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INTRODUCCIÓN
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ESCENAS DE INSTITUTO
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ..........................................................................................................1
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ESCENAS DE INSTITUTO
EN EL AULA ................................................................................................................48
CON EL DE GUARDIA...........................................................................................48
ESTÁBAMOS SIN PROFE ...................................................................................50
LA ÚLTIMA CLASE DE LA SEMANA ............................................................... 51
EL BRONCAS DE TURNO ....................................................................................53
AMBIENTE DE CLASE .........................................................................................55
ZZZZ... ......................................................................................................................56
EL COLGADO...........................................................................................................58
NO PUEDO MÁS.....................................................................................................74
AL SALIR DE CLASE.............................................................................................76
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DOS AMIGAS
Entre ellos había una chica rubia que se llamaba Lara. Debía de tener
unos 14 años, e iba hablando con su amiga. Ella tenía el pelo rubio y la piel
muy blanca pero sus mejillas eran de un color rojizo y sus ojos, azules como
el cielo. Era la chica más popular del colegio, todos los chicos iban detrás de
ella, pero a las chicas no les caía nada bien, decían que era muy creída y que
iba de prepotente. Su amiga era muy tímida, tenía el pelo negro y la piel muy
morena, sus ojos eran verdes y era muy bajita. La amiga de Lara se llamaba
Sandra, era muy buena persona, muy simpática y siempre sacaba muy buenas
notas, todo lo contrario que Lara. Las dos siempre iban juntas a partes. Eso
a todo el mundo le parecía muy extraño: con lo diferentes que eran, nadie
entendía cómo podían ir siempre juntas y nunca pelearse.
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UN POCO DE PENA
Los de primero están todos juntitos para hacer piña, ¡no vaya a ser
que alguien se los coma! Los de segundo y los de tercero ya se pegan, sólo
llegar y saludarse. Y los perros verdes están todos juntos allí, fumando
como desesperados, y entre ellos comentan:
-Oye, que ahora voy a estar cinco horas sin fumar... ¡Y además tengo
un examen!
-¡Ostras!, yo también justo mañana tengo uno difícil, y aún no he sido
capaz de abrir el libro. Y además tengo que hacer montones de cosas esta
tarde... ¡Madre mía!
Más tarde, poco a poco, llegan los que te ponen las notas al final del
trimestre. Sí. Los profesores, que por sus caras ya puedes hacerte una idea
de cómo estarán en clase.
Toca la campana. Los más jóvenes tienen un afán por entrar dentro
que parece imposible de creer. Luego, algunos cogen el casco, le dan la
última calada al cigarro y entran. Pero antes de que toque la segunda
campana para estar en clase, llega el chico -o la chica- de la impuntualidad,
corriendo, arrastrando los pantalones, con la mochila que parece que lo vaya
a tumbar y los pelos alborotados. ¡Parece un despistado de la vida!
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JUNINHO Y GABRIELA
Son las ocho y veinticinco y por la avenida Sant Jordi suben los tres
chicos: A la izquierda, dos: uno más alto y con el pelo rizado y otro un poco
más bajito, con su bufanda y el cabello negro peinado hacia un lado. A la
derecha, su compañero Juninho sube escuchando música con su iPod y, como
no le interesa el tema de conversación, sube callado hacia el instituto.
Juninho es un chico alto, un poco más que su amigo del pelo rizado,
está bastante fuerte, y muchas veces va escuchando música. Viste con
pantalones tejanos, unas bambas “Puma”, un abrigo corto, jersey, camiseta,
y se pone una buena colonia. Se peina hacia el lado su cabello, que es un poco
largo. Él es muy feliz, y siempre charla o saluda a la gente, pero hoy sus
amigos están hablando de la Play y, como a Juninho no le gusta mucho jugar
a la Play, no toma parte en la conversación.
-Esta noche, aparte de que me fui a dormir tarde por culpa del
examen, he tenido dolor de cabeza, y no he podido dormir muy bien.
-¿Y no has tomado ningún medicamento? –pregunta su amiga.
-Sí, me tomé un gelocatil, y supongo que por eso no me duele la cabeza
esta mañana.
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-¡Buenos días!
-Buenos días -responde ella con menos ímpetu.
-¿Cómo te encuentras? – pregunta él.
