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ESTOR GARCIA CANCLINI CORTAZAR una antropologia poética NOVA CORTAZAR: una ANTROPOLOGIA POETICA Néstor Gare Canclini, profe- sor adjunto de Filosofia de la Historia en a Facultad de Humanidades y Giencias de Ja Educacién de la Universidad Nacional de La Pla , entrega con su primer libro: Cortézar: una antropologia poética, eb maduro fruto de su capacidad de pens lor y analista, En for- ma clara, sistem ica y con pulero estilo Titerario, recorre una particular interpretacién de la obra del autor de Finat de juego y Rayuela, desde el punto de vista original de una “antropologia poética”; nove: dosa hermenéutica que ha teni. do confirmacién en los elogios del propio Cortivar, quien, al respecto, escribio al autor: “Creo que To que mis me ha apasionado en su trabajo es el tropologico”, califi cando de “magnitic enfoque al ua bajo. Loy sucesivos cinco enfoques fon relerencias pa valelas a los intereses cult que van dese los ros a las clueubr den superior y evoluci yuna comprender Ia forma 1 que Cartkvar se inserta en lar lox dilemas el hombre actual ere Ja posesidin del_-munda y cl descubrimienta de nues nuestro ser yo st trasrendencia’ Solidex y profundidad en cl tratamiente critico, apertey ra de um nuevo cnuce interdis| ciplinaria dande Ia conflix de literatura y filasafin def cultura engendran un hibride] antropologin poétic nos dle los muchos meritosf de este ensayo, que esti 1 do a consiivui comprensién de une de los nad rradores mis solicitalos de Ins letras contemporiness, EDITORIAL NOV Peri 858 ‘Buenos Alva WIBLIOTECA ARTE Y CIENCIA DE LA EXPRESION Dirigida por RAUL H. CASTAGNINO THIS PUBLICATION IS DISTRIUTED BY 7 ELISEO TORRES HUARD 1164 GARRISON AVENUE BRONX, N.Y, 10474 PHONE: 589-8800 NESTOR GARCIA CANCLIN! CORTAZAR UNA ANTROPOLOGIA POETICA EDITORIAL NOVA © BUENOS AIRES. ‘Queda hecho el depésito awe area Ix ley 11.738, © Copyright by Baitorat Nova IMPRESO EN LA ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINA POSIBILIDAD DE UNA ANTROPOLOGIA POETICA Salvo razones especiales, no es habitual en esta “Biblioteca Arte y Ciencia de la Expresién” demorar o interferir el con- tacto del autor y los lectores con prrdlogos ajenos. Pero en el caso del presente volumen, esas razones existen y deben ser conocidas, por cuanto conciernen al origen, destino y fortuna de un ensayo que encabalga los campos de la hermenéutica y de la critica literarias; plantea los contornos de una disciplina apasionante —Ia antropologia podtica~ en torno de la lite- vatura narrativa de Julio Cortdzar; y concreta una vision con- junta de especial significado sobre una de las obras y uno de los autores mds solicitados de las letras contempordneas. Por ello creo inevitables breves referencias sobre la “pequefia” historia de un notable trabajo. En el afio 1967 fui invitado a actuar como jurado nacio- nal del Premio Olivetti en el rubro “Ensayo”. A dicho certa- men concurrian indiscriminadamente ejercicios poéticos, nove- las’ y ensayos. En cada una de dichas categorias se debian se- fialar las mejores muestras presentadas, las cuales iban a ser remitidas para el veredicto definitive a un jurado internacio- nal. En la previa seleccién de “ensayos”, escogi —encabezando una serie de cuatro— el titulado: “Cortézar, poeta del hom- bre”, cuyo autor se ocultd bajo el seudénimo de ascendencia wellsiana: “Moret”. Por los comprensibles motivos de tratarse de un andlisis referido a autor cuyo pormenorizado conoci- miento era indispensable para apreciar el trabajo que lo es- 7 conrkzak, UNA ANMOPOLOGIN POEHICA tudiaba, el jurado extranjero no se detuvo lo suficiente en ese ensayo destacado por el jurado nacional, Particularmente, quedé interesado en la suerte ulterior del mismo; pero el hecho de que tos organizadores del con. curso devolvicran, a los aspirantes presentados, los sobres Ia. erados con la documentacién encubierta por los scudénimos, sin modificar ta inicial situacién del anonimato requerida por las bases del certamen, me hizo perder la pista del trabajo, cuyos meéritos, a mi entender, reclamaban publicacién y di. Jusin y cuyo contenido proponia una interpretaciin diferen- te y novedosa de la obra y personalidad del conocido narrador argentino, Tiempo mds tarde, tropecé, en la ciudad de La Plata, con un colega profesor en-ta Facultad de Humanidades Ciencias de la Educacidn, y ante mi sorpresa y alegria me consulté nada menos que sobre la posibilidad de publicacién, por la Edito- rial Nova, del mismo ensayo que las bases de un concurso con un solo premio para géneros tan disimiles como poesia, no- vela y ensayo y wm jurado helerogéneo, pudo malograr en su legitimo destino de triunfo. El consultante eva Néstor Garcia Canclini, joven profesor adjunto de Filosofta de la Historia en la citada Facultad, en el Instituto Superior del Profesorado Secundario y, ademés, especialmente interesado por los estudios antrapoligicos y de Filosofia de tas religiones. Garcia Canclini intuyé derroteros comunes entre sus in clinaciones personales y los fundamentos antropoculturales de {a narrativa de Cortézar y se aplicé, al margen de sus obliga- ciones docentes, a ensayar la critica literaria sobre la creacién cortazariana desde el ingulo de enfoque de sus inquictudes de Profesor de filosofia y de estudioso de cuestiones antropoldgi- cas. De esta aplicaciin anticipe algunas obseruaciones en tra bajos aparecidos en la Revista de Filosofia N? 16 (La Plata, 1966) y en el mencionado en el concurso de ensayos del dia. 8 Posibilidad de una antropologia poética rio La Capital de Rosario. Con ellos luego reelabord el en- say, ahora editado con el titulo de Cortizar: una antropolo- sla pottica, EI acierto de aquellas intuiciones primeras y la sagacidad det posterior desarrollo han tenido confirmacién en los elogios del propio Cortizar, quien en corvespondencia pri- vada, fechada en Viena (2/X 1967), manifests a Garcia Can. clini: “No tengo el elogio facil, y ademas temo siempre la componente narcisista inevitable en quien lee un trabajo sobre su propia obra, Por eso cuando mis arriba lamé magnifico a su trabajo, no lo hice sin haber rejlexionado largamente sobre todo lo que usted ha visto en mis libros y en mis intenciones Greo que lo que més me ha apasionado en su trabajo es el enfoque antropologico... A mi también me parece que, con mayor o menor fortuna, desde Los Reyes en adelante, mi tinico tema (tema seguido de miiltiples variaciones como en Beetho. ven) ha sido el misterio ontoldgico, el destino del hombre que no puede ser indagado ni propuesto sin la simulténea pre gunta por sw esencia”, Cada epoca ofrece la expresiin que se corresponde con pattas generales vigentes, con Ia concepcién del mundo y de la vida predominantes. Esa corvespondencia atafie no sélo a lia lteranaa como creacicn, sino también a todas las discipli- nas afines o subsidiarias, En el campo intelectual contemporé- neo; los rasgos mds comunes del “expiritu del tiempo” se ma. nifiestan en la insospechada y creciente interrelacién de cono- cimientos y afanes, encaminados hacia la ciencia ¥y la técnica aun en el orden de la creacién estéiica; por otra parte, se des cubren en la ruptura de encadenamientos légicos convencio- males del pensamiento y de la expresién, que deriva en un vertiginoso saltear etapas de los procesos tradicionales. En el sujeto, constante afloramiento de facetas insélitas y ocultas del yo, disolucién del individualismo en la tecnificacién y ma sificacién, biisqueda de caminos y medios diferentes para ex. Plorarse y realizarse son, también, otros de los elementos carac. terizadores de la época. Pero si hay indicios de un “espiritu del tiempo” en el contorno de las disciplinas y en el sujeto como centro de las mismas, no resultan menos significativos los concernientes al. destinatario de las obras de pensamiento 0 fantasia, a quien ya no se concibe como ente pasivo.y solo receptor, sino como participante activo, llamado a cervar el circulo de la creacién con su interpretacién de los datos pro- puestos por el autor, Todas las especies literarias actuales descubren, visibles 0 invisibles, algunas de esas notas, que en el caso de las narva- ciones de Cortdzar abren tan ancho margen a la imaginerla y @ las sugerencias como @ la interpretacién subsiguiente por parte de los recipientarios. EL narrador mejicano Carlos Fuen- tes calificé los relatos cortazarianos de “‘cuentos elipticos” por lo mucho que tienen de poesia, de carga metafdrica, don de sintesis y potencia sugestiva; pero si algo signa de modo espe- cial esos cuentos es que —uso Ia expresion de Morelli en el capitulo 109 de Rayuela— presuponen el fin del “lector hem- bra", puramente receptor. El hecho de la vigencia de un lector activo y recreador como reclamo perentorio de muchas de las manifestaciones es- téticas actuales, ofrece otro estimulo singular: siendo las crea- ciones ¢ interpretaciones posibles de una obra tantas como lec- tores