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Arail Rao (1995) ‘La Politica de Género y Cuifura en el Discurso Infemacional de Derechos Humanos’ en J. Peters y A. Wolper (eds) Women's Rights Human Rights. Intemational Feminist Perspectives. New Yoric London: Routledge. aPodemos tener una discusién intemacionol sobre derechos humans en un mundo de di ja cultural? Mientras ef topic de los derechos humanos jamés ha estado libre de politica Tionts eff su-tamulacion como en su ulilizacién), el llamado cauteloso por la “cultura” se ha intensificado en afios recientes. En los debates de Naciones Unidas, declaraci gubemamentaies, ediloriales de periédices y aulas, el esirventio de Ic exhorlacién a mayor Sensibilidad hacia tas diferencias entre grupos cutturales dentro de paises [y a un mayor respeto Racia sociedades en todas partes) ha_aicanzado un nivel sin precedentes. En ia politica intemacional, 1a difusion global de confiictos vicientos entre grupos ha planteado preguntas alarmantes acerca de la relevancia y efectividad e un enfoque de derechos humanos a la resolucién de confictos entre aclores culturalmente diversos. Y aun 1@s que reconocen la importancia de la sensibilidad cultural sienten a ese reconocimiento desafiado, y aun aplastado, por un intuitive sentido del horror al enfrentar el sutrimiento humane, Hf orgumento “de la cultura” es empleado para servir a una variedad de iniereses. En politica intemacional, las viejas voces insensibles y autocomplacientes se alzan en un grito buién, anulando a tod@s I@s que no suscriben a una formulacién sin cambios de la vision liberal establecida, con su énfasis en el individualismo y los derechos civiles y politicos. (EI fin de la Guerra Fria ha dado enorme poder econémico y de defensa a los poderes Occidentales, bajo ef Tiderazgo de Estados Unidos.) Al mismo tiempo, violaciones de derechos humanos extremas y\, diversas, tanto por gobiemos © por grupos extra-Consfitucionales, siguen siendo defendidas. y avn jpstificadas, sobre Jas bases de la diferencia cultural, En la Conferencia de Viena de 1993. por, ejemplo, paises culluraimente tan disimiles como China, Sira y Malasia apoyaron en nociones de Integridad cultural sus criticas a varios aspectos de la doctrina de derechos humanes. El concepto de derechos humanos es en sf mismo un fenémeno histéricamente circunscripto y ligado a un contexto. Lo que es raramente analizado, sin embargo, es la muy pubiicitada nocién de diferencia. Parecemos conformes con reconocer que ld diferencia existe donde es afrmada, y concentramos nuestras energias manteniendo la paz entre grupos sociales, supuestamente diferentes. De hecho, una nocién muy simple de Ia relacién entre cultura y derechos humanos en nuestro mundo de diferencias ha surgido en una forma dicotémica, con 16s universalisias ubicad@sa un lado y I@s relativistas en el otro (Donnelly, 1987: Manglapus, 1978; Polls y Schwab, 1980). Distinciones entre “Occidental” y ‘no-Occidentaf" - que son opacas, en el mejor Ge los casos- existen atrofiadas en la construccién del ser de un/a Otr@ infetior (Said, 1979). Cuando un gobiemo se exime a sf mismo de una hegemonta cultural percibida akededor de la doctrina de derechos humanos, sus partidari@s._y sus delractor@s_participan en perpetuar una faisa dicotomia oposicional en la que los limites geopolitices son desvirivades y una muttitud de culturas colapsadas en dos conjuntos falsamente unificados, uno poseyendo el sello de derechos humanes y el otro careciendo de él. De ali la busqueda de los derechos humanes en “Aftica’ o en “elisiarn’, entre otros (Cobbach, 1987; Sajoo). Yo quiero alejarme de estas construcciones engafiosas de cultura para preguniar: sCudles | la politica de cualquier argumento basado en cultura en el discurso de derechos humanos hoy? } + En este ensayo, cuestiono nuestra aceptacién facil de las diferencias culturales tal como son presentadas. y evalvo criticamente cuatro componentes mayores de cualquier reclamo hecho desde Ia cultura. Primero, gCudl es el.status del/a que habla? Segundo, 3En nombrede quién/es el argumento es presentado? Tercero, 2Cudl es el grado de participacién en Ia formacién cultural de los grupos sociales primariamente afectados por las practicas culturales en cvesti6n? Cuarto, . 