De golpe, empieza a sonar el timbre del comienzo de clases
-Bien, aún tengo tos y mocos,
pero estoy mejor –le sonríe.
Él le devuelve la sonrisa y dice:
-Me alegro. Cambiando de tema,
¿cómo llevas el examen?
-Estuve estudiando hasta las
doce y media, pero no me lo sé.-
contesta.
-Siempre dices esto y luego
sacas buenas notas. –la anima él.
Sin darse cuenta se habían
puesto a caminar, subiendo por la
rampa, hacia las puertas del instituto.
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Eran las ocho cuando Isaac llegaba al instituto, allí se encontraba con
Quique, su mejor amigo. Se fumaban un cigarrillo mientras hablaban de
cosas sin importancia. Quique siempre había sido el mejor amigo de Isaac.
Era un chico muy alto, tenía el pelo largo a lo roquero y siempre llevaba su
chupa de cuero heredada de su padre. Era muy simpático y siempre tenía
temas sobre los que hablar. Al terminar el cigarrillo, entraban.
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-Verdad.
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PEREZA MATUTINA
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LLEGADA AL ZOOLÓGICO
Por fin, pasan sus amigos: un grupo de chicos y chicas que hablan
sobre un popurrí de cosas, desde que tienen mucho sueño y quieren que sean
ya vacaciones de Navidad, a que tienen ganas de que sea fin de año y
festejar hasta las tres de la mañana. Todos juntos se disponen a seguir
avanzando, como si el mundo acabara en el momento en que pisarán las
clases. Les da miedo llegar a ese punto.
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La fábrica del señor Deulufeu era la más antigua y fea de todas las
fábricas que se habían visto nunca. La fachada estaba descolorida y llena de
carteles rotos, pintadas y agujeros. Los ventanales estaban en su mayoría
rotos y, cuando llovía a cántaros, todos los obreros se daban cuenta. Cuando
ya habías pasado la fábrica, a la derecha, sólo había campos cultivados y,
por la izquierda, empezaban a aparecer el colegio y el instituto.
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Ahí va el típico alumno, alto, bien formado, con cara de no haber roto
nunca un plato, buenas notas y un poco plasta, pero soportable. El alumno,
siempre localizando profesores, y ¡pam!, el primero que pilla, el primero que
pringa. Y ahí la típica profesora que pringa, buena chica, muy inocente, guapa
y con muy buen humor por las mañanas.
Después de esperar a que abran las puertas, aún hay alumnos que
llegan tarde a clase, incluso algunos que se duermen y no vienen hasta
segunda hora.
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AVENTURA PELIGROSA
Eran las 8:15 de un lunes muy frío, la noche anterior había nevado y
las calles estaban mojadas y resbaladizas.
Llamaron al timbre sus amigos de toda la vida. Una primera vez, una
segunda y a la tercera, por fin, se despertó. Cogió la mochila, un abrigo y
fue al comedor a cogerle un cigarro “Camel” a su madre, ése sería su gran
almuerzo de esa mañana y la de muchas.
Sus amigos, que iban más abrigados que él, se rieron un poco y le
dijeron que no se preocupase, que el cigarro lo calentaría un poco. Boris
pidió un mechero a sus compañeros y encendió el cigarro. Iban por una calle
muy pequeña, por la que apenas pasaban tres personas a la vez y se pusieron
en fila. Mientras uno fumaba, el otro copiaba los deberes a última hora y
otro iba explicando lo que había sucedido el sábado por la noche en el
pabellón.
Sus amigos que le acompañaban todas las mañanas eran Quim Munzó y
Pepe Bagabundo. Quim era una persona muy inteligente, sacaba muy buenas
notas y además era muy buena persona. El contrario de Quim era Pepe: él
era una persona con muchos amigos, sacaba muy malas notas porque no le
importaba el colegio, y su padre poseía una gran empresa que él más tarde
heredaría.
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Después están los que siempre llegan tarde, entre los cuales siempre
hay cinco o seis que solamente vienen a calentar la silla y nada más.
Minutos más tarde, ya llega lo peor: Pasar por aquel pasillo tan largo
donde se encuentran las taquillas y, como ya he dicho, es largo, estrecho y
algunas veces hasta oscuro. A continuación suena la sirena: "PIP PIP", un
sonido "supercutre" que indica que la gente ya puede ir hacia sus clases,
aunque siempre hay las típicas pandillas que pasan totalmente y entran a la
hora que les da la gana.
