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LA DENOMINACION POETICA. Y LA FUNCION ESTETICA DEL LENGUAJE El objetivo de la reflexién que sigue es establecer la diferencia entre ta denominacién poética y otras clases de denominacién. Por denominacién poética entendemos toda denominacién que se halla en un texto con fun- cidn estética predominante; es decir, no s6lo la denominacién figurada, Por un lado, ja denominacién figurada trasciende a menudo los Ifmites de Ia poesia, pues se encuentra también en el lengwaje camunicativo, y no sélo en forma de tropos lexicalizados, sino también en forma de figuras creadas esponténeamente (como las emotivas); por otto lado, no toda de- nominacién poética es figurada: existen incluso escuelas posticas que li- mitan el uso de las figuras al minimo. {Cudl es la propiedad caracteristica de la denominaci6n poética.si su esen- ciano la constituye el carécter figurado? Muchas veces se ha seftalado que la propiedad especifica del lenguaje poético no consiste en su “plastci dad”, El enunciado poético no tiene que tender a la evocacién de una ima gen plistica. Igualmente erréneo seria sefialar la “novedad” como la pro- piedad fundamental de la denominacién poética, ya que a menudo encon- tramos poetas y hasta escuelas poéticas enteras que privilegian las formas de denominacién tradicionales, a veces “poéticas”, pero también otras que pertenecen al léxico del lenguaje corriente. Por consiguiente, la propiedad especifica de la denominacién poética est por veriguar. Como punto de partida tomasemnos cualquier expresién que pueda ser entendida, gracias a la indererminacién de su matiz semantico, como parte de un enunciado comunicativo o como fragmento de un texto poético. Asi es, por ejemplo, la frase “est4 cayendo la tarde”. Esponténes- mente la percibimos como comunicacién, pero con un cambio de enfoque seméntico muy bes te podriamos interpretar como uns cita poética saca- da de un texto imaginario. En cada uno de los dos casos se impondré un Signo, fancién y valor 97 aspecto seméntico diferente. Sila frase es considerada como comuni¢a- ci6n, la atencién del receptor se centrar sobre la relacién entre la denomi- naci6n y la realidad referida, Pueden surgir dudas acerca de su valor docu- mental y entonces preguntaremos: realmente esté atardeciendo?; o bien: je8 equivocada o incluso falsa esta afirmacién?; o: :s¢ trata de un ejemplo gramatical desprovisto de cualquier relacién con una situacién real?; etc. La respuesta a estos interrogantes—que se podrian formular de otra ma- nera © quedar inexpresados—decidird sobre el alcance de la comunica- cin para la eventual accién. En cambio, nuestra actitud hacia el enuncia- do mencionado cambiaré por completo tan pronto como lo entendamnos como una cita poética. De inmediato nuestra atencién se centraré en su relacién con el contexto, aunque sea tan s6lo un contexto supuesto. Si no Joconocemos, vacilaremos: ges esta frase el comiienzo, el final ol estribi- Io de dicho texto poético? Segiin la solucién por la cual optemos cambia- 14 netamente el aspecto semantico de la supuesta cita, Si en lugar de un ejemplo inventado recurriéramos a wa texto poético completo, por ejem- plo un poema Irico, podriamos averiguar toda una serie de relaciones que unen sus elementos (palabras, frases, etc.) y determinan el significado de cada uno de ellos por el lugar que le corresponde en Ta cadena. La denominacién postica esté determinada, en primer término, no tanto por su relacién con la realidad referida, cuanto por el modo de su inser- ci6n en el contexto, Asi se explica el conocido hecho de que una palabra 0 un grupo de palabras caracterfsticos de cierta obra poética prominente, al ser sacados de su contexto y trasferidos a otro, incluso a un contexto co- municativo, traen consigo la atmésfera seméntica de la obra por la cual han pasado y con ta cual estén conectados en la conciencia lingtifstica de la colectividad. La inserci6n intima de la denominacién poética en el contexto permite explicar, al menos en parte, la tendencia del lenguaje poético a la denomi- nacién figurada, y particularmente a las figuras nuevas, no automatizadas, Un desplazamiento radical det significado Iéxico s6lo es posible si el con- texto indica con suficiente claridad la realidad para cuya denominacién se haempleado de una manera inusitada ¢ imprevista la palabra-figura dada; el contexto le impone al lector el significado otorgado a la palabra por la decisiGn individual y tnica del poeta (Tomashevski, Teorfa