho procesal, tT, Conceptos Aindamentales. : ‘ ; Sobre la tendencia a la elaboracidn de “categorias comunes en niveles secundarios" que sirvid de base para él desarrolly de la teoria general del proceso, cf. Binnie, Limites ¥ post- bilidedes de la simplificacion del praceso, p55, 147 A. Derecho procesal penal y Derecho penal Los penalistas, por 5u parte, salvo honrosas excepciones (entre nosotros sdlo ca- tozeu las de Ricardo C. Nunez y Sebastian SOLER, y. mas modernamente, la de Carlos Creus}, han abandonade el Derecho procesal penal a las manos de los expertos en De- recho procesal, con resultados cuestionables, Bs también normal que las reformas al Cédigo Penal no praduzcan ningun movimienta legislative en materia procesal penal, por profundas que sean®. Desde ef Derecho procesal penal fue también una excepeién a la corriente indica- da, Alfredo VELEZ MARICONDE. Al menos en el Ambito académico de la Universidad de Buenos Aires, la situacién se ha revertido parcialmente (ver § 2, A, especialmente nota n° 8). La estrecha relacién politica entre el Derecho penal y el procesal penal no es, scgtin advertimos, un descubrimiento nuevo, sino una fe- alidad que es patrimoniv de todos los bempos y que se puede obser- var con Ilamativa claridad en la historia. La realizacién de la maxima saius publica suprema lex est, que preside el pensamiento penal de Eu- copa continental durante la segunda mitad de la Edad Media, a} pro- ducirse la recepcién del Derecho romano imperial, fue algo que am- bas ramas juridicas emprendieron en conjunto. A la idea extrema de expiacion y prevencién general en el Derecho penal se le adecua per- fectamente un método de realizacién e investigacién, la Inquisicién, que cumplia perfectamente esos fines y los complementaba?, a tai punto que el instrumento de realizacion llegé a ser mas famose y co- nocido que las normas materiales a las que servia y en un tiempo en el cual ambas ramas juridicas atin permanecian unidas. La reaccion contra la Inquisicidn constituye otro ejemplo valido. Se procuré pro- teger al individuo contra los excesos del poder penal del Estado y, pa- ra ello, garantizar un minimo de respeto a ja dignidad humana. En el programa penal del Iluminismo encajan a la perfeccién el desarrollo que, en el Derecho penal, tienen los principios aullum crimen, rudla poena sine praevia lege poenali y nullunt crimen sine culpa, con los equivalentes procesales: nulla poena sine iuditio legali, esto es, la alir- macion de la inocencia del impulado hasta tanto una sentencia firme no lo declare culpable y lo someta a una pena, Ja inviolabilidad de Ja defensa, el juez natural o legal y el me bis in idem, todas lamitaciones del poder penal material o formal del Estado. © Un ejemplo de la repercusidn de la veforma penal en el Derecho procesal penal en Pevens, Strafproze?, § 1, ps. 17 y ss. Cf. en Pastor, c&s conveniente fa aplicacidn de! proceso penad “comvericional” a ios delitos no “canvenctonales”?, un andlisis critico det problema rela- tive ala creacion de ciertos delitos no tradieionales. 7 Boucaut, La verdad y las formas juridicas, Tercera conlerencia, ps. 61 y siguientes. 148 § 3. Vinculacién con otras ramus juridicas Es que, én reatidad, la unidad entre Derecho penal y Derecho pro- cesal penal deviene de que ambos ambitos normativos, cada uno a su manera y en el drea de su competencia, son reguladores del poder pe- nal del Estado, seguin Ja concepcidén actual. 2. La repercusién del Derecho penal en el Derecho procesal penal Son multiples las repercusiones del Derecho penal material en el Derecho procesal penal; sélo examinaremos las mas importantes, a . “ manera de ejemplo. I. Un Derecho perial de acto, esto es, orientado hacia la retribucién de comportamicntos singulares antijuridicos y culpables (conducta desviada) y, dicho de manera genérica, hacia la prevencida general negativa 9 positiva {pena como intimidacién o contramotivo para in- ducir a quien se inclina a delinquir a hacer lo que debe 0 a no hacer lo prohibido, @ como reafinrmacidén de la existencia del orden juridico y sus valores principales), requiere necesariamente un procedimien- to de comprobacién orientado hacia la investigacién y conocimienta del pasado. Por el contrario, un Derecho penal de autor, esto es, arien- tado hacia la culpabilidad de cardcter y, dicho de manera genérica hacia la prevencién especial, como modo de evitar que personas pro- clives a violar las reglas elementales de la convivencia social pacifica observen comportamientos contrarios al Derecho (estado peligroso) implica necesariamente un procedimiento dirigido hacia la antici- paci6n conceptual del future para poder llevar a cabo una prognosis adecuada. Nuestre Derecho penal es, fundamentalmente, Derecho penal de acto, en tanto re- glas constitucionales basicas (CN, 18, oracion I, y 19) le impiden reaccionar contra la mera culpabilidad de caracter y sdéla le permiten aplicar ¢l poder penal del Estado a quien ejecutd un hecho punible, es decir, omitid comportarse como estaba ordenada para la ocasién (no obré como debia) o se comports come estaba prohibido (ohré co- mo no debia). La reflexidn es valida también para las medidas de seguridad y correc. cién que, a pesar de aplicarse a inculpabies, necesitan del presupuesta de la comisién de un hecho antijuridice (accion prohibida u omision de la accién mandada} i in- culpable, para aspirar a tener aplicacién, “we : Sin embargo, es dificil encontrar un Derecho penal que persiga puramente la rea- racion de un concepto ideclégico basico. Lo normal es que, come sucede en nuestro de consudcracionee ratieas a ls prevenion choral ¢ pehenoea ne co ion pecial y la peligrosidad, sobre todo al definic la medicion y la ejecucién de la pena (ver CN, 18, altima oracién, y CP, 41, 44 parr. IV, 13 y 26, parr. 1), fenomeno que se advierte atin mas en las medidas de se : tidad y correccién (CP, 34, ine. 1, parrs. IT y III, y 52). eee Conforme a clla, nuestro procedimiento penal se debe orientar principalmente hacia la investigacién del pasado, porque de su conocimiento depende el principal 149 A, Derecho procesal penal y Derecho penal fundamente dela reaceian penal. Pero la prognosis del future Gene taubien su rela. tiva dMporrancia cuando se trata de la snedicién de la pena, de su ejecucién o de la aplicacién de una medida de seguridad y correccién En jas dltimas décadas, la fuerte: tnelinacién def Derechy penal hacia la prevencion especial ha provocade en la teorfa yen la legislacién intentos fundados de una ians- fermacidn parcial del procedimiento, fracciundndols en des pares: una cledicada a la investigacién del hecho, la otra al estudio de ta personalidad del twfractor, movimien- te del que sobresale el llamado tateriocurorta de culpabilidad, como cesura del debate ene) procedimiente principal, nombre con ol que habitualmenre se bautiza a toda Ja transformacian’, La refurma propilesta, sin embarge, ne se vines necosariamente con esle esquema ideologicn y admite una fundamentacion garantista? li, El art. 71 del Cad. Penal prevé como regla general, con muy po- cas excepciones (CP, 73 a 76}, la persecucién penal oficial de los he- chos punibles; con la limitacién de los delitos dependierttes de instan- cia (CP. 72), la persecucidn penal es también una obligacidn de los funcionarios estatales a quienes la ley encomienda la tarea de perse- guir penalmente (§ 8, B y C). Val disposician del Derecho penal responde auna evolucidn hisiGrica y a un estadio cultural de la huma- nidad determinades (§ 5, D ¥ H), que provienen del sistema inquisiti- vo de realizacidn penal Desde el punte de vista de la teuria juridica, la persecucion de oficio significa la fal- ta de teda condicién para la actuacion del Derecho penal ante la violacién de una de sus normas de deber. Cuando se prefiere proclumar Ja autonomia de la volumead, co- mo sucede de onlinario en el Derecho privado, la facultacd que otorga el orden juridi- acian estaral del Derecho al 6rgano judicial competente (de- ec para vequeric la realiz echo clispasitive de acciGn) representa someter a una condicidn la actuacién de la vo luntad de la tey!® La norma de deber, que. en sit primera oracidn, prevé la situacidn en que uri ce- terminada acciin est’ mandada o prohibida y, en su segunda oracian, amenaza con consecuencia juridi- una sancidn el compommamiente contrario, puede condicionar 1 ca del menosprecio al deber que impone, a ana voluntad personal determinada (legi- timacion) a, por el contrario, requeriv que, cuands suceda tal menosprecio, el Estado reaccinne siempre sin sujecion a nbwuna voluntad extrafa. Se trata de dos tormas opueslas de realizacion juridica. La decisidn del Derecho penal, de utilizar la técnica de la reac- cidn oficial ante ls infraccién a sus normas de deber, determina gran Sf. Upmen, Ehes Schulduuertokui: Barsuro Santos, Le divisidn en dos fases del proceso peru’ Maun, La cesure del juicie peat; Beevon, fa cesura del juicio penal 9 Desde este punto de vista. of. Macaninas, Hecta we eritmin pord la dererrusedectdrs jteti- ofa! de fa pend, ps. Ti yes.) BERTON, Lo cosuge det jiticio penal, ps. [14 ¥ siguientes 10 Cynowenna, Le uecién en ef sistem ue bos derechos. ps. 3-y siguientes. 150 § 3. Vineulucion con otras ramas Juridicas parte del sisterna de enjuiciamicnto penal. Slo asi sc camprende que la simple notitia criminis provaque de inmediato la actuacién de los vganos de persecucién penal del Estado, la hecesidad del enjui- clamiento penal de averiguar la verdad sin condicionar la investiga. cion histérica a una voluntad extraria, los poderes que la ley acuer- da alos tribunales a ese respecto, las facultades del tribunal de fa- Yar tire petita, la tarea mas amplia que representa la adminisira- cién de justicia en materia penal que, con prescindencia del organo que la cumple, no se limita a decidir las cuestiones que le son pre- seniadas, sino que incluve también la labor de perseguir y requerir, Ja misma organizacion del procedimiento, que no sélo contiene al debate de da cuestion (plenario o juicie), sino que también incorpe- ra la investigacién preliminar a la demanda de debatir la cuestion (instruccién), la necesidad de un procedimiento intermedio para examinar esa demanda de justicia (acusacién) o el requcrimiento de concluir anticipadamente la persecucion penal (sobreseimicnto}, a fin de evitar debates indtiles o controlar la legalidad del requeri- miento, respectivamente, el poder de un tribunal de controlar estos requerimientos rechazands la apertura del juicio o Ja conclusion an- licipaca de la persecucién penal, Listas consecuencias, sintélicamen- te encolumnadas, resultan directamente de la adopeidn por el Derecho penal de una de las maximas principales de la Inquisicion: la persecucién penal publica. La otra parte del sistema de enjuicia- miento tesulta poliicamente determinada, precisamente, mediante las limitaciones impuestas a la Inquisicién por el sistema de garan- tias individuales que establece la Constitucian, limitaciones que re- presentan, ala par de la reacciGén politica de Ios sighos XVIII y XIX conura los ideales inquisitivos o la forma de realizarlos mediante el poder penal, la promocién de valores de la personalidad humana su- periorcs én rango a la misma persecucién penal eficiente, valores que, por ende, relativizan aquellos reconocidos por la Inquisicién que ella concebia casi come absolutos. Es por ello que el sistema de enjuiciamicnio penal de nuestra ¢poca ha merecide el nombre de Sistema inqutisiive reformado o sistenta wiixio, La situacion Inversa, esto cs, las escasas excepciones de los delitos Ge accion privada (CP 73 a 76), comprueba hasta qué punio la influencia politica advertida es real. Supuesta la persecucién penal privada, desaparecen la mayoria de los efectos que atribuimes a la persecucion penal oficial. Téngase en cuenta que, no obstante, la per- sccucién penal privada ne se puede equiparar a la persecucian civil 151 A. Derecho procesal penal y Derecho penal ordinaria, pues el proceciimiento que provoca la primera “ neve “ be con el propdsito de aplicar una pena, y la pena, aun perseg eer vadamente y autorizade el perddén del ofendida (CY 69) como dc de extincion, es un institute publice, estatal, ello eres por elemplo. que él tribunal tenga libertad para incorporar deo ie ec es we rables al acusado. Incluse el procedimento sufre a teracione! ; Pues ya no se justifica la instruccidn preliminar en tanto la inves reach " necesaria para promover una acusacion privada no ime ica a ra be actuacién de un érgano publico dotado del poder del Estas 0; if pe. quefiv auxilio de la Fuerza publica que puede requerir € quere an per delito de accién privada para preparar su acusacion, a veees ne cesario (por ejemplo, para conseguir un documento gue ne “ a alcance), es solucionable autorizando Ja simple preparacion ‘ le we como actividad previa al juicio propiamente dicho (CPY Nacin “ CPP Cérdoba, 433; CPP Mendoza, 455; CPP Sao. del vetero, 2 OL La Rioja, 448; CPP Jujuy, 410; CPP Salta, 451, CPI Entre Cony a CPP Corrientes. 456; CPP Chaco, 405: CPP La Pampa, 395, uc man, 433, CPP Costa Rica, 437). III. Esta influencia reciproca ha tenido, recientemente, otra, nueva demostracién a través de la suspensidi del juicto a prac r ois yssJ'U. También aqui comparten el Derecho penal y e Derecho Pro cesal penal una tendencia hacia la reduccién de protagonis no social del sistemna penal tradicional, respuesta que se origina en ain pa i dad de} sisterna entendido como propuesta de solucién Me cons e tos!?, in este caso, la posibilidad, regulada en ja ley, de suspen rel juicio a prueba y de orientar la solucidn juridica del caso a a reps ‘ cién del dafio, no sdélo mejora la calidad de la selucion of eci¢ a ale victima por el sistema penal, sino que colabora, con otros instrumen- tos de origen indiscutiblemente procesal —principio c por ne dad—, en la bdsqueda del maximo aprovechamiento de los recurs de la administracion de justicia penal, para dirigir los ester ZOS este tales al Jogro de una razonable cficacia en Jos casos que represen (OT CC cial. veetaet. td de la ley penal tributaria (n” 23.771 ), que incorpora una solucién orientada en el mismo sentido (cumplimiento de las obliga- IL CE Mario, Suspension def procedunwnio a preeha, ps. 29 y siguientes. 1 wee eer 12.00 Marer, FP ingreso de de reparacion def daria como tercera via al Derecha penal arge fre. 152 § 3. Vinculacién con otras ramas juridicas ciones Wibutarias o previsionales en lugar de pena), es, en el Dero- che penai argentino, a la par de un ejemplo similar al anterior, un paradigma de los problemas que se preducen cuando ia ley procesal penal ignora las modificaciones introducidas por la ley penal mate- rial?3. IV. Pero, por fuera de estas lineas politicas bdsicas que cl Derecho penal le otorga al Derecho procesal penal, las relaciones entre ellos pueden ser estudiadas y apreciadas claramente de la mano de casos particulares. El Derecho penal regula también la vida de la persecu- cién penal, estableciendy que ella no puede proseguir después de muerto el imputado, después de cierto plazo que prevé (prescripcidn), cuando el poder legislative (Congreso nacional) declara fucra de per- secucién clertos hechos (amnistia) o cuando, en los delitos de perse- eucion privada, la victima renuncia a perseguir (CP, 59 y cc.) Para el] Derecho penal este significa regular causas de exclusién de la punibi- lidad del hecho, pero el Derecho procesal penal no ha podido menos que hacerse eco de tal regulacién para evitar el Progreso de la perse- cucién penal cuando, en el curse de un proceso, se verifica uno de es- tos hechos extinlivos: de alli que permita concluir Ja persecucién pe- nal anticipadamente en estos casos ¥ que regule un medio de defensa para hacerlos valer: Jas excepciones MHamadas Perentorias, opuestas como de previo ¥ especial pronunciamiento. Es un hecho notorio el relacionar ta teorfa de las excepciones en materia penal con su similar del Derecho procesal civil. Sin embargo, se olvida una diferencia fundamental: los hechos que [undamentan las excepciones operan en el Derecho penal y dentro de un proceso sin necesidad de que nadie los invoque; transcurnde al plaze de prescripcidn, por ejemplo, no es necesario que el imputade lu invoque para que el juez deba conocerlo y hacerlo valer de oficio en la oportunidad de de- cidir, pues él significa, en general, que ei poder penal del Estado se ha agotado, ¥ esto aun tratandose de delitos de accidn privadal4, En materia de Derecho privacdao, cuando reina la autonomisa de la voluntad y el poder de disposician de aqucl a cu- 30 favor opera el hecho extintive, la falta de invocacién en Gempo oportiune equi- vale a la falta de poder del tribunal para traturle y decidizla en un Falio judiczal. He 13 CE Maik Bovtno, Ensayo sobre ta aplicavidn del are, 14 de la ley 29,774 cl inpresa de fa reparacion como tercera via? Par la dem as, no es el dnice problema que se verifiea en ra- z0n de que Ja ley pro Wo penal ignora la regulucién legal de la Uamada jey penal tributa- na, la misma ley penal tributaria se vefiere, ademas, a una ley procesal penal sélo vigente tesidualmente, es decir, al CPCrim. tuicional (1889) 18 Fallos CSN, 11 1102: 6. 