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ARTICULO Mas que siete mares, un oceano Existe la urgente necesidad de crear dreas protegidas en el mar abierto. Las acciones de conservact de los ecosistemas ocednicos se encuentran atin mas rezagadas que las tendientes a proteger dreas continentales 0 costeras. Consecuenciasprictcas {ea geopolitica marina ra una especie migratori {De qué se trata? Este articulo trata sobre la necesi- dad de conservacién de los ecosiste- mas oceanicos mundiales. En un senti: do metaférico, la representacién colec- tiva que prevalece acerca del mar co- mo ambiente concuerda mejor con la idea de “siete mares” que con la de un océano. Los siete mares inspiran imé: genes de vastedad, de grandiosa ox. pansién, de variedad y tolerancia casi infinitas. Siempre en el marco de la metafora, diriamos que este trabajo se aparta de la vision de los siete mares para apoyar a la de “un solo océano”. Traducido a un lenguaje mas formal, nuestro objetivo es promover el pensa- miento ecosistémico integrado, difun- dir el mensaje de que el océano es uno, agotable, ¢ incapaz de resisitir el abuso ambiental sostenido. Hoy existen sobrados fundamentos cientificos, instrumentos legales, teo- rias econémicas, bases éticas, estrate- gias de proteccién, recursos humanos entrenados, reglas, principios, acuerdos y convenciones como para mitigar la degradacién generalizada del oceano. A pesar de ello, no se evidencia, en lo préctico, un compromiso vigoroso ge- neralizado de la comunidad mundial por revertir la tendencia actual al abuso sostenido de los ecosistemas. Este arti- culo sostiene que el paradigma erroneo pero difundido que preconiza un mar eterno e indestructible, estimula la acti tud de indiferencia y desatencién con que la sociedad recibe los llamados de urgencia y priorizacién que las ciencias afines a la conservacién intentan esta: blecer en el dominio publico. La necesidad de cambiar el posicio. namiento ideolégico con respecto al focéano no se limita a una sociedad proclive a la vision que infunden los siete mares. Las estrategias para la conservacion también necesitan cues: tionar su ideologia subyacente. El mo- vimiento conservacionista actual pro- mueve mensajes que benefician la dis: posicién politica hacia acciones débi- les, como que los problemas son pro- ducto de una responsabilidad social i- fusa o que las soluciones son para el beneficio universal. En nuestra opi: niién, las necesarias acciones de con: servacién ocurriran como consecuen- cla de un reposicionamiento concep- tual de la sociedad en general. Un cam: bio de postura que abandone la idea de los “siete mares” y comience a mi- rar al océano como un solo ecosistema llevara a que los problemas dejen de tratarse desde lo difuso y universal pa- ra comenzar a verse desde lo especi co ¢ individual. La Tierra es el océano. yuna El océano ocupa 330.000.000km* de la superficie planetaria, un area que ‘equivale al 71% de la superficie total de la Tierra; si la estimacién se limita al hemisferio sur, el rea asciende al 81%. Vivimos entonces en un mundo ocea- nico moteado por algunas “islas” a las que llamamos continentes. Incluso la superficie de la Tierra se pliega mas hacia las profundidades de lo que se proyecta como elevaciones, de manera que algunas fosas ocednicas tienen su fondo a 11km bajo la superficie. La pro- fundidad media del océano es de alre- dedor de 3000m. Pero équién vive y piensa con esta concepcion del mundo? Mas de 2.000.000.000 de personas viven a me- nos de 100km del mat. El 75% de las cludades del mundo con més de 10 mi- llones de habitantes son costeras. Sin ‘embargo, aunque una proporcién rele- vante de la poblacién mundial viva hoy en las costas de los continentes se ac- ta con el mar como fondo, mas que ‘como protagonista. {Por qué deberiamos conservar el océano? No hay aspecto de la vida que no tenga relacién directa con el océano. El ‘océano mantiene el balance térmico, fi sico y quimico del planeta. Del océano depende la regulacién de la atméstera, el control del clima y el reciclado de nutrientes. Al océano se supedita