Ueguen a ella, también se suscitan curiosidades por conocer las versiones ajenas, nace facilmente la controversia y comienzan a propagarse por este camino el nombre y la fama de un autor, En muchos casos esas controversias y los estimulos consi- guientes se originan en el hecho concreio de la biisqueda de otros medios expresivos y de las secuencias de cronologia nor- mal, los cuales exigen recomposicién de lo anecdético y el pase @ una estructura coherente, la traduccién desde la “lengua soberana de lo literario” al nivel lingitéstico de comunicacién convencional. En el caso particular de la novela Rayuela, Cor- tdzar, entre veras y burlas, manifiesta que su intencién fue 10 Posibilidad de una antropologia poética hacer una novela no escrita, sino desescrita. Para desescribir ~explica Carlos Fuentes en eu ensayo “Rayuela: la novela co- mo caja de Pandora” (Paris, Mundo Nuevo, ntimero 9, marzo 1967)~, Cortézar inventa un lenguaje eapaz de.no reemplazar las imdgenes, sino de ir mds alld de ellas a las puras coorde- nadas, a las figuras, a las constelaciones de personajes”, Este fendmeno se esti dando de un modo particular en las letras hispanoamericanas actuales, a las cuales Julio Cortdzar Wegs en 1938. Tanteos poéticos, teatro, ensayos y cuentos se- Aalaron sus pasos iniciales, pero, luego, poesta teatro que- daron atrés. En los cuentos perfeccioné una téenica que le con- virtié en uno de los primeros narradores de habla hispana, Junto a los mejicanos Juan Ruljo y Carlos Fuentes, al colom- Biano Garcia Marquez, a los cubanos Alejo Carpentier y Le- zama Lima, el argentino Emesto Sabato y el uruguayo Onetti, figura entre los narradores més publicitados constituye per manente atraccién editorial. Estos narradores han ido revelando otra dimensién de lo americano: su “intrarrealidad”, segiin la denomind la profe- Sora ecuatoriana Lupe Ramazo, en ponencia difundida en el XII Congreso de Literatura Iberoamericana de Caracas —tal vez la “tercera realidad” de la que anteriormente hablé Bor- ges—, denominacién con la que pretendis caracterizar aquellos narradores “que estén cambiando la faz de América al invo- lucrarla en preocupaciones niversales, sin apartarle de lo suyo propio € intransferible”. La narrativa americana habia dado una imagen de la tie- ra a través de los romiinticos; de sus problemas y miserias con los realistas y naturalistas; de sus ansias, ideales y suefios de cambios con Ia literatura social y de protesta. Todas estas formas se concretaron a partir de la yealidad. Los nuevos na- rradores, en cambio, se apartan del realismo fotogrifico, del documento social, y se proyectan desde y hacia la “intrarreali- dad’, cuya irradiacién universalista les ha conferido resonan- n CORTAZAR, UNA ANTROFOLOGIA FOEICA cias diferentes, un cardcter menos localista y lectores-intérpretes. En el sentido del fin del “iector-hembra”, del reovillar una literatura “desescrita”, el caso Cortdzar ofrece una de las fases mds interesantes del boom de ta literatura hispanoameri- cana contempordnea. El niimero de sus lectores aumenta cons- tantemente, las ediciones de sus libros se suceden. ¥ un tipo de creacién literaria nacido para minorias iniciadas alcanza una masa lectora de amplitud inesperada; una proyeccién que trasciende las actitudes snobistas, las modas momentineas y supera las previsiones publicitarias y propagandisticas. Porque a medida que los exégetas de Cortdzar van develando los tras- fondos de sus obras imaginativas, en mayor miimero coinciden en reconocer el cardcter integral de su creacién, el sentido ex- perimental de sus cjercicios expresives, El ensayo de Néstor Garcia Canclini que se incorpora a la “Biblioteca Arte y Ciencia de la Expresion” aporta un nuevo éngulo de interpretacién, de alto valor especulativo. No el habitual de ta critica lite. varia de anélisis textual 0 de observaciones estéticas, sino el de una filosofia de ta cultura, La estratificacion de este estudio en cinco planos: el de los monstruos y el laberinto, el de los perseguidores y el absurdo, el del descubrimiento det prdjimo, el de la experiencia expresiva y el de la instalacién de lo humano entre el absurdo y la Iucidez, recorre una interpre- tacion de la obra de Cortizar desde el punto de vista de una original “antropologia poctica” y lo hace con la advertencia de los intereses culturales paralelos que van desde las formas de los mitos iniciales hasta las elucubraciones de orden supe- vior y evolucionado confirmando, hermenéuticamente, las afir- maciones anticipadas por el propio Cortdzar cuando declard Para la revista Ars: “En todo lo que escribo hay una tentativa particular: descubsir una ética y una metafisica nuevas” (Paris, julio-agosto 1963). Porque esa tentativa lo interesa con el hombre en la re- lacién con lo absoluto a partir de los conjlictos éticos que ¢ ha ganado 12 Posibilidad de una antropologia poética enfrenta la autenticidad de lo humano, el autor del presente ensayo revela en el niicleo de la obra de Cortdzar una antro- pologia: “hacer de toda su literatura —expresaré— un desafio # lo inauténtico, sostener que la autenticidad —la existencia humana plena— se realiza en un éxodo permanente, 0 sea en ta biisqueda, en la creacidn infatigable, y en una relacién ho- nesta y profunda con los otros, es mas que indicar una ruta, que formular una élica: es contestar a la pregunta por el ser del hombre”. Sobre tal presupuesto, Garcia Canclini desmenuza la obra narrativa de Cortdzar como una antropologia paralela, una antropologia acorde con el fendmeno transfigurador de la ereacién literaria cuyo proceso y resultado son —no por las for- ‘mas exteriores, sino por el acento de Tas intenciones y las imdgenes— de indole poética, en plenitud de sugerencias y asociaciones, en la alternante instalacién de to fantistico y de lo real, con toda naturalidad. Advirtiendo, ademds, como “al mezclar imperceptiblemente lo fantastico y lo real, con qué astucias montamos sobre lo més auténtico las miscaras que conviene exhibir”; méscaras de pldstico en la era del plastic imagen cn que Cortdzar “gusta englobar todas las expresi nes de nuestra civitizacién tecnicista, que ha mecanizado las relaciones del hombre con el hombre, con los animales, con los abjetos reales +y fantasticos”. Garcia Canclini, desde el dngulo de su antropologia potti- ea, nos ayuda @ interpretar la manera como “Cortdzar, gran patafisico, insta a cultivar lo azoroso, lo excepcional, a rebe- larnos contra lo dado ¢ instaurar la creacién. Las excepciones ayudan a salvarnos y debemos ayudar a las excepciones rebe- lindonos contra los habitos”. La claridad de enunciados y ta seguridad analitica que hilvanan los aportes de este libro ~el cual no dudo se consti- luird vépidamente en fuente bibliogrética de consulta indis pensable— ayudan a comprender la forma en que Cortdzar se inserta en lo contemporéneo. cémo interpreta los dilemas del conrkzan, UNA ANTRoroLociA potrtca hombre actual “entre la posesién del mundo y el descubri- miento de nuestro lugar en él, entre la razdn y la poesia, entre {0 individual y lo social, entre nuestro ser y su trascendencia”; no bajo las formas dridas de eruditos tratados tedricos, sino @ través de una singular fantasia literaria, cuyo poder, segin concluye esta liicida interpretacién, proviene no sélo de la critica a la sociedad y al hombre, “sino también que se critica asi misma para ser transparente a lo que se quiere decir, para brindar wna originalidad que sea consecuente con la renova- cién de to humano”. Gon stricto criterio antropolégico. Garcia Canclini ha eludide en su ensayo todo elemento biogréfico accidental, yendo directamente a lo interpretative, Los resultados han si. do: solides y profundidad en el trabajo que ahora se entrega al juicio del lector y de la critica; apertura de una posibilidad, fa de un cauce nuevo interdisciplinario, donde la confluencia de literatura y filosofia de la cultura engendran un hibrido la antropologia pottica—, variante de la critica literaria Rati, H. Castacnino EN EL LABERINTO CON LOS MONSTRUOS Porque fo bello no es mis que el primer grado de lo terrible Toalo angel e¢ espantoso, Rainer Maria Rilke Primera Elegia de Duino. Cortizar es el hombre del éxodo. Nacié en Bélgica en 1914, pero vino a los cuatro afios a hacer su vida en la Ar- gentina. Cuando habia aprendido a hacerla y describirla de un modo deslumbrante brotado de la amistad con “nuestro hermoso, inteligente lenguaje oral”, se fue a Paris. AMI{ conci bié historias de exiliados como Johnny, como los protagonistas de Cartas de mamd y Los premigs. Y cuando esos trabajos Y8 podian justificarlo decidié irse de la literatura, desescri- birla minuciosamente al relatar Ia existencia de Oliveira, un extranjero en sus dos patrias: Paris y Buenos Aires. Aunque a este texto su riqueza estética le basta para seducinos, des- precia en esas mismas pginas toda “obra que no tenga mis valor que el estético”. Justificando ese desprecio, al poco