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Cristina Rivera Garza LOS MUERTOS INDOCILES Necroescrituras y desapropiacién FRCHER HorroRts © 2013, Cristina Rivera Garza {indice El poema «A Journey from Neccolony to Colony» de Don Mee Choi se reproduce con el permiso de la autora. Fue publicado originalmente en Don ‘Mec Choi, The Moming News i Exciting, Action Books, 2010, I poema «Nt 21° 18°28" W 157° 4828" de Jullana Spahr se reproduce con el permiso de la autora Fue publicado originalmente en Juliana Spat, Well ‘Then There Now, Black Sparrow, 2011 Los posmas «Pedro's Invitations y «A Lost Ghost in Juarez» de Edwin Torres se reprodiucen con el permiso del autor. Fueron pubicados originalmente en Edwin Tores, The PoPedology of an Ambient Language, Aelos Books, 2007, Gratulabundus. a 13, elicion de Lyn Hejnian. Introduccién La autora de este libro es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte Necropolitica y escritura Ag ‘Una conversaci6n . . tenes seeee Ss Diseno de la coleccén: Estado Obed RResorvados todos los derechos de esta edici6n para El extado de Ins cosas y el estado © 2013, Tusquets Editores Mexico, S.A. de CV. de los lenguajes: una critica.............. 33 Ce ee Cadaveres textuales. ie 34 CP. 11570, México, DE. E] trabajo inmaterial y la resistencia see tesreetssicase oes de las vidas asombradas 41 #escriturascontraelpoder . .. 45 1 edicin en Tusquets Edltores México: junio de 2013, Tks sane eee 46 ISBN: 978-607-421-453.6 Nose permitela reproduccién total oparcial deste ibroni su incorporaciona, un sistema informatico, ni su transmisién en cualquier forma o por cualquier ‘medio, sea este electrénico, mecénieo, por forocopis, por grabacién u otros iéiodos, sin el permiso previo y por escrito de los ttulares del copyright. LL infraceién de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito ‘contra ln propiedad intelectual (Ars. 229 y siguientes de la Ley Federal de Derechos de Autor y Ars. 424 y siguientes del Codigo Penal). Impreso en los talleres de Litogrifica Ingramex, SA. de CX, nieno nim, 162, colonia Granjas Esmeralda, México, D.E Impreso y hecho en México ~ Printad and made in Mexico I. La desmuerte del autor: David Markson (1927-2010) IL. El autor se desvive ...........4 53 1.2. Completamente autobiografica......., 59 13. Historia natural dela cultura ......... 68 14, Escritura como escultura. . nD 15. Punto de fuga ......... 75 Il, De las estéticas citacionistas a las practicas de la desapropiaci6n: escrituras atravesadas en el espaiiol de hoy a aaa ee ee 79 1V.10. Coda m: Don Mee Choi. ced oh THES 85 IV.12. Coda v: Juliana Sphar. 170 TLL. Plagio..... 11.2. Apropiar. . 11.3. Desapropiar . a3 88 IL4. El que cura sis 92 V. Breves mensajes desde Pomepeya: producir presente en 140 caracteres IIL. Los usos del archivo: de la novela histérica V.1. Una Ifnea del tiempo . 175 a la escritura documental V.2. Tratactus logico-twiterus ........ 179 IIL.1. Los archivos euféricos See toy V.3. Breves mensajes desde Pompeya 182 111.2. El material humano............. 101 V4. Erotografias pompeyanas + 186 1IL3. La melancolfa del expediente eeicaseee 103 VS. Twitter es racimo ..... sess 190 IIL4. El guifio de lo real writ 107 V.6. La vida privada. . 196 ILLS. Contra la novela histérica. wees TL ‘V7. Turno nocturno . . 200 IIL6. La escritura documental . WS + ‘V.8. Contra la calidad lteraria seeeeees 204 IIL7. Duelo. vet TIL8. Coda para historiadores: el modo VI. ¢Suefian las maquinas con el lenguaje etnografico de historiar...... 125 del nosotros?: una curadurfa ; VL. Escribir a/con maquinas.. 209 IV. Mi paso por transcrito: planetarios, esporddicos, VI.2. Tecnologia y comunidad . 212 exof6nicos VL3. Escrituras colindantes . . . ta BS IV.1. La consagracién de la Pangea: el sujeto VI-A4. Imantaciones de lo politico.......... 218 planetario sobre una tierra existencial.. 129 VLS. Lenguajes extrafdos . . 220 1V22. El lugar importa . fons 134 VL6. Ponerse el cuerpo. . 