jersidad CEU-San Pablo
a vida humana no valdria la pena sin la afectividad. Los buenos
| time colorean la vida del hombre. La afectividad es una
le las caracteristicas que avalora la vida humana, que le da
sabor y vitalidad. La alegria de vivir tiene que ver con todo ello, aun-
que no sdlo dependa de ello. Sin embargo, el querer de la persona,
como observaremos, es superior a los meros sentimientos. Y esto
con independencia de que el querer y los sentimientos sean con-
vergentes 0 divergentes. Porseso, se ha dicho que la vida‘de una
persona vale lo que valen su amores. Luego, es el amor y no los
sentimientos -aunque éstos.estén implicados en su entramado- los
que “ponen en valor” la vida de la persona.
Duerove! ahuta. Not Dic| él valor del “querer”
fy la persona sana se quiere a sf misma, quiere
B, querer a los demas y quiere que la quieran.
fe querer de la voluntad no se agota en el
meto sentimentalismo, sino que estd abierto
a la racionalidad. Los sentimientos cambian,
mientras el querer permanece. El querer tiene
vocation de etemidad; los sentimientos, en
‘embig, duran ms 0 menos, induso pueden
Permanecer, pero casi siempre en un contex-
to de cambio, que es lo que les caracterza.
| queter verdadero. Un querer que, a su mane-
ra exige siempre la presencia y la coherencia
de los sentimientos que le acompafian. La
‘asociacién, disaciacién o contraposicion entre
el querer y el sentir, es uno de los émbitos
"donde suele hincar sus rafces la estructura
E dramatica de la persona. En todo caso, es
j esos afectos que tan necesarios son para la
E armonia del vivir hurmano.
En lugar de temer o demonizar el mundo de
los_afectos —ias pasiones humanas, el
pathos de los clésicos—, lo que le persona
Hendria que hacer es aprender a goberarios,
puesto que precisa de ellos, constituyen un
jingrediente natural de su persona y con ellos
ha de vivir La “educacién sentimental" pare-
ce estar ahora en alza, pero —hoy como
ayer el “analfabetismo afectivo’ continia
Hoy son numeroses las personas que se
uieren mal a s{ mismas, hasta el punto de
detestarse y rechazarse. A algunas de ellas io
ique les sucede es que no se aceptan como.
son y, en consecuencia, no se aguantan a
E elas mismas. A otras lo que les ha pasado es
que tal vez alguien, a quien admiran, les ha
educacién para la vida|bro
|
que elas ignoraban, por lo que se sienten
inferiores a los demés. En otras ocasiones, la
persona ha sido alcanzads por las consecuen
cias de una torpeza, error 0 equivocacién que
ccometis, y ha llegado a escandbalizarse de si
misma, De repente, todo ha girado en su vida,
hasta el punto de no reconocerse como la
persona que era o crefa ser. Su vica ha perdi-
do espontaneidad y frescura; su vida se esté
transformando en un crama que fa asfxia. Lo
peor del caso, es que no entiende cémo esto
le ha podido pasar a ell, por lo que tampoco
aciesta a salirde esa situacién,
Lo comin a todas ellas es que la imagen {|
que tenian de sf mismas se ha hecho afticos
Yo saben, no queen ono punden recon
ponerla. En defintiva, son persones que no
son capaces de perdonarse a s! mismas. |
Hasta que no se perdonen, tanto el auto- |
concepto como {a autoestima tendrin un | |
perfil muy bajo, lo que inevitablemente les
hard suffi. Sin perdén no es posible la acep-
tacién de si, y sin ésta no hay nada que esti-
mat, Para aceptarse es preciso percibirse a si
mismo como “puesto en un cierto valor’; el
que sea. Se acepia sélo lo que vale.
querer y ser queridos
Consideremos ahora las otras dimensiones
de la afectividad, a las que se ha aludido. Las
personas quieren querer y quieren ser queri-
das, Sin embargo, desconocen qué han de
hhacer para lograr lo uno y lo otro y, de hecho,
es hoy frecuente que no encueniren aes |
personas a las que querer y que les quieran.
Esto forma parte ~y parte importante- del
actual drama humano de muchos jévenes,
adultos y ancianos,
EL QUERER TIENE VOCACION
DE ETERNIDAD,
LOS SENTIMIENTOS, EN CAMBIO
DURAN MAS O MENOSbai| educacién para la vida
Si se les pide que hagan un balance entre
“querer” y “ser querido" y elijan uno sélo de
ellos como emblema de sus vidas, renun-
ciando al otro, muchas de ellos elegirian el
segundo témino de esta artificial oposicién,
es decir, optarian por ser queridos. Esto pone
de manifiesto uno de los conflctos afectivos
con los que algunas personas han de habér-
selas, en alguna etapa de sus vidas.
Lainclinacién por tal opcién desvela, en algu-
Nas casos, una relativa inmadurez, de la que
no hay porqué preocuparse, porque suele
superarse con el tiempo. Pero en otros,
puede llegar a constiuir un excelente indi-
cador de “dependencia afectiva" o de "per-
sonalidad narcisista’, dos formas infelices
de estar en el mundo, como consecuencia
de un anémalo desarrollo de la afectividad.