301, p 339. 59, p. 415: 6 186, p. 28% 5. 201, p. 63, t. 275, p 241: t. 300, ps. 716 ¥ 133 A. Derecho precesal penal y Derecho penal . aqui otra de Jas repercusiones del cacdcter ptiblica del Beveche pene ¥ SES Dislitu tus y, por el cuntrario, dela naturaleza privada de la relacign civi . V. Pero también los tipos particulares y la regulacion del Codiga penal sobre la unidad y pluralidad de acciones influyen Heo sivamen: te sobre instibutos del Derecho procesal penal. Piénsese, por viemp en el valor que tienen los tipos pcnales altcrnalivos, que ne me ‘lei, can la actividad delictiva por ¢] hecho de que el autor haya cump ce con su comportamicnta varias de las definiciones legales “i . , 224), las que requieren habitualidad (ej.: cP, 208, inc. l}o mun ici- dad de acciones, o la definicidn de la unidad de accidn ce : ) para apreciar el fincionamiento de la cosa Juzgada o, en general, la garan- Uia de! we bis of iden: (§ 6, E). Mas alla de ello, renarese en el paralelismo entre la capacidad de culpabilidad y la capacidad procesal penal del imputado, como presu puesto procesal. 3. La repercusién del Derecho procesal penal en el Dereches penal L. Desde el punto de vista del Derecho procesal domina la ies we litaria sobre la realizacién practica ¥ etectiva de! ferecho penal . Aquello que los tribunales y drganos judiciales pueden rea iaar con idoncidad, y no aquello que leyes penales perfectas pero impractica- bles disponen, guia las soluciones a adoptar. Desde este pud to ue la, cl] Derecho procesal penal exige del Derecho penal {ormulas claras y precisas que permitan soluciones sencillas por parte de los sreanes judiciales, para que los justiciables y el mistna pdblice entienc ar cor facilidad los failos de los jueces. Asi, la idea de una realizacion prac: tica posible y eficiente puede conducir al Derecho penal a una res cicn y simplificacian hoy esperada. Por lo demas, el crecimiento cs- mesurada del Derecho penal, que pretende solucionar median te la pe na toda problema social (con desconocimienta de su funcion de u Ve ma rage, que impone recurrir a él solo cuando lracasan todos Jos de- mas medios de control social)!®, vy la complejidad técnica de sus solu- irecto sobre la efectivi de ciones normativas praducen un efecto directo sobre la efectividad 15 CE, PRTERS, Strafurozef, § 2, ps. ll vss. ¥ Die serafrectisgesiattende Kraft des Strafpro- 20 TERS, * rare. G2. Vv, y 3 messes a 16 Cf Ronin, Sina card Grenzen staatlichar Strafi, B, i, ps. 12 y signientes 154 § 3. Vinculacion con otras ramas juridicas la persecucion penal, pues sobrecargan los érganos judiciales de tal manera que reducen la pusibilidad de Ocuparse como corresponde de log casos S¢Tios ¥ Braves, y disminuyen la seguridad sobre un fallo co- rreclo ¥ Oportune, Enel Detecho argentino hay un ejemplo sencillo ¥ evidente para apreciar estos efectos. Lu penalizacidn del cheque incobrable (CP, 302) comenze siendo una infrac- cién Menor, amenazada con pena maxima de sels meses de prisién. Se quiso prete- ger ef mancjo de los cheques por los cuentacorrentistas bancarios ¢ inmeciatamen- te se eché mane al Derecha penal siu demasiada reflexian: aumentaron las penas y las hipdtesis delictivas cual inflacion penal. Varios afios después de esa eévoluciean me pregunté: :qué se logrd? En Principio, la utillzacion de cheques sin fondes en en 201 fa, o en general incobrables, como mecio de pago, fue creciendo hasta aleanzar (n- dices alarmanreus, pese a que la pena amenazada se inluplicéd por ache. Elle traje camo consecuencia procesal un sinnimero de procesas a los que los tribunales, es casos, Ne pucteron dar respuesta eliciemte, segtin lus tines de la ley penal: se habia sobrepasada su capacidad de proceder y decidir, Come consecuencia de ello emer- gieron dos fendmenos: por un dade, ana jurisprucencia restrictiva al maximo, para la cual la definicidn de cheque del Cédigo de Comercio sdle tiene valor indiciarin, juvisprudencia que también Hiene én cient has repercusiones que la amenaza Penal ha pergefada en el Ambito de las relaciones econdmicas y comer tiales, ¥, por otro, cotrupcion en la policia o en log medios conectados con ella que ofrecen métudas para cobrar cheques mas directus y eficientes, por medio de la coacciGn o ame- nazando con ella. En el misma Derecho penal el fenamene provoce la desrruceion practica de la ‘teglas del concursa, Pics comerciantes inescrupuloses exigen por in “nico page la separacién del importe ca varios cheques, con intimaciones de page sucesivas en el tiempa, que pucdan fundar un concurse material de acciones (CB, 55) ¥ varias denuncias sucesivas Eso mismo trac aparejado on el procedimicnto pe- ial hi posibilidad de varias detenciones y hasta el funcionarmiente anormal cle las re- glas sobre la libertad calicionada, siempre dependientes de la pena que se espera. In. cluss, ef CPP Mendoza, por una reforma, mventé Una Manera ingeniosa de amena ar “penas” privativas de lhertad anteriores a la condena, fijando cumo dnicu cau- cién posible para cvicar ed encarcelamienta preventive el depdsite det importe de la libranza mas tas cosins del procedimiente, presupuestadas de antemano por cl juez fart. 319, ley a" 2.828) art 2). Los delitos de estafa (CP, 172) por utilizacion de che: ques. antes cast desconocidas, son hoy moneda comin. Nt qué decir de le que pase eavlambito comercial ¥ econdizies: el cheque desplaze a ta letra de cambio yal pu- gare, desnaturalizade coma medio de Pago, plies sc reclama y entrega en blanca o posdatade, pese a que da ley penal, cr un intento de teacclon contra esa practicu, de finié ese coonportainiente come punible (CP, 175, inc. 4), infraceian menor, muy di. ficil de comprobar en la praxis judicial. T.a usira encontré en este medio tina prac. lca sencilla, con disminucian del riesgo, y con el aditamente de la suncién penal pa Ta quien oo cumpla, recibiende ast el auxilio estatal, inclusa mediante Ja persecn, cid penal publica de sus Grpunos. Cabrig preguntar a los econnmistas chasta qué PURO osta negociacin, con cheques ple normalmente: efectian les COMeCPlIantes ro significa einitir moneda de curse oa legal? ¥, si reflextonamios, la punicién de le que se llama “gire de un cheque sin provisin de fondos” es una madera fortuna de la prision por deudas: en cleeta, anuello que se amenaza penalmente no es la accién de librar un cheque sin tener fondes en la CUeHT —accton permitida salve suptuestas A. Derecho procesal penal y Derecho penal . de estafa—, sino la de no pagar cuando el acreedor intima fehacientemente al deu- dor el pago porque, ala presentacion del cheque a} cobro en la institucian bancaria, él no pudo ser cobrade por no existir fondes suficientes en la cuenta o autorizacién para girar en descubierto; se penaliza, precisarnente, Ja falta de pago a la constitu- cién en mora (CP, 302, inc. 1} y el giro del cheque sélo resulta la descripcidn de la situacion antecedente que hace nacer el deber de obrar, Se trata de un delito de omi- sion, no de accién!?. Frente a esta sinrazdn sélo caben, a mi juicio, des soluci la objecién constitucienal o en la estructura del tipa penal. O ¢} Derecho penal des- penaliza el mandato referida —solucién calal—- a, por lo menos, se concede una am- plia apertura al principio de oportunidad, de mode que los érganos de persecucion penal y los tribunales puedan prescindir de muchas persecuciones penales por este motivo y dedicarse a obrar con eficiencia en lainvestigacién y decisién de delitos mas graves, Quizds esta sclucién provoque quevamente el uso de las letras de cambio y los titulos de crédito wadicionales en el comercio, evite cn alguna preporcién la usura y logre que el cheque sea sélo aceptade como medio de pago, con los recaudes perti- nentes. El hecho de que hoy haya cambiado la legislacién comercial sobre el cheque —que ahora sdélo admite un endeso para su depdsito bancario— y cualquiera que sea ja valoracian juridicocomercial de esta reforma ella ha transformado sustancial- mente esie panorama. Il. Desde este punto de vista se puede notar como soluciones legis- lativas menos perfectas y elaboradas, pero mas practicas, ayudan a que la labor judicial importante y de peso se pueda llevar a cabo con mas eficiencia. Dentro de la tendencia actual a la despenalizacién de ciertos comportamientos, el Derecho penal se ha enfrentado a varios problemas. Das de ellos se vinculan con el exceso de penalizacién que supone la misma ley requerida como garantia para el ciudadano. Las normas, por abstractas y dirigidas hacia comportamicntos concretos futures posibles, abarcan juego, al ser aplicadas, mas comportamien- tos coneretos que los que pudo prever el legislador y, pear atin, que aquéllos que quiso penalizar. Hay ciertas acciones infimas como rea- lizacién de un tipo delictive (por ej., !os hurtos de cosas de infimo va- lor, incluso entre parientes ne alcanzados por la excusa absolutoria, o el apoderamiento de cosas perdidas o cuya tenencia se obtuve fortui- tamente, pero de fnfimo valer); hay otras acciones que, pese a repre- sentar realizaciones de un tipo delictivo, se adecuan a ciertas valora- ciones sociales impuestas, que no las reconocen como antiuridicas (por ej., la dddiva que a fin de afio damos al cartero o al empleado es- tatal que recage la basura de nuestra domicilio), ¥ también cxisten las que, aun reconocidas como delictivas, reciben un castigo natural por ones, sin pensar ahora en 17 CF Bacigacuea, Iaselvencia y delito, cap. V, ps. 109 y siguientes, 156 § 3. Vinculacién con otras ramus juridicas el cambio real que provocan en el] mundo, cambio perjudicial para el mismo autor, que toma innecesaria toda pena, segun valoraciones . ciales (por ej., el que por su culpa provoca un accidente en el fa. ilece un familiar cercane o él mismo resulta seriamente lecionad . Este es un efecto natural de las normas que prevén clases gonéricas d comportamicntos mediante escasos elementos muy determinados , finitos, pues se trata de conceptos abstractos, mientras que la real. dad, el hecho, es infinito en sus notas definitorias, al punto de que °. demos preguatar permanentemente por sus cualidades sin a votarlag (un homicida mata por placer o por piedad, por amor o por odio: _ blanco © negro, su victima es un delincuente habitual o una erso " de bien, ete, etc.). Por esta razén, el Derecho penal moderno h ins. tituido ciertos casos en los que permite al juez prescindir de la venalt cuando ei hecho o la culpabilidad del infractor es leve o el resultad alcanza al autor de tal manera que torna excesiva la aplicacién d ona pena, y la teoria ha intentado exeluir de la pena aquellos caso n que el hecho se adecua a Jas valoraciones sociales positivas o rloame. nos, que no son negativas!?, “Pow Jo ane Sin embargo, no s¢ advierte la razén por la cual, en estos casos, ] decision se deba tomar después de tramitado integramente un rove. so de conocimiento. ¥ aqui es donde e] Derecho procesal exi cole ta simplificacién y ofrece sus medias para tal fin Mediante. y i ‘ pio de oportunidad (contrario al de legalidad, ver § 8, Cc, 2 3), bien regulado y administrado, es posible impedir o evitar la persecu in penal en los mismos casos, con ahorre de tiempo y esfuerzo en ocasiones, con menos complejidad que la que supone la aplicacion de la institucion material. Para ejemplo sirva la adecuacién social del h he mstituto que, sim mucha conviccién, recorre como némade to des los estratos de la teoria del delito, sin encontrar ubicacion ni fun- amentacion clara en la doctrina penal: para unos es una causa d exclusion del tipo; para otros elimina el deber o la antijuridicidad. L gunos explican que se trata de casos de minima culpabilidad, e ui va. rables ala no exigibilidad de otra comportamiento, cuando no 41 ‘an. zan directamente el error de prohibicién; algunos ‘por fin advi ten que se trata de una causa de exclusitn de la punibilidad por motives 18 Ver ¢ digo Penal de la Re ita F Tal a, Abd Teil, cw Titi red la Republica F i 0 5", en especial § 60; CP, 44 Ww ‘ ederal de Alemania, A gernemer Teil, Cap. it. 19 2 WELZEL, Derecho penal alemdn, & 11, 1V, ps. 83 y siguientes 187 A. Derecho procesal penal y Derecho penal politicos2°, La aplicacion del principio de oportunidad torma mas sencillas las cosas, menos arduas as soluciones dogmaticas y mas re- al la solucién: se trata de cases en los cules, por las razones ya adver- tidas, se autoriza a los drganos de persecucién penal, con o sin aquiescencia del tribunal corpetente, segun jos sistemas, a prescin- dir de la persecucién penal o a concluir la ya iniciada. Se podra de- cir que esto significa eludir la explicacién y fundamentacion del ins- tituto, mds que solucionarlo tedricamente, pero lo cierto es que todas coinciden en excluir algunos casos reales de la reacci6n penal sin en- contrar el punto exacto que permita definirlos dogmaticamente, y es que, al menos por ahora, la dnica explicacién posible, segun creo, es el distinto plano éntico en que operan normas y hechos reales, de manera ta} que la tensién entre ambos supera toda posibilidad de prevision y traiciona a! legislador o, mejor dicho, a la ley, que no “quiso”, valorativamentle, incluir ciertos casos como punibles. Por la razén explicada se ha dicho que Derecho penal y procesal penal tienen fnciones paralelas, en el sentido de que con institutes re- gulades por ef uno o por el otro se logran Jos mismos fines. Sirva co- mo ejemplo la institucién anglo-sajona de la diversion, que permite prescindir incluso de la persecucién penal, sometiendo ai probable in- (reactor, con su anuencia, a un periodo de prueba bajo vigilancia de un asistente social y sujeto a ciertas reglas, a la manera de nuestra con- dena condicional, pero sin necesidad de arribar a la condena con to- das sus consecuencias practicas para el futuro del autor —cuando @ cumple con todas las instrucciones y culmina bien su periodo de prue- ba— y sin el desgaste jurisdiccional que ello implica. Con el nombre de suspension del juicio a prueba (CP, 76 bis y ss.), el instituto de ori- gen anglo-sajon ha ingresado ya a la legislacién penal argentina en el ambito de la criminalidad leve y de la mediana ocasional?!. La aplicacion del principio de oportunidad Wa side discutida entre nosotros, pues resulla inaplicable canforme a la [érmula del art. 71 del Cad. Penal (ver también CP, 20 Con parecidas pretensiones se puede nembrar @ otros instrumentos de la dogmatica penal: principio de insignificancia, teoria del riesgo permitido, teoria del dmbite de protec- cian de la norma, ete. Cf. MALAMUD GoTl, El nesgo permtitida ent ef Derecho penal, ps. 733 ¥ ss: RoxIN, Reflexiones sobre la problemudaca de ia imputacidn, ps. 128 ¥ ss. Sobre la relacién entre soluciones en el Ambita del derecho adjetivo y sustantivo, cf. Zier, Ineroduceidn a la politica criminal; Roxin, Strafverfatirensrectt, § 1, D, 2, p. 6; Ruscomt, Los Himires del tipe pe- raf, ps. 76 y siguientes. , 21 Cf Marino, Suspensidu del procedimiegta a prueba, ps. 29 y s3.. VITALE. Seuspertsidet del proceso penal a prueba. 