la ca- lidad de vida del ser humano, ARTICULO ‘Mas allé de su importancia geofisica, el océano es fuente de recursos esen- ciales para la actual situacién geopoliti- ca de la humanidad (ver Agenda 21, UNCED, capitulo 17: *Proteccion del Océano"). La extraccién pesquera mun- dial para 1996 se estimé en 87.000.000 toneladas anuales, con una tendencia a alcanzar 100-120 millones de toneladas hacia el aio 2010. Por lo menos el 19% del consumo humano de proteinas se obtiene de la pesca, una actividad que emplea en forma directa a mas de 200 millones de personas. Sobre la transmutacién de los valores Hasta aqui planteamos que, en lo co- tidiano, la sociedad vive indiferente a las realidades del océano o incluso tie- ne un pensamiento erréneo sobre la funcionalidad de los sistemas ocedni- cos. Contrastando con esta posicién, la Investigacion cientifica muestra que los ambientes marinos son heteragéneos, vulnerables y delicados y sugiere que ‘no es razonable asumir la invariable re- cuperacién de dichos ambientes ante las acciones de degradacién ambiental. 56 ciencia Hoy ‘océano ocupa el 80% de Supeticie del hemisterio sur En esta vaste fxtension, poca profundidad, temperaturas ‘tompladas y corrientes que favorecen el reciclado de ‘utrlentes conatituyen tuna formula que resulta fen una considerable Productivided biologie ES EI océano es un mosaico de ecosis- temas. £1 mar es heterogéneamente Productivo: unos pocos sistemas bio- /ersos y ricos en biomasa se en- cuentran desperdigados en un tras- fondo de baja productividad y pobre- za de especies. Los ecosistemas cos- teros, las plataformas continentales, las aguas de surgencia y los frentes ocednicos se encuentran entre los sis- temas biolégicamente més fértiles y diversos del mar. Comparativamente, el mar abierto y profundo es ecolégi- camente pobre, aunque la heteroge- neidad se mantiene: las regiones oceénicas frias y templadas son més productivas que las tropicales y algu- fas partes del océano profundo, como las surgencias hidrotermales, presen: tan ambientes de alta productividad y diversidad biologicas. El océano funciona “globalizado”. La fisica de los océanos, vinculada estre- chamente a la atmosférica, tiene la pe- culiaridad de permitir la conexién entre los distintos ambientes ecolégicos. Los eventos de El Nifio son un ejemplo de esta profunda integracién funcional. La “conectividad” del océano demanda es- trategias de uso de sus recursos que lo aborden como un sistema globalizado (ver el volumen 31 de Ecological Econo- ‘mics, publicado en 1999). Los recursos del mar son agotables. La figuracién de los recursos oceanicos como ilimitados podria haber sido aceptable en el contexto practico de una poblacién humana de pocos cien- tos de millones de habitantes. Con mas. de 5900 millones y en aumento, la fala cia de los recursos oceénicos infinitos ya no puede sostenerse. En 1995, el 66% de los mayores caladeros mundia- les de especies de valor comercial se encontraba sobreexplotado, explotado al maximo nivel posible o colapsado. No existe hoy en el planeta un drea de alto potencial pesquero que no esté siendo utilizada. La sobrepesca (el uso ‘no sostenido) afecta por lo menos al 35% de los 200 stocks de peces mas importantes del mundo. Esto significa que dichos stocks rinden cada vez me- nos alimento y tienen menos capaci- dad de sostener el crecimiento econd- mico. Entre las consecuencias colatera- les de las pesquerias, por ejemplo, se encuentra la captura incidental de es- pecies sin valor comercial la cual se es: tima en 29 millones de toneladas anua les (aproximadamente 1/3 de la captu- ra comercial mundial y 29 veces mas que la produccién pesquera anual de la Argentina). Los expertos de FAO (Organizacién de las Naciones Unidas para la Agricul- tura y la Alimentacién) indican que se esta por alcanzar el limite maximo de lo que el mar puede dar en términos de pesca y que dicho limite no podré sos- tenerse en el tiempo. El unico caladero de pesca del Atlintico que no se halla- ba sobreexplotado a mediados de 1990 se encontraba en el Atlantico Sudocci dental, un area cuyo