E D U C A C I Ó N I N F A N T I L

Escuela Infantil El Regajal de Aranjuez (Madrid)

¿Cómo debería ser y qué reformas

requiere la formación del profesorado?
María Antonia Pujol Maura
Profesora de la Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Barcelona
¿Están hechas las reformas pensando en la funcionalidad de la educación? ¿Las Facultades proponen y
elaboran los planes de estudio a partir de las necesidades de la escuela? Este artículo pretende ser un
elemento de reflexión, tanto para los maestros y maestras noveles como para los que en este
momento están realizando su formación inicial. Es importante descubrir el valor de la educación y ello
es una tarea que compete tanto al profesorado como al alumnado. Las familias deben ser conscientes
que lo que se exige a las personas profesionales de la educación va más allá de una simple transmisión
de conocimientos, y que su deber es ser corresponsable de la educación de sus hijas o hijos.

Responder a las preguntas que encabezan dicho
escrito es una tarea ardua, complicada y con muchos
matices. La formación del profesorado exige un
replanteamiento de cómo debe ser su formación ini-
cial, para poder responder de forma efectiva y diná-
mica a las necesidades que hoy nos demandan los
niños y niñas y responder a la vez, a las dudas que
nos plantean los agentes sociales del siglo XXI. Para
ello debemos reflexionar sobre: ¿Cómo aprenden los
niños y niñas? ¿Cuál debe ser el papel de la maestra
o el maestro? ¿Cuál será nuestro papel con los niños
y niñas cuando están en el aula? ¿Cómo debemos
hacerlo? ¿Cómo enseñamos? Éstos son algunos inte-
rrogantes que deben poder ser resueltos de forma
creativa y responsable; al fin y al cabo esta informa-
ción debe ser facilitada en la formación inicial del
estudiantado que ha elegido esta profesión, para que
pueda disfrutar y dar más calidad, tanto a su forma-
ción como a la tarea de educar, y de esa forma,
poder garantizar una formación integral que tenga
en cuenta todos los aspectos necesarios que dan res-
puesta a esta escuela del siglo XXI.
No vamos a entrar en lo que aporta o exige el lla-
mado “Plan Bolonia”, ya que sus directrices podrí-
an ser ejes válidos para la reforma educativa de

