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Cyrano De Bergerac
Esta carta es como la sueo, pero s que mi ex- novio jams escribira me afirmara algo de
este modo. Y con cunta dulzura, que contrasta con la aspereza de los anteriores conceptos, a pesar
de todo le contempla deslumbrada: El cartas de desamor espectculo de su alma me parece
maravilloso, como la lnea de las colinas que miro desde mi casa.
All estabas, con tu eterna sonrisa y tu amable ademn, para ayudarme, para aliviarme, para
arrullarme. El amor es tan placentero como doloroso, por tener que acabar algo que tanta felicidad
nos ha dado.
En Cartas de amor de una monja portuguesa Berger, con su histrinica interpretacin msticorijosa del perverso padre V., se revela como lo ms desmedido - al unsono que acertado - de un
largo cuya mayor carencia acaba siendo exactamente su incesante y tambin ininteligible voluntad
de no caer en el exceso, actitud sta ms que ejemplarizada en la que debera ser la escena
capital de la pelcula (la aparicin de Satans), y que por desgracia se resuelve torpemente con
una muy inspida y endeble puesta en escena y algunos primeros planos de los ejecutantes,
desperdiciando absolutamente todas y cada una de las posibilidades visuales, rituales y
transgresoras que una estampa de tales peculiaridades pudiera haber deparado.
Y tambin.F.- Los lectores que vieron la representacin en escena me pedan cmo y dnde
podan localizar estas cartas... Y con el tiempo, quise hacerles un regalo: este libro sera singular,
no se limitara a recoger las cartas negro sobre blanco.
El nico inconveniente es que el veintiseis por ciento de los que recibirn estas cartas estn en
paro, y de mala forma se podr aportar capital a un plan de pensiones con cuatrocientos euros por
mes de subsistencia.
Ocupaban sus ratos libres en cuestiones de amor y , mientras aguardaba que la pasin se enfriase y
quedara tiempo para poder afanarse en estudiar el alfabeto y practicar con los cuadernos de
escritura, aprenda a redactar surcando con los dedos la piel de ella y a leer entre silencios y
suspiros.
La fina penetracin de Augusto Iglesias le lleva a pensar que la poetisa de Elqui, once meses menor