tiem. po explicé a un periodista francés algo que no necesitaba ninguna explicacién. Ya sus cuentos y sus novelas habfan de- mostrado que “en todo lo que escribi hay una tentativa par- ticular: descubrir una ética y una metafisica nuevas?.t * Arts, Paris, Xe 922, julio-agoste, 1968 7 oriZAR, UNA ANTROPOLOGIA PosrCA Descubrimos su biisqueda metafisica cuando los mons- truos de Jos primeros trabajos obligaban a los personajes y a los lectores a apasionarse en su relacién con lo desconocido, cuando un muisico perseguidor se desgarraba por atrapar lo absoluto, cuando Medrano afirmé que la conquista de la Popa era un simbolo de algo més que la conquista de Ja po Pa, Ia conquista del centro desde el cual cada elemento dis- cordante podria ser visto como un rayo de la rueda. Revelé también su preocupacién ética la denuncia de la inautentici. dad que recorre la obra entera, la ansiedad por inventar una conducta que sea el camino a lo absoluto, Sin embargo sus creaciones no se centran en lo absoluto, ni se demoran en obedecer a una moral o reflexionar so. bre ella, Le interesa lo absoluto en relacién con el hombre, 2 partir del hombre piensa en sus dilemas éticos. Por eso més que una ética y una metafisica vemos en el micleo de su obra una antropologia, Hacer de toda su literatura un de- safio a Io inauténtico, sostener que la autenticidad —Ia exis- tencia humana plena— se realiza en un éxodo permanente, sea en Ta biisqueda, en la creacién infatigable, y en una re- Iacién honesta y profunda con los otros es més que indicar 4una ruta que formular una ética; es con por el ser del hombre. “La novela antigua nos ensefia que e! hombre es; los co- mienzos de la contemporinea indagan cémo es; Ja novela de hoy se pregumtaré su para qué y su por qué"? Ampliariamos esta frase de Cortizar diciendo que la literatura precontem. Porinea se ocups de aspectos del hombre, y as{ tuvimos una literatura psicolégica (Proust), religiosa (Mauriac, G. Gree: ne), ética (Brecht y toda la literatura social). Pero las obras Propiamente contemporineas, aque'las decisivas porque serin de vanguardia por mucho tiempo, estin preocupadas por el estar a la pregunta * situaci n de la nowcla: Cundernos Americanos, México, vol. IX, No 4, jullo-agosto, 1950, pigs, 221-243 18 En el laberinto con los monstrues sex humano en su totalidad, A veces inicluyen descripciones psicolégicas penetrantes, se intere:an particularmente por tma alienacidn social, pero siempre subordinan es a lo que ¢s capital en el hombre, Viéndolo en esta direccién —frater: nizando con Joyce, Becket y unos pcos mis— podremos en. tender Jo esencial en la contribucién de Cortazar. Analizaremos su literatura, por tanto, como una antro- pologia, Pero una antropologia poética, No importa que su obra mayor esté en Ios cuentos y las novelas, tampoco que Junto con Borges 10 creamos el narrador més espléndido de nuestra Jengua, Su talento es predominantemente poético. Es que lo poético no esté dado en él por la forma exterior del Tenguaje, sino por el cardcter de la intuicién y las imagenes que la revelan. Por lo mismo, no encontraremos una idea del hombre expresada poéticament ambos elementos viven en- lazados en una sintesis inseparable. Mis allé de caducas dis- tinciones entre contenido y forma, su obra se erige como una experiencia poética de lo humans. La primera publicacién de Cortézar fue un libro de poe- mas. Se titulé Presencia y aparecié en 1988, firmado con el seudénimo de Julio Denis, como si hubiera querido desvin- cularlo ya de su prestigio posterior. Escritos en Bolivar cuando tenia 23 y 24 afios, los sonetos de ese volumen sélo anticipan Tasgos secundarios de su autor: una elegante sensibilidad, una influencia excesiva de Mallarmé y Géngora, y un esmerado tratamiento del lenguaje, El deseo de Cortizar de que olvide- mos esos poemas, y los poemas que justifican ese deseo, sefia Tan que no es en ellos donde s: encuentra al poeta, La vuelta al dia en ochenta mundos recoge nuevos intentos bastante Posteriores y mas personales, pero igualmente desacertados. ‘Ninguno alcanza Ja fuerza, el ritmo, la naturalidad y la be. Meza de imagenes que encontramos en textos en prosa del mismo libro, en tantos relatos de cronopios y capitulos de Rayuela. Todo lo cual ratifica que lo poético no alude al gé- 19 ccorrizar, UNA ANTROPOLOGIA noéTICA nero literario sino af modo de experimentar la realidad y de recrear el lenguaje. Se comprenderé mejor esto si pensamos en Los reyes, un poema dramético editado en 1949. Es la primera obra signifi- cativa publicada por su autor, pues presenta por primera vez una vision definida del hombre lograda en una experiencia poética profunda. Pero lo poético no se muestra a través de ‘versos, sino de las imagenes y el ritmo de la prosa. Tampoco debe engafiarnos su forma teatral, porque casi no hay movie miento escénico y los dislogos parecerian rigidos si fucran re- presentados. Con todo, esto no lo desacredita, pues se disfru- ta leyéndolo y tal vex sdlo fue escrito para eso. Quizi la Yinica objecién valida sea la que le reprocha una exquisitez por momentos recargada. El minotauro, nuestro hermano Los reyes gira alrededor de dos temas —el laberinto y lo ‘monstruoso~ que son también motivos claves en los prime- ros cuentos de Cortizar. La anécdota revive Ja lucha entre ‘Feseo y el Minotauro, como una evidencia més de la devo- cién de su autor hacia lo helénico, exhibida antes en los poemas y en un articulo sobre Keats Pero el mito clisico invierte su sentido en esta obra que es una apologia del Mi notauro, y en la cual Teseo no compone un papel heroico sino el de un hombre casi mediocre, temeroso de Jo excep- cional y promotor del conformismo. Entra en el laberinto para matar al Minotauro, porque es el ser distinto y libre, el poeta que debié ser marginado de la sociedad para que no siguiera amenazando sus convenciones. El Minotaur. sim- boliza, ademés, lo monstruoso que se nos opone, a frontera 5 La urna griega en tn poesia de John Keats; Mendon, Revista de Bs tudios Clisicos, Universidad de Cayo, Mi: 4961, 1946. 20 En el Laberinto con fos monstraos del poder y el conocimiento del hombre. Matarlo equivale a conocerlo. Pero ese saber, irreverente con el secreto det labe- rinto, acaba empobreciéndonos. No podemos aprehenderlo todo, porque la realidad no es totalmente reductible al cono- cimiento ni comprensible por Ia razén. Cuando la violentamos para que quepa en categorias racionales, destruimos los mons- truos, y sin ellos quedamos solos, tristes, Si me matas —le dice el Minotauro a Teseo— “ti te disminuirds, al conocer- me seis menos, te iris cayendo en ti mismo, como se van desmoronando los acantilados y los muertos”. “Al menos es- tars callado”, contesta el héroe. “Si —responde el Minotau- ro-, para dejarte ofr. Te quedards aqui, solo en los muros, y all dentro el mar.” Cuando el monstruo agoniza, una de las victimas que convivian con ese ser demasiado melancélico para devorarlas, un citarista, se acerca al Minotauro y To lama “sefior de fos juegos", “amo del rito": “ni nos Tenaste de gracia en los jardines sin Mave, nos ayudaste a exceder Ja adolescencia te- merosa que habjamos traido al laberinto”. Los monstruos son quienes nos abren Ja libertad, nos revelan los jardines sin Have, nos conducen mas all de Ja adolescencia. Llegar a la madurez no es tanto poseer Ia flenitud del conocimiento como aprender a practicar los juegos de la vida, penetrar sim. bélicamente en Ta alegria de sus rites, encontrar en Ios mons- truos a nuestros hermanos, como Ariadna. “Mira —le insiste el Minotauro a Teseo, sélo hay un medio para matar Ios monstruos: aceptarlos.” En el libro que siguié a Los reyes —Bestiario— publicado en 1951, hay una casa con un labetinto de habitaciones, que un tigre visita segin su voluntad, obligando a los duefios a prescindir de Ja pieza que él va eligiendo. EI tigre es 1a pro- yeccién fantistica de la voracidad incestuosa de un miembro de la familia, simboliza su propésito bestial acechando en todos Jos rincones. Mientras tanto, Jos niiios se entretienen con animales: sepultan a las hormigas en un formicario, observan 21 conrAzak, UNA ANTROFOLOGIA PotrICA Jarvas con un microscopio, enfurecen a un mamboreté atra- pado en un vaso, Todo configura un clima grotesco en el cual el-hombre, jugando con los animales, pareciera expulsar de su interior bestias que lo perturban. Ese sentido de exorcismo que adquiete el trato con los monstruos para algunos perso- najes, estuvo en el origen de varios cuentos de este volumen, Cortézar mismo ha explicado que los escribid a casi todos en circunstancias penosas, y que la transcripcién, directa 0 sim- Délica, de sus pesadillas o sus fobias lo liberé inmediatamentet A Bestiario, cuento que leva el nombre del libro y lo clausura, se parece el relato que lo inicia: Casa tomada. Seres extratios se apoderan del fondo de un viejo caserén, ha- bitado por una pareja de hermanos también incestuosa. Al principio, los