223 1V3. Esporddicos. . . compos 137 VL. Las formas estrictas 226 IV, Alfabetos exof6nicos 1: VL8. #Bibliotuits. .., 229 adoptar una nueva lengua ........... 142 IVS. Alfabetos exofénicos m: VII. Précticas de comunalidad contra la violencia la segunda lengua... . ce 145 VII.1. Estoy pensando que te estoy escribiendo IV.6. Alfabetos exofénicos una de esas cartas que les dicen de amor, mi paso por transcrito . 149 : Pero no te creas, esta carta es de puros ne- IV.7. El caso més extrafio . we 154 i gocios. Carta de Juan Rulfo a Clara Apari- IV8. Coda r: las pos +. 158 ; cio, septiembre 4 de 1947. , 231 1V9. Coda n: Edwin Torres. . + 162 : VII.2, Clases de escritura ..., 235 eCudnto es capaz. de experimentar un cadldver? Teresa Margolles Se nos ofrece que la comunidad llegue, 0 mejor que nos ocurra algo en comtin, Ni un origen ni un final, algo en comin, Solamente un habla, tuna escritura compartida, repartiéndonos. Jean-Luc Nancy, La comunidad inoperante mnsiderar- que I tos son los individ! que alguna ver fueron tiende a oscurecer su naturaleza. Tratemos de considerar a los vi- ‘vos como podriamos pensar que lo hacen los. muertos: de manera colectiva. El colectivo se extenderfa no sélo a través del espacio, sino también a lo largo del tiempo. Comprenderia a todos aquellos que alguna vez vivieron. Ast también pensarfamnos en los muertos. Los vivos reducen alos muertos a aquellos que vivieron, pero los muertos comprenden ya a los vivos en su propio gran colectivo. John Berger, Doce tesis sobre economia de los muertos Gratulabundus Esta también es una prictica de comunalidad. Como todos los textos, este también fue escrito junto con ya partir del trabajo imaginativo de otros, justo en el horizonte de esa mutua pertenencia al lenguaje que nos vuelve a veces, con suerte, parte de un estar-en- comtin que es critico y festive. Aqui también, pues, su devocién. Aquf su tiempo. Y el nuestro, Muchos de los textos que forman parte de Los muer- tos indéciles fueron concebidos primero para «La mano oblicua», la columna que mantengo semanalmente en la seccién de cultura del periédico mexicano Milenio. En su paso del peri6dico al libro, sin embargo, ningu- no de esos textos «originales» quedé intacto. Algunos fueron reescritos en partes; otros en su totalidad. Todos encontraron posiciones nuevas en nuevas secuencias de argumentaci6n. Todos son, luego entonces, textos tras- tocados. Aunque la primera tentativa para conformar un libro con esos textos la Hevé a cabo en San Diego, muy al inicio de la primera década del nuevo siglo, no fue sino hacia fines de 2012 que pude, gracias a una estancia sabatica en la Universidad de Poitiers en Fran- cia, gozar del tiempo y la calma suficientes para reor ganizar los escritos y configurar as{ los argumentos 13, centrales del libro. Una residencia artistica en el Centro de las Artes de San Agustin Etla, en Oaxaca, México, me permitié continuar con el proyecto e introducir cambios de tiltima hora, as{ como revisar el manuscrito completo a inicios de 2013. Dicen los que saben de etimologias que el vocablo latino gratia se relaciona con una amplisima gama de términos: gratulabundus, gratosus, gratulor, congratu- lor, congratulatio, gratificatio. De una manera u otra, casi todas estas palabras tienen que ver con la dadiva y cl favor, pero sobre todo con la alegria compartida y la celebracién o la alabanza. De ahi este, mi dar las gra- cias. De ahi esta marca, ahora visible, de una compar- tencia que ha tomado lugar a lo largo de algunos afios y muchas conversaciones y ms citas, textuales y no. ‘Asi pues, una buena parte de los textos «originales» que dieron pie a este libro han sido y son segmentos de un diélogo que he sostenido, bajo el amparo del cielo vertical de las pantallas electrénicas, con el dibujante valenciano Carlos Maiques. La discusién sobre las re- laciones entre la necropolitica y la escritura se inicié en un taller de creacién literaria en la Universidad de California en San Diego y continué después, en otras charlas también largas, con el cronista estadounidense avecindado en México, John Gibler, con el