de la literatu- 98 - La dimensién signica del arte ra). La importancia del contexto para laconstruccién seméntica del enun- ciado poético se desprende, ademés, de! hecho de que muchos de los pro- cedimientos estilisticos empleados por la poesfa sirven para establecer relaciones seménticas mutuas entre las palabras. Por ejemplo, la eufonia confronta no s6lo actistica sino también seménticamente palabras seme- Jjantes en el sonido. La composicién interna del signo lingiistico es, pues, muy diferente en el enguaje poético que en el enunciado comunicativo: en éste la atencién se ditige especialmente hacia la relaci6n entre la denominacién y la realidad, § en aquél sobresale la conexién entre la denominacién y el contexto ci cundante. Esto no quiere decir que la denominacién comunicativa esté del todo exenta de la influencia del contexio, o que la denominaci6n postica esté completamente desprovista de una relacién con Ia realidad; sélo sé trata, por decirlo asf, de un desplazamiento del punto de gravedad. El de bilitamiento de la relacién directa con a realidad convierte la denomina= cién en un procedimiento poético. En consecuencia, el enunciado poético no puede ser valorado (mientras sea concebido como poético) segtin los criterios vélidos para la veracidad de los enunciados comunicativos ficcidn postica es epistenoldgicamente muy diferente de la “invencién”, que es consciente o inconscientemente falsa. Bl valor de la denominaci6n poética esté dado tan sélo por el papel que ésta desempefia en la construe: cién semantica global de Ia obra. 2 + Antes de proseguir con el estudio de la denominacién postica, conviené recordar el conocido esquema de Biihler de las funciones basicas del sig- no lingiifstico.' Segdn dicho esquema, tales funciones, que derivan de la propia esencia del lenguaje, son tres: la representativa, la expresiva y la apelativa. Cada una de ellas deriva de la relacién activa del signo lingi tico con una de las tres instancias necesariamente presentes en la enuncia- cin lingifstica: como representacién (Darstellung) funciona el signo lin- 1K, Buhler, Sprachtheorie (lena, 1934) 24 sigs Signo, icin y valor 99 glifstico con respecto a la realidad a la cual se refiere, como expresién funciona en relacién con el sujeto locutor, y como apelacién esté dirigido al sujeto receptor. Mientras tengamos en mente Ia enunciacién puramente comunicativa, el esquema de Buhler es plenamente aceptable, pues en cada enunciacién comunicativa podemos discemir sin dificultad las tres, funciones bdsicas, y particularmente aquella que prevalece en el caso dado, En cambio, la situacién es muy diferente en el andlisis de la enunciacion poética. Aqui también podemos averiguar la presencia de las funciones, ‘nombradas, pero en el primer plano aparece una cuarta funcién, que el esquema de Bilhler no menciona. Esta funcién esta en contraposicién a todas las dems, por cuanto enfoca la atenci6n sobre la construccién mis- ma del signo linglistico, mientras que las tres funciones mencionadas es- tin dirigidas a instancias extralingUifsticas y a objetivos que trascienden el signo linglistico, Por medio de las primeras tres funciones, el empleo del enguaje adquiere implicaciones précticas; la cuarta funcién saca el len- guaje de una conexién directa con la vida préctica. Esta funcién se lama funcién estética, y con relaci6n a ella, todas las demés se pueden lamar globalmente funciones précticas. La concentracién de la funcién estética sobre el signo mismo es consecuencia directa de la autonomia que es pro- piade los fenémenos estéticos. Con la funcién estética nos hemos tapado yan la indagaciGn de la referencia de la denominacién poética: sien la poesfa la referencia cede frente a la relacién con el contexto inmediato, este desplazamiento tiene lugar precisamente debido al enfoque estético que centra la atencién sobre el signo mismo, Podrfa objetarse que el fenémeno del que venimos hablando atafie s6lo a Ia poesia, donde el lenguaje suele ser transformado con violencia, y que la aplicaci6n poética del lenguaje no puede compararse con su utilizacién normal: lo que vale para el lenguaje de la poesfa, no vale para el lenguaje en general. A estas objeciones respondemos lo siguiente: 1. El abuso es el optiesto necesario, y a menudo ttil, del uso normal de cualquier cosa: “abusar” de una cosa significa muchas veces ensayar, consciente 0 in- conscientemente, un modo nuevo y desconocido de su empleo. 