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Como aquella pandilla de chicas que está ahí, a la esquina del pasillo.
Una de ellas es alta, delgada, estrecha de caderas, de pelo largo y flequillo
de lado. Es de piel morena y ojos marrones. Por detrás aparece otra chica,
también alta, gordita, amplia de caderas, de pelo más corto que largo, cuello
alto y flequillo de lado. Se llaman Verónica Villanueva Gómez y Julia
Hernández Ortega. Al llegar, se escucha una discusión entre ellas:
-Tú, ¿de qué vas, chavala? ¡Que me entere yo otra vez que vas
diciendo de todo por ahí!
-Y a ti ¿quién te ha dicho eso?
-Bueno, tú vuelve a decir algo y te vas a enterar.
-De acuerdo.
Julia se gira y se escucha decir a Verónica:
-¡Vaca!
-¿Qué has dicho? Vuélvelo a repetir, que te rompo la cara. ¡Niñata!
-¡Vaca!
-Tú, niña, vete preparando, porque a las dos te espero a la puerta del
insti.
-De acuerdo. Prepárate, que vas a flipar.
Luego, todos los alumnos entran en sus aulas y cada uno se sienta en
su sitio, sacan el material y empieza la clase. Todos los alumnos prestan
atención, algunos totalmente despiertos y atentos, otros con un sueño que
casi ni pueden aguantar la cabeza. En fin, la entrada al instituto es un
rollazo.
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CONVERSACIONES
Marcos era un chico que, como cada día, se levantaba pronto para no
llegar tarde al instituto. Al llegar a las ocho y cuarto a la puerta, se
encuentra con sus amigos, que se están fumando un cigarrillo antes de
entrar en las clases. Están todos en un rincón de la puerta, apoyados en las
motos.
- ¿Qué os ha pasado?
Pedro contestó:
- Esta noche hay un concierto y no nos
alcanza el dinero.
Carlos dijo:
-La entrada vale 20 euros.
(Suena la segunda campana)
Marcos respondió:
- Chicos, después hablamos en el recreo, es hora de ir hacia la clase.
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Una pandilla de gente vestida de negro, con los ojos y los labios
pintados del mismo color, se acerca lentamente. La gente se les queda
mirando, pero en silencio, casi quedándose sin respiración. Las miradas se
centran sobre todo en las cadenas que la mayoría llevan colgando, en el pelo
de colores rojizos y azules, y los piercings que llevan en la boca, la nariz o
las cejas. Ellos, sin inmutarse, se acercan a la puerta, sin entrar, claro, y se
ponen a hablar de cosas incomprensibles para los demás oyentes.
Luis no había leído nunca un libro y, menos, estudiado pero por alguna
razón, seguía viniendo al instituto. No se relacionaba mucho con la gente, ya
que casi todo el mundo le ignoraba porque tenía un carácter difícil de
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-¿Qué miras?
-Me has dado un empujón.
-¿Y qué? ¿Te molesta?
-Sí, la verdad
-¡Pues te aguantas!
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APUNTE BREVE
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ESPERANDO EN LA PUERTA
Miró el reloj. Faltaban todavía diez minutos para que empezaran las
clases.
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VENDIENDO POLVORONES
Una mañana fría del mes de diciembre a las ocho, los estudiantes de
secundaria del instituto de un pueblo pequeño, pero lleno de buenas
personas, esperaban que la conserje del centro, una joven rubia de mediana
estatura, delgadita y simpática, les abriera la puerta. Mientras, los alumnos
comentaban qué habían hecho durante el fin de semana.
-Oye, Manuela, ¡qué frío que hace hoy! ¿Te apetecen polvorones? Es
para poder pagarme el viaje a Italia.
La conserje le contestó:
De repente, sonó el primer aviso para entrar a clase, José entró muy
feliz y Manuela se incorporó a su puesto de trabajo. Así empezaba otro día
de rutina, clases y exámenes.
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Más tarde llegan la mayoría de los alumnos, casi todos con cara de no
haberse querido levantar, otros más positivos por haberse encontrado con
su pareja, y con ella ignoran la manada de alumnos que les pasan por al lado.
Son cerca de las ocho cuarenta y cinco cuando los más dormilones se
asoman a la ventana de la clase.