duefios se resignan, pero luego les van ocupando Jas demds habitaciones, los artinconan en el zaguén y final mente los expulsan. La riqueza de este cuento desborda la simple fascinacién y sugiere varias interpretaciones. Segin como se mire, la invasin de los extrafios puede simbolizar la presencia obsesiva de los antepasados, efectivamente sultida por los protagonistas, que les impide gozar la vida; al revés, Podria ser el ingreso de las muevas generaciones, intolerantes con Ia decadencia de los hermanos. Esa decadencia podrfa Tepresentar también Ja declinacién de una clase social, des- plazada por otra, como sucedia en cierto modo en Ia Argenti- na de aquel tiempo. Se nos ocurre, por fin, que Ia creciente penetracién en Ja vida intima de la pareja puede aludir a la mirada de los vecinos, a sus comentarios escandalizados que condenan el incesto, El autor responderia, tal vez, que todas las interpretaciones son legitimas, y tendria derecho a decitlo * Véanse fas declaraciones de Cortizar en La literatura fantéstica en las sidtimas generaciones argentinas: Julio Cortazar, ineluido en el bre La literatwra fantdstica en Argentina, de A. M. Barrencchea y Emma S. Speratti Piflero, México, Imprenta Univeristatia, 1047, pig. 77; yen L, Harss, Gortésar o la cachetada metafisica, Paris, Mundo Nuevo, XP 7, ‘enero 1967, pig, 63, 2B En el laberinto con Jos monstruos porque es de esas obras concebidas con un registro humano tan amplio que pueden referirse a situaciones diversas. ‘Tam- bién es evidente que Jo monstruoso acompaiia aqui a lo hu- mano. No lo encontramos tanto en Ja infiltracién de los ex. trafios como en la vida Jarvada de los hermanos, en su modo de arrastrarse tediosamente por Ia existencia, ‘La evocaciGn griega reaparece en Girce, la maga que trans- formaba en cerdos a los hombres mediante una bebida encan- tada. En el cuento de Cortézar es una sefiorita cualquiera de Buenos Aires, que quiere asesinar a sus novios con bombones envenenados. Para situarnos, dice desde el comienzo que De- Jia jugaba con arafias cuando era chica y los animales siempre se mostraban sometidos a ella: “no se sabia si cra carifio 0 dominacién, le andaban cerca sin que ella los mirara”. Luego, el autor propone imigenes como éstas: “a Mario le parecié un instante que su gesto ante la luz tenia algo de la fuga en- ceguecida del ciempiés, una loca carrera por las paredes”. También se predice la muerte de un pez rosado y de un gato enfermo, Sutilmente, sin que pase nada espectacular, una se- cuencia de hechos familiares va armando asociaciones que nos deslizan hacia la revelacién final: “Con la mano libre apretd apenas los flancos del bombén pero no Jo miraba, tenia los ojos en Delia y la cara de yeso, un pierrot repugnante en la penumbra, Los dedos se separaban, dividiendo el bombén, La luna cayé de plano en la masa blanquecina de la cucaracha, el cuerpo desnudo de su revestimiento coriiceo, y alrededor, mezclados con la menta y el mazapin, los trocitos de patas y alas, el polvillo del caparacho triturado.” ‘Todos los cuentos de Bestiario hacen este alarde de sobrie. dad y pudor. Un estilo recatado, sin palabras solemnes, sabe introducimnos en el misterio. Tampoco se recurre a situacio- nes inverosimiles: los protagonistas de cada relato son los ha- bitantes normales de Buenos Aires, su lenguaje es nuestro idioma, sus ceremonias recuerdan las de cualquiera de nues- tras vidas, Cuando irrumpe lo fantastico, parece una conse- 23 cuencia inexorable del realismo que lo precedié. En ningdn cuento de este tomo hallamos tan bien confabuladas esa con. viccién realista y la apertura a lo tascendente como en la historia de Celina y Mauro. Por algo se ama Las puertas del cielo, “Me parece bueno decir aqui que yo iba a esa milonga Por los monstruos”... “Las mujeres casi enanas y achinadas, los tipos como javaneses © mocovies, apretados en trajes a cuadros 0 negros, el pelo duro peinado con fatiga, brillantina en gotitas contra los reflejos azules y rosa, las mujeres con cnormes peinados altos que las hacen mis enanas, peinados duros y dificiles de los que les queda el cansancio y el orgullo. A ese mundo pertenecia Celina basta que Mauro, un puestero del Abasto, se casa con ella, redimiéndola. Mauro es el hom- bre del patio, del mate y In charla con los vecinos; Celina si. gue siendo la mujer que encuentra su caliente felicidad en la milonga, aunque se conforme con su marido de tanto querer- lo. Un abogado amigo de Mauro advierte ia diferencia y lo entusiasma para que Ia Heve, aunque sea, a bailes decentes. Pero ni en esas salidas, ni por el amor que los une, el marido comprende Ja dicha que su mujer vivid antes de conocerlo. Fue preciso que Celina muriera, que él sintiese que el tiempo era largo sin ella, que el amigo lo distrajera levindolo a una milonga, para que ese descenso al infierno le descubriera en tuna mujer que bailaba la felicidad que experimentaria la suya cuando lo hacia. Pero Ia revelacién no acaba alli. En ese baile en que no esti, Celina se vuelve la mediadora de un encuen- tro entre Mauro y el amigo, profundo como jams lo hablan tenido. “Nos alcanzamos en lo més hondo”, dice el abogado, y Jo compara con aquella vez, a los 20 afios, cuando en Spor. tivo Barracas se miré con otro en el fondo de Ia pileta. En el volumen de cuentos mis reciente, Todos los fuegos el fucgo, la misma atmésfera da lugar a un relato semejante, cuyo titulo también evoca al anterior: EI otro cielo. Aunque en éste el tratamiento temporal ¢s mds claborado y aparece 24 En el laberinto cou los monstrucs mis explicita la lucha del protagonista contra Ja rutina. Por un lado, estin su familia tan clase media y con las enferme- dades correspondientes, su madre abnegada, la novia arafia, el barrio y la politica nacional; por otro, 1a vida vislumbrada durante Ja adolescencia en la Galeria Guiemes, que es también la Galeria Vivienne, de Paris, en 1870, con la Maga-Josiane, el terror suscitado por el asesino Laurent y una constelacién de seres marginales. En este mundo “no habia que pensar en Irma (la novia) y se podia vivir sin horarias fijos, al azar de los encuentros y la Suerte”, La familia, por el contrario, nunca consiente que el azar interrumpa sus costumbres, y quizd por £30 no vive verdaderos encuentros sino la segura repeticion de destinos prefijados. Lo “normal” es nuevamente un orden sofocante del que el protagonista se desespera por sali, Y la salida Ta busca en los laberintos de las galerfas, en Ia libertad de sus monstruos nocturnos. La tenebrosidad de sus pasillos y Ta anormalidad de sus thabitantes saben de otra luz y otro aire. Dos cuentos del libro Final del juego, los que se titulan Después det almuerzo y Axolotl, por sus temas y por las suge- rencias «que los envuelven, también convergen en este grupo de animales que se confunden con hombres y de hombres ani- malizados iniciado por Los reyes y Bestiavio. Seria justo si am. bos relatos pertenccieran a este wiltimo libro, Después del almuerzo, uno de los cuentos mas célidos de Cortizar, describe el paseo de un chico, probablemente de once © doce aiios, junto con algo no identificado. Cuando van por Ta calle 1a compaiifa se embarra y el chico tiene que pa- rarse y limpiarla, todo el tiempo bajo la mirada de los vecinos, Después, el tanvia est bastante leno y deben sentarse sepa. tados, de modo que pasa el viaje contando hasta diez y Inego Gindose vuelta para ver si no molesta a los pasajeros. Trans. curre casi una hora, desde Flores hasta el centro, sin que se- Pamos quicn es el acompaiiante. Podria tratarse de un her- mano oligofrénico, un perro, 0, pensando simbélicamente, de 2 ConrizaK, UNA ANTROPOLOGIA FOErICA su propia infancia con la que debe cargar. Un dato apenas deslizado hace suponer que se trata de un hermano: el chico saca dos boletos. Pero todo es tan sospechoso que la incégnita permanece. Esa incertidumbre, ademis de sostener admitable- mente el suspenso, leva a pensar en Ia ambigiiedad de muchas situaciones humanas. De esa ambigiiedad quiere testimoniar el relato, y por eso importa poco que sea un hermano, un ani- mal...! en cualquier caso tas reacciones de los adultos y la molestia del chico hubieran sido Jas mismas. El hombre que descubrié a los axolotl visitando el Jardin des Plantes, en seguida comprendié “que estibamos vincula- dos, que algo infinitamente perdido y distante segufa sin em- bargo uniéndonos”. Consulté un diccionario, pero le parecié insignificante saber que era una especie mexicana de batracios Continus yendo a verlos un dia tras otro, a veces a la mafiana y ala tarde. Se pegaba al vidrio del acuario y dejaba que sus ojos de oro le hablaran “de la presencia de una vida diferen te, de otra manera de mirar". Poco a poco se sintié absorbido Por ellos, acepté ese proceso, y nada le extraité, entonces, ob- servar un dia sus propios ojos del otro lado del cristal, Con- vertido en un axolotl, su sombra seguia no obstante en el exterior laciendo un