2. El limi- te que separa la funcién estética de las funciones pricticas no siempre es evidente y, sobre todo, no coincide con el limite entre el arte y las demas actividades humanas. Ni siquiera en la expresién artistica puramente au- ‘t6noma estén suprimidas del todo las funciones précticas (en nuestro caso 100 11 La dimension signica del arte las tres funciones lingtifsticas citadas), de modo que toda obra poética es 2 un tiempo (al menos virtualmente) representaci6n, expresi6n y apelacién, A menudo estas funciones précticas tienen us papel notable en la obra artistica; por ejemplo, la funciéa representativa en la novela, la expresiva en la lirica. ¥ viceversa, ninguna actividad préctica esta del todo despro- vista de la funciGn estética. Esta funcién esté presente, al menos poten- cialmente, en cada acto humano. Por ejemplo, aun en el habla més co- rriente se evoca la funcién estética con cada provedimiento en el cual so- bresalgan las relaciones seménticas que atraviesan y organizan el contex to. Cada semejanza fonética llamativa entre las palabras, cada inversién inesperada del orden de las palabras es capaz de producir un estremeci- miento de placer estético, Es tan poderosa la funciGn estética, incluso s6lo en potencia, que a menudo en fa correcciGn de estilo de textos intelectuat les puramente comunicativos es necesario eliminar las més leves seftales de deformacién de las relaciones seménticas para que la atencién del lec! tor no se fije en el signo mismo. La funcién estética es omnipresente; por tanto, la Tingiiistica no puede negarle un lugar entre las funciones bésicas del lenguaje. Queda otra objecién posible: que Ia funcién estética no pertenece a las funciones lingiisticas, porque su campo de accién no se limita al lengua- 4 je. Basta responder que la funcién estética, siendo la negacién dialéctica de cada funcion préctica, adopta siempre el cardcter de aquella funciGn a fa cual se contrapone en el caso dado; si llega a contraponerse a las funcio® nes linglifsticas, se convierte ella misma en funci6n lingtfstica. Asf mis- ‘mo, su participacién en el desarrollo de la lengua y de la cultura linguifsti« aes considerable, aunque nosotros no la sobrevaloramos como lo hace la escuela de Vossler; por ejemplo, las novedades Iéxicas con frecuencia penetran en el uso corriente con el pretexto del efecto estético. Falta eliminar un dio malentendido posible: aparentemente nos con- tradice ta teorfa que postula un cargcter predominantemente emotivo del | lenguaje postico (Charles Bally). Es verdad que el lenguaje poético posee una semejanza exterior considerable con el lenguaje emotive. Los dos 4 presentan, a diferencia del lenguaje intelectual, una tendencia decidida a destacar al sujeto que emite el enunciado, Enel lenguaje intelectual, cuan- to més prevalece el componente intelectual, tanto menor es la influencia Signo, funcién y valor 101 del sujeto-emisor sobre la selecciéin de la denominacién. Lo ideal serfa suprimir esta influencia por completo para que la relacién entre la deno- sinaci6n y la realidad por ella referida sea definitiva e independiente del sujeto y del contexto: por ello la ciencia establece mediante la definicién el significado de las palabras-términos. Por el contrario, la denominacién emotiva y la denominacién poética hacen énfasis en el momento de la seleccién, colocando asf en el centro de la atencién el acto de denomina- cin realizado por ef sujeto. Se crea la impresi6n de que la denominacién elegida es s6lo una de muchas posibles, y detrés de esta denominacién singular se perfila todo el sistema léxico de 1a lengua dada;? asf sucede sobre todo con las denominaciones figuradas tanto en el lenguaje poético como en el emotivo. De otra parte, estas similitudes tienen un contrapeso enalgunas diferencias fundamentales. En el lenguaje emotivo, la denomi- nacién es expresién del estado anfmico del sujeto-emisor: ef oyente hace conjeturas sobre la sinceridad de los sentimtentos expresados, sobre e] alcance de los elementos valitivos contenidos en el mensaje, etc. En el lenguaje poético, por el contrario, la atencién se centraen el signo mismo, Las conjeturas sobre su relacién con la vida psiquica del sujeto-emisor retroceden al segundo plano o ni siquiera se producen, Con la pérdida de su relevancia real, la expresion de sentimientos se convierte en un mero procedimiento artistico, La denominacién poética, que es subjeriva en com- paracién con la denominacién intelectual, es objetiva en comparacién con la denominacién emotiva y no coincide con ninguna de las dos. Hemos confirmado