158 § 3. Vinculacién con otras ramas juridicas 271), que NO reconoce mas excepeiones que las que indican los articulos siguientes, los cuales No sé refieren, precisamente, ala posibilidad de los érganos del Estado que ad- ministran justicia de prescindir de la persecucién penal o cerrar la ya proinovida. La defensa del principio opuesto, el de legalidad, que implica que los érganos del Estado encurgados de la persecucién penal tienen la obligacion de promoverla ante el cottocimiento de una probable infraccién a las reglas de deber de] Derecho penal y la imposibilidad de retractarse de ella (CPP Nacién, 5: CPP Cérdoaba, 5; CPP Seo. del Es- tero, 7; CPP Lu Rioja, 9; CPP Mendoza, 6; CPP Salta, 6; CPP Cornientes, 5; CPP Entre Rios, 6; CPP Chaco, 6; CPP La Pampa, 6; CPP Tucuman, 5; CPP Costa Rica, 5}, fue em- prendida a partir del principio abstracte de justicia que implica la regla, como tgual- dad para todes, una vex aceptada la persecucion penal publica. ¥ el repudia a la con- secuencia practica posible de la aplicacién det principio de oportunidad, las transac- ciones contrarias a la ética social de los érganos dei Estado que persiguen penalmen- te. Yo mismo, extrafiade por las conclusiones del [X Cangreso Internacional de Dere- cho penal, fui defensor de la legalidad mas estricta?2, Estudios ernpiricos han demostrado que, aun afirmada la legalidad sin excepeio- nes, resulia imposible perseguir todos los delitos que se cumeten en él seno de una so- ciedad, resultado que obedece, por una parte, a defectos de informacién y, por la otra a decisiones politicas mas 9 menos generales de los érganos de persecucién penai2}. Frente a ello y a la necesidad de no sobrecargar a los Grganos de adminisiracian de justicia penal con procesos evitables conforme a pautas razonables, para que puedan administrarla eficientemente en los casos que realmente lo requieren, parece racional institucionalizar los criterios a partir de los cuales se puede prescindir de perseguir pe- nalmente y exigir su aplicacidn sdélo por funcionarios estatales responsables politica- mente, sometiondo a reglas precisas su aplicacion. Ello no significa prescindir de ja le- galidad, que seguira siendo el principio general, sino tan sdlo reglar excepciones para conceder un campo de aplicacién a la oportunidad, a fin de conseguir ciertes efectos beneficiosos en la administracidn de justicia y para evitar que, de todas modos, el prin- cipio s¢ aplique en la practica sin sujecién a regla alguna y conforme a criterias poli- ticos del momento. La regulacién de los plazos de la prisién preventiva a través de la ley nacional n° 24.390 puede mostrar la influencia que la regulacién de un instilato procesal provoca en el Derecho Penal material, para el caso, en la determinacion judicial de la pena: el art. 7 de la ley esta- blece que “transcurrido el plazo de dos afios previste en el art. 1", se computaré “por un dia de prisién preventiva dos de prisién o uno de reclusidn” y modifica asi el art. 24 del Cédigo penai. 22 x Mater, El IX Congreso Internacional de Derecho penal: conclusiones sobre Derecho pro- cesal, ps. 169 y siguientes. 23 wee . CL Maier, Balance y propuesta del enjuiciamiento penal del sigla XX, 5,¢, ps. 53 y ss.; Cosacov, Elimite de te ne fmpunidad, ps. 57 y siguientes. 159 B. Derecho procesal penal ¥y Derecho piblico Los plazos del procedimiento, en especial el tan debatide derecho del imputado a ser juvgado en un plazo ravzonable (CADH, 8, n° L: PIDCyP, 14, n° 3, ¢) 0, segan lenguaje de nuestra CSN, a obtener un pronunciamiento definitive, del modo mas breve posible, que ponga fin a la siluacidn de incertidumbre y restriccidn de la libertad que comporta el procedimiento penal, estan destinadas a infhuir, alguna vez, la institucidn de la prescripcicn en el Cddigo penal. Muy per cl contraria de lo que hey es regla en nuestro Derecho positive, donde la tramitacién del procedimiento prolonga indebida- mente el plazo de prescripcidén, este derecho del imputade a ser juz- gado en un plavo razonable debe provocar una considerable abre- viacién de los plazas de prescripcidn para quien es formalmente perseguido en un procedimienta judicial2s, B. DERECHO PROCESAL PENAL Y DERECHO PUBLICO (constitucional, politico y administrativo) 1. El Derecho penal como creador y regulador del poder penal del Estado La clasificacién del Derecho procesal penal coma Derecho publico, pese a haber sido criticada (§ 2, C, 1}, no obedece a un capricho. De las ramas juridicas mds jovenes, o cuya autonormia cs mas reciente, no hay duda de que él es quien mas se acerca al Derecho publica, Cuando se advierte el giro de 180° que supone para la organizacian politica, primero cl reemplazo de la venganza privada por la aplica- cién estatal de! Derecho penal (en sentido amplio) y, mas reciente- mente, la afirmacion de la persecucidn penal monapolizada también por el Estada, con escasisimas excepciones a veces dcesconocidas por algunos derechos nacionales, se arriba facilmenic a la canclusidn de que, observado politicamenie, cl Derecho penal es, en principio, el creador del poder penal del Hstada, un poder que, aun sametide a cier- los Ifmnites, modernamente representa la mas poderosa autorizacién coactiva (para el uso de la fuerza} contra fos individuos que posee la organizacién politica, el arma mas destructiva de la libertad natural del ser humano. Si toda norma de deber implica una limitacion de la 4 Fallos CSN, t 272, p. 188: 0. 297, p. 486: t. 298, p50; ¢. 300, p. 1102: RRIG, A. F., Garantias constituctonales en ef procesa penal, cap. XI, 2, ps. 442 Y Sipuientes « x .. 23 Acerca de exte problema cf Pastor, Prescripetayr, 160 301, p. L181: Ca- $3. Vinculacién con otras ramas juridicas libertad natural del hombre, las penales, precisamente por su conse- cuencia, la pena, representan ¢] maximo de esa limilacién; para apre- ciarlu basta pasar revista al catélogo de penas, que liegd a incluir la eliminacién de la misma vida humana (pena de muerte) o la disminu- cién de la integridad fisica (penas corparales)2. El Derecho procesal penal participa también, junto al Derecho pe- nal en sentids estricte y a la ejecucién penal, de esa caracteristica se- fialada para cl Derecho penal come un todo, y otarga, asimismo, po- deres coactivos de la maxima inlensidad, pese a pregonar que quien sufre la persecucién penal no es tenida todavia-por culpable o, si se quiere, que debe reputarselo inocente hasta que no se lo juzgue y con- denc. De alli la unién tan estrecha de! Derecho penal ¥ procesal penal con la esiructura de la organizacian politica, en fin, con el Derecho politico, La creacion y regulacién del poder penal del Estado ha trans- formadg al Derecha penal, en sentido amplio, en una cuestidn de Es- tado, al punto de reconocerse en sus elementos integrantes, con cier- ta facilidad, la clase de Estado nacional, de organizacion politica o de sistema juridico en cl que él se desarrolla. Incluso se puede observar que tal vinculo politico emerge mas “a Mor de picl” en el Derecho pro- cesal penal que en el Derecho penal, tal vez por la mayor definicién que las estructuras procesales penales han adoptado en Ia historia de la cultura frente a los tipos de organizacidn politica. De alli la necesi- dad de los tratadistas serios en la materia de introducir su estudio con un capitulo histérica, bastante mds definido ¥ prolongade que en otras ramas juridicas2’. Habiar del poder penal del Estado ex lo mismo que hablar de Ja furcion penal del Estado; en cl primer caso se mira masala atribucién oO aulorizacién para cl uso de la coaccién, entendida como el uso de la fuerza para intervenir el Amsbite de libertades reconocide a la persona humana y asi lograr determinacos fines sociales; en el segunda casa, se mira mas a la tarca del Estado de hacer efectiva la consecuencia ju- ridica (a pena) que emerge del mecnosprecio alas normas de deber del Derecho penal, aplicando sus reglas, sobre todo cuando se parte del} 26 Quiere pensar (tue Stas penas va NO cxisten, pere éste no es el case, ci siquiera en nuestro Dereche (ver el Codigo de Justicia Militar, arts. 328, 621, 626, 627, 629, 638, 641 ¥ 643, entre stras}: cf, Ganeta Vacons, Vow fat pena de muerte: HARRERO SANTOS y otros, La pe- nd de thiverte: seis raspilestas, 27 CF VELEZ Mariconpy, Dereete procesad penad, 1, Primera parte, ps. 13 y ss.) Perers, Strafprocef, § 11, ps. 48 y siguientes, 161 “ers ath RB. Derecho procesal penal y Derecho piblico monepolio persecutorio del Listado y de la obligacidn de perseguir penalimente, a cargo de los funcionarios destinados a ello (principios de oficialidad y legalidad, § 8, C). Poder y funcién penal del Estado re- presentan la visian material del problema; la admumistracion de justi cia penal es su equivalente formal o procesal, también llamada, come eneste libro, frmetdn judicial del Estado en fo penal?®. Conforme a cllo, la administracion de justicia penal representa, parcialmente, el ejerci- cio del poder estatal. EI] Derecho politico, comprendido en él el Dere- cho constituciona!, se ocupa de la tundamentacién del poder estatal, de sus limitaciones en relacion al ambito de Jibertad de los individues, y de la creacidn y organizacion de los drganos del Estado que ejerci- tan ese poder, campo en el cual el Derecho procesal penal roza tan- pencialmente al Derecho administrativo. En los préximos numeros me acuparé, precisamente, de poner de manifiesto estas tiltimmas rela- ciones. Se posiula también otra visién del Derecho penal, comprendide en ella el Derecho procesal penal, Ella observa sus reglas por su caracteristica de dar solactar: a ctertos conflictos sociales, para el caso, los mas graves. Desde esa atalaya, actual sin cduda, va- ia la funcién de todo e} sistema, A tal panto ella es asi que, consecuentemente, esta visién ha desarrotlado instituciones, come la reincorpuracién de los tizereses de la vic- fima al sistema, la reparecion come tercera via, sustitutiva de la pena o francamente atenuante de clla, ¥ e] ittento de conethactdn come paso procesal previo al juicio, que apartan ul Derecho penal de su consideracién como Derecho publico2??, Se ha carac- lerizado este movimiento, también consccuentemente, expresando que conduce a una privatizacioén del Derecho penal34 2. Ea Constitucion del Estado y el Derecho procesal penal Se ha observade con razdn al “proceso penal de una Nacton” como “el termommetro de los elementas corporativos o autoritarios de la Carns- tiracide’3! o, com idéntico significado, “como sismdgrafo de ia Consti- tucion estatal’}?, metaforas que, a la par de confirmar nuestra adver- 28 Cf Velez MABICONDE, Derecho procesal penal, t. TL, cap, IL. ps. 51 y siguientes. 2? Sintéuicamente, cl. Maler, &l imgresc de la reparacion del dato cama tercera via al Dere- cha penal argentino JO CE Rser, Acerca def renacrrtiente de ie victiina en ed procedimienia pertal, p. 51; Bovina, La victoma come sujeto publice y el Estado cantw stjeto st derechos, WI y IV, ps. 24 ¥ si- guientes 31 CF Gotoseusunt, Problemas jaridicos ¥ politicos de! proceso penal. t. 1, 94, n" 30, pp roo. 32 CE, ROMIn, Strafvertahrensrecht, § 2, A, p.¢ 1 162 § 3. Vinculacién con otras ramas juridicas tencia anterior, describen con propiedad la estrecha union entre el De- recho conslitucional y el Derecho procesal penal}, Es por ello que se piensa que el Derecho procesal penal de hoy en dia es, desde uno de los puntos de vista principales, Derecho constitucional reformulada o Derecho constitucional reglamentado, en el sentida del art. 28 de nues- tra Constilucidn nacional. I. El capitulo historico mostrara como, dentro de ciertus I{mites temporales, el sis- tema de enjuiciamiento penal se ajusta casi a la perfeccion al régimen politico impe- rante 6, $1 Se quiere, a la ideologia que funda la organizacién politica (§ 5}. Para dar aqui sélo una idea minima de la dependencia sistema de enjuiciamiento penal - organizacion politica se debe volver la mirada unos Siglos atrds, al absalurisme monarquico, y comparar su sistema de enjuiciamiento penal con el resultante de su abolicién y la instauracién de la Republica. La idea de la preponderancia de los inte- reses colectives sabre los individuales, expresada cu el aforismo salus publica suprema lex est, ¥ de la reunion de todus los podeves de la soberania en el tonarca absolutr, canjuncion necesaria para someter al poder local (feudal) y mantener el nueva régi- men establecido, se correspondia perfectamente, hasta en su estructura de poder, con el nueve sistema de cnjuiciamiento penal previsto. La inquisicién también reunié en una Sula mano, la dei inquisidor que ejerefa el poder estatal, por delegacién del mo- narca, todas las funciones procesales: el inquis Pera acusader y juez, y el inquiride {perseguide penalmente) no era considerado un sujeto de derechos y deberes procesa- les. sine un objeto de investigacion y, consccuenteniente, no estaba habilitado para su defensa, pues, si era inocente, “el inquisider lo pondria de relieve” y, si era culpable, “ne merecia defensa”, el interés individual carecia de tado respuardo, La implantacian del sistema, por lo demas, consistis en reemplazar autoritariamente un derecho local, costumbrista y popular, por un derecho cult, ajeno a la voluntad de los regidos por él, centralizade e impuesto por la vohuntad soberana del monarca, conservado en ios textos de Derecha romuno-candnico, fenromenc conocide en Ruropa continental con el nombre de Receperdr. El flaoninismo, como concepcién ideoldgica, vy el hecho politico de la Revoluctan francesa, can su ideario liberal acerea del poder pulitico y de las libertades ciudada- nas, socavaron aquel sistema desde varias de sus afirmaciones basicas Ahora los in- tereses individuales eran dignos de atender, aun por sobre los del mismo Estado — entre ellos la persecucién penal--, y, por ende, el iiputade, habilitado a defenderse, considerada un sujeto de derechos y deberes en el procedimuenta penal que sufcia y, como tal, titular de una serie de derechos Supremos provenientes del reconocimien- to de su dignidad como persona humana que, inclusa, sc anteponen a la eficiencia de la persecucién penal estatal. Correlativamente a la divisién de los poderes de la soberania legislative, administrative y judicial. ., come forma de debilitar el ejer- cicio del poder politico ceniralizado y evitar en io posible los abuses, ef Derecho pro- cesal penal intenta dividir Jas funciones procesales; impide a quien juzga afirmar ia 33 Para una opinién acerca del disefio constitucional del derecha procesal penal, ef. BINDER, Introduccion af Derecho Procesal penal, Sepunda Parte, ps. 6l y siguientes 163 vrata Ticke iin B. Derecho procesal penal y Derecho publico hipétesis sobre la que va a decidir (venta fudex sime actore y ne procedat tudex ex af- ficio), establece un oficio de persecucion estatal, separade de fos jueces, que cumple la labor de acusar (cuando uo procede la persecucién penal privada} y oterga a quien es perseguido penal:mente cf derecho de defenderse, resistiendo la acusacién, tal di- visién de los poderes que son ejercidos en el proceso, acusacién, jurisdiccian