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oI re ANO II TICIEMBRE DR 19007 No 28. REVISTA ‘ De INSTITUTO PARAGE Ne ag SUMARIO Guido Boggiani,. .. .. Compentiio te BinografiaPart- _< quaya moderna (Conckisroupda Or. Ta primera parte) . GariohL- taast....... Conmemomeidn do te Bataila” de Curupeity (Dis urse) . . 86 Dr. Gals Agote as Las obras det Dr. Joss M, Bamos Mejia (Conjerencia) .......- 90 Fernéndez Sanchez Colonivadores de América on Ia Hadad moderna (Continuacion) . U1 Nolas geograjicas pote eee jin de Poeumer lativos Amévica y par- Historia deb cos... r : Paraguay (continuactin del do- , ; x cumento LXEX hasia et do- h cumento LXNIV). (Moliatuia 1 parte). 609 | | See ASUNCION Tecrivero PAnsouavor Fuompa #s0. AtmERDT : 1900 2 oe 2 Oompendio de Htnogratia Paraguaya moderna (Conclusion de la parle primera) La fuente principal de donde sacan el material para los adornos sou jas aves, de cuyo plumaje de mil colores saben valerse con gusto admirable para componer diademas, pendientes, collares, pul- eras, cinturones, ete., tan primorosamente labrados los unos, y con tan armoniosa combinacién de colores compuestos los otros, que no se sabe si més admirar en ellos la paciencia del artifice 6 el refi- namiento del artista; todo, por supuesto, en relacién al meflio en que viven y 4 lo mdimental de su civiliaacién. A més de las plumas, sirven 4 los Chamacéeo como material para componer sus adornos los hnesos y los picos de las mismas aves; asi como las uflas, las colas y las cerdas de algunos cuadré- pedos, las corazas de las tortagas terrestres, los litres y otros miembros de ciertes coleépteros, las semillas de unas aroideas y de ‘otras plantas, asi como las efiscaras de algunos frutos, las capsulas metilicas vacins de las armas de fuego de los eristianos, los boto- . nes, monedas, modallas, y cualquier cosita, en fin, que tenga algin Irillo 6 color 6 sonido 6 forma que se preste para el objeto. Ta mayor parte de esos alornos son usados, por lo general, en tiempo de guerra 6 durante Jos hailes 6 ceremonias religiosas; de suerte qite fuera de esas circnmstancias a3 raro ver 4 algin Cha- maeéeo Ievar ailornos. Los padres (medicine-man) son los solos que suelen adornarse eon mayor frecuencia, tal vez para estar siempre prontos 4 ejercer sit interesante profesién. Uno de ellos, un viejo mas feo que el ‘mismo demonio, y tuerto para mayor gracia, un tal Priréa 6 Apu- ‘Wi, como Je Hamaban indistintamente, nsaba ir siempre con la cara toda pintada de rojo con urwo, y la cabeva, las orejas, el ‘euello y los brazos atlornados con ricos plumajes que le daban aun aspecto sumamente ridiculo de pavo enamorado. “Todos esos objetos, 4 mas de servir como adornos personales, “a Ge = tienen su importancia como amuletos, junto con la mar de otros objetos 4 cual mas inocante. Todo sirve para conjurar 4 los malos espiritus y para contra- rrestar sus malignas influencias; no hay, empero, instramento de mayor poder exorcizador que la bien conocida calabaza, sin el cual instrumento no hay ceremonia ni canto ni baile que surta el efecto apetecido. Las industrias chamacéeo, si tales se pneden Jamar, son suma- mente limitadas, y, como todas sus costumbres, ellas también son de las mas rudimentales. Se reducen 4 la fabrieacin de una ailfa- veria muy grosera, de cuerdas de varios tamafios, hechas con las fibras de las mnchas bromeliéceas que tanto abundan en los bos- ques de esa regién, y en los pocos tejidos de su muy escasa indn- mentatia que he deserito ya, y de las bolsas, grandes y chicas, y hamacas de que hablaré mas abajo, La alfarerfa consiste generalmente en ollas para cocer los vive- res, en recipioutes para el agua, cuya forma es esferoidal algo achatada en Ja parte superior, Ievando en el medio de esta un cuello muy corto y angosto, al que se aplican los labios para be- ber, y en uno que otro plato con forma de ancha taza, Su fabricacién es de las mis sencill 8, pues los Chamacéco no conocen tornio ni horno. Hallada la greda