esfuerzo imitil por comprender a los pe- ces. Pero ahora sabia “que ninguna comprensién era posible. El estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamien- to fuera del acuario”. No se puede comprender lo no humano y seguir siendo un hombre; no podemos mantenernos insta: Tados en lo que ya somos y Negar al mismo tiempo a lo que podemos ser. ‘Todo crecimiento es primera una renuncia, lue- go una transformacién, Por eso hay una formidable ironia Sobre Ia condicién del escritor, que vive hablando sobre los demis, cuando el relato concluye con una reflexién del hom. bre que ahora es axolotl: mirando esa sombra que se aleja, piensa “que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo ima. ginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl” 26 En el laberinto con ios monstruos eQué es lo humano? Asi como Ia filosofia procura aprecar la esencia de lo humano en conceptos, Ia penetracién poética la libera en ima- genes. La del laberinto y Ia de Io monstruoso son claves en gran parte de la literatura de Cortizer. Como hemos visto, el laberinto aparece en Los reyes, en Bestiario y en En otro cielo; Jo reencontraremos en el complicado itinzrario que lleva a la Popa del barco en Los premins; en Rayuela: en el tejido de Ta estructura y en Ia figura del juego que le da titulo; en el hormiguero del cuento Los venenos; y como recurso humorfs- ico en varias historias de cronopios. Esta reiteracién, mds 0 menos explicita, de un espacio laberintico en el cual se desen- wuelve In accién es significativa porque el espacio cumple en Ja novela y el cuento una funcién capital, mas importante que en otras formas literarias. En tanto la poesia suele pres- cindir de la ubicacién espacial y el teatro se limita a uno o a los pocos lugares que caben en Ia escena, la narrativa trara en su desarrollo un movimiento que da la imagen de la visiin del hombre y del mundo sustentada por el autor Por si el timero de ocasiones en que aparecen Taberintos nos dejara dudas, el protagonista de EI otro cielo explica que sus pascos terminaban “en el barrio de las galeras cubiertas, quizé por. que los pasajes y las galerfas han sido mi patria secreta desde siempre”. En este relato —como en Los reyes, Los ppremios y Rayucla ~asomarse al Jaberinto es Megar al umbra! del “alti mo misterio”, entrar en él es ingresar en Ja via del conos miento: “el Pasaje Gitemes, territorio ambiguo donde ya hace tanto tiempo fui a quitarme Ia infancic como un traje usado’ EI Taberinto sugiere que ta existencia humana ¢s un peregri naje, un itinerario errante, la biisqueca de un centro, un se- 5H. Ronse, Le labyrinthe, espace signicatf: Ginebra, Cahiers inter nationaux de symbolism, NP 9-10, 1965-1966, pig, $0. 27 creto o una salida. También ins nia que él acceso al niicleo de Ja realidad no es lineal, que debemos recorrer un camino simoso, fatigante, y a cada momento enfrentar el riesgo de perdernos. Aiin mis fecunda es la imagen de lo monstruoso, tan de- cisiva que dio titulo al primer libro de cuentos. La palabra bestiario, familiar en la antigtiedad, fue resucitada en nuestro siglo por Apollinaire cuando la asocié a su Cortejo de Orfeo. Si bien suponemos que Cortizar conocia esta obra por la ad- miracién que ha declarado hacia su autor, nos parece que su Bestiario se relaciona mejor con los significados tradicionales del término. Sabemos que ha tenido, por lo menos, tres sent dos. En Roma se llamaba de ese modo a los que cuidaban las fieras y a Ios que luchaban con ellas en el citco. En Ja Edad Media pas a usarse como titulo de ciertas descripciones de animales, con algo de conocimiento cientifico y algo de fabula, que acababan en reflexioones morales; el autor se ocupaba de los animales para explicar mejor a los hombres. Ignoramos si Cortézar records esa triple significacién, pero es evidente que conviene al sentido de su obra. Lo bestial es al mismo tiempo algo que el hombre custodia y contra Io cual combate, y tam- bién algo que Io constituye y lo explica. Mauro, los protago- nistas del cuento Bestiario, los novios de Circe y el hombre que se convierte en axoloil sienten esa ambigtiedad que ya conocian los antiguos cuando afirmaban que los monstruos excitaban en ellos a la ver el terror y el deseo. Los griegos eran conscientes de que esa ambigiiedad es- taba en la condicién humana, y definjan al hombre como animal racional. Pero pensaban que lo animal, el desor- den, debia ser organizado por la razén, Si lo animal desbor- daba To humano, como en el Minotauro, era preciso encerrar- Jo en un Iaberinto: tal vez su enérgica geometria lo corrigie- ra, Hoy, después de las crisis racionalistas, después del surrea- lismo, de las filosofias de 1a vida y de Ia existencia, que tanto influyeron en Cortézar, sabemos que Ja razén no es Ia esencia 58 En el laberinto con Jos mo: del hombre, Mis bien pensamos que el hombre se define como un ser de posibilidades. Nada lo predetermina, todo Te es po- sible, y por eso su libertad es fuexte de incertidumbre. Por- que nadie tiene su esencia prefijada, munca podemos estar segutos de que haré 0 no tal acto. Hay algo de imprevisible, de arbitrario, hasta en la existencia mis condicionada por las circunstancias. La posibilidad es siempre el desorden, la ne- gacién de Tas estructuras trazadas por la razén. A menudo nos hemos dejado corromper por Ia ilusién de que Jo humano esta contenido en lo real, en Io que el hombre ha obtenido una cierta altura de Ia historia, Entonces lo nuevo parece monstruoso © inhumano. Pero en este sentido Io monstruoso | ¢s parte de nuestra dignidad, porque munca somos tanto nos- ‘otros mismos como en el acto de crear. EI protagonista de EL otro cielo, anulado por Ia chatura familiar, se encuentra con lo mas profundo de si en las galerfas, en sus habitaciones que acogen lo posible permitiéndole que enriquezca ta realidad. Es cierto que el cultivo de Ia razén impuls6 el desarrollo cientifico y tecnoldgico, que aplicada a planificar la sociedad ha mejorado la condicién humana. Pero siempre que hubo un progreso la razén fue usada por las potencias imaginantes del hombre y por su amor o su deseo de justicia. La mera presen- cia de Jo racional rio garantiza su valor, pues en definitiva Ia razén nunca se da sola, Esta aliada a nuestros propésitos, y de nosotros depende que sea creadora o destructora. Cortizar lo explicé agudamente en una réplica a Guillermo de Torre? que responsabilizaba por los crimenes nazis al irracionalismo existencialista, El deseo de esos crimenes, impulso irracional, no habria Tlegado a su truculenta realizacién sino hubiera sido programado por una taz6n estricta, Lo irvacional nunca ileanza por si mismo peligrosidad colectiva; s6lo siendo orga, 6 Irracionalismo y eficacia, Buchos Aines, Realidad, vol. VI, N° 17-18 setiembre-diciembre. 194 29 conrhzaR, UNA ANTROPOLOGIA PoETICA mnes, técnicas nizado por la razén puede engendrar inquisicis de tortura y cimaras letales. A la indentificacién de lo humano con Jo posible se nos podria responder que los crimenes nazis son una de las po- sibilidades del hombre. Pero habria alli una contradiccién: ho puede afirmarse que el hombre desarvolla sus posibilidades cuando millones de hombres son ascsinados, cuando sienten caducar toda posibilidad. La realizacién plena de lo humano exige que todos puedan construir libremente su futuro. Una literatura que quiera dar testimonio del hombre hablara de esta aventura, Debe contar la situacién presente, pero también explorar posibilidades ain inciertas, esa presencias oscuras que vienen desde el futuro apoderdndose de nuestra casa. Hay criticos y lectores que desean encontrar las cosas mas dlaras: Ja literatura realista de este lado, Ia literatura fantés- tica del otro, Los escritores realistas serian aquellos que presentan la vida verdadera; Jos escritores fantisticos aquellos que juegan con la imaginacién. Ese tajo entre realidad y fan- tasia puede hacerse tinicamente desde fuera de la obra lite- raria, pues toda literatura es fantasia; sélo por Ia fuerza de su conviccién 1a aceptamos como verdad. La distincién es po: sible cuando al autor Je falta talento para convencernos 0 nosotros nos resistimos a participar en Ia vida de la narracién, queremos mirar el acuario desde fuera. Ademis, ocurre que la imaginacién también pertenece al hombre, es parte de su verdad. ¢Cémo dat testimonio de ella? Creando Io fantistico el escritor habla de esta dimensién de lo humano La literatura no puede rebuir su participacién en esa do- ble vertiente: lo que el hombre ha sido y lo que esté en trance de ser. Cortazar nos maravilla por su habilidad para situarse en esta encrucijada, por su modo de conjugar la descripcién de hechos que pédrian ser reales con la imaginacién de seres insélitos. Las referencias a lo cotidiano hacen creer que esta- mos tranguilamente en lo inmediato, cn tal calle de Buenos Aires © ante tal costumbre familiar. Pero en cuanto nos sen- 40 En el laberinto con los monstrnos