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EL APROVECHADO
Eran cuatro los minutos que habían pasado desde que había sonado el
despertador de Miguel, un chico tímido, educado, sincero y orgulloso de sí
mismo. Tenía una cara fina y expresiva, unos ojos dulces y azulados, con
unas pestañas largas y unas cejas extremadamente delgadas y unos dientes
blancos y alineados. Solía vestir de forma discreta pero muy bonita, con
colores pálidos.
-¡Migueeeeeeeeeel!
-Hola.
-¿Teníamos deberes de mates?
-Sí, había muchos, y muy largos…
-Bueno tú me los dejas copiar, ¿verdad? ¿A que sí? Venga, va, ¡di que
sí!
-Pf… qué remedio…
-Así me gusta, Miguel.
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Y con esa frase, se dirigió hacia su taquilla, donde tenía sus libros.
Cogió los de física y química y se dirigió hacia su aula, donde se tenía que
esperar hasta que viniera Rosa, la profesora. Y a partir de ese momento,
empezó su largo y pesado día en el instituto.
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En esta época del año, por la mañana hace frío y todos van abrigados
hasta las orejas, vistiendo prendas de diversos colores que contrastan con
los tonos fríos y oscuros del instituto, formando un bonito ambiente.
Javier, que era su mejor amigo y muy aplicado en los estudios, se detuvo,
abrió su pesada mochila y, después de ojear su agenda, respondió:
Por primera vez, Javier había olvidado hacer los deberes, sabía que
no hacerlos significaba una mala nota…
- ¡Dios existe!
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ESTA ES LA REALIDAD
Más abajo hay otro “sitio”, llamado el callejón, donde están los
gamberros, ahí sí que nadie se atreve a acercarse y menos aún los
profesores, por eso los que pertenecen a este “sitio” hacen lo que les viene
en gana. Así son las cosas.
Y más abajo aún hay otro “sitio”, llamado el territorio rosa y, como te
puedes imaginar, hay chicas, mejor dicho niñas pijas de papá que no saben
hacer otra cosa que hablar de ropa y de tíos, pero sobre todo les encanta
criticar:
-¡Tía, tía, tía!, ¡qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte! ¿Sabes con quién
se ha liado Sweat? Con…
-¿Con quién, con quién? ¡Ay dímelo ya!
-¡…con Paolo!
-Qué fuerte. Será la tía… ¡Pero es que Paolo es tan divino de la
muerte!
-Ey, mira esa, cómo va, qué cutre, ¿Cómo puede ir así vestida?
-Qué asco…
Pero en este puzzle hay piezas que no encajan, como por ejemplo Cris
y su mejor amiga, Lucía. No pertenecen a ningún “sitio”. Cris es alta, delgada
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y morena, en cambio Lucía, es más pequeñita, con el pelo castaño claro y los
ojos verdes. Y Cris tiene un carácter muy fuerte, es muy dura y pasota,
pero tiene un gran corazón, al igual que Lucía, pero a diferencia de ella a
Cris no le importa esa tontería de no pertenecer a ningún “sitio”. Y ese
mismo lunes, mientras van subiendo por la rampa sin pararse en ningún
“sitio”, Lucía le pregunta a Cris:
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Cada mañana, los jóvenes, entre las ocho y las ocho y veinte, suben al
instituto. Algunos van andando con sus amigos y otros como Julián, que
siempre sube solo escuchando música, e intenta subir lo más rápido posible
para hacer un cigarrillo antes de entrar en el edificio. Los privilegiados van
en moto o en coche, porque viven demasiado lejos para subir andando o
simplemente porque son perezosos.
Julián, que aún está en el porche porque quedan cinco minutos para
que suene la sirena, se enciende el cigarrillo y le dice a Daniel:
Felipe sale del coche con la cara pálida, cara de miedo, bebiéndose un
zumo de naranja y tocándose el brazo. Acaba de llegar del hospital y le han
hecho un análisis de sangre. El alumno que siempre ha parecido el más
fuerte y corpulento, hoy será el más débil.
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YAIZA Y ÉRIK
Los minutos van pasando y los más puntuales empiezan a llegar a ese
instituto cuya fachada es parecida a la de un museo, de colores cálidos,
potentes, intercalados con colores pastel.
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En dirección al aula, Yaiza está contenta, Erik por una vez se ha dado
cuenta de que existe.