y de- fansa, pretende también superar ta concentracidn del poder y el arbitrio en la perse- cucién penal estatal. Todo el cambio que trajo aparejado el movimiento de la Reforma del enjuiciamien- to penal del siglo XIX en Europa continental se puede resiumir en Ja atenuacién de la influencia de la maxima saliis publica suprema lex est y en el debilitamiento del peder de persecucién penal por imperio de la divisidn de las funciones procesales, depen- dientes unas de otras. En general, sin embargo, no se abjuré del sistema inquisitive te talmente, como pretendia el ideario ilurninista en materia pracesal penal, porque que- daron inedlumes sus maximus basicas, la persecucién peual estatal y la meta hacia el descubrimiento de la verdad histérica, que persigue la realizacién del procedimiento penal, pero tales principios supremos, considerados absolutas por la Inquisicion, se relativizaron, supeditandose a valores superiores en rango a ellos, de ordinario men. cionades genéricamente por su relacién con la dignidad humana individual. De allt que el nueve proceso se conozca en Europa continental come enjiicrantiento tagietsi- tive refannada34. IL. El grade de acierte de la afirmacién consistente en caracterizar al Derecho procesal penal como Derecho constituctonal reformulado o reglameniado, desde el punto de vista que ahora tocamos, aparece cla- ro si se observa que la actividad estatal en este Ambito es regulada, forma de traducir a Ja realidad cotidiana de ja persecucién penai la proteccién necesaria de los derechos fundamentales consagrados en la Constituciém del Estado para quien es perseguide penalmente (CN, 28). Desde este punte de vista, la ley procesal penal reglamenta la nece- sidad del Estado de Ilevar a cabo un procedimiento antes de aplicar su poder penal material (nudla poena sine initio, § 6, B), ante la aute- ridad judicial competente (juez natural, § 7, B, 3), durante el cual quien es perseguido penalmente no debe ser considerado culpable y, por tanto, debe ser tratado como un inocente (principio de inocencia, § 6, C) y goza de oportunidades suficientes para una defensa cficaz Uinviolabilidad de la defensa, § 6, DY, su reglamentaci6n consiste cn €s- tablecer las formas practicas de actuacién de las garantias previstas por la Constitucién, para tornarlas eficaces en el procedimiento judi- cial. A la par de las garantias citadas, la ley procesal penal reglamen- ta otras mas especificas, también contenidas en la ley fundamental, 34 GosseL, Le defersa en ed Estada de Derecho, A, ps. 220 y siguientes. i64 § 3. Vinculacién con otras ramas juridicas tales como la autoridad competente, casos y forma para la privacion de la Libertad preventiva, para cl allanamiento de domicilia, para el se- cuestro de correspondencia y su apertura, las decisiones que prohiben una persecucion penal ulterior (ne bis in idem, § 6, E}, el remedio del habeas corpus paca las detenciones ilegitimas, dé manera tal que las metaforas y apelativos citadas al comienzo de este punto se justifican plenamente. Tal determinacion no debe conducir a pensar que ésta es la dinica tarea o funcién de ta ley procesal penal. Por el contrario, observade desde atro punto de vista, es cla- ro que ella no sdlo es instramento de garantia del Justiciable, sino también expresidn del poder penal del Estado (fortral), en tanto regula la funcidn casi monopdlica del Es- tado de perseguir pcnalmente a quien supuestamente incurrié en un comportamiento punible. 3. La organizacién judicial Es funcian tradicional del Derecho ptiblice la creacion, organiza- cion y Gijacién de la competencia de los oficios que cumplen Ja tarea asignada al Estado y, de ordinario, es el Derecho administrativo el que se ocupa de ello. Sin embargo, la creacién, composicisn, organi- zacion y competencia de los oficios estatales que curmplen la funcién judicial asignada al Estado esta regulada por el Derecho de organi- zacién judicial, tradicionalmente incluida en el Ambito del Derecho procesal, de] Derecho pracesal penal cuando se trata de la funcion judicial del Estado en materia penal (§ 2, A). De alli también Ja vin- culacidn estrecha entre Derecho piiblico —administrativo— y Dere- cho procesal penal, que se aprecia an mds cuando se ohserva que el estatuto fundamental sobre la organizacion judicial parte de la Cons- titucién nacional. Ast, en esta materia, la Constitucién nacional positrviza juridicamente las princi- pios basicos de nuestra organizacién judicial: su independencia de los demas departa- mentos de gobierno del Estade y su sometimiento a la ley conforme al sistema repu- blicano de gobierne (CN, 1 y 109), y su forma de organizacion federal camo expresidn de la reserva de las provincias para la interpretacion y aplicacién de la ley material co- mun (penal en nuestro caso), es deciv, para la administracién de Justicia (CN, 5, 118, t21, 122 y 123). Pera, ademas, cumple también la misidn de sentar las bases para la organizacion judicial del Estado federal conforme al sistema republicano de gobierno (CN, 109 y ce.), crear su oficio supremo y¥ delegar cn la ley la creacién de los inferio- res (CN, 108), establecer su competencia (CN, 116, 117 y 118) e, incluso, establecer re- glas bAsicas sobre composicion e integracién de los wibunales (CN, 116, HL y 112), especialmente en materia de administracion de justicia penal (CN, 118), y sobre las [a- cultades administrativas de la Corte Suprenia de Justicia, su oficio superior (CN, 113} Aoy reviste importancia particular la ereacidn del Consejo de la Magistratura (CN, 114), pues él, uma vez dictada la ley especial que prevé la misma disposicién constitu- 165 ©. Derecho procesal penal y Derecho procesak cional, “lendra a su cargo la seleccién de los magistradas y la administracion del Po- der Judivial" (§ 7, B). Desde este parametro también resulta cierto que la ley procesal penal, especificamente las leyes de organizacién judicial _incluides en clas los cédi- penal en tanto s¢ ocupan de temas que, genuinamente, corres- gos de procedimienta reglamentarias de la Constitucion na- ponden a aquéllas, v. ar., la compelencia—-, son tional o de las constituciones provinciales o, segtin s¢ dijo, Derecho constitucional re- formulade Existen, por le demas, una serie de afinidades con el Derecho administrative incluidas en ¢l Derecho de organizacion judicial y de- rivadas de] ejercicio de los tribunales o por ciertos tribunales de su propia administracidn o de la administracién de un cuerpo judicial determinado. Se comprenden alli las facultades de administracion pa- trimonial propiamente dichas, las reglamentarias de la labor judicial (distribucidn de asuntos entre oficios judiciales de la misma compe- tencia, comdnmente llamada “turno judicial’, horario de tareas, obli- gaciones de los jueces, otros funcionarios judiciales y del personal, de- signacién, promocién y remocion del personal} y las disciplinarias. A esas materias se refieren, de ordinario, los reglamentos y acordadas judiciales (ver, por ¢j.: Reglamento para la Justicia nacional, sancio- nado por la Corte Suprema de Justicia de la Nacidn) y, por excepcién, las mismas leyes de organizacién judicial y los cédigos de procedi- miento. En el orden federal estas facultades parecen haber sido trans- feridas al Consejo de la Magistratura, creade en la relorma constitu- cional de 1994 (CN, 114). C. DERECHO PROCESAL PENAL Y DERECHO PROCESAL (especialmente Derecho procesal civil) 1. Los puntos de contacto I. Como ya se ha aclarado para el Derecho procesal penal (§ 2, B, 1, a), tarabién el Derecho procesal civil y los dernas derechios procesa- les (laboral, contenciosa-administrativo) son ramas del Derecho cuya funcién principal consiste en realizar los respectivas derechos mate- riales; asi, el Derecho procesal civil se ocupa de la realizacién del De- recho privado en general {Derecho civil y Derecho comercial}; el Dere- cho procesal labora! ¢ del trabajo, de la del Derecho laboral o del tra- bajo; y el Derecho procesal contencioso-administrativo, del Derecho administrative cuando emerge un reclamo del administrado, frente a un acto administrativo, en sede judicial. Esta funcién real atribuida al Derecho procesal ha alentado en ge- neral —sin mucho rigor critico— la proposicién doctrinaria de tratar al llamado Derecho procesal, sin aditamento, como una unidad, mic- 166 $3. Vinculacién con otras ramas juridicas diante la creacién de una teoria wnituria del proceso o del Derecho procesal5, a pesar de las diferencias politicas abismales entre las de- nominadas, para esa tendencia, ramas del Derecho procesal, prove- naientes de] Derecho material al cual sirvern y con el que se vinculan profundamente (§ 2, A y B, y § 3, A). Al mismo tiempo, tal determi- nacién, errdénea a nuestra juicio, abre paso a una cesura radical entre el Derecho procesal y cl Derecho material, muy comin en el mundo juridico de habla hispana. Esa tendencia, a veces muy acentuada3®, hunde sus raices en el comienzo del De- recho moderne (codificaciones nacionales) y se ve apoyada por Ja idea de la autono- mia del Derecho procesal o de los derechos procesales dentro del orden juridico, en si es correcta —sobre tode para nosotros— pero exagerada, y se manifiesta en tadas los campos que abarca el saber juridico: en el legislativa, segrin las leyes {cddiges) distin- tas que regulan ef Derecho material y el procesai; en el tedrice, con manifestacién vi- sible en los distintes autores y obras que se ocupan de una y otra rama del Derecho ¥ cuya expresion profunda reside en el traslado de teorias y esquemas de unas ramas del Derecho procesal a las otras, y viceversa??; y en cl académico, con la divisidn de ma- terias y caétedras para la ensefanza?, En realidad, la cesura entre Derecho material y Derecho procesal, sobre toda en lo que respecta al Derecho penal y procesa! penal, v la asimilacién de los derechos procesales tiene su justificacidn en la di- vergencia normativa entre Derecho material y Derecho procesal y la similitud normativa de la regulacién juridica del Derecho procesal, respectivamente. La identidad genérica de la funcién que cumpien los derechos procesales se traduce en la utilizacién de un misma ripo de normas juridicas que, para el caso del Derecho procesal penal, son conceptual y estructuralmente distintas a las del Derecho penal, En efecto, no se trala aqui de mandatos y prohibiciones, que limitan la li- bertad natural del hombre y determinan el ambito de su libertad juri- dica, segdn sucede en el Derecho penal, sino de la disciplina juridica 35 pas ° Revientemente, entre nosotros, CLARIA OLMEDO, Derecho procesal, t. I, cap. L ps. 3 y si- Buientes. ‘ 36 7 ae - oe ° GUERRERO LrconTe, Necesidad de un Codiga pudicial, ps. 1015 y ss., quien aboga por la posibilidad de una ley tiniea para todo el Derecho procesal, que recepte sdlo las particula- tidadas de los diferentes procesos al regular los procedimientos especiales. Cf. tambien ScHMipt, Dentsches Sirafprozefrecit, § 3, ps. 25 y siguiences VT pe - ve . ' Teorias de Ja accion, de la furisdiccin, del proceso, de las excepciones, etc, Ver nota nS y el texta a que se refiere. 38 En la Faculte - i i : Ko la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, se conser por adios Seguin fa organizacion de sus cdtedras, la idea del Derecho procesal como una unidad Hoy Is tendencia es inversa. Ver § 2, A, especialmente nola n* 8. 167 peru! 2 PD arian agg ce C. Derecho procesal penal y Derecho procesal de ciertos actos Rumanos licitas - -permitidas y que generan conse- cuencias juridicas—, de las condiciones de su valedez y de las conse- cuencias que producen en el mundo juridice. Asi, por ej., la interpesi- cién de una demanda, de un recurso, la denuncia de un hecho puni- ble o el pronunciamiento de una sentencia deben ser llevadas a cabo segun determinada tipo o clase general (definicién) previsto por la ley, conforme al cual se juzga su idoneidad para producir ciertos efectos juridicos que e] Derecho anexa a esos actos en forma caracteristica. Esa similitud normativa no es, sin embargo, privativa de] Derecho procesal, pues el Derecho privado trabaja también, parcialmente, con formas normativas idénticas, v. gr, los hechaos y actos juridicos, las de- claraciones de voluntad, etcétera3?, Se trata en todos los casos del ma- nejo de aniorizaciones o facultades, de aquellas normas que hemos de- nominado potesiativas (§ 1, B, 2,2). Aesa similitud normativa se agre- ga en los derechos procesales cierta identidad de vocabulario e insti- tuciones (la organizacién judicial, v. gr, el juez y la competencia, los recursos, los plazos, la sentencia, etc.), hecho que torna mas sencilla la identidad, muchas veces sdélo aparente. Pero la similitud afirmada no pasa de la formal y se ubica on lo que podriamos llamar funcionamiento interno de las reglas juridicas pro- cesales, La estructura de los actos procesales, su validez y las conse- cuencias juridicas que acarrean y, a la inversa, su ineficacia o su nuli- dad, como forma de aclarar su inidoneidad para provocar ¢s05 efec- tos juridicos, deben ser investigados principalmente desde este punto de vista. Asi, es posible Ja formulacién de una teoria del proceso 0 del Derecho procesal en general mientras se limite al ambito formal que hemos aclarado y deje aparte el contenido de las reglas, teoria que, 39 Ver § 1,2. Ch Larenz, Methadenivhre der Rechiswissenschaft. 2" ed., P. 187; Berna, ya en BENECKE-BELING, Leltrbuch des deutschan Retchstrajprozefirechts, § 75, ps 281 ¥ 8s : Scumipt, Deatsches Strafprozefrects, § 15, n" 116, ps, 71 y siguiente, niega el caracter de ae tos juridicos a los actos procesales, y con ella la aplicacién de los preceptos de patie Be neral del Derecho coman o civil (error, coaccidn, etc.), pero notese que contunde a conse cuencia juridi¢a del acto con la apreciacién por el juez, en la sentencia, del contenido Be terial del acto. La propusicidn de un medio de prucba —que de ello se trata en el gjenplo—- es, en efeclo, un aste que tiene como fin la incorperacion de un determinads conocimien to al proceso para que el juez lo aprecie en la senlencia; pero el acto en si, eon indepen jen. cia de si se incerpara o na el conocimiento y de si éste resulta dle tal o cual signo respecte de la finalidad dei oferente, tiene como meta juridica —consecuencia— la disposicion “* joes que ordena practicar tal medio de prugba Ppropuesin, precisamente lo que Scumiot e ja de lado como na esencial en este razonamients normative (die Zuldssighett des Anrrages vorauspesetzt), 168 § 3. Vinculacién con otras ramas juridicas antes bien, se deberia lamar teoria de fa norma procesal. El Ambito na- tural del razonamiente normative puro se queda en la Investigacion de las fortmas con las que el Derecho acufa contenidos politicos, esto es, las proposiciones acerca de las conextones Idgicas que existen en- tre e] objeto a que dl se refiere y su modo de regulacidn4®. Los actos procesales, sus Cansecuencias y la nulidad ofrecen un excelente cam- po de accion para tal tipo de investigacidn, y alli se deberia centrar el esfuerzo por una tcoria procesal comin, en la creacién de una dog- malica procesal referida a los actos que integran un proceso. Por su- puesto, esto no quiere decir que nos hallemos frente a una regién de conocimientos puros o puramente juridica, porque la formulacién de las diversas catcgerias depende también de puntos de partida éticos o sociales, sino sdio pretende expresar la relativa autonomi{a del Dere- cho procesal respecto del Derecho material y determinar el armnbito de contacto real entre el Derecho procesal penal y el civil o los demas de- rechos procesales. La investigacién normativa liga al Derecho procesal penal con los demas derechos procesales, pero también con un vasto campo de la experiencia juridica, comprensivo de todas las reglas que determinan lo que los sujetos de derecho pueden hacer (facultades o potestades) para lograr ciertas consecucncias juridicas que pretenden. En el Am- bito del Derecho procesal, tal invesligacidn se particulariza por la ca- racteristica de las reglas procesales de estar relacionadas unas a otras como en una cadena, en tanto no se refieren a un acto aislada (un contrato, una declaracién de voluntad, v, gr, el testamento), sino, val- ga lo obvio, a un proceso, esto es, a una cadena de actos que procuran un fin determinado, conectados muchas veces por la relacidn antece- dente-consecucnte, de tal manera que unos son presupuestos de otros por venir y éstos consecuentes de aquélios. Obsérvese, entonces, que el error en un acto aniecedente puede conducir a la ineficacia de un consecuente. Esas caracterfsticas Jegitimnan una investigacion de vali- dez general sobre ef acto procesal y, como censecuencia, una teoria particularizada de la ley procesal. IL Cuando el Derecho procesal penal se propone también la realizacién de la pre- tensién civil reparstoria que emerge de un hecho punible (accion civil ex deliza), se- glin es normal en el Derecho comparade y en el nacional por ef triunfo de la corvien- 4OCE Kavemanx, A, Nornentheorie, Vorbemer kungen, p. 4, con prescindencia de la afir- macidn cle la existencia de estructuras @ priori. 