QUIERE QUERER
ALOS DEMAS ~~
Y QUIERE QUE
Las aspiracién a sélo ‘ser querido", sin atre-
vetse a’querer’, constituye un regreso a la
infancia, que es impropio de una persona
madura, Es mas perfecto y propio de la per-
sona "querer" y “ser querido’ y, adernds, sin
llevar contabilidad alguna en esta materia.
rechazo del afecto
En otras personas el confcto afectvo més fre-
‘cuente consiste en que “no se deian querer"
Hay personas que quieren ser queridas, pero
con tal de que no se note. De aqui que ante
las expresiones 0 manifestaciones de carino
de quienes les quieren se tomen huidizas,
herméticas y esquivas. Suele ocurtir en perso-
fas timidas 0 excesivamente introvertdas,
que tal vez experimenten una extafia ver
glienza ante esas manifestaciones, por cons!
derarlas quizés demasiado tiemas e intimas,
1fre
ref"
eo
Inte
tif
Tienen miedo del “qué dirdn’. Por eso, nunca
las toleran en pablico y responden a ellas con
gestos ariscos y desebridos para evitatas. Pero
este modo de comportarse es compatible con
las personas muy sentimentales, que experi-
mentan una acusada necesidad de afecto.
fs conveniente ensefiares a dejarse querer, es
deci, a eceptar las manifestaciones de afecto
cde quienes estén cerca de ellos; incluso a que-
rer esas mismas manifestaciones. Rechazar 0
huir del afecto de los demas en modo alguno
es un signo de fortaleza; mas bien es manifes-
tacién de un comportamiento poco natural, de
una afectidad tal vez reprimida en exceso,
aunque se ignore cual sea su causa.
plenitud del querer
Una persona que se deja querer manifiesta
la naturalidad, seneillez y espontaneidad que
son las mas apropiadas para el homo huma-
rus. Dejarse cuerer es aceptar el querer de
Ja voluntad de otra persona y, por tanto, una
forma de querera esa persona, es decir, que-
rer su querer, sentir su sentir, sentir su que-
rer y querer su sentir, consentir en su sentir,
cosentir con ella e identficarse con ella.
Una persona se deja querer cuando esté con-
forme (con la misma forma) con lo que la
otra quiere, Estar con-forme con otra persona
es pattcipar en la misma forma de su querer,
es deci, estar conforme con su voluntad. La
forma de quererle se identifica asi con el
hecho de aceptar su querer y sélo por eso se
identican las dos voluntaces. Se llega asia la
plenitud de! querer, en el que una persona
puede decir a otra: “lo que ti quieres para mi
@s lo que yo quiero para mi, con indepen-
dencia de lo que pueda sentir, porque quiero
lo que tt quieres. Tu voluntad y la mia no son
dos sino una, porque ambas estén con-for-
rmadas (fienen la rrisma forma), y son con-
formes (estén de acuerdo y se iéentiican):
por eso son dos voluntades en una sol.
inundaciones afectivas
Estudiemos ahora el problema del emotv
mo. No es infrecuente hoy que se entienda
el amor como emotivismo. En ese c250, el
amor es sustituido por manifestaciones de
catifio y temura, tan ostentosas como epi-
dénicas, que no hincan sus raices en el
corazén de la persona, Estas “inundaciones
afectivas” no son efectivas, porque carecen
del necesario fundamento y, en consecuen-
Ga, pasan por las vidas de las personas de
forma fugez, instanténea y trivial.
Ese exceso —no de afecto sino de afeccién
superficial bloquea y asfixia la imaginacion
hasta desvitalizaria. Acaso por ello, quien asi se
comporia pierde la prontitud y agudeza nece-
savas para dejarse sorprender, La vida deja de
ser sorpresa y la persona daja de sorprender-
se como consecuencia de fa hartura que pro-
duce el embotamiento de la alecividad, Surge
asi, como dice el Profesor Llano, la apatia
(apatheia), el pasotismo, la ausencia de vibre~
én, la pérdida del esptitu de aventura, mien-
tras se desvenecen y extinguen los nobles ide-
ales concebidos durante la etapa adolescente.
El emotivismo es una actitud contratia a fa
apertura de la afectividad. El emotivismo es
sélo un modo aparente de sentir-sir-abrirse,
que ai satisface ni sacia porque sdlo recibe y
‘no da nada a nadie. La defensa de la afecti-
vidad hay que hacerla hoy desde otro lugar:
desde la mar adentro, donde las personas se
encuentran en la aventura, la soledad, la ale-
aria y el sufrimienta, la sorpresa y el desvali-
miento, circunstancias todas ellas mucho
mas humanes y auténticas.
EN LUGAR DE TEMER O
DEMONIZAR EL MUNDO DE
LOS AFECTOS, LO QUE LA
PERSONA TENDRIA QUE HACER
ES APRENDER A GOBERNARLOS
educacién para la vida|bibbui| educacién para la vida
personas empobrecidas
No sentir 0 no padecer —no querer sentir 0 no |
querer padecer— constituyen un empobrecimien-
to para la persona, la imposibilidad de llegar a ser
quien se es, la mutilacién de la afectividad que
desnaturaliza al propio yo. |
Desde luego, es mejor sentir que ser impasible.