Por la esquina venía Erik. Había estado siguiendo a Yaiza por detrás.
Él también sentía algo por ella. Erik se dio cuenta de que algo le estaba
pasando a Yaiza y fue a defenderla.
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MOTIVACIONES
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Era un lunes a primera hora y todos los alumnos estaban en ese pasillo
tan largo y tan frío a la vez, esperando que llegara la profesora, cuando
vieron a esa mujer bajita, de pelo castaño y ojos oscuros. De carácter,
aunque no lo aparentaba, tenía una mala leche que no había quien la
aguantara y, encima, aquel día venía de mal humor. Era por eso que los
alumnos deseaban siempre que no hubiera venido para que, al menos un día,
alguien se librase de otra de las muchas broncas que repartía.
Ese día, cuando ya estaban todos dentro de esa clase tan fría,
pequeña y maloliente en la cual estaban ubicados, terminó de pasar lista y, al
cabo de un rato, llegó Juan. Era alto, flacucho, rubio, ojos claros y de
carácter era muy tranquilo y despistado; el que llegaba siempre tarde. Y fue
entonces cuando la maestra empezó con su recital:
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ESCENAS DE INSTITUTO
¡PILLADOS!
Una mañana soleada y húmeda, con los rayos de sol que calentaban
muy poco y todas las calles cubiertas de capas de hielo deshaciéndose, una
chica llamada Jessica García salía de su casa a las ocho menos cuarto.
Era una chica de baja estatura, delgada, con el pelo moreno y largo,
que le llegaba hasta las caderas, con unos ojos azul cielo muy claritos y una
nariz chata; una persona muy simpática, alegre, divertida pero algo tímida.
Iba en busca de su amiga Sindy para ir al instituto. Sindy era una chica un
poquito más alta que Jessica, también delgada, pelo rubio y corto. Tenía
unos ojos marrón color miel; una persona simpática como Jessica, alegre,
divertida y extrovertida.
Como a la hora del patio abrían las puertas, decidieron aparecer por
el instituto a las once y media, y así fue, a la hora del patio estaban los dos
allí.
Cuando empezaron las clases, a las doce, les tocaba sociales, pero
como la profesora no había venido, esperaban a un substituto. Emocionados
y sin estar preocupados de qué podría pasar si los pillaban por hacer
novillos, hablaban con Sindy y Alex.
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ESCENAS DE INSTITUTO
TOMA DE CONCIENCIA
Vago para acordarse de lo que tiene que hacer para ayer y dejarlo
para la semana que viene, y cobarde por saber las cosas y no querer
demostrarlas o, por lo menos, intentarlo. Vago y cobarde por ser testigo del
sufrimiento y las injusticias y callar. Vago y cobarde para admitir que él es
parte de esa sociedad a la que tanto critica. Vago y cobarde para admitir
que, con su vagancia y su cobardía, demuestra que no puede presumir de
inteligente. Vago y cobarde porque así son las personas, lo admitan o no.
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EL TÚNEL DE LA MUERTE
Todos los días, como siempre solía pasar, los colegas del IES
Domènec Perramon ya empezaban a subir por la rampa. Los días parecían
unos calcados de otros, siempre estaba esa multitud de gente con la mochila
llena de libros y esas caras dormidas, pero entre ellos, dos o tres que la
llevaban sólo para disimular, porque dentro tenían simplemente un estuche.
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EN EL AULA
CON EL DE GUARDIA
Sacan los libros de catalán para hacer una redacción que tienen de
deberes para la semana siguiente. Pero, como siempre, empiezan a hablar y
hablar y no hacen nada más que escribir dos líneas. Pero esta vez no hablan
solas, sino que también se ha integrado en la conversación el profesor de
guardia. María está haciendo la redacción mientras habla. Tiene la facilidad
de concentrase y las ganas de trabajar como nadie. Han empezado hablando
de los libros de lectura que tienen que leer en la ESO, de sus aficiones, de
los grados de inteligencia y luego de qué les parecía la monarquía y la
libertad de expresión. Aquí se ha montado una con la revista “El jueves”...
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ESCENAS DE INSTITUTO
De golpe, se ha escuchado un
murmullo y ha sonado el terrible
timbre, y eso quería decir que llegaba
el patio. Todos han salido tan rápido
que ni al profesor de guardia le ha
dado tiempo de decirles que subieran
las sillas.