169 C. Derecho procesal penal y Derecho procesal te legistativa que ha dado en denominarse de la acumulacién®!, los contactos con el Derecho procesal civil son evidentes, por la propia materia que se desea realizar. Mu- chas veces, incluso, los principios y reglas del Derecho pracesal civil son supletorias de la regulacion procesal penal, por remisién directa de esta dltima (ej.. CPP Nacién, 93) o por analogia, ante la deficiente regulacién que contiene la ley procesal penal. Si se observa bien, sin embargo, ¥ a Salvo las necesidades de adaptacién al objeto principal de la persecucidn penal, estas reglas, aunque contenidas en una ley procesal penal, son de Derecho procesal civil y asi se las debe tratar. Si los libros de estudio de Derecho procesal penal las incluyen en sus explicaciones es pot la misma razon que existe para gue esas leyes sean incluidas en un cddigo procesal penal: la necesidad de adaptacién al proceso penal y a su meta principal, la realizacién del Derecho penal. 2. Las diferencias principales La posibilidad de una unidad problematica formal entre el Dere- cho procesal penal y el civil —las ramas del Derecho procesal que mas autonomia han adquiride, pues los demas derechos procesales per- manecen todavia muy ligados al Derecho material que pretenden rea- lizar— no debe scbrepasar sus propios limites e ignorar, aun parcial- mente, la estrecha coordinacién de principios y metas politicas que une a cada uno de los derechos procesales con su respective Derecho material (§ 3, A). En cierta manera, cada Derecho material condicio- na politicamente al Derecho precesal que le corresponde, de modo tal gue la meta principal de ellos, realizar el Derecho material, abre paso a una serie de principios procesales para cada uno de los difcrentes derechos procesales, que determinan basicamente toda su regulacién. La explicacién e investigacién conjunta de los derechos procesales pe- nal y civil conduce, no bien se abandenen las estrechas fronteras de su identidad formal, a gruesos errores de concepcién y lamentables confusiones, en especial a construcciones initiles que nada explican y mucho confunden. En este sentido, nuestro Derecho procesal penal ha sufrido bastante la transmisién de instituciones y conceptos del Derecho procesal civil que en nada lo benefician y mucho lo perjudi- can. Algunos ejemplos veremvus a continuacion. 1. Si nos atenemos al enjuiciarniento penal por delito de accion po- blica (persecucién pena! publica), regla casi absoluta del Derecho pro- cesal penal de nuestra época, las diferencias resultan claras. Las nor- mas del Derecho penal intentan, en primer lugar, la preservacién del x 41 Ci. VELEZ MARICONDE, Accide resarcitona, cap. |, 6, TT, p. 24 VO § 3. Vinculacion con otras ramas juridicas orden juridico como medio de lograr la paz social; las del Dereche pri- yado se refieren, fundamentalmente, a la proteccién de intereses indi- viduales. De alli que la promocién y prosecucién de un procedimien- to penal no se vincule —para mal o para bien— con un interés parti- cular, sino con un interés comtin, salvo los escasos supuestos de per- secucion penal privada. Ya hemos dicho que las normas de deber (penales) no reconocen de ordinario con- dicién alguna que presupueste su actuacién. Por regla, cuando se viola un deber pe- nal, tal comportammiento contrario a la norma de deber tiene que, a su vez, conducir a la consecuentcia jurfdica prevista, sin que la voluntad de ningwin sujeto de derecho can- dicione la actuaci6n de la ley. Precisamente para ello se promueve y lleva a cabo, por érganos del Estado y obligatoriamente (principios de ofictalidad y legalidad, § 8, B y C), el procedimiento penal. Todo la conirario ocurre, por regla, en el Derecho privada, donde la voluntad particular condiciona la actuacidn de la ley ante su menosprecio o errénea utilizacioén, De alli que la teeria de ia aecidn (0 de ta pretensiin), como condicién de la actua- cidn de la voluntad de la ley, que describe la facultad de los sujetas de derecho para promover la actuacién judicial y fijar los limites de decisidn del tribunal, sélo se vin- cule con el proceso civil y sea valida en su dambito: su traslado al proceso penal es un ervor y conduce a construcciones prescindibles y confusas, como aquella del juez pe- nal ejerciendo una accidn ante si mismo para explicar la promocidn de oficio del pro- cedimiento penal (ver nota n° 5). Si en el enjuiciamiento penal se reconoce ciertos ]i- mites para que el tribunal condene, ello abedece a otra razon: la necesidad de garan- tizar la defensa del perseguido penalmente y no la condicién de un poder de reclamar ia actuacion de la ley de quien es gujeto de derecho El fundamento de fa decisién de la CSN de no permitir la condenacién, cuando el fiscal ha requerido la absolucién. al final del debate, no reside en la discusion sobre una facultad particular, que condiciona la actuacién de la voluntad de Ja ley por par- te de la autoridad estatal (los jueces), sino, antes bien, an la proteccidn del sistema acusatorio en Materia penal, en tanto sélo él permite un ejercicio efectivo y eficaz de Ja defensa en juicio (CN, 18), y en la institucién de un tribunal imparcial4?. El proceso penal moderno es, por ello, un proceso autoritaria, en tanto todas sus funciones, en mds o en menos, son atribuidas a orga- nos de] Estado que ejercen su poder penal, ya persiguiendo penalmen- tc, ya actuando Ja ley penal en si misma; incluso la misma defensa téc- #2 “Tarifetio, Francisco sfencubrimiente en concucso ideal con abuso de autoridad”, T. 209 -XXIL del 28/12/1989, y “Garcia, José Armando s/p.s.a. estelionato y uso de documento falso en cancurso ideal sfeasacién”, G. 91.4X VII, del 22/12/1904. El fallo actual del Tobu- nal Oral n° 23, en la causa n’ 45, “Gabriel Fernando Gortan", resuedta el 22/12/1994 que pre- side la apinién fundada del juez Mario Macarinos, explica correctamente el problema. 171 C. Derecho procesal penal y Derecho precesal nica de los particulares perseguidos penalmente es asumida por el Es- tade cuando ellos no la proveen o cuando no estan en condiciones de asumiria personalmente, seytin decisién estatal. El proceso penal es, en realidad, un instrumento oficial para que el Estado aplique su po- der penal, una pura realizacién estatal del poder penal, para el que s6- lo se establecen ciertos limites en homenaje a la dignidad humana in- dividual. En 6] encontramos dos términos a cada extreme, el Estado, que persigue la actuacién de la ley penal frente a la sospecha de la vio- lacién de una de sus normas de deber, y el individuo perseguido pe- nalmente. Sin embargo, si se separa las funciones de perseguir y de- cidir, y se acuerda a quien es perseguido penalmente ciertas faculta- des, no es porque se pierda de vista el cardcter autoritaria del Derecho procesal penal, sino por otras razones que tienen su exacta explica- cidén en los limites del poder penal del Estado. En cambio, el proceso civil es un proceso de partes, entendiendo por ello un proceso dominads peor los intereses particulares en pugna — aun cuando sea el Estado quien demande o resulte demandado—, cu- yos representantes se encuentran en un pie de igualdad, respecto de sus facultades y deberes, y el tribunai s6lo cumple la funcion esiatal de solucionar pacificamente los conflictos sociales trafdos ante él por un interés particular, con fundamente en la ley*4. Si durante el juicio, procedimiento principal o plenario, es mayor la semejanza del procedimiente penal con el civil, en el sentido de un proceso de partes, ello no abede- cea que el primero haya perdido el caracter armada, pues todavia conserva muchos elementos autoriturios, sino a la necesidac, ya aclarada, de garantizar la defensa del perseguide penalmente y su dignidad humana, poniendo limites a la realizacién del poder penal estatal. Tampoco el jutcio por delito de accion privada es un Nipico proceso de partes, can- farme a su origen hisiérico (§§ 5 y 8). aun cuando se asemeja mucho mas a él que el procedimiento de persecucién penal publica. Es cierta que al acusador privade del art. 7 y ss. del Cad. Penal ta ley le confiere tnuchas potestacdes materiales que, prac- ticamente, lo equiparan al actor civil: de su voluntad depende Ja actuacidn de la ley penal en tanta es “ducte" de promover o na promover la persecucién penal (CP, 73 y ss.) puede renunciar a ella durante su ejercicio extinguiéndala (CP, 59, ine. 4) ¥ hasta tiene poder para extinguir la consecuencia juridica del delito, la pena, una vez aplicada y, eventualmente, en via de ejecucidn, perdendandola (CP, 69). Empero, cn el otro extremo queda tedavia la pena come institucidn publica y el perseguido pe- nalmente, quien, precisamente por la razan que proporciona la afirmacion anterior, no puede renunciar a su defensa, ni aceptar la consecuencia (pena) requecida con al- pi efecto juridice, esto es, vinculande al tribunal con su decision. Por lo demas, . 43 Sobre esta contraposicién, ef. PETERS, Strafprozef, § 3.1L ly 2, p15. 172 $ 3. Vinculacién con otras ramas juridicas también e! tribunal, aun de oficia, puede incorperar al procedimiento cnedios de prueba que favorezcan la posicién del imputado, a pesar de que éi no los haya ofre- cido y de que él no los hiaya invocade o no Los haya introducide oportunamente: pue- de absolver, por cj., por lepitima defensa de una agresion ilegitima (CP, 34, inc. 6) que el impotado no invocd. Ya se observa como quien es perseguido penalmente, 2 pesar de tratarse de una persecucidn penal privada, a0 dispone de su propia puni- cidén, seglin se Comprende como evidente, tratandose la pena de un instituto puibii- co, aspecto que establece una lajante diferencia con el proceso civil de partes, Es par ello que los procesos par delites de accién privada pueden ser caracterizadus come semiacusatorios y nG como acusatorios puros*4, El Derecho precesal penal es asi, por regla, una pura realizacién estatal del Derecho penal o dei poder penal del Estado, a diferencia de] Derecho procesal civil, en el cual, de ordinarig, tiene fundamental infiuencia la aulonomia de voluntad particular Para permitir la reali- zacién del Derecho privado. IE. Conforme a Ja diferencia fundamental antes apuntada rige en el Derecho procesal civil, ampliamente, el principio dispositive, nombre procesal que recibe una emanacién del principio de la autonomia de la voluntad, mientras que cn el Derecho procesal penal su vigencia, en casos de excepcidn, constituye algo casi exdtico. Existe una manera de disposiciédn material y otra formal. La mate- rial se manifiesta, en primer jugar, en el poder de las partes para de- terminar ef objeto del proceso civil afirmando hechos, negandolos o confesando les introducidos por la parte contraria, decisiones que én todo caso vinculan al tribunal en la recenstruccién histérica durante el procedimiento y en la decisién. La circunstancia de que el actor o el demandado dejen de afirmar un hecho determinado (por ej., alguno de los dafios sufridos como con- secuencia de un delito, el actor; o el pago de la obligacién, el deman- dado), por mas real que él sea, impide al tribunal reconstruiclo duran- te el procedimiento y tratarlo en la decisidn; lo mismo sucede cuanda el actor o el demandado aceptan, confesando, un hecho determinado (por ej., el dafia causado o el pago de la obligacidn), por irreal que él sea, porque eliminan de la discusidn ese hecho que el tribunal tendra 44 ace . : Asien mi monografia sobre La Investigacion punal preparaoria del ministerio publica s 2.1, ps. 15 y 88, nota oY 5, discutiende a BoLING, Derecho procesal penal, tr. de Fenech, §§ 1¥33, ps. 92 y 100, quien los califica como a atories puros. Tal caracterizacidén ha side poticada Por quicn comenté la monografia, SaxpRo, Comentario, ps, 602 y s5., especiaimen- fe p. 603. ‘ sca C. Derecho procesal penal ¥ Derecho procesal que tener por cierto on la sentencia al dar solucién al caso que le plan- tean. La disposicién material se extiende a la propia relacién juridica y su comnsecuencia, que las partes pueden librernente renunciar, desis- tiendo el actor de la persecucién Civil, o aceptar, allanandose el deman- dado a Ju que se pretende de él, total o parcialmente, vinculando asi al tribunal durante el procedimiento y en la decision, el cual, en el primer caso, no puede instruir sobre ella o decidirla y, en el segundo caso, de- be declararla como existente o realizarla de inmediato. La disposicién formal se expresa a través de la libertad de ejercicio de los puderes o Faculiades que la ley procesal concede a las partes que intervienen en un procedimiento para hacer valer sus pretendidos derechos 0 discutir los que invoca su contrarte y la consecuencia Juri dica que trae aparejada la falta de su ejercicio. No probar un hecho invocada o tan sélo dejar de ofrecer la prueha pertinente en el me- mento eportuno puede conducir —y de ordinario asi sucede, salvo que el contrario s¢ allane o confiese el hecho-—, en virtud del onus pro- bandi, a que Ja decisién no reconozca el hecho como cierto; en toda cuso una cosa es clara: éste no sera reconstruido en virtud del com- porlamiento de quien lo invocé, pasando a depender esa reconstruc- cién histérica del comportamiento de su contrario. No recurcir tem- pestivamente una decisién implica aceptaria, al perderse la oportuni- dad de provocar un reexamen del caso decidido. La facultad que emana del principio dispositivo es siempre urid ex- eepcidn en materia pertal; su ambito ne es, precisamente, el reino de ta autonomia de la voluntad, Sélo puede disponer materialmente de la persecucion penal, quicn, por tal excepcion, esta legitimado a perse- guir penalmente em los delitos de accidn privada, esto és, el ofendido o sus sustilutos para algunos delitos*s, en tanto, segan dijimes, domina la promocién de la persecucién penal, al fijarse como condician de ella ec} concurso de su voluntad validamente expresada, y también su ejercicio, al contar con la potestad de renunciarla, extingui¢ndoela (CP, 73a 76 y 59, inc. 4). Los delitos dependientes de instancia privada Cons- tituyen otra de las escasas excepciones a la regla de la negacidn del principio dispositive en materia penal, aunque considerablemente mas débil que la anterior, porque la potestad que la ley concede al le- gilimado para instar se agota con la transmision de conocimiento $0- bre Ja perpetracién de uno de estos delitos a la auteridad estatal