poeta mexi. cano Javier Raya y con el psicoanalista Carlos Garcia Calderén. Las charlas apresuradfsimas y més que concentradas que tuve con la critica Cécile Quintana, mientras las dos nos perdiamos por las callecitas de Poitiers, también forman parte del trabajo en conjun- to e in situ que fue haciendo este libro. No habria in- corporado tan puntualmente el concepto mixe de co- 14 munalidad si no hubiera vivido en Oaxaca estos meses iniciales de 2013, y si no hubiera recorrido sus sierras yvvalles, sus costas y rfos en compaiifa de Sail Herndn dez y Matias Rivera De Hoyos, mi hijo. Finalmente, no me habria atrevido a dejar este libro como esti, a interrumpir su incesante quehacer de libro, que es un proceso, como se sabe, infinito, si no hubiera podido poner a prueba sus argumentos con los muy talento- sos integrantes del Taller de Re-Escrituras que impart durante doce semanas también en Oaxaca: Yésnaya Aguilar, Bruno Varela, Patricia Tovar, Efrain Velasco, Noehmt, Amador, Daniel Nush, Gabriel Elfas, Andrea Carballo, Miguel, Viviana Choy, Rafael Alfonso, Alejan- dro Aparicio, Josué, Sail Hernandez. ‘Acaso los que saben de etimologias no sepan este secreto: cuando se dice «aqui van las gracias», se habla en realidad de unas muy increfblemente pequefias que inician, sf, es verdad, otra extrafia aventura en las ma- nos del mundo. 15 Introduccién Necropolitica y escritura No son pocos los escritores que introducen con gracia, con cierta facilidad, la figura de la muerte al analizar las relaciones de la escritura con los contextos en que se produce. Lo dice la narradora experimental estadounidense Camilla Roy: «En cierto sentido, el es- critor siempre esta ya muerto, en lo que concierne al lector». Lo dice Héléne Cixous: «Cada uno de nosotros de manera individual y libremente debemos hacer el trabajo que consiste en repensar lo que es tu muerte y mi muerte, ambas inseparables. La escritura se origina en esa relacién»? Lo dice, desde el titulo mismo, Mar- garet Atwood en su libro de ensayos sobre la prictica de la escritura que lleva el apto titulo de Negotiating with the Dead. A Writer on Writing.’ Lo dice el escritor liba- nés Elias Khoury, autor de La Cueva del Sol, un libro en el que la memoria colectiva y la tragedia hist6rica no se escatiman en lo més minimo.* Lo dice, claro esté, Juan Rulfo, Todos sus murmullos. Esos que suben 0 bajan por la colina detras de la cual se asoman, ateri- das, las luces de Comala, la gran necrépolis poblada de exmuertos.' Basten estos, entre tantos otros ejem- plos, para demostrar que no sélo existe una relacién estrecha entre el lenguaje escrito y la muerte, sino que ademis se trata de una relacién reconocida —e 17 incluso buscada activamente— por escritores de la més variada indole. Poetas y narradores por igual. Lo que para muchos es una metéfora a la vez. ilumi- nadora y terrorifica, se ha convertido para otros, sin embargo, en realidad cotidiana. México es un pais en el que han muerto, dependiendo de las fuentes, en- tre 60 y 80 mil ciudadanos en circunstancias de vio- lencia extrema durante los aflos de un sexenio al que pocos dudan en denominar como el de la guerra calderonista.® En efecto, en 2006, justo después de unas reftidas elecciones que algunos sefialaron como fraudulentas, el présidente Felipe Calderén ordené el inicio de una confrontacién militar contra las feroces bandas de narcotraficantes que presumiblemente ha- bfan mantenido hasta entonces pactos de estabilidad con el poder politico. Los diarios, las crénicas urbanas y, sobre todo, el rumor cotidiano, todos dieron cuenta de la creciente espectacularidad y safia de los crime- nes de guerra, de la rampante impunidad del sistema penal y, en general, de la incapacidad del Estado para responder por la seguridad y el bienestar de sus ciu- dadanos. Poco a poco, pero de manera ineluctable, no quedé nadie que no hubiera perdido a alguien du- rante la guerra, El centro del mal que, segtin Roberto Bolafio en «La parte de los crimenes» de 2666, latia en las inmediaciones de