nticleo es Ia plata- forma continental argentina. Antes del fin de la década, por lo menos una es- pecie primordial de dicho caladero, la merluza, Merluccius hubbsi, ya habia sido sobreexplotada. A medida que los stocks pesqueros costeros se destru- yen, mayor esfuerzo se invierte en aprovechar areas del mar abierto, las que se encuentran legal mente mal pro tegidas y también peor controladas que los espacios maritimos costeros. En un articulo publicado en ta revis: ta Nature (387: 253-260, 1997; véase también Ecological Economics 25, 1998 y el Forum on Valuation of Ecosystem Services: http:/csf.colorado.eduisee/ ecovalue/proceedings/0031.htmi) los autores realizaron el ejercicio te6rico de estimar el valor econémico de los principales ecosistemas naturales y de los servicios que de ellos se derivan para la humanidad (por ejemplo, regu: lacién de la composicién del aire, regu: lacién de la temperatura, provision de agua, alimento, refugio, esparcimien- to, etc.). Los resultados se reflejaron en un mapa del mundo con diferentes to: nos de gris como indicadores del valor de los ecosistemas (cuanto mas oscuro mas importantes}. A la meseta patago: nica, por ejemplo, corresponde un co- lor gris claro, refiejo de que la diversi dad biolégica de la estepa ly su poten cialidad de servicios globales) es de menor importancia que, digamos, las Fotograis tomada ol 2 de mayo de 1999 por un satlte del programa DMPS.OLS (United States Defence ‘Meteorological Satelite Program Operational Linesean System) Las manchas y puntos Blancos sobre fl continente muestran las lees de Slounas ciudades importantes (la ‘ludad de Buenos Aires os la que mas Se destaca). La linea de haces en ef mer {quo se extiende mis de 800km de norte a Sur, corresponde alos buques fe ls peaquoria de ealamar que tiene lugar cerea del borde de a plataforma continental, regiones selvaticas tropicales (de color gris oscuro). A las reas de pastizales, como la pampa humeda, también les correspondié un color gris palido, ape- nas un poco mas intenso que el de la Patagonia, indicio de que los ecosiste- mas de pastizales contribuyen modes: tamente a los servicios ecosistémicos mas valiosos, como son el balance tér: mico, fisico y quimico del planeta. En este mapa de valores, solo el mar ad: yacente a las costas de la Argentina ad- quirié un tono gris oscuro. Para este analisis, el mar de la plataforma conti- ental es el sistema de mayor impor- tancia dentro de los limites de la geo. grafia argentina El sistema marino de la plataforma Plataforma continental. Eso! ‘espacio mariimo detnido entre 1 frente de costa y el quiabre del talud continental La dafnicin ‘los fines de este aticulo, grupamos @ los ecosistomas de mar abierol y costeros, Los sess alejadas cletos 0 incluso miles de Klimetros de ls costa, © incluye Ia columna de agua ye fondo ocesnice. Las éreas marinas costras tienen problemas de conservacion ropios, diferentes alas del mar blero le, desarrollo urbane costero,dotechos cloacales, turismo intensiv}, pero algunos ‘aspectos esbozados en est articulo de platatorms Aefvicion oceanogritica, que extionde los limites hasta la zone independientemente de fs caracteristcas dol fondo marino. Mar territorial. Espacio ‘maritime definigo por un nite de 12 millas marinas medido a partir de puntos continental de referencia geogrétca ‘denominados lineas de base. pais costoro ejrce soberania ‘aplcan las love inmigratorias. Zona econémi + Zona contigua. Espacio maritime definide por un limite de 24 millas marinas medidos partir do las lineas de base. Se del estado Espacio matitimo definido por un limite de 200 mills nauticas 370,4km) medidas a partir de las lineae de base. Se eerce soberania para la conservacién de pesquerial. Pueden aplcarse alls de as 200 milas pore spaces migratoris. Las ineas de base an fas que se basa la detinicion de mar wertrial, zona contigua y zona econémice exclusiva de la Argentina detinen en la ley 23.968 de 1981 costero en cuestiones aduaneras, Zona exterior de plataforma continental. Espacio maritimo ‘que oe encuentra mas alls do las 200 mili mainas. Estes