una vez més que la denominacién poética, vista desde cual- quier lado, siempre es un signo auténomo, La funcién estética, que es la causa de esta reversién de la actividad lingiifstica hacia ella misma, se ha * En esencia cada acto de denominacign eslablece una relacién ene la realidad designada y ‘odo el sistema léxico; cf. las siguientes citas del estudio de Serguei Kartsevski "Du dvalistne ‘suymétrique du signe lingustique” (Travaux du Cercle ingustigue de Prague | {Praha Praga}, 1929} 88-98) "Si los sipnos fuesen inmviles y no tuviesen mis que una sola fin, e len- ‘Ej se convertra en un simple eperioio de eiquetas...anauraleza de un sign linguistico Aebe ser estable y movil ala ver... todo signo lingbstiev es virwalmente homénimo y sinénimo ‘aun tiempo... .ansponemoscoatinuamente el Valor semsntco del signo, Peo solo To notamos ‘cuando [a distancia ene ef valor ‘adecuado’ (usual) del signo y su valor ccesional es suficiente- mente grande para impresionames.. .. Es imposible prever hasta dinde puede serHlevado un signo como consecuercia de sus desplazamiettos semintcos.” Como vemos, la denominaciGn Poetica y Ia emotiva no hacen mis que aprovechar en mayor medida aguella tension entre ‘arabildady laestablidad seminticas que acompaian ptencialmente odo ato de denominacin, 102 11 La dimension tgnica del are revelado durante nuestro andlisis como la negacion dialéctica siempre pre~ sente de las tres funciones comunicativas bésicas det fenguaje y, por ende, como un complemento necesario del esquema de Buhler. 3 Al final del primer apartado interrumpimos el anélisis de la elaci6n entre Ja denominacién poética y la realidad, al constatar que esta relacién se halla debilitada en favor de la concentracién de la atenci6n sobre el signo mismo. ,Quiere decir esto que la obra poéstica esté privada de toda rela. cién con la realidad? Si la respuesta fuese afirmativa, el arte se reduciria a un juego cuyo tinico propésito seria el placer estético. Tal conclusién se- fa evidentemente incompleta, Por consiguiente, debemos continuar la in- vestigacién de la denominacién postica para demostrar que el debilita- ‘miento de la relacién entre el signo y la realidad por él directamente refe- rida no excluye la relaci6n entre la obra y la realidad como un todo; y, mas atin, que resulta en beneficio de esta relacién. Ya hemos comprobado qué en la denominacién poética se trasluce mucho mAs claramente que en la 4 denominacién intelectual la intencién activa del sujeto emisor del enun- ciado, Como consecuencia de la coherencia semiintica intima del contex- to, que es caracteristica de la poesfa, esta intencién no se renuevacon cada denominacién individual, sino que sigue siendo la misma durante el trans- curso de toda la obra, la cual, gracias a esta unidad de intencién denominativa, adquiere el carécter de una denominacién global (Aleksander Potebnia). ¥ es esta denominaci6n de orden superior, representada por la obra como un todo, Ia que entra en una relacién poderosa con Ia realidad. 4 {Quiere decirse con esto acaso que la obra poética, aun como obra de arte, “significa” s6lo aquello que comunica directamente por medio de su tema? @ ‘Tomemos como ejemplo la novela Crimen y castigo de Dostoievski. Es altamente probable que la mayoria de los que han lefdo y leerén esta nove- la nunca ha cometido ni cometer4 un homicidio; asf mismo es seguro que ningun crimen hoy dfa podrfa ser cometide-en una situacién social 0 ideo- logica idéntica a aquella que engendré el crimen de Raskolnikov. Y sin embargo, fos que len esta obra de Dostoievski reaccionan ala lectura con sus experiencias més intimas. Cada lector tiene la impresién de que sua res agitur. Las asociaciones psicol6gicas y las combinaciones seménticas Signo, fencién y valor 103 activadas por la lectura serdn diferentes de un lector a otro; también es probable que tendrin muy poco en comtin con las experiencias personales del autor que dieron origen a la obra. Las experiencias vitales con las cuales reaccionaré el individuo ante la obra poética, no serdn mas que sintomas de su propia reaccién frente a la actitud del poeta hacia la reali- dad. Cuanto més fuerte sea esta reaccién, tanto mayor serd el conjunto de experiencias activado por esta reaccién y tanto mas poderosamente influi- 14 la obra en Ta cosmovisién del lector. Puesto que el individuo es miembro de una colectividad y su concepeién de la realidad coincide a grandes rasgos con el sistema axiol6gico valido para dicha colectividad, la poesfa ejerce