8QUé es cultura? Cuando I@s representantes de los gobiemos (usuaimente) de los patses del Tercer Mundo hacen la defensa cultural general contra las frecuentes y agotadoras inlervenciones de los gobiemos {usualmente) occidentales, todas las partes parecen estar dedicadas a fa politica Intemacional usual. Pero cuando la defensa es organizada para “proteger’ el status de las mujeres (y el status quo de las relaciones de género), necesitamos preguntar qué efecto tendré.el debate que sigue sobre las mismas mujeres gCualquier alejamiento de la “tradicion’, que deberd ser medida basdindose en los posicionamientos retéricos del liderazgo nacional, pondré abn mas en peligro su. bienestar? ¢Cuaiquier cambio de la opresién de género basada en la cultura sera visto como una adopcién de esquemas y arogancia occidental? sla reforma de las relaciones de género deberd ser fitrada por los mismo cuadros de diplométic@s y funcionari@s-cuya disposicién i cambio esta calificada por su dependencia a la aprobacién gubernamental? Ningn grupo social ha sufride mayores violaciones de sus derechos humanos en nombre: . de la cultura quelas mujeres. Mas alid de las formas que toma en diferentes sociedades, e! \ concepto-de. cultura. en: el estado modemo circunscribe las vidas de las. mujeres en. formas ‘profundamente simbélicas tanto como inmediatamente reales. Histéricamente, las mujeres .han sido consideradas como. las depositarias, guardianas y transmisoras de cultura. Las mujeres Fepresentan la reproduccién de la comunidad. Las mujeres son usualmente las que cuidan de la familia y, por lo tanto, las primeras en inculcar la cultura a I@s nifi@s. a través de su vestimenta y comportamiento, las mujeres y nifias se convierfen en comporizaciones visibles y vulnerables de ios -Simbolos y cédigos culturales. Ademés, Ia identificacién, primaria de las. mujeres con la familia y el hogar, deniro de una problemdtica separacién de esferas de existencia “publica” y “privada’, Contribuye a su status secundario en ef mismo espacio donde su fuluro es debatido y ain decidido: el espacio publico. Una vision protectora en la retérica gubémamental esta vinculada con la agenda especial que los estacos han desarrollado para.controlar (a través de incentives y también del uso de Ia fuerza) las capacidades reproductivas de las. mujeres, para forturar a jas. mujeres y para limitar Ia libertad de las mujeres a través de politicas sociales espectficas (Bryan, Dadzie y Scale 1985; Bunster-Burrotio.1985; Mama 1989). En ocasiones, los estados evitan Ia sutileza y el tacto y apuntan abiertamente.a las. mujeres. “Las. politicas:de inmigracién de llamado a Ja ‘Australia Blanca’ o el ‘retomo' judio a Israel son complementarias en momentos de disminucién de la inmigraci6n o crisis nacionales con llamados actives a las mujeres a tener mas nifi@s, de manera qué nb ocura un ‘holocausto demagréfico™ (Anthias y Yuval-Davis, 1989: 8). Por lo. tanto, el valor que esta en. juega para. todas las partes, y Ia cohsecuente inténsidad de los reclamos de excepcién basade.en argumentos culturales, exacerban ta dificultad de un didloge. sobre este asunto. El recurso a explicacién culturales acerca de! status de las mujeres es -usuaimente defensive, combativo y especificamente disefiado para aplacar a vna audiencia Intemacional contormada primariamente por lideres politicos nacionales y diplomalic@s. El movimiento intemacional de derechos humanos no puede evitar reiterar en el nivel-de” politicas sus sesgos conceptuales de género, notablemente su incesante concentracién en Ia | esfera publica como el lugar primario de violaciones de derechos.(sim. concentrarse | adecuadamente en instituclones sociales privadas, tales come la familia), su tratamiento pronatalista del género y la familia y su principio organizativo de interaccién intergubemamental [Rao, 1993). Por lo tanto, el marco estatista de! movimiento de derechos humanos legitima a los ' representantes estataies- iideres politic@s y diplomdtic@s- aun cuando el movimiento define a los estados como los mayores violadores de derechos humanos. Cualquier apelacién al derecho intemacional publico parg tratar asuntos de género implica una lucha ardua. “Las organizaciones intemacionales son.extensiones funcionales de los estados que les permilen actuar colectivamente para afcanzar sus objetivos” (Charlesworth, Chinkin y Wright, 1991). Estas autoras argumentan que, por tanto, el derecho infemacional es. ar concepto y en practica, un sistema con sesgos de género que privilegia a los varones y margina a las mujeres: elas notan la vergonzosa baja representacion de las mujeres en Naciones Unidas, la. | abrumadora distribucién de jueces varones en las cortes intemacionales y los numerosos obstacules para la expansién de