obli- . ACE Nore, Derecta penal argeniino, tH, & VEL, cap. LV, ps. 147 y siguiente 174 $3. Vinculacién con utras ramas juridicas gada a perseguirlo penalmente (CP, 72); de ial manera, la potestad otorgada a quien insta sélo se limita a la necesidad del concursa de su yoluntad para promover vdlidamenie Ja persecucidn penal oficial ya que después de instar, su voltntad deja de ser una condicion de su gjerciciv®®. La Republica Argentina no conoce, juridicamente, !a aplicacién del principio de oportunidad por los érganos astatales en y durante la persecucién penal priblica; rige en forma absoluta su contrario, la fegatidad (§ 8, C, 2 y 3). Empero, cuando rige la oportunidad, toral o parcialinente, come regla o como excepcién, es duble opinar que también impera la posibilidad de dispaner sobre la persecucién penal, con la impor- tante diferencia de que aqui no es Ja voluntad privada la que dispone, facultada por la ley y en virtud de su propio interés, ni el Estado obrando come parte de una relacidny juridica de Derecho privado, sino los érganos del Estado, que ejercen por representa- cién su poder penal, en function de un interés poblico Algo similar cecurre con lu autorizacidn o instancia gubernativa que prevén algu- nas teyes penales para perseguir algunos delitos (por ej., la violacién del secreto ofigial en el Derecho comparadeo), caso andlogo a la instancia privada, con tas diferencias apuntadas inmecdiatamente antes. Nuestro Codie penal sélo conoce, a medias. dos ejemplos semejantes a ins casas expuestos: cl art, 72, inc. 2, referente a la persecucién penal priblica del delito de le- siones leves (normalmente dependiente de instancia privada) sélo “cuando mediaren razones de seguridad o interés publico” para elio y el art. 75, parrs. U y ITI (hoy de- rogados), que transforma en delitos de persecucién penal pdblica a los delitos con- tra el honor (calumaia e injurta) cuya victiona es un “funcionario o empleado publi- co, aun miembro de las fuevzas armadas o de seguridad, a causa del ejercicio du sus funcienes © al tiempo de practicarlas, 9 contra esus personas designadas colectiva- mente”, “cuando la accidn sea promovida por orden de un superior jerArquice o pa: e] titular de la maxima jerarquia del respective poder”. E] primero es un caso asimi- lado al principio de oportunidad pero ala inversa (al revés o dado vuelta) y ol segun- do ala autorizacién gubernativa, pero ambos son atipicos en el sentido de que estan regulados como exeepciones a la dispesicién privada de la persecucién penal, nor- mal en ciertos delitos. En cambio, hoy se puede sostener con alguna raxdn, aun parcial- mente, que cn ciertos casos la voluntad del imputado tiene influencia sobre la persecucidn penal y hasta dispone o condiciona la disposi- cidn sobre cl objeto material del precedimiento. Desde antliguo el Codigo penal argentine conoce Ja refractacion (CP. 117), en los delitos contra el honor, y el casamuento con fa oferdida (CP, 132), en algunos delitos contra la honestidad, mancras de evitar la pena (han sido ca- racterizadas como excusas absolutorias post-facto), pero, también, de $6 Op o Ch Nitez, Derecho penal argennmo, t. 1, 4 VILL, cap. L, LL, ps. 141 y siguiente 175 C. Derecho procesal penal y Derecho procesal concluir la persecucién penal, ya sin abjeto. Hoy se agrega a ellas la suspension del juicio a prueha (CP, 76 bis y¥ ss.) y el cumplimiuento de jas obligaciones wibutarias y previsionales (ley n° 23.771, 14), objete de los delitos de esa indole previstas en la Namada ley penal tributaria, Ambos mecanismos, segdn parece, estan destinados a ammpliar consi- derablemente el poder de dispusicién del imputado o, en el primer ca- so, del imputade junto con los demas sujetos procesales, sobre el cb- jeto del procedimiento. Mas alla de ela, todo el movimiento politice- criminal que intenta incluir come herramicnta del Derecho penal a la reparacion como tercera via47, del cual los mecanismos antes nombra- dos del Derecho positive argentine son representantes, posLula en. ¢s- ta direccién4’. Se justifica, entonces, que cuando se estudia ese movi- miento, se concluya advirtiendo sobre la tendencia hacia la privariza- cién del Derecho penal+?. Algo similar ocurre con los pederes de disposicién formal. Autén- tica aplicacién de} principio dispasitivo en Derecho procesal penal sé- lo se puede detectar en tema de recursos. En efecto, recurmir una reso- lucién judicial requiere el concurso de ja voluntad del autorizado a re- currirla, pues si éste no la objeta fFormalmente la resolucién queda fir- me, Los demas poderes que Ja ley otorga a los intervinientes duran- te el procedimiento penal son sélo aparentemente facuJtades de dis- posicion. Es cierto, por ej., que el imputade puede rehusarse a ejercer su defensa, sin discutir la imputacién —ya confesando, ya abstenién- dose de declarar-- y sin nombrar defensor o, incluso, eponiéndose a ella, pero tal actitud no proveca ningun efecto juridica que lo prive, en realidad, de su defensa material o técnica; el ministerio piiblice y el mismo tribunal, de oficio, tienen el deber de procurar la incorpora- 47 CE Roxin, Strafrechs, t. I., 4 3, IL, p. 47. 43 Sintéticamente, con citas bibliognificas, Mater, Bl ingreso de fe reparacion det dana co- mo tercera via al Derecho penal argentino 49 CE Esper, Acerca del renacimuento de ia vietinta en el procedumiento penal, p. 51 50 CE Cuspid OLMeno, Trateda, t. V, 0" 1385, p. 444. Son excepciones, y muy criticadas, lag leyes procesales penales que, come el art. 118, ine. 6, del CPCrim, nacional (1889), obli- gan al ministerio publico a recurvir las decisiones del tribunal que no acuerdan integramen- te aquello que hubiesen solicitade en sus dictamenes (antes de la reforma de 1984 también existia la obligacién de sostener el recurso, art. $21). Pero aun este precepto no contradice fe aplicacién del principio dispositivo a los recursos, porque sdlo se trata de una obligacién funcional: para el apente del ministeric publica, que, violando su deber, no recurve, su com poltamiento serd pasible de sanciones diselplinarias, pero la resolucidn quedara firme, no sera revisada. 176 § 3. Vinculacién con otras ramas juridicas cién al procedimiento de todas aquellas circunstancias y elementos que favorezcan al imputado y, segtin veremus en el capitulo respecti- vo (9 6, D, 1, TV), fe sera nombrado un defensor al imputado, aun a su disgusto. Distinto es lo que sucede en el Derecho procesal civil, pese a la re- lativa asimilacién al Derecho procesal penal que se observa en los dl- timos ticmpos. Alli las partes son, en principio, las que impulsan el procedimienio hacia su meta (la decisién) y la falta de impulso del ac- tor durante un lapso determinade por la ley proveca la finalizacién formal de la persecucidn civil (caducidad de la instancia). Las partes pueden también, por acuerdo (negocio) entre ellas, suspender plazos, prorrogarlos, etcétera. IM. Derivada del mismo principio, la contraposicién se nota tam- bién en la distinta consecuencia a que conduce en uno y otro proceso la inobservancia de los plazos establecidos, en especial, los de compa- recencia anle el tribunal. La rebeldia procesal civil, de ordinaria, sig- nifica perder la facultad asignada a alguno de los intervinientes con un limite temporal y, a veces, la pérdida de la posibilidad de seguir persiguiendo civilmente en ese proceso, como en el caso de la caduci- dad de la instancia (CPC, 310 y ss.) o cuando el constituido camo ac- tor civil en um proceso penal no concrete la demanda, no comparezca al debate o se aleje de la audiencia sin haber formulado conclusiones (CPP Nacién, 94; CPP Cérdoha, 108; CPP Tucumaén, 108; CPP Costa Rica, 69}; la procesal penai no conduce normalmente fexcepcidn: los recursos) a la pérdida de facultades o a eximir a olros sujetes proce- sales de su deber de investigar autonomamente la verdad acerca de la imputacion, sino que tiene repercusién, unicamente, sobre las medi- das de coercién y el tramite del procedimiento (CPP Nacion, 290 y 291; CPP Cérdoba, 88 y 89; CPP Tucuman, 88 ¥ 89; CPP Costa Rica, 53 y 54}. IV. La comparacidén entre los procesos penal y civil, tal como los es- tructura su regulacién juridica y, en especial, la contraposicién de sus reglas de principia, permite comprender claramente las ideas basicas que conforman el Derecho procesal penal de nuestra época. Politica- mente, los lamados principios procesales penales, a mas de significar una exposicién concentrada de esas ideas basicas, contienen un ver- dadero catdlogo de diferencias entre los procesos comunes penal y ci- vil de conocimiento y, en parte, son formulades para ponerlas de re- lieve. Asi, al principio dispositive con todas sus consecuencias (disposi- cién material del objeto del proceso, onus probandi, irmpulso pracesal lvF D. Derecho procesal penal y Derecho privado de parte, caducidad), propio del Derecho procesal civil, se oponc, en el Derecho procesal penal, la oficialidad de las poderes que se otorgan y su contenido, la promocién necesaria de la persecucién penal no bien se tenga noticia de la sespecha sobre la comision de un delito (le galidad) y la investigacidn oficial de ia verdad histérica por encima de Ja inactividad de los interesados {§ 8). D. DERECHO PROCESAL PENAL Y DERECHO PRIVADG 1. Derecho civil De las restantes ramas juridicas es el Derecho civil aquel con el cual los vinculos del Derecho procesal penal son mas estrechos y ma- niliestos. I. En primer lugar, segun lo anticipamos (§ 3, C, 1, i), la ley proce- sal penal contiene reglas cuyo fin es realizar el Derecho civil que re- gula la responsabilidad reparatoria proveniente de un delito del Dere- cho penal (CC, 1066 y ss.). Por ello, se puede decir que, en alguna me- dida, el Derecho procesal penal tiene también por meta (accesoria o secundaria) realizar el Derecho civil ex delito y, efectivamente, cuando se ejerce la accién civil reparatoria se aplica por esta via normas del Derecho civil y consecuencias juridico-civiles, por mas que las reglas relativas a ello deban ser calificadas, en purismo, come narmas de De- recho procesal civil injertadas cn la ley procesal penal. No obstante es- ta aclaracién, las exposiciones de Derecho procesal penal se ocupan de cilas necesariamente, porque forman parte de las que configuran el proceso penal y su desarrollo, y debido a la coordinacién impres- cindible con jas reglas puras de Derecho procesal penal que atienden a la meta principal del procedimiento. Il, Pero, aun cuando Ja reparacién ex delito se persiga por medio del proceso civil, separadamente del proceso penal, la sentencia penal determina Ja decisién civil sobre la reparacién proveniente de un de- lito del Derecho penal, es decir, tiene importancia decisiva para ella. En efecto, la sentencia condenatoria o absolutoria obtenida tras un procedimiente penal restringe la discusién en el proceso civil y vincu- ja a clla ja decisién del tribunal civil, en tanto se torna incontestable la existencia o inexistencia de los hechos que la sentencia penal diri- me (CC, 1102 y 1103351. 3! Ch Nowez, La accida civil en ef proceso penal, Cuarta parte, ps. 205 y ss.; VELE2 MakICONDE, Accidn resarcitoria, cap. VIL, as 201 ¥ siguientes (78 § 3. Vinculacién con otras camas juridicas Aunque sé trate de limitaciones del Derecho material, ello revela que el juicio penal influye decisivamente en el civil y no sdlo porque limita su contenido, esto es, 1a discusién acerca de la existencia 0 ine- xistencia de ciertas circunstancias, segan antes lo apuntamos, sino también porque influye en su desarrollo al constituir cuestiones preju- diciales periales er lo civil; de tal manera, aun con ciertos limites, las reglas del Derecho civil prevén que la decision del procedimiento pe- nal sea previa a la sentencia civil (CC, 1101). IJ. También la aplicacién de] Derecho civil se vincula, en ocasio- nes, con Ja aplicacian de la ley penal, estableciendo cuestiones preju- diciales ctviles ext lo penal, con lo que, a la inversa de lo antes informa- do, el procedimiento civil y la solucién debida a Ja aplicacién del Derecho civil condicionan el desarrollo y ed resultada del enjuicia- miento penal (CC, 1104, inc. 1}. Los cédigos pracesales penales reco- nocen esta prejudicialidad (CPP Nacién, 10; CPP Cérdoba, 10: CPP Tucuman, 10). Hoy sélo resta la validez o nididad de los matrimonios como cuestién prejudicial ci- vil en lo penal (CC, 1104), pues la catificacién de la quiebra no es mas una cuestién prejudicial para fos delitos referidos al comerciante fallido (ley de concurses 1" 19.551, 242). En esos delitos la declaracién de la quiebra del comerciante o del concurso civil han sido tratados por ta ley penal (CP, 176 y ss.) como una condicién objetiva de pu- nibilidad o come un elemento de la descripcién del autor especial52, FV, Menos evidente, pero mas profundo, es el vincule Derecho pro- cesal penal - Derecho civil cuando se mira al tipo de regulacién juri- dica que el primero representa. El Derecho procesal penal contiene, casi con exclusividad, normas juridicas potestativas, esto cs, reglas cuya funcién estriba en definir formas permitidas de comportamien- to humano, mediante las cuales el hombre proveca ciertos efectas juridicos; dicho de otra forma, esas reglas otorgan un valor determi- nado a ciertos actos juridicos {permitides y dentro de la zona de li- bertad de la voluntad dei ser humano para Ievarlos a cabo o para no realizarlos, sin coacciones juridicas), de manera de separarlos de aquellos comportamientos del hombre que son juridicamente indife- rentes (§ 1, B). Fs noterie que una gran zona del Derecho civil traba- Ja también con este tipo de normas: los actos juridicas son, precisa- mente, hechos humanas voluntarios y licitos, idéneos para generar con- 32 BacicaLcro, Insofvercia y delite, cap. 1, II, ¢, ps. 18 v siguientes. 179 1. Derecho procesal penal y Derecho privada secuencias juridicas (CC, 944). Este tipo de reglas es el que permite al hombre distribuir bienes juridicos, modificar la pusicidn que él u otro ocupan en la vida de relacién: basta cumplir la aceién que el Derecho prevé como idénea para conseguir ciertos efectos juridicos, previstos por la norma (por eh}. urn testamento, un contrato, un recurso inter. puesto contra una resolucién judicial). A veces, sin embargo, el intente fracasa, ora porque el acto cumpli- do posee alguna falla en su ejecucién —quien lo lleva a cabo no es la persona autorizada para cumplirlo fcapacidad}, se lo lleva a cabo de distinta manera a la prevista (forma) o em un momento distinto al in- dicado por la ley (plazo)—, ora porque su contenido no conduce a la consecuencia juridica deseada, ura porque, aparentemente perfecto segtin su realizacién, su génesis no es correcta (error, fraude, engafio). En tales casos ef acto debe ser ineficaz para producir la consecuencia juridica deseada y, cuande se preteride esa consecuencia, la manera de aclarar su invalidez es lo que nucstro Derecho conoce genérica- mente con ¢l nombre de nutidad. Dade que se trata de la manera de evitar que un acto ineficaz produzca consecuencias juridicas*3, y que tanto el Derecho procesal como ef Derecho civil trabajan, segtin lo di- cho, con actos voluntarios mediante los cuales el hombre pretende in- fluir en la vida de relacién y obtener cierlas cansecuencias juridicas, la teoria de la nutidad procesal no es mids que una especie, para el am- bito propio de la disciplina, de fa tearia de la nulidad del Derecho co- nin, Lo especifico de] Derecho procesal frente al Derecho comin, en es- ta zona del pensamiento juridico, reside en que en é! los actos no es- tan pensados aisladamente o en una cadena muy limitada (oferta y aceplacién), como sucede en el Derecho comin (privado}, sino siem- pre como eslabones coordinados de una cadena de actos que dan pie ala decisidn de! tribunal (meta del procedimzento); por ello, aparece con asiduidad que unos son antecedentes de onros, sus consccuentes, y éSlus, a SU Ver, antecedentcs de otros consecuentes, de tal manera que la validez del antecedente condiciona, en ocasiones, la del conse- cuente. No obstante ella —no del tode desconocido para el Derecho civil relative a log actos juridicos —-, esta parlicularidad no parece €3- 53-Y nude una consecuencia juridica en si, come pretende la teorla que la comprende co- ing uno de los pos de sancion juridica: cl. SOLER, Derecho penal argentino, 1 ed, t. 1. Par- te gencral, § 1,1, ps. 274 y ss.; La interpretacion de fa lev, LX, ps. 88 y siguiente. 