Un gran avivamiento inici con un sermn. La historia lo comprueba. John Egglen nunca haba predicado un sermn en su vida, nunca. No era que nunca lo hubiera querido hacer, era que nunca lo haba necesitado hacer. Pero una maana lo hizo, lo tuvo que hacer. La nieve haba cubierto el pequeo pueblo donde viva, Colchester, Inglaterra. Cuando despert la maana de un domingo de Enero de 1850, pens en quedarse en casa. Quien pensara en ir a la iglesia con semejante clima? Pero reconsiderndolo, l era un dicono, y si los diconos no iban, quin lo hara? As que se levant, se puso sus botas, su abrigo y camin seis millas hasta llegar a su iglesia, una iglesia Metodista. El no fue el nico que pens en quedarse en casa. De hecho, el fue de los pocos que llegaron. Doce miembros y un visitante. Incluso el ministro fue de los que faltaron. Alguien sugiri que todos se fueran a sus casas. Egglen se rehso a escucharlos. Hemos venido de tan lejos dijo, vamos a tener nuestro servicio adems por que tenemos un invitado, un muchacho de 13 anos. Quin predicar? Preguntaron. Egglen era el nico diacono, as que le tocaba a l. As que lo hizo, su sermn duro solamente diez minutos. Habl de arriba abajo tratando de explicar un punto, al final no lleg a ninguno. Pero al final, un coraje fuera de lo normal se apoder de l y levantando los ojos y viendo directamente al muchacho lo ret dicindole Jovencito, mira a Jess, mralo, mralo, mralo!!! Vali la pena el reto? El mismo muchacho, hoy un hombre, respondi: Lo v, v a Jess y la oscuridad de mi vida desapareci en ese momento, pude ver la luz del sol El nombre del jovencito? CHARLES HADDON SPURGEON, El Prncipe de los Predicadores. Saba Egglen lo que haba hecho? NO. Saben los hroes cuando hacen algo heroico? Muy rara vez. Sera bueno que todos nosotros mantuviramos los ojos bien abiertos, los Spurgeon del maana pueden estar alrededor nuestro, en nuestra propia casa. Y los hroes que los inspiraran pueden estar mas cerca de lo que pensamos (en nuestro corazn). Tengamos presente lo siguiente: PODEMOS ENSEAR CON LO QUE HABLAMOS PERO EDUCAMOS CON LO QUE VIVIMOS Que Dios les bendiga. Dr. Ricardo Marroqun