Ia participacién de las mujeres en los cuerpos intemacionales de derechos humanos. Consecuentemente, el discurso hegeménico de derechos humangs gontinéa apoysindose en los pronunciamientos de las cabezas de estado 9 ministros de alto rango, y esto a veces @quivale a ‘escuchar Ia voz del opresor en jugar de la de 1a victima. En los Estado Unidos, por ” ejernplo, cuando el Secretario de Estado Asistente del Presidente Ronald Reagan, Elliot Abrams. dijo: "En un campo tan complicado como los derechos humanos, diferencias en las politicas deben ser esperadas y deben ser tratadas como diferencias intelectuales legitimas més que como desacuerdes morales fundamentales" (Drinan, 1987: 100), debemos preguntar cémo las politicos pueden estar separadas de la moral en derechos humanos - (el més moral de los campos)- 0, en polilica gDénde esté la prueba Idgica para el argumento acerca de que la complejidad necesarlamente favorece las diferencias intelectuales sobre las morales? Algunas defensas son de larga data y continvamente utilizadas. Por ejemplo, cuando Kennyatta escribe que “es poco inteligente discutir las actitudes emocionales de cualquier parle de [las mutilaciones genitales en Kenya], tomar partido violento en la cuestién, sin entender las» tazones por las cuales I@s Gikuyy educad@s e inteligentes adn se apegan a esta costumbre" (Kenyatta, 1953: 133), él parece estar haciendo no més que una llamada a una escucha sensible y justa, Pero cuando el defiende la practica basGndose en “que es importante notar que el cédigo mora! de {a tribu esté ligado a esta costumbre y ella simboliza Ia unificacién de toda la organizacién triba?’ (Kenyatta, 1953: 134), estamos obiigad@s a cuestionar la politica de tal reclamo, paricularmente cuando es planteado por un lider nacional varén en nombre del grupo més directamente afectado por Ia practica: las mujeres. Muchas muy pregonadas reformas de gobierno a menudo son en realidad poco mas que fantarrias retéricas, legislaci6n sin substancia y medidas polificas débiles. S6lo cuando las mujeres son ubicadas en el centro de Ia discusion la compiejidad relativa al género de los argumentos culturales emerge, cuestionando dramaticamente la simplicidad y finalidad de las formulaciones de I@s politic@s (Boulware-Miller, 1985; Slack, 1988). En tode momento las feministas deben cuestionar su confianza en las explicaciones culturales de las précticas sociales de género en el Tercer Mundo y sospechar de la defensa de practicas similares en otros lugares (tales come las peligrosas cirugias cosméticas) basadas en conceptos aparentemente libres de cultura como la autonomia individual y la Iibertad de eleccién. las mujeres pismas han comenzade a ser escuchadas. sélo.teclentemente, y Principalmente en entomos feministas. Pero la representacién feminista no deberfa escapar a un examen acerca de su posicién, particularmente cuando el liderazgo feminist es urbano. bien educado, de clase media y, a menudo, pagado por el gobiemo. Los viajes a las reuniones Infemacionales son a menudo, por fuerza, sustentados por los gobiernos y, en la arena Infemacional, los objetivos de las feministas son forzados en el mismo molde estatista que sus colegas burécratas sin intereses feministas, coartando oportunidades para reformas y cambios genvinos en las relaciones de género. Como Ia respuesta del estado al bienestar de las mujeres es debatible, debemos permanecer crftic@s de Ia relacién entre los goblemos y aquellos grupos de mujeres a los que se les permite desaroliarse fibremente. Mientras las feministas contindan valientemente su batalla en cada frente, incluyendo el del estado, no hay escapatoria af rlesgo de dependencia (e influencia) de los goblernos establecidos en tanto las mayor parte del didlogo sobre derechos humanos se base en arregios intergubemamentales. + En consecuencia, debemos examinar la resonancia de la palabra “cultura” en todos jos niveles de fa sociedad, reconociendo que los distintos gmpos tienen diferentes grados de { Particlpacién en la cultura y que esta participacién ocure en miltiples contextos. Cuando los | grupos de mujeres o ias mujeres individuales hablan de cultura, debemos recordar que no puede haber jamés una nocién dé cullura supuestamente popular que no esté mediada por la posicién de la persona que habla; debemos observar el reclamo de excepciéh basado en el tereno cultural. en relacién a los ejes de clase, etnicidad, raza, sexualidad, edad, etc. Necesifamos. escuchar con cuidado, pero también con escepticismo a