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- ¿Quién ha sido?
- Y todos: ¡Yo no! ¡Yo no!
Pero claro, era un poquito de lógica quién había sido, pero nadie decía
que había sido él. Y después dijo:
- Los que hayan sido, que se levanten y lo recojan, que no les pondré
ninguna falta de disciplina.
Y cuando acabó de decir eso, se levantaron casi media clase y los
recogieron todos. Claro, la profesora los vio a casi todos levantados y se
quedó muy sorprendida.
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ESCENAS DE INSTITUTO
Miguel era el típico chico que siempre busca follón, físicamente era
de estatura media, rubio y con la cara un poco redonda. Siempre llevaba
puesta una gorra que nunca se quitaba, aunque le pusieran un parte. Él no
paraba quieto ni un segundo, no dejaba de incordiar a la clase.
Justo cuando entró ya comenzó a liarla: cogió una bola de papel del
suelo y se la tiró a Juan, el “marginado de la clase”. El pobre ya estaba harto
de que Miguel le molestara cada minuto. María ya lo sabía, por eso agarró a
Miguel y le puso al fondo de la clase. Había pasado un cuarto de hora y aún
no habían abierto los libros.
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Por fin sonó el timbre que anunciaba el fin de semana. A Maria no le dio
tiempo de desearles un buen fin de semana que ya habían salido de clase, los
más despistados sin subir la silla.
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EL BRONCAS DE TURNO
Marc era un chico alto, moreno y bastante guapo que parecía ser el
mejor chico de la clase, pero también era impaciente, nervioso, y con pocas
ganas de estudiar. Siempre que tocaba una asignatura que no era de su
gusto, como mates, decía:
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Ya era un poco tarde, quedaban unos diez minutos, y otra vez la clase
se volvía a revolucionar, unos ya guardaban sus materiales, los otros se
giraban y empezaban a hablar con el compañero de detrás, y otros, como
Marc, ya estaban dormidos desde hacia un buen rato. Aquella clase era
terrible, para la profesora y para los alumnos que realmente querían
estudiar.
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AMBIENTE DE CLASE
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ZZZZ...
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- Verás…
-Nada de excusas, ya te puedes largar fuera, y no quiero ni oírte.
¿Qué es esto? Ni que estuviéramos en primaria.
-Eh, frena, frena, que tampoco es para tanto.
-A mí me hablas con respeto, ¿eh? no me hagas enfadar más y tira
para allá.
-¡Joder, pero ¿por qué? ¡Si no he hecho nada!
¿Dormirme? Lo próximo ¿qué será?, ¿castigarme por
respirar?
-Se acabó, es la última subida de tono que te
aguanto. ¡Tira “p’abajo” y pídele un parte al de guardia!
- Pero joder… bah, tío, acuéstate, ya me largo.
(Entre dientes) gilipo…
-¿Decías algo?
-No, nada, que da gusto tener profesores tan
agradables como tú (carcajadas por parte de sus compañeros, precedidas de
una sonrisa triunfal de Juan).
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EL COLGADO
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Cuando por fin llegó hasta el patio, tras esquivar a todos los niños que
se encontraban en medio de su trayecto, sacó su bocadillo de morcilla con
mortadela del interior de la mochila y se dispuso a comérselo. Era su
bocadillo preferido, entre otros, como por ejemplo el de lentejas con
chorizo o el de tortilla de habichuelas.
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Los cuatro alumnos se dirigen al otro lado del patio a reunirse con
Carlos y José.
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Más tarde, Carol descubrió lo que había pasado entre María y José a
la hora del patio, secreto que ella le confesó, ya que se trataba de su mejor
amiga. Al cabo de tres días, la noticia se expandió totalmente hasta llegar a
oídos de sus madres.
En fin, justamente ese mismo día, hacía mucho viento y frío, cosa que
ya le había dicho a María su adivina privada, que cualquier día nublado se
convertiría en su mejor día.
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EN LA CANTINA
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ESCENAS DE INSTITUTO
Esto le pasó hace pocos días a una niña llamada Eva. Era un día como
siempre, se levantaba para ir al colegio cada mañana a las siete y media y
salía de su casa a las ocho para así poder llegar a tiempo al colegio, que
empezaba a las ocho y media.