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“No podemos trabajar de forma aislada y sin estar en unión con las familias.”
nuestro país. Quizás lo que deja mucho que desear
es la forma que se han desplegado las directrices y
cómo se han aplicado en las diferentes universida-
des. Por ello planteamos algunos puntos de reflexión
que posiblemente nos ayuden a entender cuál debe-
ría ser una formación inicial del profesorado que
tiene en cuenta las necesidades de los niños y niñas.
Sin embargo, esta forma de ver la formación pone
de manifiesto los retos que tenemos que asumir el
profesorado para así poder dar respuesta a estas
exigencias formativas. Estos retos nos han obliga-
do a adoptar un rol docente receptivo, flexible,
abierto y dialogante, y desarrollar a la vez, una fun-
ción orientadora y creativa en la construcción del
nuevo conocimiento. Emociona comprobar como el
estudiantado responde con coherencia y responsa-
bilidad delante del planteamiento de nuevos retos y
nuevos aprendizajes que le ayudarán a conseguir su
proceso formativo.
Es evidente que este compromiso debe ser compar-
tido entre el profesorado y el alumnado ya que
requiere una mirada abierta y una capacidad de
innovar, que muchas veces, atendiendo a criterios de
academicismo, aparecen actitudes cerradas y poco
adecuadas al mundo de hoy. Para paliar estos com-
portamientos es preciso ofrecer una formación a los
futuros docentes que potencie y les haga capaces de:
¡ Tener una mirada amplía y diversa que permita
tener una actitud y una forma de hacer respon-
sable hacia la diversidad existente en nuestro
entorno. Diversidad étnica, religiosa, social y
cultural que se da tanto en los centros escola-
res como en las facultades.
¡ Atender a los niños y niñas, individual y colecti-
vamente, al margen de prejuicios de cualquier
tipo. Cada persona necesita ser tratada singular-
mente y partir de sus propias potencialidades.
¡ Aprender a observar y valorar la riqueza que nos
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aportan todos los elementos que hay en las aulas,
así como la riqueza que aporta el propio colectivo.
¡ Descubrir el valor de la corresponsabilidad entre las
familias y las personas que están al frente de las
aulas es ser consciente que la educación es una tarea
compartida, y por ello no podemos trabajar de
forma aislada y sin estar en unión con las familias.
¡ Conocer y aceptar cada persona tal como somos
es saber responder a las diferentes necesidades
que van apareciendo en las aulas para respetar y
comprender las diferentes opiniones y puntos de
vista. Ser comprensivos ante las opiniones de las
otras personas, requiere una actitud flexible y
abierta, requiere por tanto participar e implicar-
se en los equipos docentes.
¡ Tener recursos para afrontar responsablemente,
tanto las situaciones educativas como los diver-
sos contextos, para que nuestra manera de hacer
sea un referente también de aprendizaje, dise-
ñando y ofreciendo actividades de innovación
docente, como respuesta actualizada y eficaz a
las necesidades educativas y cambiantes.
¡ Estar preparados para resolver conflictos o pro-
blemas en el aula, ofreciendo salidas innovadoras
que tengan en cuenta las necesidades de nuestros
días y faciliten un elevado nivel de madurez per-
sonal en el desarrollo profesional.
¡ Ser capaz de planificar y decidir la forma de
actuar como docente, para poder tomar decisio-
nes conscientemente y adecuadas en cada
momento, planificando, trabajando, reflexionan-
do y asumiendo responsabilidades.
¡ Tener argumentos para defender las actuaciones
que deben realizarse en el aula. Ello nos ha de
obligar a realizar una planificación esmerada pa-
ra poder responder a las intenciones programa-
das y ser consecuentes con los objetivos iniciales.
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“Es necesario atender a los niños y niñas, individual y
colectivamente, al margen de prejuicios de cualquier tipo.”
¡ Crecer como persona y como docente; eso impli-
ca no dejar de lado lo que ocurre a nuestro alre-
dedor para así saber reflexionar y orientar nues-
tro papel de maestra o maestro.
¡ Aprender de los propios errores, ello nos facilita
rectificar y mejorar nuestras actuaciones y a la vez
se hace evidente que la reflexión sirve para ade-
lantar y aprender y surge de ese modo la necesi-
dad de reciclarnos como personas y docentes.
¡ Participar haciendo aportaciones en las clases e
implicarse en todas las actividades, de ese modo se
consigue evidenciar la importancia que tiene descu-
brir que la educación no es tarea de una persona
sola, sino que va más allá de la individualización.
¡ Plantear cuestiones que resuelvan dudas, crean-
do momentos que sirvan para recoger aquellas
aportaciones y poder contrastar opiniones y
aprender de las otras personas.
¡ Esforzarse y mostrar interés cada día, para
hacer del esfuerzo una forma de cultivar el inte-
rés y la profesionalidad.
¡ Aumentar las capacidades de transmitir y comu-
nicar con las otras personas. Esta necesidad de
comunicación hace que también sea necesario
aprender a escuchar a las niñas y a los niños, así
como a las demás personas e intercambiar cono-
cimientos, intereses y proyectos.
¡ Saber rectificar cuando una persona se equivoca
es saber evitar malos entendidos, esto muestra
una manera de hacer, que todo maestro o maes-
tra deben tener, es una actitud que hace mejorar
y avanzar la educación.
¡ Ser personas comprensivas, observadoras, con la
mente abierta, aceptando las críticas y los acier-
tos que puedan expresar otras personas de nues-
tro entorno, ello nos hará ser cada día mejores.
¡ Tener una capacidad de análisis a partir de refle-
xionar sobre nuestras formas de hacer. El hecho
de ser conscientes de nuestra actitud, hace que
podamos modificar, mejorar y adecuar nuestra
tarea, teniendo claro que la buena docencia
implica esta reflexión.
¡ Evolucionar como persona y como maestra o
maestro, exige auto superarse continuamente.
¡ Descubrir lo que requiere ser buena maestra y
buen maestro nos ayuda a descubrir la necesi-
dad de seguir aprendiendo y, por lo tanto,
reciclarnos como personas y como docentes,
participando y asistiendo a los cursos que tie-
nen la función de actualización, consiguiendo
una formación permanente, tanto para poder
profundizar y conocer los nuevos conocimien-
tos y las nuevas estrategias, como parar mejo-
rar los que ya se poseen y de esa forma auto-
gestionar tu propia formación.
¡ Arriesgar y proponer cosas para mejorar implica
una actitud valiente y respetuosa hacia la tarea
encomendada que favorezcan planteamientos
más dinámicos, que vayan más allá de la cotidia-
nidad y de las rutinas que demasiado a menudo
se encuentran en las aulas universitarias.
¡ Saber disfrutar aprendiendo y potenciando la
constancia y las ganas de aprender, para ser feliz
con la profesión que libremente han elegido, ello
ayudará a ser mejor cada día.
La educación hace posible el desarrollo integral
de la persona y para ello es preciso adquirir las
competencias necesarias para actuar de forma
responsable que exige su profesión, trabajando
tanto de forma individual como de forma colecti-
va. No obstante, estas reflexiones atañen no sola-
mente al profesorado, sino a todas aquellas perso-
nas que tienen la responsabilidad educativa, fami-
lia, educadoras y educadores.
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