180 § 3. Vinculacién con otras ramas juridicas tablecer una diferencia abismal cn la manera de pensar de ambas zo- gas del pensamiento juridico. Vv. Pero no sélo en la teorfa se manifiesta esta identidad de conte- nides y métodas de trabajo entre el Derecho procesal y una parte del Derecho civil, sino que este dltimo pretende aplicacién, como Dere- che comun, a los misrnos actos procesales y su eficacia. Entre nosotros se pucde considerar mayoritaria la opinion que acepta la aplicacidn de Jas reglas generales del Derecho comuin (civil) al Derecho procesal penal en zonas juridicas afines, salve que una re- gla expresa lo probiba o adopte una solucidn distintas4, Sucede de esta altima manera, por ejemplo, con el sistema de nulidades derivado de vicios sobre la forma del acto: el CPCrim. nacional (1889), 509, impone el sistema llamado jediciai. segun el cual corresponde al tribunal determinar las formas previs- tas por Ja fey que resultan subsieneiales en ias decisiones 9 esenciales en el procedi- miente; por le demas, el CPCrim. nacional (1889), 696, prohibe la declaracién de otras nulidades que las “establecidas en este Cédigo”, con lo que refuerza su rechazo del De- recho comin. En cambio, el CC, 1037, sétu permite la declaracién de nulidad cuando Ja inregularidad del acto conduce a su anulacién por expresa disposician de la ley, Es- te Gtimne es, en general, el sistema que pretendis seguir nuestro legislader procesal pe- nai (CPP Nacion, 166, CPP Cérdaba, 184: CPP Tucuman, 184; CPP Costa Rica, 144}. La forma de computar les plazos cs, con Frecuencia, clistinta en el Derecho proce- sal penal y en el Derecho civil: aquél computa sdlo los dias habiles (CPP Nacicn, 162; CPP Chaco, 151) —o no computa los feriados (CPP Costa Rica, 141}.— y dste los com- puta, por regia general, corridas (CC, 27); otras cGdigos procesales coinciden, en ge- neral, con el sistemna del Derecho Civil (CPP Cérdoha, 180; CPP Tucuman} VI. También el Derecho civil, cuya parte general apera como Dere- cho comin con ciertos limites, sobre todo en tema de hechos y actos 34 CE pr La Roa, Al recurso de cusaciin, n" At, pe. 140 yn 124, p. 382, con cita abundan- te de la doctrina italiana en tema de error y engasio. Vale la pena seguir a ALSINA, fralado, LDecap on" 8,4, p. 42, 0°9, 2, p. 44 y cap. XIV, o 1a 4, ps. 704 y ss.: aunque a nuestro juicio su conclusion sea errénea, porque sdlo admite por excepcidn ia aplicacién del Dere- cho ramin, su exposicidn permite adventir hasta qué punto los actos procesales forman par- te de Ja clase general de heches humanos permitidos que provocan consecuencias juridicas; SU e17or parece proverur de no advertir el ebjeto sobre el que debe recaer el vicio de la vo- lunted y de que nadie duda en atirmar que, cuande Ta ley procesa) conticne otra solucién especitica para el caso, ella es la aplicable y no la ley comun (lex speciatis deragat generalis). Fn Alemania, en catnbio, la opinidn es justamente la contraria én tema de ineficacia de los actos: BELING, Derecho precesal penal, wr. de Fenech, § 42, p. 130, aun cuando asimilan- do los problemas que se presentan; PETERS, Strafprozefi, § 34, II, p. 230; BAUMANN, Graridbe- ariffe, cap. 4,1, 4, &, p. 103; Scuminy, Deutsches Sirafprozefrecht, 0" 116 w 117, ps. 72 y si- Sulente {idem Revinc} todos, salve Script, mencionan, en aval de su opinicn, jurispru- dencia superior. 18] FE. Derecho procesal penal y otras ramas juridicas juridicos, proporciona al Derecho procesal penal algunas detiniciones que permiten entender sus preceptos, como, par cj., las definiciones de] parentesco (CC, 345 y ss.), utilizadas muchas veces por e] Derecho procesal pena] (CPP Nacién, 178, 242 y 243; CPP Cérdoba, 220; CPP Costa Rica, 155, 227 y 228). 2. Derecho comercial 1] punto principal de contacto con el Derecho comercial deriva de un caso particular reglado por éh: la persectcion penal derivada de una quiebra piiede tener influencia en la calificacién comercial del comportamiento del comerciante, agravandola cuando la calificacién obtenida a través del proceso de quicbra es mas benigna que la que impone la sentencia penal (Ley de concursos n°? 19,551, 243). Como apuntames para el Derecho civil, el Derecho comercial tam- bién funciona con normas juridicas polestativas y sus definiciones, aunque én menor escala, también influyen en la determinacién de al- gunos conceptos que utiliza el Derecho procesal penal, sobre todo cuando s¢ trata de la realizacién dei Derecho penal de contenido eco- namico. £. DERECHG PROCESAL PENAL ¥ OTRAS RAMAS JURIDICAS 1. Derecho publico provincial E] Derecho procesal penal, por su caracter local y su clasificacion habitual como Derecho piblico (§ 2, C, 1), es considerado como par- ie integrante del Derecho piiblico de cada provincia junto al Derecho politico, canstitucional, administrativo y penal provinciales. Ya he- mos observade y criticado la forma particular con la que el Derecho procesal penal es insertado en e! Derecho publico, considerade come una rama juridica perleneciente al Derecho publico (§ 2, C, 1, 6), ¥ examinado sus relaciones Fundamentales con las disciplinas juridicas tradicionalmente pertenccientes a él (§ 3, B). Aqui sélo advertiremos que cada provincia se dicta su constitucién y organiza su propia ad- ministracion de justicia (CN, 3, 121 y 122), disposicionces de las que emanan, naturalmente, !os vinculos entre el Derecho politica y cons- titucional provincial y el Derecho procesal penal de cada provincia. A mas de los vinculos comunes ya estudiados y a cuya explicacion remi- limos (§ 3, B), es dable observar que las constituciones provinciales se acercan mas al Derecho procesal penal que la nacional, pues con tienen reglas directas referidas tanto al procedimicnto penal come a * te - ~ . la organizaci6n judicial. 182 $3. Vinculacién con atras ramas jurcidicas La Consutuctén de la provincia de Chubut establece la intervencidn necesaria del imputado y su defensor durazte la instruccién y la publicidad de sus actos como re- gla. Is oralidad del juicio y su traimite en tinica instancta, limitaciones a la incomuni- cacién de detenidos (ver art, 32) y a las medidas de coercién personal y real (arts. 25, 26, 29, 30, 31, 32 y 33) con algunas clausulas mds exigentes o claras que la Canstitu- cion nacianal, y la imervencién de jueces ad koe (Gjuradas) en los tribunales (arts. 129 inc. ty 177). La Constitucidén de la provincia de Cérdoba (anterior a la sancionada en 1987) in- presa ef pornienores tales como la llamada prohibicién de declarar contra el imputa- doo Ia facultad de abstenerse de prestar declaracién testimonial emanada del vincula de parentesco fart. 10395. La Constitucién actual (1987), siguiendo a la anteriar, esta- blece la competencia recursiva del Tribunal Superior de Justicia provincial fart, 165, inc. 2} Existe también un Derecho penal provincial por la reserva de las provincias, relativa a su poder de policia, de disciplinar las contraven- ciones o faltas (CN, 121 y 122)56, y a él le corresponde un Derecho pro- cesal penal, también local, que lo realiza (por ej., CPP La Rioja, 463 y ss., Juicto por faltas); algunas provincias incluyen eu una ley especial el Cédigo de faltas: al lado del Derecho material, la regulacion de! pro- cedimiento penal (por ej., Santa Fe, ley n° 3.473). 2. Derecho internacional Al regir, por principio casi absoluto, la lex fori, esto es, al aplicar el tribunal la ley de enjuiciamiento penal vigente en el Ambito espacial del poder soberano que lo inviste, son escasos los contactos del Dere- cho procesal penal con el Derecho internacional. I. Sin embargo, una rama del Derecho internacional debe ser espe- cialmente considerada, no sélo debido a sus caracteristicas particula- res sinc, antes bien, a su influencia en el Derecho procesal penal: nos referimos al Derecho internacional de los derechos humanos. Su con- lenido no sélo comprende los tratados, convenciones y declaraciones internacionales sobre derechos humanos, sino que, a ellos se agrega, también, el complementoa de la cesturmbre, ta jurisprudencia y la doc- trina internacional sobre la materia. Para muchos, esta rama del De- recho internacional no forma parte del Derecho internacional publica clasico; la razén: no tiene por objeto especifico la regulacién de las re- laciones entre estados, sing que, mas bien, centra su atencion en la re- 45 . : ~ ; 7 CH Ciasid Oragno (relator), Blart idde la Constiteetin de Cordoba y ef CPP, ps. 89 y siguientes. 5a rise gs - q ce. Noxeg, La diferencia entre deltos y comtravenciones y su tiportancia constitucianat, ps. 24 y sivuientes aren E. Derecho procesal penal y ¢lras ramas juridicas lacién entre los estados partes y los individuos sometidos a su juris- entre los estados partes y los rganos de supervision y con- trol supranacionales encargados de la proteccidn internacional de los derechos humanos. Sin enfrascarnos en ¢csta discusidn —por lo demas ajena al contenido de este libro y al conocimiento del autor—, la ma- teria tiene fundamental importancia para el Derecho procesal penal, pues el Ambito de regulaci6n propio de arnbas ramas juridicas en oca- sianes se superpone o complementa parcialmente. 5 ha experimentado, en los ulti- diccion, y FE} Derecho internacional de los derechos humane mos ahos, un crecimiento vertiginose, fundado en el compromise internacional de los estados de respetar las derechos humanos. Ello sucede, en general, cuande un Estado pretende formar parte de la comunidad de naciones civilizadas {por ej. adhiere a la Carta de Naciones Unidas), o asume, en la materia, um compromiso internacional es- pecifico (por ej., por la suscripcién o ratificacién de un tratado o convencion determi- natios sobre derechos humanos). La relacidn entve los estados partes no es la que aqui 4s interesa; en cambio, la aplicacidn consecuente de ese Derecho internacional de m el Derecho interno y en las practicas judiciales de los esta- Jos derechos humanos en dos partes, constituye, para nosotros, el punto Fundamental Rigen en el pais, primeramente por ratificacién con aprobacién legislativa interna y luego por la incorporacién a la CN, 75, inc. 22, normas puras de Derecho internacional establecidas por (ratados o convenios multilaterales de nuestro pais con otros paises 0 por orga- nismos internacionales. ‘Licnen especial importancia la Declaracién universal de derechos humanos (Asamblea General ONU, resolucion 217 ATID], 10/12/1948), el Pucta internacional de derechos civiles y pao- liticos (Asamblea General ONU, resolucion 2200 [XOXT], 16/12/1966; ratificado por la Republica Argentina el 8/8/1986, segun ley aprobato- ria n® 23.313), la Declaracién americana de los derechos y deberes del hombre (Novena conferencia internacional americana, Bogota, 30/3 al 25/1948, resolucién XXX), y la Convenciadn americana sobre derechos humanos (lamada también Pacto de San José de Costa Rica, pues fue suscripta on esa ciudad el 22/11/1969, en la Conferencia especializada intetamericana sobre derechos humanos; ratificada por la Republica Argentina ¢l 14/8/1984, segun ley de aprobacian n° 23.054), pues con- tienen reglas de principio sobre el enjuiciamiento penal que deben orientar politicamente a toda ley procesal penal que se dicte en el pa- is (CN, 31) y gobernar su aplicacién. Mas alla de ello, conforme al Pac- to internacional de derechos civiles y politicos (arts. 41 y ss.) y a su Pro- tocolo facultativa (arts. | y ss.), y, por otra parte, ala Convencion ame- ricana sobre derechos humanos (arts. 44 y 61), estamos sometidos a instancias de control internacional, incluso por la via del recurso in- dividual, sobre la aplicacidn de las convenciones en el Derecho inter- 184 § 3. Vineulacidn con otras ramas juridicas no y cn la solucidn de los conflictos internos, y las decisiones de los organismos de control internacional son vinculantes para el gobierno argentino. Por la tanto, la Repdblica Argentina se ha comprometico a respetar los derechos humanos de los individuos en el drea de su ju- risdiccion ¢ incurre en responsabilidad internacional si no curnple lo pactado. Para la determinacian de esa responsabilidad, el Derecho internacional de los de- rechos humanas establece diversos mecanismos, estipulados en cada une de los trata- dos. En este sentido, mientras la Declaraciéi universal de ios derechas humanos HO es- tablece Svgane especilico alguno para determinar la responsabilidad internacional d un Estado Parte, el Pacto tnenwetanal de derechos ctviles y politicos establece un si : tema de cvaluacion sobre ta base de informes periddicos (art. 40) y un sistema facul. tative de denuncia de un Estado Parte que haya aceptado esta competencia con res- pecta a atro que también la haya aceptado (art, 41). Por lo demas, confortne al Proto. colo facudtative (art. 1 y cc.) resultan posibles, también denuncias individuales sob viclaciones a las derechos humanas. ‘ ses ns Merece an comentario mas detallado el procedimiento para las denuncias particu- fares, debido a la impertancia de su utilizacian —cada vez mas frecuente— por part de las victimas de las violaciones de derechos humanos o sus sustitutes, La CADitin. cluye un procedimiento para denuncias particulares, en e] cual interviene uma Cami- sidn ¥ una Corte Interamericanas de Derechos Humanos, Se establece un sistema de denuncias particulares, segiin el cual cualquier persona, grupo de personas u organi aaciént ho gubernamental puede presentarse ante la Comisién para denunciar la vio- lacién de algtin derecho recenocide por la Convencidn (art. 44). La Comision comuni- ca al gobierno denunciado el reckamo y, después de escuchar al denunciante y al de- muinciado, se pronuncia sobre la admisibilidad de la pericién y, de ser ella admisible determina si ha habido vielacion a aleuno de los derechos de la Convencion: para elle dispone de facultades de investigacion especificas. Si su informe es positive i Comi- sidn notifica al gobierna, bajo la admonicion de poner fina la situacién que constitu ye fa violacién o, de otro modo, de reparar o compensar. La Comision decide aste- riormente, si el Estado denunciade ha tomade las medidas adecuadas y tambien ‘50- bre la publicidad de su informe. Cuando emite sus conclusiones, la Comisi n posee el poder discrecional de presentar el casa, para su juzgamiento, ante la Corte si el Esta do demandacde ha ratificade la competencia de la Corte genéricamente o para el casa en litigio. Los particulares u organizaciones no gubernamentales na poseen la Facul- tad de excitar la jurisdiccién de la Corte, sine indirectamente, a través de la decisian de la Comision (art. 61). Se wata de un procedimuento contradictorio en el cuai la Co mision opera come acusador y el Estado dentunciado come acusado. La Corte decide si existe o si no existe vinlacién de un derecho establecido en la Convencién y, dispo- ne, en Su case, ‘que se garantice al lesionado en el poce de su derecho o libertad con- culcades y. “si ello fuera procedeute, que se reparen las comsecuencias de la medida Qsituacién que ha configurado la wulneracian de esos derechos y el papa de una justa indemnizacion a la parte lesionada” (art. 63557, ; 5? Sobre este croceditni : 4 cape este procedimienta, y la jurisdiccidn de las facultades de los arganismos de ta Jct PINTO, La deniieia ante fe Comistin ateramericana de Derechos “umanos 185 cee Reet te ne E. Derecho procesai penal y otras ramas juridicas Conforme a lo explicado, dos puntos resultan aqui importantes pa- ra destacar. En primer lugar, la incorporacién al Derecho constitucio- nal argentino de una serie de canvencioncs internacionales sobre de- rechos humanos, civiles y politicos>’, con lo cual finalizan discusiones bizantinas acerca del rango normativo de estas convenciones ¥ la dis- cusion acerca de si sus clatisulas son directamente operativas®?. Con ello, nuestra Constitucién nacional resulta complementada, en su Ca- pitulo de derechos y garantias, por lag convenciones citadas y ya no resultara necesario, en muchos casos, acudir a la clausula abierta del art. 33, CN, para adenitir derechos y garantias que, en verdad, surgian ya de la correcta interpretacién del Estado de Derecho, segtin nuestra Constitucion originaria. 