Las clases finalizaron y todos salieron del colegio. Eva pensaba que
Laura y sus perros falderos se habrían ido hacia sus casas dejándola en paz,
pero no fue así: ellas la estaban esperando en el parque de abajo, para poder
atizarle.
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La última de las chicas se llama Elena. Tiene unos ojos muy peculiares
y grandes que hacen de ella una persona muy atenta y observadora, es de
estatura media y tiene el pelo liso.
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Eran las once treinta de la mañana cuando sonó el timbre para salir al
patio del instituto. Todos salían de sus respectivas clases para ir a comerse
su bocadillo o lo que hubiesen preparado sus madres.
En ese momento, Diego Ruiz, una persona muy abierta, con las ideas
claras, de estatura más bien baja, con los ojos verdes y una melena
descontrolada, se le pone a hablar y le dice:
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ESCENAS DE INSTITUTO
Al mismo tiempo, Leonor Ruiz, una chica muy cursi en el vestir pero
una bellísima persona, tanto por dentro -con sus chistes para animar el día-
como por fuera -con su melena larga y bien cuidada y sus ojos azul turquesa-
se quedó mirando fijamente a su amor imposible, Marc Mestres, una persona
muy atractiva físicamente y también muy amable con los compañeros.
Marc observó que Leonor lo estaba mirando con esa mirada de pasión
y se sintió incómodo. Decidió coger su cartera e ir tirando hacia clase.
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ESCENAS DE INSTITUTO
Eran las cinco y media de la tarde cuando los alumnos del instituto
salían como toros de las clases. Estaban todos eufóricos por irse a sus casas
y salir de allí.
Cuando salían del instituto, lo primero que veían era el cielo oscuro,
lleno de humo. Todo ese humo provenía de la gente desesperada por haber
estado dos horas sin fumar, que necesitaban un cigarrillo para bajar sus
tensiones.
Un poco más atrás había un chico con los pelos de punta, con
pantalones tejanos y una camiseta con calaveras. Vaya, que parecía un
chulillo de esos que siempre busca líos donde meterse. El pobre Manuel no
se daba cuenta de que ese chico y sus coleguillas estaban detrás burlándose
de él, así que seguía con su camino.
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ESCENAS DE INSTITUTO
-Quizá tengas razón, pero no es excusa para que te dejes tratar así–
añadió ella.
Por lo que se ve, esta chica está loca perdida por Manuel.
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ESCENAS DE INSTITUTO
PELEA A LA SALIDA
Uno de ellos era un chico no muy alto, delgado, de pelo castaño y muy
antipático llamado Ismael y conocido como “el Borde", que se quería vengar
de los insultos del otro chico. Éste era alto, gordo y de pelo negro, pero con
bastante fama de fuerte. Se llamaba Gregorio y era conocido como
“Stronger”.
Cuando los demás vieron que esto ya era demasiado peligroso, algunos
fueron a avisar a los profesores. Otros intentaban separarlos como podían,
hasta que vieron al director y a la subdirectora, que se los llevaron al
instituto para hablar de lo que había pasado.
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ESCENAS DE INSTITUTO
ESCENAS DE VIERNES
NO PUEDO MÁS
-No guapa, el churri prefiere viciarse con la play que quedar conmigo,
pero igualmente vamos a quedar, ya verás… ¿Y tú?
-¿Yo? Todo el fin de semana haciendo el vago, estoy hasta los cojones
de escuchar a todos los profes diciendo cosas inútiles, y de hacer “La vida
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ESCENAS DE INSTITUTO
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ESCENAS DE INSTITUTO
AL SALIR DE CLASE
Los primeros en salir eran los ansiosos por su cigarrillo, como Faustín,
que antes que nadie estaba debajo del porche de las motos intentando
encender un mechero rojo. Faustín era blanco como la nieve y de buena
estatura, no era demasiado corpulento, más bien al contrario, y tenía el
cabello largo y alborotado.
Miguel era el gamberro del cual todos saben sus hazañas, algunas
ciertas, algunas exageradas y otras inventadas por él o por sus amigos. Era
moreno, no demasiado alto y de pelo corto; siempre llevaba una gorra que lo
caracterizaba.
Pasó una hora y Miguel pudo salir. Lo esperaban unos cuantos amigos
suyos apoyados en las motocicletas, y les dijo:
Pero a la vez hizo una cara extraña que delató la mentira que acababa
de decir. Pero nadie se atrevió a contradecirle y se acabó el cigarro con
cara de pasotista.