fimos seguros, lo fantdstico se filtra y hace danzar sus mons- truos. Es curioso que lo imaginario aparezca en las narraciones le Cortizar tan naturalmente como Jo real. En Bestiario Ta {umilia cumple sus tareas habitua'es con Ia mista sercnidad con que habla del tigre que la acecha. La Carta a una sefiorita rm Paris presenta a un hombre insospechablemente normal, en cuya vida cada tanto ocurre algo extraito: yomita conejos vivos. Este hecho es narrado con el mismo estilo realista que se usa para decir que va a un conci Y el protagonista reci to © sube en el ascensor. ¥¢ a los conejos sin Ia menor alteracién, los incorpora a su existencia como una costumbre mis; de noche, cuando nadie pusde verlos, los deja correr por la ha- bitacién, y al Negar Ta mafiana los guarda en un armario tal como al despertar encerramos los suefios en el subconciente. EL autor sabe que Ia confusién de Jo real y lo fantistico trastornaré nuestra indiferencia a lo excepcional, nos hard desconfiar de Ja realidad aparente y averiguar su mecénica mas profanda. Es Ja misma desconfianza que sienten Luis y Laura en Cartas de mamd cuando en medio de Ia verdad com: probacla toclos los dfas —el émnibus, el departamento, las ca- Nes de Paris leen las noticias de Ia vida actual del Nico. Porque las cartas de la madre de Luis hablan_precisamente de Nico, el hijo que murié hace tiempo en Buenos Ai res, poco después de que Luis le robara a Laura, que era st novia, Mamé insiste en que Nico pregunta por ellos, en que Je ha tenido que planchar muchas camisas a Nico, y final- mente, que Nico viajard a Paris para visitarlos. Hasta ese momento, Luis y Laura habfan construido en Francia una realidad mentirosa, apoyada en el silencio cémplice de los dos. Las cartas de mamé, al volver a mencionar a Nico, de- nuncian que Ia realidad de Paris es una ficcién, un modo de evadir a trampa que hicieron en Buenos Aires. Lo insélito, lo increible, es a menudo el verdadero rostro de la realidad. Parece excepcional porque lo disimutamos para evitar su 31 incomodidad. Al mezclar imperceptiblemente lo fantistico y lo real, Cortizar revela con qué astucias montamos sobre Jo més auténtico las mascaras que conviene exhibir. Esta labor desmistificadora fue practicada en las primeras, obras mediante una celebracién de lo monstruogo y Ja, bits: queda de un nivel de realidad més rico que el aparente, Lu 40, lo que denominaba monstruoso por su caricter imapresa- ble se definira mejor como lo absurdo, y la biisqueda balbu- ceante de Mauro se convertira en una persecucién de la auten- ticidad con Ja lucidez de un Oliveira o un Medrano. Los monstruos se reencarnarin en los cronopios y también en otros seres menos imaginarios, con nombre y apellido, Entremos sin demora en esa fiesta que es la madurez de Cortézar. 82. LOS PERSEGUIDORES Me he colocado a menudo en ese estado de absurdo imposible, para tratar de hacer acer en ini el pensamiento, Somos unos pocos en esta época empefiades en atentar contra Jas cosas, en creat en nosotros espa ios para la vida, EL pesanervios Antonin Artaud, Parece absurdo que el absurdo crezca en occidente mien- tras la ciencia y 1a tecnologia estin explicando y previendo casi todo. Se lo expuls6 de ciertas zonas de 1a vida, pero se ha re. fugiado en Ia filosofia y el arte y desde alli insiste en ejercer subversivamente Ja defensa del hombre, Cuando el cientificis: mo y el sentido comin ereen proseribirlo, reaparece multipli cado en el surrealismo, el existencialismo y otras rebeliones vanguardistas, como en ese cuento de Cortizar en el que las hormigas, al seatirse atacadas, resurgen al aire puro en terre- nos cercanos sin ningin respeto hacia las plantas cembradas por vecinos prolijos. ta inrupcén del absurdo en nuestro tiempo ha ocu- trido en dos formas. Encontramos, por una parte, un absurdo trdgico, segin el cual se concibe el mundo como un reino ininteligible y la vida humana como “una pasién imitil”, afir- ma Sartre; “un exilio sin remedio”, explica Camus, “pues esta 35 privada de los recuentos de una patria perdida o de la espe- ranza de una tierra prometida”. Para los personajes de Katka y de Beckett las aspiraciones mas hondas se frustran, los ine terrogantes primordiales no reciben respuesta: nunca se po- arg entrar en et Castillo, jam s se verd a Dios, no se sabri por qué nos evan a la muerte ni qué jueces la deciden, E hombre y el universo son arr trados por un absurdo total, que a su paso no deja mis que angustia, desesperacién, nausea En su otra forma, el absurdo no es una caracteristica de toda la realidad, sino de un estilo de vida inauténtico, Su representante literario mis eminente es Tonesco, y su actitud ésté emparentada con el pensamiento expuesto por Heidegger en El Ser y el Tiempo. Para este fildsofo hay, en sintesis, dos modos de existencia: la auténtica y la inauténtica, La. prime- 1a ¢s Ievada por Jos hombres que aceptan con fucidez su con- dicién en el mundo, que hacen de cada acto una creacién original y profunda, que asumen Ia certeza de la muerte co- mo un conocimiento que slo el hombre tiene y por eso lo Aignifica; por Jo tanto, viven con responsabilidad su muerte, no como un futuro ineludible, sino como una presencia que impregna toda Ia vida y es experimentada sin temor. La exis tencia inauténtica se comporta a Ia inversa: convierte a la muerte en una ceremonia, un acto social que le ocurre a los otros y que hasta tanto le Tega a uno puede disimularse ocu- pando la vida en una curiosidad superficial, en esa “avidez de novedades” que busca lo nuevo, no para comprenderlo, sino ara distraerse. La existencia trivial diluye toda intranquitidad en una coleccién de lugares comunes y frases hechas, Se hunde en el anonimato de Jas relaciones cotidianas y es incapaz de comunicar algo personal; sus temas son Io que se dice, lo que se hace, lo que se piensa. Jonesco ha dedicado sus obras a ridiculizar esta vida inauténtica, sin que ello las haga meras trascripciones litevarias de Ia filosoffa heideggeriana, Son crea- ciones muténomias, que construyen situaciones disparatadas pa- ra combatir Ia rutina. En este teatro el absurdo es menos el Los perseguidores objeto de la denuncia que el método para lograrla: es un absurdo humoristico. No desemboca en la desesperacién 0 la ndusea, porque no socava las bases sltimas. Puede suscitar angustia en tanto provoca insatisfaccién, pero no hace su- cumbir toda Ia realidad; tinicamente ataca el estilo de vida inauténtico, en medio del cual subsiste incontaminado el hom bre Tonesco. Cortézar redinz en su obra el absurdo trigico y el absurdo humoristico, Especialmente en Jas novelas, Ia denuncia de lo tivial no se agota en Ta intencidn ética: procura dejar a Ja intemperie lo que la inautenticidad falsamente protege. El pro: posite final es que el hombre comparerca ante su verdad fun- damental. No se dice cuil es esa verdad; somos incitados a descubrirla, Incluso hay uma vacilacién en cuanto al sentido ia existencia: a veces leemos que todo es absurdo, que nada justifica al hombr> nial universo; en otras paginas se sospe- cha que tiene un sentido, oculto en su estructura més secreta. De todos modos, no es funcién de Ia literatura el ensefiarlo, adherir dogmaticamente a una direccién del conocimiento o de Ia fe. Su ambicin es abrir puertas, indicar senderos, y combatir en el hombre lo que se resiste a la aventura. Absur- da o no, la existencia humana debe empecinarse en la hucidez y la ereacién: Ningtin conformismo debe distraernos de la indagacién de la popa que dirije el viaje, del enigmatico cielo ‘en que culmina nuestra rayuela, “Los premios"; evasién y soledad Un viaje al extranjero obtenido con una rifa retine en el bar “London” a un grupo heterogénco, una especie de resumen de Buenos Aires, convocado allt para ser conducido al barco. Todo es bastante extrafio, pues los pasajeros igno- ran el nombre del buque y el destino al cual Jos evan. Estos datos parecen secundarios, al principio, ante la posibilidad 37 coRtAzaR, UNA ANrRoFOLOGiA PoérIcA de Tiberarse del trabajo, y en algunos casos de la familia, para er algo nuevo, Tendrin poca importancia, aun después, para uienes viven atados a Ia comodidad de los hibitos las * fisses triviales, los que piensan que Ia vida es una lucha y que “Jo principal es la salud. Otros, en cambio, sienten que la in- actividad del buque Jos priva bruscamente de las evasiones de Buenos Aires; en este viaje —que suponian una evasion mejor~ Ta soledad los confronta con ellos mismos, Entonces uieren comunicarse con la popa, saber a dénde los Mevan, guiles son las paradas. Pero la tripulacién habla un idioms imeconocible sabe pocas palabras en francés re © inglés y ade- mis no quiere dar informacione , Se hacen varios intentos Para Hegar al secreto, pero las puertas estin cerradas, final mente, se prepara un motin y se asalta Ia conduccién del bu. ‘ue. En fa lucha muere Medrano, intervienen las autoridades argentinas y todos son devueltos a Ia monotonfa de Buenos Aires. ates Ottia® asegura en una nota final que no To guiaron intenciones alegéricas. Aceptamos esa declaracién, y entende. ‘mos que justamente el no haberse propuesto usar el relato Para un fin extraliterario le permite su acierto. Pero “es evi. dente —como él mismo reconoce~ que, por debajo, los temas simbélicos, los arquetipos que me rondan, se fueron abrion. 