areas se encuentran accesibles a Ia pesca sin condicionamientos obligaciones de conservacén). A partir del af0 2005, algunos control palses podein extender los 50 millas ndutieas medidas desde la linens do base. 57 ARTICULO continental argentina es excepcional en sus aspectos geograficos, fisicos y biolégicos. La plataforma es una plani cie submarina poco profunda (menos de 100m en la mayor parte de su exten- sién) cubierta por aguas templadas que se encuentran bajo el efecto de co: rrientes marinas que favorecen el reci- clado de nutrientes. Con una superfici de aproximadamente 1.000.000km:, es una de las plataformas mas extensas del hemisferio sur (ver recuadro “Defi niciones"). Las principales actividades econémicas que hoy tienen lugar en la plataforma son la pesca y la extraccién 58 de petréleo. La especie de mayor rele- vancia comercial en la historia de la in- dustria pesquera argentina, la merluza, ha sido sobrepescada. Otra especie, el calamar argentino, Illex argentinus, que se captura al borde de la platafor- ma, se encuentra expuesto a una pes: queria internacional de dificil regula- cién debido a la situacién geopolitica del rea de pesca, Parte de la pesqueria de plataforma tiene lugar en un drea en litigio interna: ional (ver Ciencia Hoy 13: 16, 1991) al: rededor de la Islas Malvinas. La pes: queria del calamar, por su parte, ocurre ‘en gran medida cerca de los limites de las aguas internacionales. De esta ma nera, uno de los ecosistemas de mayor valor global que forma parte de la geo- grafia argentina se encuentra en una fragil posicién tanto econémica como geopolitica. Se sabe suficient Con independencia del estilo que se utilice para sustentar la importancia de un cambio de actitud que refleje las ur gentes necesidades de conservacién del acéano, un aspecto queda claro: no existen hoy barreras infranqueables co: ‘mo para comenzar a actuar en la direo- cién necesaria. Las dificultades son sin duda de extraordinaria importancia: el mundo se encuentra fragmentado so- cial e ideoldgicamente, el crecimiento tecnolégico y econémico es desigual y cocurre en un marco de crecimiento po- blacional considerable, las estrategias de manejo del oceano se basan en un paradigma de parcelacién y oportunis- mo y los costos de dichas estrategias se promedian con independencia de los beneficios. Sin embargo, las actuales di- Itades solo se incrementardn si el paradigma de un solo océano no se im- planta como una necesidad ineludible. La ciencia es contundente. Hoy exis: te suficiente basamento cientifico co: mo para fundamentar el imprescindi- ble cambio en la actitud mundial con respecto a la explotacién de los recur- sos ocednicos. La ciencia debe seguir su carrera a los fines de profundizar el conocimiento, revisar resultados, ac- tualizar informacion, mejorar disenios, incorporar tecnologia, crear nuevos modelos, cambiar perspectivas, sinteti- zat, hipotetizar, toorizar. Sin embargo, no es por falta de buena ciencia que continua la carrera de destruccién. Cuando se alega la necesidad de mas informacion, menos imprecisiones y mas poder de prediccién para comen zar a cambiar las actitudes, se esté sim plemente retrasando las decisiones. Existe un marco estratégico-concep: tual, Un cambio profundo de direccién implica revertir tendencias mundiales fuertemente establecidas. Los expertos que intentan ver salidas econémicas a las necesidades de conservacién sera lan que es necesario estabilizar la po- blacion humana, reducir la demanda de recursos y vivir de los “intereses”, no del capital natural (un concepto de lenta difusion entre los administradores de recursos). Los mismos expertos sugie~ ren que ante una iniciativa de desarrollo es necesario adoptar el principio de pre- caucién, mantenerse en el lado conser: vador de las decisiones. El principio de precaucion es una de las bases del De- recho Internacional que no se aplica lo suficiente. Otra norma conceptual sen- cilla que ayudaria a la conservacion es lograr que el peso de sustentar las deci siones caiga sobre los que obtienen los intereses econdmicos, no sobre los que intentan