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Oliver estaba más que harto de las cremitas con las que tenía que
dormir cada noche para eliminar los malvados granitos. Que, por cierto, no
funcionaban. Ir a clase era para él un sin vivir, y eso empezó a afectar a sus
maravillosas notas, que empezaron a disminuir, aparte de alguna que otra
patadita que le daban sus compañeros.
El día de St. Jordi fue un desastre para todos menos para Oliver, que
quedó satisfecho.
- Toc, toc. ¿Se puede? -dijo Oliver con voz muy tímida.
- ¡Adelante! -dijo una voz muy amable.
- Pues mucho me temo que vas estar viniendo cada sábado por la
tarde a ayudarme a reordenar mi despacho.
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ESCENAS DE INSTITUTO
Hasta que apareció por los periódicos el titular de que “Oliver Pitzen,
hijo de la prestigiosa familia descendiente de la burguesía de los Pitzen, se
suicida.”
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ESCENAS DE INSTITUTO
UN CINCO ES APROBADO
Hacía tiempo que se conocían, y aunque Román sabía que Diego era un
chico de mucha “pasta”, ese día aún se sorprendió al ver cómo iba vestido…
Entonces se dio cuenta de que en la familia de Diego no es que hubiera
dinero, más bien les sobraba. Iba vestido de marca hasta el cuello, llevaba
una camisa de tirantes para marcar unos músculos que se adivinaban debajo
de la camisa, unos músculos que sin duda eran de gimnasio. También llevaba
una cazadora que le debía de haber costado medio millón de euros, unos
pantalones cuya marca era impronunciable, y unas bambas que Román juraría
que las había visto el día anterior a la venta por más de doscientos euros.
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ESCENAS DE INSTITUTO
A ver: ¿de qué le servía a Román aprender a distinguir entre una roca
metamórfica y un esquisto? ¿Acaso los profesores no tenían nada mejor que
hacer que enseñarnos cosas, a las que ni ellos mismos encontraban el
sentido?
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-¿Y ahora porqué chillan? -pensó Román- ¡Es que a uno ya no lo dejan
dormir tranquilo! Pero si hace un momento solo se oía la profesora con su
soporífera lección, ¿Qué demonios les pasa?…
-¡¿Qué?!
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-¿Te has dejado algo? – le preguntó ella con un acento que hizo
pensar a Román que era inglesa…
-Sí, me he dejado la carpeta- dijo rápidamente. Estaba más tranquilo,
aunque tuvo que hacer un esfuerzo para que no le temblara la voz.
-Pues mira a ver si está, aunque yo no he encontrado nada.
-De acuerdo, gracias.
-Es ahora o nunca -se dijo Román- y cogió las llaves de un zarpazo.
Antes de que la pobre mujer se diera cuenta ya estaba reunido con
Diego:
-¿Se puede saber dónde has estado?
Román, que no se veía en condiciones de hablar, le mostró las llaves:
-¿Y qué piensas hacer con eso? -preguntó Diego con un tono de
curiosidad en la voz.
-Voy a abrir conserjería y haré fotocopias de los exámenes de
mañana.
-¿Pero te has vuelto loco? ¿Y si nos pillan? ¡Nos expulsarán!- Diego
parecía preocupado- No podemos entrar allí, nos encontrarán seguro.
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entrar en aquella sala. En más de una ocasión se escondieron al oír algún que
otro ruido. La mayoría de las veces tan solo eran los muebles que, por culpa
de la variación de temperatura, crujían con un sonido de lo más
escalofriante. Hubo una vez en que de oír tanto crujir de los muebles, se
confiaron y estuvieron a punto de descubrirles, se llevaron tal susto que no
volvieron a bajar la guardia.
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PARA ACABAR...
Por la noche ya estaba ahí, era un lugar que yo conocía bien, pero
ahora tenía un aspecto aún más tenebroso y horrible que de día: era oscuro
y sus pequeños árboles parecían querer matarme. Estaba delante del
instituto (mi objetivo), sólo llevaba un buen garrote de acero, mi puño
americano, 20 kg. de TNT, 60 l. de gasolina, mucha ira y una botella de Jack
Daniels.
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EL ESTRESADO
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