Jericó estaba muy bien cerrada e impedía el paso del ejercito de Josué, entonces Dios le dijo a Josué que los seis primeros días dieran él , sus hombre de guerra y siete sacerdotes con trompetas una vuelta alrededor de la ciudad (una cada día) y que el séptimo día marcharan todos junto con el arca (incluidos los siete sacerdotes y sus siete trompetas) y dieran siete vueltas alrededor de la ciudad, cuando acabaron de dar las siete vueltas Josué dijo “gritad” y todos gritaron al mismo tiempo que sonaban las trompetas, en ese instante el muro cayo y entro el ejercito de Josué a tomar la ciudad. Josué mando sacar a Rahab, sus allegados y sus posesiones y tras haberlos sacado de la ciudad se prendió fuego a la ciudad. A partir de ese momento Josué hizo el juramento de que el que intentara reconstruir la ciudad sería castigado con la muerte de su hijo mayor y de su hijo menor. A partir de ese momento se extendió la fama de Josué por todo el territorio.