adecuada para el objeto, toman de ella tanto como puede caber en la mano medio abjerta, * ¥ amasandola hasta que tome una consistencia uniforme en todas sus partes, le agregan un poco de gréda ya cocida y molida, re- ducida casi 4 polvo; después hacen con esa mezcla un chorizo largo, delgado mas 6 menos como el dedo pulgar, y lo van envol- viendo sobre si mismo en forma de espiral, comprimiéndole con los dedos hasta que queden bien adheridas las partes que se tocan, y de este modo, agregando chorizo chorizo, van dando al reci- piente someramente la forma requerida. Hecho esto, lo van alisan- do primero por dentro y después por fuera eon nn pedazo de es- biga de maiz desgranada humedecida en agua, perfeccionando poco 4 poco la forma del recipiente, al que dan Ja tiltima mano dejan- dole bien liso con rasparle ligeramente con una valva de concha, Todas esas operaciones las hace estando la mujer sentada en el suelo—son siempre las mujeres las que se encargan de la fa- rieasi6n de las terrallas—y apoyando el recipiente en fabricacién sobre unos harapos 6 sobre unas hojas frescas de palma para que no se Je peguen cnerpos extrafios. Tna vez concluidas las primeras operaciones, primero se le de- ja secar bien en la sombra; despnés lo circundan con astillas de mailera bien seca y dura, sobreponiéndolas unas 4 otras en tal can- tidad que vengan 4 formar como una torre enya altura sobrepase un poco la del recipiente que se debe cocer. Y 4 esa torre se le mete fuego, manteniéndo 4 este siempre vivo con agregar nuevas astillas cuando las primeras se consuman, y hasta tanto que se juzga suficientemente cocido el objeto. Retivado este del fuego, se le hace la ornamentacién, miontras est@ todavia bien caliente, dibujandola sobre su superficie con un pan de resina de palo santo (quayacum officinale). Esta, al contac- to de la terralla, se derrite y penetra en las porosidades, y al en- friase del recipiente queda tan dura, negra y brillante como un barniz que ni el agua puede quitar. Como he dicho ya la terralla chamacéco es de las més primiti- vas y toscas, y sus formas son por lo general muy sencillas, nada elegantes y poquisimo variadas. Maestros son los Chamacéeo para hacer cuerdas. Preparada la fi- ta de la bromelidcea (hay de estas plantas muchisimas variedades; algunas de ellas tienen fibras de una resistencia extraordinaria), sin’ otra operacién que la ce qnitar 4 Ja boja Jas espinas y la par- to celulosa y 1a de hacer secar al sol la masa de las fibras, to- man de estas dos mechas més 6 menos gruesas segtin el tamafio de la cuerda que quieren hacer, teniéndolas reunidas por uno de sus extremos entre el pulgar y el indice de la mano izqnierda; las apoyan sobre el muslo derecho y con la palma de la mano dere- cha las van apretando imprimiéndolas al mismo tiempo un movi- miento de rotacién por el {cual se tuercen, enrollandose seguida- mente una con otra al ser aflojadas por Ia mano izquierda, y for- mando asi la cuerda, Las cuerdas més gruesas tienen agregaia, después de hecha con dos, una tercera mecha torcitla a . 4 Se yaes | Hn extremo diestros on Ja fabricacién de cnerdas y piolas, Hegan 4 hacer piolines muy finos y muy regulares. Mstos sirven para tejer hamacas y bolsas, y para atar las plu- mitas de aves para la confeccién de los innumerables adornos de que he hablado anteriormente. Los piolines son empleados en su estado y color natural, 6 te- fiidos de varios colores obtenidos mediante infusiones de materias Vegetales que dan tintes negros, grises, morenos y colorado, A més de Jas enerdas torcidas, con piolin de fibra de la mas fuerte entre las bromeliéeeas—una muy pequefia que ellos Maman ossiévxo (Jas x pronunciadas 4 Ia italiana como en la palabra mex 0), mientras Hémase néguri la més usual que es el ybyré de los Gnarani—hacen unas cuerdas trenzadas muy bonitas, flexibles y fuertes, con que se cifien la cintura los hombres en sus cere- monias. Para las hamacas y las bolsas usau piolin de négeri mas 6 me- nos