conservar los recursos publi 0s. El movimiento conservacionista pregona estas necesidades pero no ha logrado establecerlas. No falta régimen juridico apropiado. Entre 1946 y Ia actualidad, el esfuerzo internacional por dar contencién legal a los intereses de explotacién de los re. ‘cursos ocednicos resulté en por lo me: nos 40 acuerdos, convenciones o gran- des programas, cada uno de los cuales ha implicado a decenas de paises. La amplia normativa vinculante que hoy existe versa sobre aspectos generales relacionados con el mar y su uso por las naciones del mundo (ej., la Conven- cién de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982), aspectos es. pecificos a una actividad (o),, la Con- vencién MARPOL sobre contamina: cidn), aspectos especificos para toda la biodiversidad (¢j., la Convencion sobre Biodiversidad) y para un grupo faunis: tico en particular (e),, la Comision Ba- llenera Internacional). Estos documen- tos implican obligaciones para los pai ses firmantes; otros son simplemente declaraciones de principios cuyo cum- plimiento apela a las voluntades (¢j., el Cédigo de Conducta para la Pesca Res- ponsable de la FAO) La conservacion se encuentra impli- cita en todas las actuales discusiones internacionales sobre contaminacién, pesca, delimitacién geografica del mar en general y de algunos mares en es- pecial, La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desa rrollo de 1992 (UNCED) ha sido conti- nuada por decenas de reuniones para tratar aspectos generales y especificos de la conservacién de los océanos. La Convencién sobre Biodiversidad (CB; Biodiversity Convention) y el Convenio sobre Especies Migratorias (CEM; Con- vencién de Bonn) son dos iniciativas importantes para la conservacién. Un producto de la CB, por ejemplo, es el Mandato de Jakarta sobre Diversidad Biolégica Marina y Costera de 1995. El Mandato promueve la creacién de areas marinas protegidas a los fines de conservar especies, habitats y proce- sos ecoldgicos. Es necesario admitir que solo una pe quena parte de la actual diversidad bio- logica y de las funciones ecosistémicas podran resguardarse del uso no soste- ido de los recursos naturales renova- bles. Aquello que no se encuentre en las pooas areas protegidas que puedan crearse en los préximos afos, deberé ceder lugar a la demanda de una pobla: cion humana en expansién, tanto en nu: mero como en capacidad de consumo. Las 8000 areas protegidas que exis ten en el mundo (poco mas de 1300 son marinas, el resto son terrestres) cubren alrededor del 1,5% de la superficie pla: netaria, El IV Congreso Mundial sobre Parques Nacionales y Areas Protegidas recomendé que el 20% de las areas ma: finas deberian declararse ambientes protegidos; las 1300 actuales no llegan ‘al 1% de los ambientes marinos. Mas ‘atin, muchas areas marinas protegidas (AMP) existen solo como una declama: cién politica 0 son demasiado pequenas para mantener diversidad y funcién. El mar abierto se encuentra ain menos protegido que las costas. ‘A pesar del acceso al mar abierto que permiten sus 3000km de costa, la Argentina no tiene areas oceénicas protegidas. Las AMP argentinas son costeras, pequefias y se encuentran ex- puestas a variadas condiciones de ex- plotacion. Comparativamente, Austra- lia tiene jurisdiccién sobre un area ma- rina de alrededor de 11.000.000km, en los cuales existen 306 AMP que repre: sentan alrededor del 4% de la superti cie de su Zona Econémica Exclusiva Un sector ocednico de primordial im- portancia para la conservacion de la di- versidad del Atlantico sudoccidental es 59 ARTICULO la unidad ecosistémica que incluye la plataforma continental argentina y el borde de la misma, en su limite con el talud. Este sistema se encuentra bajo el efecto ecolégico de la corriente de Mal- vinas, de aguas frias y ricas en nutrien- tes. Esta corrionte es responsable de las, principales funciones fisicas y biolégi cas de un vasto sector del Atléntico. El concepto de ecosistema marino amplio (Large Marine Ecosystem, LME} se apli: ca bien a esta drea ocednica. En un con- texto mundial de futura extensién de las