0 paso”*. Como si el argumento fuera poco kafkiano, Per. + BSE yhlabrss petenccen a ana carta que Contr nos acribis «1 2 ae octubre de 187. EI pirate compan Wie eeenge ee Bremios: "Nada en mi, como estos, cr consienie Feat nae Sin menor inencidn. Realmente la taut pare divine, a nea ni amargura oi lamadas de atenelén, Es eridene que, pon ace ne eas Simbética, tos arqueigos que’ me wenden, Reta ea Bro. Si ew pers llamarse algo ae) como intone wrote eect con el edo de dnimo que deh, eer eats Buenaseres, Gieo que noo convener coma no ne meh 4 ingin eco on esa ota fin, Y sin cuban we were la ra yuela —es Ia conquista hacia Ia cual tendemos, pero también lo inapresable que nos lama. Estar disponible a esz llamado no implica necesariamente una alienacién. Es cierto que para crear el hombre debe sentirse disconforme con la realidad que existe, pero también es verdad que ningiin acto puede se> silo Ja decisién que Io asume y Ia obra que lo ejecuta. Todo acto se efecttia en una situacién ya dada y en tal sentido también ¢s consentimiento. Aun las rebsldias de Oliveira no se reali van en el vacio, sino en un contexto que debe aceptar de algun 101 modo para poder negarlo, Hay entonces una adaptacién au- téntica, la que surge a partir de la creacién y el inconformismo Cuando la rebeldia es hicida, reconoce sus fronteras, lo cual no Ja empobrece si no usa la Timitacién como excusa para abdicar; al contrario, le da el tamafio preciso de su honestidad y su grandeza, Por eso Ia obra de Cortizar, gracias a que no ¢s realista, nos ubica en la exacta realidad. Promueve la con- quista, pero también recuerda que siempre habré un Mino- tauro que excederé nuestro conocimiento y nuestro dominio. Y es significativo que en la ultima €poca, lejos de resolver a dualidad con opciones ficiles, Cortizar siente necesario agu- dizar este debate. Al mismo tiempo que exalta la lucha del hombre por anexarse el universo y ordenarlo con su razén (Rayuela, Reunién), anuncia que en Ja novela que ahora es atibe le apasiona seguir explorando las figuras, los simbolos, que revelan nuestros destinos inscriptos en constelaciones que fos desbordan y les asignan su significado.’ Ya on el mapa de los ferrocarriles elaborado por Persio, en la lucha entre Ja libertad de John Howell y Ia trama prefijada de la pieza tea. tral, se advertia esta dialéctica entre el sujeto y e! sistema que Jo incluye. El hombre es encierto modo el autor de su exis tencia, Ia fuente del sentido; pero al mismo tiempo es parte de tan sistema que lo significa, una de las tantas palabras que pro- nuncia el universo, un simbolo dependiente de otros simbotos. Es ipreciso aclarar que, si bien Cortizar reconoce una trascendencia que excede al hombre, no existen en él dimen: siones religiosas. En conjunto, su obra coincide con un aspecto de toda religién al Mevarnos més alli de la posesividad in- genua, del orgullo tipico del pecado adinico: organizar el mundo alrededor del yo, Pero tal coincidencia, aun cuando a ella puedan sumarse ciertas influencias del budismo zen, apro- xima sus trabajos mis a una posicidn filosdfica como la de + Véanse Tas dectaraciones de Cortizar incluidas en et articulo ya citado de L. Harss, pig. 70 102 La cast del hombre Heidegger que a la de una actitud religiosa. El tiempo y el espacio de Cortézar son e: rictamente humanos; no se advierte munca una presencia explicita ni implicita de Dios, un sentido de culpabilidad en el hombre o cualquiera otra de las notas distintivas de un universo religioso. Ni siquiera se combate a Dios 0 Ia religién. En los poquisimos casos en que son alu. didos, como en La vuelta al dia, se hace precisamente bajo €l titulo de Rara avis, se afirm: que “podemos vivir sin el pajarito mandén”, que el hombre “se asiste solo”. La réplica de Johnny a Bruno “no acepto a au Dios”... “No tiene nin. gén mérito pasar al otro lado porque ¢l te abra la puerta”— 5 menos una reaccién contra la divinidad que contra el mez quino intento del critico de explicar Tas maravillas de su mii sica recurriendo a un pretexto ajeno al hombre, Por eso deci- mos que el mundo de Cortézar es un mundo humano, que para € el hombre actual es un ser postreligioso, Admite sus limi- tes y la trascendencia porque ni siquiera dogmatiza su ateismo. Es ateo y mo antitefsta. En conexién con esta dialéctica entre la posesién del mun- do y la biisqueda de nuestro lugar en él, otro problema, tam- bién central en el pensamiento contempordneo, es propuesto por Cortizar con singular penetracién: la relacién entre lo ‘racional y lo intuitivo. Uno de los modos en que el hombre cortazariano reconoce sus limites es aceptando los de su razén. El hombre es tan racional como poético; se humaniza al de> plegar conjuntamente su inte‘igencia y su intuicién, su capac dad abstractiva y su potencia imaginante, Y en ciertos casos, como en el acceso a Ja trascendencia, propone preferentemen- te Ja via poética, Aunque en ningiin lugar lo afirma de un modo directo, la adhesion de La vuelta al dia a la frase de Lautréamont la poesia debe ser hecha por todos” y otras ve’erencias semejantes permiten suponer que para Cortazar la actitud poética puede ocupar en el hombre contemporsineo la zona de su vida que antes abarcaba lo retigioso. 108 Pero esta inclinacién por Jo no racional no Jo Ieva al irracionalismo, (Lo que busca, en definitiva, es un equilibrio creador entre Jo racional y Io intuitivo, sin excluir ningumo de los dos términos. Sobre todo en Oliveira y la Maga, pero tambien en otras partes, hemos visto que el aislamiento de la raz6n conduce al delitio nihilista y que el aislamiento de la intuicién matogra su riqueza por falta de rumbo. Separadas ambas giran initilmente sobre si hasta destruirse. Unidas, pueden engendrar una creacién deslumbrante como Rayuela, como Ta Titeratura integra de Cortizar. Es significative que varios de sus mejores relatos sean descripciones de seres in tuitivos —Celina, Jobnny, la Maga—, escritas por observado- res racionalistas y mis 0 menos distantes: Hardoy, Bruno, Oliveira. Oliveira dice que cuenta Ja historia de la Maga co. mo una manera de recuperarla; la admirada nostalgia con «ue Bruno presenta a Johnny acredita que no es otro el origen de su evocacién; Hardoy lamenta haber seguido desde afuera Ja dicha de Mauro y Celina, y confia Negar a mezclarse con esa felicidad redactando Las puertas del ciclo. Los ues se re. conocen observadores empedernidos, descon:entos de que la ra- 26n los thaya privado de participar en lo que otros sentian. La literatura es su intento de reunir Jo racional con lo intuitivo, y Ja esperanza —o su simbolo— de que esa fusin tansforme la vida. Un ejemplo semejante es ef de John Howell, especta- dlor que se convierte en actor para modificar la cotidiansidad, aunque aqui Jo cotidiano sea Ia repeticién rutinaria de una Fiecién teatral. Asi surge el obscrvador participante, el parti cipante que razona sus intuiciones y logra a la ver la penetra. cion y el rigor. Es Cortdzar combinando una intucién expet mental profunda con el control racional indispensable. Mien- tras Ia intuicién Ie permite expiorar rutas inéditas, su inteli sgencia le evita el exceso 0 el desacierto en cada ensayo Lingiis- tico; por eso su audacia a menudo nos deja la sensacion de interrumpirse en el momento exacto en que podia desvirtuar- se. Peto Io que basicamente ejemplifica su obra es que 104 Io una 1a casa del hombre raz6n capaz de pen‘ar poéticamente, una intuicién pottica que aprehenda Ia lucha por Ta Iucider aleanzan a comprender la condicién humana en su situacién contempordnea. :Cémo abarcar sino las contradicciones entre el orgullo de raciona- lizar el mundo y Ia fraternidad tembtorosa con los monstruos? Todas Jas contradicciones del hombre se resumen en la lucha por expresarlas. Para conseguirlo, precisa aliar la poesfa con Ja lucidez, la sensibilidad subjetiva con la objetivided racio- nal, la inmediatez de la intuicién con Ia mediacién del pensa- miento. Es lo que encontramos en Ia poesia Hicida de Persio cuando, al imaginar cémo veria el barco desde arriba un ob- servador objetivo, no ejecuta una descripcién cientifica de la realidad aparente, sino que lo percibe transmutado en guita- tra, trata de decir con palabras que no scan palabras sino ritmos puros su antitectura de ese simbolo; !o que encontramos también en Ia carta a Rocamadour, que congrega’ en pocas imagenes tantas verdades como el resto del libro. Asi, en una / época en que la légica y las ciencias se esfuerzan por vaciar el lenguaje de significados ambignos, volviéndolo cada vez mis univoco, preciso, técnico, hay