Cuando una persona ni siente ni padece es porque
ha asentado su corazin en la indiferencia afectiva
Pero no acaba aqui la cosa. Es mejor atin querer
que senti. La petsona quiere cuando abre su /f
intmidad y 5e de @ ott. En cambio, almen-
tarse sdlo de las emociones es compatible
con estar replegado y cerrarse al otro, j
El emotivismo es la negacién de la J
afectividad, El emotivismo se repliega
} en la afectividad de si para si, sin
compartirla con el otro. El otro devie-
ne en el medio a cuyo través la afec-
| tividad es momenténeamente satis-
fecha en su superfciaidad, pero sin
i que el otro ocupe el centro de su
corazén,
H| Quien busca el emotivismo sdlo a si
mismo se busca. La persona emoti-
vista es un ser "tomante" que nada
da de si, que no comparte nada,
que se aisla en su menesteroso
corazén necesitado, que no se abre
a la relacién y al encuentro con
| nadie porque, sencillamente, es un
set sdlo demandante. Cualquier
otta persona es, por definicién,
excluida y desterrada de su vida
Sin embargo, la afectividad humana
es sobre todo relacién, presencia
del ovo, apertura, encuentro, didlo-
0, compromiso, es decir, salida
artiesgada de sf para regalarse y
perderse en el otro.ego en grado sumo
El emotivismo genera dependencia, porque
fa afectividad y las pasiones crean una sutil
adiccién, al que suele afiedirse un sindrome
de abstinencia: la resaca que deja tras de si
el hecho de que aquella se rompa y deje de
recibir el afecto que demandaba. En realidad,
aqul no se ha dado una relacién personal
Porque las personas no se han encontrado,
Lo que ha siicedido, sencillamente, es que
una persona se ha servido de otra y, por ef
momento, nada mas,
En el emotivismo estén ausentes cievtas
‘atacteristicas del amor humano como la
admiracion, la compasi6n, el agradecimiento,
la generosidad, el sacrfico, la solidaridad, la
busqueda del bien del otro, el cuidado, la
alegta, la piedad, Ia aceptacién total e incon-
dicionada del otto, la complicidad, la miser-
cordia, etc, es decir la perfecta y total dona.
Gin de si que se manifiesta en ese grandio-
so encadenamiento de actos virtuosos.
La persona afectada por el emotivismo, en
cambio, se mueve sélo por “razones" de
conveniencia ("esto me conviene o intere-
52") y de gusto o apstencia ("esto me ape-
tece 0 me gusta"). Por una u otra via, lo que
pone en marcha el motor de las decisiones
humanas es el encendido de las emaciones
inmediatas. Pero esas emociones, cargedas
de sensaciones, estén vacias de afectvidad
Porque no comparece en el hondén del
Corazén humano el compromiso con el otra
Se pueda vivir en el emotivismo, simulténea-
mente que el corazén humano no late, esté
en huelga, no sale de si al encuentro del
olro, no quiere y, precisamente por eso, se
encuentra solo y vacio. Esta *huelg del cora-
z6n" -de los corazones- es una de las claves
que ayudan a entender algunos de los pro:
blemias humanos de nuestro tiempo.
del corazén al sentimiento
Giussani ha descrito magistralmente el emo-
tivismo y sus trayectorias enajenantes, a
causa de los tres graves reduccionismos de
la razén (fa sustitucin del Acontecimiento
por la ideologia; la reduccion del signo a apa-
fiencia; y la reduccién del corazin a senti-
miento). Estudiemos este tltimo, que es el
que aqui y ahora nos importa,
“Tomamos al sentimiento, en vez del cora-
26n, como motor titimo, como rezén tiltima
de nuestro actuar —escribe Giussani—. Qué
quiere decir esto? Nuestra responsabilided
se wuelve iesponsable precisamente por-
que hacemos prevalecer el uso del senti-
miento sobre el corazén, reduciendo el con-
cepto de corazén a sentimiento. En cambio,
el corazén representa y acttia como el factor
fundamental de la personalidad humana; el
sentimianto no, porque el sentimiento, si
actiia él solo, lo hace por reaccién. En el
fondo, el sentimiento es algo animal (..). El
corazin indica la unidad de sentimiento y
azn. Esto implica un concepto de razén no
certada, una razén en toda la ampiitud de
sus posibilidades: la razén no puede actuar
sin eso que se llama afecto. El corazin —
como raz6n y afectividad- es la condicién
ara que la razén se ejerza sanamente. La
ccondicién para que la raz6n sea razon es que
la revista la afectividad y, de esta manera,
mueva al hombre entero”
LA CONDICION
PARA QUE LA RAZON
SEA RAZON ES
QUE LA REVISTA
LA AFECTIVIDAD Y,
DE ESTA MANERA,
MUEVA
AL HOMBRE ENTERO |
4
educacién para la vida|b