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El hombre sacudi su cabeza nerviosamente al sentir que algo caa de

su pelo y se mova. Sospech medio alarmado, nervioso, que poda ser


un bicho. Saba que en esa casa las araas de rincn aparecan, en
promedio, como dos veces por semana. Nunca logr acostumbrarse del
todo a esas presencias inquietas y letales.
Su compaera, como gustaba decir a quien le preguntara, no soportaba
su presencia ociosa en momentos en que l necesitaba dejar de
pertenecer al sistema. Esa era su excusa, su idea de
autoconvencimiento de que la vida se le pasaba infructuosa frente a la
pantalla de un computador o a la planificacin (mierda de palabra que
surga una y otra vez de sus colegas. Record que alguien haba dicho
no me gusta decirle colegas a los dems. l pens que era una buena
forma de sentir un poco de complicidad y as tener certeza de que algo
tena un orden, secreto y suficiente para pasar inadvertido.

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