Santa Teresa —es decir, en la fronteriza Ciudad Juarez— se deslizé hacia otras geo- grafias. Rodeadas de narcofosas, sitiadas por el horror y el miedo, nuevas y ms brutales necrépolis fueron surgiendo en el hemisferio norte del continente ame- ricano: muy notoriamente Monterrey, antes conocida como la Sultana del Norte y, sobre todo, en el estado 18 septentrional de Tamaulipas, donde en 2010 se en: contraron las fosas con los restos de los 72 migrantes centroamericanos asesinados brutalmente por el cri- men organizado.' Culiacdn. Morelia. Veracruz. Los nombres de més ciudades y estados de la repuiblica pronto se sumaron a la lista de las necropolis contem- pordneas. Palestina. Africa Central. Chernébil. {Qué significa escribir hoy en ese contexto? . El otro no siempre es una voz o un cuerpo. Con mucha frecuencia nuestro otro m4s cercano es el tra- bajo socialmente concentrado al que denominamos maquina. De entre todas las maquinas o, en este caso, de entre todos los soportes digitales, he elegido de- tenerme en Twitter como un laboratorio de escritu- ras contempordneas, proponiendo que, tanto por st estructura como por su contenido, los tuits de hoy son buenos ejemplos de lo que Josefina Ludmer ca- racterizé como escrituras productoras de presente. No sabemos todavia si esto es literatura, y eso no importa, lo que sabemos, o lo que este libro invita a considerar, es que en esta practica escritural se ponen 49 en juego las seftas colectivas en un tiempo que grafi- camente desciende por la pantalla sin cesar. Que es- tos rectangulos efimeros llenos de lenguaje también documenten, de una manera alterdirigida, el sentir intimo de sus practicantes, s6lo aiade complejidad a las conexiones de extimidad que hacen al mundo y las escrituras de hoy.** Un capitulo intimamente rela- cionado con este, pero que conserva su propia uni- dad en tanto curadurfa de textos contempordneos en los que se entrelaza el hacer del escritor y el hacer de m4quinas diversas, cierra momenténeamente la revisién de una dé las coautorias fundamentales de nuestro tiempo. Uno de los escenarios en los que se vuelve visible el trabajo colectivo que conforma las comunidalida- des de escritura es, sin duda, el taller literario. Des- pués de entretejer algunas reflexiones acerca de cémo la materialidad cotidiana —el mitico ganarse la vida— se inmiscuye en la materialidad del texto, al menos en la obra del autor mexicano Juan Rulfo, van aqui algunas consideraciones criticas, diagnésticos con historia y sugerencias varias para el futuro. Tengo la impresién de que la configuracién de comunalidades horizontales que develen y propicien la serie de prac- ticas comunales que estructuran los textos mas varia- dos, no sélo contribuye y contribuiré a la produccion de escrituras arriesgadas y fuera-de-sf, sino también, acaso sobre todo, a formas del estar-en-comiin que funcionen justo de la manera contraria a como opera la violencia. En efecto, si el horror nos deja paraliza- dos, despojados hasta de la condicién humana que nos vuelve otros y nosotros, las comunalidades de 50 AS TTT TT escritura pueden, si, ser la compartencia que, en st mismo celebrarse, celebra esas formas fundamenta- les del estaren-comtin: el didlogo, la mirada criti la practica de la imaginacion. De abf que este libro se interrumpa en ese punto, en una reflexién sobre las formas de comunalidad que las poéticas de la desapropiacién dejan de mani fiesto y ponen, también, a funcionar a nuevos y otros niveles. De ahf que este libro invite una y otra vez a llevar a cabo andlisis que, ademas de preguntarse por los procesos de subjetivacién que le dan sentido a un texto, se cuestionen también y fundamentalmente so- bre las précticas de comunalidad que lo configuran y lo subvierten. Se trata, entre otras cosas, de darle la bienvenida a una poética y una practica de escritura que, como aseguraba Jean-Luc Nancy, «se nos ofrece» como aquello que «nos ocurre» 0 para que nos ocurra walgo en comin». 51

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