escritores capaces de restaurar Jas dimensiones que se olvidan e inventar aun otras. El Indo nocturno del hombre permaneceré mientras haya un lenguaje que lo nombre, que por Jo menos intente ser Ja resonancia del combate Tibrado en su ser por Ia razén y Io que no se somete a ella, También hallamos tratadas de un modo muy sugerente dos tensiones afines del pensamiento actual: 1a que relaciona a cada hombre con los otros, y Ia que opone lo individual y lo colectivo, Cortézar indica tres modos de relacién entre el yo y los otros. En un primer sentido, acentuado en el comienzo de ‘su obra, et otro aparece como lo monstruo que nos en. frenta pero que secretamente se muestra semejante ¥ por eso nos seduce, nos Mama a reconocer y vivir nuestra solidaridad con él, El Minotauro ¢s nuestro hermano, el axolot! nos va 105 conrkzAn, UNA ANTROPOLOGIA OEIC devorando hasta incorporarnos al acuario, el acompaiiante que perturba el viaje en tranvia de un adolescente es su infancia © quizd su hermano. En todos estos casos Ja anormalidad del otro cuestiona la conviccién de mi normalidad, In vuelve sos pechosa, una ilusién de mi egofsmo. Por eso mi yo quicre matar a los monstruos, porque desafian mi autoafirmacién, la pobre vanidad de creerme el centro del mundo. Pero no es posible extirpar a los monstruos. La realidad sigue alojandolos para recordar Ja trascendencia que nos negamos a afrontar, para que no sea cémoda Ia instalacién del yo en lo que ya es y pose. La instalacién del yo en su exclusiva realidad no Io aisla totalmente de los dems. Contimia vinculado a ellos como niembro de una masa indife enciada, pues donde no hay ori- ginalidad personal nadie se distingue aunque s¢ enclaustre en su yo, $610 al quebrar Ia uniformidad de lo masivo, al aceptar Jo monsiruoso, es decir 1a realidad distinta de Ios otros, renun- ciamos a las relaciones inauténticas con ellos. Pero también qui amos solos. Oliveira revela que la primera exigencia de fa vida auténtica es Ia separacién de los demis para encontrarse con lo propio y original. Esto lo saben bien los adolescentes, mejor que ninguno el protagonista de La seftorita Cora, absolutamen- te solo, pese a que su madre lo acompaiia todo el dia y se enoja porque no le permiten permanecer en la clinica de noche, aun- que una enfermera atractiva Jo colma de sonrisas y atenciones. Esas compafiias no hacen mis que subrayar la soledad del ado- lescente que quiere apoderarse del mundo por su cuenta y sin embargo debe estar inmévil en Ja cama, admitiendo que su madre y la enfermera le hagan todo y lo traten como “el ne- ne”, justamente ese personaje que rechaza para que su yo exista. EI otro se da primero como lo monstruoso y también como Ia compaiiia que debemos dejar para ser auténticos. En un tercer sentido, la relacién con los demis surge como en cuentro. Un encuentro dificil, bien ejemplificado en Medrano 106 La casa del hombre y Claudia, que debe triunfar sobre dudas,, suspicacias, esa terca resistencia a la entrega de un yo que aprecia su libertad. Pero si lo humano no es algo hecho, si esta realizindose, es Iogico que el encuentro entre Jos hombres —requisito impres cindible para una humanidad plena— sea también una labor inacabada e imperfecta. Al fin de cuentas, piensa Medrano en la popa, no importa tanto que los que se encuentran no hayan podido realizarse plenamente si el encuentro es profun- do. Refiriéndose a Claudia dice que “alguien manchado por una vida icompleta podia, sin embargo, dar plenitud en su una vida incompleta podia, sin embargo, dar plenitud en su hora, marcar un camino”. Traveler y Talita muestran que Ja forma mixima del encuentro, el amor, ¢s una conquista de cada dia, Pero covresponde a Oliveira situar Ia cuestién en Uérminos decisivos al preguntarse si es genuinamente icido cuando se afsla de los otros y elude el compromiso. “Si la lucidez desemboca en Ia inaccidn, eno se vuelve sospechosa, no encubre una forma particularmente diabélica de ceguera?” Quién trepa thasta cl agujero si no es para bajar cambiado y encontrarse otra ver, pero de otra manera, con su raza?” ‘Aunque sin atreverse a dar el salto, Horacio reconoce que “el problema de la realidad tiene que plantearse en términos colectivos, no cn Ja mera valvacién de algunos elegidos”. “Yo siento que mi salvacién, suponiendo que pudiera alcan- zatla, tiene que ser también la salvacién de todos, hasta el iiltimo de los hombres”. Los grandes solitarios resultan asi Jos grandes buscadores de! prdjimo. Si estin separados de los demés es para encontrarlos mejor: Johnny mediante la mi- sica, 10s combatientes de Reunién mediante la lucha politica, Oliveira a través de una inteligencia depurada. Y el propio Cortézar Heva el asunto a sus consecuencias finales cuando se niega a estar solo en la creacién literaria. Un autor que bus- ca a los lectores como “camaradas de camino”, renunda a todo paternalismo y entrega las piezas sueltas para compartir con los otros Ia persecucién y el descubrimiento, esta diciendo mejor que sus personajes que la existencia humana debe ha- cerse fraternalmente. En esta coherencia magnifica de todos los elementos formales con el propésito central de la obra reside la clave de su impacto. Si no podemos desoir el Vamado a Ta autenticidad es porque esti pronunciado auténticamente, porque el modo de decirlo participa de Ia revolucién que pro- cura, Pero no s6lo es problematica Ia relacién entre el yo y los otros. El propio yo es un enigma, Todas las conf os doppelgdnger —los protagonistas de Lejana y jonss entre a flor ana villa, Traveler y Oliveira~ las que éste provoca entre Ia Maga y Talita, las incertidumbres que tantos personajes sufren en su contacto con los dems hombres y con los monstruos reve- lan una indeterminacién de su identidad, Tan incierta como la frontera entre Io real y To fantistico es la que debiera tinguir lo humano de sus alienaciones. Acaso sea éste cl sen- tido mas hondo en que las situaciones narradas por Cortizar son representativas del hombre contempordnco. Porque es sorprendente que mientras Tas ciencias humanas aumentan sus, conocimientos, el arte presenta las imagenes del hombre mis desdibujadas, ins deformadas, como si cada ver supiera menos qué ¢s lo humano. Cualquier figura de Picasso puede ilustrar esta frase de Heidegger: ““Ninguna época ha acumulado cono- cimientos tan numerosos y tan diversos sobre el hombie como ja nuestra, Ninguna época ha logrado presentar su saber acer- ca del hombre bajo una forma que nos afecte tanto. Ninguna época ha logrado volver este saber tan facilmente accesible. Pero también ninguna época ha sabido menos qué es el hombre”? Cortézar se enrola en Ia direccién mas radical de la ert tica moderna de Ia cultura al reconocer los signos de interro- gacién que abarcan tanto a la realidad como al hombre que + Kant et le probleme de ta métaphysique, Paris, Gallimard. 1058, pigina 266. 108 La casa del hombse la conoce y Ia vive. En la época de Descartes Ja filosofia du: daba de las cosas, pero las reubicaba_y se orientaba entre ellas a partir de una certeza inmévil: 1a conciencia del pro- pio yo. Con Nietzche, Marx y Freud comienza a hablarse de falsa conciencia: la duda afecta del mismo modo a las cosas y al sujeto que las percibe, La conciencia deja de ser transpa- rente a si misma, es algo que muestra y ocu'ta, que debe ser desinistificado. Por eso Paul Ricoeur denominé a esos tres pensadores del siglo XIX “maestros de la sospecha”.® Cortézar puede merecer la misma designacién, Su obra nos ayuda a ver la realidad y a nosotros mismos asumiendo toda la indeter- minacién y la ambigitedad que hay en ella y en nuestro ser, con sentido critic, con la inocencia madura propia de un poeta que también es un hombre contemporineo. No permite el egocentrismo que pretende reconstruir una realidad deplo- rable desde un yo demasiado seguro de si. También el yo es una tarea, y sin ella no hay autenticidad posible. En re'acién con esto se comprende el resurgimiento de to monstruoso en el arte actual. Si un monstruo nos apela € inquieta no es tanto por su diferencia como por su semejanza con nosotros, Advertimos en él una de las posibilidades de lo humano, la angustiosa incertidumbre de lo que crefamos nues- tra “naturalera”. Y esa facilidad para identificarse con lo otro, para consentir el avasallamiento del axolotl, esta’ condi- cién “camalednica propia de su virtud poética, “En el acto racional de’ cono cimiento no hay pérdida de identidad”... “porque si_al hom- bre le obsesiona conocer es siempre un poco por hostilidad, por temor a confundirse. En cambio, ve usted, el poeta renun- cia a defenderse. Renuncia a conservar una identidad en el acto de conocer porque precisamente el signo inconfun dible”... “‘se Te da tempranamente al sentirse a cada paso del hombre —dice La vualta al dia— es * De Vinterpretation — esiai sur Freud, Parts, Editions du ‘Seuil, 1965, pagina 40, 109

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