influencia, por medio de los indi- Viduos escritores y lectores, sobre la manera como concibe el mundo la sociedad entera, Asi, Ja relacién de la poesfa con la realidad es poderosa, precisamente gracias a que la obra poética no remite tan s6lo a determina. das realidades, sino a toda la realidad que se refleja en la conciencia del individuo y de la colectividad. Puesto que la denominacién poética, como hemos visto, frecuentemente pone en movimiento todo el sistema Iéxico de la lengua dada, podemos formular la tesis mencionada también en este sentido: durante su evolucién, la poesfa confronta, sin cesar y en formas siempré nuevas, el léxico de la lengua dada con el mundo de las cosas que el léxico debe reflejar y a cuyos cambios se adapta continuamente. No debemos suponer, sin embargo, que la relacién global de la enunciacién Jingufstica con la realidad, tal como la hemos descrito arriba, se limita a la poesia: estd presente en cada manifestacién lingtifstica, sin distincidn. Existe ‘una polaridad entre esta relacién y ta referencia inmediata de cada deno- minaci6n singular—si prevalece uno de estos aspectos, el otro pasa al se- gundo plano. En las manifestaciones poéticas esta polaridad se percibe con més fuerza que en el lenguaje comunicativo y es aprovechada inten cionadamente para fines artisticos. Para concluir, resumamos las tesis principales de nuestro estudio: la deno- minacién poética se diferencia de la denominacién comunicativa por el hecho de que su relacién con la realidad se halla debilitada en beneficio de su inserciGn seméntica en el contexto. Las funciones précticas del lengua- Je—a representativa, la expresiva y la apelativa—estén subordinadas en ios 1M - La dimensin signiea del ane la poesfa a la funcién estética, la cual dirige la atencién hacia el signo mismo; al predominio de esta funcidn se debe la importancia que tiene para la denominacién en la poesia el contexto. La funcién estética, en cuanto una de las cuatro funciones esenciales del lenguaje, esté potencial- ‘mente presente en toda enunciacién lingtifstica; por tanto, el cardcter es- peeffico de la denominacisn postica consiste simplemente en una revela- cién mas radical de una tendencia que es propia de cada acto de denomi- nacidn, El debilitamiento que sufre la funcién referencial directa en la denominacién postica es compensado por el hecho de que la obra poética entra, como denominacién global, en relacién con todo el conjunto de experiencias vitales del sujeto, tanto creador como receptor. EL DINAMISMO SEMANTICO DEL CONTEXTO" Cuando estudiamos la palabra y su significado, estamos en el campo del estatismo seméntico, aunque en el momento de Ia denominacién, que es tun acto, nos encontramos ya en el limite del estatismo con el dinamismo seméntico. ;Qué entendemos por la contraposicién de estos dos concep- tos en la seméntica? {Cudndo es dinémica una unidad de significado y cudindo es estética? ‘Tomemos dos ejemplos extremos: la palabra como un tipo de unidad esté- tica y el enunciado completo como representante del dinamismo seméntico, El estatismo seméntico de la palabra consiste en que su significado es dado de una vez y por completo en el momento en que se pronuncia la palabra. El “sentido” de la manifestacién lingufstica, aunque también exis- te—potencialmente—desde e] momento en que se inicia la enuncizcién, alcanza su realizacién gradualmente en el tiempo. Asf, la manifestacién lingufstica es una corriente de significado que arrastra lus palabras indivi- duales en su fluir continuo, quiténdotes buena parte de su independencia referencial. Cada palabra permanece seménticamente “abierta” en la enun- cciaci6n linglifstica hasta el momento en que ésta conleuye. Mientras trans- curre Ia enunciacién, cada una de sus palabras esté sujeta a desplazamien- tos adicionales de su referente y a cambios de su significado por la ine fluencia del contexto subsiguiente; por ejemplo, un matiz iniejalmente emocional de una palabra puede convertirse en lo opuesto, puede reducir ‘© ampliar el significado de la palabra, ete Launidad seméntica dinémica se diferencia, pues, de la unidad estatica en elhecho de que es dada como un conte:to realizado en forma gradual. Por lo visto, la relacién entre la unidad seméntica dindimica y estatica es reci- Proca: la unidad dinamica, siendo por sf sola una mera intenci6n seménti- * Apartado V del estudio “0 jazyce bisnickém (Del lengusie potico]", Slovo a slovesmost 6 (1940) 1345. de fa.

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