fino, haciendo el’tejido 4 malla de red 6 labrado con agnja y muy tupido. La combinacién de los varios colores es bien sencilla, pues no pasa de unas cnantas rayas horizontales 6 de una serie de ci drangulitos alternados y de diferentes tamafios, Otro tejido, muy tnpido y casi impermeable, lo hacen con la misma fibra pero sin toreer; ese tejido lo usan para hacer las bolsas de todos tamafios en que guardan sns prendas més preciadas y las cosas muy menudas, como granos, semillas, ete. que podrfan pasar por entre las mailas de los otros tejidos; asi mismo hacen los ins- trumentos para espantar 4 los mosquitos, unas especies de mantas 6 alfombras, y esas camisetas sin mangas para los hombres y los baticolas para las mujeres de que me he ocupado més arriba, hoy casi completamente desusados. Hste tejido, any pesado y muy rigido, se Lama coisiribiic; el menos tupido sé lama étipiic y el de malla de red sdu. Las bebidas aleolélicas han estado en poca estimacién, entre los Chamacéco, hasta hace pocos afios. Hoy ese terrible vicio, que tan poderosamente influye en el aniquilamiento moral y material de los aborigenes americanos, ha contaminado también 4 Repub oe e808 infelices, quienes cata dia le van tomando mayor aficién, sin po- sibilidad ya de impedir su fatal desarrollo, Y geémo podria no acontecer asf, cuando el mal ejemplo les vie- ne de los mismos civilizados, y cuando éstos mismos son los que, levados por el interés, los van empujando hacia el abismo, euya atracci6n no saben ni pueden resistir esas inteligencias tan dsbiles y tan inexpertas? No hay razonamiento que valga & hacerles comprender la ruina 4 Ja que fatalmente los Ileva esa diabélica bebida. No quieren eseuchar yaconsejo de ninguna clase por bueno que sea; pues ge les ha hecho creer que el alcohol fortifica el cuerpo y da coraje al alma; y mu- cho contribuyen 4 mantenerlos en tal creencia los hechos que 4 diario estén presenciando, de cristianos que en el estado de borva- chera se yuelven atrevidos y peleadores como uo lo serian en st estado normal, legando 4 cometer actos de la mayor violencia, hasta matarse entre sf; y éstos, que 4 nosotros nos parecen crime- ues y tratamos de reprimirlos y castigarlos, 4 los Chamac6co, ast como al mismo pueblo bajo pataguayo, les parecen actos de valor ¥ dignos, por lo tanto, de admiracién. El estado real 6 fingido de epilepsia en que todo buen padre (medicine man) se pone para cumplir von los deberes de su inte: sante oficio se parece y se confunde, 4 los ojos de esa pobre gen- te, con elen que los pone el abuso de las bebidas. De ahi el respeto que les inspira el hombre ebrio, los cuidados y las atenciones de que ie hacen objeto, y Ja creeneia profundamen- te arraigada de que su estado anormal ilo es efecto fisico del al- cohol sino de estar él posefdo ¢ inspirado por un espiritn misterioso. ee Los espiritus més 6 menos malignos constituyen el fondo de toda ereencia religivusa entre los Chamacéeo, asi como entre casi todos los pueblos primitivos (11%). Su influencia se ma- (113) Sobre estas ereencias existe una vastisima Dibllograffa, en extremo inte: vesante, pero demasiado vasta para que yo pueda partioularizarme aqui sobre: ella. Bl que se interese en conocer lo que se ha overito en propésito, podré consultar con mucho provecho Ia magistral monograffa de GrovaNxt Piwaa titt- ada La consernisione delle teste umane ¢ le idec et i costumé coi quali x con- ‘noite, publicada en ei Vol. VIE de las Memorias» do la Societé Geografiea Ttalia- na, Romia, 1397, pagg. 80r as nifiesta en todas las cosas uormales y anormales. Asi es que se Tecutre 4 los exoreismos para aplacar al espiritn que impide que Inova, al que hace los trnenos y las tempestades, 6 al que man- da el frfo excasivo; se invoca & los espiritus para que hagan ma- durar en abundancia los frutos de los Arboles, para que dén éxito feliz 4 las empresas bélicas, venatorias 6 piscatorias; para que el espiritu maligno salga del cuerpo del individuo enfermo; para que