las fluctuantes definiciones de esta cosa llamada ctitura, forjadas como estén en un mundo de diferencia y complejidad constantemente en expansi6n. Davis y Nira Floya Anthias hacen una observacién preventiva, por ‘ejemplo, en su recordatorio de que no hay una ligazén exclusiva de lo nacional con le masculino: “tmpiricamente, por ejempio. es claro que ‘las mismas mujeres participan en la opresién y explotacién de mujeres de otros grupos étnicos tanfo como de otras clases sociales’ {Anthias y Yuval-Davis, 1989-2). ~ ce - - ” - mer Sin embargo, mientras las mujeres no son puramente victimas o puramente.beneficiarias de as politicas de la cultura, un reconocimiento de su fimitado acceso a defensas publicas de Précficas culturales puede ayudamos a contextvalizar las politicas més amplias de reclamos contra. derechos basados en la cultura. Aunque fas mujeres no estén menos (probablemente, mucho més) inmersas en la formacién y relficacién cultural que otros grupos sdciales, hablar acerca de.las mujeres-en-la-cultura en’los foros intemacionales contina siendo principalmente ia | Prerrogativa de alguien mas. . En sociedades alrededor del munde, la apropiacién dela cultura por parte de las mujeres ha tomado diversas formas, la més visible de ellas es “fa resistencia al neocolonialsmo y la ‘hegemonia y Ia afimacién. del nacional. En su resistencia a condiciones de opresion fransnacional muy reales, jas mujeres, también, poseen esa cosa llamada cultura. En este context, no es imposible hablar sobre resistencia y e! potencial de liberacién. Inherente en el feclamo basado en la cultura, ain cuando und critica précticas culturales restrictivas.. Pero el asunto es compficado por la discutible naturaleza de los cambios que el nacionatismo facilita en e! status de las mujeres. La amplia variedad de neciones acerca de tas habilidades y los roles | sociales que surgié durante las luchas nacionalistas a menudo resultcron en objetivos cconfusos y ' contradictorios en ia politica de las relaciones de género, y este legado confinéa jugando un papel en la sociedades postcoloniales contempordneas (Jayawardena, 1986). Las luchas feministas intemacionales son afectadas similarmente. Por décadas, tas mujeres alrededor del mundo han tenido que ubicarse y verse las unas a las otras a través de anteojeras culturales, y valientemente han negociado el minado terreno det "nativismo" cultural, antes de encontrarse y trabajar en conjunto. La sensibilided cutturat en Ja arena intemacional es importante; es iguaimente importante retener nuestra conciencia de la opresion de género: intracuttural y, al hacerlo, arficulcr completamente la dolorosa coexistencia de opresiones miltiples. Durante demasiado tiempo. el género ha sido supeditade a las llamadas a la auto-afimacién nacionalista; por demasiado fiempo, la igualdad de género ha sido relegada a una posicién secundaria respecto de ofros luchas; por demasiado tiempo, se ha requerido que las mujeres elljan entre luchas) compartimentadas por la fibertad. La teorla feminista continta desovilando las opresiones inexticablemente conectadas de raza, clase, género, sexualidad, experiencia colonial, y demés, mostrando que las {falsas) jerarquias de opresiones aparentemente separables pueden solo generar estrategias polificas para alcanzar la libertad y Ia igualdad sospechosas e incompletas.; Que las mujeres a menudo aceptan tales andilsis confusos ‘no es una razén suficiente paral descartar la posibilidad de unise a pesar de sus muy reales diferencias. De cualquier forma, la cultura no es un cuerpo de informacién estético, inmutable e identifcable, contra el que los derechos humanos pueden ser medidos respeclo de su compatibiidad y apiicabilidad. Mas bien, Ia cultura es una serie de prdcticas sociale: constantemente cuesfionadas y negocladas cuyos sentidos son influidos por el poder y el status sus intérpretes y participantes. Ademds, la cultura es sélo una parte constituyente de la comple} red de relaciones de poder que circunscribe nuestra existencia. Como Arif Dirlik (1987: 15) observa, “Una lectura critica de la cultura, una que la exponga come una operacién ideolégica crucial para el establecimiento de la hegemonia, requiere que la consideremos no slo como un atributo: de totalidades, sino como una actividad que est ligada a la operacién de relaciones sociales, que expresa contradicciones tanto como cohesién”. Las reconstituciones de la cultura han fenido gitos irénicos a Jo largo de los siglos. Por ejemplo, los agentes del colonialism