soberanias nacionales a limites ma- ritimos que superan las 200 millas néu- ticas (ver recuadro “Definiciones”), una de las areas bioldgicamente mas impor- tantes del océano Atléntico formaria parte de la Argentina. Sila Argentina to- ‘mara la iniciativa de promover la crea- én de un area protegida de usos mil- ples en esta enorme extensién de sno, ocuparia una posicién de lide- razgo mundial en un ambito para el cual el pais no tiene antecedentes. Vivimos en un planeta que domina- mos, sobre el que ejercemos una po- tente accién modificadora, con altera- cién de los ambientes naturales hasta el punto de Hlevarlos a no ser aptos pa- ra sostener vida alguna. Estas acciones llevan a que se pierdan especies y eco- sistemas, se altere la composicién de la atmésfera, el mar y la tierra, el curso de las aguas y los flujos de las corrientes. Dados los efectos de nuestras ex traordinarias capacidades modificado- ras, es necesario redireccionar priori- dades, esquemas de pensamiento y marcos conceptuales. Existen razones para creer que los cambios ocurriran en la direccién adecuada, pero no exis- te discurso que justifique pensar que ‘ocurriran a tiempo. El costo del des- tiempo seré la pérdida de una mayor proporcién de la diversidad biolégica, un mayor impacto global a la calidad de los ecosistemas mundiales y una disminucién mas marcada de las op- ciones para mejorar la calidad de vide del ser humano. La informacién biolégica, oceano- 60 ciencis grafica, fisica, climatolégica, geolégi- ‘a, quimica y econémica es abrumado- ray contundente a la hora de afirmar la necesidad de proteger los ecosistemas ‘ocednicos. Existe ademds base para un tratamiento filoséfico, ético, estético y legal para abordar el problema de la destruccién de los océanos. Son miles los cientificos del mundo que invierten, en conjunto, millones de horas proyec- tando, ejecutando, midiendo y conclu- yendo que el futuro de los océanos es- té comprometido. Decenas de revistas cientificas publican centenares de arti culos técnicos que convergen en la unanime conclusién de que los ecosis- temas no resisten mas abuso. Abun- dan los organismos internacionales dedicados al tema de organizar al mundo con respecto al uso de los océanos. Cientos de organizaciones no gubernamentales y organismos inter- nacionales de consulta, miles de confe- rencias mundiales, programas, trata- dos, convenios, acuerdos, cédigos de conducta y leyes se dedican a la pro: Lecturas sugeridas teccién de los océanos. {Por qué en: tonces sigue existiendo la urgencia de la conservacién? Esté claro que todo el esfuerzo men- nado no alcanza para evitar que los problemas superen la marcha de las ac- ciones para corregirlos. Todo el poder de empuje no nos permite mantener- nos hoy donde estuvimos parados ayer. Esta incapacidad para eludir lo anunciado pareceria originarse en la profunda incomprensién de la mayor parte de la humanidad que puede cam- biar el curso de las cosas, la prioriza- cién dirigida hacia metas mas reconfor- tantes y la casi inigualable capacidad de adaptacién del ser humano a nuevas condiciones. Estos factores permiten que el problema avance asociado a una responsabilidad difusa. Solo falta que se escriba una filosofia del desperdicio que justifique las actuales actitudes y prioridades que comprometen la conti- nuidad de los sistemas naturales para que encuentre marco oportuno esta historia del desencanto. oy BOSCHI, E.E. (Editor), 1997, E/ Mar Argentino y sus recursos pesqueros. Antecedentes historicos de las exploraciones en el mar y las caracteristicas ambientales, Instituto Nacional de Investigacion y Desarrollo Pesquero (INIDEP), Mar del Plata. BOTSFORD, LW., CASTILLA, J. C. & PETERSON, Ch. 1997, “The Management of fisheries and marine Ecosystems”, Science 277: 509-515. GARCIA, S. M. & HAYASHY, M., 2000, “Division of the oceans and ecosystem management: A contrastive spatial evolution of marine fisheries governance”, Ocean & Costal Management 43: 445-474, GUBBAY, S. (Editor), 1995, Marine protected areas, Chapman and Hall, London. 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