los espiritus abandonen el lugar en que se esta por establecer la nueva tolderia, - ‘Y para conseguir todo e30 se recurre con frecuencia & los bai- es religiosos y en especial modo al canto, ya sea aisladamente 6 en tropel. Dia y noche se oye, aun desde muy lejos, el canto de esos energiimenos, que creen poderse defender de todos los maleficios de los supuestos espfritus mediante sus gritos desaforados, sus movi- mientos de epilépticos, la multitud de sus amuletos 6 el sonido de su calabaza sagrada, Y es sumamente curioso verlos 4 esos sacerdotes de- la. igno- rancia, en los que no se sabe si admirar més la natural pilleria 6 el esttipido fanatismo, ejecutar con la mayor seriedad las més vidi culas ceremouias, cantando y bailando como si estuvieran presa del mal de San Vito, Estos sacerdotes, 6 hechiceros, 6 médicos, 6 profetas, pretenden ponerse en comunicacidn con los espiritus, los que, al entrarles en el cuerpo, los ponen en un estado de excita- cién morbosa, produciéndoles esos ataques epilépticos que tanta admiracion y respeto producen entre® aquellos seres primitivos. A veces ese estado anormal es debido 4 una predisposicién natural de esos individuos y es procurado artificialmente por medio de aytnos prolongados y de un esfuerzo mental violento 6 intenso; pero las més de las veces todo eso no es sino ficcién y engafio. Nada més pintoresco que wn andbiisin, (baile de los epi ritus) ejecutado por quince 6 veinte mocetones con el euer- po bizarramente pintado, la cara enmasearada y la cabera metida dentro de una helsa, cubiertos desde la cabeza hasta los pies da riguisimos adornos de brillantes phimajes y de cascabeles me: = Ta resonantes, bailando y saltando y cantando al sol, mientras 4 las mujeres y 4 los niffos les es prohibido mirarlos so peva de volverse locas Tas unas y de morirse de susto 6 de ser Mevados por los es- piritus malignos los otros. Hn este andbiis’n los bailarines pretenden ser los mismos espi- vitus que, Hamados por los hechiceros, han venido de todas partes para bailar, cantar, comer y beber con los indios. Anuneiado el andbiis tolderia se levantan cuantas este- 1as y mantas y trapos hay, formando una especie de pared § re- paro, tras el cual se quedan Jas mujeres y los nifios quietos y en silencio y dando las espaldas al espacio central de la tolderia en , en que vendrin los espiritus 4 bailar, Y es tanto el terror que les tienen que nadie se atreveri tan siquiera 4 volver la cabeza mien- tras dure la ceremonia. Mientras tanto, los hombres que deben tomar ‘parte en la cere- monia se alejan de Ja tolderia y van 4 reunirse en un lugar apar- tado en donde proceden 4 disfrazarse de espiritus. Ese disfraz, como dije ya, consiste en pintarse todo el cuerpo de rojo, negro y blan- ¢0, en cubrirse la cara con nna holsa de tejido tupido de mane- ta que no puedan ser reconocides, y en adornarse de cuantos pluma- jes y cascabeles poseen. Durante estos preparativos largan frecuen- tes gritos altfsimos como para hacer creer en la tolderia que los esptritus van Ilegando 4 Ja cita Una vex listos, gritando como energtimenos y corriendo y sal- tando como locos, se precipitan hacia la folderfa, en donde empie- zan 4 bailar, siempre gritando, con grande espanto de los chiqui- Tlos que se tapan los ofdlos para uo oir y cierran Ios ojos para no ver. Cansados de saltar y de gritar, d una sefial dada, a toda carre- va abandonan la tolderfa y se reunen de nuevo en el punto de don- de vinievan, en donde se quitan los adornos y se lavan el cuerpo, yolviendo segnidamente 4 la tolderfa como si nada supieran de lo sucedido y sin que nadie se atreva 4 hablar de la ceremonia como si no hubiera tenido lugar y nadie hubiera pensado en ella. (114) (114) Fl andbiiedn es seguramente comin 4 muchasotras tribus. Antiguamente fue observada somejante ceremonia por el P. Alonso de Barsanc, quien en una carts i | a pee ae Y 4 pesar de que todos conocen perfectamente hasta el

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