ayudaron a crear "eyendas" y “folklore” (como en la Nueva Zelanda Maori), para tramer areglos “radicionales" de propiedad de Ia tietra (como en Fidji). y para redefinir los roles de género en todas las sociedades colonizadas. De hecho, los sistemas legales formales de los paises post-coloniales estan a menudo informados por Ia ideologia legal bosada en derechos de los colonizadores. La apropiacién local de una “cultura” de tan variado crigen no es problematica en s{ misma; el asunto realmente problemalico reside en Ia polltica de ilusionismo que transforma précticas cambiantes e histéricamente contingentes en verdades etemas e implacabies. Debemos reconocer el cambio, ja complejidad y el privilegio interpretative en la formacién culiural para evitar el reduccionismo, ef esencialismo y Ia rigidez retérica. Esto nos permite localizar y condenar las formulaciones culturales histéricas que oprimen a las mujeres {tales como el énfasis que el liderazgo religioso masculino pone en esos pasgjes de un texto religioso que permite golpear a las esposas) asi como comprender y apoyar la habilidad de las mujeres para encontrar libertad entre estas condiciones opresivas (tales como ef énfasis de las mujeres en otros pasgies que Haman a un tratamiento de jas esposas-ne violento y respetuoso). Lo cultura de una comunidad particular no es una entidad Unica y hemagénea. Ademds, Ja “alta” cultura y la “baja” cultura son. utilzadas selectivamente en una forma tan extendida que atin I@s defensar@s de los derechos humanos coen en Ia frampa de apoyarse.en una. confusién de textos y prdcticas culturales "representatives", a veces favoreciendo los textos opresivos y beneficiosos de los grupos privilegiados, a veces inclinandose hacia practicas folkiéricas {Pannikkar, 1982; Renteln, 1990). Por ofra parte, la tecnologia y la capacidad de comunicacién répidamente expansivas han achicade nuestro mundo y han expuesto aun las més remotas partes del. planeta a las consecuencias, sino a la experiencia directa, de la modemidad. La “tadicién" no puede ser afirmada sin confrontar los procesos de secularzacién (Howard, 1986: cap. 2). Adn dentro del marco basado en estados-nacién de la coriente hegeménica de’ los derechos humanos, la defensa cultural suena débil cuando se la plantea en un-contexte de urbanizacién, industrializacién, de répida expansién de la maquinaria burocrética y de sistemas de comunicacién que fortalecen el control del estado y sistemas que conectan a las econom/as nacionales con el sistema monetario intemacional. Consecuentemente, la nocién de cultura fayorecida por actores intemacionales debe-ser desenmascarada: son textos: préicticas falsamente rigidos, ahistéricos, es un conjunto elegicio selectivamente y autoustificatorio cuya parcialidad plantea fa pregunta de exactamente. los inlereses dé qulénes son servidos y quiénes resuilan favorééidos, Necesitamos problericiliZGr todé lo referente a la cultura y no sélo los “malos” aspectos percibidos. Cuando limitamos nuestra Investigacion a atroces violaciones, limitamos nuesira capacidad de disminuir el dolor humano a séle una instancia de una “mala préctica culturaf’. Sin cuestionar los.usos polfficas de la cultura. sin Preguntar de quién es esta cultura y quiénes son los beneficiarios primarios, sin ubicarla nocién de cultura en un contexto histérico y sin investigar et status del/ia intérprete. na podemos entender completamente la facilidad con la que las mujeres son utiizadas como instrumentos en ampfias batallas de competicién politica, econémica, militar y discursiva en la arena intemacional, Trabajos.citades |. a Anihias, Floya y Nira Yuval-Davis (eds) {1989} Woman-Nation-State. New York: St. Martins. SouWare-Miller, Kay (1985) ‘Female Circumcision: Challenges fo the Practice as a, Human Rights Violation’.en Harvard Women's Law Jounal 8: 155-77. bryan, Beverley; Dadzle, Stella y Scofe, Suzanne (1985) The Heart of the Race: Black Women's Lves in Britain, London: Virago. Bunster-Burdito. Ximena (1985) ‘Surviving Beyond Fear: Women and Torturé in Latin America’ en June Nash y Helen Safa (eds) Women and Change in Latin America. South Hadley, MA: Bergin and Garvey, : Charlesworth, Hillary; Chinkin,, Christine y Wright, Shelley (1991)' ‘Feminist Approdches to Intemational Law’ en The American Javinal.of Intemational Law 85: 613-45. Cobbah, Josiah (1987) ‘Afican Values dnd the Human Rights “Debate: An ‘African Perspective’ en Human Rights Quarterly 9: 309-31.

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