58 Ademas de los ya nombrados, el art. 75, inc. 22, deta CN, incluye: el Pacta intermacto- nal de derechos econdiicns, sociales y cultirales, la Convencion sobre la prevencion y sancidi dei delita de genocidio, la Convencidn imiernactanal sobre fa eluninacidn de todas las formas de discriminacién racial, la Convencién sobre la eliminacion de todas las formas de discrirmi- navidn de la mujer, la Convencicy contra fa tortura y otros tratos o pertas ertueles, infiimarios o degradantes, ¥ ln Convencion sobre los derechos del nifia 59 Desde el purito de vista de! Derecho intemacional, la jerarquia normativa de los trata- dos internacionales en el Derecho interno es irrelevarte. E} Estado, al ratificar un convenio internacional, s¢ commpromete a garantizar el goce efective de los derechos reconocides en ese convenio, de mode tal que resulta indistinto para el Derecho internacional si la obliga- cidn se cumple por aplicacién directa de la Constitucién loeal, del trutado o de otras dispo- siciones de cango inferior, que garantizan de igual manera el ejercicic de esos derechos, Eu el mismo sentido, ja discusién acerca de si las normas contenidas en los tratados son oper- ativas a tan solo programiaticas, ¢s también una discusion yvermécula. Para ¢] Derecho inter- nacional de lus derechos hurmanos el Estado se ha camprometide a proteger ciertos dere- chos y esa obligacién existe desde el mamento mismo de ta ratificacién de) pacta interna- cional y, en casos, aun antes de ello. Algunos juristas han creida que el art. 2 de la Canvencion americana —al disponer que, cuande los derechos y las libertades reconocidos en ella no estuvieran ya garantizudos, el Es- tado debera adoptar las mediclas legislalivas necesarias para hacerlos electives-— significa que los derechos no son inmediatamente ejercitables, sino dependientes del reconucimiento legislative que de ellos haga el ordenamiento interno. Si bien desde el punto de vista del De- recho nacional se sostiene la necesidad de que ciertos derechos sean reglamentados para lo- erar su efectiva tutela juridica, esta afirmacion no alcanza al Derecho internacional de los derechos humanas. Mas alla de las criticas que merece esa afirmaciGn en el orden interno, desde el punto de vista constitucional (pues se condiciona el ejercicio de un derecho recono- cide), para el Derecho internacional de los derechos humanios el art. 2 de la CADH no es mas que otra obligacian del Estado. se compromete no sdlo a proteger los derechos alli enume- rados, sine también a sancionar lu legislacian necesana para hacer efectivo el goce de todos ellos. Desde esie punto de vista, todos los derechos recanecidos en la CADH son directamen- te operatives. En el 4mbito interno, la Corte Suprema ha reconacide la operatividad de los derechos re- conocidus en Ia Convencién americana en ef leading case “Ekmekdjido e/Sofovich” (0, t 1992-C, ps. 543 y $8.) 186 § 3. Yinculacién con otras ramas juridicas En segundo lugar, vale la pena recalcar algunas consecuencias en materia de accidn o interpretacién judicial. Nuestros jueces, ahora deben tener presente y aplicar permanentemente criterios interpreta. tives favorables al goce y ejercicio de los derechas y libertades reco- nocidos en estas convenciones, y estan impedidos de limitarlos en ma- yor medida que la prevista en ellas¢?. Elios, por lo demas, deberan in- teriovizarse sobre la jurisprudencia internacional en la materia in cluida la de tribunales que deciden sobre cunvenciones similares ( O ej., Tribunal Europeo de Derechos Humanos), ¥ tener en cuenta ceos criterias interpretativas para decidir ef caso concreto en examen Nuestros Jueces no deberan olvidar que sus decisiones comprometen ala Nacién integra, desde ef punto de vista del Derecho internacional y que pueden generar, con sus fallos, consecuencias negativas para la Republica (responsabilidad internacional}. Resulta ahora evidente el marco de referencia universal del Derecho argentino. Tienc especial impertancia, entonces, la enumeracian de algunos de los derech reconocidos per jas convencionegs internacionales, al menos de los referidos al D e cho procesul penal: derecho a acceder a la justicia (Declaraciin universal de Dere, ‘hos Humanos, art. XVII); derecho a ser informade sin demova de las razones de la de. tencién (Convencidn amencana sobre derechos humanos, art. 7, n° 4: Pacta f , cio. nal de derechas civiles » politicos, art. 9, n 2): derecho & ser Hevade ant wn uer aia demora (Convencion americana sobre derechos humanos, art. ia informacion oe 7, n° 5; Pacto t - nal de derechos civiles y politicos, art. 9, n° ' tifermacta 3); derecho z eel j if i mora la legalidad de toda detencian (Meclaraciin universal de “ieoios mee Se ~ KAY; Pacta internacional de derechos civiles y politicos, art. 8, n° 4); derecho a ser ‘ gado sin dilacién injustificada dentro de un plazo razonable (Declaracién unive Ide derechos humanos, art, XXV; Convencidn americana sobre derechos humanoe, art 7. n 3; Pucto internacional de derechos civiley y polticus, art, 9, n° 3); derecho de cu reir el fallo ante juez o tribunal superior (Convencion americana sobre derechos h ia. wos, art. 8. n° 2, h: Pacto internactonal de derechas civiles y politicos, art. 14 5): de. recho a no ser sometido a nueve juicio por los mismos hechos —ne bis ‘in idem {(Convencidn americana sobre derechos humarnas, art, 8, n° 4: Pacta fitameacional de de- reches civies y politicos, art. 9, n° 7); derecho a reparacién en caso de detencién i sian ilegal (Pacte intemmacional de derechas civiles y politicos, art. 9, n" 5); derecha 4 campensacidn por sentencia firme basada en error judicial (Pacto intemnacional de de. rechos cvs ¥ politicos, act. 9, n" 6: Convenctin americana sobre derechos humans cena eeTecho a ser huruado pean tribunal independiente é imparcial (Pacto in- rected a gerechos oe a potiticos, art. 14, n° |, Convencida americana subre de- 60 py, © 5 eure iyi H i991 ne se Tespets esta maxima, por ej. en el fallo de Ia CSN “Fiseal ¢/Ferndndez” (LL, t ae -B, ps. 190 ¥ 58), en el cual se supedité la vigencia de la intangibilidad relativa del do- ‘ilio, como ambite privade del individue que lo habita, a las necesidades de un: c Cucidn penal conecreta. oer 18? 4 | 4 ‘ eR EC etal peal Opn HarNSBN Alan apis oem arene E.. Derecho procesal penal y otras ramas juridicas De este modo, ef Derecho internacional de los derechos humans contiene reglas de principio sobre el enjuiciamiento penal que deben orientar politicamente toda ley procesal penal que se dicts en el pats y, paralelamente, él debe ser aplicado por los jueces del pais. I. El auxilio judicial internacional para la persecuciGn penal repre- senta e! Ambito internacional de trabajo propiamente diche en mate- ria procesai penal. Tratados y convenciones internacionales se ocupan de los requisitos de Jos actos procesales para que tengan valor en un pais distinto de aquel en el cual se Hevaron a cabo; en especial se ocu- pan de la sentencia, de las requisitorias en materia de prueba cuando ella tiene que ser recibida en pais distinto de aquél en el que se trami- ta el procedimiento penal; también se ocupan de Ja creacién de una oficina policial internacional con la cooperacién de las policias nacio- nales (Interpol) y, fundamentalmente, de la extradicién internacional activa y pasiva. El Tratade de Derecho penal iniernacional de Monrevideo. suscripto en esa cludad ej 24/1/1889 por Argentina, Bolivia, Paraguay, Pert y Uruguay y ratificade por esas pai- ses (Reptblica Argentina, ratificacién aprobada por ley n° 3.192 de 4/12/1 894), contie- ne replas internacionales en materia procesal penal gue nos vinculan con los paises ci- tados: a) reglas de competencia penal internacional farts. 1a3. Bally 13). 2) reglas referentes ala extradicidn y su pracedimiento (titulos Of, IM, Vy ¥V, arts. 15a 46); c} reglas referentes a las medidas de coeiciém contra imputades o condenados en paises distintos al de su persecucién (titulo V, arts. 44 4 46}; d) reglas de conflicts en el pro- cedimiento de extradician que declara aplicable el principio de la lex fort Cart, 35) BI Tratado interamericano de extradician suscripto el 26/12/1933, también en Mon- tevideo, nos vincula con los paises ratificantes: Argentina (ratificacién aprobada por decr. ley 1.638/56, ratificada a su ver por ley n’ 14.467), Colombia, Ecuador, El Salva- dor, Guatemala, Honduras, Méxica, Nicaragua, Panama y Reptiblica Dominicana, sal- vo la clausula opcional, referemte ala renuncia a impedir la extradiciéu por la nacio- nalidad del reo, a la que nuestro pais ne adhirid. Existen tratados bilaterales de extradicion con Espana (3/4/)987, anprobade por ley n° 23.708), con Itahia (9/12/1987, aprobado por ley n°” 23.719), con Holanda (7/9/1883, aprobado por ley nf 3.495), con Bélyica (12/8/1886, aprobado por ley nv 2.239), con Gran Bretatia (22/5/1889, aprobado por fey n" 3.043), con Siiza (21/L 1/1906, aproba- do por ley 0? 8.348), con los Estados Unidos de Amévica (21/1972, aprobade par ley np’ 19.764), con Brasil (19/11/1961, aprobado por ley n°? 17.272), con Paraguay (6/4/1877, aprobade por ley n'' 886) y con Australia (6/10/1488, aprobude por ley a” 23.729}. TH. Algunas normas de Derecho interno también se ocupan de as- pectos vinculades al Ambitoe internacional descripto en el punto ante- vier cuando, por ejemplo, regulan la extradicién internacional activa y pasiva con destino a regir con aghicllos paises con los cuales nuestra pais no esta vinculado por un tratado o una convencidn. No se trata, 18% § 3. Vinculacién von otras ramas Joridicas precisamente, de regias de conflicto, destinadas a solucionar | tién acerca de cual ley nacional se aplic a CHES tin z 4a una determinada re 5 ' dee : elacion juridica que posee elementos extranjeros —prablema de, mas ou dica nen : S que ra- ra, casi imposible aparicién en Derecho procesal penal, con oxce id * nie , : 3 cidn de a reglas de competencia, debido a la vigencia del principio de la wT, smb 3 ex for Sin embargo, a veces esas leyes contemplan la solucién de un conthetoa de leyes. Es el cuso [ i » por ey., de la extradicidn i : Hhet as € rej, 2 pasiva, don- dc ‘e exige some condicion de admisibilidad del Tequerimiento que el echo por el cual se solicita la ext id 5 xtradicidn sea también ; i na false ; nl perseguible y punible en el pais requerido y con determinada especie y cantidad de ena, 02 Tse Rui : i i ' pena, o aun perseguible y punible con cierta especie y cantidad de pe na segun las leyes del pais requirente, o que el pais requirente § sompetente para juvgar el hecho segun la ley argentina (ley n°? 1.612 0 se reitera el principi OFE : c ex. ) se reitera el principio de la dex fort para el pracedimiento de ¢ tradicidn. — Contamos con una ley d radicid i y de extradicién nacional n° 1.612 i c \ ‘ . y con las disposiciones que al respecto, sancioné afins mas tarde ef Congreso de la Nacidn al dictar el CPCam one. TIM. Fa- cional (1889), Libro cuar i al ¢ 2, Libro cuarte, titula ¥, cap. I 646 a 6746) que reguian ternacional activa o pasiva cuanda no existe tra a extradicion in- tado o convencié I , renactonal ach a c 46n que la pobierne, & acion (1991), contiene sdlo una norma instrumental ai respecto, que de, mis. reconoce el principio de recipraci i Mt. a2); e 5 manticne Ie vigencia de los inluuentos murmuatives ones cea toe kraasitora, instrumentalee anon Denales provinciales contienen escCasas norimnas meramente competes ale Specte (C \ ordaba, por ej. Si ¥ 160), resultade dena superar da Hislativa provincial (extradicién activa). Iv. El auxilio judicial entre las diversas organizaciones judiciales de nuestro pais, conforme al sistema federal que rige, ha cout , sade problemas andlogos a los del Derecho internacional cu are nalacin ha dado nacimiento a un Derecho inierestadual o interprovinaial Pre, cisaimicnte para ello la CN, 125, admite que las provincias eclebren tra. tados parciales para fines de administracién de justicia. Se tra sin embargo, de Derecho interno. | ese metas ile sts fre deen cinaria, segain nuestra sistema federal, un desarro- Mplo de esta particular rama juridica en nuestro pais, refenda especialinente al Derecho procesal, o como subdivision de él Si bareo, la realidad fue atra, pues ella comenzéd reglads por escasas Con mas contenidas en los cddipzos de procedimiento locales (ePCrim “na. lar rea} E] CPP Nacidén, 538, ba uiantenide “transitori ae c ainente” I yvieenc ‘ i extradician previstas en el CPCrim, nacional (1889) mgencia de low regtas sobre 189 E. Derecho procesal penal y otras ramas juridicas cional [1889], Libre cuarto, Titulo V, Cap. IE, 675 y 676 ; CPP Cordo- ba [1970], 49, 51, 141 y 143. CPP Salta, 47, 49, lal y 135; CPP Men- dova, 48, 50, 131 y 135, 1, CPP La Rioja, 49, 51, 135 y 139, I, CPP Co- trientes, 49, 51 y 140, CPP Entre Rios, 48, 50, 135 y 139; CPP Jujuy, 429, 430 y 195; CPP Chaco, 46, 48, 121, 124 y 126; CPP La Pampa, 44, 46, 119 y 122, 1), sobre todo referidas a la extradicién interestadual o interprovincial, y recién en tiempos modernos aparecen los convenios 4 o tratados interprovinciales, a influjo de la particular situaciGn en que se encuentran Ja provincia de Buenos Aires ¥ Jas autoridades judicia- 9 ies en lo pena! con competencia en la capita! de la Republica, la ciu- dad de Buenos Aires, todavia incipientes en su regulacién, convenios a los que han adherido otras provincias. Existen tres convenios celebrados entre el Poder Ejecutive nacional ¥ la provincia de Buenos Aires y Santa Fe: ¢l primero, del 25/4/1973, fue aprobado por la ley nacio- nal nn’ 20.711 y se refiere ala extradicién interestadual de imputados o condenados; el segundo, del 28/3/1979, fie aprobado por la ley nacienal n° 22.055 y se refiere a los re- querimientos probaterios 9 a sus consecuencias; el tercero, del 9/10/1979, fue aproba- : de por la ley nacional n® 22.172, ¥ contiene un Avexo, en realidad un convenio entre el Poder Ejecutivo Nacional y la previncia de Santa Fe, del 9/10/1979, que versa, en ge- neral, sobre comunicaciones entre tribunales perienecientes a organizaciones judicia- les diferentes, regulacidn que comienza a sistermatizar la materia. A estos tratados, en “ principia bilaterales, han adherido provincias distintas de las contratantes originarias, ; por leyes locales. 4 Es interesante consignar que el tltime de los convenios posee una regla de conflic- to (Anexo de Santa Fe, 2) que, en principic, respeta el principie de la lex fon, pero que permite que se aplique la ley procesal del tribunal requirente, si éste lo pide y transeri- be tas disposiciones legales aplicables. Pardgrafo Cuarto La ley procesal penal i90

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